Pninei Halajá

01. El significado de la fiesta

01. La fiesta de las Matzot («jag hamatzot») y la fiesta de Pesaj («jag hapesaj»)

Esta fiesta es recordada en la Torá mediante dos nombres que se corresponden con sus dos significados: Jag HaMatzot o fiesta de las Matzot, tal cual está escrito: «La festividad de los Panes Azimos habrás de observar» (Shemot-Éxodo 23:15 y otros sitios en el Tanaj) y Jag HaPesaj o fiesta de Pesaj, tal cual está escrito: «El sacrificio de la festividad del Pesaj» (ídem 34:25). El nombre «fiesta de las matzot» se refiere a la revelación de la fe, y Pesaj está relacionado con la condición peculiar – «Segulá»- de las que disfruta el pueblo de Israel.

Durante la salida de Egipto se reveló en el mundo la Divina Providencia y el modo de Ésta de dirigir la realidad de una manera clara y palpable, y por ello, el fundamento de la fe en HaShem tiene su origen en el éxodo. La matzá insinúa esta cuestión, tal como recitamos en la Hagadá: «Esta matzá que ingerimos, ¿a qué se debe? A que la masa de nuestros antepasados no alcanzó a leudar hasta que se reveló a ellos el Rey de los Reyes el Kadosh Baruj Hú o Santo Bendito Es y los redimió»

Durante el éxodo se reveló también la singularidad del pueblo de Israel, dado que en todas las plagas que azotaron a Egipto fue notoria la diferencia entre la suerte de los hijos de Israel y la de los egipcios, ya que los últimos fueron castigados y los primeros fueron salvados. Más claro aún fue cuando llegó la décima plaga, la muerte de los primogénitos, que afectó duramente a los hogares egipcios y salteó a los israelitas. Esta cuestión se manifiesta en el sacrificio de Pesaj («korbán Pesaj») que pone de relieve la protección singular («segulá) que recae sobre el pueblo de Israel.

Estos dos fundamentos, la fe y la singularidad del pueblo de Israel están íntimamente relacionados. A diferencia de las demás naciones que fueron conformadas mediante procesos humanos, el pueblo de Israel se estableció a partir de la salida de Egipto de un modo Divino, mediante señales y portentos, a los efectos de que recibiesen la enseñanza de HaShem que es la Torá. La situación del pueblo de Israel depende por completo de la cuestión espiritual: si los hijos de Israel hacen la voluntad de Dios y revelan Su Nombre en el mundo, reciben todas las bendiciones previstas en la Torá; en cambio, si no actúan de acuerdo con la Voluntad Superior recaen sobre ellos las maldiciones previstas en ella.

Como contraparte, la revelación del Nombre Divino en el mundo que es la difusión de los valores de HaShem en el seno de la creación depende del pueblo de Israel, tal como está escrito (Ieshaiahu-Isaías 43:21): «el pueblo que formé para Mí, para que pudiera hablar en Mi alabanza». Es por ello por lo que nuestros sabios dijeron (Bereshit Rabá 1:4): «la idea de Israel antecede a toda la realidad», o sea, antes de que todo fuera creado se ideó el surgimiento del pueblo de Israel pues por su intermedio se revela el objetivo último de la creación del mundo. Respecto a esto nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 88(A)): «El Santo Bendito Él estableció una condición en Su creación, por medio de la cual dijo: si el pueblo de Israel acepta la Torá la creación permanecerá y si no – la devolveré al caos inicial». La particularidad y la protección singular de la que disfruta el pueblo de Israel se manifestaron de manera especial al ser escogidos como Su pueblo durante la esclavitud, a pesar de que en ese período éramos una nación denigrada y estábamos inmersos en los cuarenta y nueve pórticos de impureza de Egipto.

De lo antedicho resulta que los dos nombres de esta festividad representan dos aspectos de una misma cuestión y es la revelación del Nombre de HaShem en el mundo por medio del pueblo de Israel.

02. Fiesta de la libertad («jag hajerut») – la revelación de la moral

¿Por qué fue necesario que el pueblo de Israel, antes de conformarse como nación haya debido padecer una esclavitud tan dolorosa en Egipto? La explicación es muy simple y se debe a que el cometido de la nación israelita es reparar el mundo desde un punto de vista moral, y para esos efectos debe conocer de cerca y de un modo muy palpable el sufrimiento y el dolor que un ser humano es capaz de infligir a su prójimo.

Asimismo, encontramos en muchos pasajes de la Torá que cuando ésta ordena cuestiones vinculadas a la relación del ser humano con su prójimo nos recuerda nuestra experiencia egipcia. Por ejemplo: «Y al extranjero no habrás de oprimir ya que vosotros habéis conocido el sentir del extranjero; pues extranjeros habéis sido vosotros en la tierra de Egipto» (Shemot-Éxodo 23:9). De igual manera leemos (Vaikrá-Levítico 19:33-34): «y cuando residiere contigo un extranjero en vuestra tierra, no habréis de oprimirlo. Como el nativo de vosotros habrá de ser el extranjero que reside con vosotros y lo amarás como a ti mismo ya que extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo soy HaShem vuestro D’s«.

Y así lo afirmaron nuestros sabios, de bendita memoria, al decir que antes de que HaShem comenzara a castigar a los egipcios con plagas le dijo a Moshé que ordene al pueblo de Israel las reglas de liberación de los siervos. La intención fue que antes de salir de Egipto los hijos de Israel asuman el deber de ser considerados con su servidumbre el día que se transformen en hombres libres y dispongan de esclavos para su servicio; no deberán abusar de ellos y tras seis años de trabajos, liberarlos al iniciarse el séptimo, así como el obsequiarles generosos presentes (Talmud Jerosolimitano Tratado de Rosh HaShaná 3:5).

En la salida de Egipto ocurrió algo definitivamente maravilloso. Todas las naciones que logran liberarse del yugo de sus opresores se ensoberbecen y se transforman en los avasalladores de sus anteriores amos. Sin embargo, en el caso del pueblo de Israel incluso después de que los egipcios fueron duramente castigados, no intentaron oprimirlos y avasallarlos sino simplemente se limitaron a salir en libertad. Esta fue la primera vez que la idea moral de la libertad humana se reveló en el mundo.

Por esta razón uno de los nombres que recibe esta fecha es «Jag Hajerut» o fiesta de la libertad, tal como nuestros sabios nos indicaron recitar en el rezo: «Zman Jerutenu» o «tiempo de nuestra libertad». No en vano Pesaj es la primera de las tres fiestas de peregrinación, en la cual se establece el fundamento de la libertad humana y de la responsabilidad moral de cada acto realizado tanto en el marco individual como en el colectivo. Es probable que sea esta la razón por la cual el cómputo de los años del reinado para los reyes de Israel se contaba desde el mes de Nisán, para que la idea de la libertad se encuentre en la base misma de la institución monárquica israelita.

03. Salida de Egipto – La liberación del espíritu del yugo material

Existe una diferencia radical entre el pueblo de Israel y el egipcio. La egipcia era una nación sumamente materialista con una perspectiva de mundo pagana. Por el contrario, la nación israelita se caracteriza por su perspectiva de mundo espiritual y abstracta, razón por la cual eran los únicos capaces de recibir la fe en un único D´s inmaterial, carente de cuerpo, de forma o definición material alguna. En virtud de ello el enfoque del pueblo de Israel hacia la realidad material es puro y correcto, y por lo tanto, los judíos son naturalmente recatados y se mantienen al margen de las relaciones sexuales prohibidas. Muy por el contrario, los egipcios al poseer una perspectiva de mundo tan material y poner tanto énfasis en lo tangible se vieron sumamente atraídos por la prostitución y las relaciones prohibidas. Es por ello por lo que la Torá ordena (Vaikrá-Levítico 18:3): «Como las prácticas de la tierra de Egipto -donde habéis habitado no habréis de hacer«, sobre lo cual nuestros sabios, de bendita memoria, comentaron (Torat Cohanim allí): «entre las naciones no había otra con prácticas denigrantes y abominables como la egipcia, especialmente durante la última generación de la servidumbre hebrea» (según el Maharal de Praga Guevurot HaShem cap.4).

La nación egipcia de aquel entonces alcanzó logros materiales y organizativos sorprendentes: generaron un sistema de gobierno estable, un mecanismo de riego sumamente desarrollado y una economía sofisticada (algunos de estos logros se los debían a Iosef HaTzadik). Sin embargo, estos logros materiales estaban desconectados e inclusive opuestos a los principios del mundo espiritual, y su cosmovisión era idolátrica en extremo. Ellos no creían en la existencia de un alma espiritual autónoma, sino que pensaban que ésta dependía del cuerpo para su existencia y estaba sometida a este. Se esmeraban en embalsamar los cadáveres pues pensaban que la existencia humana dependía pura y exclusivamente de la realidad corporal, aunque estuviesen ya muertos y carecieran de posibilidad alguna de moverse y hablar. Empero, para los egipcios estos continuaban existiendo en todos los demás aspectos de su realidad y por ello dedicaban ingentes esfuerzos a los efectos de construir pirámides, que no son más que esplendorosas tumbas para el cuerpo.

En la perspectiva judía de la realidad, lo material ocupa un sitial de importancia, empero, si se conforma una cosmovisión basada absolutamente en lo material, será seguro e inevitable que esta sea pagana e inmoral. Esto se debe a que todos los modelos o patrones de conducta que nos presenta la naturaleza se hallan faltos de moral. Puede haber en ellos belleza y sabiduría reflejadas en las maravillosas leyes naturales, mas carecerán necesariamente de moral. El fuerte devora al débil, los seres humanos poderosos sojuzgan a los más débiles. Según la cosmovisión idolátrica, en vez de aspirar a un escalón superior de existencia se consagra la realidad material tal cual es, con toda la injusticia y violencia que esta encierra.

Por el contrario, en la percepción del universo de la fe y lo espiritual, existe un continuo impulso por reparar el mundo, combatir la iniquidad e instaurar la justicia. Tal como profetizara Ieshaiahu-Isaías (11:4-9) sobre la redención y la conducta del Mashíaj: «…con justicia juzgará al pobre y decidirá con equidad por los débiles de la tierra, y herirá la tierra con la vara de su boca con el aliento de su labios matará al malvado. Y la rectitud ceñirá sus lomos, y la fidelidad ceñirá su cintura. Y el lobo morará con el cordero y el leopardo se acostará con el cabrito, y andarán juntos el becerro y el leoncillo y el cebón, y los conducirá un niño. Y la vaca y el oso comerán juntos; sus cachorros se acostarán juntos. Y el león comerá paja como el buey… Ellos no lastimarán ni herirán en toda Mi santa montaña, porque la tierra estará llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar«.

Vemos entonces que la salida de Egipto no se trata únicamente de la liberación de aquellos hijos de Israel que estaban allí esclavizados, sino que se trató de la liberación del espíritu de las cadenas de la materia. Por ello es tan importante estudiar sobre el Éxodo, al punto que nos fue ordenado todos los años en la noche del Seder vernos a nosotros mismos como si hubiéramos salido de Egipto. Por ello se nos ordenó recordar la salida de Egipto todos los días y todas las noches. En cierta forma el Shabat y cada una de las fiestas fueron instituídos como recordatorio de la salida de Egipto ya que fue allí donde el espíritu se liberó del yugo de la materia. Dado que aun no hemos concluido el proceso emancipatorio de las cadenas materiales, de las ataduras del instinto y sus bajas pasiones, desde un punto de vista espiritual todavía necesitamos continuar saliendo de Egipto y por ello es preceptivo dedicarnos a ello.

04. En la salida de Egipto la materia se transformó en el sostén (carruaje o «merkavá») de la Divina Presencia

Naturalmente, en este mundo físico los aspectos materiales son los que se perciben en primera instancia y se manifiestan de un modo pleno e intenso, mientras que, por el contrario, las cuestiones espirituales se mantienen ocultas y lleva tiempo hasta que se perciben en su debida significación. Por ello, fue natural que en un inicio los egipcios prevalecieron sobre los hijos de Israel, pues el poderío de los opresores ya se había efectivizado por completo en la realidad, mientras que nuestros antepasados se asemejaban todavía a un embrión que no había nacido. Dado que el poderío de Israel no podía aun manifestarse, los egipcios se aprovecharon de la circunstancia y los esclavizaron para así glorificarse y satisfacer sus bajas pasiones.

Sin embargo, todo esto fue para bien ya que la espiritualidad no se puede manifestar en el mundo sin una base material y esta la obtuvimos en Egipto. Durante el período en el cual los egipcios sojuzgaron a los hijos de Israel y pensaron que nos dominaban por completo, nosotros absorbimos y captamos su poder, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 1:7): «Empero los hijos de Israel fructificaron y proliferaron, se multiplicaron y se fortalecieron mucho, mucho y se llenó la tierra de ellos«. Cuanto más quisieron someternos y doblegarnos, más nos multiplicamos, tal cual está escrito (ídem 12): «así como lo oprimían, así se acrecentaba y así se expandía«, hasta que llegamos a ser seiscientos mil hombres en edad de alistarse en el ejército (mayores de veinte). El Maharal de Praga explica (Guevurot HaShem cap. 4 y 12) que este número es indispensable para la constitución o conformación del pueblo de Israel, y por ello al alcanzarlo y estar capacitados para la recepción de la revelación Divina el imperio egipcio se desmoronó y logramos salir para recibir la Torá en el Monte Sinaí.

Al salir de Egipto, además de ser bendecidos con abundante progenie nos hicimos de un gran patrimonio que fue la recompensa por los largos años de trabajo forzado sufridos y por lo tanto el pueblo de Israel inició su camino como nación con una firme base material, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 3:21-22): «…y ocurrirá que, cuando hayáis de partir, no partiréis vacíos. Pedirá cada mujer de su vecina y de aquella que mora en su casa, objetos de plata y objetos de oro y ropas. Los pondréis sobre vuestros hijos y sobre vuestras hijas y vaciaréis a Egipto»

De esta manera, se hizo justicia con Egipto pues si ellos hubiesen elegido comportarse con rectitud habrían ayudado al pueblo de Israel a crecer numéricamente y a consolidarse económicamente y en virtud de ello habrían resultado doblemente bendecidos, tal como se vieron beneficiados del actuar de Iosef quien contribuyera en su momento al florecimiento económico del reino en los difíciles años de la hambruna. Empero ellos eligieron el mal, sojuzgaron al pueblo de Israel cruelmente y por ello fueron castigados con diez plagas, y así el Nombre Divino fue consagrado en todo el mundo, los malvados fueron juzgados y los israelitas salieron en libertad.

05. Significado de la prohibición del «jametz» – arrogancia para con el Creador

La prohibición de «jametz» en Pesaj encierra un carácter especialmente estricto, pues la Torá no solamente prohibió ingerirlo, sino que adicionó las prohibiciones de no ser hallado y de no ser visto en mi posesión («lo imatzé veló ieraé»). A ello nuestros sabios agregaron la prohibición de la presencia de «jametz» en mezclas, aunque sea en una ínfima proporción. Esto significa que el alejamiento del «jametz» en Pesaj es absoluto ya que en esta fiesta el «jametz» simboliza el mal, tal como está escrito en el Zohar (II 40:2) en cuanto que este producto es la inclinación al mal. Allí se explica que el «jametz» insinúa o representa la tendencia a la arrogancia, pues la masa al leudar se infla lo cual se asemeja al ensoberbecimiento y al agrandamiento de la materia tal como el arrogante se agranda a sí mismo. Por el contrario, la «matzá» nos recuerda la humildad, pues esta permanece en su dimensión natural tal como el Santo Bendito Él la creó.

Aparentemente, esta idea resulta difícil de comprender ya que si el «jametz» representa la inclinación al mal ¿por qué no se nos preceptuó de abstenernos de su consumo durante todo el año? Muy por el contrario, vemos que según nuestras fuentes una de las virtudes del ser humano es que sabe producir exquisitas hogazas de pan leudado a partir de espigas de trigo (Midrash Tanjuma Tazría 5). Para estos efectos, el Creador dotó al ser humano de inteligencia cognitiva y habilidad práctica para que pueda dedicarse al mejoramiento del mundo. El Eterno creó un mundo incompleto para que el ser humano pueda imitar el accionar Divino y participar de su reparación por medio del desarrollo de la ciencia, la tecnología y el cultivo de los hábitos de laboriosidad. Esto significa leudar y mejorar la naturaleza horneando panes leudados. De esta idea se deriva que el «jametz» es positivo.

Empero, existen dos tipos de soberbia. El primero, cuando la persona se alaba a sí misma en exceso y piensa que es más sabio, fuerte y exitoso de lo que en verdad es. Toda persona consciente entiende que esta falencia afecta negativamente la capacidad de efectivizar el potencial individual, ya que si su forma de juzgar la realidad es defectuosa será incapaz de planificar sus acciones correctamente y entonces en vez de alegrarse por sus realizaciones, toda su vida estará repleta de fallas y decepciones o desilusiones. Esta soberbia afecta negativamente al «jametz» bueno y no tiene relación alguna con la prohibición de ingerir productos leudados en Pesaj que ordena la Torá. Por el contrario, esta actitud de soberbia afecta negativamente el «jametz» bueno de todo el año pues impide que el ser humano cree cosas agradables en el mundo.

El segundo tipo de soberbia está conectado a la prohibición de «jametz» y es en la actitud hacia el Creador. Una creencia fundamental de cada judío es que D´s creó el mundo con un propósito específico y todas las cuestiones, en su raíz, dependen únicamente de Él. Si bien D´s concedió al ser humano la capacidad de desarrollar y mejorar el mundo, esto se aplica al desarrollo de las ramificaciones de la realidad creada, empero, afectar las raíces mismas de ésta no está al alcance del hombre, pues se trata de los fundamentos de la Creación Divina. El Santo Bendito Él creó el mundo y concede vitalidad a cada ser humano, escogió al pueblo de Israel para ser Su nación y les entregó Su Torá. En todo ello el ser humano no tienen permiso de influenciar. Por eso cuando una persona se presenta ante su Creador debe envolverse en una gran humildad o hacerse de ella, y esforzarse por no introducir pensamientos humanos en los fundamentos creacionales, los cuales se asemejan a la prohibición del «jametz» en Pesaj. Así como existe un defecto terrible en quien duda si cometer o no suicidio ya que está terminantemente prohibido cercenar la vida que D´s le concedió, de igual manera es sumamente dañino introducir pensamientos humanos en los fundamentos de la fe.

La fiesta de Pesaj en general y el Seder de modo particular tienen por cometido afianzar en nuestro interior los fundamentos de la fe israelita en cuanto a la existencia de un Creador Providente para con Sus creaturas que escogió al pueblo de Israel para por su intermedio revelar Su Nombre en el mundo. Cada vez que se manifiesta un fundamento de la Divinidad en el mundo, ocurre por medio de una realidad milagrosa para de esa manera dejar en claro que se trata de una acción Divina y no humana. Es por esto por lo que la salida de Egipto fue acompañada de maravillas, para publicitar que la elección del pueblo de Israel es una cuestión Divina. Asimismo, la Torá fue entregada de un modo abiertamente milagroso en una generación que vivió cuarenta años en el desierto de un modo sobrenatural, para que se sepa que se trata de una cuestión absolutamente vinculada a D´s. En otras palabras: los fundamentos de la fe se pueden percibir mas no se pueden inventar. Todo aquel que introduce un elemento o perspectiva humana en los fundamentos de nuestra fe comete una trasgresión de idolatría. El Zohar nos insinúa que el «jametz» en Pesaj está también vinculado a esta trasgresión (II 182:1).

Por ello, justamente en esta fiesta que está destinada a afianzar en nuestro interior los fundamentos de la fe se nos ordena cuidarnos de sobremanera de cualquier resto de jametz en nuestros alimentos y pertenencias, pues éste expresa nuestra arista humana, la cual está prohibido incluir en el momento en que nos ocupamos de los fundamentos de la fe y sus raíces. Sin embargo, durante el resto del año nos ocupamos de las ramificaciones de la creación, las cuales tenemos el deber de desarrollar y mejorar y entonces el «jametz» es bienvenido.

06. El significado de la «matzá»

La «matzá» es lo opuesto al «jametz» y nos recuerda nuestra humildad ante el Creador, pues, aunque el Santo Bendito Él nos otorgó fuerzas para mejorar cosas en este mundo, carecemos de acceso a las raíces o fundamentos mismos de la existencia.

Por ello en Pesaj, cuando nos ocupamos de estas raíces no introducimos ni una pizca de «jametz» en nuestros alimentos, sino que ingerimos «matzá» la cual se mantiene fina tal como fue creada sin operar proceso alguno de leudado.

Por medio de la humildad que se expresa en la «matzá» nosotros percibimos y asimilamos la fe que se reveló en la salida de Egipto, el hecho de que HaShem es Providente para con Su mundo y escogió al pueblo de Israel. Si bien ya antes de la salida de Egipto hubo personas que creían en D´s, se trataba únicamente de una conexión individual de unos pocos con la Divinidad, empero, la fe completa aun no se había revelado en el mundo. Solamente con el Éxodo, al conformarse una nación que incluye en su seno todas las capas sociales y tiene por cometido revelar la voluntad Divina en el mundo se reveló por completo la fe verdadera.

La «matzá» nos recuerda la fe. El Zohar (II 183:2) denomina a la «matzá» «pan de la fe» – «Mijla de-meEmnuta»-, pues mediante su ingestión durante el Seder acompañada de una correcta intención meditativa se logra obtenerla y mediante la ingesta de «matzá» durante los siete días de la festividad se logra afianzar esta creencia en el corazón (Prí Tzadik Maamarei Pesaj 9).

Dado que la «matzá» alude a la fe, resulta claro que todo su proceso de elaboración debe ser sumamente cuidadoso tal como lo aprenderemos en el capítulo 12. Esto obedece a que la fe es la raíz de todo y por lo tanto cualquier defecto que se encuentre en esta provocará luego una gran calamidad en el mundo.

En virtud de esto podemos entender por qué el pueblo de Israel hubo de nacer en medio de la esclavitud egipcia ya que todas las naciones se desarrollan de un modo natural de abajo hacia arriba, pasando de familia a tribu y de tribu a nación. En el correr de su desarrollo se genera una cultura que se deriva de sus condiciones de existencia, del clima de su territorio y de los distintos enfrentamientos que experimenta con sus vecinos. A partir de esa cultura se genera también la percepción o creencia de que los seres humanos participaron en su elaboración y por ello se trata de un culto idolátrico.

En cambio, el pueblo de Israel se desarrolló como nación en la esclavitud y careciendo por completo de una cultura material propia, ya que esta no era posible que surgiera mientras estaban sojuzgados y se percibían a sí mismos como inferiores, interactuando con una cultura egipcia que no les pertenecía y a la cual lógicamente detestaban por pertenecer a quienes les oprimían.

Es así como el pueblo de Israel estaba en una situación de virtual «tábula rasa» cultural, carente de preconceptos, y por ello pudo adquirir la fe verdadera que está completamente basada en la Revelación Divina y recibir la Torá de origen Celestial, sin incluir en estas consideraciones humanas. Esta es la realidad insinuada por la «matzá» que es fina y pobre en aditivos, tal como lo era el pueblo de Israel en ese entonces.

07. Quien falta el respeto a las festividades

El Tratado de Avot (3:11) explica un principio sumamente importante. «Rabí Elazar HaModaí dice: quien profana la santidad de las ofrendas del Templo y falta el respeto debido a las festividades[1]… y quien explica la Torá de una manera distante a la intención original, aunque cuente con estudio de Torá y haya cumplido los preceptos no tiene parte en el mundo venidero».

Mi maestro el Rabino Tzví Iehuda HaCohen Kuk, de bendita memoria, solía decir que es necesario comprender cómo es posible que una persona que detenta en su haber estudio y cumplimiento de preceptos no sea merecedora de acceder al mundo venidero. Esto y más, ya que por cuanto que la Mishná no detalla cuánta Torá o cuántas buenas acciones tiene esta persona en su haber, significa que, aunque se trata de un gran erudito sumamente cuidadoso en el cumplimiento de los mandamientos y abunde en buenas acciones, como le falta el respeto debido a las festividades y explica la Torá de una manera distante a la intención Divina original no accede al mundo venidero.

Es necesario entender que la persona a la cual nos referimos es sumamente respetuosa de la tradición, cumple el Seder de Pesaj en todos sus detalles con minuciosidad, pero fundamenta todo en la racionalidad humana. Explica la importancia de la festividad de Pesaj y del Seder en el hecho de que por su intermedio los mayores transmiten la tradición a la joven generación y les inculcan los fundamentos morales de la libertad humana, el propósito de mejorar el mundo; la «matzá» patentiza y agudiza la consciencia histórica israelita y las cuatro copas de vino expresan la correspondiente alegría humana. Si bien todas estas ideas son correctas y hermosas carecen de lo principal que es el hecho de que D´s eligió al pueblo de Israel entre todas las naciones y nos dio Su Torá, nos ordenó celebrar Pesaj y comer «matzot» durante la noche del Seder.

Ese judío respeta mucho el Shabat pues en este día la familia judía se amalgama y consolida, cada judío en este día puede descansar del arduo quehacer de la semana y dedicarse a temas espirituales. Esta persona incluso explica que más de lo que los judíos cuidaron al Shabat este cuidó de los judíos. Empero, elige olvidar algo, que el Santo Bendito Él nos ordenó cuidar el Shabat en todas sus reglas generales y particulares.

A esto se refiere la Mishná con el concepto de «explicar la Torá de un modo distante a la intención original» («sheló kahalajá»). Si bien la persona en cuestión se esmera en su estudio, considera que la Torá no es de origen Celestial, sino que se trata únicamente de una sabiduría humana y por ello se permite a veces darle una interpretación distante de su sentido original. Le falta el debido respeto a las festividades al considerarlas tradiciones elaboradas por seres humanos que buscan expresar diferentes ideas espirituales y de hecho niega que hayan sido ordenadas por D´s en la Torá. Por lo tanto, aunque el judío en cuestión detente estudio de Torá y la realización de buenas acciones en este mundo, por lo que es considerado una persona honorable y respetada, empero carece de conexión alguna con la santidad, no participa de la misión eterna del pueblo de Israel y por lo tanto no tendrá parte en el mundo venidero.


[1]. El sentido tradicional se refiere a quien hace de los días intermedios de las festividades de Pesaj y Sucot (Jol Hamoed) días similares a los hábiles que a los festivos (n. de t.).

08. Se debe estudiar sobre las leyes de Pesaj treinta días antes de la Festividad

Se consultan y estudian las leyes pascuales treinta días antes de Pesaj. Esto lo aprendimos de Moshé Rabenu quien explicó las leyes de Pesaj Shení que cae el 14 de Yiar, un mes antes durante la festividad de Pesaj que cae el 14 del mes de Nisán. La principal razón de esto obedece a que todo el pueblo de Israel necesitaba preparar los sacrificios pascuales previo a la fiesta y revisar que los animales a ofrendar careciesen de defecto alguno que los torne no aptos ritualmente (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 6(A), Tratado de Avodá Zará 5(B)).

Incluso hoy, tras la destrucción del Templo de Jerusalém, este decreto no se anuló y por ende es necesario estudiar las leyes referentes a Pesaj treinta días antes del arribo de la festividad. Como es sabido las normas pascuales son numerosas: es necesario casherizar la casa, revisar el jametz y eliminarlo, hornear las «matzot» y llevar a cabo el Seder. Hay algunos sabios medievales que consideran que el decreto se refiere a que treinta días previo a la festividad, de entre todas las consultas que se le formulan a los eruditos éstos deben responder en primer lugar las relacionadas con Pesaj, pues se trata de consultas prácticas vinculadas a la fiesta que está por venir. Según estos juristas no existe un deber específico de estudiar las leyes pascuales en esos días (Ran y Rashbá). Sin embargo, muchos de los juristas medievales entienden que el precepto de fijar un tiempo para el estudio de las leyes pascuales aplica treinta días antes de la fiesta, o sea, a partir del día 14 del mes de Adar (Purim). Asimismo, en los colegios y en las ieshivot es correcto establecer un espacio de estudio de las leyes pascuales durante ese mes.

Respecto de las demás festividades, los juristas debatieron si es necesario estudiar las leyes correspondientes con treinta días de anterioridad. Hay algunos que sostienen que el decreto en cuestión fue establecido a los efectos de prepararse para traer ofrendas al Templo y en cada una de las tres fiestas de peregrinación se traían tres sacrificios: una ofrenda de «Reiá» (por hacerse presente y ver la Divina Presencia en el Templo), una de «Shalmei Jaguigá» (ofrenda festiva) y una tercera «Shalmei Simjá» (ofrenda de agradecimiento por la alegría festiva). Por lo tanto, según esta idea es correcto estudiar las leyes correspondientes a cada celebración treinta días antes de la festividad. Otros juristas entienden que esta costumbre se aplica fundamentalmente a Pesaj por cuanto que sus halajot son numerosas y estrictas (Mishná Berurá 429:1).

Todo esto se refiere a los preparativos previos a las fiestas, empero durante estas existe un decreto antiguo de los días de Moshé Rabenu, de bendita memoria, el cual ordena que en cada festividad los judíos estudien las leyes correspondientes a la misma, así como también profundicen en su significación espiritual (Tratado de Meguilá 32(A), Maguén Abraham 429:1).

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