Pninei Halajá

4 – Los tres juramentos.

Está escrito en el Cantar de los Cantares (2:7): «Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalém, por las gacelas y por las siervas del campo, que no despertéis ni agitéis a mi amada hasta que ella quiera». Nuestros sabios explicaron el versículo (Tratado de Ketuvot 111(A)) diciendo que D´s hizo jurar tres juramentos, dos al pueblo de Israel, en cuanto a que no desafíen a las naciones y no migren a Israel todos juntos «cual muralla», y un juramento hizo jurar a las naciones gentiles, respecto de que no sometan al Pueblo Judío más de la cuenta. Luego el Talmud agregó otros tres juramentos que D´s hizo jurar al pueblo de Israel: «que no revelen el final, que no lo alejen y que no revelen el secreto a las naciones». Rabí Eleazar agregó: «D´s les dijo a los israelitas: si cumplen el juramento mejor para ustedes y si lo quiebran Yo permitiré que vuestras carnes sean devoradas como la de las gacelas en el campo».

Uno de los sabios medievales, Rabí Isaac De León, autor del libro «Meguilat Esther», entendió que el significado de los juramentos es que «no nos rebelemos ante las naciones emprendiendo campañas de conquista violenta de la Tierra de Israel» y esta es la intención de evitar “migrar cual muralla”. De aquí concluyó que no es preceptivo asentarse en la Tierra de Israel hasta el arribo del Mashíaj (comentario sobre las adiciones de Najmánides a los preceptos positivos 4).

Empero, según la mayoría de los grandes sabios tanto medievales como de las últimas generaciones, el precepto de asentarse en la tierra de Israel es permanente y aplica en todas las épocas, tal como lo escribió Najmánides y tal como se sentenció en el Shulján Aruj (Even Haezer 75:3-5), y tal como lo escribió en Pitjei Teshuvá (Even Haezer 75:6). Vemos entonces que no debemos aprender de este texto agádico del Talmud que el precepto de asentarse en la Tierra de Israel no esté vigente en nuestros días.

El significado de los tres juramentos, recibió numerosas interpretaciones. Lo que se desprende de algunas de estas es que no se debe forzar el final y ascender a la Tierra de Israel por la fuerza sin considerar circunstancias prácticas. Esto se debe a que existe siempre el riesgo de que por efecto del sufrimiento del exilio y la milenaria expectativa de llegar finalmente a la Tierra de Israel, los judíos decidan migrar sin poseer la capacidad práctica de construir el país y enfrentarse con la oposición de las naciones del mundo, de modo tal que la migración apresurada conduzca a la destrucción y no a la redención. Respecto de esto, es que D´s nos hizo jurar que no migremos sin tomar en cuenta todas las circunstancias, sino que construyamos el país paulatinamente coordinando nuestros pasos con las naciones del mundo o mediante milagros celestiales manifiestos en el marco de una redención «inmediata».

Es así que finalmente el flujo migratorio a la Tierra de Israel fue paulatino, la comunidad judía se fue asentando paso a paso y paralelamente se llevó a cabo una actividad diplomática por parte de la Organización Sionista Mundial, hasta que finalmente las naciones del mundo reconocieron el derecho del Pueblo Judío de retornar a su tierra ancestral y construir en ésta su hogar nacional. Al ver estos procesos, Rabí Meir Simja de Dvinsk z”l escribió que tras la conferencia de San Remo «se disipó el temor a los juramentos».

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