Pninei Halajá

12- Simjat Beit HaShoevá en nuestros días

Los hijos de Israel acostumbraron a celebrar en las noches de Jol HaMo’ed en recuerdo de los festejos de Simjat Beit HaShoevá que se llevaban a cabo en el Templo de Jerusalém. En cada celebración que se realiza durante la festividad se cumple un precepto, tal como fue dicho: «Y te regocijarás en tu festividad», pero además en la celebración de Simjat Bet HaShoevá se cumple otro más que es el recordatorio de la alegría que reinaba en el Templo y de ese modo se acelera su reconstrucción (ídem 41(A)).

El refuerzo de esta alegría ha tenido lugar en los últimos siglos luego de que los judíos comenzaron a concentrarse en la tierra de Israel y por lo tanto, la luz de la salvación comenzó a destellar. En un inicio se comenzó a celebrar en la tierra de Israel, y desde ésta, la práctica se expandió al exilio. Tal como escribiera Rabí Jaím Ben Atar en una misiva que enviara desde Jerusalém (en el año 5503): «En Jol HaMo’ed realizamos celebraciones de Simjat Beit HaShoevá, y en esta encendí una noche, y llevamos a cabo un gran festejo». Asimismo, se cuenta en otros sitios en los cuales se bailaba en círculos sosteniendo antorchas en las manos. También los jasídicos que llegaron a la tierra de Israel provenientes de Europa, contaron que llevaron a cabo celebraciones de Simjat Beit HaShoevá en Tzfat (Safed), con tambores, danzas y antorchas.

Otro tanto, cuenta Rabí Yehosef Schwartz (falleció en 5625) en su carta a su hermano, en la que narra las especiales celebraciones que llevaban a cabo en Jerusalém, e incluso describió cómo en la sinagoga «Kahal Tzión» se instaló una máquina que lanzaba agua hacia arriba durante los festejos. Y el Rabino Orenstein (jefe del Tribunal Rabínico de los jasídicos en Jerusalém en el año 5633) escribió que los jasídicos de Sadigora que arribaron a Jerusalém rentaban los servicios de músicos gentiles para que toquen en las noches de Jol HaMo’ed durante las celebraciones de Simjat Beit HaShoevá (Responsa Moharil pág. 8). Sin embargo, los ashkenazíes no solían encender antorchas (Ir HaKodesh VeHaMikdash III 25:8-9).

También el Rabí Jaím Abulafia estableció que en las sinagogas de Esmirna se lleve a cabo una celebración de Simjat Beit HaShoevá como recordatorio del Templo, se enciendan numerosas velas, y en cada una de estas, se toque música, se entonen cánticos por unas dos horas y que los ancianos y personas especialmente virtuosas o reconocidas dancen, tal como solía hacerse en el Santuario (Jaím VaJesed 497:11). Otro tanto escribió el Rabino de la ciudad de Trípoli (en el año 5570), Rabí Abraham Jaím Adadi, quien da testimonio que solían realizar celebraciones en la noche de Jol HaMo’ed en las que se tocaban instrumentos y se bailaba unas dos o tres horas, en concordancia con lo que estableció un enviado de la ciudad sagrada. En estas fiestas, el encargado o regente de la sinagoga (gabai) repartía velas a quienes danzaban y cada uno de estos se inclinaba primeramente ante el Arca Sagrada (Vaikrá Abraham, Kuntres Makom SheNahagú pág. 123). En estas celebraciones se permitió incluso a las personas que estaban en duelo tocar música porque se trata de una alegría preceptiva y recordatorio del Templo (Zera Emet 2:157). Hubo quienes acostumbraban a entonar cánticos alegres en la celebración de Beit HaShoevá sobre la base de poemas litúrgicos de los días Solemnes (Yesod VeShoresh Ha’Avodá 11:14).

Si bien no es obligatorio realizar estas celebraciones, hacerlo tiene un aspecto preceptivo, y resulta especialmente positivo instar a aquellas personas que no estudian Torá asiduamente que participen de los festejos y no malgasten su tiempo en cosas superfluas (Bejorí Ya’akov 661:3).

Hay quienes acostumbran a recitar al inicio de la celebración los quince cánticos de las ascensiones (Tehilim-Salmos 120-134) que tienen la particularidad de hacer que abunden el agua y la bendición. El fundamento de esta práctica se encuentra en lo que dijeran nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 53(A) y (B)) que cuando el rey David abrió los shitín a los efectos de libar el agua comenzó a subir el nivel del agua subterránea la cual amenazaba con salir del abismo e inundar la tierra. Entonces, escribieron el Nombre Manifiesto de HaShem sobre un trozo de cerámica y lo colocaron en el borde del abismo y se hundió dieciséis mil codos y el mundo se tornó muy seco. A raíz de ello, el rey David recitó los quince cánticos de las ascensiones y por cada uno de ellos el agua ascendía mil codos y entonces el mundo se volvió a hidratar.

Libros de Pninei Halajá a precios especiales

Índice de halajot en el capítulo

Índice de capítulos

Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
Ordenar ahora
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.