Pninei Halajá

06- Vivienda temporaria

El Santo Bendito Él quiso prodigarnos bien, por lo que nos escogió de entre todas las naciones, nos sacó de la esclavitud a la libertad y nos concedió la tierra sagrada, buena y amplia, que mana leche y miel, para que allí cumplamos la Torá y sus preceptos, plantemos árboles y construyamos casas, comamos de su fruto y nos saciemos de sus bondades, y toda nuestra vida en ella sea de santidad, hasta que la cuestión Divina se revele por completo en el mundo, en alma y cuerpo, en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, un gran peligro acecha permanentemente y es que a raíz de que nos asentemos en casas fijas y recolectemos abundante cosecha año tras año de nuestros campos nuestros corazones se tornen soberbios y nos olvidemos de HaShem nuestro D’s, y la misión en aras de la cual nos sacó de Egipto, se incrementen los pecados hasta que perdamos la tierra buena y debamos salir al exilio, errar entre las naciones, hacer crecer sus frutos y enriquecer sus arcas. De ello nos advirtió la Torá (Devarim-Deuteronomio 8:11-19): «Cuídate, no sea que olvides a HaShem tu D’s al no observar Sus Mandamientos, Sus leyes y Sus fueros que yo te ordeno hoy. No sea que comas y te sacies, edifiques buenas casas y las habites; tu ganado vacuno y tu ganado ovino se multipliquen, tu plata y tu oro se incrementen; y todo lo que es tuyo se multiplique, se enaltezca tu corazón y te olvides de HaShem tu D’s, el que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. El que te ha conducido por el desierto grande y temible, entre culebras, serpientes abrasadoras y escorpiones, por una tierra de sed donde no hay agua; sacándola para ti de la roca del pedernal. El que te hizo comer maná en el desierto, el cual no habían conocido tus padres, para afligirte y para someterte a prueba, para hacerte el bien en tu posteridad. No sea que digas en tu corazón: mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron esta riqueza. Has de recordar a HaShem tu D’s, pues Él es el que te da fuerza para hacer riqueza; para cumplir Su Pacto que ha prometido a tus patriarcas como el día este. Empero, ocurrirá que, si olvidares a HaShem tu D’s y te encaminares en pos de otros dioses, los adorares y te prosternares a ellos – os prevengo a vosotros el día de hoy, que será esta vuestra perdición…».

Por ello se nos ordenó justamente en la Fiesta de la Recolección, cuando estamos contentos por toda la cosecha que creció en nuestros campos, que habitemos la sucá que es una vivienda temporaria y recordemos así lo efímero de nuestra existencia en el mundo, y recordemos los días en los que fuimos esclavos del Faraón en Egipto y los cuarenta años que erramos por el desierto, durante los cuales habitamos temporariamente en sucot (según Rashbam a Vaikrá-Levítico 23:43).

Expliquemos más: Habitar cómodamente una casa puede generar en la persona una falsa imagen, como si las paredes y el techo de su hogar pudiesen servirle de protección ante cualquier desgracia o contratiempo. Sin embargo, en realidad, la vida del ser humano sobre la tierra es efímera, y las casas más sólidas y buenas no pueden protegerlo de enfermedades, desastres naturales y guerras. Y aunque sobreviva a todos estos eventos y alcance una apacible vejez, sus días llegarán a su fin y resultará evidente que su estancia en este mundo no es más que temporaria. E incluso durante los años en los que una persona logró vivir tranquilamente en la casa que le protege – la tranquilidad y la protección están manos de HaShem.

Quien no recuerda esto vive en el engaño. Piensa que cuanto más invierta en las vanidades de este mundo logrará una vida mejor y más estable, cuando en realidad, en la medida en que conecte en mayor medida su quehacer en este mundo a la Fuente de la Vida, a los valores eternos, alcanzará una vida verdadera, buena y plena de significado en la cual reina una genuina alegría (ver más en la halajá 9 respecto de la lectura de Kohelet-Eclesiastés).

Todos estos principios logramos internalizarlos en la festividad de Sucot por medio de la salida de la residencia fija y protegida para habitar la cabaña o sucá temporaria. Por ello, esta última es llamada «La Sombra de la Fe» (Tzila DeMeheimenuta). Y el tiempo de esta salida es exacto, poco antes del inicio del invierno que es cuando las personas se recluyen en sus hogares para protegerse del frio y del viento, de las lluvias tanto moderadas como torrenciales, se nos ordenó habitar en la sucá y recordar que en realidad HaShem es nuestro guardián y nuestro protector. «Si HaShem no habrá de construir la casa, inútil será el esfuerzo de los albañiles, Si HaShem no habrá de cuidar la ciudad, vano será el esfuerzo del centinela» (Tehilim-Salmos 127:1).

Por el mérito de habitar la sucá temporaria, por medio de la cual nos conectamos a la fe, tendremos el mérito de que HaShem haga reposar sobre nosotros Su Divina Presencia, extienda sobre nosotros la sucá de Su paz y erija para nosotros por siempre la Sucá de David caída (‘Sucat David Hanofelet’, reinstaure la dinastía davídica, N. de T.) y el Templo de Jerusalém, y residiremos seguros en casas permanentes en la tierra buena que prometió a nuestros ancestros y a nosotros. Tal como fue dicho (Amos 9:11-15): «En aquel día levantaré la Sucá de David caída, repararé sus brechas y erigiré sus ruinas y las reconstruiré como en los días pretéritos… y las montañas destilarán mosto y las colinas se derretirán. Haré retornar al cautiverio de Mi pueblo Israel y reconstruirán las ciudades desoladas y se asentarán en ellas, plantarán viñedos y beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Y los plantaré sobre su tierra y no la volverán a abandonar la heredad que les he dado, dijo HaShem tu D’s».

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