Pninei Halajá

18 – La aceptación de la fe y el toque del Shofar.

Tras la conclusión del rezo de Neilá, antes de cerrar el arca sagrada y previo a que los pórticos celestiales abiertos durante los días del retorno también lo hagan, cuando ya no resta tiempo para confesarse ni para rezar o pedir, se acostumbra aceptar el Yugo Celestial. Esto obedece a que tras los días solemnes se llega a la conclusión de que la base y finalidad de todo es la fe, que el deseo más interior de cada judío es apegarse a D´s y reparar el mundo para instaurar la Soberanía Divina. Cuanto más reforcemos nuestra fe, más completo será nuestro retorno y el año por venir será mejor y más bendecido. Por esta razón, procuramos darnos más fuerzas en los últimos instantes del día sagrado.

El elemento central de la aceptación del Yugo Celestial radica en el recitado  de los versículos «Shemá Israel » y «Baruj Shem Kevod». Luego se proclama siete veces «Adonai Hú HaElohim» a los efectos de insinuar el hecho que la Divina Presencia asciende los siete cielos que había descendido para acercarse a nosotros durante los días de retorno (Shulján Aruj 623:6, Mishná Berurá 623:11-12).

Inmediatamente después, al salir las estrellas o un poco antes, se toca el Shofar tal como está explicitado en el Majzor. Los toques son señal de que el sagrado día llegó a su fin y la Divina Presencia se eleva para retornar a su  sitial, tal como está escrito (Salmos 47:6): «D´s se ha elevado entre aclamaciones, El Eterno ascendió al son de la trompeta». Este toque también recuerda el que se oía en el año del Jubileo (Yovel), ya que en virtud de este los siervos eran liberados y las tierras retornaban a sus dueños originales (arriba 6:11). El toque del Shofar es una expresión de la autonomía del alma que pudo desprenderse de las cadenas del pecado y volvió a su condición de libre, tal como está escrito (Ishaiahu 27:13): «Y acontecerá ese día que será tocado un gran Shofar y vendrán los que se perdieron en la tierra de Asiria y los dispersos en la tierra de Egipto y se prosternarán ante el Eterno en el sagrado monte de Jerusalém».

Tras los toques del Shofar se disipa la enorme tensión de los días solemnes y todo el pueblo de Israel sabe que su alma fue purificada y liberada, por lo que los corazones se colman de gran alegría (ver arriba 3:5). Mediante la estrecha conexión al retorno y a la fe, todos los hijos de Israel saben que Hashem los quiere y aceptó su arrepentimiento, por lo que durante el año entrante podrán continuar elevándose y superándose. En virtud de todo esto, en muchas comunidades se acostumbra a cantar y bailar al son de «LeShaná Habaá Birushalaim Habnuiá».

En aquellos lugares donde se teme que la gente pueda comer o beber inmediatamente después de los toques del Shofar se debe tener el recaudo de tocarlo después de la salida de las estrellas; empero, allí donde no se teme que algo así ocurra se puede tocar entre la puesta del sol y la salida de las estrellas (Mishná Berurá 623:12).

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