Pninei Halajá

06- Mujeres y niños en el precepto del lulav

Las mujeres están exentas del precepto de tomar el lulav ya que este precepto depende de un tiempo fijo y detentamos una regla general según la cual las mujeres están exentas de los preceptos positivos marcados por el tiempo (Tratado de Kidushín 29(A)). Mas una mujer que desee cumplir un precepto marcado por el tiempo, es recompensada por su observancia.

Según la costumbre mayoritaria de los sefaradíes las mujeres no recitan bendición por un precepto positivo marcado por el tiempo, ya que cómo puede decir “que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ordenó” si no fue preceptuada.  Según la tradición ashkenazí, dado que las mujeres cumplen un precepto al tomar el lulav, recitan la bendición. Y no se debe temer por la redacción de la misma, ya que en ésta se dice “nos ordenó” y no “me ordenó”, esto es, se refiere a la generalidad del pueblo de Israel y por supuesto que ésta incluye también a las mujeres. Si bien según la usanza sefaradí las mujeres no recitan bendiciones por preceptos marcados por el tiempo, respecto de la toma del lulav muchas sí acostumbran a hacerlo y hay quienes lo han fundamentado por medio de una explicación cabalística.

Un niño que sabe realizar los na’anu’ím como corresponde, o sea, que sabe llevar el manojo de las especies hacia adelante y traerlo de regreso, llevarlo hacia arriba y hacia abajo, su padre debe educarlo en la observancia del precepto. Si el niño llegó a una edad en la cual puede asistir a la sinagoga y rezar, es correcto que su padre le compre las cuatro especies para que pueda sacudirlas en los sitios establecidos por nuestros sabios. En caso de que el padre no tuviera la posibilidad de comprar las cuatro especies para su hijo, que al menos le dé a diario su propio lulav para que por su intermedio el niño cumpla el precepto (Tratado de Sucá 42(A), Shulján Aruj 657:1, Mishná Berurá 4).

Es bueno incentivar a las niñas pequeñas para que realicen na’anu’ím a diario, y si bien las mujeres están exentas del mandato, de todas maneras, hacen una acción preceptiva, y por lo tanto, el incentivarlas es una práctica educativa que procura generarles afecto por los preceptos.

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