Pninei Halajá

17. Los pasajes posteriores a la Amidá

01. Las mujeres están exentas de todos los pasajes del rezo posteriores a la Amidá.

Las mujeres están exentas de todos los pasajes del rezo que los hombres acostumbran a recitar después de la Amidá, por ejemplo: «Tajanún«, «Ashrei«, «Lamenatzeaj«, «Kedusha Desidra«, «Pitum Haketoret» y «Aleinu Leshabeaj«. Esto se debe a que ni siquiera los hombres están completamente obligados a recitar los pasajes antedichos, empero por diferentes razones acostumbraron a hacerlo al punto de que con el tiempo se tornó obligatorio para éstos. Sin embargo, como las mujeres no acostumbraron a recitar estos pasajes no adquirieron la obligación. Las mujeres están preceptuadas de rezar la Amidá sin incluir ninguno de los pasajes posteriores, pero aquella mujer que quiera agregarlos puede hacerlo.

De todas maneras es oportuno estudiar las halajot relativas a estos pasajes para completar así el estudio de las leyes relativas a la Tefilá.

 

02.  La inclinación sobre el rostro («Nefilat Apáim»)

En el orden de rezo de los hombres, tras la conclusión de la Amidá acostumbramos a inclinarnos sobre nuestro rostro y suplicar ante el Creador Bendito Sea. De esta manera cumplimos con el rezo en todas sus formas o posturas, las bendiciones del recitado del Shemá sentados, la Amidá de pie y las súplicas posteriores inclinándonos sobre nuestro rostro. Esto lo aprendemos de Moshé Rabeinu quien rezó ante D´s en estas tres posturas cuando tras el pecado del becerro de oro procuró obtener el perdón para el pueblo de Israel.

Esta plegaria tiene una fuerza particularmente intensa y ayuda enormemente en momentos difíciles. Durante el pleito emprendido por Koraj y sus seguidores contra Moshé y Aharón, D´s le dijo a estos últimos «Alejaos de esta gente de modo que los habré de consumir en un momento». En ese momento, los hermanos entendieron que debían intensificar sus plegarias, para lo cual se inclinaron sobre sus rostros y dijeron: «Oh D´s, Soberano de los espíritus de toda carne, ¿por un hombre que ha pecado castigarás a toda la congregación? (Bamidbar-Números 16:21-22). Por mérito de sus rezos que fueron recitados prosternándose sobre sus rostros, el pueblo de Israel fue perdonado y el decreto Divino fue anulado.

Este rezo es muy poderoso por cuanto expresa la total anulación de la persona ante su Creador, hasta el límite de la misma entrega de la vida. Esto es como si la persona le dijera al Eterno: todos mis sentidos y órganos se anulan ante Ti, haz conmigo Tu voluntad por cuanto que te pertenezco enteramente. Por esta razón, mediante este rezo se pueden corregir defectos que con otra plegaria resultaría imposible hacerlo (ver Zohar Bamidbar 120:2).

La inclinación sobre el rostro expresa también la sensación de vergüenza que sentimos hacia el Cielo al concluir nuestra plegaria la cual se centró en la  grandeza de D´s, elevando a Él todos nuestros pedidos; entonces ¿cómo osamos  pararnos ante Él en el rezo? y por esto nos inclinamos sobre nuestro rostro. Además, esta postura expresa nuestro pesar, producto del arrepentimiento por nuestros pecados. El dolor es tal que no podemos elevar nuestro rostro (ver Rabenu Bejaié Bamidbar 16:22).

Si bien la plegaria de «Nefilat Apáim» es de gran importancia, los sabios no la establecieron como obligatoria ni le adjudicaron un texto fijo. Por lo tanto, todo aquel que deseaba se inclinaba sobre su rostro y suplicaba tras el rezo. Sin embargo, justamente en virtud de su gran importancia, por cuanto que expresa la total anulación ante D´s, corresponde que la oración emane del corazón libre y espontáneamente.

03. La costumbre del recitado de súplicas hoy día.

En los primeros tiempos se acostumbraba a caer sobre el rostro  prosternándose o reverenciándose. Al prosternarse el orante extiende todo su cuerpo sobre el suelo,  con brazos y piernas extendidos. Al reverenciar, el orante se pone de rodillas e inclina su cabeza hasta apoyarla sobre el piso (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(B), Rambám Tefilá 5:13-14).

Sin embargo, en virtud de ciertos temores se abolió la costumbre de prosternarse o de reverenciar. Algunos de los temores están vinculados a la prohibición halájica de hacerlo sobre un piso de piedra y a la prohibición de que una persona importante se prosterne sobre su rostro delante del público sin que se le asegure que su pedido será colmado, tal como le ocurrió en su momento a Iehoshúa Bin Nun.

Principalmente, se temía por lo expresado en el Zohar (Bamidbar 121:1) en cuanto a que «Nefilat Apáim» es una plegaria encumbradísima en la cual el orante debe entregar su vida a D´s y verse a sí mismo como quien deja este mundo, y de esta manera sus pecados son expiados. Empero si la persona no entrega realmente su vida en la plegaria pone en riesgo su existencia por lo que se acostumbró a no prosternarse sobre el piso (ver Peninei Halajá Tefilá 21:3).

En la práctica, la usanza entre los ashkenazíes y algunos de los sefaradíes es agacharse y abatir la cabeza sobre el brazo. En esta postura se rescata parcialmente la de «Nefilat Apáim» con reverencia («kidá«), empero no es completa y no se teme que derive en una prosternación sobre el piso de piedra  (Beur Halajá 131:1).  Quienes siguen la tradición del Ben Ish Jai, por temor al pasaje del Zohar arriba citado, no se inclinan sobre su rostro, siendo esta la práctica de muchos de los judíos orientales.

En tiempos de los Gaonitas comenzó a conformarse un formato fijo para «Nefilat Apáim» y las súplicas o «Tajanunim» posteriores al rezo. En tiempo de los Rishonim o sabios medievales este formato se fue estableciendo paulatinamente al punto que todos los judíos asumieron el deber de recitar determinadas súplicas. Aparentemente, fue en virtud de los sufrimientos del exilio que se intensificaron cada vez más, que los corazones se ocluyeron  tanto que se necesitó de un formato fijo para poder recitar súplicas. Dado que esta plegaria se incorporó cuando las diásporas estaban ya dispersas, resaltan las diferencias entre la versión ashkenazí  y la sefaradí.

Dado que «Nefilat Apáim» es una plegaria que implica un corazón quebrado, la anulación del aspecto físico y nuestra disposición a una entrega total de la vida, no se recita en días de alegría (tal como figura en el Sidur).

Asimismo, cuando en la sinagoga están presentes protagonistas de una alegría preceptiva como en el caso de un novio,  el padre o el padrino de un niño a ser circuncidado en ese día, no se recita Tajanún o súplicas (ver Peninei Halajá Tefilá 7 y 8). Asimismo, en la casa del doliente se acostumbra a no recitar esta oración por cuanto que el rigor Divino ya se ha hecho presente en este sitio y es procedente, por lo tanto,  no incrementar el Atributo del rigor aún más (Mishná Berurá 131:20).

04. Cómo inclinarse sobre el rostro (para quienes acostumbran a hacerlo).

Como ya vimos, según la usanza de los ashkenazíes y parte de los sefaradíes, la inclinación sobre el rostro se lleva a cabo sentado, abatiendo la cabeza y apoyándola sobre el antebrazo con una inclinación del rostro sobre su lado derecho para que así no apunte directamente al suelo. Es bueno cubrir el rostro con una prenda o la manga y no conformarse con hundir el rostro en el antebrazo desnudo ya que brazo y rostro son un mismo cuerpo  y éste no puede cubrirse a sí mismo (Shulján Aruj 131:1, Mishná Berurá allí). El rostro se cubre fundamentalmente por una cuestión de recato, como quien se cubre por temor y vergüenza ante D´s. A posteriori, quien viste mangas cortas y carece de un pañuelo, que apoye su rostro sobre el brazo desnudo. Si hay una mesa en el lugar que lo haga sobre ésta y el brazo por sobre la cabeza, de esta manera la mesa es considerada como la principal cobertura de su rostro (Peninei Halajá Tefilá 21:4).

Se acostumbra a inclinarse sobre el rostro únicamente allí donde se encuentra un Rollo de la Torá o incluso libros sagrados impresos. En caso que en el sitio en cuestión no haya libros sagrados de ningún tipo, se recita el salmo sentado sin inclinarse sobre el brazo.  En Jerusalém se acostumbraba inclinarse sobre el rostro también en sitios donde no hay libros sagrados, por cuanto que la santidad de la ciudad los sustituye (Peninei Halajá Tefilá 21:4).

En el caso de un sitio en el cual no hay posibilidad de inclinar el rostro estando sentadas, sea por falta de sillas o porque exactamente atrás de la mujer se encuentra una persona rezando que no puede desplazarse, se podrá recitar el «Nefilat Apáim» de pie (Mishná Berurá 131:10). En un caso así, es mejor apoyarse sobre la pared tal que de no mediar esta ella se caería y de esa forma se le considera como que de alguna forma se sentó e inclinó su rostro (Kaf HaJaím 38).

05. El orden de las súplicas («Tajanunim»).

Una mujer que desea recitar súplicas, es bueno que no interrumpa mediante el habla entre la finalización de la Amidá y éstas ya que cuando se recitan contiguas a la Amidá son mejor aceptadas (Shulján Aruj 131:1, Mishná Berurá 1).

Según la usanza sefaradí, se acostumbra recitar la confesión («vidui«) y los trece atributos de la misericordia antes de inclinarse sobre el rostro para que por la expiación producida por éstos, pueda la persona alcanzar su máxima elevación durante «Nefilat Apaim». Según las usanzas ashkenazí y yemenita (Báladi) la confesión y los trece atributos se adicionan únicamente los lunes y los jueves.

Se ha dicho que los trece atributos de la misericordia son muy efectivos para obtener el perdón por pecados. Mediante la aceptación de la creencia de la elevación que implica recitar los trece atributos,  nos conectamos con Hashem de una forma tan profunda y excelsa al punto que las malas acciones cometidas se transforman en insignificantes y exteriores a la persona comparadas al apego a D´s y su manera de conducir el mundo y de aquí resulta la expiación. Por lo tanto durante las Selijot y en Yom Kipur se abunda en el recitado de los trece atributos.

El recitado de los trece atributos de la misericordia se considera una cuestión relativa a la Santidad por lo que requiere de Minián (Peninei Halajá Tefilá 21:5). Por lo tanto una mujer que reza sola y quiere recitar las súplicas, habrá de saltearse los trece atributos.

A la hora de inclinarse sobre el rostro, según la usanza sefaradí se recita el salmo veinticinco mientras que según las usanzas ashkenazí y sefaradí- jasidí se recita el salmo seis.

Los lunes y los jueves se agregan súplicas ya que son días propicios para que las plegarias sean aceptadas. Estas súplicas  se recitan de pie (Shulján Aruj y Ramá 134:1). El pasaje «Vehú Rajum«, según los libros de los Rishonim (Abudraham, Raabán, Hamanhig, Kol Bó 18), fue compuesto por tres ancianos exilados de Jerusalém, razón por la cual no hay grandes diferencias en sus distintas versiones. Empero los sefaradíes le agregaron antes súplicas suplementarias, mientras que los ashkenazíes las agregaron después de este pasaje.

Otra diferencia entre las usanzas es que según la versión sefaradí y Sefarad-Jasidí  las súplicas suplementarias de lunes y jueves se recitan después de la inclinación sobre el rostro, mientras que según la usanza ashkenazí se recitan antes de ésta.

06. «Ashrei», «Lamnatzeaj» y «Ubá Letzión»

Tras la conclusión del Tajanún y en los días lunes y jueves, tras la lectura de la Torá, se recitan tres pasajes. El primero es «Ashrei» (la alabanza de David) que si bien ya fue recitado anteriormente durante los cánticos de alabanza se repite nuevamente (ver Peninei Halajá Tefilá 23:1-2 en cuanto a que los hombres recitan Ashrei tres veces al día).

Tras el «Ashrei» se recita el cántico «Lamenatzeaj Mizmor leDavid, Iaanjá Hashem Beiom Tzará» que es una continuación de las súplicas que se recitan tras la Amidá. Dado que se trata de una plegaria para días aciagos, no se recita en días alegres (tal como aparece impreso en los Sidurim. Ver Peninei Halajá Tefilá 23:1 donde se explican las diferentes usanzas).

Luego de «Lamenatzeaj» se recita «Ubá Letzión» que es la denominada  «Kedusha Desidra«, esto es, los versículos que rezan «Kadosh, Kadosh, Kadosh» etc, «Baruj Kevod Ad-onai Mimkomó«, «Ad-onai Imloj Leolam Vaed» con sus respectivas traducciones al arameo. Los sabios establecieron el recitado de esta «Kedushá Desidra» (si bien ya fueron recitados en la bendición de «Iotzer Or» y en la Kedushá durante la repetición del oficiante) a los efectos de que cada orante pueda así estudiar a diario algunos versículos de los profetas también los tradujeron al arameo para que todo el pueblo, que estaba habituado a hablar en este idioma, pueda entender su significado.

Esto se debe a que es bueno que los hombres, quienes están preceptuados de estudiar Torá, lo hagan diariamente incluyendo Torá, Profetas y enseñanzas de los sabios. Se estudia Torá durante el recitado del «Shemá«, en «Ubá Letzión» se estudian profetas y al final del rezo se agregan pasajes de los sabios –Jazal-.

Los sabios elogiaron de sobre manera el valor del recitado de este pasaje al punto que dijeron que ahora que el Templo está destruido, este recitado es uno de los pilares sobre los que se sostiene el mundo (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 49(A)). Rashi explicó que esta lectura posee dos virtudes: el estudio de Torá y el hecho de que los versículos se centran en la santidad de D´s y al ser recitados con Minián el Sagrado Nombre es santificado públicamente. En el servicio de Shajarit de Shabat no es necesario recitar «Kedushá Desidra» ya que se cumple con el deber de estudiar los profetas mediante la lectura de la Haftará. De todas maneras, a los efectos de no omitir del todo su recitado se acostumbra a incluirlo en el rezo antes de Minjá para así adicionar otro estudio sabático y que además se ocupa de la santidad de D´s (ver Peninei Halajá Tefilá 23:2).

07. El «Cántico del día», «La quema del incienso» y «Aleinu Leshabeaj».

Dado que el servicio de Shajarit fue establecido como sustituto de la ofrenda diaria permanente de la mañana y tras ésta los levitas acostumbraban a cantar el salmo del día, acostumbramos a recitarlo tras concluir el rezo  (Tratado de Sofrim 18:1). Sin embargo, en un principio no se estableció este cántico como obligatorio y hubo quienes no acostumbraron a recitarlo. Empero al final del tiempo de los Rishonim (sabios medievales) ya todos acostumbraban a hacerlo.

Previo al cántico se menciona el día correspondiente de la semana, «Haiom Iom Rishón Beshabat» etc, a los efectos de cumplir con el precepto de recordar el sábado todos los días de la semana (según Rambán a Shemot 20:8 y el Arí z´´l tal como es mencionado en Kaf HaJaím 132:26).

Una vez concluido el «Cántico del Día» se acostumbra a recitar «la quema del incienso» («Pitum Haketoret«) y antes de éste «Ein Keelokeinu«. Se lee la quema del incienso por dos razones, la primera, por el incienso que se quemaba  en el Templo de Jerusalém por la mañana y por la tarde. La segunda para que cada judío tenga el mérito de estudiar a diario las palabras de los sabios. Posteriormente se agregaron más enseñanzas agádicas (no halájicas) de nuestros sabios para que sean estudiados a diario (ver Peninei Halajá Tefiilá 23:5).

Se acostumbró  recitar «Aleinu Leshabeaj» al final del servicio de Shajarit para que antes de que nos separemos del rezo, se fijen en nuestros corazones la fe en D´s y la esperanza de la redención. También para que cuando el judío se encuentre durante la jornada con el gentil en el marco de sus quehaceres laborales, no se vea tentado a ir en pos de sus creencias o sus ídolos (Bait Jadash Oraj Jaím 133). Según el Arí z»l se acostumbraba a recitar «Aleinu Leshabeaj» al concluir tanto Minjá como Arvit.

En virtud de la importancia de esta plegaria se acostumbra a recitarla de pie y a inclinarse levemente cuando, según la usanza ashkenazí, se dice «Vaanajnu Kor´im» (Y nosotros nos inclinamos) y según la sefaradí, cuando se dice «Umishtajavim» (nos posternamos) (Mishná Berurá 132:9).

Dado que se trata de agregados relativamente recientes, existen muchos matices en las diferentes costumbres. Por ejemplo, según la usanza sefaradí, se agregan cánticos y  versículos antes del «Cántico del Día» amén de que la «quema del Incienso» es más extensa. Otra diferencia en el orden de los rezos radica en que los ashkenazíes recitan «Aleinu Leshabeaj» antes del «Cántico del Día» mientras que los sefaradíes y los jasídicos siguen el orden tal como fue detallado aquí (ver Peninei Halajá Tefilá 23:4-5).

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