Pninei Halajá

10 – La alegría de la extracción del agua

En los días del Templo de Jerusalém, en Jol HaMo’ed de Sucot, se llevaban a cabo grandes celebraciones con música y danza en el patio del Santuario. Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 51(A)): «Quien no contempló la alegría de la extracción del agua no vio alegría en su vida».

Tras la ofrenda del sacrificio permanente vespertino (Korban HaTamid shel Bein Ha’Arbaim) se comenzaba con la celebración y esta se prolongaba toda la noche. Sobre el despuntar del alba el encargado del Templo anunciaba y los dos cohanim que se encontraban de pie en el portón superior (Sha’ar Elión) tocaban con las trompetas los sonidos de teki’á, teru’á y teki’á para despupes comenzar a descender del Santuario junto a todo el pueblo en una procesión. Cuando los cohanim llegaban al décimo escalón volvían a tocar teki’á, teru’á y teki’á. Al llegar a la sección de las mujeres (Ezrat Nashim) volvían a emitir sonidos de teki’á y teru’á y prolongaban la teki’á final hasta que llegaban al portón de esta sección que da en dirección este. De allí la procesión continuaba su camino descendente en dirección al manantial del Shiloaj (Siloé) para extraer de ese lugar el agua necesaria para la libación durante la ofrenda permanente matinal (Korban HaTamid shel Shajar) (ídem 51(B)).

Cuando ascendían al Templo ingresaban por el portón del agua (Sha’ar HaMaim) y los cohanim volvían a tocar tekiá, teru’á y teki’á. Estos toques eran a modo de sones de alegría, tal como fue dicho (Yshaiahu-Isaías 12:3): «Y extraeréis agua con regocijo de los manantiales de la salvación» (ídem Sucá 48(A) y (B)). La celebración de Simjat Beit HaShoevá recibe su nombre de la extracción de agua del manantial. Nuestros sabios agregaron que en virtud de la alegría preceptiva los grandes maestros de Israel lograron alcanzar el nivel de espíritu de santidad (Ruaj HaKodesh) lo cual le confiere también a la celebración el nombre de alegría de la extracción (Beit HaShoeva) ya que en ellas se extraía espíritu de santidad» (Talmud Jerosolimitano Tratado de Sucá 5:1).

Esta alegría se basaba en dos fundamentos: el regocijo que caracteriza a la festividad de Sucot y el precepto especial de la libación del agua que solamente se realizaba en esta fiesta. Cada año, junto con todas las ofrendas sacrificadas tanto por el público como por los individuos se libaba vino sobre el altar. Y solamente en la festividad de Sucot, durante la ofrenda permanente matinal se libaba tanto vino como agua. Para ello se llenaban dos recipientes, uno con vino y el segundo con agua proveniente del manantial del Shiloaj y se vertía el contenido de ambos recipientes al mismo tiempo al interior de los «shitín», que eran orificios creados en los seis días del Génesis y que conducían de la superficie del suelo hasta el abismo.

Cuando se edificó el Templo, se construyó sobre estos orificios el altar de sacrificios y se dejó un pequeño espacio entre éste y la rampa, para que se pudiese libar el agua al interior de los shitín (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 49(A)). Estos orificios fueron creados principalmente para el cumplimiento de este importante precepto, para que el agua llegue hasta las profundidades o basamentos de la tierra, sin embargo, para la mera libación del vino hubiese alcanzado con hacerlo sobre la superficie del altar (Maharshá Sucá 50(B)).

La libación del agua expresa la singularidad de la festividad de Sucot, en la cual se revela la santidad en toda la realidad natural de la vida, tal como habitar la sucá, que transforma acciones comunes como dormir o comer en preceptivas. Durante todo el año se libaba solamente vino sobre las ofrendas sacrificadas, ya que, por lo general, solamente un grado de elevación especial, estaba insinuado por el vino y lograba revelar la santidad. Pero en Sucot, después de que tuvimos el mérito de cumplir con todo el ciclo festivo, con todos los días de retorno en arrepentimiento, y que ya recogimos toda la cosecha del año, la santidad se manifiesta en la vida común, aquella que se sostiene gracias al agua. Entonces, la alegría es grande y completa, dado que abarca todas las áreas de la vida.

Dijeron también nuestros sabios que durante la festividad de Sucot somos juzgados por el agua, y por medio del precepto de la libación tenemos el mérito de que desciendan sobre nosotros lluvias con bendición, así como las precipitaciones del año siguiente (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 16(A)). Es preciso saber que el agua alude a la gran benevolencia que sostiene a todo sin excepción: a las hierbas y los árboles, a las frutas y las verduras, peces y aves, animales domésticos y salvajes, al pueblo de Israel y a las naciones del mundo. Por lo general, no somos dignos de elevarnos al grado espiritual de la gran benevolencia (Jesed HaGadol), pero en la festividad de Sucot, tras haber culminado la observancia de todo el ciclo festivo y los días de retorno en arrepentimiento, estamos aptos para libar agua sobre el altar y de ese modo conectarnos a la base del sustento del mundo y abrir así los pórticos de la bendición para todo ser viviente. De aquí que la alegría por la extracción del agua sea muy grande.

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