Pninei Halajá

05. El proceso histórico

Así como en toda pareja se da un proceso por el cual el status de la mujer asciende, lo mismo ocurre en general desde un punto de vista histórico. En un inicio el status del hombre era notoriamente superior al de la mujer y en el marco de un proceso gradual el status de esta última fue ascendiendo. Este proceso tiene por cometido construir un mundo mejor, ya que HaShem lo creó incompleto para permitir al ser humano participar de su mejoramiento. En una primera etapa fue necesario definir el bien y el mal así como establecer la orientación general a la que habría de tender la humanidad. En esta primera etapa las virtudes masculinas eran más apropiadas pues el hombre tiende naturalmente a separar entre los diferentes temas, a dividir el intelecto del sentimiento y a enfocarse principalmente en el desafío inmediato a enfrentar. Las cualidades femeninas, entre las que se encuentra la tendencia a integrar ámbitos diferentes pueden resultar contraproducentes en esa primera etapa, pues el sentimiento puede interferir en los pensamientos e inclinarlos a caminos inconducentes tal como ocurrió durante el pecado de Adám y Javá. Además, esto se puede explicar a la luz de que el hombre por inclinarse naturalmente al intelecto racional tiende a lo objetivo, mientras que la mujer por incorporar el sentimiento en su pensar tiende naturalmente más a lo subjetivo. Es por ello que en una primera etapa, en la cual era necesario establecer lo que es bueno y lo que es malo, el hombre es quien debía liderar y lo hacía por medio del estudio de la Torá y de esa manera el mundo en su totalidad avanzó. Cuanto más claros y aceptados resultan los conceptos de bien y mal, más rápidamente avanzamos hacia una etapa en la cual es necesario comprender estos valores con mayor profundidad en todos sus matices y materializarlos en la plenitud de la vida real. Es entonces cuando las cualidades femeninas se tornan preferibles y prevalecen en su  importancia.

Esto está insinuado en la sabiduría mística judía. Según ésta en este mundo físico el status del hombre es más encumbrado que el de la mujer, en el futuro reinará la igualdad y en el mundo venidero el status de la mujer estará por encima del masculino. En este mundo abundan la maldad, los pleitos y las guerras. A los efectos de combatir los aspectos negativos de la personalidad es necesario estudiar Torá, clarificar los fundamentos del bien y de la verdad y materializarlos en todos los ámbitos de la realidad. En esta etapa de la historia a la que denominamos «Olam Hazé» o «este mundo» se da también un proceso de ascenso en el status de la mujer  y en la medida que el bien es discernido la situación de la mujer asciende, empero el status del hombre aún es más encumbrado pues todavía es necesario batallar para materializar el bien en la realidad.

En una segunda etapa, en el futuro por venir o «Atid Lavó» el pueblo de Israel retornará a su tierra, el Templo de Jerusalém será reconstruído y la luz de la Torá y la fe iluminarán al mundo entero, el Mashíaj hijo de David reinará sobre Israel «Y juzgará entre las naciones, y decidirá por muchos pueblos. Y convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ninguna nación levantará espada contra otra nación ni aprenderán más la guerra» (Ieshaiahu-Isaías 2:4). Entonces, el status del hombre y de la mujer será igual. Aun será necesario discernir entre el bien y el mal para entronizar el bien y para ello serán necesarias las virtudes masculinas. Por otra parte, para ese entonces habremos llegado a la etapa en la cual podremos revelar en la práctica los valores de la fe y el bien en la vida real en todas sus facetas y componentes, para lo cual se hacen necesarias las cualidades femeninas, y en virtud de ello su status se igualará al del hombre.

La tercera etapa es la del mundo venidero, el mundo posterior a la resurrección de los muertos en la cual la lucha entre el bien y el mal ya no será necesaria, por lo que las cualidades femeninas podrán manifestarse en su plenitud y el status de la mujer superará al del hombre, tal como lo insinúa el versículo (Irmiahu-Jeremías 31:21): «Porque el Eterno ha creado algo nuevo en la tierra: una mujer cortejará a un hombre«. Si bien consideramos que al hombre siempre le quedará la iniciativa de definir un principio, cortejar a su mujer, consagrarla como su esposa y alegrarla mediante el precepto de Oná. Empero, entonces la perspectiva de la realidad será más profunda y se hará evidente que la virtud femenina es más importante pues  es capaz de captar y revelar todo lo que está oculto en la iniciativa masculina, logrando así la mujer percibir en el accionar del hombre más de lo que él mismo comprende. Esta capacidad permite asimismo captar de un modo profundo, rico y completo las chispas de Divinidad que se  encuentran ocultas en el mundo. Esta es la meta principal de la creación, y todas las definiciones apropiadas a las que arribaron los hombres mediante el estudio no son sino un avance de cara a la revelación completa de la que las mujeres serán sus principales partícipes. Por ello el status de la mujer será más encumbrado. Esto no implica que entonces la humildad y el recato femeninos habrán de decrecer, pues es entonces que se manifestará su cualidad superior, la que le permite captar toda la realidad de un modo más profundo.

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