Pninei Halajá

01 – Rosh Jodesh (Novilunio)

1- El mes hebreo

El Eterno creó las luminarias, la luna y el sol, las suspendió en el firmamento y conforme sus ritmos se establecen los tiempos. Durante el día ilumina el sol y por la noche lo hace la luna. El año se fija de acuerdo al ciclo del sol y el mes conforme a la rotación de la luna, tal como está escrito (Génesis 1:14): “Dijo Elokim: Haya luminares en la extensión de los cielos para distinguir entre el día y la noche y que sirvan como señales para ciclos del tiempo, para días, para años”.

Cada mes, la luna completa una rotación alrededor de la Tierra. Al inicio del mes, la luna se ve muy pequeña cual línea delgada y va creciendo hasta llegar a su máximo tamaño a mitad del mes, cuando se ve como un círculo completo. Durante la segunda mitad del mes se va reduciendo, hasta que al finalizar el mes desaparece de nuestra vista por unas veinticuatro horas aproximadamente. A continuación, nuevamente se comienza a divisar como una tenue línea de luz y esta es la señal de que se ha iniciado un nuevo mes.

El ciclo completo de la luna dura veintinueve días y medio y tres cuartos de hora. Dado que el ciclo de la luna no coincide con el ciclo de la jornada, sino que dura veintinueve días y medio, resulta que a veces, el mes dura veintinueve días y otras veces treinta. Cuando el mes dura solo veintinueve días, se le denomina «mes faltante» («Jodesh jaser»), mientras que cuando dura treinta se le denomina «mes completo» («Jodesh malé»).

La fijación del inicio del mes tiene una importancia crucial, ya que de ello depende la determinación de las fechas de todas las festividades: Pesaj el quince de Nisán, Yom Kipur el diez de Tishrei y Sucot el quince del mismo mes. Tan importante era la fijación del novilunio, que la Torá les permitía a los testigos profanar el Shabat para viajar a Jerusalém y presentar testimonio ante el tribunal (Rambám, Hiljot Kidush Hajodesh 3:2). En base a su testimonio, el tribunal consagraba el nuevo mes y paso seguido enviaba emisarios para avisar a todo el Pueblo de Israel cuándo se fijó el novilunio.

2- La autoridad para fijar los meses fue concedida al Pueblo de Israel.

El mero hecho de divisar el novilunio no da inicio al nuevo mes, sino que es el tribunal quien debe consagrar y declarar iniciado el mes, tal como está escrito (Éxodo 12:2): «Este mes será para vosotros», D´s le mostró a Moisés la forma de la luna al renovarse y le dijo: «este testimonio os es entregado a vosotros» (Tratado de Rosh Hashaná 22(A)). Esto significa que los testigos se deben presentar ante el tribunal y testimoniar que vieron la renovación de la luna, y en virtud de su testimonio se consagra el nuevo mes.

Cuando falleció Moisés, la autoridad de la fijación del novilunio pasó al Tribunal Mayor de cada generación, con la condición de que los jueces que en él sirvan sean nombrados u autorizados unos por otros desde Moisés. No se ordenan («somjim») sabios, salvo en la Tierra de Israel (Maimónides Leyes del Sanhedrín cap. 4). La Halajá indica que si llega un día en el cual ya no se puede consagrar el novilunio mediante el tribunal, los meses habrán de ser consagrados según los cálculos del Pueblo de Israel.

Vemos entonces que si bien el ciclo de la luna es natural, el novilunio solo no consagra el nuevo mes, sino que es el Pueblo de Israel que lo consagra y por su intermedio se revela la santidad del tiempo. Es por esto que nuestro sabios, dispusieron finalizar la bendición de Musaf de Rosh Jodesh con las palabras «que consagras a Israel y los novilunios» (Tratado de Brajot 49(A)). Esta es probablemente la razón por la cual el primer precepto que fue ordenado al Pueblo de Israel es la consagración del novilunio (Éxodo 12:2), ya que mediante éste se revela la santidad especial del Pueblo de Israel, que tiene el poder de revelar la santidad inherente al tiempo.

3- Historia de la fijación de los novilunios.

En tiempo de los amoraítas (sabios del Talmud, en los años 200 al 500 E.C.), por efecto de los edictos persecutorios romanos, la población judía en la tierra de Israel se redujo en número, al tiempo que la comunidad judía de Babilonia creció en magnitud e importancia en todos los parámetros. Sin embargo, la potestad de consagrar los novilunios y fijar los años embolismales quedó en manos de los sabios de la Tierra de Israel, tal como está escrito (Isaías 2:3): «Desde Sion saldrá la Torá». En esos tiempos, salían mensualmente emisarios de la Tierra de Israel, para anunciar a los habitantes de la diáspora cuándo había sido consagrado el mes. Solamente en circunstancias muy poco frecuentes, en que la situación era muy compleja, como lo fueron los días de la rebelión de la ciudad de Betar, en los que no se podía reunir el tribunal y fijar los meses, jueces rabínicos ordenados y autorizados en la Tierra de Israel, establecían sus tribunales allende los límites administrativos de los edictos persecutorios romanos y desde allí dictaminaban los comienzos de los meses y de los años.

Con el correr del tiempo, las persecuciones romanas se incrementaron y a instancias de la influencia cristiana, éstas se orientaron específicamente contra los sabios, procurando evitar que consagren los novilunios, al punto de que en algunas oportunidades, la fijación se llevaba a cabo en secreto, y debían informar a los sabios de Babilonia mediante el envío de mensajes encriptados (ver Tratado de Sanhedrín 12(A)).

Hacía los finales de los días de los amoraítas, Hilel II llegó a la conclusión que ya no se podía seguir consagrando los novilunios en el tribunal de la Tierra de Israel. Asimismo se temía que por causa de los problemas, la ordenación o autorización de los sabios de la Tierra de Israel se suspenda. Dado que la autorización para consagrar novilunios en esos días era detentada por Hilel II, quien la recibió en heredad generación tras generación desde el tribunal de Rabí Iehudá Hanasí, se reunió pues el tribunal y decidió mediante cálculos astronómicos, consagrar los meses y los años para todas las generaciones. Es así que desde el año cuatro mil ciento diecinueve desde la creación del mundo (359 de la Era Común), el Pueblo de Israel comenzó a contabilizar los meses de acuerdo al cálculo del calendario hebreo que estableció Rabí Hilel Nasí (Hilel II). Nosotros oramos para que pronto en nuestros días seamos meritorios de la redención y volvamos a consagrar los meses en el tribunal de Jerusalém.

Maimónides escribió una opinión novedosa cuando afirmó que aún, tras quedar sin efecto la autoridad y potestad (Smijá) de los sabios, la consagración de los novilunios pasó a depender de los judíos que habitaban Eretz Israel, que cuando calculaban los meses según el cálculo fijo del calendario, entonces los meses quedaban consagrados. Empero si ¡D´s no lo quiera! la Tierra de Israel quedase sin judíos, los meses se verían anulados y junto con ellos las festividades. De todas maneras D´s no haría semejante cosa, ya que en la Torá nos prometió que no habría de borrar las señales de la nación judía jamás.

4- ¿Cuándo tenemos novilunio de un día y cuándo de dos?

Cuando estamos ante un «mes faltante» (29 días), el novilunio que le sigue es de un solo día. Empero si el mes es «completo» (30 días), el novilunio que le sigue dura dos días, de manera que el día treinta es el primer día del novilunio, mientras que el primero del mes siguiente es el segundo. Si bien en el caso del novilunio de dos días el más importante es el segundo, pues es el inicio del mes siguiente y el inicio del conteo de los días, de todas maneras sobre el día treinta del mes anterior rigen todas las reglas de novilunio, se reza el servicio de Musaf, se recita “Halel”, se agrega «Yaalé ve Yavó» en el rezo y en el “Birkat ha Mazón”. Quien se haya olvidado agregar «Yaalé ve Yavó» en los servicios de Shajarit o Minjá debe volver a rezar.

5- El status del novilunio (Rosh Jodesh) en la Torá.

«Rosh Jodesh» es enumerado en la Torá junto con las demás festividades en las que se sacrifican ofrendas de Musaf, en honor a la santidad inherente del día. Nuestros sabios aprendieron del texto que Rosh Jodesh es también llamado «Moed» o fecha de reunión (Tratado de Pesajim 77(A)), en la cual se tocaban trompetas tal como está escrito (Números 10:10):

“Y en el día de vuestro regocijo y de vuestros plazos festivos, y de vuestros novilunios, tocaréis con las trompetas sobre vuestros holocaustos y sobre vuestros sacrificios shelamím…”.

En virtud de la santidad de Rosh Jodesh, se acostumbraba ir a recibir al Rabino, tal como se acostumbra en Shabat de saludar al Rabino con el tradicional «Shabat Shalom» (Libro segundo de Reyes 4:23, Tratado de Rosh Hashaná 16(B), Beur HaHalajá 301:4). Asimismo en ese día se acostumbraba a celebrar banquetes (según Libro primero de Samuel 20).

En la Torá aparece una expresión sorprendente, en lo referente al chivo que se sacrificaba en el Templo de Jerusalém en Rosh Jodesh (Números 28:15): » Y un macho cabrío para sacrificio Jatát (expiación) ante HaShem». Esta expresión es explicada en el Talmud (Tratado de Julín 60(B)), en virtud del relato según el cual en un inicio D´s creó dos grandes lumbreras, el sol y la luna. La luna vino a reclamar ante el Creador que ¿cómo es posible que dos reyes gobiernen con una misma corona?, siendo su intención que el Eterno redujese al sol. Sin embargo D´s le dijo a la luna: «ve y redúcete tú», por lo que la luna le increpó: «¿por haber dicho algo razonable debo reducirme?». D´s la consoló diciéndole que el Pueblo de Israel habría de consagrar sus novilunios en base a la observación de su ciclo y que los justos serán llamados por su nombre, (Yaakov Hakatán, Shmuel Hakatán, David Hakatán…) mas la

luna se negó a consolarse. Entonces dijo el Eterno: «Traed una ofrenda expiatoria porque reduje a la luna» y por eso está escrito (Números 28:15): «… Y un macho cabrío para sacrificio Jatát (expiación) ante HaShem».

Esta cuestión es sumamente profunda, y en términos simples se puede decir que la idea de la reducción de la luna expresa la carencia presente en la Creación, el descenso por el que atraviesa el alma al llegar a este mundo y todas las caídas que el ser humano aquí experimenta. Todos estos descensos y carencias tienen por finalidad última nuestra elevación, ya que superando y confrontando las diferentes dificultades, tendremos el mérito de alcanzar un nivel más alto, tal como lo expresaba Rabí Abahu (Tratado de Brajot 34(B)): «El sitial que han alcanzado aquellos que hicieron teshuvá, jamás podrá ser alcanzado aún por los justos que nunca pecaron». Sin embargo, mientras tanto, abundan las transgresiones en nuestro mundo, las cuales generan gran sufrimiento, y a los efectos de mitigar un poco el dolor que provocan y corregir las carencias, el Eterno ordenó que sacrifiquemos un macho cabrío expiatorio. Este es el tema central de Rosh Jodesh, demostrar cómo a partir de la reducción de la luna producto de su pecado y su protesta, surge un nuevo comienzo. Por esta razón Rosh Jodesh es un buen momento para nuevos comienzos y para la teshuvá (retorno o arrepentimiento) con profunda alegría, empero hasta que el mundo no esté redimido de todas sus faltas, la alegría de este festival se mantiene un tanto oculta y no se revela en su plenitud (ver más adelante inciso 15).

6- La alegría y el banquete de Rosh Jodesh junto con las prohibiciones del ayuno y la tristeza.

Rosh Jodesh es uno de los días festivos en los que corresponde alegrarse, aunque no haya un precepto explícito de hacerlo, con comida y bebida especiales. Por esta razón es bueno comer abundantemente en este día, empero no se trata de un deber (Shulján Aruj, Oraj Jaím 419:1).

Así y todo, está prohibido entristecerse en Rosh Jodesh, por lo que queda prohibido ayunar (Shulján Aruj 418:1), y todo aquel que se abstiene de comer aunque solo sea por una hora en virtud de un ayuno intencional transgrede, empero si por mera casualidad pasa varias horas sin comer, no trasgrede de manera alguna (Beur Ha Halajá 418 párrafo que inicia con las palabras ראש חודש אסור , Kaf HaJaím 3).

Desde un punto de vista estrictamente reglamentario, aunque la persona haya ingerido únicamente frutas ya no se considera que ayuna, por lo que no transgrede, empero no cumplió con el precepto de comer abundantemente en Rosh Jodesh.

El precepto de abundar en comida se cumple agregando a la comida un platillo más de lo habitual y también en el caso de que Rosh Jodesh caiga en Shabat, se debe agregar un platillo extra a lo acostumbrado sábado a sábado en su honor (Mishná Berurá 418:2, 419:1-2).

Si bien no hay obligación de hacer una comida de Rosh Jodesh con pan es recomendable hacerlo (Shaar Hatziún 419:1).

Es bueno servir la mesa en honor a la comida de Rosh Jodesh y hay quienes lo hacen con especial excelencia, sirviendo carne y vino para la ocasión.

Cuando Rosh Jodesh se celebra dos días, es bueno comer abundantemente los dos días. El precepto se cumple principalmente con la comida en horas del día, empero hay quienes opinan que comer abundantemente por la noche en honor al festival también es preceptivo.

En Rosh Jodesh está prohibido realizar actividades que puedan generar pena o dolor, por lo que no se pronuncian sermones fúnebres, pero si el difunto era un erudito de la Torá, se lo puede hacer en su presencia (Shulján Aruj Oraj Jaím 420:1, Mishná Berurá 1, Shulján Aruj Ioré Deá 401:5).

Se acostumbra a no concurrir al cementerio en Rosh Jodesh y en caso de que el día treinta del duelo o el aniversario del fallecimiento caigan en este día, se ha de adelantar en un día la asistencia. De no ser posible concurrir antes de Rosh Jodesh, se puede hacerlo después. Se pueden visitar las tumbas de los justos en Rosh Jodesh ya que estas visitas no generan pena ni dolor.

Un novio y una novia quienes acostumbran a ayunar en el día de su boda (de acuerdo a la tradición ashkenazí y según algunos sefaradím), no habrán de hacerlo si se casan en Rosh Jodesh (Shulján Aruj 573:1).

7- La costumbre de las mujeres de abstenerse de la realización de labores en Rosh Jodesh.

Está permitido realizar labores en Rosh Jodesh. Sin embargo, en un inicio era oportuno abstenerse de realizar labores en este día al igual que en «Jol Hamoed», ya que la regla general indica que cuanto más sagrado es el día, más se dedica éste a cuestiones espirituales, por lo que corresponde reducir la ocupación en las distintas labores mundanas. Es así que como Shabat es el más sagrado de los días, están prohibidas en él todas las labores. En un nivel por debajo del Shabat, se encuentran los días festivos de la Torá, en los que se prohíben todas las labores, salvo las relacionadas con la preparación de alimentos. En un nivel inferior a estos días se encuentran los de Jol Hamoed, en los que se prohibieron algunas labores. Rosh Jodesh debería encontrarse en un mismo nivel con los días de Jol Hamoed, empero por cuanto que las doce tribus de Israel pecaron en el desierto con el becerro de oro, perdieron, como contrapartida, el atributo de los doce novilunios del año. Sin embargo, las mujeres no participaron del pecado del becerro y no consintieron en contribuir con sus pendientes para la elaboración del ídolo, por lo que D´s las recompensó en este mundo con el mérito de «observar el Rosh Jodesh más que los hombres». Además, las recompensó en el mundo venidero en el que renovarán su lozanía tal como la luna que se renueva mes a mes, como está escrito (Salmos 103:5): «Quien satisface tu vejez con cosas hermosas para que tu juventud sea renovada como el águila» (Pirkei DeRabí Eliezer 45). Vemos así que las mujeres son más receptivas de la santidad del Rosh Jodesh, por lo que acostumbraban a no realizar labores en ese día.

En los tiempos en que se ofrendaba el sacrificio de Musaf de Rosh Jodesh, había hombres que acostumbraban a abstenerse de la realización de labores importantes en ese día, empero esa costumbre hoy carece de vigencia, por cuanto que los varones trasgredieron con el becerro de oro. Sin embargo, por cuanto que las mujeres no participaron de ese episodio, tienen mayor conexión con la santidad del día por lo que su costumbre de abstenerse de labores se mantiene vigente.

Por lo tanto, toda mujer debe abstenerse de realizar algunas labores en Rosh Jodesh como por ejemplo tejer, para así diferenciarlo de un día común. Asimismo corresponde que no se programe la realización de labores importantes para Rosh Jodesh.

Aquellas que cumplen esta costumbre con excelencia, se abstienen de realizar toda labor que esté prohibida en Jol Hamoed, absteniéndose, entre otras, de las labores de costura, tejido y reparación de objetos en el hogar. Sin embargo las labores de cocinar, hornear y planchar están permitidas al igual que en Jol Hamoed. Se permite lavar ropa a máquina pues no implica prácticamente esfuerzo alguno, y en el caso de que el lavado esté destinado a preparar ropas para vestir el mismo día de Rosh Jodesh, se permite hacerlo también a mano. Si la labor es realizada por la mujer con el fin de ganarse el sustento, se le permite hacerla incluso a las mujeres que cumplen la costumbre con excelencia, pues abstenerse de trabajar cada comienzo de mes en forma constante, le puede generar un daño económico. Aunque no se ponga en peligro su puesto de trabajo, si necesita el dinero o si su lugar de trabajo se puede ver perjudicado por su ausencia, tienen permitido trabajar.

8 – Shabat Mevarjim.

El Shabat anterior a Rosh Jodesh se acostumbra anunciar en la sinagoga qué día cae el novilunio y se lo bendice, deseando que el Eterno renueve la nueva luna con bien para nosotros y para todo el Pueblo de Israel. En este anuncio hay un rastro recordatorio de la consagración del novilunio por parte del tribunal, y por esta razón, además, se acostumbra a anunciar la hora exacta de la renovación de la luna. Durante el anuncio, el público en la sinagoga acostumbra a estar de pie, ya que en los días en que el tribunal consagraba la luna el público se ponía de pie ante éste. El único mes que no es bendecido en la sinagoga es el de Tishrei, pues todos saben cuándo habrá de acontecer, ya que es la festividad de Rosh Hashaná.

El novilunio es anunciado en Shabat, ya que toda la congregación se encuentra reunida en la sinagoga y pueden así enterarse. Además, todos los días son bendecidos por el Shabat e incluso la santidad de Rosh Jodesh se deriva de la santidad del Shabat anterior, por lo que corresponde anunciar el nuevo mes ese sábado, día a partir del cual se comienza a percibir la alegría festiva de la llegada del nuevo mes.

9 – Tiempo propicio para la expiación y pequeño día de Kipur.

Rosh Jodesh es tiempo de expiación, tal como leemos en el rezo de Musaf: «tiempo de expiación para todos sus descendientes» y a esos efectos se ofrendaba un macho cabrío en el Templo.

A fin que el perdón alcanzado fuese completo, los antiguos (“minhag vatikín”) acostumbraban a retornar en teshuvá ante el arribo de Rosh Jodesh. Así también, había quienes acostumbraban ayunar en la víspera del nuevo mes y recitar el rezo de «Yom Kipur Katán» (pequeño día de Kipur) previo al servicio de Minjá. La víspera de Rosh Jodesh fue denominada «Yom Kipur Katán», pues así como Kipur es el tiempo de expiación para todo el año, la víspera de Rosh Jodesh lo es para todo el mes transcurrido (ver Mishná Berurá 417:4, Kaf HaJaím 10:21). Hoy en día la costumbre de ayunar en víspera de Rosh Jodesh no está muy extendida, y en su lugar es bueno incrementar el estudio de Torá y la entrega de donativos de Tzedaká.

10 – Se agrega «Yaalé ve Yavó» en el rezo.

El tema de Rosh Jodesh debe tener su expresión en el contenido del rezo del día, ya que las plegarias fueron instituidas como sustitutas de las ofrendas que se sacrificaban en el Templo. Es así que como en Rosh Jodesh se ofrendaba un sacrificio especial de Musaf, nosotros hoy recordamos la santidad del día en la letra del rezo. A estos efectos nuestros sabios dispusieron que se adicione la plegaria de «Yaalé ve Yavó», en la que pedimos a D´s que nos recuerde para bien en Rosh Jodesh. Esta adición fue ubicada en la bendición de «Retsé» (‘Acepta…’) en la oración “Shmone Esré”, pues en ésta le pedimos al Eterno que reinstaure pronto la “Avodá” (el culto de los Korbanot) del Templo, siendo éste el sitio apropiado para recordar Rosh Jodesh, pues en el marco de la reinstauración de los sacrificios podremos ofrendar el Musaf correspondiente al novilunio. Quien se olvida de recitar «Yaalé ve Yavó» en Shajarit o Minjá debe volver a rezar (Tratado de Shabat 24(A)).

Si se acordó inmediatamente después de concluir la bendición de «Retsé», agregará allí «Yaalé ve Yavó» y continuará con la bendición de «Modim». Si se acuerda cuando ya comenzó a recitar la bendición de «Modim» pero antes de dar los pasos finales hacia atrás que concluyen con el servicio, vuelve al comienzo de la bendición de «Retsé» y continúa hasta el final. Todo esto se refiere a los servicios de Shajarit y Minjá, pero si el olvido acaece durante el servicio de Arvit, si ya pronunció el nombre de D´s correspondiente al final de la bendición de «Retsé», no habrá de volver hacia atrás, pues no se consagraba el novilunio por la noche. De todas maneras, a priori, se debe recitar «Yaalé ve Yavó» por la noche, pero en caso de olvido, no se ha de volver atrás ni en una sola bendición (Tratado de Brajot 29(B), 30(B), Shulján Aruj 422:1).

11 – «Yaalé ve Yavó» en el «Birkat Ha Mazón»

También en «Birkat ha Mazón» se debe de agregar «Yaalé ve Yavó» y si bien no es obligatorio ingerir una comida festiva en Rosh Jodesh, por cuanto que el día es importante, al punto que en el Templo se ofrendaba un sacrificio de Musaf, corresponde recordarlo en la bendición de agradecimiento después de la comida (Tratado de Shabat 24(A) y Tosafot en el lugar). Se agrega «Yaalé ve Yavó» en la bendición de «Rajem», pues ambas bendiciones tienen en común su tema central que son las súplicas a D´s.

Quien se haya olvidado de recitar «Yaalé ve Yavó» en «Birkat Ha Mazón» no ha de volver al inicio de la plegaria, pues la obligatoriedad de la recordación de la santidad del día recae solo sobre días que tienen comidas preceptivas, como son los casos de Shabat y Iom Tov. Empero en Rosh Jodesh y en Jol HaMoed, no es preceptivo comer con pan, por lo que desde el punto de vista de la santidad del día no es seguro que se vaya a recitar «Birkat Ha Mazón», y si se olvida en éste de recitar Yaalé ve Yavó no es necesario volver atrás (Shulján Aruj 424:1).

Quien inicia su comida en Rosh Jodesh y alcanza a ingerir veintinueve gramos de pan antes de la puesta del sol y continúa comiendo hasta bastante después de la salida de las estrellas, por cuanto que comenzó a comer cuando aún era Rosh Jodesh, debe adicionar «Yaalé ve Yavó» en el «Birkat Ha Mazón» (Shulján Aruj 188:10 y hay quien disiente, ver Kaf HaJaím 43).

Quien inicia su comida en víspera de Rosh Jodesh y termina de hacerlo tras la salida de las estrellas habiendo alcanzado a ingerir veintinueve gramos de pan después de que comenzó Rosh Jodesh, recita «Yaalé ve Yavó» (Shulján Aruj 271:6, Mishná Berurá 29).

12- Recitado de «Halel» en Rosh Jodesh.

El Pueblo de Israel acostumbra a recitar el “Halel” en Rosh Jodesh, aunque desde un punto de vista estrictamente halájico, no sería obligatorio. Sólo en los días que son denominados «moed» (tiempo celebratorio) y en los que está prohibido realizar labores, es obligatorio recitarlo. Si bien Rosh Jodesh es denominado «moed», está permitido realizar labores. De todas maneras los judíos acostumbraron a recitar el “Halel”, como forma de expresar la santidad del día que permite elevarse al punto de loar a D´s. Para que quede claro que el “Halel” que se recita en Rosh Jodesh tiene su origen en la costumbre y no en la ley, se omiten dos párrafos del texto completo (El Halel completo consiste de los Salmos 113-118, omitiéndose en Rosh Jodesh 115:1-11 y el 116:1-11).

Los sabios de la Edad Media debatieron respecto del recitado de la bendición correspondiente al “Halel”. Según Maimónides y Rashi, dado que esta oración tiene su origen en la costumbre (“Minhag”), no se debe recitar con bendición, pues no se bendice por una costumbre, mientras que según la opinión de Rabeinu Tam, el Rosh y el Ran, una costumbre importante como es el recitado del “Halel” requiere de bendición. En la práctica la costumbre ashkenazí es que incluso una persona que recita el “Halel” en soledad, debe bendecir, mientras que la tradición de los sefaradim que habitaban Eretz Israel y sus inmediaciones es de no bendecir sin importar el número de orantes. La mayoría de los sefaradim del Norte de África acostumbran que el oficiante recite la bendición al principio y al final en voz alta y así saca de obligación a toda la congregación, empero quien reza sólo, no bendice. De hecho cada quien debe de continuar con su tradición.

Es importante tratar de recitar el “Halel” en público y según la opinión de muchos juristas, quien llega a la sinagoga en el momento en que la congregación lo está recitando, debe unirse a los demás y recitarlo y luego puede comenzar con sus salmos de alabanza (Mishná Berurá 422:116, Yalkut Yosef 422:8, Kaf HaJaím 38, según Arízal no se debe de alterar el orden del rezo).

13- Las diferentes costumbres del recitado del “Halel”.

El recitado del “Halel” debe ser efectuado de pie por tratarse de un testimonio de la alabanza al Eterno, y los testimonios se brindan de pie. A posteriori, si recitó el Halel sentado o acostado cumplió con el precepto, así como también el enfermo que no puede ponerse de pie cumple, a priori, recitándolo sentado o acostado (Shulján Aruj 422:7, Mishná Berurá 28).

No se debe interrumpir el recitado del “Halel” aunque se trate de una interrupción silenciosa, empero si se trata de una necesidad mayor o evitar una ofensa personal, se interrumpe. Asimismo se puede interrumpir para responder plegarias que requieren de quórum. El “Halel” se ha de recitar en orden de principio a fin, y quien lo haya leído en desorden no cumplió con el precepto y debe volver a leer desde el sitio en el cual se equivocó (Shulján Aruj 422:4-6). Es bueno recitar el “Halel” pausada y agradablemente y muchos acostumbran a cantar varios de sus pasajes.

Nuestros sabios dispusieron que se recite inmediatamente después del servicio de Shajarit, ya que como se recuerda el tema de Rosh Jodesh en Shajarit en «Yaalé ve Yavó», corresponde continuar con una alabanza a D´s por haber consagrado al Pueblo de Israel y los novilunios. A posteriori puede recitarse a lo largo de toda la jornada, ya que, para la ley esencial, todo el día es apto para el recitado del “Halel” (Mishná Meguilá 20:2).

Existen diferentes tradiciones en el orden del recitado del “Halel”, en cuanto a qué versículos se repiten y cuáles son primero recitados por el oficiante y luego repetidos por la congregación. Todas las costumbres son buenas y cada cual debe continuar con su tradición (Tratado de Sucá 38(A)-39(A), Shulján Aruj 422:3).

Se acostumbra que el oficiante recite en voz alta cuatro versículos (Salmos 118:1-4): a) «Agradeced al Eterno porque Él es bueno y Su misericordia perdura por siempre». b) «Diga pues Israel ahora que Su misericordia perdura por siempre». c) «Diga ahora la casa de Aharón que Su misericordia perdura para siempre». d) «Digan ahora los que temen al Eterno que Su misericordia perdura por siempre». Según la costumbre ashkenazi el público responde cuatro veces después del oficiante: «Agradeced al Eterno porque Él es bueno y Su misericordia perdura por siempre». Según la costumbre sefaradí el público repite el versículo que recitó el oficiante.

En cuanto a la costumbre de repetir los versículos recitados, en las últimas generaciones se extendió la práctica de repetir todos los versículos desde «Odejá»y hasta el final del “Halel” (Salmos 118:21-29). La razón del doble recitado radica en que, al iniciarse el capítulo de Salmos se repite todo dos veces y desde el versículo que inicia con el vocablo «Odejá» ya no se repite, y nosotros al repetir, continuamos con la dinámica del salmo. Además, estos versículos fueron recitados por el rey David, por Ishai su padre y por sus hermanos, tal como lo relata el Talmud (Tratado de Pesajim 119(A)) y es en mérito de la importancia de estas personalidades que quisieron repetir los versículos.

El versículo que inicia con las palabras «Te Rogamos, oh Eterno nos salves ahora. Te Rogamos oh Eterno nos hagas prosperar ahora» (Salmos 118:25), se repite de manera especial ya que primeramente se repite dos veces la primera mitad y luego se hace lo mismo con la segunda.

14 – La lectura de la Torá y el servicio de Musaf.

En honor a Rosh Jodesh suben a la Torá cuatro personas, comenzándose con la lectura del texto sobre la ofrenda permanente (‘Sacrificio de Tamid’), culminándose con la lectura del de la ofrenda del novilunio (Números 28:1-15). Hay en esto una insinuación interesante, en el sentido de que a partir de la santidad cotidiana que está expresada en la ofrenda diaria permanente que se ofrendaba en la mañana y la tarde, es posible obtener la santidad especial del novilunio que implica renovación, expiación y retorno.

Tras la lectura de la Torá y el recitado del salmo 145 «Ashrei» así como de «Ubá le Tzión» (algunos de los sefaradim también recitan también «Beit Yaakov» y «el cántico del día»), se recita la “Amidá” del servicio de Musaf. Las tres primeras bendiciones así como las tres últimas son similares a las de todos los servicios, al tiempo que la bendición central versa sobre el tema de Rosh Jodesh y finaliza con la expresión «que santificas a Israel y los inicios de mes».

Nuestros sabios dispusieron que se recite Musaf en vez de la ofrenda de igual nombre que se sacrificaba en el Templo al inicio de mes, y asimismo los horarios de los servicios se corresponden con los de los sacrificios, por lo que habrá que recitar Musaf hasta el final de las siete horas temporales del día. Quien se demora y no reza hasta el final de la séptima hora temporal se le llama «negligente», empero puede rezar después, ya que a posteriori, la ofrenda se podía sacrificar todo el día (Shulján Aruj 286:1).

Se acostumbra a quitar los tefilín previo al inicio de Musaf y así como en los días de fiesta de la Torá (Yom Tov) no se colocan tefilín, pues el día festivo es en sí una «señal del pacto» entre D´s y el Pueblo de Israel no siendo necesario agregar otra señal en la figura de los tefilín, así también el servicio de Musaf de Rosh Jodesh es considerado una «señal del pacto», haciéndose innecesaria la señal del tefilín (Shulján Aruj 423:4, Mishná Berurá 10).

Se acostumbra a quitar los tefilín tras el recitado del «kadish» previo a Musaf. Es correcto esperar hasta terminar de enrollar los tefilín para iniciar el servicio de Musaf, para que éstos no queden irrespetuosamente sueltos durante el rezo. Además, se acostumbra a recitar en el servicio de Shajarit el salmo 104 «Barjí Nafshí» pues en éste está escrito «estableció la luna para fijar los tiempos celebratorios». Hay quienes opinan que los levitas solían cantar este salmo en el Templo de Jerusalém en los días de Rosh Jodesh (Aruj Hashulján 423:5).

15 – El significado de la bendición de la luna.

En la bendición de la luna, nosotros agradecemos al Eterno el haber creado la luna que nos brinda por la noche su luz para nuestro disfrute. Esta bendición obtuvo un tratamiento especial de respeto y cariño por parte de las masas judías, pues en ésta están insinuadas cuestiones sumamente profundas respecto al Pueblo de Israel. Pasamos a explicar:

De todos los cuerpos celestes, la luna es la que guarda mayor similitud con nosotros. Así como la vida del hombre está llena de ascensos y descensos, asimismo la luna tiene ciclos diferentes. A mitad de mes esta se ve en su plenitud y hacia finales de mes se reduce y desaparece. Así como el primer hombre en un arrebato de pasión y arrogancia comió del fruto del árbol del conocimiento y fue castigado, así también la luna, no satisfecha con el hecho de que su luz sea equivalente a la del sol pidió reinar sobre éste (ver arriba en la introducción inciso 5). Como castigo por su arrogancia D´s redujo la intensidad de su luz y generó el ciclo lunar, por efecto del cual cada mes, ésta se empequeñece y desaparece por un día. Sin embargo, a diferencia del hombre que se reduce y muere, la luna por pertenecer a las huestes celestiales es fija y permanente, por lo que siempre vuelve a resurgir. Así también es la naturaleza de la nación israelita, que por una parte tiene una existencia terrenal sujeta a ciclos de ascenso y descenso, inclinación al bien e inclinación al mal, y por otra parte su conexión con la fe y con D´s la hace eterna. Por lo tanto, a diferencia de las demás naciones, el Pueblo de Israel está vivo y vigente. Nosotros nos conectamos con esta idea respecto de la eternidad de Israel mediante la bendición de la luna al ver que vuelve a crecer nuevamente cada mes.

Esto y más, no solo que logramos sobrevivir a pesar de todas las vicisitudes, sino que además con cada crisis y cada caída nos elevamos a un estadio más alto. El rey David nos enseñó a todos cómo transformar cada traspié y cada crisis en una palanca de crecimiento. Nuestros sabios de bendita memoria nos relatan que David era el más humillado entre sus hermanos y creció en el campo entre las bestias, y de cada cosa supo aprender y desarrollarse. Incluso tras su caída por efecto del pecado en el asunto de Bat Sheva, no se desesperó y retornó en teshuvá completa de inmediato, al punto que nuestros sabios de bendita memoria dijeron que «erigió una ofrenda de teshuvá» (Tratado de Moed Katán 16(2)). David transformó una gran crisis personal en una enorme superación, y desde entonces la fuerza y la forma del retorno se aprenden de él. En mérito de su teshuvá, su dinastía real perdurará por siempre, así como la luna, que siempre después de reducirse vuelve a completarse.

Por esta razón el reinado de David fue comparado con la luna y por eso en la bendición de la luna recitamos el versículo: «David rey de Israel está vivo y vigente». De esta manera, el Pueblo de Israel de crisis en crisis, crece y se supera corrigiendo todos sus pecados y defectos hasta que al final logrará corregir el mundo a la luz del reino de D´s. En ese día, la luna, que simboliza nuestra situación en el mundo, volverá a su completitud y su luz se equiparará con la del sol. Es así que en la bendición de la luna le rogamos a D´s «que se renueve cual corona de gloria para aquellos que son (por Él) portados desde el vientre, quienes análogamente están destinados a ser renovados y a glorificar a su Creador por el nombre de la gloria de Su reinado».

Hay quienes acostumbran adicionar el siguiente pedido: «Sea Tu voluntad mi D’s y D´s de mis padres suplir el defecto de la luna de manera que no haya mengua en ella y sea la luz de la luna como la luz del sol, como la luz de los siete días de la Creación, como era antes de ser disminuida, como está dicho: «Y D´s hizo las dos grandes luminarias». Que se cumpla en nosotros el versículo de las Escrituras (Oshea 3:5) que dice: ´Procurarán a Ad-onai su D´s y a David su rey´ Amén».

16 – La bendición de la luna debe recitarse con alegría.

Por efecto de la magnitud conceptual que se expresa en la bendición de la luna, ésta alcanzó un nivel de consagración tal, al punto de ser considerada como el recibimiento de la mismísima Divina Presencia. A esto se refería el tanaíta de la Casa de Estudios de Rabí Ishmael respecto de esta bendición: «Aun si Israel no mereciese ningún otro privilegio más que recibir a su Padre Celestial una vez al mes (en la bendición de la luna), sería suficiente para ellos. Por esta razón dijo Abaié, que se debe honrar esta bendición y recitarla de pie” (Tratado de Sanhedrín 42(A)). A quien se le dificulte mantenerse de pie puede apoyarse en un bastón o en su compañero y así recitar la bendición. Si apoyarse le resulta dificultoso, puede recitar la bendición sentado.

Se acostumbró a honrar a esta bendición y recitarla con un quórum de diez y en caso de no alcanzarse dicho número es preferible recitarlo de a tres, aunque desde el punto de vista estrictamente halájico se puede recitar individualmente. Cuando existe el temor de que por esperar al día en que pueda recitarla con un quórum de diez personas, corra el riesgo de olvidar de hacer la bendición, es mejor que la recite individualmente (Mishná Berurá 426:21).

Se acostumbra a salir fuera de la casa para recitar la bendición bajo el cielo, pues vimos que ésta implica el recibimiento de la Divina Presencia y así como se sale a recibir a un rey, de la misma manera se debe salir en pos de la bendición de la luna. Empero quien está enfermo o quien teme que si sale de su casa se puede enfriar, puede contemplar la luna desde la ventana y recitar la bendición.

A los efectos de honrar la bendición que implica el recibimiento de la Divina Presencia, se acostumbra recitarla cuando concluye el Shabat, pues en ese momento estamos contentos y vestidos con ropas finas. Empero, si existe el temor que de esperar al sábado en la noche se corre el riesgo de perder la oportunidad de recitar la bendición, se recita en día de semana (Shulján Aruj Ramá 426:2).

En la noche de Shabat se acostumbra a no recitar la bendición de la luna para no mezclar la alegría sabática con la del recitado. Sin embargo, de existir el temor de que si no se recita en la noche de Shabat se puede perder la oportunidad de hacerlo, está permitido hacerlo (Ramá 426:2, Mishná Berurá 12).

Tal como ya vimos, la luna se asemeja a la grey de Israel y ésta es considerada como una novia a ojos del Eterno. Cada mes, la grey se renueva y se purifica cual novia delante de su marido, y de esta manera aumenta la devoción entre D´s e Israel. Cuando el mundo esté corregido de todas sus carencias, se revelará a la vista de todos, la conexión entre Israel y el Eterno, tal como está escrito (Isaías 62:5): «así como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti». Por esta razón acostumbramos a bailar y cantar tras la bendición de la luna. Esta danza queda insinuada, cuando se acostumbra a elevarse un poco ‘en punta de pie’, al recitar el versículo «así como yo bailo…» (Ramá 426:2).

Dado que la bendición debe ser recitada con alegría, se acostumbra a hacerlo solamente después del nueve del mes de Av por causa del duelo por la destrucción del Templo y solamente después del día de Kipur, pues antes la tensión del Día del Juicio está muy presente. Al concluir el día de Kipur, a pesar de que aún no se comió, se acostumbra a bendecir la luna, pues al finalizar el ayuno estamos contentos por haber podido hacer teshuvá ante D´s. En cambio, al concluir el nueve de Av, corresponde posponer la bendición de la luna para otra noche o para después de que se rompa el ayuno y se salga de la atmósfera de duelo (Ramá 426:11, Shaar Haziún 9 y ver más adelante capítulo 10 inciso 19). Pero si considera que después le será difícil decir la oración con un quórum de diez personas, podrá decirla enseguida después de terminar el ayuno.

Asimismo quien está en la primera semana de duelo, por cuanto que está sumido en el dolor, si puede, habrá de posponer el recitado de la bendición para cuando se levante de la «shivá», aunque tenga que recitarla solo. Si no puede posponerla pues la «shivá» concluye después del final del plazo en el que se puede bendecir la luna, puede recitar la bendición estando de duelo (Mishná Berurá 426:11, Kaf HaJaím 5. El final del plazo de recitado se aclarará más adelante en el inciso 18).

17 – Ver la luna.

Se bendice la luna por la noche, pues entonces su luz se divisa con claridad y se disfruta. En cambio, si se divisa la luna al atardecer, no se recita la bendición, pues la luz del sol aún es visible y no se disfruta de la luz de la luna (Ramá 426:1). Antes de recitar la bendición se mira en dirección de la luna para disfrutar de su luz, empero durante la bendición se acostumbra a no mirarla (Mishná Berurá 426:13, Kaf HaJaím 34). En caso de que se haya bendecido la luna mientras ésta estaba cubierta por nubes, no se cumplió con el precepto, pues no se pudo disfrutar de su luz. Empero si está cubierta por una leve nube, de modo tal que se puede observar bajo su luz lo que normalmente se divisa, se puede recitar la bendición. A priori, es mejor bendecir la luna cuando ésta se divisa con claridad sin ocultamiento alguno y hay quienes escribieron que es mejor posponer la bendición para otra noche, aunque desde la perspectiva de la ley es posible bendecirla si una leve nubosidad pasa debajo de ésta dado que se puede disfrutar de su luz. Aparentemente, mientras se puede divisar su contorno, está permitido recitar la bendición.

Si durante el recitado de la bendición la luna se cubre por completo, se continúa con la bendición. Empero si de antemano se puede prever que durante la bendición una gran nube habrá de cubrir la luna no se comienza, pues a priori, todo el recitado debe tener lugar mientras la luna es visible (Rabí David ben Zimrá 1:346, Mishná Berurá 426:2, Beur Halajá en el párrafo que se inicia con las palabras ונהנין)

18 – ¿Cuándo se recita la bendición de la luna?

Según muchos sabios medievalistas, el tiempo apropiado para la bendición de la luna es a partir del primer día que se divisa y cuanto antes se recite mejor (Maimónides Brajot 10:17, Rosh y otros). Sin embargo, de acuerdo con la opinión de algunos juristas, corresponde esperar hasta que la luna crezca un poco para poder disfrutar de su luz. Hay quienes opinan que se debe esperar hasta que pasen tres días completos, pues entonces la luz ya se puede comenzar a disfrutar (Rabí Saadiá Gaón, Talmidei Rabeinu Ioná) y otros opinan que se deben esperar siete días pues entonces su luz es definitivamente disfrutable (Responsa de Rabí Azariá de Pano 78). En opinión de algunos de los más prominentes cabalistas, entre ellos Rabí Iosef Jickatillia, de acuerdo con la mística judía, se deben esperar siete días y lo fundamentan en el hecho de que la renovación de la luna alude a la renovación del hombre y cada vez que hay un desarrollo se teme que la cualidad del rigor lo obstruya y afecte su crecimiento. Por esta razón es correcto aguardar siete días que se corresponden con los siete días iniciales de la Creación y entonces la novel luz se estabiliza y ya no es posible afectarla.

Los sefaradim y los jasidim acostumbran a no bendecir la luna antes del séptimo día del mes (Shulján Aruj 426:4). La costumbre ashkenazi es de bendecir pasados tres días (Bait Jadash, Mishná Berurá 426:20). En la práctica se acostumbra a recitar la bendición de la luna al salir el Shabat para hacerlo con alegría y bien vestido. Por esta razón, en la práctica, según la tradición ashkenazi y marroquí se bendice el primer sábado por la noche posterior al tercer día desde el novilunio. Según la tradición sefaradí y la jasídica, se bendice la luna el primer sábado por la noche posterior al séptimo día del mes.

Se discutió respecto de qué hacer cuando el sábado por la noche cae en el séptimo día del mes y aún no pasaron siete días completos desde el novilunio. Hay quienes opinan que se debe posponer la bendición para la noche siguiente, o para el siguiente sábado por la noche que caería en la noche del día catorce del mes (Rashash, Hagraz, Kaf HaJaím 426:61). Otros opinan que si bien faltan aún algunas horas hasta que concluya el séptimo día desde el novilunio, se puede recitar la bendición (Kneset Haguedolá, Iejavé Da´at 2:24). Allí donde rezan conjuntamente miembros de comunidades de diferentes orígenes, si el sábado por la noche es séptimo día del mes, es correcto que todos participen de la bendición de la luna, pues esta es la opinión mayoritaria de los juristas.

Quien no tuvo la oportunidad de bendecir la luna con cercanía al día siete, puede hacerlo hasta la mitad del mes, pues mientras la luna se encuentra en su ciclo creciente se la puede bendecir, mas tras pasar la mitad del mes y entrar en fase menguante la bendición ya no se recita.

El ciclo de la luna es de veintinueve días, doce horas y tres cuartos de hora (793 de 1080 partes que contiene una hora). Por lo tanto se puede bendecir la luna hasta pasadas catorce jornadas, dieciocho horas y veinte minutos aproximadamente desde la aparición del novilunio que es la mitad del ciclo. A priori es correcto tener en cuenta la opinión del Maharil en cuanto a que no se ha de recitar la bendición de la luna una vez pasado la mitad del ciclo de la misma. Al comenzar la noche del catorce siempre se puede bendecir la luna y a continuación casi siempre se puede hacerlo, ya que aún no llegó a la mitad de su ciclo. Empero respecto de la noche del quince la ley cambia, a veces ya es más de medio mes pasado el novilunio y está prohibido bendecir y a veces es antes de la mitad del mes y está permitido bendecir, y otras veces al comenzar la noche del quince se puede bendecir y pasadas unas horas ya no (Shulján Aruj Ramá 426:3, Kaf HaJaím 53). De todas maneras, en la práctica, quien se haya demorado y no recitó la bendición de la luna hasta la noche del catorce, podrá hacerlo hasta concluir la noche del quince (Beur Halajá 426:3, Iabía Omer 8:42).