Pninei Halajá

06 – El detalle de las trasgresiones en la confesión.

Es bueno que quien se confiesa detalle sus trasgresiones, ya que de esa manera su arrepentimiento es mayor y se fortalece con su retorno. Esta es la opinión de Rabí Iehudá ben Baba y tiene su origen en la confesión que recitó Moshé Rabenu tras el pecado del becerro de oro, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 32:31): «Y volvió Moshé a presencia del Eterno implorando: «Ruégote perdones a este pueblo que cometió el gran pecado de hacerse dioses de oro». Por otra parte, la especificación del pecado implica una afrenta a la Gloria Celestial, ya que la intención general del retorno es disminuir la importancia de la transgresión y el hablar de la misma le concede a ella mayor trascendencia. Además, la vergüenza por el pecado cometido es la base del retorno, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 12(B)): «todo aquel que trasgrede y se avergüenza de su acción – se le perdonan todos sus pecados» y quien detalla sus trasgresiones puede apreciarse como que no se avergüenza por lo cometido. Rabí Akiva opina que quien se confiesa no debe detallar lo cometido, tal como está escrito (Salmos 32:1): «feliz aquél cuya trasgresión es perdonada, cuyo pecado permanece  encubierto».

En la práctica la persona puede cumplir con su deber de confesarse diciendo «Jatati, Aviti, Pashati» («pequé negligentemente, intencionalmente y me rebelé ante Ti») sin detallar sus trasgresiones. Por supuesto que puede cumplir con su deber de confesarse recitando la versión de la confesión que aparece en el rezo («Ashamnu, Bagadnu…»). Aquel que sabe que detallar lo hecho  le ayudará a profundizar su retorno es bueno que lo haga en voz baja, tal que si, por ejemplo, comió un alimento prohibido ha de decir: «Comí no Kasher («Taref»)» (Shulján Aruj 607:2, Gaón de Vilna allí, Sha´ar Hatziún 3).

En este mismo sentido debatieron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 86(B)): hay quienes opinan que no corresponde que una persona se confiese por pecados que ya fueron confesados en el Yom Kipur anterior y si vuelve a mencionarlos, «sobre esta está escrito (Mishlei-Proverbios 26:11): «Como perro que vuelve a su vómito así es el necio que repite su necedad». En opinión de Rabí Eliezer ben Yaakov volver a confesarse es meritorio, tal como está escrito (Salmos 51:5) «porque conozco mis trasgresiones y mi pecado está siempre ante mí». La halajá final se dictó conforme a esta última opinión, por lo que le está permitido a la persona volver a confesar ante D´s por una trasgresión ya confesada en el día de Kipur pasado (Shulján Aruj 607:4).

Puede decirse que mientras la persona sienta que su retorno no es completo y que aún no logró borrar definitivamente la trasgresión de su corazón, es bueno que vuelva a confesarse. Sin embargo, si la persona siente que su retorno ha sido íntegro  y la trasgresión ha sido borrada de su corazón no corresponde volver a confesarse por la misma ya que de esta manera demuestra no creer en el poder de la teshuvá. Sin embargo, puede ocurrir que una persona logre retornar íntegramente de una trasgresión al punto que esta se borra por completo de su corazón, y años más tarde vuelve a sentir remordimientos por su mala acción pasada. Esto se debe a que en el pasado, en su nivel espiritual anterior, su retorno fue suficiente como para borrar todo vestigio de su trasgresión, empero, en el presente, al haber ascendido a un nivel espiritual superior en el cual la Luz Divina es más abundante e intensa, su retorno anterior no alcanza para limpiar todo rastro del pasado, por lo que debe volver a confesarse para eliminar los exiguos restos de su inacción (Tzidkat Hatzadik 134:67).

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