Pninei Halajá

05. El porqué de la ofrenda permanente.

Tal como vimos anteriormente (halajá 1) es importante tener el cuidado de recitar a diario los versículos de la ofrenda permanente y de la quema del incienso. Por esta razón es menester que los expliquemos brevemente.

La ofrenda permanente es el más importante de los sacrificios, puesto que es el más constante de entre todos, al ser elevado a diario dos veces, uno por la mañana y el otro al atardecer. Por lo tanto, expresa la conexión inamovible entre el pueblo de Israel y su Padre Celestial.

Todos los judíos eran partícipes de esta ofrenda pues era adquirida con el dinero recaudado por el impuesto del medio siclo de plata (majatzit hashekel). Este impuesto era abonado anualmente al Templo por todo judío, sea este rico o pobre, por lo que expresaba la unidad nacional.

Dado que los judíos son el corazón de todas las naciones, la unicidad de D´s se manifestaba mediante la ofrenda permanente, pues todo el mundo se veía conectado mediante la ofrenda permanente a la singular fuente de la vida (Maharal Netiv Haavodá 1).

El ciclo de vida consiste en el nacimiento, el crecimiento y al final la muerte. Cada día mueren personas, algunas por causa de la vejez, otras por accidentes o enfermedades. Lo mismo ocurre en el mundo animal, cada día mueren millones de seres vivos. Otro tanto ocurre en el reino vegetal. Cada día millones de árboles, arbustos y flores perecen. La gran pregunta que surge es ¿cuál es el significado de todo este proceso?; ¿acaso se trata de un ciclo arbitrario de vida y muerte sin objetivo ni beneficio, o por el contrario existe en todo esto una tendencia general hacia la que todos los seres vivos apuntan? En la ofrenda permanente hay una respuesta a esta interrogante. El mundo todo aspira a la completitud y la perfección. Una parte de esta elevación se lleva a cabo mediante el florecimiento y el crecimiento y otra mediante la destrucción y la muerte. La destrucción no es arbitraria, en realidad se trata de un sacrificio que expresa la aspiración a la perfección. Dado que no es posible en este mundo alcanzar la completitud, tras completar todas las acciones y elevaciones posibles, el espíritu sigue deseando superarse, mientras que el cuerpo envejece, las herramientas materiales se van deteriorando. Es así que el espíritu se desprende del cuerpo y se eleva retornando a su origen. A estos efectos los sacerdotes sacrificaban en el recinto más sagrado del mundo la ofrenda permanente, una por la mañana y una por la noche. Esta ofrenda era representativa de toda la vida que había llegado a su término en el mundo durante esa jornada. Mediante la ofrenda permanente se les adjudicaba un sentido, el cual es el retornar a su origen y elevarse cual fragancia placentera para el Creador (ver Maharal Netiv Haavodá 1).

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