Pninei Halajá

01. Y le contarás a tu hijo en ese día

Es un precepto positivo de la Torá relatar acerca de la salida de Egipto en la noche del quince de Nisán, y cuanto más nos extendamos y profundicemos en el relato, aclarando la gran generosidad que el Eterno nos prodigó salvándonos de los egipcios y vengando nuestro oprobio, explicando las señales y las maravillas que HaShem mostró entonces sobre la tierra en nuestro favor, elucidando las leyes festivas y alabando a HaShem – ello merece ser elogiado.  El precepto principal es relatarle lo sucedido a los niños, tal cual está escrito (Shemot-Éxodo 13:8): «y habrás de narrar a tu hijo, en aquel día, diciendo: Por causa de esto ha hecho HaShem para mí (portentos) al salir yo de Egipto«. Sin embargo, quien carece de hijos está igualmente preceptuado por la Torá de recordar la salida de Egipto en la noche del Seder, tal cual está escrito (ídem vers. 3): «Ha de recordarse el día, éste, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de esclavitud; ya que con la fuerza del Poder os ha sacado HaShem a vosotros de aquí«.

Dos preceptos nos ordenan educar a los niños: primeramente, enseñarles Torá para que puedan entender el mundo correctamente y vivir en él según el camino de D´s; lo cual incluye acostumbrarlos a cumplir los preceptos pues no se le puede enseñar a un niño el precepto del Shabat o de la kashrut, entre otros, sin acostumbrarlos en el cumplimiento práctico (Pninei Halajá Shabat 24:1). En segundo término, estamos preceptuados de relatarles a los niños la salida de Egipto en la noche del Seder. Aparentemente esto nos presenta una pregunta ya que podría incluirse el relato de la salida de Egipto en el marco del precepto general de enseñarle al niño Torá, y, de hecho, ¿qué se agrega específicamente en la noche del Seder? La respuesta apunta a que el propósito de esta noche es el de transmitir a los niños los fundamentos de la fe que anteceden al estudio común o rutinario de Torá. Nuestros pequeños deben saber cómo se formó el pueblo de Israel, que HaShem lo escogió de entre todas las naciones, le encomendó el gran cometido de recibir la Torá y traer al mundo la posibilidad de la reparación total («Tikún Olam»[1]). Los progenitores no habrán de vivir en este mundo eternamente y los niños son quienes deberán portar sobre sus hombros la transmisión de la tradición, del gran rol que le reservó el Eterno al pueblo de Israel hasta completar esa reparación, el «tikún» que mencionamos. Ese es el mensaje de la noche del Seder y todos sus preceptos apuntan a transmitirlo.

La obligación de estudiar Torá también se aprende del versículo «Las enseñaréis a vuestros hijos a hablar de ellas» (Devarim-Deuteronomio 11:19), de lo cual nuestros sabios explican que para quien es preceptivo enseñarle a su hijo, él mismo debe aprender (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 29(B)). De esto podemos deducir que el tema central de la Torá es prodigar vida en el mundo e incrementarla y no solamente elevar a quienes la estudian. Por ello, la Torá destacó en este precepto, el de enseñar a los hijos, su propósito esencial que es el de influenciar positivamente a todo el pueblo de Israel por todas las generaciones; y de esto se desprende que cada judío individualmente está preceptuado de estudiar Torá según su capacidad. Esto y más, cuando una persona estudia con el propósito de enseñar, su aprendizaje es más intenso y profundo. Otro tanto ocurre con el precepto de relatar la salida de Egipto, su énfasis primario es transmitir la responsabilidad de detentar la tradición a los hijos, y en virtud de ello es claro que los padres habrán de profundizar en la comprensión de su rol para ser dignos del propósito superior que el Eterno le reserva al pueblo de Israel.


[1]. Tikún Olam es el concepto del judaísmo que significa «reparar el mundo», lo que sugiere la responsabilidad compartida de la humanidad para curar, reparar y transformar el mundo. La expresión Tikún Olam ya se utiliza en la Mishná en el siglo II de la EC en la frase «Mip´nei Tikún Haolam (por el bien del tikún del mundo) para indicar que una práctica debería ser seguida no porque es exigida por la ley bíblica sino porque ayuda a evitar la falta de armonía social (Mishná Guitín 4:2, Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 88(B)) (N. de Ed.).

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