Pninei Halajá

04. Cuatro halajot de la Torá.

La bendición sacerdotal está regida por cuatro halajot originadas en la Torá: «No se bendice salvo en hebreo (lengua sagrada), de pie, con las manos (brazos) extendidas y en voz alta» (Shulján Aruj Oraj Jaím 128:14). Cuando no es posible cumplir con una de las cuatro condiciones no se le puede llevar a cabo.

La primer halajá indica que la bendición debe ser recitada en hebreo (lengua sagrada o «lashón hakodesh«). Como es sabido, muchos preceptos se cumplen mediante el uso del habla. Nuestros sabios explican en el Talmud Babilonio (Tratado de Sotá 32(A)) que los preceptos del recitado del Shemá, del rezo (Amidá) y de la bendición de agradecimiento por los alimentos (birkat hamazón), pueden cumplirse mediante recitación en otras lenguas (ver 1:10, 16:9). Empero la bendición sacerdotal debe ser recitada específicamente en hebreo, tal como está escrito (Bamidbar 6:23): «Así bendeciréis», en el idioma en el cual está escrita la Torá.

Puede ser que la causa de la diferencia entre las bendiciones radique en que el recitado del Shemá tiene por cometido expresar nuestra fe mediante las palabras que salen de nuestras bocas, por lo que no importa en qué idioma se recita. Otro tanto ocurre con el rezo de la «Amidá», lo más importante es expresar nuestras plegarias en una lengua comprensible. Sin embargo, la bendición sacerdotal proviene del Creador y está destinada a nosotros, y el idioma en el cual D´s revela Su voluntad en el mundo es el hebreo, por lo tanto los cohanim tienen el deber de recitar la bendición Divina tal como fue escrita en la Torá.

La segunda halajá indica que la bendición sacerdotal se recita de pie. Por lo tanto, si un cohen está débil o en silla de ruedas y no puede mantenerse de pie no habrá de bendecir. Esto obedece a que la regla de la  bendición sacerdotal es idéntica a la de la labor del Santuario, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 10:8): «servirle a Él y bendecir en Su nombre». Así como la labor en el Templo se lleva a cabo de pie, asimismo la bendición sacerdotal se recita de pie (Sotá ídem 38(A)).

La persona se muestra en forma completa cuando está de pie, cuando es visible de pies a cabeza y expresa así la totalidad de sus potencialidades tanto espirituales como prácticas. Para que la labor de los cohanim en el Templo sea completa se debía llevar a cabo de pie.

La tercera halajá indica que los cohanim deben bendecir con los brazos extendidos hacia los destinatarios, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 9:22): «Y Aharón extendió sus brazos hacia el pueblo y los bendijo». Un cohen cuyos brazos sean débiles o sus manos tiemblen y no pueda mantenerlos extendidos durante la bendición, no podrá subir a la tarima a bendecir. No sirve proveer al cohen en cuestión de algún tipo de accesorio que mantenga sus brazos extendidos, por cuanto que éste debe poder mantenerlos así con su s propias fuerzas, sin ayuda alguna (Mishná Berurá 128:52).

Rabí Najman de Breslav explicó esta norma, arguyendo que la bendición sacerdotal expresa la intensidad de la voluntad del corazón de bendecir al pueblo de Israel con amor. Existe una conexión entre las manos y el corazón y por esta razón las primeras se encuentran anatómicamente cercanas al segundo. Las manos son el medio de expresión del corazón, tal como está escrito (Eijá– Lamentaciones 3:41): «Elevaremos nuestro corazón con nuestras manos a D´s en el cielo». Cuando los cohanim extienden sus brazos para bendecir a la congregación, expresan en ese movimiento el intenso amor  que hay en su corazón por el pueblo de Israel (Likutei Hilajot Nesiat Kapaim 5:3).

El Rav Kook sostiene que extender los brazos hacia adelante expresa el futuro, ya que la posición normal de estos es hacia el cuerpo. Por lo tanto, en este movimiento de los brazos hacia adelante, se expresan el anhelo y la plegaria por un mundo completo y corregido (Olat Raaiá I 284).

La cuarta halajá indica que los cohanim deben recitar la bendición en voz alta, para que todos los presentes en la sinagoga puedan escucharlos, tal como está escrito «diciéndoles», esto es, tal como una persona habla con su prójimo (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 38(A)). Si la sinagoga es pequeña, alcanza con que el cohen recite la bendición en un tono de voz mediano, pues así se acostumbra a hablar en un sitio de esas dimensiones. Si la sinagoga es grande, es necesario recitar la bendición con tono de voz fuerte de modo tal que si ese cohen fuese el único en bendecir, toda la congregación podría escucharlo. Un cohen que tiene voz débil al grado de que casi no se le escucha no habrá de pasar a bendecir (Mishná Berurá 128:53). Empero si hay en el lugar otros cohanim cuya voz es perfectamente audible, el primero podrá bendecir junto a estos (ver Tzitz Eliezer 15:21).

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