Pninei Halajá

02. La prohibición de casarse con quien posee órganos genitales aplastados («Patzúa Daká» – testículos magullados)

Quien se tornó eunuco en virtud de haber sido dañado en una de los tres partes de su aparato reproductor tiene prohibido desposar una chica judía, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 23:2): «El que tuviere los órganos genitales aplastados o cortados no entrará en la congregación del Eterno». «Genitales aplastados» se refiere a que sus testículos se vieron dañados y «cortados» se refiere al mutilado de su pene. Empero, esta persona afectada puede desposar una conversa o una sierva liberada pues la Torá le vedó el ingreso a «la congregación del Eterno», esto es, le prohibió el matrimonio con mujeres que nacieron judías (Mishná Ievamot 76(A)). En el caso de quien estaba casado con una mujer judía y luego padeció la castración, deberá divorciarla pues tiene prohibido prolongar el matrimonio (Otzar Haposkim 5:2).

La prohibición de casarse con una judía a quien posee órganos genitales aplastados o cortados se refiere a quien fue víctima de un cercenamiento intencional o de una herida perpetrada no intencionalmente, por ejemplo en un accidente de tráfico. Empero, en el caso de quien se tornó eunuco «a manos del cielo», esto es, si su situación es congénita, tiene permitido «entrar a la congregación». Si bien no puede procrear y generalmente tampoco puede mantener relaciones con su mujer, en caso de haber encontrado una mujer que acepte su situación podrán casarse y serán una pareja normativa para toda cuestión.

Este precepto es una ley Divina que no conseguimos comprender en toda su significación. Empero, podemos inferir de esta la importancia que tiene el precepto de procrear que es el fundamento y el objetivo del matrimonio, y dado que el eunuco no puede engendrar se le prohíbe contraer matrimonio en el seno de la congregación (Moré Nevujim 3:49, Bejor Shor, Rabenu Bejaiei, Jezkuni). Además, el eunuco normalmente no puede cumplir con el precepto de Oná y se teme que su mujer pueda incurrir en conductas adúlteras presa de la desesperación, por lo que la Torá prohíbe a una chica judía desposar un eunuco (Moré Nevujim 3:49, Raavad Isurei Biá 15:2). Aprendemos de este precepto otra razón por la cual los judíos se abstuvieron de prácticas castradoras. En el pasado los reyes acostumbraban a castrar varones para nombrarlos ministros, funcionarios y guardias de sus mujeres pues esto los hacía más confiables a los ojos reales. Había varones que se castraban a sí mismos, y a veces, los padres lo hacían a sus hijos siendo estos aún niños para que puedan acceder a cargos encumbrados. También en la actualidad hay quienes afectan su capacidad reproductora a los efectos de poder mantener una vida licenciosa. La Torá nos alejó de todas estas prácticas al prohibirnos la castración. Empero en el caso del «eunuco a manos del cielo», por cuanto que esto ocurrió sin mediar trasgresión o negligencia alguna, puede ingresar a la congregación (Jinuj 559).

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