Pninei Halajá

13- El pueblo de Israel y las naciones del mundo

La festividad de Sucot es especial ya que también las setenta naciones del mundo participan de ella, ya que dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 55(B)) que los setenta bueyes que se nos ordenó ofrendar durante los siete días festivos se corresponden con las setenta naciones del mundo. Ya aprendimos (arriba 7) que en Sucot se revela el hecho de que no hay ámbito que no esté conectado a la santidad y por ende se pone también de manifiesto el valor positivo de las naciones del mundo. Sin embargo, el orden de la ofrenda de sacrificios era particular, el primer día festivo se ofrendaban trece bueyes, el segundo doce y así sucesivamente descendía su número hasta que el séptimo día solo se sacrificaban siete (Bamidbar-Números 29:12-34). La cuestión es que la raíz interior de las naciones del mundo es buena, no obstante, a menudo en sus acciones se revelan pecados graves y resulta necesario discernir el bien del mal, y por medio de la reducción paulatina en el número de bueyes las fuerzas negativas se consumen hasta que el séptimo día se ofrendan solo siete que es el número correcto y exacto para la revelación de la santidad en este mundo, el cual fue creado en siete días (ver Ein Aiá Shabat I 2:7).

Y así aprendimos del profeta, que en un futuro la festividad de Sucot será la prueba decisiva para las naciones del mundo, ya que todo aquel que ascienda a Jerusalém para prosternarse ante HaShem en esta festividad y celebrar junto al pueblo de Israel será sumamente bendecido. Tal como fue dicho (Zejariá-Zacarías 14:16-19): «Y ocurrirá que todo el que quedare de entre todas las naciones que habían venido contra Jerusalém ascenderán año tras año para prosternarse ante el Rey, HaShem Tzevaot, y para celebrar la Festividad de las Cabañas. Y ocurrirá que la que no ascendiere, de entre las familias de la tierra a Jerusalém para prosternarse ante el Rey HaShem Tzevaot, sobre ella no caerá la lluvia. Empero si la familia de Egipto no ascendiere y no hubiere venido, ¡pues no sobre ellos…! Sobre ellos recaerá la plaga con la cual había dañado HaShem a las naciones. Por no ascender ellos para celebrar la Festividad de las Cabañas…».

Nuestra relación con los gentiles es compleja ya que durante largos períodos de nuestra historia en reiteradas ocasiones actuaron cruelmente con nosotros, pero nuestra actitud básica hacia ellos es positiva. Dijeron nuestros sabios (ídem Sucá 55(B)): «Ay de las naciones que perdieron y no saben qué perdieron, en tiempo que existía el Santuario el altar expiaba por ellas, y ahora, ¿qué los purifica?». Dijeron los hijos de Israel: Padre Celestial, nosotros ofrendamos por ellos setenta bueyes por lo que deberían amarnos, y resulta que nos odian, tal como fue dicho (Tehilim-Salmos 109): ‘A cambio de mi amor se tornaron mis adversarios, mas yo soy todo oración’» (Bamidbar Rabá 21:24).

Asimismo, el Zohar explica en distintos pasajes que ofrendamos los setenta bueyes como acto de amor hacia las setenta naciones, para incrementarles la abundancia y la bendición (I 221:1, III 256:1). Pero si ellos nos odian al tiempo que nosotros ofrendamos los bueyes en su beneficio, ellos se ocupan de la abundancia que les fue dada a través de los sacrificios y no nos persiguen (I 64:1, II 187:1). Para finalizar, dado que son desagradecidos y nos odian malévolamente, la abundancia que reciben de nosotros se torna en su contra, tal como fue dicho (Mishlei-Proverbios 25:21-22): «Si tu enemigo tuviere hambre, dale pan que comer; y si tuviere sed, dale agua que beber porque así amontonarás ascuas sobre su cabeza; y HaShem te premiará» (III 259:1, 24:1-2).

En virtud de la manifestación de nuestra preocupación por el bienestar del mundo se revela más aún la singularidad del pueblo de Israel, y esto recibe su más plena expresión en la festividad de Sheminí Atzeret, en la cual gozamos de la exclusiva particularidad del amor existente entre HaShem y el pueblo de Israel. Por ello, en esta fecha ofrendamos un solo buey. Tal como dijeron nuestros sabios (ídem Sucá 55(B)): «¿Por qué (en Sheminí Atzeret se sacrifica) un buey solamente? En correspondencia con un pueblo único. Esto se asemeja a un rey humano que les dijo a sus siervos: Preparadme una gran comida. El día final le dijo a su amado: Hazme una comida pequeña para que disfrute de tu presencia» (ver adelante 7:2).

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