Pninei Halajá

15. La Hagadá

01. Y le contarás a tu hijo en ese día

Es un precepto positivo de la Torá relatar acerca de la salida de Egipto en la noche del quince de Nisán, y cuanto más nos extendamos y profundicemos en el relato, aclarando la gran generosidad que el Eterno nos prodigó salvándonos de los egipcios y vengando nuestro oprobio, explicando las señales y las maravillas que HaShem mostró entonces sobre la tierra en nuestro favor, elucidando las leyes festivas y alabando a HaShem – ello merece ser elogiado.  El precepto principal es relatarle lo sucedido a los niños, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 13:8): «y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto«. Sin embargo, quien carece de hijos está igualmente preceptuado por la Torá de recordar la salida de Egipto en la noche del Seder, tal cual está escrito (ídem vers. 3): «Ha de recordarse el día, éste, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de esclavitud; ya que con la fuerza del Poder os ha sacado HaShem a vosotros de aquí«.

Dos preceptos nos ordenan educar a los niños: primeramente, enseñarles Torá para que puedan entender el mundo correctamente y vivir en él según el camino de D´s; lo cual incluye acostumbrarlos a cumplir los preceptos pues no se le puede enseñar a un niño el precepto del Shabat o de la kashrut, entre otros, sin acostumbrarlos en el cumplimiento práctico (Pninei Halajá Shabat 24:1). En segundo término, estamos preceptuados de relatarles a los niños la salida de Egipto en la noche del Seder. Aparentemente esto nos presenta una pregunta ya que podría incluirse el relato de la salida de Egipto en el marco del precepto general de enseñarle al niño Torá, y, de hecho, ¿qué se agrega específicamente en la noche del Seder? La respuesta apunta a que el propósito de esta noche es el de transmitir a los niños los fundamentos de la fe que anteceden al estudio común o rutinario de Torá. Nuestros pequeños deben saber cómo se formó el pueblo de Israel, que HaShem lo escogió de entre todas las naciones, le encomendó el gran cometido de recibir la Torá y traer al mundo la posibilidad de la reparación total («Tikún Olam»[1]). Los progenitores no habrán de vivir en este mundo eternamente y los niños son quienes deberán portar sobre sus hombros la transmisión de la tradición, del gran rol que le reservó el Eterno al pueblo de Israel hasta completar esa reparación, el «tikún» que mencionamos. Ese es el mensaje de la noche del Seder y todos sus preceptos apuntan a transmitirlo.

La obligación de estudiar Torá también se aprende del versículo «Las enseñaréis a vuestros hijos a hablar de ellas» (Devarim-Deuteronomio 11:19), de lo cual nuestros sabios explican que para quien es preceptivo enseñarle a su hijo, él mismo debe aprender (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 29(B)). De esto podemos deducir que el tema central de la Torá es prodigar vida en el mundo e incrementarla y no solamente elevar a quienes la estudian. Por ello, la Torá destacó en este precepto, el de enseñar a los hijos, su propósito esencial que es el de influenciar positivamente a todo el pueblo de Israel por todas las generaciones; y de esto se desprende que cada judío individualmente está preceptuado de estudiar Torá según su capacidad. Esto y más, cuando una persona estudia con el propósito de enseñar, su aprendizaje es más intenso y profundo. Otro tanto ocurre con el precepto de relatar la salida de Egipto, su énfasis primario es transmitir la responsabilidad de detentar la tradición a los hijos, y en virtud de ello es claro que los padres habrán de profundizar en la comprensión de su rol para ser dignos del propósito superior que el Eterno le reserva al pueblo de Israel.


[1]. Tikún Olam es el concepto del judaísmo que significa «reparar el mundo», lo que sugiere la responsabilidad compartida de la humanidad para curar, reparar y transformar el mundo. La expresión Tikún Olam ya se utiliza en la Mishná en el siglo II de la EC en la frase «Mip´nei Tikún Haolam (por el bien del tikún del mundo) para indicar que una práctica debería ser seguida no porque es exigida por la ley bíblica sino porque ayuda a evitar la falta de armonía social (Mishná Guitín 4:2, Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 88(B)) (N. de Ed.).

02. El precepto de relatar la salida de Egipto en la noche de Pesaj

Es precepto de la Torá relatar la salida de Egipto en la noche en la cual salimos de la esclavitud rumbo a nuestra libertad definitiva. Si bien es preceptivo recordar la salida de Egipto a diario, tal cual está escrito (Devarim-Deuteronomio 16:3): «para que te acuerdes del día en que saliste de la tierra de Egipto todos los días de tu vida«, lo cual fue explicado por Ben Zoma de la  siguiente manera: «los días de tu vida» se refiere a los días, «todos los días de tu vida» incluye también las noches (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 12(B)). A los efectos de recordar la salida de Egipto cada día y cada noche agregamos al recitado del Shemá la tercera porción que es la del tzitzit, en la cual leemos: «Yo soy HaShem, vuestro D’s, que os he sacado a vosotros de la tierra de Egipto para ser para vosotros D’s. Yo soy HaShem vuestro D’s» (Bamidbar-Números 15:41).

Empero, existen grandes diferencias entre el precepto que se cumple a diario y el de la noche del Seder: a) El recordatorio que se efectúa a diario implica únicamente recordar la salida de Egipto mientras que en la noche del Seder en el mes de Nisán el evento del Éxodo se debe relatar más extensamente. b) En la noche del Seder es precepto especial contarle los hechos a los niños. c) En la noche del Seder estamos preceptuados de relatar el Éxodo mientras la matzá y el maror están servidos delante nuestro en la mesa. d) En la noche del Seder es preceptivo relatar la salida por medio de preguntas y respuestas. e) Las mujeres están exentas del precepto de relatar a diario la salida de Egipto mientras que en la noche del Seder están preceptuadas de hacerlo.

En términos generales es necesario saber que la salida de Egipto es el fundamento de la creencia israelita, pues entonces se reveló por vez primera la Providencia Divina sobre el mundo mediante grandes señales y maravillas frente a toda una nación y quedó claro que escogió al pueblo de Israel como Su pueblo, como aquél que ha de revelar Su palabra en el universo. Es por ello que todos los sábados y días festivos se conmemoran en recuerdo de la salida de Egipto, tal como lo recitamos en el rezo y en el kidush. En virtud de este precepto especial de narrar la salida de Egipto en la noche del Seder se consolida el pilar fundamental de la fe y se le confiere significado a los breves recordatorios de la salida de Egipto a lo largo del año.

03. El precepto de comenzar el Seder mediante una pregunta

Es precepto relatar la salida de Egipto mediante preguntas y respuestas, tal cual está escrito (Devarim- Deuteronomio 6:20-22): «Cuando mañana te pregunte tu hijo… le dirás a tu hijo siervos fuimos del Faraón en Egipto«, asimismo está escrito (Shemot-Éxodo 12:26-27): «Y ocurrirá cuando os dijeren a vosotros, vuestros hijos: «¿Qué es este culto para vosotros? Habréis de decir: Sacrificio de Pesaj es para HaShem«. Además, está escrito (ídem 13:14): «y será, cuando te preguntare tu hijo, mañana, diciendo: ¿Qué es esto? Habrás de decirle a él: Con la fuerza del Poder nos sacó HaShem de Egipto, de la casa de la esclavitud…»

Mediante el acto de preguntar el corazón y la mente se abren para recibir una respuesta, y dado que el mensaje que debemos transmitir en la noche del Seder es de suma importancia, se nos ordenó hacerlo de la mejor manera, mediante preguntas y respuestas.

La razón básica de los preceptos específicos de la noche del Seder como la ingestión de matzá, el sacrificio de Pesaj y la ingesta del maror, es despertar en los niños la pregunta de «¿en qué se diferencia esta noche de las demás noches?», para que perciban que se trata de una noche especial cuya esencia deben aprehender. Así es como nuestros sabios establecieron que en esta noche se modifiquen los hábitos en algunos aspectos para así impulsar a los niños a preguntar. Primeramente, se les reparte nueces y granos tostados y en virtud de ello entienden que se trata de una noche especial y festiva. Los sabios dispusieron que tras culminar el kidush se proceda a lavar las manos e ingerir karpás remojado en agua con sal, lo cual no se hace durante el resto del año. Esto y más, una vez terminado el kidush se sirve la segunda copa y se quitan la keará y las matzot de la mesa en vez de comenzar a comer, con el único propósito de que los niños entiendan que se trata de una noche especial y se interesen por su significado y pregunten desde lo profundo de su corazón: «¿en qué se diferencia esta noche de las demás noches?»

Podría quizás decirse que la pregunta «¿en qué se diferencia?» («má nishtaná») encierra una interrogante profunda y trascendente respecto de la existencia del pueblo de Israel, acerca de por qué fue diferenciado de las demás naciones tanto en sus preceptos, sus sufrimientos, sus logros espirituales, su exilio, así como también en su redención. Esta es una pregunta a la que no se le puede dar una respuesta completa, y sólo mediante el análisis y la contemplación de la salida de Egipto y la elección del pueblo de Israel podremos entender que se trata de una cuestión Divina, que podemos comprender parcialmente pero nunca en su totalidad. Es así como esta pregunta nos eleva más y más llevándonos infinitamente a una comprensión cada vez más profunda. Quizás sea por esta razón que la Torá nos instruye referirnos en la noche del Seder al relato de la salida de Egipto y de la singularidad de Israel por medio de preguntas y respuestas, pues la base existencial del pueblo de Israel se encuentra en el cuestionamiento que nos abre a un sinnúmero de ideas infinitas. Si no se transmiten la Torá y el relato de la salida a los niños no habrán de surgir nuevas preguntas y no podremos continuar elevándonos.

04. El formato de “Má Nishtaná”

A los efectos de conferirle a la pregunta que nos ocupa un marco ordenado, nuestros sabios redactaron un formato del “má nishtaná” por medio del cual los niños puedan expresar su sorpresa ante lo diferente que resulta ser esa noche y a partir de ello se les narre la salida de Egipto. En el formato del “má nishtaná” los sabios incluyeron preguntas respecto de todos los alimentos que es preceptivo ingerir en la noche del Seder: matzá, maror, el sacrificio de Pesaj (“Pesaj”) y la doble ablución de manos. Tras la destrucción del Templo ya no se pregunta sobre la ingestión del cordero pascual («Korbán Pesaj») y en su lugar se agregó una pregunta respecto de la costumbre de comer reclinados hacia la izquierda.

En un sitio en el cual no hay niños que pregunten “má nishtaná” el más joven de los presentes habrá de hacerlo, y aunque todos los comensales sean expertos en el relato de la salida de Egipto uno de ellos habrá de preguntar “má nishtaná”. Incluso en el caso de una persona que hace el Seder en soledad debe preguntarse “má nishtaná”. Este es el orden, el relato se abre mediante una pregunta a los efectos de que resulte más completo. Dado que uno de los niños o adultos presentes preguntó “má nishtaná” los demás presentes ya no precisan repetir las preguntas, sino que de inmediato pasan a recitar “Avadim Haínu” (Shulján Aruj y Ramá 473:7).

05. La Torá habló de cuatro hijos

En la Torá hallamos cuatro veces que la persona debe contarle a su hijo lo acontecido durante la salida de Egipto y en cada una de estas oportunidades la Torá emplea una redacción diferente, de lo cual podemos deducir y de esto aprendemos que es menester que el relato sea explicado de una manera que se adapte a cada hijo conforme sus capacidades y virtudes.

En un sitio está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:20): «Cuando te preguntare tu hijo mañana diciendo: ¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes que ha ordenado HaShem, nuestro D’s, a vosotros?» Del hecho de que el hijo pregunta de un modo detallado «¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes?» se desprende que se trata de un hijo sabio. De los versículos siguientes aprendemos que como respuesta a esta pregunta es necesario relatar exhaustivamente acerca de la salida de Egipto, el precepto del sacrificio del cordero de Pesaj y la misión del pueblo de Israel. Por ello la respuesta que se le da a este hijo es sumamente larga y detallada (como se verá en la siguiente halajá).

En otro pasaje está escrito (Shemot-Éxodo 12:26): «Y ocurrirá cuando os dijeren a vosotros, vuestros hijos: ¿Qué es este culto («avodá» literalmente trabajo) para vosotros? Habréis de decir: Sacrificio de Pesaj es para HaShem, que se apiadó de las casas de los hijos de Israel, en Egipto, al dañar Él a Egipto y a nuestras casas salvó«. Este hijo en cuestión es el malvado, pues denomina a los preceptos como «trabajo» de lo cual se infiere que le resulta difícil cumplirlos, y además agrega «para vosotros» de lo cual se entiende que no se siente copartícipe en su realización. De todas maneras, la Torá ordena prestarle atención y explicarle la particularidad y singularidad del pueblo de Israel la cual se manifiesta en la ofrenda del sacrificio de Pesaj. Siempre se debe creer que es probable que lo explicado pueda ingresar en su corazón, y entonces al ceñirse de fe y capacidad de superación habrá de santificar el Nombre de D´s y habrá de pasar a la próxima generación la antorcha de la tradición judía.

Además, está escrito (Shemot-Éxodo 13:14-15): «y será, cuando te preguntare tu hijo, mañana, diciendo: ¿Qué es esto? Habrás de decirle a él: Con la fuerza del Poder nos sacó HaShem de Egipto, de la casa de la esclavitud. Empero ocurrió que cuando se endureció Par´ó para liberamos, mató HaShem todo primogénito en la tierra de Egipto, desde primogénito de hombre hasta primogénito de bestia«. Del hecho que este hijo al preguntar emplea la expresión «¿qué es esto?» se desprende que se trata de una persona simple que no sabe articular y detallar correctamente su interrogante  y por lo tanto la Torá, en este caso, ordena explicarle conforme su capacidad los eventos impactantes que acompañaron la salida de Egipto, las grandes plagas que sufrieron los egipcios  y la dureza del corazón del Faraón que finalmente se vio quebrada por medio de la muerte de los primogénitos. Estas son las cuestiones que un hijo simple puede comprender y que pueden impresionarlo.

Aunque un hijo no tenga la iniciativa de preguntar nada por sí mismo es menester relatarle la salida de Egipto, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 13:7-8): «Panes ázimos se habrá de comer… y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto«. Dado que no formuló ninguna pregunta es nuestro deber despertar su curiosidad por medio de cosas tangibles. Por ello se le dice «por causa de esto», esto es, en mérito de las matzot, el maror y el sacrificio de Pesaj HaShem obró maravillas con nosotros y nos sacó de Egipto. Por ello, se coloca sobre la mesa una «keará» (platón alegórico) para que cada alimento allí presente patentice una de las significaciones de la noche del Seder.

06. El mensaje central de la Hagadá

A los efectos de entender cabalmente el sentido general del texto de la Hagadá y el relato de la salida de Egipto es necesario poner atención a la pregunta del hijo sabio y a la respuesta que este recibe, pues se trata del más encumbrado de los vástagos y nuestros rezos están dirigidos a que todos nuestros hijos crezcan, se desarrollen y se eleven hasta transformarse en sabios.

En primer lugar, el hijo sabio pregunta de manera detallada, tal cual está escrito: «¿Qué son los preceptos testimoniales y los fueros y las leyes que ha ordenado HaShem, nuestro D’s, a vosotros?» (Devarim-Deuteronomio 6:20). Primeramente, la respuesta se ocupa de la salida de Egipto y a partir de esta la explicación se ve ampliada y habla de la misión singular que tiene el pueblo de Israel: ingresar a la tierra de Israel, apegarse a D´s, cumplir con todos Sus preceptos y merecer recibir el bien Divino. Tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:21-25): «Habrás de decir a tu hijo: Esclavos fuimos a Par´ó en Egipto; y nos sacó HaShem de Egipto con poder fuerte. Y realizó HaShem signos y portentos, magnos y destructivos, en Egipto contra Par´ó y contra toda su casa a nuestros ojos. Empero a nosotros nos sacó de allí, para traernos, para darnos la tierra que ha prometido a nuestros patriarcas. Y nos ha ordenado HaShem, cumplir todos los fueros estos: para venerar a HaShem nuestro D’s, para nuestro bien, durante todos los días, para mantener nos en vida, como este día de hoy. Y mérito será para nosotros cuando cuidemos para cumplir toda la ordenanza esta, ante HaShem, nuestro D’s., como nos ha ordenado«. Vemos que el objetivo general de la noche del Seder es que mediante el relato de la salida de Egipto implantemos en el corazón de nuestros hijos e hijas el deseo de pertenecer al pueblo de Israel, heredar la tierra prometida, apegarse a D´s y cumplir con todos Sus preceptos.

A los efectos de poder narrar al hijo sabio la salida de Egipto sin dejar de lado ninguno de los componentes centrales del relato, los sabios de la Gran Asamblea -quienes vivieron a los inicios de la era del Segundo Templo-, establecieron el formato de la Hagadá. A lo largo de las distintas generaciones los grandes maestros tanaítas, amoráitas y gaonitas incorporaron párrafos suplementarios que incluyen fundamentos importantes vinculados al cumplimiento de los preceptos que se mencionan en la Hagadá, hasta que unos ochocientos años atrás se consolidó el formato definitivo y consensual de todas las comunidades judías del mundo basado en el de Rabí Amrám Gaón.

El texto de la Hagadá incluye el relato completo que quien lo recita incluye en él todos los temas referidos al Éxodo. De todas maneras, cuantas más explicaciones dirigidas a ampliar las ideas, los relatos y las halajot referidas a la salida de Egipto se agreguen – mejor y se ha de merecer más alabanzas.

07. Se comienza recordando eventos negativos («bignut») y se concluye alabando las bondades de la redención («beshevaj»)

Nuestros sabios dijeron que es menester comenzar el relato de la salida de Egipto recordando los sucesos negativos y concluirlo alabando las bondades de la liberación. La pregunta que surge es a qué eventos condenatorios se refieren. Hay quienes sostienen que se trata del «guenut haguf»- o sea, una condena al aspecto corporal del sometimiento ya que «Esclavos fuimos del Faraón en Egipto y amargaron nuestras vidas con trabajos forzados y luego «D´s nos redimió de sus manos» (la opinión de Shmuel). Otros opinan que se trata de eventos negativos de orden espiritual, ya que en un principio nuestros ancestros eran idólatras, tanto Teraj como Labán, y mediante un largo proceso de discernimiento nos transformamos en una nación íntegra que cree en un D´s único (según la opinión de Rav). En la práctica, nos conducimos según ambas opiniones y en la Hagadá describimos el proceso de pasaje de la esclavitud a la libertad y del ascenso desde la idolatría hasta que se revelara ante nosotros el mismísimo Rey de Reyes el Santo Bendito Es y nos hiciera meritorios de la fe completa (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 116(A)).

A primera vista parece resultar que es preferible ocuparse únicamente de los relatos agradables y beneficiosos, empero al echar una segunda mirada más profunda, resulta claro que cuanto más analicemos el pesar del sometimiento y el oprobio de la idolatría que sufrieron y practicaron nuestros antepasados – más podremos entender la envergadura de la salvación. Por medio de la oscuridad se discierne más claramente la luz.

Además, al centrarnos en la crítica por las carencias pasadas entendemos más cabalmente la naturaleza de la singularidad del pueblo de Israel, la cual no se basa en nuestras buenas acciones o nuestros logros, sino que se fundamenta en la elección Divina superior que está más allá de cualquier pensamiento humano. Si bien no éramos una nación encumbrada sino un pueblo de miserables esclavos, D´s nos escogió de entre todas las etnias y nos sacó de Egipto por medio de señales y maravillas. Si bien nuestros antepasados eran idólatras, D´s eligió revelársenos y entregarnos Su Torá. De aquí vemos que la peculiaridad del pueblo de Israel no depende de las acciones realizadas en este mundo sino de decretos y la determinación Divinos.

De esto podemos también aprender sobre la capacidad especial que detenta el pueblo de Israel de transformar la oscuridad en luz, el mal en bien y traer la redención al mundo. Por esta razón se pone énfasis primeramente en los sucesos negativos, a los efectos de demostrar cómo a partir de la esclavitud y la ignorancia de la idolatría alcanzamos encumbrados logros. Esto resulta sumamente reconfortante y consolador pues al igual que entonces, a partir de todos los problemas y los sufrimientos que padecemos en las últimas generaciones, la redención se revelará poco a poco.

Además, el recordar que fuimos esclavos miserables despierta en nuestros corazones sensibilidad y consideración por el extranjero y todo aquel que sufre y necesita ayuda, tal cual está escrito (Shemot -Éxodo 23:9): «Y al extranjero no habrás de oprimir ya que vosotros habéis conocido el sentir del extranjero; pues extranjeros habéis sido vosotros en la tierra de Egipto«.

08. El significado de las diez plagas

La Torá se explaya en la descripción de las diez plagas sin saltearse ni una de ellas. Esto posee diversas significaciones. La más simple es que en este mundo hay justicia y hay Un juez y finalmente el malvado es castigado. En el caso de grandes malvados como los egipcios que sometieron a los israelitas a labores discriminatorias y forzadas y ahogaron a sus hijos varones en el río corresponde que sean castigados ejemplarmente y todas las generaciones aprendan de lo sucedido.

Además, se nos está insinuando algo sumamente profundo. Tal como sabemos el mundo fue creado mediante diez alocuciones Divinas (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 32(A)). A esto se refiere la Kabalá al hablar de las «Diez Sefirot» por medio de las cuales el Eterno creó Su mundo y por medio de las cuales continúa vivificándolo. Sin embargo, mientras que el pueblo de Israel no se revelaba en el mundo, tampoco lo hacían los enunciados por medio de los cuales D´s sostiene el universo manteniéndose ocultos. Así como estos diez fundamentos espirituales se hallaban ocultos, de igual manera lo hacía el pueblo de Israel, y mientras no alcanzaban madurez suficiente para conformarse como nación seguían sometidos a Egipto.

Cuando el pueblo de Israel alcanzó la madurez y contaba con seiscientas mil almas (ver arriba 1:4), llegó el momento de salir en libertad. Fue entonces cuando Moshé recibió la orden por parte de HaShem de dirigirse al Faraón y exigirle «libera a Mi pueblo para que ofrezcan sacrificios ante Mí en el desierto«. Empero el Rey de Egipto se negó a liberarlos y respondió: «¿Quién es HaShem para que yo haya de escuchar Su Voz para liberar a Israel? ¡No conozco a HaShem, ni tampoco a Israel voy a liberar!» (Shemot-Éxodo 5:1-2). Posteriormente continuó obstinándose en múltiples ocasiones y rechazando la orden Divina que recibía. Sin embargo, finalmente el plan Divino es aquel que prevalece y ningún ser humano tiene la capacidad de oponerse a un Decreto Celestial, aunque se trate del líder del imperio más poderoso de la tierra. Entonces, con los mismos diez fundamentos por medio de los cuales el Eterno había creado el mundo, comenzó a desestabilizar al reino egipcio, plaga tras plaga hasta que los diez enunciados Divinos se manifestaron bajo la forma de desastres, el poderío egipcio fue destruido y los judíos salieron en libertad.

Cuando arribamos al Monte Sinaí HaShem nos reveló el significado de esos diez enunciados por medio de los Diez Mandamientos que son el fundamento de la Torá.

09. Pesaj, Matzá y Maror

En la Mishná (Tratado de Pesajim 116(A)) aprendemos: «Rabán Gamliel decía: todo aquél que no expresó estas tres cosas en Pesaj no cumplió con su deber, y son: Pesaj, Matzá y Maror»

Esto se refiere a que incluso quienes no tienen la oportunidad de recitar toda la Hagadá, que al menos se ocupen de los tres alimentos preceptivos de la noche del Seder, tal como reza el versículo que se refiere al precepto de enseñar al hijo que no sabe preguntar: «y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto» (Shemot-Éxodo 13:8). Nuestros sabios explicaron: «por causa de esto»- cuando la matzá y el maror se hallan frente a ti en tu mesa (Mejilta Bo cap. 17). De aquí aprendemos que al menos debemos reflexionar sobre el significado de los tres alimentos que se nos ordenó ingerir en la noche del Seder, y aunque en la actualidad no podemos ofrendar el sacrificio de Pesaj tenemos el deber de recordar su sentido.

Ya aprendimos que todo el escenario de la noche del Seder debe ser llevado a cabo por medio de preguntas y respuestas, y por lo tanto decimos: «Este cordero pascual que nuestros ancestros solían comer en tiempos del Sagrado Templo, ¿a qué se debe?»; también «esta matzá que ingerimos, ¿a qué se debe?»; y luego «este maror que comemos, ¿a qué se debe?»

Tenemos aquí tres elementos: el sacrificio pascual expresa la singularidad del pueblo de Israel, la matzá expresa la libertad y el maror el significado del sometimiento.

El cordero pascual expresa la singularidad del pueblo de Israel en cuanto a que HaShem separó nuestra nación de las demás naciones de modo milagroso castigando a los primogénitos egipcios y salteándose nuestras casas. Puede decirse que mientras el Sagrado Templo de Jerusalém permanezca en ruinas la singularidad del pueblo de Israel no se revela ante todos y por ello no podemos ofrendar el sacrificio pascual.

Sin embargo, la matzá que representa la redención de Egipto se constituye como precepto permanente pues el atributo de la libertad que adquirimos durante el Éxodo permanece por siempre, ya que al salir de Egipto el pueblo de Israel estableció con HaShem un vínculo absoluto, y esa es la libertad verdadera, ya que no hay hombre libre sino aquel que se dedica a la Torá. Incluso mientras nos encontramos sometidos a las naciones del mundo nuestro espíritu se mantiene libre, pues por medio de la Torá podemos sobreponernos al sometimiento de la materia.

En el caso del maror, mientras no se ofrenda el sacrificio pascual su ingestión es preceptiva sólo rabínicamente. El maror insinúa el dolor y la amargura del sometimiento. Puede decirse que cuando tenemos el mérito de poder ofrendar el sacrificio pascual logramos comprender el significado pleno del concepto de sufrimientos que depuran y mejoran a la persona y ver cómo a partir de aquellas desgracias surgió la salvación, y por ello su ingestión es preceptiva por la Torá. Empero en días en los cuales carecemos del Sagrado Templo y no tenemos el mérito de poder ofrendar el sacrificio pascual, si bien debemos creer que todo sufrimiento es para bien, nos es difícil sin embargo comprender esta idea cabalmente y darnos cuenta cómo de todos los escollos surgieron redenciones, y por esta razón la ingesta de maror es en la actualidad un precepto de orden únicamente rabínico.

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