Pninei Halajá

02) Diferencias entre el fruto de la tierray el fruto del árbol

Quien se equivocó y recitó la bendición de «Boré Prí Haadamá» por un fruto del árbol cumplió igualmente su deber, ya que el árbol crece en la tierra y por lo tanto resulta que no faltó a la verdad en la bendición pronunciada.

Empero si por error bendijo «Boré Prí Ha´etz» por un fruto de la tierra no cumplió con su deber por cuanto que el fruto de la tierra no crece en los árboles, por ende recitó una bendición inadecuada y debe volver a recitar la correcta que es «Boré Prí Haadamá». Por lo tanto, en todo caso de duda respecto del origen de un fruto se bendice «Boré Prí Haadamá». (Shulján Aruj 206:1).

El árbol posee un tronco que dura muchos años y del cual brotan numerosas ramas y de éstas frutos. Incluso si el árbol es de baja altura y lo denominamos arbusto, dado que su tronco perdura de año en año se lo considera árbol. Por ejemplo, en el caso de los arándanos bendecimos «Boré Prí Ha´etz» por cuanto que crecen en arbustos cuyo tronco y ramas perduran por años. Cuando un vegetal es necesario sembrarlo o plantarlo cada año, es claro que por sus frutos bendeciremos «Boré Prí Haadamá».

Respecto de plantas que duran años, por ejemplo la banana y el ananá o piña surge una duda. Por una parte, al final de cada temporada su tronco caduca por completo como en el caso de los frutos de la tierra y por la otra no es necesario volver a plantarlos cada año, pues vuelven a brotar a partir de sus raíces elevándose a una altura de cuatro metros tal como los árboles de buen tamaño. Según la opinión del Rosh, por cuanto que sus raíces perduran de año en año, se recita por estos frutos «Boré Prí Ha´etz»; y según la opinión de los gueonitas, por cuanto que su tronco no perdura, se debe recitar «Boré Prí Haadamá» y así fue establecida la halajá (Shulján Aruj 203:2-3). Incluso se llegó a despertar duda respecto a la papaya, ya que si bien su tronco perdura de año en año, es hueco, resultando ser una suerte de espiga gruesa que da fruto ya en su primer año, tal como en el caso de las verduras; y como resulta dudoso – por el fruto de la papaya se bendice «Boré Prí Haadamá». Otro tanto ocurre con los frutos de la frambuesa y la zarzamora por los que se bendice «Boré Prí Haadamá», ya que todos los años sacan de la tierra nuevas ramas que al segundo año dan fruto y posteriormente se marchitan. Por lo tanto, sobre las frambuesas y zarzamoras no recae la prohibición de «orlá»[1].


[1].  En Vaikrá (Levítico) cap. 19 la Torá nos ordena acerca del precepto de la «orlá» y el «neta revái»: «Y cuando vengan a la tierra y planten todo árbol frutal… tres años les será prohibido, no se comerá; en el cuarto año todos sus frutos serán sagrados para HaShem y en el quinto año podrán comer de sus frutos…» (19:23-24).

La mitzvá de la «orlá» consiste en contar los primeros tres años de vida de los árboles, y la Torá nos enseña que todos los frutos que crezcan en estos primeros tres años, no deben ser comidos ni se

debe tener provecho de ellos. Los frutos del cuarto año del árbol se llaman «perot revái» y sólo

pueden ser consumidos en Jerusalém, por su santidad, y recién a partir del quinto año de vida del

árbol podemos tener provecho en forma normal de los frutos que obtengamos de ese árbol. (N. de Ed.)

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