Pninei Halajá

03. Las Selijot en nuestros días.

Hoy día también es muy necesario recitar Selijot ya que una vez que el Eterno se apiadó de nosotros y comenzó a redimirnos reuniendo a los dispersos de Israel y permitiéndonos poblar nuestra tierra, debemos nuevamente esmerarnos en hacer teshuvá y suplicarle que se apiade de nosotros. Pedimos también que continúe devolviendo a los exiliados con su inmensa generosidad, a la tierra que heredó a nuestros ancestros y a nosotros, y que nos permita retornar a Él íntegramente para poder crecer en Torá, santificarnos con Sus preceptos, construir el sagrado Templo e iluminar al mundo entero con fe en Él a la luz de Su enseñanza.

Los judíos que regresaron de Babilonia en días del retorno a Sión, al igual que nosotros hoy en día, se enfrentaron a duros problemas espirituales; y en virtud de que hicieron teshuvá tuvieron el mérito de construir el segundo Templo. Así lo describió Ezra HaSofer (el escriba) quien migró a la tierra de Israel desde Babilonia encontrándose allí con que muchos de los judíos habían desposado mujeres gentiles con la complicidad de los ministros y gobernantes:

«Cuando oí tal cosa rasgué mis vestidos y mi manto y me arranqué los cabellos de mi cabeza y  mi barba y me senté apesadumbrado. Entonces se reunieron junto a mí, por causa de la infidelidad de los del cautiverio, todos los temerosos de la palabra de D´s  y seguí atónito hasta la ofrenda de la tarde. Y cuando fue la ofrenda vespertina me levanté de mi ayuno y rasgados mis vestiduras y mi manto caí de rodillas y extendí mis manos hacia el Eterno mi D´s y Le dije: «Oh D´s mío, estoy avergonzado de presentar mi rostro ante Ti, porque nuestras iniquidades se han incrementado mucho y nuestra culpabilidad ha crecido hasta los cielos. Desde los días de nuestros padres hemos pecado en gran manera hasta el día de hoy, y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados en las manos de los reyes  de las tierras (extrañas), a la espada, al cautiverio, al botín y a la confusión de los rostros, como en este día. Y ahora el Eterno nuestro D´s nos ha concedido un momento de gracia dejando que un resto de nosotros fuese librado para darnos un refugio en Su santo lugar y para que nuestro D´s ilumine nuestros ojos y nos dé un poco de ánimo en nuestra servidumbre. Por cuanto que siervos somos; sin embargo, nuestro D´s no nos ha abandonado en nuestra servidumbre, sino que ha extendido Su misericordia a la vista de los reyes de Persia, para hacernos revivir, reedificar la Casa de nuestro D´s y reparar sus ruinas y darnos un vallado en Judá y en Jerusalém. Y ahora, oh D´s nuestro, ¿qué diremos después de esto? Porque hemos abandonado Tus mandamientos…Y después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas acciones y por gran culpabilidad, viendo que Tú, nuestro D´s, nos has castigado menos de lo que merecemos por nuestras iniquidades… ¿hemos de quebrantar nuevamente Tus mandamientos contrayendo matrimonio con los pueblos que cometen tales abominaciones? ¿No se justificaría acaso que te enfurezcas contra nosotros hasta consumirnos, de modo que ya no haya más resto ni nadie que pueda escapar? ¡Oh Eterno D´s de Israel! Tú eres justo, porque hemos quedado un resto que se ha librado, como ocurre hoy. He aquí que estamos ante Ti en nuestra culpabilidad, porque nadie puede permanecer ante Ti por causa de esto» (Libro de Ezra 9:3-15).

El dolor, el ayuno y la plegaria de Ezra impulsaron al pueblo a retornar en teshuvá, tal como está escrito (ídem 10:1-5): «Y mientras Ezra oraba, confesaba, lloraba y se postraba ante la Casa de D´s, se reunía en torno a él una gran multitud de hombres y mujeres y niños de Israel, y todo el pueblo lloraba amargamente». Entonces aceptaron sobre sí el pacto con Hashem y decidieron abandonar a las mujeres y a los niños que no aceptasen convertirse. «Levantóse pues Ezra y juramentó a los principales de los sacerdotes, los levitas y todo Israel juraron que harían conforme a lo que se había dicho. Y así juraron». Empero, en esos días la Divina Presencia no volvió a reposar en el segundo Templo tal como en el primero ya que muchos judíos no hicieron teshuvá y se quedaron a vivir en Babilonia. Finalmente, también el segundo Templo fue destruido por causa de nuestras transgresiones.

Si bien en el lenguaje de las Selijot hay frases que se corresponden con los días del exilio, al punto que hay personas que tienen dificultad en identificarse con su  contenido y hasta temen que el recitarlas implique una omisión a la verdad. Empero si miramos al pueblo de Israel como una sola nación que vive y ha vivido a lo largo de todos los tiempos, de modo tal que cada uno de nosotros está vinculado a todos los judíos que vivieron en generaciones anteriores y en todos los países, podremos recitar los pasajes susodichos de las Selijot con gran identificación. Esto se debe a que nosotros también vivimos junto a nuestros ancestros que lo hicieron en el exilio y sufrieron penas terribles y humillaciones espantosas al punto de que casi perdimos las esperanzas. Estuvimos junto a los mártires en todos los decretos de conversiones forzadas, durante las Cruzadas y en los sótanos de la Inquisición, en las matanzas de los musulmanes y en los eventos de 1648-9 (Ucrania, n. de t.), y por último en el peor de los eventos, el terrible Holocausto del que sólo han transcurrido setenta años. ¿Cómo podríamos sentirnos tan confiados al punto de afirmar que las súplicas que aparecen en el texto de las Selijot no se condicen con nuestra realidad, cuando aún viven entre nosotros miles de sobrevivientes que pasaron por los campos de  exterminio y los guetos, estando el mundo aún lleno de malvados que declaran públicamente su aspiración a continuar la labor de los nazis?. Por lo tanto, se pueden recitar todavía las súplicas de las Selijot con una profunda identificación espiritual y emocional.

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