Pninei Halajá

04- Cómo sacudir las especies

Al tomar las cuatro especies y alzarlas se cumple con el precepto, tal como fue dicho (Vaikrá-Levítico 23:40): y tomaréis vosotros”. Y nuestros sabios establecieron que se sacuda el lulav, tal como la Torá ordenara alzar (“lehanif”) las ofrendas (Tratado de Sucá 42(A), Tratado de Menajot 61(A)).

Así es como se alza: “Se lleva hacia adelante y se trae de regreso, hacia arriba y hacia abajo”. Esto es, se aleja el lulav de sí y se lo vuelve a acercar, se lo eleva y luego se lo hace descender. Estos movimientos implican una expresión de la fe: “’Se lleva hacia adelante y se trae de regreso’ – ante Quien es dueño de los cuatro puntos cardinales, se lleva ‘hacia arriba y hacia abajo’ ante Quien es el dueño de los cielos y la tierra” (Tratado de Sucá 37(B)). Por ello, se acostumbra a elevar hacia los cuatro puntos cardinales, hacia arriba y hacia abajo.

Dijeron también nuestros sabios (ídem): “Se lleva hacia adelante y se trae de regreso – para detener los vientos nocivos, hacia arriba y hacia abajo – para detener los rocíos nocivos”.

Otro motivo es que, tras los Días del Juicio, en los cuales estuvimos orando ante HaShem, comenzamos el año con alegría y alzamos las cuatro especies en señal de victoria por el éxito del retorno en arrepentimiento, la renovación y el acercamiento a HaShem, Bendito Sea (Vaikrá Rabá 30:2, arriba 1:3).

Así es el orden de las sacudidas (na’anu’ím): Se une el etrog que está en la mano izquierda al manojo del lulav, los hadasim y las aravot de la derecha y se los mantiene junto al cuerpo, y hay quienes proceden con excelencia y los sostienen pegados al pecho y desde allí se los lleva haca adelante, con la cabeza del lulav hacia arriba inclinado en la dirección del na’anú’a, y luego se los trae nuevamente en dirección del cuerpo. Esta acción se lleva a cabo tres veces en cada una de las seis direcciones hacia las cuales se sacuden las especies, que son los cuatro puntos cardinales, arriba y abajo. En el caso del na’anúa hacia abajo, no se invierte la posición del lulav, sino que manteniendo la postura anterior, se lo dirige desde el corazón en dirección descendente.

Hay quienes comienzan sus sacudidas en dirección al Este, de allí giran hacia la derecha y sacuden hacia el Sur, hacia el Oeste y hacia el Norte y luego lo hacen hacia arriba y hacia abajo (Shulján Aruj 651:10). Y otros, si bien hacen los na’anu’ím de la misma manera, comienzan en la dirección hacia la cual las personas rezan en la sinagoga. Según la tradición del Arí, se sacude primeramente hacia el Sur, luego el segundo na’anú’a es hacia el Norte, el tercero hacia el Este, el cuarto hacia arriba, el quinto hacia abajo y el sexto hacia el Oeste.

Hay quienes se paran en la dirección hacia la cual se realiza el na’anúa, y al hacerlo hacia arriba y hacia abajo lo hacen en dirección al Este. Otros, acostumbran a pararse en dirección al Este durante todas las sacudidas e inclinan el lulav en la dirección hacia la cual se dirige el na’anú’a. Todas estas costumbres son buenas, y corresponde que cada persona continúe la tradición de sus padres, y en caso de que no le resulte claro cuál es la de su familia, que proceda como guste.

Según la tradición ashkenazí se debe intentar ondear el lulav durante el na’anúa, esto es, generar una leve agitación en las hojas que se encuentran en la parte superior del lulav por medio de la sacudida (Mishná Berurá 651:47). Los sefaradíes no acostumbran a ondear el lulav.

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