Pninei Halajá

08. Un consuelo para quienes carecen de descendencia

01. Los pesares de la esterilidad y su motivo

Difícil de sobrellevar es el pesar de quienes no han podido engendrar. Dijeron nuestros sabios en el Tratado de Nedarim (64(B)): «todo aquel que no tiene hijos es como si estuviese muerto», tal como está escrito (Bereshit-Génesis 30:1) ´Y vio Rajel que no tenía hijos de Yaakov, y celó a su hermana y le dijo a Yaakov: dame hijos pues si no muero´». Los sabios nos enseñaron esto con el propósito de que la gente sepa cuán intenso es el dolor de quienes no tienen hijos, y en virtud de ello pidan al cielo que se apiaden de ellos y que puedan engendrar (Tosafot allí). En el caso de una pareja que tuvo uno o más  hijos pero desean seguir engendrando y no lo logran, pueden llegar a ponerse muy tristes, especialmente cuando viven en un entorno de familias numerosas.

La pregunta que cabe formular es ¿qué significado tienen estas penurias? ¿Acaso se trata de un castigo por pecados cometidos y entonces si se desea engendrar es menester retornar a D´s con intensidad; o se trata de un destino prefijado antes de nacer la persona por lo que no se le debe culpar por su pesar?

La respuesta es sumamente compleja, a veces las penurias son consecuencia de trasgresiones cometidas y otras veces estas se originan en el destino y a veces son consecuencia de ambas. En ciertas ocasiones el retorno y la plegaria ayudan y en otras no. Esto depende de un sinfín de factores que pasamos a explicar:

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Moed Katán 28(A)): «La vida, la prole (abundante o no) y el sustento  – ´Jayé, bané umezoné´- no dependen de los méritos hechos por el hombre sino que dependen del ´mazal´ (fortuna n. de t.)»

«Jayé» hace referencia a los años de vida de la persona, «Bané – a la cantidad de hijos, «Mezoné» – su sustento. Todos estos se desprenden del ´mazal´ de la persona que es determinado cuando ella nace y no guarda relación con sus méritos personales. Una prueba de ello es que tanto Raba como Rav Jisda eran ambos personas muy justas y en tiempos de sequía las plegarias de ambos eran bien recibidas. Rav Jisda vivió noventa y dos años y Raba cuarenta. En la casa de Rav Jisda hubo sesenta casamientos y en la de Raba sesenta fallecimientos. En lo de Rav Jisda gozaban de un muy buen pasar económico al punto que los perros eran alimentados con harina refinada, mientras que en lo de Raba eran pobres y ni siquiera contaban siempre con el barato pan de cebada indispensable. Respecto de ello dijeron nuestros sabios (ídem Kidushín 39(B)): «No hay recompensa en este mundo por el cumplimiento de los preceptos», esto es, la recompensa por los preceptos y el castigo por las trasgresiones no se reciben en este mundo pasajero sino en el mundo venidero que es eterno y verdadero.

En nuestro lenguaje contemporáneo al ´mazal´ lo llamamos destino, y tal como sabemos actualmente, en el momento en que un ser humano es concebido se establece su mapa genético el cual define si será una persona alta o baja, sabia o necia, sana o enferma, bella o fea. Algo similar a lo que dijeron nuestros sabios en cuanto a que al nacer se fijaba el ´mazal´ de la persona respecto de la duración de sus días, el número de sus descendientes  y la abundancia o escasez de su sustento.

Aparentemente nuestros sabios debatieron a este respecto (ídem Shabat 156(A)) pues según Rabí Janina el pueblo de Israel posee ´mazal´ mientras que según Rabí Iojanán no posee. Sin embargo, los comentaristas explicaron que ambos coinciden en que el ´mazal´ influye de sobremanera y que además el pueblo de Israel posee a veces la capacidad de modificarlo  mediante la plegaria y las buenas acciones en mucho mayor medida que cualquier otra nación. El debate se centra en si es habitual que un judío pueda modificar su ´mazal´ o si sólo en casos fuera de lo común es capaz de hacerlo (ver Tosafot Shabat allí, Ritba y Ran en Moed Katán).

La cuestión es que toda persona tiene un propósito determinado y en virtud de este se fija su ´mazal´. A veces, a los efectos de que cumpla con su propósito es necesario que la persona sea pobre y padezca sufrimientos, mientras que en otros casos es bueno que sea rica y sana. A veces el destino está predeterminado y por más que la persona haga cosas no podrá escapar de este salvo en casos muy especiales. A veces el destino no es absoluto por lo que mediante trasgresiones la persona puede inclinarlo para mal y padecer sufrimientos y mediante méritos puede recibir mayor bendición en este mundo. De todas maneras, mientras el mundo no está completamente reparado en lo moral, habrá en él personas que padecerán sufrimientos y mediante su superación el mundo se ha de refinar y elevar.

Desde cierto punto de vista el pesar por la esterilidad es diferente a los demás padecimientos pues traer niños al mundo es preceptivo, por lo que en este caso los justos realizan esfuerzos más ingentes para poder superar el designio. A veces, el mérito del deseo de cumplir con el precepto les es de ayuda. De todas maneras, hemos encontrado justos que no pudieron tener descendencia.

Tras esta introducción podremos estudiar cuáles son los caminos adecuados para enfrentar  el pesar de la esterilidad.

02. El esfuerzo en retornar, estudiar Torá y realizar actos caritativos

Es preceptivo para toda pareja que tiene dificultades en procrear recurrir a todos los tratamientos médicos aceptados a los efectos de poder tener hijos. Al mismo tiempo deben creer que esto se origina en la Providencia Divina individual, y es para el bien de la pareja a los efectos de mejorarlos y refinarlos, incrementar su felicidad en este mundo y en el venidero y en definitiva contribuir al mejoramiento del mundo.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 5(A)): «Si una persona ve que le sobrevienen padecimientos – que revise sus acciones pues quizás mediante esto los  sufrimientos lo dejen. Si revisó sus acciones y no encontró una trasgresión significativa,  que preste atención si no pecó por omisión de estudio de la Torá, por lo que incrementando el estudio cumplirá con su cometido y se salvará de sus padecimientos. Si la persona encuentra que cumple correctamente con el precepto de estudiar Torá habrá de saber que se trata de padecimientos originados en el amor Divino («isurei ahavá»), esto es, un sufrimiento que está destinado a redundar en beneficio de la comunidad, en el mejoramiento del mundo y su elevación.

De todas maneras, aunque los padecimientos hayan sobrevenido a causa de pecados u omisión en el estudio de la Torá, si la persona tiene el mérito de reparar su inconducta se beneficia en lo personal y beneficia al mundo entero. Esto se debe a que el mundo es juzgado de acuerdo a la tendencia mayoritaria de sus acciones, «si la persona cumple un precepto, feliz de ella que inclina su balanza y la del mundo hacia el lado del mérito, mientras que si cometió una trasgresión ¡ay de él! que inclinó su balanza y la del mundo hacia la culpabilidad» (ídem Kidushín 40(B)).

Dijeron nuestros sabios (ídem Rosh Hashaná 17(B)): «Grande es el retorno – «teshuvá» – que deja sin efecto una sentencia adversa que pende sobre la persona». El retorno  es bueno no solamente para reparar la trasgresión cometida sino que a veces se decreta sobre una persona que no tenga hijos a consecuencia de pecados cometidos por generaciones anteriores,  y ésta, a veces logra dejar sin efecto el decreto mediante el retorno a D´s con gran apego, el ingente esfuerzo en el estudio de la Torá y la realización de buenas acciones logrando así tener hijos.

Tal como aprendimos respecto de Jofní y Pinjás, hijos de Elí el Sumo  Sacerdote, que profanaron el Nombre Divino en el Tabernáculo de Shiló y por cuanto que su padre no les observó como correspondía, le fue dicho (Shmuel I -Samuel I 2:31): «He aquí que vendrán días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre y no habrá anciano en tu casa». Es necesario explicar que en las primeras generaciones todos los descendientes de Elí fallecieron jóvenes. Conforme pasaron las generaciones y se fueron casando con otras familias el decreto continuó pendiendo únicamente sobre quienes mantenían el nombre o que estaban conectados a este en la  raíz de su alma, e incluso mil años más tarde habían personas que eran consideradas sus continuadores por lo que recaía sobre ellos el castigo. Nuestros sabios dijeron que Raba y Abayé eran descendientes de Elí por lo que estaban destinados a fallecer jóvenes.  Mas ellos, siguiendo el consejo de los sabios retornaron a D´s en gran manera. Raba se dedicaba al estudio de la Torá y las acciones caritativas y logró vivir cuarenta años. Abayé estudiaba Torá y realizaba actos caritativos y vivió sesenta. Sobre esto está escrito (ídem 3:14): «Y por tanto he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será nunca expiada con sacrificio u ofrenda alguna». Nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 18(A)) puntualizaron: «no se habrá de expiar mediante sacrificio u ofrenda pero sí lo hará mediante el estudio de la Torá y la realización de actos caritativos».

Asimismo nuestros ancestros Abraham y Sará fueron recordados por HaShem y dieron a luz a Itzjak en mérito de haber acercado personas a la Torá mediante la hospitalidad, Abraham acercaba a los hombres y Sará a las mujeres, combinando así Torá con acciones caritativas. Por ello, el anuncio del nacimiento de Itzjak les fue anunciado mientras recibían huéspedes.

Realizar «aliá» a la tierra de Israel, la tierra de la vida, así como también dedicarse a su construcción y poblamiento puede ayudar a revertir la esterilidad (ver Ievamot 64(A)).

03. Plegaria para estériles

Grande es el poder de la plegaria para dejar sin efecto un decreto y superar la valla de la esterilidad, tal como está escrito (Bereshit-Genésis 25:21): «Y rogó Itzjak al Eterno frente a su mujer ya que era estéril, y accedió el Eterno, por lo que Rebeca concibió». Respecto de esto, dijeron nuestros sabios (Bereshit Rabá 63:5) que nos enseña que Itzjak y Rivká rezaron juntos reiteradamente y ambos pedían lo mismo, tal como está escrito: «frente a su mujer», de lo cual aprendemos que uno estaba prosternado de un lado y la otra del otro y decían: «Señor del Universo, todos los hijos que me habrás de dar provendrán de esta justa mujer», y ella a su vez decía, «todos los hijos que me habrás de dar provendrán de este justo varón».

Dijo Rabí Itzjak (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 64(A)): «¿Por qué razón nuestros patriarcas eran estériles? Porque el Eterno desea las plegarias de los justos» Es necesario explicar que las plegarias de los justos ayudan a abrir pórticos de bendición para el mundo entero, mas cuando estos justos viven en bienestar tal como merecen, no rezan suficientemente por el mundo que ha de permanecer sumido en sus problemas y sus sufrimientos. El Creador procura el bien del mundo, por lo que desea la plegaria del justo que logra conectar el universo con su origen y de esa forma cambia la realidad para bien y abre pórticos celestiales de los cuales fluye la bendición para todos. De esa forma, todas aquellas personas cuyas dificultades provienen a causa de estos impedimentos son redimidas conjuntamente con los justos.

Asimismo, nuestros sabios también dijeron (Bereshit Rabá 53:8): «Cuando nuestra matriarca Sara concibió, muchas mujeres estériles concibieron junto a ella, muchos sordos pudieron oír, muchos ciegos pudieron ver y muchas personas perturbadas recuperaron la cordura». Por ello dijo Sara (Bereshit 21:6): «Hilaridad me ha causado Elokim, todos cuantos lo oigan reirán conmigo. Todos los que escuchen lo que aconteció se reirán conmigo», pues de cierta manera todos fueron redimidos junto a ella.

A veces la misión de un ser humano es traer un alma nueva al mundo, un alma que habrá de hacer progresar a la humanidad un escalón, y dado que no se trata del tipo de almas que ya han nacido enfrenta dificultades para llegar al mundo, debe superar quejas celestiales en cuanto a que el mundo no es aún merecedor de semejante avance. Por ello, las personas que tienen que dar a luz estas almas sufren de esterilidad, y mediante la depuración personal fruto de la plegaria y el retorno se abren los pórticos celestiales y se accede a traerlas al mundo.

04. La plegaria de Janá

Vemos que Jana (Ana, la madre del profeta Samuel n. de t.) era estéril, y su dolor por ello era tan intenso que no podía participar de la alegría festiva ante D´s en el tabernáculo de Shiló. Cuando sus familiares comían de la carne de las ofrendas y se regocijaban, ella se  apartaba y lloraba en soledad. «Y le decía Elkaná su marido: Jana ¿por qué lloras y por qué no comes, y por qué está tu corazón triste? ¿Acaso no soy mejor para ti que diez hijos?» Entonces Jana escuchaba sus palabras y accedía a retornar a la comida festiva. «Un día se levantó Jana después de que hubieron comido en Shiló y después de que hubieron bebido, y mientras Elí, estaba sentado en una silla junto a la jamba de la puerta del Templo del Eterno, y ella con amargura en su alma oró llorando al Eterno. E hizo un voto diciendo: Eterno de los Ejércitos, si Tú quieres mirar la aflicción de Tu sierva y acordarte de mí y no olvidar a Tu sierva  sino que dieres a Tu sierva un hijo, entonces se lo daré al Eterno todos los días de su vida, y ninguna navaja  pasará por su cabeza» (Shmuel I-Samuel I 1:8-11). En virtud de su gran amargura logró elevar una plegaria sumamente profunda que abrió los pórticos celestiales para el nacimiento del alma de Shmuel, el mayor de los profetas del pueblo de Israel tras Moshé.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(B)): «Desde que el Eterno creó Su mundo nadie lo llamó ´Señor de los Ejércitos´ hasta que llegó Jana y lo llamó así. Jana dijo ante el Eterno: Señor del Universo, de todas las huestes que creaste en Tu mundo ¿acaso no hay un hijo que puedas concederme? En efecto, el Nombre Sagrado que se innovó en esta plegaria es el que manifestó Shmuel en su acción como profeta, pues él tuvo el mérito de revelar la santidad del ejército judío en la tierra de Israel, pudo educar a generaciones de profetas que le sucedieron y hasta tuvo el mérito de erigir la casa real de Israel y planificar la construcción del Sagrado Templo.

El Tanaj (Shmuel I-Samuel I 1:12-14) nos relata más sobre esta plegaria: «Y como Jana hacía largo rato que oraba al Eterno, Elí observaba su boca. Jana hablaba con su corazón. Sus labios apenas se movían y su voz no podía oírse por lo que Elí pensó que estaba ebria. Y le dijo Elí: ¿Cuánto tiempo seguirás ebria? Saca el vino de ti». Aquí vemos que su plegaria era tan especial e innovadora que el Sumo Sacerdote Elí a priori pensó que se trataba de una beoda. «Y respondióle Jana diciéndole: Oh Señor mío, soy una mujer de espíritu quebrantado, no he bebido ninguna bebida fuerte sino que he volcado mi alma al Eterno. No pienses que tu sierva es una mala mujer, pues de la abundancia de mis penas acabo de hablar aquí. Entonces contestóle Elí diciéndole: Vete en paz y que el D´s de Israel te conceda la merced que has pedido» (ídem 15-17).

No sólo el profeta Shmuel nació a consecuencia de la plegaria de Jana sino que según nuestros sabios muchas halajot importantes respecto de la oración se innovaron por su intermedio, y estas son: quien ora debe estar concentrado, debe pronunciar las palabras con su boca y no debe elevar su voz (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(A)). A raíz del hondo pesar que le provocó su esterilidad, Jana tuvo el mérito de revelar halajot nuevas y significaciones nuevas en cuanto al valor de la plegaria y la forma en que debe ser recitada. Este es un ejemplo de la bendición que puede descender al mundo en virtud del pesar de las mujeres estériles.

05. A modo de consuelo para estériles

A veces todos los rezos, retorno y fortalecimiento en el estudio de la Torá y la realización de buenas acciones no logran solucionar el problema. Los meses y los años pasan y la pareja no logra tener hijos. Quizás su destino está sellado y no hay manera de cambiarlo, por cuanto que las almas que podían traer al mundo pertenecen a otro mundo cuyo momento no ha llegado aún. Es probable que de haber podido modificar su destino, el niño que habría de nacer resultaría ser un gran malvado por no estar acorde con su tiempo, y por ello HaShem hace con esta pareja un gran acto de generosidad al privarles de un vástago que habría de amargar su vejez. A este respecto dijeron nuestros sabios (ídem 10(A)) que tras la destrucción del Sagrado Templo y la salida al exilio, los gobernantes de las naciones del mundo se burlaban de «Kneset Israel» (la generalidad del pueblo de Israel n. de t.) que era cual mujer estéril y no podía ser bendecida con hijos en la tierra de Israel. «Kneset Israel» solía responderles: cuando un malvado gobierna sobre la tierra es mejor ser estéril y no dar a luz hijos malvados cuyo destino final es el Guehinom como es vuestro caso. Sobre esto está escrito (Ishaiahu-Isaías 54:1): «¡Canta oh estéril, que no has parido! Prorrumpe en cánticos y grita fuerte, tú que no estuviste de parto, porque más son los hijos de la desolada que los hijos de la casada, dice el Eterno».

Asimismo, está escrito en algunos libros que los estériles deben ser cuidadosos de no rezar en demasía sino pedir ante HaShem que si a Sus ojos no es conveniente concederles descendencia ellos renuncian a su pedido, pues a veces, en el Cielo se sabe que si han de concebir hijos estos resultarán sumamente malvados o padecerán enormes sufrimientos, y a los efectos de facilitar la existencia de la pareja su pedido no es concedido (Shevet Musar 24:19).

De todas maneras, la pareja en cuestión debe saber que todas las plegarias que elevan, las buenas acciones que realizan y la Torá que estudian – no son en vano, pues aunque no les implique un beneficio directo son útiles para que se embaracen otras parejas que carecen de hijos. Además, todo esto lleva a un mejoramiento del mundo y lo acercan al día en el cual todas las almas de sus niños puedan nacer.

06. El valor de su amor y su alegría

Las parejas carentes de descendencia enfrentan un gran desafío. ¿Dejarse caer en los abismos de la amargura perdiendo así su fe y su alegría o sobreponerse a su dolor e incrementar el amor de pareja, cumpliendo el precepto de Oná con especial alegría pensando siempre cómo sumar bondades y regocijo a sus amigos y familiares? Pues en realidad, si bien no tuvieron hijos, su vida de pareja posee un enorme valor intrínseco.

Vimos ya que nuestros sabios (Bereshit Rabá 45:4) se preguntaron por qué nuestras matriarcas fueron en su mayoría estériles. Uno de los sabios explicó:  «para que se esmeren en embellecerse frente a sus maridos». Otro sabio explicó: «para que sus maridos puedan disfrutar en su compañía pues durante los embarazos la mujer suele afearse y descuidarse. Durante los noventa años que Sara no dio a luz se mantuvo bonita cual novia bajo su palio nupcial». Vemos pues que desde cierto aspecto las parejas que no logran engendrar pueden incrementar el amor, el deseo y la alegría conyugal.

Los sabios de la mística judía explicaron que cada copulación que se lleva a cabo con amor y pasión agrega vida y bendición al mundo. Tal como escribió el Shelá (Rabí Ishaiahu Halevi Horowitz n. de t.): «De cada cópula que se lleva a cabo con santidad resulta una buena acción. Y aunque la mujer no quede embarazada… el esperma derramado no resulta ser en vano ya que de este se crea un alma pura… pues de cada cópula se desprende una gran abundancia de almas y estas resultan ser las almas de otros niños». Por lo tanto «Abraham solía tener relaciones con Sara a pesar de que esta era estéril, y D´s nos libre de pensar que esto era en vano» (Sha´ar Haotiot Kedushat Hazivug 402). El Zohar (III 168:1) nos explica que en virtud de la unión completa, apasionada y con apego de estos dos justos que eran Abraham y Sara, se crearon almas en los mundos superiores que luego descendieron concatenadamente y a posteriori nacieron como hijos de diferentes familias, y cuando estos crecieron se acercaron a Abraham y a Sara y se convirtieron bajo su tutela. Sobre estos hijos está escrito (Bereshit-Génesis 12:5): «Y las almas que hicieron en Jarán». Por lo tanto, cuando la pareja que no logra tener hijos supera su tristeza y se unen con apego y pasión, se hacen socios en el descenso de almas al mundo y les son concedidas chispas de las almas que se crearon en virtud de su cópula.

Más aún, cuando una pareja carente de hijos a pesar de su sufrimiento y dolor logra reforzarse en su fe, profundizar en su amor conyugal y cumplir con el precepto de Oná tienen el mérito de aumentar la vida y la bendición en el mundo, ya que su amor posee una pureza especial pues no se sostiene sobre los hijos en común sino sobre el cariño mutuo, que es una expresión de la unicidad Divina que se manifiesta en el mundo. Si bien ellos no accedieron a tener hijos, tuvieron el mérito de revelar el valor intrínseco de la vida, y es por ello que aumentan la vitalidad y refuerzan la existencia de los mundos. Tal como explicó el Sagrado Arí (Arí»zal n. de t.), existen dos tipos de uniones de pareja, una destinada a traer almas al mundo y otra destinada a dar vitalidad y reforzar la existencia de los mundos (Sha´ar Hamitzvot Bereshit p. 7). Si bien una pareja que tuvo hijos también refuerza los mundos y los vitaliza mediante sus cópulas durante los embarazos de la mujer, los períodos de lactancia o cuando la mujer es ya mayor, por cuanto que en el caso de quienes no tuvieron hijos su unión sólo es del segundo tipo su influencia en los mundos es mayor. Empero, esto es así a condición de que mediante el amor y la alegría de la pareja logren realmente superar el obstáculo de la tristeza y ver al mundo con bien, alegrarse con las alegrías de los familiares y amigos, ocuparse de la construcción del mundo y ayudar al prójimo en la medida que les es posible.

07. La adopción de niños

Nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 13(A)) dijeron: «Todo aquel que cría un huérfano o una huérfana en su casa se lo considera como si lo hubiese dado a luz». Esto no se refiere especialmente a un niño cuyos padres hayan fallecido, sino también a uno que tiene padres con vida que no pueden dispensarle sus necesidades físicas y emocionales. El caso en el cual se basan nuestros sabios es el de Moshé, que es llamado hijo de la hija del Faraón, la princesa Batia. Si bien su madre Iojeved le amamantaba, dado que Batia lo crió, Moshé era considerado hijo de la última.

En el Tratado de Ketuvot (50(A)) nuestros sabios dijeron que todo aquel que tiene el mérito de criar en su casa un huérfano o una huérfana y casarlos, sobre él dice el salmista (106:3): «procede con rectitud todo el tiempo», pues el Eterno tiene tesoros reservados para los justos y entre ellos uno especial para quienes crían huérfanos en su hogar.

Esto y más, hay juristas que consideran que una pareja que cría a un huérfano en su hogar cumple cabalmente con el precepto de procrear, pues cuando los sabios dicen que «se lo considera como si lo hubiese dado a luz» se refieren a ello en el sentido literal de la palabra, esto es, como si lo hubiesen parido (ver Jojmat Shelomó Even Haezer 1:1). De todas maneras, de acuerdo a la postura de los demás juristas que no consideran la adopción como parición cabal, ven en esta un acto preceptivo de extraordinario valor por cuanto que lo hace voluntariamente.

Ya estudiamos en el precepto de honrar al padre y a la madre, que si bien según la Torá los hijos adoptados no están preceptuados a cumplirlo, desde la óptica de la ética bíblica estos deben honrar a quienes les adoptaron en todo aquello que los hijos carnales deben y aun más por cuanto que los padres adoptivos les criaron de manera voluntaria y desinteresada. Asimismo, hijos adoptados deben llevar luto y recitar kadish por sus padres adoptivos tras su fallecimiento. La única diferencia que hay con un hijo carnal es que este último tiene prohibido realizar una práctica médica que implique extracción de sangre de sus padres biológicos mientras que el hijo adoptado puede hacerlo (Pninei Halajá Likutim III 1:25).

En el caso de quien le resulta difícil criar un huérfano o ayudar en su crianza puede donar dinero a instituciones que se encargan de niños abandonados, les proveen de sus menesteres y los encaminan en la vida, y de esa manera será considerado socio en la educación de estos y en cierto aspecto se puede considerar como si los hubiese dado a luz. Cuanto mayor resulte la ayuda dispensada, más significativa será la participación en el precepto y el grado de paternidad.

En el caso de quien ayuda a padres biológicos en la crianza de sus hijos y su educación, también se lo considera de cierta manera como si los hubiese dado a luz. Tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 19(B)), Oved que era el hijo de Rut y Boaz es considerado también hijo de Naomí pues esta última participó de su crianza y educación, tal como está escrito (Rut 4:17): «Y las mujeres que eran vecinas suyas le dieron un nombre, anunciando: le ha nacido un hijo a Naomí, y le llamaron Oved. Él fue padre de Ishai, padre de David»

08. Enseñar a alumnos

Nuestros sabios dijeron (ídem Sanhedrín 19(B)): «todo aquel que enseña Torá al hijo de su compañero se lo considera como si lo hubiese dado a luz», la prueba de esto es que los hijos de Aharón son llamados por la Torá como hijos de Moshé, «para que sepas, Aharón los trajo al mundo y Moshé les enseñó, por lo tanto se llaman hijos del segundo».

Asimismo, está escrito en la porción del recitado del Shemá (Devarim-Deuteronomio 6:7): «…se lo enseñarás a tus hijos», sobre lo cualenseñaron nuestros sabios (Sifrí) que «tus hijos» se refiere a tus alumnos, y ves en todas partes que los alumnos son considerados hijos, tal como está escrito (Melajim – Reyes II 2:3): «Y los hijos de los profetas que estaban en Bet El vinieron a Elishá». ¿Hijos de profetas? ¿Acaso no eran alumnos de profetas? De aquí aprendemos que los alumnos son considerados hijos… y así como los alumnos son llamados hijos al Rav se lo llama padre, tal como está escrito (ídem 2:12): «Y Elishá lo vio y gritó: ¡Padre mío, padre mío, los carros de Israel y sus aurigas! Y no lo vio más»

Esta idea tiene implicancias halájicas, pues quien encuentra un objeto perdido perteneciente a su padre y otro perteneciente a su rabino, si no puede devolver los dos habrá de devolver el objeto de su rabino pues «su padre le trajo a este mundo y su rabino que le enseñó sabiduría (de la sagrada Torá) le lleva al mundo venidero». En caso de que su padre sea también un erudito debe devolver primeramente el objeto de su progenitor (Talmud Babilonio Tratado de Baba Metzía 33(A)).

Respecto de quien tuvo alumnos mas no logró engendrar hijos, el profeta Ieshaiahu-Isaías dice (56:4-5): «Porque así dice el Eterno en lo concerniente a los eunucos que guardan Mis sábados y escogen las cosas que Me complacen y son fieles a Mi pacto. También a ellos les daré cabida en Mi casa, y dentro de Mis muros un monumento y un recordatorio mejor que hijos e hijas. Les daré un recordatorio permanente que no será cortado». Se cuenta de Rabí Iojanán que se lamentaba profundamente por sus hijos fallecidos durante la infancia y que no tuvieron oportunidad de cumplir con el precepto de procrear, hasta que el abuelo logró consolarlo diciéndole que sus alumnos son considerados hijos suyos y en mérito de estos será merecedor del mundo venidero y memoria perpetua (Zohar I 187:2, Zohar Hajadash Ruth 108:2).

También aquellos que ayudan económicamente a quienes estudian Torá son considerados como quienes les educan pues de no mediar su donativo no podrían estudiar.

El Sefer Hajasidim (367) dice que a veces cuando no se desea descontar méritos a una persona, esta no logra «disfrutar de ambas mesas» (significa disponer de bienestar en diferentes ámbitos de la vida n. de t.) y por cuanto que la persona tuvo la suerte de acceder a la mesa del estudio de la Torá no se le concede la mesa de la familia con hijos. En caso de haber accedido a una familia con hijos no habría tenido éxito perdurable en el estudio de la Torá.

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