Pninei Halajá

04. La plegaria de Janá

Vemos que Jana (Ana, la madre del profeta Samuel n. de t.) era estéril, y su dolor por ello era tan intenso que no podía participar de la alegría festiva ante D´s en el tabernáculo de Shiló. Cuando sus familiares comían de la carne de las ofrendas y se regocijaban, ella se  apartaba y lloraba en soledad. «Y le decía Elkaná su marido: Jana ¿por qué lloras y por qué no comes, y por qué está tu corazón triste? ¿Acaso no soy mejor para ti que diez hijos?» Entonces Jana escuchaba sus palabras y accedía a retornar a la comida festiva. «Un día se levantó Jana después de que hubieron comido en Shiló y después de que hubieron bebido, y mientras Elí, estaba sentado en una silla junto a la jamba de la puerta del Templo del Eterno, y ella con amargura en su alma oró llorando al Eterno. E hizo un voto diciendo: Eterno de los Ejércitos, si Tú quieres mirar la aflicción de Tu sierva y acordarte de mí y no olvidar a Tu sierva  sino que dieres a Tu sierva un hijo, entonces se lo daré al Eterno todos los días de su vida, y ninguna navaja  pasará por su cabeza» (Shmuel I-Samuel I 1:8-11). En virtud de su gran amargura logró elevar una plegaria sumamente profunda que abrió los pórticos celestiales para el nacimiento del alma de Shmuel, el mayor de los profetas del pueblo de Israel tras Moshé.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(B)): «Desde que el Eterno creó Su mundo nadie lo llamó ´Señor de los Ejércitos´ hasta que llegó Jana y lo llamó así. Jana dijo ante el Eterno: Señor del Universo, de todas las huestes que creaste en Tu mundo ¿acaso no hay un hijo que puedas concederme? En efecto, el Nombre Sagrado que se innovó en esta plegaria es el que manifestó Shmuel en su acción como profeta, pues él tuvo el mérito de revelar la santidad del ejército judío en la tierra de Israel, pudo educar a generaciones de profetas que le sucedieron y hasta tuvo el mérito de erigir la casa real de Israel y planificar la construcción del Sagrado Templo.

El Tanaj (Shmuel I-Samuel I 1:12-14) nos relata más sobre esta plegaria: «Y como Jana hacía largo rato que oraba al Eterno, Elí observaba su boca. Jana hablaba con su corazón. Sus labios apenas se movían y su voz no podía oírse por lo que Elí pensó que estaba ebria. Y le dijo Elí: ¿Cuánto tiempo seguirás ebria? Saca el vino de ti». Aquí vemos que su plegaria era tan especial e innovadora que el Sumo Sacerdote Elí a priori pensó que se trataba de una beoda. «Y respondióle Jana diciéndole: Oh Señor mío, soy una mujer de espíritu quebrantado, no he bebido ninguna bebida fuerte sino que he volcado mi alma al Eterno. No pienses que tu sierva es una mala mujer, pues de la abundancia de mis penas acabo de hablar aquí. Entonces contestóle Elí diciéndole: Vete en paz y que el D´s de Israel te conceda la merced que has pedido» (ídem 15-17).

No sólo el profeta Shmuel nació a consecuencia de la plegaria de Jana sino que según nuestros sabios muchas halajot importantes respecto de la oración se innovaron por su intermedio, y estas son: quien ora debe estar concentrado, debe pronunciar las palabras con su boca y no debe elevar su voz (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(A)). A raíz del hondo pesar que le provocó su esterilidad, Jana tuvo el mérito de revelar halajot nuevas y significaciones nuevas en cuanto al valor de la plegaria y la forma en que debe ser recitada. Este es un ejemplo de la bendición que puede descender al mundo en virtud del pesar de las mujeres estériles.

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