Pninei Halajá

03 – Rosh HaShaná

01. Día de recordación y juicio.

Rosh Hashaná es un día oculto e incógnito, el día en que Hashem crea el nuevo año y otorga renovada vida a todas sus creaturas. La raíz de este día se encuentra en los mundos superiores, allende todo tiempo o lugar, y por esta razón es misterioso y sus detalles se revelan lenta y paulatinamente. Por esta razón, uno de los nombres de la festividad es «Kese» (en hebreo «cubierto» u «oculto») ya que es la única de las festividades que acontece en Rosh Jodesh (novilunio), día en el cual la luna oculta comienza a revelarse en el firmamento (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 8(A)). La expresión práctica del carácter encubierto de la festividad radica en el hecho que todos los años se creaba la duda acerca de cuándo cae y a los efectos de evitar posibles errores, se la celebra dos días (más adelante incisos 7 y 8).

Al igual que en las demás festividades, en Rosh HaShaná es preceptivo abstenerse de la realización de labores y consagrar el día mediante ropa limpia, comida y bebida festivas. La cuestión particular de este día es que debemos transformarlo en día de recordación («zikarón») y toque de Shofar («truá»). Tal como está escrito (Vaikrá – Levítico 23:23-25): «Y le dijo el Eterno a Moshé: Diles a los hijos de Israel: El día primero del mes séptimo será para vosotros día de descanso, de convocación santa, y lo conmemoraréis al son del Shofar («truá»). Ese día no haréis trabajo servil y brindaréis al Eterno una ofrenda ígnea» También está escrito (Bamidbar – Números 29:1): «Y el día primero del mes séptimo será de santa convocación. No haréis en él labor servil. Es día que se celebrará al son del Shofar («truá»)»

Tanto en el rezo como en el Kidush festivo, Rosh Hashaná es denominado Día de Recordación («Yom Zikarón») ya que en este día Hashem recuerda a todas Sus creaturas y les concede una nueva vida para el año entrante, ya que para Hashem, el recuerdo es recordarnos para bien y concedernos vida.  A los efectos de que Su generosidad no sea utilizada para mal por gente indigna, Hashem estableció que la bendición sería otorgada de acuerdo a las acciones del hombre. Si la persona elige hacer el bien es bendecida abundantemente y si, D´s no lo quiera, elige hacer el mal, se reduce el bien que recibe y por ende abundan los padecimientos y el dolor. Vemos entonces que Rosh Hashaná es un día de recordación y de juicio, día en el que Hashem recuerda todas las acciones buenas y malas que se realizaron a lo largo del año y el Kadosh Baruj Hú se sienta en el trono de la justicia y realiza el balance del mundo, juzgando a cada nación colectivamente y a cada persona individualmente.

El juicio central de toda la humanidad depende del pueblo de Israel y de la tierra de Israel ya que se trata del pueblo de D´s, corazón del mundo, de modo que la reparación del orbe todo depende de este. Por esta razón, tanto la recompensa como el castigo del pueblo de Israel son mayores que los de las demás naciones. Por esto, Hashem juzga en primer lugar al pueblo de Israel  y luego el juicio se extiende a toda la humanidad y a todo el mundo (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 8 A y B, ídem Tratado de Ta’anit 10(A)). Mediante el toque del Shofar, Hashem nos recuerda para bien.

En el día en que Hashem recuerda a Sus creaturas, también nosotros debemos de recordar aquello que es fundamental para nosotros, la fe en Hashem Creador del mundo y la aceptación del yugo de Su reino. Si bien durante todo el año debemos recordar los fundamentos de la fe, en el día que fijó Hashem para recordar a Sus creaturas y juzgarlas por sus acciones para bien o para «mejor», como contraparte nosotros debemos meditar sobre Su reinado, evaluar implacablemente nuestra conducta y decidir mejorar nuestras acciones.

Por ello se nos ordenó que celebremos un día de recordación y toque del Shofar («zijrón truá»), ya que mediante el recuerdo de la fe y aceptación del Yugo Celestial nos estremecemos ante el juicio y el peso de la responsabilidad que recae sobre el pueblo de Israel; justamente entonces Hashem nos recuerda para bien, transformando positivamente la sentencia y agregando bendición para el mundo todo.

02. Día del toque del Shofar.

Dado que se trata del día del juicio recibe el nombre de «Día del Toque del Shofar» o «Yom Truá» (Bamidbar – Números 29:1). A diferencia del sonido de la «tekiá» (sonido fuerte y prolongado) que simboliza alegría y estabilidad, el sonido de la «truá» (entrecortado) insinúa quebrantamiento del corazón, temor, llanto y cambio radical de la presente situación. Onkelos tradujo al arameo «día de toque del Shofar» como «día de lamento y llanto».

Asimismo, vemos que Hashem ordenó al pueblo de Israel en el desierto que toquen una «tekiá» con las trompetas cuando sea menester reunirse, ya que este sonido implica alegría y encuentro. Mas cuando necesiten salir a la guerra o abandonar un sitio determinado y trasladarse a otro, deben ejecutar con las trompetas una «truá» (Bamidbar 10:1-7). Esto se debe a que la «truá» expresa quebrantamiento y llanto por lo que llegó a su término y no logró ser completado, amén de temor por la siguiente etapa. Por lo tanto, si cuando se pasa de un sitio a otro el temor es muy grande; mucho mayor aún es en Rosh Hashaná cuando la vida que otorgó Hashem para el año que pasó llegó a su término y la del año a iniciarse aún no fue adjudicada y no se ha definido aún quién habrá de vivir y quién habrá de morir, quién habrá de experimentar tranquilidad y quién habrá de padecer sufrimientos. Todo depende del veredicto del juicio, Hashem adjudica vida a las personas para el año entrante de acuerdo a sus acciones pasadas.

Por ello, el corazón se llena de temor al recordar la enorme responsabilidad que nuestro D´s depositó sobre nuestros hombros para darle continuidad a este mundo y repararlo. Las personas se despiertan para meditar sobre lo realizado, ¿acaso cumplieron con su cometido o decepcionaron? Por lo tanto, si bien el tiempo en el cual se toca el sonido de «truá» es breve, todo el día es denominado «Día de Toque de Truá», día de quebrantamiento y llanto, temor  y miedo.

En Rosh Hashaná se nos ordenó tocar el sonido de «truá» de un Shofar y no de una trompeta, ya que el primero expresa más cabalmente el sonido en cuestión que se asemeja a la voz del corazón, un sonido natural anterior a toda verbalización, más básico aún que el gemido o el llanto comunes. Se trata de un sonido que puede expresar el enorme dolor ocasionado por la mentira y el dolo, la negligencia y la alevosía; por la enorme brecha que media entre el hombre y su Creador y la gran distancia que hay entre nuestras aspiraciones ideales y nuestra vida real en la práctica (Shelá o Shnei Lujot Habrit sobre Rosh Hashaná en Torá Or 55).

Tocar el Shofar en Rosh Hashaná es un buen precepto que nos ordenó Hashem para de esta manera reconocer con humildad Su Reinado:   justamente mediante el dolor y el llanto insinuados en el sonido de la «truá» quedan sin efecto las acusaciones que penden contra nosotros y salimos airosos del juicio. Respecto de esto, nuestros sabios, de bendita memoria, dijeron (ídem Rosh Hashaná 16(B)) que «todo año que inicia con pobreza culmina con abundancia, tal como está escrito (Dvarim – Deuteronomio 11:12): «desde el principio del año hasta su fin»[1]

Sin embargo se nos ordenó rodear el sonido de «truá» con otros que aluden a la estabilidad y la alegría («tkiá»), ya que si nos retrotraemos a la raíz de la cuestión, vemos que el rigor y los padecimientos están orientados al bien de la persona y su reparación.

Se dice en nombre del Arí z»l que es bueno que la persona llore en Rosh Hashaná, y quien no lo hace es señal de que su alma no es ni recta ni completa (Shaar Hakavanot 90:1). Este llanto es la expresión del «Día de la Truá», esto es, día de sollozos y llanto. Sin embargo, Rosh Hashaná es también «Día de Santa Congregación» («Mikrá Kodesh») y por ende es preceptivo alegrarse. El llanto de este día no es de desesperanza y depresión sino de anhelo por un nivel espiritual superior. Se trata de un llanto de dolor por todo lo que aún no hemos logrado reparar, y de emoción por el enorme mérito que se nos concede y es el de poder presentarnos ante Él; mérito por la misión que nos encomendó el Creador y el alma sagrada que insufló en nuestro interior. En el día del juicio este llanto nos causa placer y alegría interior pues expresa la verdad y nos conduce a la reparación y la bendición. Estos son los dos aspectos de Rosh Hashaná, «Día de Santa congregación» y «Día de Truá», esta dualidad se expresa en los sonidos de «tkiá» y «truá».


[1]. En el versículo citado la palabra «principio» está sorprendentemente escrita sin la letra hebrea א  lo cual la asemeja al vocablo pobreza, los sabios interpretaron esta anomalía ortográfica como una insinuación de la Torá respecto de que el principio del año puede ser pobre, mas, como el inicio del versículo lo indica, esto obedece a la Providencia Divina por lo que al final del mismo la bendición ha de llegar (n. de t.)

03. Rosh HaShaná.

Nuestros sabios debatieron respecto a la fecha de la creación, o más específicamente, qué día calendario fue el viernes en el que el Hombre hizo su aparición en el mundo. Según Rabí Iehoshúa esto ocurrió el 1° de Nisán y así hallamos en la Torá que este es considerado el primer mes del año. Según Rabí Eliezer el Hombre fue creado el 1° de Tishrei. Esta discusión refleja el carácter oculto y misterioso de Rosh Hashaná, misterio que lleva a que se debata respecto de su fecha. Los sabios medievales (Rishonim) explicaron que ambas opiniones son verdaderas: en el pensamiento, es decir, en la intención el mundo fue creado el 1° de Tishrei mientras que en la práctica esto ocurrió el 1° de Nisán; por lo que la discusión radica en torno a cuál es para nosotros el día de la creación del mundo. La pregunta es, ¿qué es más importante, el pensamiento o la práctica? (Rabenu Tam). Nuestros sabios dijeron que actuamos según Rabí Eliezer por lo que en el rezo de Rosh Hashaná decimos: «Este es el día del inicio de tu acción, recuerdo de la primera jornada» (ídem Rosh Hashaná 27(A), Tosafot allí). De todas maneras, todos coinciden con que el 1° de Tishrei el Kadosh Baruj Hú juzga al mundo y crea el nuevo año. Por lo tanto recibe el nombre de «Rosh Hashaná», inicio del año, pues todo lo que ocurre en el mismo se desprende de este día.

La implicancia halájica de Rosh Hashaná se refiere al conteo de los años en los documentos, a las leyes del año sabático y del jubileo, ofrendas y diezmos.

En todo documento debe estar escrita la fecha ya que es necesario saber a partir de cuándo el contenido de este entra en vigor;  si se escribió en el documento en cuestión una fecha temprana queda sin efecto. Todo primero de Tishrei cambiamos al nuevo año (ídem Rosh Hashaná 8(A)). En los días de los Amoraítas y los Gaonitas se acostumbraba a contar los años según el reinado de los reyes griegos. Desde el final del período de los Gaonitas se comenzó a contar los años desde la creación del mundo y hasta el día de hoy continuamos haciéndolo en todos los documentos, entre ellos en Ktuvot (contratos nupciales) y Guitín (divorcios).

Asimismo, en lo que respecta al año sabático y el jubileo la fecha que inicia el conteo es Rosh Hashaná (ídem ídem 8(B)). Además, se nos ordenó que los diezmos y ofrendas que separamos de la cosecha sean de los frutos de ese año y quien separa diezmos y ofrendas de un año sobre la cosecha de otro no cumple con su deber, tal como está escrito (Dvarim 14:22): «Reservarás el diezmo de todo lo que de tu campo cada año». La fecha que divide un año del otro en lo referente a la cosecha de granos y de verduras es Rosh Hashaná (ídem Rosh Hashaná 12(A)).

04. Vestimenta y alimentos festivos.

Rosh Hashaná es «Día de Juicio y Toque de Shofar» así como también «Día de Sagrada Convocatoria» que debe ser consagrado mediante comida, bebida y vestimenta bonita (Safra Emor 12:4, Pninei Halajá Moadim 1:7). Asimismo una mitad del día debe ser dedicada a D´s al igual que en los días de fiesta y Shabatot. Empero, dado que en este día se reza extensamente, el tiempo de las plegarias se descuenta del tiempo de estudio de Torá, por lo que hay que tener cuidado de que el tiempo dedicado a los rezos más el destinado al estudio sume al menos nueve horas (tal como se explica en Pninei Halajá Moadim 1:5-6).

Dado que todas las fiestas están relacionadas entre sí (Talmud Babilonio Tratado de Shvuot 10(A)), y así como en las tres fiestas de peregrinación es preceptivo alegrarse, de la misma manera debemos hacerlo en Rosh Hashaná mediante la ingesta de carne y vino. Por esta razón Rosh Hashaná es también denominado «Jag», fiesta, tal como está escrito (Salmos 81:4): «Tocad Shofar ante la nueva luna, en lo oculto de nuestra festividad«.

Empero, dado que es también un día de juicio y «truá», se nos ordenó alegrarnos mas no con la plenitud de las demás festividades, por lo que en el rezo no incluimos la expresión «fiestas para la alegría, tiempos para el regocijo» («moadim lesimjá, jaguim uzmanim lesasón») que recitamos en las demás fechas festivas (Shulján Aruj 582:8). Asimismo, tampoco se recita Halel. Respecto de esto los ángeles de la Corte Celestial preguntaron al Kadosh Baruj Hú: «¿Por qué los judíos no cantan delante de Ti en Rosh Hashaná y Yom Kipur?» Les respondió: «¡¿Es posible que el Rey esté sentado en el Trono de Justicia con los libros de los vivos y los muertos abiertos delante Suyo y los hijos de Israel entonen cánticos?!» (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 32(B), ídem Tratado de Arajín 10(B), Shulján Aruj 584:1, ver Pninei Halajá Moadim 2:7).

Por lo tanto, es preceptivo llevar a cabo dos comidas festivas importantes, una por la noche y la otra de día alegrándose con la ingesta de carne y vino. Sin embargo, los sabios medievales (Rishonim) escribieron que en Rosh Hashaná no se ha de comer hasta quedar satisfechos para evitar que se distiendan los ánimos y la sensación del temor a D´s sea constante (Shulján Aruj 597:1). Las comidas de Rosh Hashaná deben ser más importantes y alegres que las de Shabat pero no como las de las tres fiestas de peregrinación («Shloshet Haregalim»).

Asimismo, es preceptivo vestir en Rosh Hashaná prendas bonitas e importantes, así como también lavarlas previo a la fiesta. Empero, no se visten las mejores ropas como en las demás fiestas en virtud del temor que nos infunde el juicio. Hay personas que acostumbran a vestir ropas blancas en Rosh Hashaná (Shulján Aruj 581:4, Mishná Berurá 25). Quien tiene el pelo demasiado crecido de modo tal que no resulta respetuoso, debe cortárselo de cara a la fiesta. Quien acostumbra a afeitarse debe hacerlo en honor a Rosh Hashaná (Shulján Aruj 581:4).

Aprendimos de Ezra el Escriba, que conjuntamente con el despertar del retorno y el arrepentimiento, ordenó al pueblo alegrarse en Rosh Hashaná por tratarse de un día sagrado para D´s. En días de la construcción del segundo Templo y de los inicios del establecimiento de los judíos en la tierra de Israel tras el exilio babilónico, muchos de los judíos que carecían de conocimientos suficientes de Torá tampoco cumplían correctamente con sus preceptos. En Rosh Hashaná, Nejemia, el líder político de la congregación y Ezra que era el líder espiritual de la misma, reunieron a todos, hombres y mujeres, para despertarlos e impulsarlos a la teshuvá. Ezra leyó en público la Torá desde la mañana hasta el mediodía explicándoles su contenido y el tenor de los preceptos. Cuando los oyentes entendieron que habían cometido numerosas trasgresiones, se despertó en ellos el deseo de retornar a D´s por lo que comenzaron a adoptar actitudes luctuosas y comenzaron a llorar. Ante ello, Nejemia y Ezra procuraron animarles y les dijeron (Nejemia 8:9-12): «Este día es sagrado para el Eterno vuestro D´s, no os lamentéis ni lloréis; porque toda la gente lloraba al oír las palabras de la Ley» Además, ordenaron a la  congregación que lleven a cabo banquetes: «comed carnes gordas y bebed vino dulce y manden porciones para quienes nada se ha preparado (pobres) porque este día es santo para nuestro Señor. Cesad las lamentaciones porque la alegría del Eterno es vuestra fuerza. De tal modo los levitas acallaron a toda la gente, diciendo: «No estéis tristes porque el día es santo. Cesad vuestros lamentos». Les ordenaron comer carne gorda y beber vino dulce para cumplir así con el deber festivo. Además, esto implica una buena señal para que el año entrante sea abundante y dulce (Rabenu Asher a Tratado de Rosh Hashaná 4:14). «Y todo el pueblo se alejó para comer, beber y enviar porciones (a los demás) y regocijarse, porque habían comprendido las palabras que se les habían dicho». Entendieron que Hashem no busca castigarlos sino que se regocija con su teshuvá.

De todas maneras, en los días de los Gaonitas y de los sabios medievales había píos y eruditos que ayunaban en Rosh Hashaná. Resulta que en virtud de los padecimientos del exilio sentían necesidad de identificarse con el dolor de la Divina Presencia («Shejiná») ya que ¿cómo podrían comer y alegrarse en el Día del Juicio cuando la Divina Presencia se encuentra en el destierro? Estas personas procuraban llevar a cabo una teshuvá más intensa, acompañada de flagelos y diferentes padecimientos con el fin de anular la adversidad del decreto. Empero, en la práctica, la halajá que se determinó indica que también en los duros días del exilio es preceptivo llevar a cabo banquetes festivos en Rosh Hashaná y por ende está prohibido ayunar.

05. La confianza en Hashem («bitajón») y la alegría.

Nuestros sabios, respecto del versículo (Dvarim 4:7): «¿Qué otro gran pueblo tiene a D´s tan cerca que acude cada vez que es invocado?» dijeron: «¿Hay acaso otro pueblo como el judío, que conoce las leyes y el carácter de su D´s? Normalmente, cuando una persona tiene que presentarse a juicio se viste de luto, no afeita su barba y no corta sus uñas, ya que no sabe cuál será el veredicto final. En cambio el pueblo de Israel no actúa así, se visten de blanco, arreglan sus barbas, arreglan sus uñas, comen, beben y se alegran en Rosh Hashaná ya que saben que el Eterno obrará para ellos milagros» (Tur 581:4).

Aparentemente, cabe preguntar cómo podemos estar seguros que se nos hará un milagro y saldremos airosos del juicio, siendo que vemos claramente año tras año que hay personas que fallecen, otros sufren daños o enfermedades, ¿acaso ellos no son beneficiarios del milagro?

La respuesta es que todo aquel que cumple con los preceptos festivos como corresponde, y acepta sobre si Su Reinado operando así un despertar en sus ansias de superación en su labor espiritual, se le asegura que D´s lo juzgará con benevolencia ya que Su deseo es hacer el bien a Sus creaturas. Simplificando la idea, D´s nos bendecirá con un año bueno  como ocurre habitualmente. Empero, sabemos también que a veces en virtud de la magnitud del pecado o de la carencia del mundo, D´s considera que es mejor para la persona fallecer o padecer sufrimientos ya que de esa manera tiene la posibilidad de refinar sus acciones y repararlas para poder acceder a la verdadera vida en el Mundo Venidero. Si bien tenemos interés en que la Bondad Divina se revele sin sufrimientos en este mundo, de todas maneras, aun cuando no fuimos merecedores de ello, sabemos que el juicio es para nuestro bien y corresponde que nos alegremos (Shelá Tratado de Rosh Hashaná Torá Or 17).

Dado que el Eterno quiso dar méritos al pueblo de Israel, les estableció el Día de la Recordación y la «Truá» como día de descanso («shabatón») y Día de Sagrada Convocatoria». La santidad del día radica en la abstención de la realización de las labores mundanas y de las preocupaciones vinculadas a las mismas y en que podamos descubrir la santidad en la Torá, en el rezo y en la alegría de los banquetes festivos preceptivos. Si no se nos hubiese ordenado celebrar en Rosh Hashaná, es probable que en virtud del temor al veredicto final estaríamos todo el día ocupados elevando a D´s pedidos personales. Esto no sería beneficioso sino perjudicial para el resultado final del juicio, ya que el pecado se origina en el hecho que la persona olvida su rol sagrado general y se dedica exclusivamente a sus asuntos particulares. Mediante la santidad del día, el pueblo de Israel se regocija revelando el Reinado de Hashem en el mundo y de esta manera se despierta en ellos el anhelo por retornar a D´s con amor; salen airosos del juicio y son bendecidos con un buen año.

06. La coronación de Hashem en los rezos.

El tema central de los rezos de Rosh Hashaná es la coronación de Hashem como nuestro Rey. Por esta razón en el cierre de la tercera bendición de la Amidá en vez de decir «HaE-l Hakadosh» (El D´s Santo) decimos «HaMelej Hakadosh» (El Rey Santo) y esta variante la mantenemos durante los «Diez Días del Retorno». Esta cuestión es tan importante que en el caso de que la persona se haya equivocado y no dijo «HaMelej Hakadosh», no cumplió con su deber y debe volver a rezar (Shulján Aruj 582:1, más adelante 5:2). En Rosh Hashaná a esta bendición se le agregan plegarias por la revelación de Su reinado. «Y por esto sea consagrado Tu nombre Hashem D´s nuestro sobre Tu nación Israel, y sobre Jerusalém Tu ciudad, y sobre Sión asiento de Tu presencia, y sobre la casa real de David Tu ungido, y sobre Tu asiento y Tu Templo… y todos te temerán, y se postrarán ante Ti todas las creaturas, y todos se unirán para hacer Tu voluntad con corazón íntegro… y toda la maldad se esfumará pues derribarás el poder de los mal intencionados de la tierra. Y reinarás Tú Hashem, D´s nuestro, sobre todas tus creaciones, en el monte de Sión asiento de Tu presencia y en Jerusalém Tu ciudad sagrada».

El cierre de la bendición festiva en todos los rezos de Rosh Hashaná es: «Rey sobre toda la tierra que santificas a Israel y el Día de la Recordación» En el rezo de Musaf, el principal de Rosh Hashaná y durante el cual se toca el Shofar, nuestros sabios establecieron que se reciten tres bendiciones: «Maljuiot» (reinados), «Zijronot» (recuerdos) y «Shofarot» (plural de Shofar). De estas tres, la primera y principal es «Maljuiot» en la que mencionamos la santidad del día y la concluimos «Rey sobre toda la tierra, que santificas al pueblo de Israel y al Día de la Recordación (Yom Hazikarón)». He aquí que el tema principal del Día de la Recordación es Su coronación. Es así que la bendición de «Zijronot» se refiere a que Hashem es el Rey del mundo por lo que recuerda a todas Sus creaturas. De la misma forma, la bendición de «Shofarot» se refiere a la revelación de Su reinado en el mundo mediante el sonido del Shofar, tal como ocurrió durante la entrega de la Torá y tal como ocurrirá en el futuro, cuando mediante el toque de un gran Shofar se reunirán todos nuestros exilados para reverenciar a D´s en Jerusalém. El sonido de «truá» en el Shofar alude también a Su reinado, pues en virtud de nuestro temor ante Su majestad nos presentamos ante Él con el corazón quebrado y en actitud de retorno.

En virtud de nuestras preocupaciones por lo que el futuro nos depare en el próximo año, podríamos pasar todo el día implorando pedidos particulares por el sustento, la salud, y todas demás cuestiones que perseguimos a lo largo del año. Empero, esta es la cualidad especial del pueblo de Israel, cuyo deseo más profundo es que se revele Su reinado de modo tal que el mundo todo se vea reparado y redimido, aunque para ello sea necesario padecer sufrimientos. El pueblo de Israel escogió este camino  que es a la vez superior y trascendente, comenzando por los patriarcas que adoptaron la fe en D´s frente a un mundo idólatra que los rodeaba y hasta los días del largo exilio en los que, a pesar de las dificultades que este encierra, el pueblo de Israel eligió no asimilarse entre las naciones y mantener en alto la bandera de la Torá y las creencias judías para poder así reparar el mundo, conforme a la voluntad de Hashem.

Y Cuando el pueblo de Israel abandona por un momento su sufrimiento y se ocupa de Su Gloria y la revelación de Su Reinado, el Eterno le dice a los ángeles: ¡»Ved cuán amados son Mis hijos que dejan de lado sus penas y se ocupan de Mi Gloria»! De esta manera son rebatidos los argumentos del Satán que busca eliminar al pueblo judío de la faz de la tierra; y los hijos de Israel tienen el mérito de entrar en un nuevo año en el cual avanzarán un paso más hacia la reparación final del mundo y la redención. En la medida que podamos aceptar con temor y humildad, con  alegría y temblor sobre nosotros Su reinado en Rosh Hashaná, podremos tener un año bueno y de bendición.

07. Dos días de Rosh HaShaná.

Según la Torá Rosh HaShaná se celebra un solo día, tal como está escrito: «El día primero del mes séptimo será para vosotros día de descanso, de convocación santa y lo conmemorareis al son del Shofar («truá»)» (Vaikrá- Levítico 23:24 y Bamidbar–Números 29:1). Empero en la práctica celebramos Rosh HaShaná durante dos días.

A los efectos de comprender este tema, es necesario señalar que todas las festividades se rigen por el calendario hebreo que se fija según el ciclo de la luna. Al iniciarse el mes la luna se divisa muy pequeña cual línea delgada y va creciendo hasta la mitad del mes cuando se la divisa llena, cual círculo completo. Durante la segunda mitad del mes la luna va menguando hasta que al final del mismo deja de ser visible por veinticuatro horas. Luego, vuelve a divisarse cual línea delgada y de esa manera comienza un nuevo mes. Es preceptivo que dos testigos que vieron la luna nueva en el firmamento en la noche del día treinta y presenten su testimonio ante el tribunal para que este consagre el nuevo mes. Dado que el ciclo de la luna es de veintinueve días y medio hay veces que el mes es de veintinueve días y otras de treinta (Ver Pninei Halajá Zmanim 1:1-2).

En los meses en los que caen las fiestas, ni bien el tribunal consagraba el novilunio salían emisarios a todas las comunidades judías para avisarles que se inició un nuevo mes y cuándo caen las festividades. Ocurre que los emisarios no alcanzaban a llegar a las comunidades de la diáspora antes de las fiestas, por lo que los sabios establecieron que para evitar las dudas, fuera de Israel las fiestas se celebren durante dos días (Pninei Halajá Moadim 9:1-4).

Rosh HaShaná es la única fiesta que se celebra en el inicio del mes por lo que tampoco en la tierra de Israel se podía saber con exactitud cuándo habría de acontecer. Esto se debía a que una vez que el mes era consagrado, si resultaba que ese mismo día era festivo, los emisarios no podían salir más allá del área de Shabat («tjum Shabat») para avisar a las comunidades cuándo fue consagrado el mes. Por esta razón, en virtud de la duda se debía celebrar Rosh Hashaná durante dos días.

Si bien en Jerusalém que era sede del tribunal, se sabía cuándo fue consagrado el mes, no podían saberlo de antemano pues la consagración tenía lugar el mismo día que llegaban los testigos. Por esta razón, en virtud de la duda, debían cuidar la fiesta desde la noche del treinta del mes de Elul. Si a la mañana siguiente llegaban los testigos y presentaban su testimonio de la observación de la luna nueva, entonces resultaba que ese día efectivamente era festivo y el siguiente era considerado laborable. En caso de no venir testigos durante el día treinta, resultaba retroactivamente que ese día era laborable y la fiesta comienza al siguiente. De esto resulta que en tiempos en que el tribunal consagraba el nuevo mes, en Jerusalém se celebraba Rosh HaShaná un sólo día, y cuando el novilunio era al día siguiente, en la práctica se observaba la fiesta durante dos.

Las dudas respecto de la fijación del día se condicen con el carácter de Rosh Hashaná que es oculto y secreto, y por lo tanto se celebra cuando la luna que está cubierta o invisible comienza a revelarse. Por esta razón, uno  de los  nombres de Rosh HaShaná es «Kese», tal como está escrito (Salmos 81:4): «Tocad el Shofar ante la luna nueva, en lo oculto («Kese») de nuestra festividad» Nuestros sabios preguntan: «¿En qué festividad la luna está cubierta? En Rosh HaShaná» (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 8(A)).

08. La observancia de dos días en la actualidad.

La Halajá indica que cuando el tribunal no puede fijar el calendario consagrando los meses mediante testigos del novilunio, este se fija conforme al cálculo. Unos trescientos años después de la destrucción del segundo Templo (año hebreo 4119, 359 de la era común), Hilel II, presidente del tribunal, vio que no era ya posible continuar fijando el novilunio mediante observación por lo que junto a los demás miembros del Beit Din elaboraron un calendario fijo basado en el cálculo que permita consagrar los meses hasta que se pueda volver al método tradicional mediante observación (Rambám, Kidush Hajodesh 5:2, Pninei Halajá Zmanim 1:3).

Aparentemente, a partir de ese momento ya no era necesario continuar celebrando Rosh HaShaná durante dos días ya que mediante el calendario todos saben cuándo cae el novilunio de Tishrei que es año nuevo. Empero, tal como los sabios ordenaron a los judíos de la diáspora que continúen con su costumbre observando dos días cada fiesta, asimismo ordenaron a los judíos de Eretz Israel que continúen con su costumbre de celebrar Rosh HaShaná por dos días. Esto se explicaría ya que por cuanto que en los días en los que se fijaba el calendario de acuerdo a lo estipulado por la Torá consagrando el mes según testigos se observaba Rosh HaShaná por dos días, así corresponde hacerlo.

Así es como en toda la Torá encontramos que el aspecto halájico se condice con el espiritual. El Zohar (III 231:1) nos dice que en virtud de la importancia o gravedad de Rosh Hashaná, los sabios consideraron necesario agregar otro día para que el juicio esté conformado tanto de rigor como de misericordia (din verajamim) y de esa forma la sentencia se mitigue, ya que si fuese un sólo día el mundo podría destruirse por exceso de severidad.

Además, es necesario explicar que en las diásporas las festividades se deben observar por dos días, ya que en esos lares se torna más difícil la revelación de la santidad. Empero, en la tierra de Israel lo sacro se revela con mayor facilidad  y es posible captar la santidad de la festividad en un solo día. Esto se asemeja a lo que ocurre con una linterna, que cuando proyecta su luz a un lugar cercano esta es intensa y se enfoca en un área pequeña; mientras que cuando ilumina hacia lo lejos su luz se diluye sobre un área mayor. Rosh HaShaná, que es un día elevado e incógnito, requiere de dos días, inclusive en la tierra de Israel a los efectos de poder captar su luz.

Se puede decir que los rezos del primer día de Rosh HaShaná se centran en aspectos generales tales como que en el año próximo tengamos el mérito de que se revele la Soberanía Divina sobre Su pueblo Israel y sobre Sión el asiento de Su Gloria; hasta que todos los seres vivos digan: «Hashem, el D´s de Israel es el Rey y Su Soberanía gobierna sobre todos, y de esta manera el  mundo entero accede a la bendición y a la paz. En el segundo día de Rosh HaShaná que fue agregado por los sabios, rezamos para que todas las grandes ideas se revelen también en nuestra vida particular, que también en nuestra vida material y práctica seamos socios en la revelación de la Gloria Divina en el mundo, y en mérito de ellos accedamos a la Bendición de Él.

09. El primer y segundo día festivo y la bendición de «Shehejeianu» en este último.

Hoy día sabemos mediante el calendario cuándo es el novilunio del mes de Tishrei, y por lo tanto la observancia del primer día de Rosh Hashaná es preceptiva por la Torá; mientras que la del segundo fue ordenada por los sabios. Esta es la regla que rige para todas las festividades en las  diásporas, el primer día es preceptivo por la Torá y el segundo por orden rabínica. Por esta razón, en todo caso de duda respecto de las leyes de Yom Tov o del toque del Shofar, en el primer día somos más estrictos de acuerdo con la regla que dice que en caso de duda respecto de un precepto de la Torá aplicamos la opinión más estricta («Sfeika deoraita lejumra»); y el segundo día somos menos estrictos de acuerdo con la regla que dice que en caso de duda respecto de un precepto rabínico optamos por la opinión más flexible («Sfeika derrabanán lekula»). Es así que los sabios permitieron enterrar un muerto el segundo día festivo de las diásporas y el segundo día de Rosh Hashaná por respeto al difunto (Shulján Aruj 526:4, Pninei Halajá Moadim 7:5).

Según la misma normativa que rige para la preparación del primer día festivo en el segundo día festivo de las diásporas (Shulján Aruj 503:1, Pninei Halajá Moadim 9:5, 2:12) está prohibido preparar algo el primer día para el segundo, por ejemplo cocinar, poner la mesa y lavar los platos.

Existe una cierta diferencia entre los dos días festivos que se observan en las diásporas y los dos días que se observan en Rosh Hashaná, ya que en el  primer caso el móvil es la duda respecto de qué día el tribunal consagró el novilunio mientras que en el caso de Rosh Hashaná, a veces se observaban dos días a pesar de que no existía duda respecto de cuándo caía. Esto ocurría cuando los testigos llegaban a presentar testimonio después del horario de sacrificio de la ofrenda de Minjá. En este caso los sabios estipularon que no se reciba su testimonio, no sea cosa que se consagre el mes y no se alcance a ofrendar los sacrificios festivos y entonar el cántico correspondiente a Rosh Hashaná. Empero, dado que el primer día era digno de ser sagrado, los sabios decretaron que continúe siendo festivo a pesar de que se decidió no consagrarlo. Esto se debe a que, a vece, Rosh Hashaná por ley se celebraba dos días, por lo que los sabios denominaron a ambos como «Yomá Arijtá» (día largo).

Por esta razón surgió la duda respecto de si se recita la bendición de «Shehejeianu» el segundo día. Fuera de Israel, durante el segundo día festivo de las diásporas se recita «Shehejeianu» ya que el día fue establecido en virtud de la duda y por ende las reglas que se aplican son las mismas que en el primero. Empero, en el caso de Rosh HaShaná se dice que en virtud de que ambos días son de cierta manera considerados como un día largo, se bendice «Shehejeianu» sólo el primer día. En la práctica la opinión mayoritaria de los juristas es que también se debe recitar «Shehejeianu» en el Kidush de la segunda noche y esta es la costumbre extendida. Sin embargo, a priori es preferible hacerlo vistiendo una prenda nueva o trayendo a la mesa un fruto nuevo,  y de esta forma la bendición se recita según todas las opiniones, ya que recae también sobre estos objetos nuevos (Shulján Aruj 600:2). Por supuesto que si durante el Kidush se trajo una fruta nueva para la bendición de «Shehejeianu», a la hora de ingerirla no se debe volver a recitar la bendición por cuanto que ya se cumplió con ese deber.

Respecto del toque del Shofar del segundo día, los sefaradíes acostumbran no recitar la bendición de «Shehejeianu», mientras que según la usanza ashkenazí se recita. De ser posible, es bueno que quien toca el Shofar ese segundo día vista una prenda nueva y al recitar la bendición de «Shehejeianu» la incluya en su intención (Shulján Aruj Ramá 600:3, Mishná Berurá 7).

10. Maljuiot, Zijronot y Shofarot.

La plegaria de Musaf es la principal de los rezos de Rosh Hashaná. En este servicio se toca el Shofar y los sabios dispusieron que se agregue el recitado de tres bendiciones especiales: Maljuiot (Reinados), Zijronot (Recuerdos) y Shofarot, que expresan el carácter especial del día. Mediante estas bendiciones accedemos a un buen año, tal como le dijo el Kadosh Baruj Hu al pueblo de Israel: «Recitad ante Mi en Rosh HaShaná Maljuiot, Zijronot y Shofarot. Maljuiot- para que me coronéis sobre vosotros, Zijronot- para que os recuerde para bien, ¿y en mérito de qué? Del Shofar (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 16(A)). Estas tres bendiciones conforman una unidad y quien no sabe recitar una de ellas, no deberá recitar las otras dos que conoce. Asimismo, el orden de recitado es fundamental, quien las recite en otro orden no cumple con su deber (Shulján Aruj 593:1, Mishná Berurá 5).

Nuestros sabios establecieron que en cada una de las tres bendiciones se reciten diez versículos relativos al tema de la misma que se corresponden con las diez alocuciones con las que fue creado el mundo, con los diez mandamientos y con las diez alabanzas  que figuran en el último capítulo de los Salmos. Cada una de las tres bendiciones comienza con tres versículos de la Torá, luego trae tres versículos de los Hagiógrafos o Ktuvim y luego tres de los Profetas y finaliza con un versículo de la Torá. No se recitan versículos que hagan mención de desgracias relativas al pueblo de Israel, así como tampoco se recitan versículos de recuerdos individuales aunque éstos sean de buen augurio (ídem Rosh HaShaná 32(a) y (B), Shulján Aruj 591:4-5).

En la primera bendición se incluye la mención de la santidad del día («Kedushat Hayom») junto con las Maljuiot. Se comienza con el formato común a todas las festividades «Atá Bejartanu» («Tú nos has escogido») y luego recitamos la plegaria de «Aleinu Leshabeaj» en la que alabamos y agradecemos a D´s por habernos dado el mérito de reconocer Su Soberanía. Rogamos también que llegue el día en que todas las naciones acepten sobre sí Su Reinado. Continuamos recitando los versículos de Maljuiot finalizando con el que inicia con «Shemá Israel». Si bien en este versículo no se hace mención específica de Su Soberanía, contiene la aceptación del Yugo Celestial. Al finalizar la bendición pedimos a D´s que reine Él mismo sobre todo el mundo y nos acerque a Su servicio, Su Torá y Sus preceptos. «Pues Tú eres el D´s verdadero y Tu palabra es verdadera y válida por siempre. Bendito eres Tú, Rey sobre toda la tierra, que santificas al pueblo de Israel y el Día del Recuerdo».

La segunda bendición es la de Zijronot, en la cual relatamos que Hashem recuerda a Su mundo, a todas Sus creaturas y todas sus acciones, especialmente en este día que es «el inicio de Tus obras, recuerdo del primer día» en el cual Hashem juzga Su creación. Nosotros rogamos a Hashem que «nos recuerde para bien y para redención» finalizando: «y la ligazón-Akedá- de Itzjak recuerda a su simiente para bien en este día, Bendito eres Tú que recuerdas el Pacto».

La tercera bendición es la de Shofarot, en la cual describimos Su revelación ante nosotros en el Monte Sinaí al son del Shofar y rezamos para que se revele ante nosotros nuevamente al son de este Shofar y nos anuncie la redención: «Haz sonar el gran Shofar para nuestra liberación, iza un estandarte para reunir a nuestros exilados, acerca a nuestros dispersos de entre las naciones y reúnelos desde los confines de la tierra, y tráenos a Sión Tu ciudad con cánticos y a Jerusalém asiento de Tu Templo con perpetua algarabía… pues Tu oyes el sonido del Shofar y escuchas la truá y no hay nadie como Tú. Bendito eres Hashem, que escuchas las voz de la truá de Su pueblo Israel con misericordia».

Quien se encuentra en un sitio donde carece de Minián es mejor que no rece Musaf ni toque el Shofar durante las tres primeras horas del día en las cuales el Rigor Divino es todavía severo y de no mediar la ayuda de la congregación se teme que la persona no pueda sortear exitosamente el juicio. Empero, de haber Minián se puede rezar también en las primeras tres horas del día ya que la plegaria colectiva es aceptada, y aunque la persona no logre concentrarse en su rezo como es debido, al Kadosh Baruj Hú no le resulta desagradable (Shulján Aruj 591:8, Mishná Berurá 15, Pninei Halajá Tefilá 2:1-2).

11. Cuestiones referidas al rezo y la lectura de la Torá.

No se recita Vidui (confesión de pecados) en Rosh HaShaná, tanto sea en su versión colectiva como individual. Esto se debe a que el tema central del día es la coronación de HaShem sobre nosotros y el mundo entero, y pedir que el próximo sea un año bueno en el que podamos revelar la Gloria de su reinado; por lo que no corresponde ocuparse en un día así en nuestra reparación individual a la que se le dedican todos los demás días de retorno o teshuvá. Asimismo, en un día así, no corresponde recordar trasgresiones que atentan contra la Gloria de su reinado. Más aún, se teme que al hacerlo se pueda reforzar el argumento de los fiscales que se presentan contra nosotros (Zohar II 186:1, según el Arí Z»l entre los diferentes toques del Shofar puede uno confesarse en voz baja, ver adelante 4:7).

Hay quienes opinan que así como no se recita Vidui en Rosh Hashaná, de la misma forma debe omitirse en la plegaria «Avinu Malkenu» (Nuestro Padre, Nuestro Rey) las frases que recuerdan el pecado, como por ejemplo: «Avinu Malkenu, hemos pecado ante Ti» (Beit Iosef, Arí Z»l). Hay quienes acostumbran recitar en Rosh Hashaná todo el texto de «Avinu Malkenu», ya que las frases que recuerdan pecados no se consideran confesión sino la descripción de una situación general (Ramá 584:1, Mishná Berurá 3).

Si bien Rosh Hashaná es un día festivo en el cual correspondería recitar Halel, esto no se hace ya que se trata del Día del Juicio (ver arriba inciso 4).

Hay muchas variantes en la Amidá de los Días Solemnes (Yamim Noraím) y la principal de todas es que en la tercera bendición decimos «HaMelej HaKadosh» (El Rey Santo) en vez de «HaE-l HaKadosh» (El D´s Santo). Si alguien por error dice «HaE-l Hakadosh» en vez de «HaMelej HaKadosh» no cumple con su deber, tal como se verá más adelante (5:2). Las reglas referidas al oficiante y las diferentes costumbres ya fueron explicadas (2:10), al igual que la costumbre de ponerse de pie al abrirse el arca sagrada y la de que hoy día no se debe rezar Amidá en voz alta (2:11).

Al igual que en todas las festividades (Yamim Tovim) cinco personas son llamadas a subir a la lectura de la Torá (Pninei Halajá Moadim 2:8). Se lee la Parashá o porción de lectura que comienza con las palabras «Y el Eterno recordó a Sará» (Bereshit 21:1-34) y en la Haftará (porción de los Profetas) se lee cuando Janá dio a luz a Shmuel (Shulján Aruj 584:2). Esto se debe a que en Rosh Hashaná («nifkedú») fueron recordadas para bien por Hashem para ser madres, tres mujeres justas: nuestra matriarca Sará que tuvo a nuestro patriarca Itzjak, nuestra matriarca Rajel que tuvo a Iosef el justo y Janá que tuvo al profeta Shmuel (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 10(B)). La esterilidad de estas mujeres obedecía a que en virtud de lo elevado de sus personas debían traer al mundo almas tan innovadoras que de modo natural no podían nacer, y sólo en mérito de la renovación de Rosh HaShaná pudieron quedar embarazadas. La mayor parte de la porción de lectura de la Torá en cuestión se ocupa de la expulsión de Ishmael, relato del cual se pueden rescatar dos principios fundamentales: a) A pesar de lo dolorosa de la situación, la expulsión de Ishmael no implica un problema moral ya que de haberlo los sabios no habrían incluido este pasaje para leer, a los efectos de que no funja como acusación contra nosotros en el Día del Juicio b) Justamente en Rosh HaShaná, Día del Juicio, es necesario diferenciar entre el pueblo de Israel y las demás naciones que no están dispuestas a aceptar la gran misión de reparar el mundo conforme a la Voluntad de D´s, tal como se diferenció a Ishmael de Israel.

En el segundo día de Rosh HaShaná se lee la porción de «Akedat Itzjak» o «ligazón de Itzjak» (Bereshit 22:1-24) para recordar ante HaShem el mérito del accionar de nuestros ancestros. Para la Haftará se lee la profecía del consuelo de Irmiahu (31:1-19). En los dos días se a acostumbra retirar del arca sagrada un segundo rollo de la Torá del cual se lee la porción del sacrificio del día, y el Maftir o persona que ha de leer la Haftará es llamado a bendecir sobre éste (Beit Iosef Oraj Jaím 488:2).

12. La ingestión de alimentos que hacen de buen augurio.

Todo lo que hacemos en Rosh HaShaná tiene un significado especial para el resto del año, ya que es el primer día del mismo y en éste se le adjudica vida a todo ser viviente; por lo que toda acción, palabra y pensamiento en este día influyen para el resto del año. Sobre esto dijeron nuestros sabios que «Siman Milta Hí», o sea,  una señal o alimento simbólico es algo importante (Talmud Babilonio Tratado de Kritot 6(A)). De aquí que los «simanim» o alimentos simbólicos tienen significación,  tal que si la señal es de  bendición el primer día, la misma se extenderá a todo el año.

Es así que la Guemará en el antes mencionado pasaje, recomienda comer en Rosh HaShaná alimentos que puedan implicar una buena señal para el resto del año, «Karté» (puerro) como señal de que nuestros enemigos sean erradicados («Ikartú»), «Rubia» (porotos alubia) como señal o augurio de que nuestros méritos sean abundantes («Irbú»), «Tmarim» (dátiles) como augurio de que se acaben («Itamu») nuestros pecados, «Dla´at» (calabaza) como augurio de bendición pues es una verdura gigante que crece rápidamente (Shulján Aruj 583:1).

Asimismo, se acostumbra a ingerir manzana con miel o agua azucarada como augurio de un año bueno y dulce. Se ingiere granada ya que posee muchas semillas y es señal de que abunden nuestros méritos (Ramá ídem). Se acostumbra también a comer cabeza de cordero o pescado como augurio de que estemos a la cabeza y no al final  («no a la cola» lit.)(Shulján Aruj 583:2). Se acostumbra ingerir pescado pues es augurio de que seamos prolíficos como éstos y el mal de ojo no actúe sobre nosotros.

Según este principio, se agregaron costumbres en cuanto a ingerir diferentes alimentos a modo de buen augurio para el nuevo año en virtud de su nombre sabor o aspecto. Cada congregación lo hace según la lengua que hablan y los alimentos que la geografía dispensa. Es bueno cuando se puede seguir manteniendo una tradición.

Esta cuestión de las señales de buen augurio no debe limitarse únicamente a la ingestión de los alimentos. Los sabios medievales consideraron oportuno adicionar una breve plegaria para cada una de las señales. Por ejemplo, al ingerir el dátil se dice «Iehí Ratzón Milfaneja HaShem Elokeinu VeElokei Avoteinu Sheitamu Soneinu» («Sea Tu Voluntad D´s nuestro y de nuestros ancestros que se acaben nuestros enemigos»). El Shelá explica que lo más importante es que la ingestión de las señales nos impulse a la teshuvá y la plegaria, ya que cada rezo de Rosh HaShaná influye en gran manera sobre todo el devenir del año entrante, por lo que corresponde que la ingestión del alimento de buen augurio esté embebida de plegarias para que el año entrante sea bueno y dulce (Tratado de Rosh HaShaná Ner Mitzvá 21).

Muchos acostumbran a embeber con miel o agua azucarada el pan o jalá con la que se recitó la bendición de «Hamotzí», como señal de que el año entrante sea bueno y dulce (Mishná Berurá 583:3). Hay quienes antes de esto echan un poco de sal sobre la jalá en cuestión, de modo tal que no estropee el sabor dulce. Otros acostumbran a embeber el pan únicamente con miel o agua azucarada, colocando sal en la mesa, mas sin echarla sobre el pan. Hay quienes acostumbran a embeber la jalá en miel o agua azucarada todos los Shabatot y días festivos hasta Simjat Torá. Por otra parte, hay quienes no acostumbran a hacerlo ni siquiera en Rosh HaShaná. Todas las costumbres son correctas y lo mejor es seguir la tradición paterna.

En Rosh HaShaná se acostumbra a comer alimentos buenos y refinados como señal de buen augurio para todo el año. Muchos evitan preparar alimentos agrios, salados o amargos o servir fruta que no terminó de madurar (Ramá 583:1, Mishná Berurá 5). Así acostumbran a hacer los ashkenazíes y parte de los sefaradíes (Jidá, Rabí Jaim Palaggi, Ben Ish Jai, Kaf HaJaím 18). Respecto a alimentos picantes, muchos no se abstienen de consumirlos y hay entre los ashkenazíes quienes acostumbran comer muchos alimentos dulces, y por ende no alcanzan a ingerir alimentos picantes.

Ashkenazíes acostumbran a no comer nueces en Rosh HaShaná ya que ese fruto alude parcialmente al pecado; y como además provoca expectoración  puede molestar a la hora de rezar (Ramá 583:2).

13. Orden de ingestión.

Hay quienes acostumbran a ingerir los «simanim»  aún antes que el pan empero, la costumbre más correcta es la de anteponer la ingesta del pan. Esto se debe a que, según la Halajá, el pan por ser el más importante de los alimentos es el que debe ser consumido en primer término (Pninei Halajá Brajot 9:8). Además, si se ingieren los «simanim» antes que el pan surge el interrogante de si se deben recitar bendiciones finales por estos (ídem 3:12).

Por lo tanto, tras el recitado del Kidush se debe abluir las manos y se troza la jalá; muchos la han de embeber en miel o agua azucarada (tal como se vio en el inciso anterior). Luego, se ingieren los «simanim». Se debe recitar la bendición «Boré Prí Haetz» («Que creas el fruto del árbol») sobre alguno de los frutos del árbol lo cual habilita el consumo de todos los demás. Esto se debe a que la bendición por el pan o «Hamotzí» abarca a los alimentos que satisfacen y que «son parte integral de la comida», empero en el caso de los frutos del árbol que son parte de los «simanim», actúan como saborizantes mas no como parte integral de la comida, por lo que requieren que se recite por ellos una bendición (ídem 3:7). Si bien la manzana con miel es el «simán» más conocido, dado que el dátil es parte de las siete especies (con las que la tierra de Israel fue bendecida n. de t.) y en el orden de las mismas es más importante que la granada por estar más próximo al vocablo «Eretz» (tierra), lo  correcto es recitar sobre éste la bendición y por su intermedio eximir de las misma a todos los demás frutos del árbol (ídem 9:9-10). Tras la bendición por el dátil se debe ingerir un poco de éste y solamente después recitar la fórmula de buen augurio «Iehí Ratzón» acostumbrada para no interrumpir entre la bendición y la ingestión.

Por aquellos «simanim» cuya bendición previa es «Boré Prí Haadamá» no es necesario recitar bendiciones, ya que están cocidos como las ensaladas que acompañan la comida y son parte de la misma, por lo que están incluidas en la bendición de «Hamotzí» (por el pan).

Antes de cada «siman» se acostumbra a recitar «Iehí Ratzón». Uno de los comensales puede recitarlo en voz alta para todos los presentes y todos contestan «Amén» y luego comen.

Hay quienes acostumbran a ingerir «simanim» únicamente la primer noche de Rosh Hashaná (Bnei Isasjar Tishrei 2:11), empero la mayoría de los judíos acostumbran a ingerirlos ambas noches (Jidá, Eliahu Rabá, Jatam Sofer). Hay quienes cumplen la costumbre con excelencia e ingieren «simanim» también durante las comidas del mediodía (Maté Efraim 597:4, Ben Ish Jai Nitzavim 1:8).

14. Otros «Simanim» que se acostumbran.

Dado que todo lo que se hace en Rosh HaShaná es señal para todo el año, la persona debe alegrarse y confiar en que HaShem habrá de aceptar su retorno, por lo que debe abundar en manifestaciones de amor para con sus amigos y juzgarlos favorablemente. No debe enojarse ni trabarse en rencillas con sus amigos y no debe hablar mal de ellos, ya que además de trasgredir una prohibición es una mala señal para el resto del año (ver Mishná Berurá 583:5).

Dado que Rosh Hashaná es un día de fiesta, es preceptivo alegrarse y alegrar a otros; por lo tanto en las comidas festivas cada quien debe procurar alegrar a los miembros de su familia y a los convidados, siendo esto una buena señal para el año que entra (Pninei Halajá Moadim 1:11).

En Rosh Hashaná es bueno no abundar en sueño, ya que nuestros sabios dijeron (en el Talmud Jerosolimitano) que todo aquél que duerme en ese día su «mazal» o suerte también duerme. Por esta razón, en el tiempo libre entre  los rezos y las comidas se debe estudiar mucha Torá. De todas maneras no es bueno reducir las horas de sueño exageradamente, para así poder concentrarse en el rezo y en el estudio. Por lo tanto, quien siente cansancio al concluir la comida festiva, es bueno que duerma para que pueda luego estudiar apropiadamente. Hay grandes sabios que acostumbraban a dormir en Rosh Hashaná igual que en las demás festividades (Maharam de Rotenburg). De todas maneras, tal como ya estudiamos (inciso 4) es necesario reparar en dedicar la mitad del día a D´s y lo principal es que el tiempo de los rezos sumado al de estudio no sea inferior a las nueve horas.

Hubo quienes acostumbraban a no dormir durante todo el día con la confianza en que esta conducta les proporcionaría vitalidad y vigilia para todo el año (Ramá 583:2, Maté Efraim). Quien se encuentra inactivo durante la fiesta, aunque esté despierto se le considera dormido (Mishná Berurá 9). La mayoría de los sabios de las últimas generaciones (Ajronim) escribieron que de acuerdo con el Arí Z»l lo más importante es abstenerse de dormir antes del mediodía (Shulján Aruj Harav 8, Aruj Hashulján 4, Mishná Berurá 9, Kitzur Shulján Aruj 129:20). De acuerdo con esta costumbre es bueno levantarse al despuntar el alba o al menos al amanecer. De todas maneras, quien teme que si se levanta antes del amanecer le será difícil concentrarse en el rezo o estudiar correctamente, puede dormir hasta poco antes del horario de inicio del rezo ya que ninguna práctica o costumbre es más importante que cumplir cabalmente con los preceptos del estudio de la Torá y la concentración en la plegaria.

Tras el rezo de Arvit cada quien saluda a su prójimo con las palabras: «Le Shaná Tová Tikatev Vetejatem» («Por un buen año en el que sea inscrito y sellado» (en el libro de la vida)) y en femenino «Tikatví Vetejatmí». Hay quienes opinan que dado que el sellado es en Yom Kipur, en Rosh HaShaná se debe decir únicamente: «Le Shaná Tová Tikatev» (Gaón de Vilna). Al día siguiente se saluda de igual manera, mas pasado el mediodía ya no se saluda con estas palabras, pues la parte principal de la inscripción ya tuvo lugar y alcanza con decir «Shaná Tová». Si quien saluda primero agrega al saludo una bendición suplementaria, es correcto responderle con la misma fórmula. Asimismo, también se le puede responder «Vejen leMar» («Y lo mismo para mi Señor»), esto es, que todas las bendiciones que me prodigaste recaigan también sobre ti, mi honorable.

Hay quienes no saludan el segundo día pues la parte principal del juicio tiene lugar el primero. La mayoría de las personas acostumbra a saludar en este día pues el juicio también se lleva a cabo en el mismo (Mishná Berurá 582:25). Todas las tradiciones son correctas.

15. Tashlij.

El primer día de Rosh HaShaná muchos acostumbran a ir a un sitio donde hay  agua, mar, rio o manantial y recitar una serie de versículos, entre ellos: «Nuevamente tendrá compasión de nosotros. Reducirá nuestras iniquidades. Y Tu arrojarás («Tashlij») todos los pecados de ellos a las profundidades del mar» (Mijá-Miqueas 7:19). De aquí que a esta plegaria se la denomina «Tashlij». Con el correr del tiempo se fueron agregando a esta plegaria más pasajes y pedidos.

El origen de la costumbre del recitado de Tashlij se remonta a las comunidades ashkenazíes en los días de los  Rishonim o sabios medievales. Con el correr del tiempo esta costumbre se extendió a las comunidades sefaradíes, especialmente a raíz de que el Arí Z»l la elogió. Sin embargo, no hay obligación de realizar «Tashlij» y entre los grandes sabios de Israel hubo quienes no acostumbran a realizarlo (Gaón de Vilna, Rabí Jaím de Volozhin). Los judíos originarios de Yemen no lo realizan y algunos Jasídicos acostumbran a hacerlo en uno de los días hábiles posteriores a Rosh HaShaná.

Hay quienes escribieron que esta costumbre se fundamenta en la entrega valerosa de nuestros patriarcas Abraham e Itzjak, quienes a la hora de marchar rumbo a la «Akedá» atravesaron un rio que se les presentó repentinamente con el objetivo de probarlos (Maharil). Además, el agua insinúa pureza y vida y cuando una persona se eleva en su retorno se limpia y se purifica, anulándose sus pecados en el agua de purificación. Además, encierra el pedido a HaShem que arroje a las profundidades del mar («Iashlij») las acusaciones contra nosotros que se formaron en virtud de nuestros pecados, de modo tal que no se recuerden más. Hay quienes acostumbran a sacudir los bordes de sus ropas mientras recitan «Tashlij» a los efectos de señalar que los pecados que cometimos son exteriores a nosotros, y solamente por influencias extrañas pudimos cometerlos y en realidad los rechazamos.

La mayoría de las mujeres acostumbran a no cumplir con la costumbre de «Tashlij», y hay quienes sostienen que es mejor que no lo hagan para que no se mezclen hombres con mujeres a la hora de ir hacia la fuente de agua (Elef Hamaguén 598:7). De todas maneras aquellas mujeres que deseen cumplir con la costumbre tienen permitido hacerlo.

Cuando no hay posibilidad de ir a una fuente de agua se acostumbra a recitar «Tashlij» junto a un aljibe o una Mikve. Hay quienes acostumbran a decirlo aunque sea sólo posible divisar las aguas del rio o el mar a lo lejos.

16. Rosh HaShaná que cae en Shabat.

Cuando Rosh HaShaná cae en Shabat no se toca el Shofar tal como se explicará más adelante (4:9-10).

Hay quienes opinan que si Rosh Hashaná cae en Shabat no se recita «Avinu Malkenu» ya que no corresponde pedir en Shabat por cuestiones mundanas mediante una plegaria compuesta para ser dicha inicialmente durante días de ayuno público (Ran, Ramá 584:1, Maharitz).

Esta es la usanza de los ashkenazíes, yemenitas y parte de los sefaradíes. Hay quienes acostumbran a  recitar la plegaria en cuestión también en Shabat (Tashbetz); y dado que el Arí Z»l estaba de acuerdo con esta postura, es la costumbre predominante entre los sefaradíes (ver adelante 5:6 respecto a Shabat Tshuvá),

Se deben ingerir tres comidas. En caso de que se haga difícil fijar una comida suplementaria además de la ingerida después del rezo, o si todavía se está satisfecho de la comida anterior, o si no se desea ingerir una tercera comida con proximidad a la cena de la segunda noche de Rosh HaShaná se puede dividir el almuerzo en dos. Esto es, ingerir un primer plato que equivalga en volumen a la mitad de lo preparado, tras el cual se ha de recitar «Birkat Hamazón», Luego se ha de realizar una pausa de una media hora en la cual se puede pasear o estudiar, para luego nuevamente abluir las manos y comer una comida más con el segundo plato de lo preparado (Ver Pninei Halajá Brajot 12 comentario 2).

Cuando el primer día de Rosh Hashaná cae en Shabat, muchos de aquellos que acostumbran recitar «Tashlij» lo posponen para el segundo día (Ramá 583:2, Mishná Berurá 8 y ver Kaf HaJaím 30-34).