Pninei Halajá

05. La manifestación de la unidad

Para entender la santidad de este precepto es menester explicar primeramente que HaShem quiso dar mérito al ser humano y por ende creó un mundo con carencias, de modo tal que el Hombre las repare, mejore y lo colme de felicidad, para de esa manera poder ser socios del Creador en todas las bondades que el mundo dispensa alcanzando así la plena alegría. La separación es la falencia más profunda que hay en la creación. Si bien un solo D´s creó a todos los seres, en virtud del ocultamiento de Su luz, estos pasaron a estar separados de su Creador y por ende resultaron separados el uno del otro de modo tal que cada quien se preocupa por sí mismo. Esto es lo que origina todas las disputas, discusiones, conflictos y guerras. Por ello, este mundo es denominado  el «Mundo de la Separación» («Alma Deperuda»). Por ello también nuestro mundo recibe el nombre de «Mundo de la Mentira»    («Alma DeShikra»), ya que se desconoce en él la raíz de la unidad y de ello se derivan todos los problemas. Por lo tanto, el pueblo de Israel cree en la unidad, en un único D´s. Esta es la razón por la cual es tan importante el precepto de habitar la tierra de Israel, ya que ésta une el cielo con la tierra, pues la separación básica y fundamental es la de los cielos con la tierra que se manifiesta como separación entre materia y espíritu, entre la visión profética y la realidad, entre el Creador y la creación. Mediante el precepto de habitar la tierra de Israel se manifiesta que HaShem es el soberano tanto en el cielo como en la tierra y que todas las cuestiones mundanas están conectadas a la santidad. Por ello nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Ktuvot 110(B)) que «todo aquel que habita en la tierra de Israel es como si creyese en el Creador y quien no lo hace es como si fuese un idólatra» (adelante 3:15).

La unidad como valor es el fundamento de la extrema importancia que reviste el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Vaikrá-Levítico 19:18), el cual Rabí Akiva considera como principio esencial de toda la Torá (Safra allí).

Ahora es posible comprender la dimensión de la importancia del precepto de la unión entre el marido y la mujer, por medio de la cual se cumple con el precepto de «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» en forma cabal, siendo que expresa la mayor de las unidades ya que une por completo a dos personas diferentes y separadas. Esta unidad es múltiple, ya que se trata de la unión de marido y mujer al tiempo que de alma y cuerpo. En muchas ocasiones existe una oposición entre el cuerpo y el alma, el alma anhela lo bueno y el cuerpo se ve atraído hacia lo malo, el alma desea lo eterno y el cuerpo lo efímero. En el cumplimiento de este precepto se unen cuerpo y alma e incluso la inclinación al mal («ietzer hará») se transforma en positiva. Mediante este precepto, a los ideales sublimes de la fidelidad y la unión se les suma el mayor de los placeres físicos. El valor moral de la entrega total se une a la mayor de las alegrías (ver Zohar I 49:1, III 81:1-2, Bereshit Rabá 9:7, adelante 3:13, Maharal de Praga en Guevurot HaShem cap. 43).

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