Pninei Halajá

04- La plegaria por la lluvia

Por medio de la lluvia que es la que trae el agua al mundo, todos los vegetales, animales y seres humanos se mantiene con vida, y por ello, corresponde agradecer a HaShem por su descenso, y rezar ante Él para que nos otorgue precipitaciones para bendición. Por ello, nuestros sabios establecieron en la redacción del rezo de la Amidá que, durante el invierno, en la segunda bendición, recordemos lo magnánimo que es el Creador que “Hace soplar el viento y descender la lluvia”, y en la novena, le pidamos que nos brinde rocío y precipitaciones para bendición.

Si bien desde el punto de vista de las estaciones del año cabría pedir por lluvia desde el inicio de la festividad de Sucot, ya que es entonces que se inicia la temporada de las precipitaciones, sin embargo, durante estos días festivos la lluvia es percibida como una señal de maldición porque su descenso impide el cumplimiento del precepto de habitar la sucá, y, por lo tanto, se pospuso su mención hasta después de la festividad.

Los sabios estipularon que se comience a recordar las lluvias en el rezo de Musaf de Sheminí Atzeret, porque entonces todo el público se encuentra en la sinagoga, y es posible anunciar a todos que comiencen a mencionar la lluvia. Empero, no todos asistían al rezo de Arvit, y antes del de Shajarit no se puede anunciar porque no se debe interrumpir entre el relato de la redención en Egipto y la Amidá (Beit Yosef y Shulján Aruj 114:1-2).

Junto al inicio de la mención de las precipitaciones, se recita la plegaria por la lluvia, en la cual pedimos que las precipitaciones del año entrante desciendan para bendición. Para su recitado, se acostumbra a abrir el Arca Sagrada y este es acompañado de una gran intención meditativa y de súplicas. Según la usanza ashkenazí, esta plegaria se asemeja a la de los Días Solemnes, por lo que el oficiante viste un ‘kitel’ o túnica blanca y entona el rezo con una melodía similar a la que se canta en éstos.

Según la usanza de los sefaradíes y la de algunos de los ashkenazíes esta plegaria se recita previo al rezo de Musaf. Según la costumbre mayoritaria entre los ashkenazíes, la plegaria se recita durante la repetición del oficiante de la Amidá de Musaf junto a la mención de las lluvias en la segunda bendición. Según esta tradición, el gabai o encargado de la sinagoga anuncia en voz alta previo a la Amidá silenciosa “¡Hace soplar el viento y descender la lluvia!” (“Mashiv Haruaj Umorid HaGueshem”) y entonces, aunque aún no se haya recitado la plegaria por la lluvia, se la menciona en la segunda bendición de Musaf.

Aparentemente, en el rezo de Arvit de la conclusión de la festividad se debería comenzar a pedir por lluvia, sin embargo, nuestros sabios se preocuparon por los peregrinos que llegaron a Jerusalém desde lejos, y por ello la pospusieron en quince días hasta la noche del séptimo día del mes de Marjeshván, para que el último de los peregrinos proveniente del Rio Éufrates alcance a regresar a su hogar sin que le llueva en el camino (Shulján Aruj 117:1). Incluso en la actualidad mantenemos esta querida costumbre que nos recuerda los días del Templo de Jerusalém.

Quien se olvida de mencionar las lluvias en Musaf y también en el rezo posterior, por cuanto que dijo “Hace descender el rocío” – no precisa volver a rezar. Si tras llegar a la noche del siete de Marjeshván se olvida de pedir lluvias – debe completar la petición en la bendición por la respuesta a la oración (‘Shome’a Tefilá’). En caso de olvidarse, debe regresar a la novena bendición, por la prosperidad (‘Birkat HaShanim’), y si ya terminó de rezar debe volver a hacerlo desde el principio (ver en Pninei Halajá Tefilá 18:4-5).

La Torá fue comparada con el agua, “Así como el agua da vida al mundo, de igual manera las palabras de la Torá dan vida al mundo” (Sifrei Ekev 48), ya que el agua da vida al cuerpo y la Torá da vida al alma. Por ello, corresponde que en la plegaria por la lluvia se tenga la intención de incluir también al agua espiritual, para que el año que se inicia para bien sea bendito con Torá.

También en el extranjero, donde se celebran los dos días de Yom Tov de las Diásporas, se comienza a mencionar las lluvias en Sheminí Atzeret, y en el segundo día, que recibe el nombre de ‘Simjat Torá’, se completa la lectura de los cinco libros del Pentateuco.

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