Pninei Halajá

08 – Kaparot.

Hay quienes acostumbran a degollar un gallo en víspera de Yom Kipur a modo de expiación («kapará»). Esto insinúa que el veredicto que debería sobrevenir sobre la persona recae sobre el gallo, que en hebreo recibe también el nombre de «guever» (hombre), por lo que el ave es faenada y la persona se salva. Hay juristas que instan a abstenerse de esta práctica por considerarla salvaje, porque ven en esta reminiscencias de prácticas gentiles basadas en creencias extrañas, carentes de todo basamento en la Torá. Así se expresó Rashbá (Responsa 1:395). Cuando llegó a su ciudad, se percató que muchos acostumbran a hacer kaparot conjuntamente con otras prácticas aprendidas de los gentiles. Fue entonces que explicó a la congregación que se trata de una costumbre problemática y ordenó perimirla. El Shulján Aruj sentenció conforme a esta idea (605:1).

Sin embargo, Ramá escribió que no se debe eliminar esta costumbre ya que se trata de una práctica antigua que se remonta a los días de los Gaonitas. El Arí Z»l coincidió con Ramá, y en virtud de este muchos sefaradíes y ashkenazíes acostumbran a llevar a cabo kaparot. Así se acostumbra a hacer: al amanecer de la víspera de Yom Kipur, se toma un gallo por cada miembro del hogar, se gira sobre la cabeza y se recita: «zé jalifatí, zé tmuratí, zé kaparatí» y se degüella. De ser posible, se toma un gallo por cada varón y una gallina por cada mujer de la familia. En caso de haber una mujer embarazada se agregan otro gallo y otra gallina, pues no se sabe aún el sexo del bebé a nacer. De haber gallos blancos disponibles se los escoge, tal como dice Ishaiahu (1:18): «Aunque vuestros pecados sean como la grana se habrán de tornar  blancos como la nieve». En el momento en que se faena el gallo, su dueño debe pensar que todo lo que le ocurre a esta ave debería ocurrirle a él mismo, y por medio de su retorno, Hashem lo libera del decreto adverso y este se cumple alegóricamente en el gallo. Tras la faena, se acostumbra a donar la carne o el equivalente en dinero los pobres, para que tengan qué comer en víspera de Yom Kipur y una vez que el ayuno finalice. Quien no encuentra gallos puede cumplir con la costumbre mediante gansos o peces, lo importante es que no se trate de animales sacrificables en el Templo de Jerusalém, para que no parezca que se está ofrendando un sacrificio fuera del área del Santuario.

Con el correr del tiempo, en virtud de la profusión de personas que participaron de esta costumbre, los matarifes comenzaron a verse desbordados y se comenzó a temer que no puedan revisar los cuchillos adecuadamente. Entonces, los juristas establecieron que es mejor posponer el degüello para después del rezo de Shajarit o adelantarlo a los días previos a la víspera de Yom Kipur, ya que los Diez Días del Retorno son buenos para cumplir con la costumbre.

Hoy en día, muchos acostumbran hacer las «kaparot» mediante dinero equivalente al costo de un gallo o una gallina. Quienes así proceden en virtud del temor de no poder faenar adecuadamente al ave, acostumbran a girar el dinero de «tzedaká» sobre la cabeza tal como se procede con el gallo. Quienes se abstienen de esta costumbre por temor a que se trate de una práctica bárbara, no giran el dinero sobre sus cabezas sino que lo donan directamente para «tzedaká», ya que es bueno abundar en contribuciones de cara a Yom Kipur.

Toda persona puede escoger su costumbre; si la familia detenta una tradición específica es bueno continuar con ella.

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