Pninei Halajá

13 – Shavu’ot

01 – La festividad de Shavu’ot y su conexión con Pesaj

La festividad de Shavu’ot recibe cuatro nombres: 1) Jag HaShavu’ot, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 16:9-10): «Y harás la festividad de las semanas (Shavu’ot) ante HaShem tu D’s». 2) Jag HaKatzir («festividad de la siega»), tal como está escrito (Shemot-Éxodo 23:16):  «Y la festividad de la Siega: las primicias de tus labores, lo que sembrares en el campo». 3) Yom HaBikurím («día de las primicias»), tal como está escrito (Bamidbar-Números 28:26): «Y en el día de las primicias, al ofrecer vosotros una ofrenda nueva ante HaShem, en vuestra festividad de las semanas». 4) Atzeret (congregación del día final N. de T.), que es un nombre acuñado por nuestros sabios. Comencemos explicando el nombre más importante: Jag HaShavu’ot.

El tiempo de la festividad de Shavu’ot es especial. Todas las festividades acaecen en una fecha determinada, Pesaj el 15 de Nisán, Rosh HaShaná el 1 de Tishrei, Yom Kipur el 10 de Tishrei, Sucot el 15 de Tishrei, sin embargo, el tiempo de la festividad de Shavu’ot no depende de una fecha, sino que se fija de acuerdo con el conteo del Omer. El tiempo de la ofrenda del Omer es en el día posterior al primer día festivo de Pesaj y desde entonces se cuentan siete semanas, que son cuarenta y nueve días; y al día siguiente al llegar al cincuenta se celebra la festividad de Shavu’ot. Sobre esto está escrito (Vaikrá Levítico 23:15-16): «…y habréis de contar vosotros desde el día siguiente de la festividad: desde el día en que hayáis traído el Omer para mecerlo, siete semanas completas habrán de ser.  Hasta el día siguiente de la séptima semana, habréis de contar cincuenta días y ofreceréis una ofrenda nueva ante HaShem«. Asimismo, está escrito (Devarim-Deuteronomio 16:9-10): «Siete semanas habrás de contar: desde que empieza la hoz a cortar la mies, comenzarás a contar siete semanas. Y harás la festividad de las semanas (Shavu’ot) ante HaShem tu D’s«. Si bien en la actualidad la festividad de Shavu’ot cae siempre el 6 de Siván, esto se debe a que quedó sin efecto la ordenación de los rabinos y pasamos a consagrar los meses por medio de cálculos astronómicos. Sin embargo, en los tiempos en los que el Beit Din consagraba los meses a partir de la visualización de la luna nueva la fecha de la festividad podía también tener lugar tanto un cinco como un siete de Siván.

Esto significa que la fecha de Shavu’ot se cimenta en Pesaj y solamente a partir de esta última festividad se puede llegar a Shavu’ot y la entrega de la Torá. En la festividad de Pesaj se manifestaron dos fundamentos interconectados; el carácter singular del pueblo de Israel y la revelación de la fe simple en el mundo. Esto es así, pues cuando el Creador escogió a Israel como Su pueblo, y propició Su castigo a los egipcios, llevando a Israel hacia la libertad, fue entonces revelado que existe Un Creador y Conductor del universo. Esta es la fe más simple que anida en el seno del pueblo de Israel. Para que esta fe se manifieste de manera completa y por su intermedio podamos llevar al mundo entero hacia su redención, debemos recibir la Torá donde aparecen todos los valores, los preceptos y las guías para la reparación del mundo. Esto es lo que pronunciamos en la bendición de la Torá «…que nos escogió de entre todas las naciones», en Pesaj, y en virtud de ello «nos dio Su Torá», en Shavu’ot. Resulta imposible alcanzar la fe profunda y compuesta de la celebración de Shavu’ot sin el fundamento de la fe natural que se revela en el pueblo de Israel en Jag HaPesaj. La fe natural y la singularidad del pueblo de Israel no pueden existir sin la Torá que fue entregada en la festividad de Shavu’ot (ver Pninei Halajá Pesaj 1:1, Zmanim 2:1-2).

El Eterno nos hizo meritorios y nos otorgó las festividades de Pesaj y Shavu’ot para que tengamos la posibilidad de retornar cada año al gran evento de la salida de Egipto, para revelar en nuestro interior nuevamente la singularidad de Israel y la fe simple, y en virtud de ello elevarnos por medio del proceso gradual del conteo del Omer hacia el día sagrado de la entrega de la Torá, en el cual alcanzamos la completitud de nuestra fe. De este modo, vamos superándonos año tras año hasta que el mundo se vea reparado con justicia y tzedaká, generosidad y compasión y la tierra se vea colmada de conocimiento de HaShem.

02 – Preparación y purificación durante el conteo del Omer

El vínculo entre el Santo Bendito Él y el pueblo de Israel se asemeja al vínculo entre un novio y una novia, tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 62:5): «…así como el novio se regocija sobre la novia se regocijará sobre ti tu D’s». Además, está escrito (Irmiahu-Jeremías 2:2): «Así ha dicho HaShem, recuerdo la gracia de tu mocedad, el amor de tu juventud, cuando marchaste tras de Mí en el desierto, en tierras yermas«. La salida de Egipto se considera un acto de compromiso, ya que fue entonces cuando el Eterno nos diferenció entre todas las naciones y nos consagró como Su pueblo peculiar. El día de entrega de la Torá se considera el día del casamiento (Talmud Babilonio Tratado de Ta’anit 26(B)) porque por medio de la Torá vivimos apegados al Santo Bendito Él.

Dijeron nuestros sabios que tras la salida de Egipto los hijos de Israel no podían aún recibir la Torá porque durante el tiempo de la esclavitud se encontraban sumergidos en cuarenta y nueve niveles de impureza. Al igual que una mujer que pasa por el ciclo de impureza menstrual debe contar siete días para purificarse para su marido, de igual manera los hijos de Israel debían contar siete semanas para purificarse de la impureza egipcia y ser dignos de conectarse con el Santo Bendito Él (Zohar Emor 97).

El número siete alude a la realidad natural en todos sus componentes, ya que el mundo fue creado en siete días. En la práctica, vemos que todo objeto material posee seis lados – cuatro direcciones cardinales, arriba y abajo y un séptimo aspecto que es su centro interior. Por ello, el tiempo que le lleva a una persona ascender de la impureza a la pureza consiste en siete días, ya que en ese lapso de tiempo una persona se prepara para pasar del estado inferior al superior en todos sus aspectos. Resulta entonces que una mujer que se purifica del período menstrual cuenta siete días para estar pura para su marido. Sin embargo, para que el pueblo de Israel puediera apegarse a HaShem y recibir la Torá Divina que pertenece al mundo superior, tenían que llevar un conteo mucho más profundo. En lugar de siete días, siete semanas. En este conteo cada uno de los siete números aparece en cada uno de sus siete aspectos de modo tal que todos los niveles incluidos en este mundo se efectivicen por completo. De esta manera, el proceso de purificación previo a la entrega de la Torá se lleva a cabo en completitud, cada aspecto de nuestro carácter opera un refinamiento y expresa tanto el anhelo como la expectativa por el recibimiento del obsequio Divino. Así, tenemos el mérito de ascender a un estadio superior, más allá de los ámbitos de la naturaleza y recibir la Torá Divina por medio de la cual reparamos y elevamos el mundo hacia su redención.

Durante esas siete semanas los hijos de Israel esperaban y anhelaban recibir la Torá. Tal como nos explica el Midrash, cuando Moshé anunció a Israel que tras salir de Egipto servirían a D´s sobre el Monte Sinaí y recibirían la Torá, ellos le preguntaron: ¿Cuándo tendrá lugar ese servicio Divino? Les respondió: Al finalizar cincuenta días. En razón de su gran amor contaban cada día y decían: ya pasó el primer día, ya pasó el segundo día… Así todos los días (Shibolei HaLeket 236). De ese modo la Torá pudo perdurar en ellos, tal como dijeran nuestros sabios (Mishná Avot 3:9): «Todo aquel cuyo temor al pecado antecede a su sabiduría, esta última perdura, y todo aquel cuya sabiduría precede a su temor al pecado – su sabiduría no perdura».

La purificación y la preparación resultan tan importantes de cara al recibimiento de la Torá, que el nombre principal de la festividad se deriva de estas: Jag HaShavu’ot o Festividad de las Semanas, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 16:9-10): » Siete semanas habrás de contar: desde que empieza la hoz a cortar la mies, comenzarás a contar siete semanas. Y harás la festividad de las semanas (Shavu’ot) ante HaShem tu D’s». Asimismo, está escrito (Shemot-Éxodo 34:22): «La festividad de las Semanas habrás de hacer: las primicias de la siega del trigo».

Dado que la preparación es sumamente sustancial, se debe tener cuidado de no rezar la plegaria de Arvit de Shavu’ot antes de la salida de las estrellas para que las siete semanas se completen y la preparación para la entrega de la Torá sea completa (Mishná Berurá 494:1).

03 – Tiempo de entrega de la Torá

Desde el inicio de la Creación la tierra estaba temerosa, pues «el Santo Bendito Él había dispuesto una condición al universo creado, diciéndole: Si el pueblo de Israel ha de recibir la Torá – ustedes han de permanecer, mas si no la aceptan, os devuelvo al caos inicial» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 88(A)). Sobre esto está escrito (Bereshit-Génesis 1:31): «Vio el Eterno todo cuanto había hecho y he aquí que era muy bueno. Acaeció la tarde y le sucedió la mañana: el día sexto», habría alcanzado con decir «día sexto», («Yom Shishí») pero se agregó una letra heh tal que quede Yom HaShishí o «el día sexto» para enseñarnos que la existencia del mundo depende del sexto día del mes de Siván en el cual los hijos de Israel habrán de llegar al Monte Sinaí y recibir la Torá.

En la práctica, la Torá nos fue entregada el quincuagésimo primer día del conteo del Omer, pues cuando HaShem ordenó a Moshé que avisara al pueblo de Israel de que se santificara durante dos días de cara al recibimiento de la Torá, que tendría lugar el día viernes, Moshé agregó un día más y ordenó santificarse durante tres días y HaShem estuvo de acuerdo con él y se reveló en el Monte Sinaí en Shabat (ídem Shabat 86(B), 87(A)). A partir de este maravilloso hecho aprendimos sobre el estatus de la Torá Oral, pues la Torá Escrita no puede manifestarse sin la oral por ser aquella que media entre la Torá Escrita superior y nosotros. Por ello, incluso la entrega de la Torá se pospuso un día a causa de la Torá Oral, la instrucción oral, esto es, en virtud de la interpretación de Moshé Rabenu.

Esto puede, aparentemente, resultar difícil de comprender, ya que, de ser así, ¿por qué decimos en el rezo de Shavu’ot que el día es el «tiempo de la entrega de nuestra Torá» (Zmán Matán Torateinu) (Shulján Aruj 494:1), si la festividad debe caer el día cincuenta del conteo del Omer y nosotros la recibimos el día cincuenta y uno? En realidad, una vez completado el conteo del Omer llegó el día sagrado en el cual HaShem nos agració con la Torá y así fue en los cielos, pues en el día cincuenta la Torá nos fue entregada, pero nosotros fuimos los que necesitamos un día más para efectivizar su recepción. En cuanto a las generaciones posteriores, fue determinado el día de Matán Torá, de acuerdo a aquel tiempo consagrado por el Santo Bendito Él, y en ese día nos fue entregada la Torá con carácter obligatorio (Maharal Tiferet Israel cap. 27).

04 – Jag HaKatzir – Festividad de la Siega

Los nombres de las festividades expresan también la temporada agrícola en la cual tienen lugar, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 23:14-17): «Tres veces en el año ofrecerás sacrificios ante Mí. La festividad de las Matzot habrás de observar: Siete días habrás de comer matzot como Yo te he ordenado, en el tiempo del mes de Aviv, ya que en él saliste de Egipto; empero no habréis de comparecer ante Mi presencia con las manos vacías. Y la festividad de la Siega: las primicias de tus labores, lo que sembrares en el campo y la festividad de la Recolección (Sucot), al concluir el año, cuando tú recojas el fruto de tus labores del campo«. La festividad de Pesaj cae en la primavera, cuando todo comienza a florecer, Shavu’ot cae al completarse la siega de los cereales y al comenzar la cosecha de los frutos, y la festividad de Sucot cae en la finalización de la cosecha de las frutas del año. El proceso natural que acaece en este mundo refleja el proceso espiritual que tiene lugar en los estadios superiores, y por medio de las festividades el contenido espiritual se revela en el mundo y eleva al ciclo anual de la naturaleza. La festividad de Pesaj es un tiempo de inicio y renovación, y por ello en él salimos de Egipto y nos convertimos en un pueblo. La festividad de Shavu’ot es tiempo de maduración del proceso de florecimiento hasta alcanzar su máxima expresión, y por ello en él recibimos la Torá. La festividad de Sucot acaece en un período de resumen, en el cual expresamos el sentido de nuestra vida a la sombra de la Divina Providencia (arriba 1:2).

Dijeron además nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Rosh HaShaná 16(A)) que la festividad de Shavu’ot es el día del juicio para los frutos del árbol. Esto se debe a que en esa época del año comienzan a madurar los primeros frutos y las demás frutas lo hacen a lo largo del verano hasta los días cercanos a la festividad de Sucot, y en Shavu’ot somos juzgados por todos esos frutos.

Resulta entonces que la festividad de Shavu’ot es una suerte de año nuevo para el mundo vegetal, tanto para la cosecha de granos como para los frutos de los árboles. Para la cosecha de granos que son el principal alimento del hombre pues en torno a Pesaj madura la cebada y en la festividad de Shavu’ot se completa el crecimiento del trigo, motivo por el cual recibe el nombre de «Festividad de la Siega». Para las frutas de los árboles pues ya aprendimos que su día de juicio es en Shavu’ot.

Por ello, Ezra el escriba instituyó que los hijos de Israel lean las duras advertencias de la porción de Bejukotai antes de la festividad de Shavu’ot y las de la porción de Ki Tavó antes de Rosh HaShaná, para que culmine un año y sus maldiciones y por efecto de ello las personas se despierten a retornar en sincero arrepentimiento ante D´s (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 31(B)). Empero en la práctica, en la actualidad se acostumbra a leer las porciones de las maldiciones dos sábados antes de Shavu’ot y dos antes de Rosh HaShaná porque no deseamos que estas se hallen demasiado contiguas a la celebración de año nuevo (Tosafot allí) (Torat HaMo’adim del Rav Goren pág. 437).

Así como en la Festividad de la Siega los agricultores recogen el fruto de su esfuerzo, culminan el ciclo de la cosecha de los granos y comienzan a recolectar los frutos de los árboles, igualmente sucede desde el punto de vista espiritual. En Shavu’ot el pueblo de Israel cosechó el fruto del esfuerzo de los patriarcas y tuvo el mérito de recibir la Torá. Dos procesos llegaron a su compleción en Shavu’ot en el momento en que el pueblo de Israel recibió la Torá: el primero es el largo proceso que tuvo inicio en la abnegada entrega de nuestros patriarcas que anduvieron por los caminos de D´s y que continuó con la imponente entrega de todas las generaciones que padecieron la esclavitud en Egipto; el segundo es el proceso más breve que tuvo lugar con el conteo del Omer.

05 – Yom HaBikurím – Día de las Primicias

La festividad de Shavu’ot recibe el nombre de Yom HaBikurím o Día de las Primicias, tal como está escrito (Bamidbar-Números 28:26): «Y en el día de las primicias, al ofrecer vosotros una ofrenda nueva ante HaShem, en vuestra festividad de las semanas sagradas convocación será para vosotros, ninguna obra de trabajo habréis de hacer«.

Este texto tiene dos significados: primeramente que en Shavu’ot se ofrendaban dos panes que estaban hechos de la cosecha del trigo del nuevo año, y eran llamados bikurím o primicias, porque eran la primera ofrenda que se traía al Templo de la nueva cosecha. El Omer de cebada que se ofrendaba en Pesaj habilitaba a todo el pueblo de Israel a comer de la cosecha del nuevo año mientras que los dos panes de Shavu’ot habilitaban a presentar en el altar ofrendas de la nueva cosecha (Mishná Menajot 10:6). Respecto a la ofrenda de los dos panes existe una norma especial, ya que está prohibido ofrendar jametz o cereales leudados sobre el altar durante todo el año, y, sin embargo, los dos panes eran horneados tras leudar. No obstante, estos no eran colocados sobre el altar sino que eran ingeridos por los cohanim (ver adelante halajá 7).

El segundo significado de Yom HaBikurím es que tras haber ofrendado los dos panes llegaba el momento de cumplir con el precepto de traer las primicias. En los días del Templo de Jerusalém este precepto recaía sobre todo aquel que poseía un campo en el cual crecían frutos de las siete especies. El mandamiento consistía en traer los primeros frutos al Templo y entregarlos a los cohanim. Ni bien el dueño del campo veía las primeras frutas que comenzaban a madurar, las ataba con un junco – guemi – y declaraba: «estas son las primicias» y cuando terminaban de madurar, las tomaba para llevarlas al Templo. Todos los aldeanos que tenían planeado peregrinar se reunían juntos, dormían en la plaza de la ciudad y al amanecer el encargado proclamaba: «Levantaos y ascendamos a Sion, a la Casa de nuestro D´s». Los peregrinos ascendían en una caravana adornada y con acompañamiento musical. Cuando llegaban a las cercanías de Jerusalém mandaban emisarios para avisar de que estaban por ingresar a la ciudad. Cohanim ilustres acompañados de israelitas salían a recibirlos y, cuando marchaban por las calles de la ciudad, los artesanos cesaban en sus labores, se levantaban a su paso y les saludaban diciendo: «Hermanos nuestros habitantes de tal sitio, ¡bienvenidos!». Ascendían al Monte del Templo con cánticos y música instrumental con las cestas de las primicias al hombro y las entregaban al cohen diciéndole: «He manifestado hoy ante HaShem tu D’s que he venido a la tierra que HaShem había prometido a nuestros patriarcas conceder a nosotros”. El cohen tomaba la cesta y la colocaba delante del altar, entonces el israelita continuaba recitando el pasaje escrito en la Torá en el cual se cuenta sobre las vicisitudes que pasó el pueblo de Israel desde su nacimiento hasta «Y nos sacó HaShem de Egipto, con mano fuerte y brazo extendido, con gran manifestación, con señales y maravillas.  Nos trajo a este lugar y nos concedió esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí que he traído la primicia del fruto de la tierra que me has dado a mí HaShem». Además de traer las primicias, los peregrinos solían alegrarse trayendo ofrendas de Shelamím (Mishná Bikurím 3:1-6).

El momento para cumplir el precepto de traer las primicias comienza tras la finalización de la ofrenda de los dos panes (shtei halejem) de Shavu’ot y culmina en Janucá (ídem 1:3, 6). Resulta así que las primeras primicias en traerse consistían en espigas de trigo y cebada que llegaban en Shavu’ot, razón por la cual la festividad recibe el nombre de Yom HaBikurím o Día de las Primicias.

06 – Atzeret o congregación del día final

De acuerdo con nuestros sabios, Shavu’ot recibe la denominación de Atzeret. Aparentemente cabría sorprenderse, ya que la Torá designa bajo ese nombre al último día de Pesaj y al día de Sheminí Atzeret al finalizar Sucot. ¿Por qué entonces los sabios cambiaron la terminología y dieron a Shavu’ot el nombre de Atzeret? En primer lugar, detengámonos a ver el significado de este término. Atzeret – עצרת – proviene del vocablo atzará, esto es, cuando muchas personas cesan en sus labores, se congregan y reúnen festivamente captando y atesorando (otzrim) en sus almas el contenido de la reunión. Por ello, resulta comprensible que con la finalización de los días de Pesaj y Sucot la Torá haya ordenado celebrar un día de Yom Tov. Esta celebración de carácter festivo que tiene lugar alrededor del Templo tiene la finalidad de funcionar a modo de cierre y despedida para sellar en los corazones de los peregrinos las vivencias de los días sagrados. Aquel que no pudo ascender a Jerusalém debe también abstenerse de realizar sus labores el último día de Yom Tov y preservar en su corazón todos los logros espirituales y la alegría captada en los días festivos para que lo fortalezcan y lo eleven en los días comunes que están por llegar.

Según esto, no hubo en el mundo una instancia mayor de Atzeret que cuando estuvimos ante el Monte Sinaí, cuando todo el pueblo de Israel se reunió en una gran unión para recibir la Torá. Tal como está escrito (Shemot-Éxodo 19:2): «Y acampó Israel frente a la montaña» – «como un solo hombre con un solo corazón». En todas las paradas de Israel en el desierto se empleó lenguaje plural, «acamparon», pues en el seno de la congregación siempre existen discusiones o pleitos, y solamente allí, frente al Monte Sinaí, todos se vieron unidos por el deseo y la intención de recibir la Torá. Respecto de esto Rabí Akiva dijo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo es la regla más importante de la Torá» (Sifrá Kedoshim), pues por medio de la Torá – se revelan el amor y la unidad del pueblo de Israel, y a través de la unión – se revela la Torá. Y no solamente los hijos de Israel de esa generación estuvieron presentes junto al Monte Sinaí, sino también todas las almas de los israelitas de todas las generaciones, incluidas las raíces de las almas de todos los prosélitos, se congregaron junto al Monte Sinaí y recibieron la Torá, y en virtud de esto cesó en ellos la impureza originada en el pecado del primer Adám (ver Talmud Babilonio Tratado de Shabat 146(A)).

En efecto, la Torá denomina al día de la entrega como Yom Hakahal o «Día de la Asamblea», esto es, la reunión de todo el público (kahal), tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 9:10, 10:4 y 18:16): «…todo aquello que habló HaShem con vosotros desde el fuego en el día de la Asamblea».

En realidad, el nombre Jag HaShavu’ot expresa también el significado de Atzeret, pues significa una suerte de resumen y reunificación de todos los niveles que adquirimos durante las siete semanas del conteo del Omer. Dado que el conteo comienza en la festividad de Pesaj, resulta que Shavu’ot es la conclusión y el sellado de un proceso que comenzó al inicio de Pesaj.

Por lo tanto, resulta comprensible que los sabios no hayan querido modificar algún sentido al llamar a Shavu’ot – Atzeret, ya que en realidad se trata de una festividad que implica reunión y síntesis. Resulta así que en el nombre «Shavu’ot» la Torá enfatizó los preparativos de los hijos de Israel para recibir la Torá, mientras que en el nombre Atzeret los sabios enfatizaron la reunión en aras de recibir la abundancia y plenitud que HaShem nos concede tras finalizar el conteo del Omer.

07 – Gran alegría – espiritual y material

La alegría de Shavu’ot es grande y especial. Tanto es así que incluso Rabí Eliezer que entiende que corresponde que las personas de elevado nivel pasen todas las festividades dedicadas al estudio de la Torá y coman solo para que no se considere que ayunan, (arriba 1:6), admite que en Shavu’ot es necesario llevar a cabo una importante comida festiva por tratarse del día en que fue entregada al Torá (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 68(B)). Esto es así ya que la Torá viene a reparar ambos mundos, el espiritual y el material, por lo que la alegría debe extenderse también a este mundo material por medio de la comida y la bebida. Esta es la reparación completa que incluye tanto al alma como al cuerpo, pues de ese modo se revela que nada hay que esté desconectado o alejado de HaShem Bendito Él. Existen contenidos profundos y ocultos en el cuerpo y en sus sensaciones que solamente cuando se suma al alma es posible comprenderlos. Por ello, el apego completo a HaShem incluye tanto el alma como el cuerpo, tal como habrá de acontecer tras la resurrección de los muertos, en la que el alma volverá a estar en un cuerpo, para que todo lo concerniente a lo Divino, se revele en toda su completitud en todos los niveles (Shelá al Tratado de Shvu’ot Ner Mitzvá 9, Torá Or 19).

El Talmud nos relata (ídem Pesajim 68(B)) acerca de un hombre piadoso que solía pasar todo el año en ayunas salvo tres días: Shavu’ot, Purim y la víspera de Yom Kipur. Rav Yosef solía decir a los miembros de su hogar que preparasen en honor a Shavu’ot, un ternero de tres años de la mejor calidad. Explicaba que solo gracias a la Torá pudo alcanzar su nivel de sapiencia particular, por lo que debía alegrarse especialmente en la festividad de Shavu’ot.

Por lo tanto, es necesario esmerarse especialmente en honrar la festividad de Shavu’ot, pues por medio de la Torá se repara también el aspecto material de la vida. Este fundamento está insinuado en el hecho de que en Shavu’ot se traen dos panes a modo de ofrenda, los cuales están compuestos de masa leudada, de jametz. Tal como es sabido, el jametz alude a la altivez, al orgullo y a la inclinación al mal y por medio de la Torá encuentra su corrección, por lo que es ofrendado en Shavu’ot. Respecto de esto nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 30(B)), que la Torá es un elixir de vida que transforma todo aquello que puede dañar, en aspectos benévolos. Tal como le dijo el Santo Bendito Él al pueblo de Israel: «Hijos Míos, creé la inclinación al mal y creé la Torá como bálsamo, si os habréis de dedicar al estudio de la Torá – no seréis entregados en sus manos». HaShem empleó el vocablo antídoto (tavlín en hebreo «condimento») para enseñarnos que la Torá no elimina la inclinación al mal, sino que la condimenta hasta transformala en buena. Creemos que la costumbre de ingerir alimentos lácteos y miel, amén de los demás platillos festivos, tiene como propósito incrementar la alegría festiva de manera especial, puesto que se trata de alimentos que en su origen no son puros y se transforman en puros y sabrosos expresando así la singularidad transformadora de la Torá (adelante 14).

08 – El estudio en la noche de Shavu’ot

Muchos acostumbran a estudiar Torá con gran alegría durante la noche de Shavu’ot. Esta costumbre tiene su origen en lo explicado por el Zohar (III 98:1): «Los antiguos piadosos no dormían esa noche y se dedicaban al estudio de la Torá…así decía Rabí Shim’ón cuando se reunían los estudiosos iniciados («javerím») en su casa: ‘Coloquemos las joyas a la novia para que mañana se encuentre ante el Rey con las alhajas que le son dignas. Feliz de la porción de los estudiosos iniciados, cuando el Rey pregunte a la Reina quién colocó sus joyas e iluminó su corona. No tienes en el mundo quienes sepan adornar a la novia sino los estudiosos iniciados, feliz sea su porción en este mundo y en el Mundo Venidero». Se cuenta también en el Zohar (I 8:1) que Rabí Shim’ón estaba alegre y junto a él los demás javerím, elevaban canciones de regocijo en la Torá, y cada uno pronunciaba nuevos aprendizajes sobre la misma. Y Rabí Shim’ón se hallaba feliz, y junto a él los demás javerim. Les dijo Rabí Shim’ón: «Hijos míos, felices de vosotros pues mañana la novia no habrá de ingresar al palio nupcial sino junto a vosotros, pues todos aquellos que se dedican a los adornos de la novia en esta noche y se alegran por ello estarán todos inscritos y anotados en el Libro del Recuerdo (sefer hazikarón) y el Santo Bendito Él los bendice con setenta bendiciones y coronas del mundo superior».

Para entender las palabras del Zohar debemos explicar que el día de entrega de la Torá es llamado día de los esponsales, en el cual HaShem se unió a la grey de Israel cual novio con su novia (Talmud Babilonio Tratado de Ta’anit 26(B)). Cada año en Shavu’ot vuelve a revelarse la cuestión de la entrega de la Torá y la grey de Israel vuelve a unirse a HaShem cual novia con su amado. Dijeron los cabalistas que el estudio de la Torá en Shavu’ot prepara a la congregación de Israel para recibir la Torá de la manera más bella. De ese modo, cuando llega el día, accede a elevarse hacia el Santo Bendito Él, a unirse y conectarse a Él aún más. En virtud de ello, el pueblo de Israel recibe abundancia y plenitud de Torá, vida y bendición durante todo el año.

Dijo el sagrado maestro Arí, que a todo aquel que se dedica al estudio de la Torá durante toda la noche y no duerme ni un instante se le promete que completará su año sin que le ocurra daño alguno, pues toda la vida de la persona depende de esto.

Otro motivo para esta costumbre es que en el mismo día que los judíos recibieron la Torá prolongaron su sueño y Moshé Rabenu tuvo que despertarlos para la recepción, tal como está escrito (Shemot-Éxodo 19:17): «Y sacó Moshé al pueblo desde el campamento en dirección del Eterno y se apostaron a los pies de la montaña«. Acaeció entonces un error y fue que no se prepararon y no esperaron la entrega de la Torá como corresponde (Shir HaShirim Rabá 1:56). Para corregir este error se acostumbra a estudiar Torá toda la noche embebidos de la expectativa y el anhelo por la luz de la entrega de la Torá que vuelve a revelarse cada año en Shavu’ot (Maguén Abraham 494).

En un inicio, principio solamente unos pocos piadosos acostumbraban a estudiar toda la noche. Hace unos cuatrocientos años, sin embargo, a raíz de las palabras del Arí, esta costumbre comenzó a expandirse y acabó volviéndose popular. Sin embargo, los cabalistas advirtieron reiteradamente que quienes se queden despiertos deben estudiar Torá toda la noche sin perder el tiempo en cuestiones superfluas (Ben Ish Jai Bamidbar 3).

Sin embargo, no es obligatorio cumplir con esta costumbre, y a quien le resulte difícil quedarse despierto y estudiar toda la noche, puede dormir. Algunos de los rabinos más eminentes prefirieron dormir en la noche de Shavu’ot, pues calcularon que de quedarse despiertos no podrían concentrarse debidamente al día siguiente durante los rezos de Shajarit y Musaf, o no conseguirían estudiar por la noche con la suficiente lucidez, o deberían luego completar horas de sueño lo cual los llevaría a suspender su estudio de Torá, o no habrían de poder alegrarse como corresponde durante la festividad por encontrarse agotados.

Por el contrario, quienes se mantienen despiertos entienden que, aunque el estudio nocturno no sea de tan alta calidad, o a la postre les cueste concentrarse durante el rezo de la mañana, esta costumbre sagrada encierra una expresión de amor a D´s, amor a la Torá y posee una cualidad singular de entrega abnegada en honor al cielo y en honor a la grey de Israel. Es bueno que cada uno adopte su costumbre por amor a HaShem (Leshem Shamaim).

09 – Orden del estudio nocturno

Existen dos costumbres respecto al estudio en la noche de Shavu’ot y ambas son correctas. La primera fue establecida por los cabalistas e implica la lectura de los tres primeros y tres últimos versículos de cada una de las porciones de lectura de la Torá, y algunas de estas se leen en su totalidad como en el caso del pasaje que narra la revelación en el monte Sinaí y el pronunciamiento de los Diez Mandamientos. Tras concluir el Pentateuco se leen los primeros y los últimos tres versículos de cada uno de los libros de los Profetas y los Hagiógrafos. Luego se lee la primera y la última mishná de cada Tratado y hay quienes acostumbran no leer mishnaiot. Luego se leen los seiscientos trece preceptos, acto seguido se leen los midrashim vinculados a la entrega de la Torá, luego la Idera Raba y otros fragmentos del Zohar. Este formato, además de ser seguido por quienes siempre proceden conforme a la tradición cabalística, es estudiado en varias comunidades y fue el acostumbrado por el Gaón de Vilna, el Jatam Sofer y el rabino Eliahu David Rabinovich-Teomím. Hay quienes recitan este orden de Tikún en presencia de un minián (Shela y Jidá).

La segunda costumbre consiste en que cada persona estudie aquello que desea, tal como afirmaron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Avodá Zará 19(B)): «La persona estudia Torá solo desde el lugar que su corazón ansía». Muchos de los decanos de las yeshivot acostumbran a estudiar Guemará, tal como lo suelen hacer en sus estudios regulares. Hay quienes escogen estudiar cuestiones vinculadas al valor de la Torá o a la santidad del día. Se cuenta que el autor del libro Terumat HaDeshen (vivió hace unos seiscientos años) solía estudiar el libro que lista los preceptos llamado Sefer Mitzvot Katán y a veces las leyes del estudio de la Torá del Rambám. Hay quienes acostumbraban a estudiar el libro de los preceptos del Rambám y en la noche de Shavu’ot suelen dar una larga clase sobre este, tal como solía hacer el Rav Kuk. Hay quienes acostumbran a estudiar un determinado tema que es de su interés para de esa forma poder concentrarse mejor y poder superar el cansancio.

10 – Bendiciones matinales y otras reglas para quienes se mantienen toda la noche en vigilia

Quien no duerme durante la noche, debe igualmente recitar las bendiciones matinales pues estas fueron establecidas como agradecimiento por el disfrute general que se renueva en el ser humano cada día. Por lo tanto, quien individualmente no disfruta de algo específico – recita igualmente una bendición por ello (Pninei Halajá Tefilá 9:3). Sin embargo, respecto de algunas bendiciones existen diferentes usanzas.

Respecto al lavado de manos (netilat yadaim) es aceptado que se deben abluir las manos antes del rezo de Shajarit. Sin embargo, se debatió con respecto a si se debe o no bendecir por dicho lavado. Según la usanza ashkenazí lo mejor es evacuar antes del rezo y tocar algunos de los sitios del cuerpo que suelen estar cubiertos por la ropa, que desde el último baño haya podido sudar un tanto y de esa manera la persona deberá lavar sus manos recitando la bendición correspondiente. Sin embargo, según la usanza sefaradí no se debe bendecir por este lavado (Pninei Halajá Tefilá 8:1).

Con respecto a las bendiciones por la Torá, es aceptado que si una persona durmió durante el día anterior al menos durante media hora, deberá recitarlas por la mañana. En caso de no haber dormido en absoluto durante la última jornada, según la opinión mayoritaria de los juristas deberá recitar las bendiciones por la Torá. Dicho esto, dado que existe una minoría de juristas que entiende lo contrario, a priori es bueno escucharlas de boca de alguien que sí haya dormido y tener la intención de cumplir de ese modo con su recitado (ver Pninei Halajá Tefilá 10:7).

En lo que respecta a las bendiciones Elokai Neshamá y HaMa’avir Sheiná, hay quienes dicen que solamente quien durmió puede recitarlas, por lo que resulta apropiado escucharlas de boca de un compañero que haya dormido y tener la intención de cumplir con su recitado de ese modo. En caso de que no haya en el lugar alguien que esté por recitar las bendiciones, según la opinión mayoritaria de los juristas, la persona las habrá de recitar por sí misma siendo esta la usanza de los sefaradíes y parte de los ashkenazíes. Hay también ashkenazíes que acostumbran a adoptar una actitud más estricta y debido a la existencia de la duda imperante, las recitan sin mencionar el Nombre de D´s (beló Shem Umaljut). Un ashkenazí que desconoce cuál es su tradición, puede seguir la usanza mayoritaria del pueblo de Israel y recitar las bendiciones por sí mismo.

En resumen: Según la usanza mayoritaria de los hijos de Israel que se mantienen en vigilia toda la noche, se recitan todas las bendiciones matinales y las bendiciones por la Torá. Quienes procuran cumplir con especial excelencia, en caso de que se les presente la oportunidad, que cumplan con el deber de recitar las bendiciones por la Torá y las de «Elokai Neshamá» y «HaMa’avir Sheiná» escuchándolas de quien durmió durante la noche (ver Pninei Halajá Tefilá 9:6).

En lo que respecta a cuál es el momento apropiado para recitar estas bendiciones: según la halajá, las bendiciones matinales y las bendiciones por la Torá se recitan contiguas al rezo de Shajarit. Según la Kabalá se acostumbra a recitar las bendiciones matinales pasada la medianoche y las bendiciones por la Torá tras el despunte del alba (Kaf HaJaím 46:49, ver Pninei Halajá Tefilá 9:5).

Durante la noche se permite comer y beber sin límite y a partir del amanecer se prohíbe comer o beber café o jugo, e incluso quien comenzó a comer o beber antes, al despuntar el alba debe cesar, pudiendo beber únicamente agua. Antes de esto, se prohíbe fijar una comida durante la media hora contigua al despunte del alba, no sea que la persona se vea atraída por esta en detrimento del rezo. Por ello, se prohíbe comer pan o pasteles en un volumen mayor al de un huevo (kabeitzá), empero se permite ingerir sin límite frutas, verduras y alimentos mezonot cocidos sin límite (Pninei Halajá Tefilá 12:8).

El tiempo de rezar para quien estuvo despierto durante toda la noche es el de vatikín, esto es, el de aquellas personas que rezan la Amidá al despuntar el sol, para lo cual es necesario comenzar los Pesukei DeZimrá unos treinta o cuarenta minutos antes (Pninei Halajá Tefilá 11:1-2, 11:5-6).

11 – La lectura de los Diez Mandamientos y si ponerse o no de pie en su honor

Nuestros sabios establecieron que en Shavu’ot se lea la porción que narre la entrega de la Torá en el Monte Sinaí y el pronunciamiento de los Diez Mandamientos y en la Haftará se lea el pasaje de la visión del Carruaje Celestial – Maasé Merkavá – del libro de Ezequiel (ídem Meguilá 31(A), Shulján Aruj 494:1). Al igual que en todas las festividades, los sabios establecieron que suban a la Torá cinco personas (ídem 21(A)). De acuerdo a la halajá tradicional y según lo estipulado por los sabios, se extrae un rollo de la Torá y el lector de la Haftará será uno de los cinco que subieron. Empero los gaonitas, escribieron que se acostumbra a extraer dos rollos. Del primero leen los cinco que suben a la Torá tal como lo explica la Mishná y para la lectura del segundo se llama al Maftir y se lee el pasaje de las ofrendas correspondientes a la festividad que se encuentra en la porción de Pinjás. El motivo de esto, tal como lo expone el Talmud (ídem Meguilá 31(B)), es que el Santo Bendito Él dijo que en tiempos en los que carecemos del Beit HaMikdash «les establecí el orden de las ofrendas, todo tiempo que ellos lo lean,  Yo lo he de considerar como si las sacrificasen ante Mí y he de absolver todos sus pecados» (Rosh y Ran, Beit Iosef 488:3, arriba 2:8).

Nuestros sabios dijeron que la lectura del pasaje que narra la entrega de la Torá en el Monte Sinaí resulta particularmente importante en el día de la festividad de Shavu’ot. «Dijo el Santo Bendito Él a Israel: Hijos Míos, leed esta porción cada año y Yo consideraré como si estuvieseis ante Mí en el Monte Sinaí y recibís la Torá» (Pesikta DeRav Kahana 12).

En virtud de ello, se acostumbró a leer los Diez Mandamientos en la festividad de Shavu’ot empleando una entonación especial llamada Ta’am Elión («cantilado superior»), esto es, leyéndolos de acuerdo a la acentuación o entonación habitual que figuran en los libros o jumashim. Empero, en una lectura común se divide la entonación del texto según versículos y al leer con Ta’am Elión se divide según los preceptos. Por ejemplo, el cuarto mandamiento, «Recordarás», está dividido en cuatro versículos, pero al ser leído con Ta’am Elión se lee como si fuera uno solo extenso. Por otra parte, los cuatro mandamientos: «No asesinarás, No cometerás adulterio, No robarás y No has de prestar falso testimonio a tu prójimo», según la entonación habitual deben ser leídos como un solo versículo, mientras que según el Ta’am Elión deben leerse como cuatro versículos separados. Esta división diferente influye en casi todas las entonaciones –

Te’amím – al punto que se estableció una melodía diferente para la lectura con Ta’am Elión (Beur Halajá 494:3). Todos los juristas concuerdan con que en Shavu’ot se leen los Diez Mandamientos con esta acentuación especial, empero respecto de la lectura de estos cuando se sigue el orden común de lectura de la porción semanal existen diferentes usanzas. En la actualidad, se acostumbra a leer los Diez Mandamientos en cualquier momento del año empleando siempre Ta’am Elión.

Muchos acostumbran ponerse de pie durante la lectura de los Diez Mandamientos en recuerdo del solemne y magno evento, pues todo aquel que los escucha en público se asemeja a quien recibe a la Divina Presencia. Esta costumbre se menciona por primera vez en la Edad Media (tiempo de los rishonim) hace unos ochocientos años, empero solamente en las últimas generaciones se difundió en la mayoría de las comunidades judías. Así acostumbran a proceder los ashkenazíes y parte de los sefaradíes. Hay quienes pusieron esta costumbre en tela de juicio, ya que leemos en el Talmud Babilonio (Tratado de Berajot 12(A)), que los sabios evitaron fijar la lectura de los Diez Mandamientos junto al recitado del Shemá, para que las personas no incurrieran en el error de los apóstatas, quienes sostuvieron que es posible limitarse únicamente al cumplimiento de los Diez Mandamientos. Sin embargo, según la opinión mayoritaria de los juristas, esto no representa problema alguno ya que también en el Monte Sinaí escuchamos los mandamientos de pie y solamente la lectura de estos a diario puede inducir al error.

Además, los apóstatas que sostenían que no era necesario cumplir los demás preceptos no se encuentran ya entre nosotros.

12 – Meguilat Rut

Se acostumbra a leer el libro de Rut (Meguilat Rut) en la festividad de Shavu’ot, «para que aprendas que la Torá fue entregada justamente a través del sufrimiento y la miseria… Dijo la Torá ante el Santo Bendito Él: Soberano del universo, dame mi parcela en el seno de los pobres, pues si los ricos se dedicarán a estudiarme se enorgullecerán; empero cuando los pobres se ocupen de estudiarme, serán conscientes de su pobreza y humildad…» (Yalkut Shim’oní Rut 596). En Rut se cumplieron las palabras de la Mishná (Avot 4:9): «Todo aquel que cumple la Torá en la pobreza, finalmente alcanzará a cumplirla en la riqueza; y todo aquel que anula el estudio de la Torá debido a sus riquezas, finalmente no la podrá cumplir por causa de la pobreza», ya que Rut no falleció hasta que vio a sus descendientes David y Shelomó sentados en el trono real de Israel.

Otro motivo obedece a que en el Monte Sinaí todo el pueblo de Israel todo recibió la Torá y de ese modo se convirtió al judaísmo, así como Rut continuó este evento convirtiéndose (Abudarham). Dijeron también que se lee Meguilat Rut por cuanto que en Shavu’ot falleció el rey David y este libro se refiere a su genealogía, tal como leemos al final: «…e Yshai engendró a David» (Birjei Yosef 494:11). Otro motivo mencionado (Rut Rabá 2:14) es que «esta meguilá no contiene temas vinculados a la impureza o la pureza, a lo prohibido o lo permitido, entonces, ¿para qué fue escrita? Para que aprendas cuán grande es la recompensa de quienes actúan generosamente». Este es el tema central de la Torá, tal como afirmaran nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 14(A)): «La Torá comienza con un acto de generosidad y concluye con generosidad…». Y tal como dijera Rabí Akiva: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo – es la regla más importante de la Torá» (Sifrá Kedoshim).

Tal como estudiamos (arriba 2:10), hay entre los ashkenazíes quienes acostumbran a leer Meguilat Rut de un rollo de pergamino y recitar las bendiciones Al Mikrá Meguilá y Shehejeianu, y así proceden los discípulos del Gaón de Vilna. La costumbre mayoritaria entre los ashkenazíes y la totalidad de los sefaradíes es de no recitar bendiciones por la lectura y no ser meticulosos en hacerlo de un rollo de pergamino.

En Ashkenaz se acostumbraba a leer Meguilat Rut durante el rezo de Shajarit antes de la lectura de la Torá. Sin embargo, en caso de necesidad se la puede leer en otro momento. Por ello, hay entre quienes permanecen despiertos toda la noche, que leen Rut antes del rezo de Shajarit o después del de Minjá para que las personas puedan escucharla concentrados.

La costumbre sefaradí y yemenita es leer Rut junto al rezo de Minjá, y si se leyó durante el Tikún nocturno ya no resultará necesario volver a hacerlo en la tarde.

13 – El decorado de la sinagoga

Muchos acostumbran a decorar la sinagoga con ramas y plantas bonitas y aromáticas, en honor a la Torá que nos fuera entregada en Shavu’ot. Dado que la Torá vivifica, se acostumbró a decorar la sinagoga con ramas y vegetación para expresar vitalidad. También para rememorar que en el momento de entrega de la Torá el Monte Sinaí se vio envuelto por una densa vegetación en honor a tamaño evento (Levush). Hay quienes colocan ramas aromáticas para incrementar así el deleite y la alegría y expresar la cualidad espiritual de la Torá, tal como dijeran nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 88(B)): «A cada alocución que emanó de boca del Santo Bendito Él el mundo se llenó de fragancias». Hay quienes acostumbran a colocar en la sinagoga ramas de árbol, pues en Shavu’ot somos juzgados por los frutos del árbol y al ver las ramas, las personas recordarán rezar por una buena temporada (Maguén Abraham 494:5). Empero no se colocan ramas de árbol frutal para no estropearlos en vano.

El comienzo de esta tradición se remonta a Ashkenaz unos seiscientos años atrás (Maharil, Ramá 494:3), y desde allí se extendió a la mayoría de las congregaciones, tanto sefaradíes como ashkenazíes. Sin embargo, el Gaón de Vilna se opuso a esta costumbre, por asemejarse a la práctica de los gentiles de decorar sus casas con un árbol en honor a su festividad y la Torá nos ordenó no imitar sus usanzas, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 18:3): «Y no seguiréis sus estatutos». Por lo tanto, hay personas que siguen la instrucción del Gaón y no decoran las sinagogas con ramas de árbol (Jaié Adám 131:13).

De todas maneras, según la opinión mayoritaria de los juristas, esta costumbre carece de inconveniente porque la prohibición de seguir los estatutos de los gentiles aplica únicamente cuando una acción determinada pone en peligro las normas del recato y la modestia, o si se trata de una costumbre carente de motivo o de provecho y se realiza solamente para copiar las costumbres gentiles basadas en falsedades y supercherías. Sin embargo, en este caso, la costumbre posee buenos motivos y no cabe temer que se asemeje a seguir las costumbres y las leyes de las naciones. En efecto, en la mayoría de las comunidades se acostumbra a decorar los hogares con ramas y flores (Ramá 494:3).

Dado que las ramas son decorativas no entran en la categoría de muktzé, pero si Shavu’ot cae un domingo – no se debe colocar las ramas el sábado para no preparar en Shabat para Yom Tov (Mishná Berurá 494:9).

14 – Alimentos de leche y miel

Muchos acostumbraron desde los tiempos de los sabios medievales, desde hace más de seiscientos años, a ingerir alimentos de leche y miel en la festividad de Shavu’ot. Esta práctica se originó en Ashkenaz y en Francia y desde allí se expandió a muchas otras congregaciones. Sin embargo, hay quienes no la siguen, como muchos de los judíos yemenitas, libios, tunecinos de la isla de Gherba, bújaros (uzbekos) y persas.

A esta costumbre se le asocian diferentes motivos: hay quienes dicen que se debe a que la Torá fue comparada a la miel y a la leche (Devarim Rabá 7:3), tal como está escrito (Shir HaShirim-Cantar de los Cantares 4:11): «Miel y leche bajo tu lengua». Y afirmaron nuestros sabios: «En el momento que estuvieron de pie frente al Monte Sinaí y proclamaron (Shemot-Éxodo 24:7): ‘Todo lo que HaShem ha hablado haremos y escucharemos’, en ese mismo instante les dijo a ellos el Santo Bendito Él: «Miel y leche bajo tu lengua». Es decir, por el mérito del asentimiento del pueblo de Israel a recibir la Torá sin objeciones, sus palabras les resultarán dulces como la miel y la leche. A los efectos de recordar lo sabrosa y lo dulce que resulta la Torá, se acostumbra en Shavu’ot a ingerir pasteles lácteos sabrosos y alimentos endulzados con miel (Orjot Jaím, Pri Jadash).

Además, nuestro maestro el Rav Kuk explica que la leche y la miel son dos alimentos que proceden de lo impuro. La miel es elaborada por las abejas que son un insecto impuro, y la leche proviene de la sangre cuyo consumo está prohibido. Y precisamente, dado que ambas – miel y leche – se transforman de alimentos impuros a puros, su sabor es muy particular, y nos viene a insinuar la idea de la reparación del mundo. Esta es la virtud peculiar de la Torá, el reparar los aspectos negativos del mundo, obrando como antídoto que neutralice al impulso del mal transformándolo en bien. Y esta es también la cualidad singular de la tierra de Israel, por ello es llamada «tierra que mana leche y miel».

Otro motivo mencionado es que por medio de la ingesta de alimentos lácteos las personas se verán en la necesidad de hornear dos panes, uno para comerlo con los alimentos lácteos y el segundo para ingerirlo con los alimentos cárnicos, lo cual alude a los dos panes que se ofrendaban en el Templo (shtei halejem) en esta festividad (Ramá 494:3). Se dijo también que así actuaron nuestros ancestros en el momento de la entrega de la Torá, pues una vez que les fueron reveladas todas las numerosas normas involucradas en la ingesta de carne como el faenado, la revisión del cuchillo, la revisión de posibles problemas de kashrut como las trefot y el salado, prefirieron ingerir alimentos lácteos, los cuales están permitidos sin necesidad de que medien tantos preparativos, y en recuerdo de ello se los ingiere en Shavu’ot (Mishná Berurá 494:12). Dado que desde el punto de vista del precepto de la alegría festiva en Yom Tov se ingieren alimentos cárnicos, es necesario ser muy cuidadosos de separar entre los tipos de comida y de ese modo demostramos amar las reglas de la Torá.

Muchos acostumbran a ingerir alimentos cárnicos y lácteos en la misma comida. Hay quienes lo hacen en la comida diurna y muchos otros durante la nocturna. En primer término, se ingieren alimentos lácteos. Luego, es necesario cepillarse los dientes, ingerir pan, una manzana o cualquier otro alimento duro y además enjuagarse bien la boca de todos los restos lácteos. Acto seguido, se cambia el mantel y se pone la mesa nuevamente y se ingieren alimentos cárnicos. Por supuesto que no se debe invertir el orden y comenzar comiendo alimentos cárnicos, porque después de comer carne es necesario esperar seis horas hasta poder comer alimentos lácteos.

Además, muchos de los que permanecen despiertos toda la noche comen pasteles lácteos con el Kidush matutino, luego se van a dormir y tras levantarse llevan a cabo una comida festiva cárnica. Lo más importante es cumplir con el precepto de la alegría festiva, ya que todas estas costumbres tienen por cometido incrementar el regocijo y sumar honor a la Torá.

15 – Los seis días posteriores a Shavu’ot

En tiempos del Templo de Jerusalém, era preceptivo peregrinar al Santuario en las tres fiestas y ofrendar el primer día los sacrificios de Olá y Shelamím llamados Olat HaReiá y Shalmei Jaguigá. Quien no los ofrendaba el primer día podía completarlos hasta la finalización de la festividad, esto es, hasta el séptimo día de Pesaj o hasta Sheminí Atzeret (Talmud Babilonio Tratado de Jaguigá 9(A)). En caso de no haberlos ofrendado en Shavu’ot es posible completarlos en los seis días posteriores, pues, así como en Pesaj se permite traer la Olá y los Shelamím durante siete días, esto también es posible en Shavu’ot (ídem 17(A)).

Dado que estos seis días son aptos para la compleción de las ofrendas de la festividad, la alegría festiva se prolonga en ellos de alguna manera y por eso en estos días acostumbramos a no recitar Tajanún (Maguén Abraham, Mishná Berurá 131:36).

En el día posterior a Shavu’ot que es llamado Isru Jag, desde el punto de vista de la halajá no se permite ayunar ni pronunciar discursos fúnebres, por tratarse de un día de faena de ofrendas o Yom Tevoaj. Si Shavu’ot caía en Shabat, era necesario posponer la ofrenda de los sacrificios de Olat HaReiá y Shalmei Jaguigá para el domingo que es Isru Jag. También en los demás años, muchas personas no alcanzaban a ofrendar todos sus sacrificios durante el día festivo y quienes no lo hacían, ofrendaban principalmente al día siguiente. Un día de ofrenda de sacrificios es considerado un día de alegría y por ello en él está prohibido ayunar (Shulján Aruj 494:3, Levush, Maguén Abraham 3, Shulján Aruj HaRav 19, y ver arriba 2:13).

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