Pninei Halajá

02. Día del toque del Shofar.

Dado que se trata del día del juicio recibe el nombre de «Día del Toque del Shofar» o «Yom Truá» (Bamidbar – Números 29:1). A diferencia del sonido de la «tekiá» (sonido fuerte y prolongado) que simboliza alegría y estabilidad, el sonido de la «truá» (entrecortado) insinúa quebrantamiento del corazón, temor, llanto y cambio radical de la presente situación. Onkelos tradujo al arameo «día de toque del Shofar» como «día de lamento y llanto».

Asimismo, vemos que Hashem ordenó al pueblo de Israel en el desierto que toquen una «tekiá» con las trompetas cuando sea menester reunirse, ya que este sonido implica alegría y encuentro. Mas cuando necesiten salir a la guerra o abandonar un sitio determinado y trasladarse a otro, deben ejecutar con las trompetas una «truá» (Bamidbar 10:1-7). Esto se debe a que la «truá» expresa quebrantamiento y llanto por lo que llegó a su término y no logró ser completado, amén de temor por la siguiente etapa. Por lo tanto, si cuando se pasa de un sitio a otro el temor es muy grande; mucho mayor aún es en Rosh Hashaná cuando la vida que otorgó Hashem para el año que pasó llegó a su término y la del año a iniciarse aún no fue adjudicada y no se ha definido aún quién habrá de vivir y quién habrá de morir, quién habrá de experimentar tranquilidad y quién habrá de padecer sufrimientos. Todo depende del veredicto del juicio, Hashem adjudica vida a las personas para el año entrante de acuerdo a sus acciones pasadas.

Por ello, el corazón se llena de temor al recordar la enorme responsabilidad que nuestro D´s depositó sobre nuestros hombros para darle continuidad a este mundo y repararlo. Las personas se despiertan para meditar sobre lo realizado, ¿acaso cumplieron con su cometido o decepcionaron? Por lo tanto, si bien el tiempo en el cual se toca el sonido de «truá» es breve, todo el día es denominado «Día de Toque de Truá», día de quebrantamiento y llanto, temor  y miedo.

En Rosh Hashaná se nos ordenó tocar el sonido de «truá» de un Shofar y no de una trompeta, ya que el primero expresa más cabalmente el sonido en cuestión que se asemeja a la voz del corazón, un sonido natural anterior a toda verbalización, más básico aún que el gemido o el llanto comunes. Se trata de un sonido que puede expresar el enorme dolor ocasionado por la mentira y el dolo, la negligencia y la alevosía; por la enorme brecha que media entre el hombre y su Creador y la gran distancia que hay entre nuestras aspiraciones ideales y nuestra vida real en la práctica (Shelá o Shnei Lujot Habrit sobre Rosh Hashaná en Torá Or 55).

Tocar el Shofar en Rosh Hashaná es un buen precepto que nos ordenó Hashem para de esta manera reconocer con humildad Su Reinado:   justamente mediante el dolor y el llanto insinuados en el sonido de la «truá» quedan sin efecto las acusaciones que penden contra nosotros y salimos airosos del juicio. Respecto de esto, nuestros sabios, de bendita memoria, dijeron (ídem Rosh Hashaná 16(B)) que «todo año que inicia con pobreza culmina con abundancia, tal como está escrito (Dvarim – Deuteronomio 11:12): «desde el principio del año hasta su fin»[1]

Sin embargo se nos ordenó rodear el sonido de «truá» con otros que aluden a la estabilidad y la alegría («tkiá»), ya que si nos retrotraemos a la raíz de la cuestión, vemos que el rigor y los padecimientos están orientados al bien de la persona y su reparación.

Se dice en nombre del Arí z»l que es bueno que la persona llore en Rosh Hashaná, y quien no lo hace es señal de que su alma no es ni recta ni completa (Shaar Hakavanot 90:1). Este llanto es la expresión del «Día de la Truá», esto es, día de sollozos y llanto. Sin embargo, Rosh Hashaná es también «Día de Santa Congregación» («Mikrá Kodesh») y por ende es preceptivo alegrarse. El llanto de este día no es de desesperanza y depresión sino de anhelo por un nivel espiritual superior. Se trata de un llanto de dolor por todo lo que aún no hemos logrado reparar, y de emoción por el enorme mérito que se nos concede y es el de poder presentarnos ante Él; mérito por la misión que nos encomendó el Creador y el alma sagrada que insufló en nuestro interior. En el día del juicio este llanto nos causa placer y alegría interior pues expresa la verdad y nos conduce a la reparación y la bendición. Estos son los dos aspectos de Rosh Hashaná, «Día de Santa congregación» y «Día de Truá», esta dualidad se expresa en los sonidos de «tkiá» y «truá».


[1]. En el versículo citado la palabra «principio» está sorprendentemente escrita sin la letra hebrea א  lo cual la asemeja al vocablo pobreza, los sabios interpretaron esta anomalía ortográfica como una insinuación de la Torá respecto de que el principio del año puede ser pobre, mas, como el inicio del versículo lo indica, esto obedece a la Providencia Divina por lo que al final del mismo la bendición ha de llegar (n. de t.)
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