Pninei Halajá

03- Alusiones suplementarias de las cuatro especies

La cuestión de la excelencia en el cumplimiento del precepto (‘hidur mitzvá’ o ‘embellecimiento de la mitzvá’) se refiere principalmente al etrog, que posee sabor y aroma, y representa las personas completas que poseen tanto Torá como buenas acciones y es una alusión a la completitud que se alcanzará en el futuro. Aprenderemos en las sucesivas halajot que se es más exigente con la excelencia y la belleza del etrog que con las restantes especies.

El lulav representa a los estudiosos, los cuales, si bien no tienen el mérito de abundar en la realización de buenas acciones, de todas maneras, representan a la sagrada Torá. Tal como el lulav es la más alta de las cuatro especies, de igual manera la Torá se eleva por sobre todo lo demás, y por ello se estableció que se recite la bendición por esta especie, para insinuar así que la virtud de la Torá es la más trascendente de todas.

La condición básica para el estudio de la Torá es que se lleve a cabo por medio de una fuerte conexión entre todo el pueblo de Israel, en unidad, y si bien en la Torá expresa diferentes opiniones y puntos de vista divergentes, todos emanan de la misma fuente y están destinados a unirse.

En efecto, la forma especial del lulav expresa la virtud de la unidad. Sobre su tallo crecen las hojas en direcciones opuestas, pero se adhieren ‘a esa columna’, en unidad. Si bien posee muchas hojas, éstas no se separan la una de la otra sino que cada cual cubre a su compañera y le agrega un poco más de sí, tal que todas juntas cubren el tallo central. Asimismo, cada una de las hojas está compuesta de dos caras que se unen entre sí por medio del ápice o ‘tiomet’ (sería el dorso por el cual se unen las hojas, tal como se explica en la halajá 6). La forma recta del lulav expresa unidad, ya que está orientado completamente en una misma dirección, y en caso de ser curvo, deja de ser apto para el precepto ya que apunta a dos direcciones. En efecto, afirmaron nuestros sabios (Tratado de Sucá 45(B)): “Así como la palma tienen un solo corazón (el palmito, N. de T.), de igual manera los hijos de Israel no tienen sino un solo corazón dirigido a su Padre Celestial”. Otro tanto dijeron en el Midrash Vaikrá Rabá (30:11): “Las hojas de palma se asemejan a los estudiosos de la Torá que se obligan (en hebreo también se inclinan) a estudiar los unos de los otros”. Resulta que el lulav alude a la Torá, que contiene en su interior distintas ideas y discusiones, pero un mismo origen las une a todas y su objetivo final es también uno. En virtud de esta alegoría, los estudiosos de la Torá deben tomar la iniciativa a los efectos de incrementar la paz y la unidad en el mundo (ver Tratado de Berajot 64(A), Ein Aiá allí).

El hadas alude a los preceptos y a las buenas acciones, ya que estos influyen en su entorno tal como lo hace el aroma agradable que exuda el mirto y se percibe en sus alrededores. Dijeron nuestros sabios que las personas justas son llamadas ‘hadasim’, mirtos, y por su mérito el mundo existe (Tratado de Sanhedrín 93(A)), ya que a través de los preceptos prácticos se revela la santidad de la vida material y el valor intrínseco del mundo, y así éste cobra existencia. Uno de los preceptos a los que alude el hadas es el de procrear y educar a los hijos, ya que la hoja triple es una señal de multiplicidad, y tal como dijeran nuestros sabios, insinúa a nuestro patriarca Ya’akov y a nuestra matriarca Lea: “Así como el hadas está en medio de una profusión de hojas, nuestro patriarca habitaba en medio de una profusión de hijos”, “y así también habitaba Lea, en medio de una profusión de hijos” (Vaikrá Rabá 30:10). Las mujeres que se esmeran en tener hijos, criarlos y educarlos alcanzan esta virtud.

Aparentemente, la aravá carece de estatus alguno, ya que carece tanto de sabor como de aroma, ni Torá ni buenas acciones. Sin embargo, posee un potencial de crecimiento enorme y expresa la vitalidad y la belleza de este mundo, la ética universal (‘derej eretz’) que precedió a la aparición de la Torá. De aquí su gran valor, pues en virtud de la vitalidad de los judíos simples, tanto los estudiosos de la Torá como quienes realizan buenas acciones se ven reforzados en su quehacer. Y gracias a esta vitalidad surgen las grandes eminencias espirituales del pueblo de Israel, y tal como vemos en muchas ocasiones, justamente en el seno de familias sencillas surgieron importantes eruditos y prohombres de noble accionar.

Más aun, la aravá expresa la situación de los hijos de Israel en este mundo, ya que por una parte la naturaleza de este mundo posee una capacidad de crecimiento formidable por cuyo intermedio se puede efectuar una consagración del Nombre de D’s, sin igual en el resto de las dimensiones de la existencia. Pero, por otra parte, la santidad aún no se manifiesta en este ámbito de un modo permanente. Por ello, la aravá carece de sabor o de aroma, y cuando no recibe agua que alude a la Torá y a la fe, se marchita rápidamente, y así fue destruido nuestro Santuario y fuimos exiliados de nuestra tierra.

Vemos que nuestros sabios dijeron (Vaikrá Rabá 30:10) que la aravá hace alusión tanto a Rajel como a Yosef, ya que por una parte gracias a ellos el pueblo de Israel existe en este mundo, pues todos los hijos de Ya’akov nacieron gracias a su deseo de casarse con nuestra matriarca Rajel, y el sustento de la nación dependió de Yosef el justo, quien preparara en Egipto un lugar de residencia que posibilitó su crecimiento. Por otra parte, dado que estos dos personajes están vinculados a la existencia terrenal, en un mundo que puede alejarnos de su origen espiritual, ambos fallecieron jóvenes, a una edad menor que la de sus hermanos. Sin embargo, la principal revelación de la redención en este mundo depende de ellos, y a ello aluden tanto Yosef como Rajel por medio de su singular belleza. Sobre esto, dijeron nuestros sabios que cuando llegue la redención todos los árboles de la tierra de Israel que naturalmente no dan frutos comenzarán a hacerlo (Tratado de Ketuvot 112(B)).

Vemos entonces, que todas las especies resultan igual de necesarias y solamente por medio de la unificación de todas las fuerzas el pueblo de Israel puede cumplir su cometido, que es el de reparar el mundo y prodigar el bien a todas las creaturas, tal como lo indicara HaShem.

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