Pninei Halajá

02- El amarre de las especies

Cada una de las cuatro especies es indispensable, ya que, si falta solo una de éstas no es posible cumplir con el precepto con las tres restantes (Tratado de Menajot 27(A)). Es preceptivo tomar la totalidad de las cuatro especies juntas, y a posteriori, si se las tiene a las cuatro, es posible cumplir el precepto tomándolas una tras la otra (Shulján Aruj 651:12).

No solamente resulta preceptivo tomar las cuatro especies juntas, sino que además es una mitzvá amarrar el lulav, los hadasim y las aravot juntos, ya que ello embellece el precepto, y es nuestro deber enaltecernos ante Él en el cumplimiento de Sus mandatos, tal como fue dicho (Éxodo 15:2): “Este es mi D’s y lo voy a embellecer”. No obstante, el etrog no es amarrado con las otras tres especies ya que así es como especificaron nuestros sabios al analizar el versículo: “fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, y ramas de árboles frondosos y sauces del río” (Vaikrá-Levítico 23:40), resulta que la “y” (‘vav hajibur’ – conjunción copulativa) reúne a las tres especies juntas al tiempo que el etrog queda solo y no es amarrado con estas.

Hay autoridades halájicas que consideran que es preceptivo amarrar a las tres especies mediante un nudo completo, que queda prohibido hacerlo en Shabat, tal como es el caso del nudo doble. También aquellas personas que acostumbran a emplear un “kvishkelaj”, suerte de manga hecha de hojas de palma trenzadas que reúne juntas a las tres especies, corresponde que lo amarren por medio de un nudo doble (Shulján Aruj 651:1). Otras autoridades consideran que no es necesario tener ese recaudo y que lo principal es que las tres especies estén unidas (Ritbá, ver Mishná Berurá 651:8).

A pesar de que en los hechos muchas personas acostumbran a unir el lulav con las otras dos especies por medio de hojas de lulav, es posible unir las especies con todo tipo de hilo o cinta (Shulján Aruj 651:1).

Cuando se une o amarra el lulav junto a los hadasim (ramas de mirto) y a las aravot (ramas de sauce) es preciso tener cuidado que el tallo del lulav sea al menos un palmo más alto que los hadasim y las aravot (Shulján Aruj 650:2). Si los hadasim y las aravot son largos y el lulav corto, y su longitud no excede a la de los primeros en al menos un palmo, debe hacerse una de estas dos cosas: o acortar los hadasim y las aravot y de ese modo dejarlas en su medida correcta, que es de un mínimo de tres palmos para que el lulav los sobrepase en un palmo, o amarrar las dos especies de modo tal que su comienzo sea más bajo que el del lulav para que en la práctica el lulav esté un palmo por encima suyo.

No se ha de tomar más de un lulav o más de un etrog, los hadasim deben ser tres y las aravot dos, pero en caso de querer agregar más de éstos – se puede, y muchos tienen el cuidado de no sumar más hadasim o más aravot al número prescrito (Shulján Aruj 651:15).

Está prohibido sumar otra especie a las cuatro que la Torá prescribió tomar, y aquel que lo hace transgrede la prohibición de “no agregarás” (Shulján Aruj 651:14).

Hay quienes acostumbran a amarrar los hadasim del lado derecho del lulav y las aravot del izquierdo (Shelá, Mishná Berurá 651:12). Y hay quienes acostumbran a amarrar un hadas del lado derecho, otro del lado izquierdo y otro en el centro, una aravá del lado derecho y otra del lado izquierdo (Maguén Abraham 4, en nombre del Arí). De las dos maneras se cumple el precepto con total excelencia (lamehadrín).

Hay quienes acostumbran a proceder con excelencia y hacen que los hadasim sean un poco más altos que las aravot, ya que los primeros aluden a las personas justas y las segundas al pueblo simple que es lego en cuestiones religiosas (‘amei haaretz’) (Ramá 651:1).

Además del precepto de amarrar las tres especies juntas hay quienes proceden con la excelencia de amarrar el lulav por medio de tres nudos, y los ashkenazíes tienen el recaudo de dejar su parte superior sin amarrar, para poder sacudir u ondear el lulav durante los na’anu’ím (Ramá 651:1, Mishná Berurá 14). Hay también quienes acostumbran a hacer dieciocho nudos en el lulav (ver Kaf HaJaím 16).

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