Pninei Halajá

02- Las cuatro especies expresan la unidad del pueblo de Israel

Las cuatro especies son indispensables para poder cumplir el precepto, esto es, si falta una sola de ellas no se puede observar el mandato de la Torá (Tratado de Menajot 27(A)). A priori, es bueno tomarlas juntas uniendo el lulav a los hadasim y las aravot en un solo manojo, y a posteriori, si se toman separadamente se cumple igualmente con el precepto (Shulján Aruj 651:12, ver adelante 5:2).

Esta halajá encierra una idea sumamente profunda. Dijeron nuestros sabios: Así como en las cuatro especies tenemos dos que dan fruto – el etrog y el lulav – y dos que no – el hadas y la aravá – de igual forma en el pueblo de Israel tenemos estudiosos de la Torá y personas de acción o de mérito (‘anshei ma’asé’). Y así como en ausencia de una sola de las especies resulta imposible cumplir el precepto, de igual manera en el pueblo de Israel no hay estudiosos de la Torá que no se mantengan gracias al apoyo de personas dedicadas a las actividades prácticas, ni hay de estas últimas que logren sostenerse sin el apoyo de los primeros, ya que éstos otorgan valor espiritual a sus vidas y los conectan a la realidad del Mundo Venidero (según el Tratado de Menajot 27(A), Tratado de Julín 92(A), Tanjuma Emor, Rabí Ytzjak Ibn Guiat Hiljot Lulav).

Los sabios explicaron con mayor detalle (Vaikrá Rabá 30:12) que las cuatro especies aluden a cuatro tipos de personas: el etrog posee sabor y aroma, y representa a los judíos que están completos tanto en su estudio de Torá como en la realización de buenas acciones. El lulav (la palma datilera) posee sabor mas carece de aroma, y representa a los estudiosos que poseen Torá en su haber, pero no tienen el mérito de abundar en buenas acciones. El hadas, que posee un buen aroma mas carece de sabor representa o alude a aquellas personas que detentan buenas acciones en su haber, pero no tuvieron el mérito de ser estudiosos de la Torá. La aravá, que carece tanto de sabor como de aroma, alude a los judíos simples, aquellos que no tuvieron el mérito de estudiar Torá ni de abundar en la realización de buenas acciones. Aparentemente, por cuanto que no detentan en su haber ni Torá ni buenas acciones su vida carece de valor y no podrán acceder a la vida del Mundo Venidero. “¿Qué hizo con ellos el Santo Bendito Él? Hacerlos desaparecer – ¡Ciertamente es imposible!, mas bien les dijo: Que se unan todos en un mismo conjunto y se expíen unos a otros”. Y dijo también el Santo Bendito Él: “Si habéis de proceder de esta manera, en ese momento Yo me habré de elevar” y los recintos superiores se construirán, tal como fue dicho (Amos 9:6): “Aquel que construye en los cielos Sus cámaras superiores y establece allí Su muro[1] (lit. su manojo) sobre la tierra”.

También estudiaron nuestros sabios que las cuatro especies aluden a los elementos centrales de la nación: los tres patriarcas junto a Yosef, las cuatro matriarcas, el Sanhedrín y los estudiosos de la Torá que lo conforman (Vaikrá Rabá 30:9-11).


[1]. Agudá אגודה, lit. agrupar, unir, juntar. Nuestra traducción sigue la primera explicación del Da’at Mikrá (que este muro es el de las montañas que rodean la llanura); según la segunda, agudá designa la bóveda celeste. Sin embargo, en el sentido literal, la idea de la derashá es que, a través de la reunión de las especies en un ‘manojo’ aquí abajo, los grados celestiales se fundamentan; el cielo descansa sobre la tierra.

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