Pninei Halajá

6 – Recitado de “Halel”.

Es preceptivo recitar el “Halel” en días especiales para agradecer y alabar a D´s por los milagros que nos ha dispensado. En primer lugar figuran los días festivos de la Torá: Pesaj, Shavuot y Sucot, en los que recordamos las maravillas que D´s obró al sacarnos de Egipto, entregarnos la Torá y conducirnos por el desierto hacia Eretz Israel.

Asimismo los sabios establecieron recitar “Halel” todos los días de Janucá, tal como está escrito en una Mishná exterior o “Baraita” (Meguilat Ta’anit capítulo 9): «¿Qué vieron los sabios en los días de Janucá que fijaron que en ellos se recite Halel? Esto es para que aprendas que por cada salvación que obró D´s con los hijos de Israel, éstos le recitan a D´s “Halel” y alabanzas, tal como está escrito en el libro de Ezra (3:11): ´Y respondieron con alabanzas y agradecimientos al Eterno porque Él es bueno´»

El Talmud explica (Tratado de Pesajim 117:A) que tras el milagro del cruce del Mar Rojo «los profetas entre los judíos instituyeron que por cada salvación a cada desgracia que pueda sobrevenir en un futuro, deberán recitar “Halel», y Rashi explica que en virtud de esta tradición los sabios en días del Segundo Templo dispusieron que se recite “Halel” en Janucá.

Es así que de lo visto se desprende que debemos recitar “Halel” por el milagro que nos prodigó D´s en Yom Haatzmaut, por efecto del cual nos salvamos de la peor de las desgracias, el exilio y el sometimiento a los extranjeros que causó todas las persecuciones y las espantosas masacres a lo largo de dos mil años.

Debemos ser sumamente cuidadosos de no mostrarnos desagradecidos con D´s y ya dijeron nuestros sabios, que todo aquél que agradece por el milagro que le ocurrió es beneficiado con otro milagro aún mayor. Por otra parte, si no agradecemos, podríamos estar alejando la redención (D´s no lo quiera). Se cuenta sobre el Rey Ezequías que era justo y tuvo el mérito de difundir la Torá en el seno del pueblo de Israel. Durante su reinado Senaquerib Rey de los asirios avanzó sobre Jerusalém al frente de un ejército enorme para destruirla y Ezequías en ese momento cayó enfermo de suma gravedad. A pesar de lo grave de la situación, no perdió la confianza en D´s, oró y el Eterno le hizo un gran milagro, por efecto del cual sanó y todo el ejército asirio pereció en una sola noche. En ese momento D´s quiso hacer de Ezequías el Mashíaj y de Senaquerib Gog y Magog y traer la redención al mundo. Empero Ezequías no entonó un cántico de acción de gracias, no recitó el “Halel” por su redención. Entonces, en las esferas celestiales se pronunció la cualidad del Rigor delante de D´s: «Soberano del Universo: si a David, Rey de Israel, que entonó cuantiosas alabanzas delante de ti no le coronaste como Mashíaj, ¿a Ezequías que tras prodigarle tantos milagros no entonó canto alguno de alabanza habrás de coronarlo? Es así que en virtud de esto la coronación quedó sin efecto». Hubo gran pesar en todos los mundos, la tierra quiso entonar alabanzas en su lugar, el ángel encargado del mundo quiso justificar a Ezequías, empero sus apologías no fueron escuchadas y se perdió en ese momento la oportunidad. Dijo entonces el profeta: «Ay de mí, ay de mí, ¿hasta cuándo?» (Tratado de Sanhedrín 94(A)).

Nosotros oramos durante numerosas generaciones «Eleva el estandarte y reúne a nuestros exiliados» y «guíanos prontamente erguidos hacia nuestra tierra», y hete aquí que en el mero momento en que nuestras oraciones son aceptadas ¿no habremos de agradecer? En los Salmos (106:47) leemos: «Sálvanos, oh Eterno, D´s nuestro y reúnenos de entre las naciones, para que alabemos Tu Santo nombre» y ahora que D´s nos reunió finalmente ¿no habremos de agradecer a Su Nombre Santo y no habremos de alabarlo?

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