Pninei Halajá

04- El orden del evento

Previo a la asamblea, los cohanim daban vueltas por toda la ciudad de Jerusalém y tocaban trompetas para reunir al pueblo en el Monte del Templo. Se traía una gran tarima de madera y se la erigía en medio del patio del Santuario que estaba destinado al estamento de Israel (Ezrat Nashim), el rey subía y tomaba asiento sobre ella, para que se escuchara su voz y para que los presentes lo vieran al leer (Rambám Jaguigá 3:4). En caso de que el monarca quisiera honrar a la Torá leyéndola de pie – ello era digno de alabanza (ver Tosafot a Sotá 41(A) ‘מצוה’).

En honor a la Torá y al rey, se procedía con excelencia pasando el rollo de la Torá de persona en persona hasta que llegaba al monarca. Así es como esto se realizaba: el encargado de la sinagoga (Jazán HaKneset) del Monte del Templo tomaba el rollo de la Torá y se lo entregaba al presidente de la sinagoga (Rosh HaKneset), este se lo entregaba al vice sumo sacerdote, este a su vez lo entregaba al sumo sacerdote, este a su vez lo entregaba al rey, quien lo recibía estando de pie (Tratado de Sotá 41(A), Rambám Jaguigá 3:4).

Tanto previo a la lectura como con posterioridad a ella el rey recitaba las bendiciones habituales que corresponde decir a todo aquel que sube a la Torá. Acto seguido agregaba otras siete bendiciones, a saber: 1) “Acepta con benevolencia HaShem, nuestro D’s, a Tu pueblo Israel” etc. (“Retzé HaShem Elokeinu”). 2) “Te agradecemos a Ti” etc. (“Modim Anajnu Laj”). 3) “Tú nos has escogido de entre todas las naciones etc.” (“Atá Bejartanu Mikol Ha’amim”) hasta “que santifica a Israel y a las festividades” (“Mekadesh Israel VeHaZmanim”) tal como se recita en el rezo. Tenemos entonces que tres de las bendiciones son de idéntica redacción a las que los sabios establecieran para los demás rezos.  4) El rey oraba para que el Templo se mantuviera en pie y sellaba la bendición diciendo: “Bendito eres Tú HaShem, Quien reside en Sion”. 5) El rey oraba por el pueblo de Israel, para que su reinado perdurara y sellaba la bendición diciendo: “Que escoges a Israel”. 6) El rey oraba por la descendencia de Aharón, para que HaShem aceptara su servicio, y sellaba diciendo: “Bendito eres Tú HaShem que santifica a los cohanim”. 7) El rey suplicaba y oraba tanto como podía, y sellaba diciendo: “Salva a Tu pueblo Israel, pues están necesitados de salvación. Bendito eres Tú HaShem que escucha la plegaria (Tratado de Sotá 41(A), Rambám Jaguigá 3:4).

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