Pninei Halajá

Tfilát Nashim (La Plegaria Femenina)

03. ¿Por qué se recitan los cánticos de alabanza?

El orden correcto del rezo es iniciar primeramente con palabras de alabanza al Creador y sólo después hacer peticiones, tal como lo hizo Moshé Rabenu que primeramente comenzó con loas (Devarim 3:24): «¡Oh D´s Eterno! Tú has comenzado a mostrar Tu grandeza y Tu fuerte mano, pues ¿qué otro Dios hay en el cielo y en la tierra que pueda hacer Tus obras y que tenga Tu poder?» Y luego pidió: «Te imploro me dejes pasar para que pueda contemplar la buena tierra…» Según esto, Rabí Samlai enseñó que «siempre se ha de alabar primero al Santo Bendito Sea para después rezar» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 32(A)). El principal prólogo de alabanzas lo tenemos en las primeras tres bendiciones de la Amidá que anteceden a las trece posteriores que son peticiones (como se explicó arriba 12:9). De todas maneras es bueno prologar el conjunto del servicio con alabanzas, razón por la cual nuestros sabios instituyeron los cánticos de alabanza («pesukei dezimrá«) para El Creador.

Al recitar los cánticos de alabanza nos percatamos de la grandeza del Creador, y de esa manera luego sabremos ante Quien estamos parados a la hora de rezar. De no ser así, se teme que formulemos nuestros pedidos como los idólatras que sólo procuran su éxito personal en las cuestiones mundanas sin procurar apegarse a D´s, fuente de toda vida. Sin embargo, una vez que purificamos nuestros corazones meditando en la grandeza del Eterno sabremos cómo rezar, tal que al pedir por nuestra salud y sustento lo haremos con el propósito de poder apegarnos a la Torá de D´s y consagrar Su Nombre en el mundo. De esta manera nuestras plegarias han de ser aceptadas (ver Olat Hareaiá I pág. 14).

El nombre hebreo para los Cánticos de alabanza es «Pesukei dezimrá» que proviene de la palabra «zemer» que significa canción o música, mas está también emparentada con el verbo «lizmor» que significa podar un viñedo. Así como el podador quita del viñedo las ramas innecesarias para potenciar el crecimiento de mejores frutos, de la misma forma mediante el recitado de los cánticos de alabanza eliminamos nuestros pensamientos errados y malos sentimientos. De esta manera queda sin efecto la holgazanería acumulada durante las horas de sueño para poder rezar con «Kavaná» y nuestra plegaria se eleve. La purificación anterior al rezo alegra y genera placer, y por esta razón las alabanzas previas reciben el nombre de «Cánticos de alabanza«.

04. ¿Los cánticos de alabanza son obligatorios?

En un principio, en tiempos de nuestros maestros tanaítas (siglos primero y segundo de la era común n. de t.) el recitado de los cánticos de alabanza era considerado una costumbre solamente de los píos y muy valorada por los sabios. Empero con el correr del tiempo se popularizó, transformándose en práctica obligatoria que todos los judíos inicien sus rezos con estos cánticos.

Sin embargo, las mujeres están exentas de recitarlos ya que éstos están condicionados por el tiempo ya que se recitan antes de Shajarit y las mujeres están exentas de los preceptos positivos marcados por el tiempo. Si bien hay quienes dicen que dado que las mujeres deben rezar la Amidá, deben asimismo recitar los cánticos de alabanza que sirven de preparativos para la misma. De acuerdo a la opinión mayoritaria de los juristas las mujeres están preceptuadas únicamente a recitar la Amidá al tiempo que están exentas de todos aquellos preparativos previos a la oración que no impiden la prosecución de la meta esencial de la Amidá («meakvim«). Por lo tanto, la halajá indica que las mujeres no están obligadas a recitar los cánticos de alabanza y aquella que quiera cumplir con excelencia puede hacerlo junto a sus bendiciones correspondientes, a los efectos de que su preparación para la Amidá sea completa.

05. ¿Cuáles son los cánticos de alabanza?

Lo principal de estos cánticos son los seis capítulos finales del libro de Tehilim (Salmos). El más importante es el primero, «salmo de alabanza para  David» (Salmo 145).

Antes de iniciar este salmo, se acostumbró a recitar un versículo que inicia con la palabra «Ashrei» (feliz o felices) por lo que el cántico todo recibió este nombre.

Tras este salmo se recitan otros cinco que comienzan y terminan con la palabra «Aleluya», sobre los que Rabí Iosei dijo: «sea mi porción entre quienes concluyen los Salmos de Alabanza ante HaShem todos los días» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(B)).

En tiempo de los saboraítas (sabios del Talmud posteriores a los amoraítas) se instituyó recitar el «Hodú» (Divrei Haiamim-Crónicas I 16:8-36), cántico de alabanza pronunciado por el rey David cuando retornó el Arca sagrada del Pacto de manos de los captores filisteos al Tabernáculo. Posteriormente, en tiempos del Templo de Jerusalém, se pronunciaba la mitad de este cántico durante la ofrenda del sacrificio permanente matinal y la otra mitad durante el sacrificio permanente de la tarde (Beit Iosef Oraj Jaím 50). De acuerdo con la usanza ashkenazí se recita «Hodú» después de la bendición «Baruj Sheamar» para que todas las loas estén incluidas entre las bendiciones de los cánticos de alabanza (Tur Oraj Jaím 51). Según la usanza sefaradí se recita «Hodú» antes que «Baruj Sheamar» pues se trata de una continuación del recitado de la ofrenda permanente (Eshkol, Kolbó).

Además, los saboraítas (Tratado de Sofrim 17:11) establecieron que antes del «Ashrei» se recite una serie de versículos que comienzan con la expresión «iehí jvod» (sea la gloria de Hashem) pues estos refuerzan la confianza en D´s y en la redención del pueblo de Israel. El Arí z»l explicó extensamente los secretos encerrados en estos versículos (Kaf HaJaím 51:13).

Posteriormente, en tiempo de los Gaonitas se acostumbraba a agregarle a los cánticos de alabanza algunos otros versículos y capítulos. Decidieron que se recite «Mizmor Letodá» (Salmo 100) el cual, según nuestros sabios de bendita memoria, será el único pasaje de alabanza que trascenderá los tiempos y no caducará (Vaikrá Rabá 9:7). Por esta razón corresponde recitarlo cantado. No se recita en sábados o días de fiesta,  siendo sustituido por «Mizmor Shir leiom Hashabat» (Salmo 92).

Los Gaonitas escribieron que hay quienes acostumbran a recitar «Vaibarej David» (Divrei Haiamim-Crónicas I 29:1-13 y Nejemia 9:1-11) así como el Cántico en el Mar que entonaron Moshé y el pueblo de Israel  (Shemot-Éxodo 15:1-18). Con el transcurso del tiempo, esta costumbre se extendió hasta que al final de la +época de los Rishonim, esta costumbre se afianzó en todas las comunidades. De todas maneras, el núcleo principal de los cánticos de alabanza está compuesto por los de David, tal como se menciona en la bendición «Baruj Sheamar«: «y mediante los cánticos de David te hemos de alabar». Sin embargo no hay razón alguna que impida agregar a los cánticos de alabanza «Vaibarej David» que no pertenece a los salmos y el Cántico en el Mar cuya autoría pertenece a Moshé.

06. Diversas costumbres referidas a los cánticos de alabanza y qué intención se requiere al recitarlos.

Dado que la bendición «Baruj Sheamar» tiene una importancia especial por insinuar cuestiones muy elevadas, se acostumbró siempre a recitarla de pie (Mishná Berurá 51:1, Kaf HaJaím 1). De acuerdo a la tradición ashkenazí hay que ponerse de pie también para la bendición de «Ishtabaj» que es la que finaliza los cánticos de alabanza, mas según la tradición sefaradí esto no es necesario (Ramá 51:7, Kaf HaJaím 42).

Asimismo, se acostumbró a ponerse de pie desde que se recita «Vaibarej David» hasta «Asher bajarta beAbraham» como forma de honrar al reino de Israel que fue establecido por el rey David.

Se recitan los cánticos con calma y sin prisa (Shulján Aruj 51:8) y especialmente se debe estar concentrado en el capítulo del salmo de alabanza para David (Salmo 145, «Ashrei«), respecto del cual nuestros sabios dijeron que quien lo recita a diario tendrá parte en el mundo venidero. Esto se debe a que sus alabanzas están ordenadas alfabéticamente, teniendo como punto máximo el versículo «Tu abres Tu mano y satisfaces a todo ser viviente» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 4(B)). Aquella mujer que se da cuenta que al recitar el versículo en cuestión no estaba concentrada, que vuelva a hacerlo. Inclusive si ya llegó a otros capítulos que lo repita (Shulján Aruj 5252:7, Peninei Halajá 14:3).

Dado que la bendición «Baruj Sheamar» es anterior a los cánticos de alabanza e «Ishtabaj» posterior a los mismos, resulta que todos estos conforman una unidad compacta, razón por la cual está prohibido interrumpir en la mitad de su recitado.

Sin embargo, en caso de gran necesidad, y a los efectos de evitar una pérdida económica cuantiosa, está permitido interrumpir para hablar. Asimismo, para evitar una ofensa está permitido saludar. (Mishná Berurá 51:7 escribe que es bueno que antes y después de la interrupción la persona recite los tres versículos «Baruj Hashem» previos a «Vaibarej David«).

Si bien hay quienes opinan que a los efectos de no interrumpir es mejor que quien tuvo que ir al baño en medio de los cánticos de alabanza posponga la bendición de «Asher Iatzar» para después del rezo, de todas maneras es mejor recitar «Asher Iatzar» de inmediato, pues de posponerla se corre el riesgo de olvidar recitarla.

07. Orden de preferencias para saltear pasajes de los cánticos de alabanza.

En el caso de una mujer que quiere recitar los cánticos de alabanza y sus bendiciones pero carece del tiempo suficiente para completar todos los capítulos, podrá recitar los principales, o sea, comenzar con la bendición de «Baruj Sheamar«,  seguir con los seis capítulos desde «Ashrei» hasta el final de las aleluyas que son lo principal de la sección y culminar con «Ishtabaj«.

Si un día la mujer en cuestión tiene mucha prisa, puede limitarse a recitar «Baruj Sheamar«, «Ashrei«, dos capítulos que comienzan con las palabras «Aleluyá halelu» (Salmos 148 y 150) e «Ishtabaj«. Si carece de tiempo como para recitar siquiera esto, podrá recitar únicamente «Baruj Sheamar«, «Ashrei» e «Ishtabaj«. En caso de que carezca de tiempo para recitar «Ashrei» no podrá recitar «Baruj Sheamar» ni «Ishtabaj» ya que estas bendiciones fueron establecidas sobre los cánticos de David y entre ambas es menester recitar aunque sea el capítulo principal que es el «Ashrei«.

Recitar las bendiciones de «Baruj Sheamar» e «Ishtabaj» únicamente referidos al «Ashrei» se aplica para un caso especial, no como norma rutinaria, ya que éstas fueron establecidas para recitar la sección principal de los cánticos de alabanza que son los seis capítulos y dado que la mujer no está obligada a recitar «pesukei dezimrá» no corresponde que recite las bendiciones por un sólo cántico.

En el seno de un marco educativo de niñas, las maestras tienen la potestad de decidir que las chicas reciten las dos bendiciones junto a los seis cánticos únicamente para que por una parte las educandas reciten los cánticos de alabanza y al mismo tiempo no les resulte pesado. Sin embargo, en caso de que las maestras consideren que los seis cánticos principales son mucho como para que las chicas los reciten concentradas, es mejor que no lo hagan en absoluto y omitan los cánticos de alabanza (ver arriba 8:3).

01. Las mujeres y el precepto del recitado del «Shemá» y sus bendiciones.

Es precepto positivo de la Torá recitar el «Shemá» por la noche y por la mañana, tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 6:7): «y hablarás sobre  ellos… cuando te acuestes y cuando te levantes», al acostarte por la noche y al levantarte por la mañana. Dado que se trata de un precepto positivo marcado por el tiempo, es este un deber que recae sobre los hombres y del cual las mujeres están exentas.

Nuestros sabios instituyeron que recitemos dos bendiciones antes y una después del  «Shemá» de Shajarit así como dos antes y dos después del «Shemá» de  Arvit (Mishná Berajot 11:1). Estas bendiciones son un complemento y un agregado al recitado del «Shemá» e incluyen alabanza y agradecimiento a D´s por haber creado el mundo y conducirlo. Las mujeres están exentas también de recitar estas bendiciones ya que están condicionadas por el tiempo: el horario para recitar las bendiciones del «Shemá» de  Shajarit es hasta el final de la cuarta hora temporal del día, mientras que las bendiciones del recitado del «Shemá» nocturno se pueden recitar toda la noche.

Hay juristas que sostienen que las mujeres deben recordar la salida de Egipto todas las mañanas y todas las noches ya que se trata de un precepto permanente que se extiende a lo largo de todo el día y la noche. Sin embargo, tal como se explicará más adelante (halajá 3) y de acuerdo con la opinión mayoritaria de los juristas, dado que la obligación del día se halla  separada de la nocturna, el precepto de recordar la salida de Egipto se considera determinado por el tiempo y las mujeres están exentas del mismo (Shaagat Haarié 13, Mishná Berurá 70:2).

Si bien las mujeres están exentas del deber de recitar el «Shemá«, en cuanto al deber de la fe están preceptuadas igual que los hombres, por lo que corresponde que acepten diariamente el Yugo Celestial recitando los versículos: «Shemá Israel» y «Baruj Shem» (Shulján Aruj Oraj Jaím 70:1, Mishná Berurá 5, Kaf HaJaím 5). En el caso de quien desee cumplirlo con mayor grado de excelencia que recite las tres  porciones agregando también la bendición de «Emet Veiatziv» en la que se menciona la salida de Egipto y que adjunte la redención a la que alude ese pasaje con el rezo de la Amidá.

El recitado del «Shemá» contiene otros dos preceptos marcados por el tiempo que son el de tzitzit y el de tefilín. Ya vimos anteriormente (cap. 3) que las mujeres captan la luz o la espiritualidad generada por los preceptos marcados por el tiempo aun sin realizarlos, y que una mujer que desee llevarlos a la práctica será recompensada. Sin embargo, por diferentes razones las mujeres no acostumbraron a cumplir con los preceptos de tzitzit y tefilín (Ramá Oraj Jaím 17:2, 38:3, adelante 21:5-6). De todas maneras toda mujer recita las tres porciones del «Shemá» de vez en cuando y algunas se esmeran y lo dicen a diario siendo esta la práctica extendida en muchos colegios (ver arriba 2:8, 8:3). Por lo tanto, en las siguientes halajot aprenderemos respecto del precepto y la normativa que lo rige.

02. El precepto del recitado del «Shemá».

El recitado del «Shemá» consiste de tres porciones, la primera: «Shemá Israel» (Devarim 6:4-9) que contiene la aceptación del Yugo Celestial, la unicidad de D´s y el amor a Él. La segunda es «Vehaiá im Shamoa» (Devarim 11:13-21) que contiene la aceptación del yugo de los preceptos y la tercera «Vaiomer» (Bamidbar-Números 15:37-41) en la que se ordena recordar los preceptos mediante el precepto del tzitzit finalizando con un recordatorio de la salida de Egipto.

Nuestros sabios dispusieron que se anticipe la porción de «Shemá» a la de «Vehaiá Im Shamoa» para primero aceptar el Yugo Celestial y después el de los preceptos. La porción de «Vehaiá Im Shamoa» que se refiere al deber de observar la generalidad de los preceptos que se cumplen tanto de día como de noche, precede a «Vaiomer» que menciona el precepto de tzitzit el cual se cumple únicamente durante el día (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 13(A)).

Según la opinión mayoritaria de los juristas medievales, el precepto de la Torá consiste en recitar tan sólo el versículo que reza «Shemá Israel» y respecto del cual está escrito (Devarim 6:6-7): «Y serán las palabras estas que Yo te ordeno sobre tu corazón…cuando te acuestes y cuando te levantes». Los sabios entonces, fueron los que instituyeron el recitado de las tres porciones.

Se puede decir que el principal precepto a cumplir es que la persona acepte sobre sí el Yugo Celestial, por lo que recitando tan sólo el primer versículo cumple con el deber de la Torá. Sin embargo, cuanto más se extienda la aceptación de dicho yugo,  se cumplirá con el precepto de la Torá con mayor integridad. Por esta razón, nuestros sabios dispusieron que se reciten las tres porciones en las que aparecen los fundamentos de la fe, la aceptación del yugo de los preceptos y su recordación mediante el mandato del tzitzit.

03. El recuerdo de la salida de Egipto.

Es un precepto de la Torá recordar la salida de Egipto diariamente, tal como está escrito (Devarim 16:3): «a fin que recuerdes el día en que saliste de la tierra de Egipto, todos los días de tu vida». Nuestros sabios entendieron que la palabra «todos» se refiere al deber de recordar la salida de Egipto tanto de día como de noche (Talmud Babilonio Tratado  de Berajot 12(B)). Se puede cumplir con este precepto recitando todo versículo que mencione la salida de Egipto y asimismo se puede cumplir con palabras propias alusivas al evento.

Nuestros sabios dispusieron que se recite la porción de «Vaiomer» en el recitado del Shemá por dos motivos: el primero porque menciona el precepto del tzitzit que recuerda a todos los mandamientos de la Torá; el segundo porque evoca la salida de Egipto. Por lo tanto se acostumbra a recitar «Vaiomer» también por la noche ya que si bien no corresponde mencionar entonces el tzitzit, es pertinente recordar a esa hora la salida de Egipto (ver Tratado de Berajot 14(B), Kesef Mishné Hiljot Kriat Shemá 81:2-3).

Existe una diferencia entre los preceptos de recitar el «Shemá» y el recordar la salida de Egipto. El primero se puede cumplir únicamente durante las tres primeras horas del día («horas temporales») que es cuando la gente suele levantarse; mientras que el deber de recordar la salida de Egipto de día se puede cumplir a toda hora. Empero, de acuerdo con lo dispuesto por nuestros sabios el precepto de recordar el Éxodo lo cumplimos conjuntamente con el recitado de todo el «Shemá». La salida de Egipto se recuerda en la bendición «Emet Veiatziv» en Shajarit y «Emet Veemuná» en Arvit y quien las recita cumple con el precepto de recordarla aunque no haya recitado el Shemá.

En el caso de las mujeres hay juristas que opinan que dado que el precepto de recordar la salida de Egipto aplica de modo continuo de día y de noche no se trata de un precepto marcado por el tiempo, por lo que las mujeres están preceptuadas de cumplirlo. Por lo tanto, según esta opinión las mujeres deben recitar a diario en Shajarit la bendición de «Emet Veiatziv» y por la noche en –Arvit la bendición de «Emet Veemuná» (Maguén Abraham).

Según la opinión mayoritaria de los juristas por cuanto que existe un precepto especial de recordar el Éxodo de día y otro de hacerlo por la noche, sí se trata de un precepto marcado por el tiempo del cual las mujeres se hallan exentas (Shaagat Haarié 13, Mishná Berurá 70:2).

De todas maneras, aquella mujer que desee cumplir con el precepto será bendecida. En este caso es preferible que cumpla el precepto mediante el recitado de  la bendición de «Emet Veiatziv» ya que la porción de «Vaiomer» está vinculada al precepto de tzitzit del cual las mujeres se hallan exentas mientras que la temática central de la bendición de «Emet Veiatziv» es la redención del pueblo de Israel y corresponde a hombres y mujeres por igual. Además, si la mujer en cuestión inmediatamente después de recitar la bendición de «Emet Veiatziv» reza la Amidá tendrá el mérito de adjuntar el rezo a la redención (ver adelante halajá 13).

04. El contenido de la primera porción del recitado del «Shemá».

Esta primera porción (Devarim 6:4-9) está compuesta de tres partes: a) El fundamento de la fe judía, b) El significado de este fundamento en nuestras vidas, c) La instrucción de cómo arraigar esta fe en nosotros.

  1. a) Del primer versículo «Escucha oh Israel, El Eterno es nuestro Dios, El Eterno es Uno» aprendemos el fundamento de la fe israelita en la unicidad de Dios, de que El Eterno es soberano sobre todo lo existente y no existe fuerza alguna en el universo salvo la suya. Si bien ante nuestros ojos la realidad se presenta bajo la apariencia de diferentes fuerzas separadas e interactuantes, El Creador las nutre a todas y fuera de Él no hay nada más.
  2. b) Esta fe implica que no hay nada más valioso en el universo que la adhesión a D´s, y todos los restantes valores existentes cobran real sentido a partir de este. Por lo tanto nuestros sabios explicaron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 54(A)) el versículo «Y amarás al Eterno tu Dios con todo tu corazón» como el deber de amarlo con las dos tendencias o instintos de la persona, las inclinaciones al bien y al mal. Esto implica que también se debe someter a la inclinación al mal al servicio Divino, tanto sea por sometimiento como por transformación al bien.

«Con toda tu alma» implica que una persona debe estar dispuesta a entregar su vida en pos de la fe en D´s. «Con toda tu fuerza» significa con todas tus posesiones, esto es, que los bienes materiales de la persona deben servir como base y medios para la labor espiritual. Por lo tanto, ante la disyuntiva de quebrar algún precepto de la Torá o perder todo su patrimonio, un judío debe optar por la segunda opción. Además, basados en la similitud de los vocablos, nuestros sabios entendieron que «con toda tu fuerza» («meodeja«) implica que por cada cosa que el Eterno nos otorga («midá«) debemos agradecerle («modé«)  enormemente («meod«).

  1. c) En la tercera parte de la primera porción del recitado del «Shemá«, la Torá nos indica cómo arraigar en nuestro ser los fundamentos de la fe. Primeramente «Y serán las palabras éstas que Yo te ordeno hoy, sobre tu corazón», y además, «Y las inculcarás a tus hijos». Aunque una persona haya estudiado concienzudamente los fundamentos de la fe, si no los repite para sí mismo a diario, los avatares de la vida y las distintas ocupaciones pueden causar el olvido de su creencia. Por esta razón se nos ordenó «y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, cuando te traslades, cuando te acuestes y cuando te levantes». De aquí la razón por la cual debemos recitar el «Shemá» de día y de noche. Empero la Torá no se contentó con el simple recitado sino que ordenó a los hombres insertar estos textos fundamentales para nuestras creencias dentro de los tefilín y amarrarlas en el brazo y la cabeza: «Y los tendrás atados como señal en tu mano y serán por frontales entre tus ojos». Más aún, la Torá ordenó a todos los judíos fijar estos textos en el dintel de la puerta «Y las tendrás escritas en las jambas de las puertas de tu casa», para que en todo momento cuando entremos o salgamos de nuestros hogares observemos la mezuzá y recordemos nuevamente los fundamentos de la creencia israelita.

05. La segunda y la tercera porción del recitado del «Shemá».

En la segunda porción «Vehaiá Im Shamoa» (Devarim 11:13-21) aprendemos sobre el valor de los preceptos de la Torá, la recompensa por su observancia y el castigo a quienes los trasgreden. Si amamos a D´s y Lo servimos con todo nuestro corazón cumpliendo con sus preceptos, seremos bendecidos por el Creador, la tierra dará su fruto, tendremos una larga vida nosotros y nuestros hijos sobre la tierra que D´s le prometió a nuestros ancestros y a nosotros. La Torá nos ordena colocar esta segunda porción en los tefilín del brazo y la cabeza y fijarla en el dintel de nuestras puertas. En la primera porción el énfasis estaba puesto en nuestra actitud ante D´s y la entrega total de nuestras energías a Su servicio. En la segunda, el énfasis está puesto en la revelación de la Divina Providencia y cómo conduce el mundo. El cumplimiento de los preceptos es también una expresión de la revelación de la palabra de Hashem en el mundo, y también la recompensa y el castigo expresan Su providencia sobre la creación.

En la tercera porción «Vaiomer» (Números-Bamidbar 15:37-41) se explicita el precepto del tzitzit, el cual posee una condición singular y es la de recordarnos todos los preceptos y motivarnos para cumplirlos, tal como está escrito: «Y al verlos (en referencia a los tzitziot-los flecos) habréis de recordar todos los mandamientos del Eterno para cumplirlos». La obligación de verlos nos insinúa que el precepto se cumple de día y no de noche ya que el día alude a la revelación clara y manifiesta de la palabra de D´s en el mundo. La revelación de la luz de los preceptos y su recordación nos conceden la fuerza de superar la inclinación al mal, tal como está escrito «y no os habréis de desviar en pos de vuestro corazón y en pos de vuestros ojos, tras los cuales os desviáis tras ellos…». Al final de esta tercera porción se rememora la salida de Egipto, la cual se nos ordena recordar diariamente de día y de noche. Así como el tzitzit revela la luminosidad de los preceptos, de la misma forma el Éxodo revela la existencia de un Conductor del universo, siendo el pueblo de Israel el encargado de manifestar y divulgar su palabra.

Vemos así que las tres porciones son una continuación y ampliación del fundamento de la fe expresado en el versículo «Shemá Israel» «Escucha oh  Israel». En la primera porción aprendemos sobre la importancia de la fe en nuestra vida como fundamento único y central de ésta y ello se amplía a las palabras «El Eterno nuestro Dios es Uno». En virtud de esta idea es que aceptamos sobre nosotros el yugo de los preceptos que postula la segunda porción, a modo de extensión de lo que reza el primer versículo «El Eterno es nuestro Señor». En la tercera porción se menciona la mitzvá del tzitzit que nos recuerda los preceptos todos y al final de esta la salida de Egipto, la cual reveló al mundo el hecho de que D´s escogió al pueblo de Israel y dirige providentemente el mundo, lo cual es una extensión de las palabras «Escucha oh Israel». En las leyes relativas a las bendiciones del recitado del «Shemá» (16:1) establecidas por nuestros sabios, habremos de notar que también éstas son una extensión y complementación del «Keriat Shemá«.

06. La significación de la salida de Egipto.

El reino egipcio que sojuzgó a los hijos de Israel era en esencia el imperio de la materia. Las investigaciones históricas confirman que entre los reinos de la antigüedad no había ninguno tan materialista como el egipcio.

Ellos negaban la existencia del alma y del mundo venidero mientras que  solamente el cuerpo y lo material les resultaban importantes.

Por esta razón invirtieron enormes esfuerzos en momificar muertos y preservar sus cuerpos. Las grandes pirámides no son sino cementerios para cuerpos. Su moralidad era acorde a esta actitud materialista, lo principal era satisfacer las pasiones corporales y tal como nos relatan nuestros sabios, de bendita memoria, «no había nación más promiscua que la egipcia» (Torat Cohanim– Ajarei 89). El pueblo de Israel representa el opuesto absoluto pues su esencia nacional se centra en el desarrollo espiritual.

En aquellos duros tiempos, la nación materialista egipcia dominaba al pueblo de Israel esclavizándolo con pesadas tareas. Parecía que aquel gran espíritu que había comenzado a revelarse mediante los patriarcas no tendría ya forma de resurgir. La materia había derrotado al espíritu, hasta que se reveló el mismísimo Santo Bendito Sea y nos sacó de Egipto.

En el éxodo D´s reveló al mundo entero por primera vez la verdadera envergadura del poder espiritual y los valores morales que de éste se desprenden. La salida de Egipto expresa la victoria del espíritu sobre la materia. Por más que la materia busque subyugar al espíritu, éste finalmente, con la ayuda de D´s, logrará liberarse de sus ataduras. Así como el pueblo de Israel salió de Egipto de manera victoriosa y cuantiosas pertenencias, de la misma manera toda confrontación entre materia y espíritu concluirá a final de cuentas con la victoria de este último.

Y así como el pueblo de Israel se liberó de las ataduras materiales que le impuso Egipto, recibió la Torá celestial y reveló al mundo la fe y la moral, de la misma forma cada judío debe dedicarse a diario a liberarse de las limitaciones y las trabas de la materialidad. De esta manera podrá revelar la fe y la moral en el mundo y conectarse con el Creador mediante el cumplimiento de los preceptos. Por lo tanto, tenemos el deber de recordar la salida de Egipto todos los días y todas las noches para liberarnos de las ataduras de la materia y meditar sobre el particular destino del pueblo de Israel, así como revelar la eterna verdad Divina (ver Peninei Halajá Pesaj 1:2-3).

07. La intención que debe acompañar al recitado del primer versículo.

La intención principal al recitar el primer versículo, debe ser la aceptación del Yugo Celestial, tal como está escrito (ídem 6:6) «Y serán las palabras estas que Yo te ordeno sobre tu corazón». Por lo tanto, la persona debe concentrarse en lo que recita en el primer versículo y si no lo hace no cumplió con su deber (Talmud Babilonio Berajot 13(B), Shulján Aruj 60:5, 63:4).

Incluso quien se concentra en el significado de cada palabra, debe cuidarse de no distraerse en medio del versículo. Sin embargo, a posteriori, si también pensó en el significado del versículo, cumplió con su deber.

Esta es la intención que se debe tener al recitar el primer versículo: «Escucha oh Israel»: el precepto de aceptar el Yugo Celestial está destinado al pueblo de Israel, que fue creado para revelar la creencia de la unicidad Divina en el mundo. El nombre de D´s empleado en este versículo es El de las Cuatro Letras I-H-V-H (י-ה-ו-ה) que se pronuncia A-donai. La meditación debe centrarse en su pronunciación y en su escritura. De acuerdo a su pronunciación significa que el Eterno es dueño de todo lo que existe; y en el nombre tal como se escribe significa que fue es y será (con estas cuatro letras hebreas se conforman los tiempos pasado presente y futuro del verbo ser n. de t.). Nuestro Dios («Elokeinu«) implica que es Todopoderoso y reina sobre nosotros (Shulján Aruj 5:1). Al decir «Uno» («Ejad«) se debe meditar en que Él es el único Rey del mundo todo, del cielo, de la tierra y en los cuatro puntos cardinales. Esta idea está insinuada en el vocablo hebreo «Ejad» –Uno (א ח ד) pues en hebreo la letra «alef» (א) tiene el valor numérico uno, la segunda letra es la «jet» (ח) tiene el valor numérico 8 que alude a los siete cielos y la tierra mientras que la tercera letra, la «dalet» (ד) tiene el valor numérico cuatro que recuerda los cuatro puntos cardinales. Al decir «Ejad» se debe prolongar la pronunciación de la letra «dalet» mientras se alcanza a meditar en que D´s es único en el mundo y gobierna los cuatro confines de la tierra (Shulján Aruj 61:6 y ver Mishná Berurá 18).

A posteriori, consideramos que también quien no meditó el significado exacto de cada palabra y cada Nombre Divino, si entendió en forma general el sentido de lo recitado que es la aceptación del Yugo Celestial, cumplió igualmente con su obligación.

Si la persona se distrajo y no puso atención al significado general de las palabras, esto es, la aceptación del Yugo Celestial, no cumplió con su deber, y si desea hacerlo debe concentrarse y volver a recitar el primer versículo (Mishná Berurá 63:14, Kaf HaJaím 17-18, ver Peninei Halajá Tefilá 15:6).

A los efectos de que la persona se concentre mejor, se acostumbra a recitar el primer versículo en voz alta. Asimismo se ha de cubrir los ojos con la mano derecha para no mirar algo que pueda distraerle (Shulján Aruj 61:4-5, Mishná Berurá 17).

08. La intención que debe acompañar el recitado del segundo versículo.

Inmediatamente después de recitar el primer versículo se dice en voz baja: «Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás» («Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed«). Si bien esta frase no aparece originalmente en el Shemá ni en el Tanaj, nuestros sabios dispusieron que se recite en virtud de una tradición antiquísima.

Cuenta el Talmud Babilonio (Tratado de Pesajim 56(A)) que antes de morir nuestro patriarca Yaakov, todos sus hijos se reunieron junto a él para escuchar de boca de su padre qué habría de ocurrir con cada uno en el final de los días. En ese momento la Divina Presencia (Shejiná) se alejó de él y le dijo a sus hijos: «¿Quizás alguno de ustedes no es virtuoso, como en el caso de Abraham que tuvo un hijo como Ishmael o mi padre Itzjak que tuvo un hijo como Esav y por eso no puedo revelaros el final? Entonces todos los hijos dijeron: «Shemá Israel A-donai Elo-heinu A-donai Ejad«, así como en tu corazón sólo hay Uno, asimismo en nuestros corazones sólo hay Uno. En ese momento Yaakov dijo: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed«. Sobre esto dijeron nuestros sabios de bendita memoria: ¿Qué habremos de hacer nosotros? ¿Diremos esta frase aunque no esté escrita originalmente en la porción del «Shemá«? ¿No la pronunciaremos? ¡He aquí que nuestro patriarca Yaakov lo hizo! Por lo tanto decidieron que se pronuncie en voz baja.

Esta frase es considerada como la continuación de la aceptación del Yugo Celestial del primer versículo, por lo tanto es obligatorio concentrarse en el significado de sus palabras al pronunciarla y quien la recita distraído debe volver a hacerlo concentrado (Mishná Berurá 63:12).

Es bueno separar entre el primer versículo y «Baruj Shem» para diferenciar entre la aceptación del Yugo Celestial de la Torá y aquello que agregaron nuestros sabios. Ya vimos (16:1) que es correcto que las mujeres digan los dos primeros versículos del recitado del «Shemá» diariamente y aquella mujer que quiera recitar toda la porción es bueno que interrumpa brevemente entre «leolam vaed» y «veahavta» (Y amarás) para diferenciar así entre la aceptación del Yugo Celestial y el resto de la porción (Shulján Aruj y Ramá 61:14).

Si bien la idea de la unicidad de D´s es profunda como la mar nos detendremos brevemente para analizarla. El primer versículo «Shemá Israel» expresa la fe suprema, absoluta y unitaria y se le llama en hebreo «ijud elión» o «unificación superior». En este nivel de percepción superior, nada en el mundo tiene una existencia real e independiente sino que Él es único en el mundo y todo lo demás se ve anulado ante Su existencia. Dado que la esencia infinita del Creador no se manifiesta en este mundo, es difícil percibir o entender la unificación superior de modo constante y sólo dos veces al día al recitar el versículo primero del «Shemá» estamos preceptuados de elevarnos a esas dimensiones. La segunda frase es llamada «unificación inferior» y en ella aceptamos el Yugo Celestial conforme se percibe la fe en este mundo, esto es, en una realidad en la cual la creación no se percibe como nula ante la Divinidad sino real y existente, gobernada y vivificada por D´s. Según Su voluntad este mundo habrá o no de continuar existiendo. A esto se le denomina como la manifestación de Su reinado en este mundo, tal como reza la segunda frase: «Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás» (Tania Shaar Haijud Veaemuná, Nefesh Hajaim 3).

09. ¿Cómo recitar el «Shemá»?

Aquella mujer que recite el «Shemá» debe hacerlo con gran intención y concentración, con pavor, temor, temblor y devoción. Debe pensar que al momento de recitarlo está invocando las palabras del Rey, El Santo Bendito Sea por lo que debe concentrarse en el significado de las palabras como si le resultasen nuevas (Shulján Aruj 61:1-2).

Además de la intención, se debe poner cuidado en cada letra para no omitir o alterar la pronunciación entre acentuadas y no acentuadas. A priori es necesario diferenciar entre la alef (א) y la ain (ע), entre la jaf (כ) y la jet (ח), entre diferentes tipos de puntuación como ser kamatz y pataj, tzeirei y segol (Shulján Aruj Oraj Jaím 61:14-23). Nuestros sabios dijeron en el Talmud Babilonio que «todo aquel que recita el «Shemá» poniendo atención a cada una de sus letras  y su respectiva pronunciación, le enfrían el infierno[1]»  (Tratado de Berajot 15(B)). A posteriori, si se recitó sin prestar atención a cada una de sus letras igualmente se cumplió con el deber a condición de que no se haya omitido letra o sílaba de alguna palabra (Shulján Aruj 62:1, Mishná Berurá 1).

Es necesario recitarlo de modo tal que el propio oído perciba lo que dice y a posteriori si recitó moviendo los labios mas no emitiendo sonido, el hecho de ver sus labios actuando hace que se considere que se cumplió con el deber. Empero si solamente se pensó en el «Shemá» pero no se pronunció moviendo  los labios no se cumplió con el deber (Shulján Aruj 62:3).

En principio, la ley indica que se puede cumplir este deberrecitando en cualquier otro idioma a condición de que quien recita comprenda lo que dice (ver arriba 12:7). Sin embargo, muchos de los grandes juristas de las últimas generaciones sostienen que hoy en día no se puede cumplir con el deber de recitar el «Shemá» en otro idioma, puesto que hay palabras que no las sabemos traducir con exactitud. Por ejemplo, el vocablo hebreo «veshinantam» (ושננתם) significa tanto repetir como profundizar en la comprensión y las demás lenguas carecen de tal palabra. Dado que no se puede traducir el «Shemá» de manera exacta no es posible recitarlo en lenguas extranjeras (Mishná Berurá 62:3).

10. ¿Cómo se recita?

El «Shemá» se puede recitar de pie, sentado o recostado sobre un lado (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 10(A), Shulján Aruj 63:1). De esta halajá podremos inferir que la fe no está desconectada de la vida real y que sólo se puede expresar en determinada situación. La fe expresada en el recitado del «Shemá» participa de todos los aspectos vitales de la existencia humana por lo que se puede cumplir con el precepto en cualquier postura.

Por la base de la ley se puede recitar el «Shemá» también caminando, tal como está escrito «cuando estuvieses en el camino». Sin embargo nuestros sabios consideraron que no corresponde que una persona acepte el Yugo Celestial de pasada, esto es, en una situación transitoria y por lo tanto es bueno que el caminante detenga su paso al recitar el primer versículo (Shulján Aruj 63:3, Mishná Berurá 9).

Dada la importancia de la primera porción en la que aceptamos el Yugo Celestial, la persona debe tener cuidado al recitarla y no ocuparse de ninguna otra actividad, ni insinuará o señalará cosa alguna con sus ojos, dedos o labios (Shulján Aruj 63:6).

Es importante destacar que los preceptos requieren de intención en su cumplimiento (Shulján Aruj Oraj Jaím 60:4), por lo que además de realizar el acto preceptivo se debe tener conciencia que la acción en cuestión es un deber. A los efectos de explicar esta regla podemos decir que así como el hombre posee cuerpo y alma lo mismo ocurre con el precepto de modo tal que el acto preceptivo se asemeja al cuerpo de la mitzvá y la intención con la que la acción es acompañada  al alma de la misma (ver Peninei Halajá Tefilá 15:8).

11. 248 (רמ»ח) palabras.

La Torá trae vida y salud tanto al mundo como al hombre, especialmente en el recitado del «Shemá» que incluye los fundamentos de la fe y del cumplimiento de los preceptos. Nuestros sabios nos dijeron que en este recitado hay doscientas cuarenta y ocho palabras, al tiempo que el cuerpo humano está compuesto de igual número de órganos. Si la persona recita correctamente el «Shemá«, cada parte de su cuerpo recibe un vocablo y mediante este se sana. En la práctica, ocurre que el «Shemá» con sus tres porciones contiene solamente doscientas cuarenta y cinco palabras y para completar las tres faltantes el oficiante repite «Hashem Elokeijem Emet» (Zohar HaJadash Ruth 95:1, ver Peninei Halajá 15:12).

En el caso de las mujeres que no rezan en la sinagoga y no escuchan al oficiante deben actuar conforme a las reglas de quien reza sin Minián. Esto implica que según la usanza ashkenazí, antes de recitar el Shemá debe decir el versículo «E-l Melej Neemán» (Ramá 61:3). Si bien la mujer posee doscientos cincuenta y dos órganos ya que a su útero se le agregaron dos conductos y dos aperturas (Talmud Babilonio Tratado de Bejorot 45(A)), dado que doscientos cuarenta y ocho órganos son comunes a todos los seres humanos, lo fundamental es infundir una bendición a la generalidad de las personas  y en virtud de esta se verán bendecidos también los órganos especiales de la mujer (Haelef Lejá Shelomó Oraj Jaím 120).

Según la usanza sefaradí quien reza solo debe repetir las palabras «Ad-onai Eloh-eijem Emet» (Kaf HaJaím 61:15-16) y por lo tanto corresponde que también la mujer actúe así. Hay juristas que opinan que es bueno que recite ambos: «E-l Melej Neemán» antes del recitado del «Shemá» y repita «Ad-onai Eloh-eijem Emet» posterior al mismo de modo tal que así completa doscientas cincuenta y dos vocablos que se corresponden con el número de órganos físicos que posee (Sheerit Iosef II pág. 186).

12. Las bendiciones del recitado del «Shemá» son una extensión del mismo.

Las bendiciones por el recitado del «Shemá» difieren de las demás bendiciones anteriores al cumplimiento de un precepto. Estas últimas ofician como preparación para la realización del acto preceptivo y rezan «que nos consagraste con Tus preceptos y Nos ordenaste etc», mientras que las bendiciones que acompañan al «Shemá» sirven de alabanza, agradecimiento y plegaria procurando expresar de un modo más amplio el significado de este recitado que tiene en el primer versículo su principal componente.

En el recitado del «Shemá» decimos que D´s es Uno, esto significa que es el Único que conforma y da existencia al mundo, no habiendo otro fuera de Él. En la primera bendición ampliamos este principio y junto a la alabanza por la luz que se renueva a diario, loamos al Creador por «renovar la creación cada día».

A los efectos de enfatizar Su unicidad, junto a la alabanza por haber creado la luz recordamos también que Él creó la oscuridad. Por las noches, en la bendición paralela a la matutina, esto es, la que precede al «Shemá» nocturno, junto a la alabanza por hacer «caer las noches» agregamos un recordatorio de que «crea el día y la noche». Vemos entonces que el fundamento de la fe en la unicidad de D´s que se manifiesta en la lectura del «Shemá» se ve contenido y ampliado en esta primera bendición.

El hecho de que el recitado comienza con las palabras «Escucha oh Israel» implica que la idea de la unicidad se revela al mundo mediante el pueblo judío que fue creado a esos efectos. Esta idea es ampliada en la segunda bendición, en la que agradecemos a D´s por Su amor hacia nosotros, por la Torá que nos otorgó y rezamos para tener el mérito de entenderla y cumplirla con amor, para que de esta forma dar a revelar Su nombre en el mundo.

«El Eterno nuestro D´s» implica que Él es Todopoderoso y gobierna el mundo conforme a Su voluntad. Su dominio sobre todas las fuerzas y componentes del universo fue revelado de manera contundente durante la salida de Egipto, la cual mencionamos en la tercera porción del recitado del «Shemá«. En la tercera bendición ampliamos esta idea aún más y alabamos al Creador porque «Tú eres el primero y Tú eres el último y fuera de Tí no tenemos otro Rey, Redentor y Libertador. En verdad Tú nos redimiste de Egipto…», recordamos la muerte de los primogénitos y la apertura del Mar Rojo, finalizando con «Bendito Eres Tú que ha redimido a Israel».

Vemos entonces que las tres bendiciones son una continuación y una ampliación de los fundamentos de la fe del recitado del «Shemá«.

Dado que estas bendiciones no son como aquellas que se recitan antes de realizar un acto preceptivo el orden de su recitado no implica una condición para su cumplimiento. Si bien a priori deben ser recitadas conforme al orden establecido por nuestros sabios, a posteriori, si este fue cambiado se cumple igualmente con el deber. Asimismo si la mujer recitó estas bendiciones y no el «Shemá«, cumplió igualmente con un precepto y si recitó solo una de éstas es recompensada.

13. Leyes referentes al recitado de las bendiciones.

Una mujer que recita los cánticos de alabanza y las bendiciones del recitado del «Shemá» debe tener cuidado de no interrumpir entre estas dos secciones, ya que los primeros son un preparativo para el rezo. Por esta razón no se puede interrumpir desde el inicio de la bendición «Baruj Sheamar«, previa a los cánticos de alabanza, y hasta el final de la Amidá (Shulján Aruj 54:3).

En la bendición «Iotzer Or» se recitan los versículos de la Kedushá y si bien esta última no se puede recitar sin Minián, la mayoría de los juristas considera que en este caso no se requiere de quórum ya que se trata de un relato de cómo los ángeles consagran a HaShem  y no tenemos la intención de consagrarlo nosotros mismos en este pasaje (Talmidei Rabenu Ioná). A los efectos de cumplir con las opiniones de todos los juristas, a priori es bueno que la mujer que recita la bendición de «Iotzer Or» sin Minián, lea los versículos de la Kedushá con sus entonaciones musicales (Ta´amei HaMikrá) como quien lee del Tanaj, pues entonces se considera que los pronuncia como quien estudia, lo cual está permitido según todas las opiniones (Terumat Hadeshen, Shulján Aruj 59:3). La mujer en cuestión no precisa conocer a la perfección las diferentes entonaciones, lo principal es que entone para que se denote  que lee al profeta.

Si bien tanto el recitado del Shemá como rezar la Amidá son preceptos separados, aquella mujer que incluye ambos pasajes en su plegaria debe adjuntarlos de modo tal que ni bien concluye la bendición de «Gaal Israel» comience la Amidá. Nuestros sabios dijeron que quien reza inmediatamente después de la redención tiene parte en el Mundo Venidero (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 4(B)). Quien adjunta la redención al rezo como los «vatikín«, esto es, con el despuntar del sol, se le asegura que no sufrirá percance alguno durante todo el día (ídem 9(B), Tosafot allí). Quien interrumpe entre la bendición de la redención y la Amidá, se asemeja al amigo del rey que golpea la puerta del palacio y cuando el monarca abre, el visitante se dedica a otra cosa por lo que el rey también se aparta y prosigue con otra ocupación.

Recordar la redención del Eterno cuando salimos de Egipto se asemeja a golpear la puerta del palacio real, pues ésta expresa el gran amor que D´s profesa al pueblo de Israel. Por lo tanto, la salida de Egipto se asemeja al compromiso entre el novio y la novia (Erusín), entre el Eterno y el pueblo de Israel. No se debe perder el momento de gracia y se debe alcanzar el máximo apego posible en el rezo a partir del sentimiento de cercanía despertado en la bendición anterior y pedir que así como nos salvó de mano de los egipcios vuelva a bendecirnos y redimirnos (ver Talmud Jerosolimitano Tratado de Berajot 1:1).

14. Interrupción en medio del recitado del «Shemá» y sus bendiciones.

A los efectos de evitar odio u ofensas, los sabios permitieron saludar en medio del recitado del «Shemá» y sus bendiciones a una persona a la que el protocolo así lo requiere (Shulján Aruj 66:1). Empero en la práctica, los juristas escribieron que dado que hoy no se acostumbra a interrumpir durante el rezo, las personas importantes y aquellas a las que les debemos respeto y temor no se habrán de ofender si no se las saluda durante el servicio, por lo que queda sin efecto el antes mencionado permiso de interrumpir durante el recitado del «Shemá» y sus bendiciones (Mishná Berurá 66:2, según Sefer Hajinuj).

Sólo con una persona que no es consciente de la trascendencia del rezo y puede llegar a ofenderse  se puede aplicar la regla original y saludarlo. Asimismo en el caso de un «baal teshuvá» (persona nueva en el mundo del cumplimiento de los preceptos) cuyos padres no entienden el valor que tienen los rezos para él, puede saludarlos, mas no continuará hablando con ellos más allá del saludo. En medio de los versículos «Shemá Israel» y «Baruj Shem Kevod» no se puede interrumpir en absoluto a menos que se trate  de una circunstancia que encierra peligro de vida.

Una persona puede interrumpir y hablar en medio del recitado del «Shemá» y sus bendiciones para evitar daño físico o económico. Si le es posible es mejor finalizar la bendición o porción antes de interrumpir (ver Beur Halajá 66:1).

Aquella mujer que ve a una compañera que trasgrede una prohibición habrá de insinuarle para que deje de hacerla, en caso de que no entienda la señal podrá interrumpir y hablarle para apartarla de la prohibición. Este permiso obedece al hecho de que si está permitido interrumpir en medio del recitado del «Shemá» en honor a personas de carne y hueso, mucho más aún se puede interrumpir en Honor al Cielo (Ritba, Kaf HaJaím 66:7).

Se puede interrumpir en medio de las bendiciones del recitado del «Shemá» a los efectos de responder a un Kadish o una Kedushá y otras cuestiones relativas a la santidad. Las reglas referentes a estos casos se detallarán más adelante (20:9-10).

01. Las mujeres están exentas de todos los pasajes del rezo posteriores a la Amidá.

Las mujeres están exentas de todos los pasajes del rezo que los hombres acostumbran a recitar después de la Amidá, por ejemplo: «Tajanún«, «Ashrei«, «Lamenatzeaj«, «Kedusha Desidra«, «Pitum Haketoret» y «Aleinu Leshabeaj«. Esto se debe a que ni siquiera los hombres están completamente obligados a recitar los pasajes antedichos, empero por diferentes razones acostumbraron a hacerlo al punto de que con el tiempo se tornó obligatorio para éstos. Sin embargo, como las mujeres no acostumbraron a recitar estos pasajes no adquirieron la obligación. Las mujeres están preceptuadas de rezar la Amidá sin incluir ninguno de los pasajes posteriores, pero aquella mujer que quiera agregarlos puede hacerlo.

De todas maneras es oportuno estudiar las halajot relativas a estos pasajes para completar así el estudio de las leyes relativas a la Tefilá.

 

02.  La inclinación sobre el rostro («Nefilat Apáim»)

En el orden de rezo de los hombres, tras la conclusión de la Amidá acostumbramos a inclinarnos sobre nuestro rostro y suplicar ante el Creador Bendito Sea. De esta manera cumplimos con el rezo en todas sus formas o posturas, las bendiciones del recitado del Shemá sentados, la Amidá de pie y las súplicas posteriores inclinándonos sobre nuestro rostro. Esto lo aprendemos de Moshé Rabeinu quien rezó ante D´s en estas tres posturas cuando tras el pecado del becerro de oro procuró obtener el perdón para el pueblo de Israel.

Esta plegaria tiene una fuerza particularmente intensa y ayuda enormemente en momentos difíciles. Durante el pleito emprendido por Koraj y sus seguidores contra Moshé y Aharón, D´s le dijo a estos últimos «Alejaos de esta gente de modo que los habré de consumir en un momento». En ese momento, los hermanos entendieron que debían intensificar sus plegarias, para lo cual se inclinaron sobre sus rostros y dijeron: «Oh D´s, Soberano de los espíritus de toda carne, ¿por un hombre que ha pecado castigarás a toda la congregación? (Bamidbar-Números 16:21-22). Por mérito de sus rezos que fueron recitados prosternándose sobre sus rostros, el pueblo de Israel fue perdonado y el decreto Divino fue anulado.

Este rezo es muy poderoso por cuanto expresa la total anulación de la persona ante su Creador, hasta el límite de la misma entrega de la vida. Esto es como si la persona le dijera al Eterno: todos mis sentidos y órganos se anulan ante Ti, haz conmigo Tu voluntad por cuanto que te pertenezco enteramente. Por esta razón, mediante este rezo se pueden corregir defectos que con otra plegaria resultaría imposible hacerlo (ver Zohar Bamidbar 120:2).

La inclinación sobre el rostro expresa también la sensación de vergüenza que sentimos hacia el Cielo al concluir nuestra plegaria la cual se centró en la  grandeza de D´s, elevando a Él todos nuestros pedidos; entonces ¿cómo osamos  pararnos ante Él en el rezo? y por esto nos inclinamos sobre nuestro rostro. Además, esta postura expresa nuestro pesar, producto del arrepentimiento por nuestros pecados. El dolor es tal que no podemos elevar nuestro rostro (ver Rabenu Bejaié Bamidbar 16:22).

Si bien la plegaria de «Nefilat Apáim» es de gran importancia, los sabios no la establecieron como obligatoria ni le adjudicaron un texto fijo. Por lo tanto, todo aquel que deseaba se inclinaba sobre su rostro y suplicaba tras el rezo. Sin embargo, justamente en virtud de su gran importancia, por cuanto que expresa la total anulación ante D´s, corresponde que la oración emane del corazón libre y espontáneamente.

03. La costumbre del recitado de súplicas hoy día.

En los primeros tiempos se acostumbraba a caer sobre el rostro  prosternándose o reverenciándose. Al prosternarse el orante extiende todo su cuerpo sobre el suelo,  con brazos y piernas extendidos. Al reverenciar, el orante se pone de rodillas e inclina su cabeza hasta apoyarla sobre el piso (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 34(B), Rambám Tefilá 5:13-14).

Sin embargo, en virtud de ciertos temores se abolió la costumbre de prosternarse o de reverenciar. Algunos de los temores están vinculados a la prohibición halájica de hacerlo sobre un piso de piedra y a la prohibición de que una persona importante se prosterne sobre su rostro delante del público sin que se le asegure que su pedido será colmado, tal como le ocurrió en su momento a Iehoshúa Bin Nun.

Principalmente, se temía por lo expresado en el Zohar (Bamidbar 121:1) en cuanto a que «Nefilat Apáim» es una plegaria encumbradísima en la cual el orante debe entregar su vida a D´s y verse a sí mismo como quien deja este mundo, y de esta manera sus pecados son expiados. Empero si la persona no entrega realmente su vida en la plegaria pone en riesgo su existencia por lo que se acostumbró a no prosternarse sobre el piso (ver Peninei Halajá Tefilá 21:3).

En la práctica, la usanza entre los ashkenazíes y algunos de los sefaradíes es agacharse y abatir la cabeza sobre el brazo. En esta postura se rescata parcialmente la de «Nefilat Apáim» con reverencia («kidá«), empero no es completa y no se teme que derive en una prosternación sobre el piso de piedra  (Beur Halajá 131:1).  Quienes siguen la tradición del Ben Ish Jai, por temor al pasaje del Zohar arriba citado, no se inclinan sobre su rostro, siendo esta la práctica de muchos de los judíos orientales.

En tiempos de los Gaonitas comenzó a conformarse un formato fijo para «Nefilat Apáim» y las súplicas o «Tajanunim» posteriores al rezo. En tiempo de los Rishonim o sabios medievales este formato se fue estableciendo paulatinamente al punto que todos los judíos asumieron el deber de recitar determinadas súplicas. Aparentemente, fue en virtud de los sufrimientos del exilio que se intensificaron cada vez más, que los corazones se ocluyeron  tanto que se necesitó de un formato fijo para poder recitar súplicas. Dado que esta plegaria se incorporó cuando las diásporas estaban ya dispersas, resaltan las diferencias entre la versión ashkenazí  y la sefaradí.

Dado que «Nefilat Apáim» es una plegaria que implica un corazón quebrado, la anulación del aspecto físico y nuestra disposición a una entrega total de la vida, no se recita en días de alegría (tal como figura en el Sidur).

Asimismo, cuando en la sinagoga están presentes protagonistas de una alegría preceptiva como en el caso de un novio,  el padre o el padrino de un niño a ser circuncidado en ese día, no se recita Tajanún o súplicas (ver Peninei Halajá Tefilá 7 y 8). Asimismo, en la casa del doliente se acostumbra a no recitar esta oración por cuanto que el rigor Divino ya se ha hecho presente en este sitio y es procedente, por lo tanto,  no incrementar el Atributo del rigor aún más (Mishná Berurá 131:20).

04. Cómo inclinarse sobre el rostro (para quienes acostumbran a hacerlo).

Como ya vimos, según la usanza de los ashkenazíes y parte de los sefaradíes, la inclinación sobre el rostro se lleva a cabo sentado, abatiendo la cabeza y apoyándola sobre el antebrazo con una inclinación del rostro sobre su lado derecho para que así no apunte directamente al suelo. Es bueno cubrir el rostro con una prenda o la manga y no conformarse con hundir el rostro en el antebrazo desnudo ya que brazo y rostro son un mismo cuerpo  y éste no puede cubrirse a sí mismo (Shulján Aruj 131:1, Mishná Berurá allí). El rostro se cubre fundamentalmente por una cuestión de recato, como quien se cubre por temor y vergüenza ante D´s. A posteriori, quien viste mangas cortas y carece de un pañuelo, que apoye su rostro sobre el brazo desnudo. Si hay una mesa en el lugar que lo haga sobre ésta y el brazo por sobre la cabeza, de esta manera la mesa es considerada como la principal cobertura de su rostro (Peninei Halajá Tefilá 21:4).

Se acostumbra a inclinarse sobre el rostro únicamente allí donde se encuentra un Rollo de la Torá o incluso libros sagrados impresos. En caso que en el sitio en cuestión no haya libros sagrados de ningún tipo, se recita el salmo sentado sin inclinarse sobre el brazo.  En Jerusalém se acostumbraba inclinarse sobre el rostro también en sitios donde no hay libros sagrados, por cuanto que la santidad de la ciudad los sustituye (Peninei Halajá Tefilá 21:4).

En el caso de un sitio en el cual no hay posibilidad de inclinar el rostro estando sentadas, sea por falta de sillas o porque exactamente atrás de la mujer se encuentra una persona rezando que no puede desplazarse, se podrá recitar el «Nefilat Apáim» de pie (Mishná Berurá 131:10). En un caso así, es mejor apoyarse sobre la pared tal que de no mediar esta ella se caería y de esa forma se le considera como que de alguna forma se sentó e inclinó su rostro (Kaf HaJaím 38).

05. El orden de las súplicas («Tajanunim»).

Una mujer que desea recitar súplicas, es bueno que no interrumpa mediante el habla entre la finalización de la Amidá y éstas ya que cuando se recitan contiguas a la Amidá son mejor aceptadas (Shulján Aruj 131:1, Mishná Berurá 1).

Según la usanza sefaradí, se acostumbra recitar la confesión («vidui«) y los trece atributos de la misericordia antes de inclinarse sobre el rostro para que por la expiación producida por éstos, pueda la persona alcanzar su máxima elevación durante «Nefilat Apaim». Según las usanzas ashkenazí y yemenita (Báladi) la confesión y los trece atributos se adicionan únicamente los lunes y los jueves.

Se ha dicho que los trece atributos de la misericordia son muy efectivos para obtener el perdón por pecados. Mediante la aceptación de la creencia de la elevación que implica recitar los trece atributos,  nos conectamos con Hashem de una forma tan profunda y excelsa al punto que las malas acciones cometidas se transforman en insignificantes y exteriores a la persona comparadas al apego a D´s y su manera de conducir el mundo y de aquí resulta la expiación. Por lo tanto durante las Selijot y en Yom Kipur se abunda en el recitado de los trece atributos.

El recitado de los trece atributos de la misericordia se considera una cuestión relativa a la Santidad por lo que requiere de Minián (Peninei Halajá Tefilá 21:5). Por lo tanto una mujer que reza sola y quiere recitar las súplicas, habrá de saltearse los trece atributos.

A la hora de inclinarse sobre el rostro, según la usanza sefaradí se recita el salmo veinticinco mientras que según las usanzas ashkenazí y sefaradí- jasidí se recita el salmo seis.

Los lunes y los jueves se agregan súplicas ya que son días propicios para que las plegarias sean aceptadas. Estas súplicas  se recitan de pie (Shulján Aruj y Ramá 134:1). El pasaje «Vehú Rajum«, según los libros de los Rishonim (Abudraham, Raabán, Hamanhig, Kol Bó 18), fue compuesto por tres ancianos exilados de Jerusalém, razón por la cual no hay grandes diferencias en sus distintas versiones. Empero los sefaradíes le agregaron antes súplicas suplementarias, mientras que los ashkenazíes las agregaron después de este pasaje.

Otra diferencia entre las usanzas es que según la versión sefaradí y Sefarad-Jasidí  las súplicas suplementarias de lunes y jueves se recitan después de la inclinación sobre el rostro, mientras que según la usanza ashkenazí se recitan antes de ésta.

06. «Ashrei», «Lamnatzeaj» y «Ubá Letzión»

Tras la conclusión del Tajanún y en los días lunes y jueves, tras la lectura de la Torá, se recitan tres pasajes. El primero es «Ashrei» (la alabanza de David) que si bien ya fue recitado anteriormente durante los cánticos de alabanza se repite nuevamente (ver Peninei Halajá Tefilá 23:1-2 en cuanto a que los hombres recitan Ashrei tres veces al día).

Tras el «Ashrei» se recita el cántico «Lamenatzeaj Mizmor leDavid, Iaanjá Hashem Beiom Tzará» que es una continuación de las súplicas que se recitan tras la Amidá. Dado que se trata de una plegaria para días aciagos, no se recita en días alegres (tal como aparece impreso en los Sidurim. Ver Peninei Halajá Tefilá 23:1 donde se explican las diferentes usanzas).

Luego de «Lamenatzeaj» se recita «Ubá Letzión» que es la denominada  «Kedusha Desidra«, esto es, los versículos que rezan «Kadosh, Kadosh, Kadosh» etc, «Baruj Kevod Ad-onai Mimkomó«, «Ad-onai Imloj Leolam Vaed» con sus respectivas traducciones al arameo. Los sabios establecieron el recitado de esta «Kedushá Desidra» (si bien ya fueron recitados en la bendición de «Iotzer Or» y en la Kedushá durante la repetición del oficiante) a los efectos de que cada orante pueda así estudiar a diario algunos versículos de los profetas también los tradujeron al arameo para que todo el pueblo, que estaba habituado a hablar en este idioma, pueda entender su significado.

Esto se debe a que es bueno que los hombres, quienes están preceptuados de estudiar Torá, lo hagan diariamente incluyendo Torá, Profetas y enseñanzas de los sabios. Se estudia Torá durante el recitado del «Shemá«, en «Ubá Letzión» se estudian profetas y al final del rezo se agregan pasajes de los sabios –Jazal-.

Los sabios elogiaron de sobre manera el valor del recitado de este pasaje al punto que dijeron que ahora que el Templo está destruido, este recitado es uno de los pilares sobre los que se sostiene el mundo (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 49(A)). Rashi explicó que esta lectura posee dos virtudes: el estudio de Torá y el hecho de que los versículos se centran en la santidad de D´s y al ser recitados con Minián el Sagrado Nombre es santificado públicamente. En el servicio de Shajarit de Shabat no es necesario recitar «Kedushá Desidra» ya que se cumple con el deber de estudiar los profetas mediante la lectura de la Haftará. De todas maneras, a los efectos de no omitir del todo su recitado se acostumbra a incluirlo en el rezo antes de Minjá para así adicionar otro estudio sabático y que además se ocupa de la santidad de D´s (ver Peninei Halajá Tefilá 23:2).

07. El «Cántico del día», «La quema del incienso» y «Aleinu Leshabeaj».

Dado que el servicio de Shajarit fue establecido como sustituto de la ofrenda diaria permanente de la mañana y tras ésta los levitas acostumbraban a cantar el salmo del día, acostumbramos a recitarlo tras concluir el rezo  (Tratado de Sofrim 18:1). Sin embargo, en un principio no se estableció este cántico como obligatorio y hubo quienes no acostumbraron a recitarlo. Empero al final del tiempo de los Rishonim (sabios medievales) ya todos acostumbraban a hacerlo.

Previo al cántico se menciona el día correspondiente de la semana, «Haiom Iom Rishón Beshabat» etc, a los efectos de cumplir con el precepto de recordar el sábado todos los días de la semana (según Rambán a Shemot 20:8 y el Arí z´´l tal como es mencionado en Kaf HaJaím 132:26).

Una vez concluido el «Cántico del Día» se acostumbra a recitar «la quema del incienso» («Pitum Haketoret«) y antes de éste «Ein Keelokeinu«. Se lee la quema del incienso por dos razones, la primera, por el incienso que se quemaba  en el Templo de Jerusalém por la mañana y por la tarde. La segunda para que cada judío tenga el mérito de estudiar a diario las palabras de los sabios. Posteriormente se agregaron más enseñanzas agádicas (no halájicas) de nuestros sabios para que sean estudiados a diario (ver Peninei Halajá Tefiilá 23:5).

Se acostumbró  recitar «Aleinu Leshabeaj» al final del servicio de Shajarit para que antes de que nos separemos del rezo, se fijen en nuestros corazones la fe en D´s y la esperanza de la redención. También para que cuando el judío se encuentre durante la jornada con el gentil en el marco de sus quehaceres laborales, no se vea tentado a ir en pos de sus creencias o sus ídolos (Bait Jadash Oraj Jaím 133). Según el Arí z»l se acostumbraba a recitar «Aleinu Leshabeaj» al concluir tanto Minjá como Arvit.

En virtud de la importancia de esta plegaria se acostumbra a recitarla de pie y a inclinarse levemente cuando, según la usanza ashkenazí, se dice «Vaanajnu Kor´im» (Y nosotros nos inclinamos) y según la sefaradí, cuando se dice «Umishtajavim» (nos posternamos) (Mishná Berurá 132:9).

Dado que se trata de agregados relativamente recientes, existen muchos matices en las diferentes costumbres. Por ejemplo, según la usanza sefaradí, se agregan cánticos y  versículos antes del «Cántico del Día» amén de que la «quema del Incienso» es más extensa. Otra diferencia en el orden de los rezos radica en que los ashkenazíes recitan «Aleinu Leshabeaj» antes del «Cántico del Día» mientras que los sefaradíes y los jasídicos siguen el orden tal como fue detallado aquí (ver Peninei Halajá Tefilá 23:4-5).

01. ¿Cuándo se reza Minjá?

Tal como vimos, hay juristas que consideran que las mujeres deben rezar Shajarit y Minjá diariamente (2:2) mientras que otros consideran que debe rezar una Amidá al día pudiendo ser Shajarit o Minjá. Si bien es mejor rezar por la mañana (Shajarit) en caso de que se le dificulte puede hacerlo por la tarde (Minjá) (2:3). De hecho es mejor rezar Shajarit y Minjá, de acuerdo a la mayoría de las opiniones, pero recitando una sola de ellas se cumple con el precepto (2:5).

El rezo de Minjá consiste fundamentalmente en la Amidá. Si bien los hombres acostumbraron a precederle con el recitado del «Ashrei» y posteriormente  recitar «Tajanún» y «Aleinu Leshabeaj«, las mujeres están exentas del recitado de estos pasajes. De todas maneras, aquella mujer que no recita «Ashrei» debe aguardar unos instantes, los equivalentes para caminar dos metros, antes de comenzar la Amidá (se explica arriba 10:1).

Los sabios establecieron el horario del rezo de Minjá según el de la ofrenda permanente del atardecer («bein haarbaim«). Según la base de la ley, el horario de esta ofrenda es después de pasadas las seis horas temporales, que es el mediodía y cuando el sol comienza a moverse hacia el occidente. Sin embargo, los sabios temieron que las personas se equivoquen respecto de la posición exacta del sol y ofrezcan el sacrificio antes del mediodía; por lo tanto establecieron que solamente a partir de media hora pasado este se pueda sacrificar la ofrenda permanente de la tarde.

El horario de Minjá es hasta el anochecer (erev), empero los juristas debatieron respecto del momento exacto de finalización de éste. La respuesta al debate radica en resolver cuál es el momento exacto de  finalización del horario del sacrificio de la ofrenda permanente de la tarde. Hay quienes sostienen que el horario, era hasta la puesta del sol y por lo tanto se puede rezar Minjá hasta el atardecer (Talmidei Rabenu Ioná, Gaón de Vilna, Mishná Berurá 233:14). Otros juristas opinan que se puede rezar Minjá hasta la noche Esta última opinión es compartida por la mayoría de ellos (Shulján Aruj y Ramá 233:1).

En la práctica, es importante procurar culminar el servicio de Minjá hasta la puesta del sol empero a posteriori se puede confiar en la opinión mayoritaria de los juristas y rezar hasta trece minutos y medio después de ésta. Según todas las opiniones, hasta este momento y en todas las épocas del año aún  no comenzó la noche (Peninei Halajá Tefilá 24:4).

02. El recitado del «Shemá» y sus bendiciones.

Es precepto de la Torá recitar el «Shemá» en la noche y en la mañana, tal como está escrito en las dos primeras secciones de este recitado, «Shemá Israel» y «Veahaiá Im Shamoa«, «al acostarte y al levantarte». Asimismo es preceptivo recordar la salida de Egipto de noche y de día, tal como está escrito (Devarim–Deuteronomio 16:3): «para que te acuerdes siempre del día en que saliste de la tierra de Egipto, todos los días de tu vida». Del hecho que está escrito «todos los días» nuestros sabios aprendieron que es preceptivo recordar el Éxodo de día y  de noche (Mishná Berajot 12:2). A estos efectos se recita también el tercer pasaje del Shemá, «Vaiomer«, al final del cual se menciona la salida de Egipto.

Este tercer pasaje es la porción que habla del tzitzit, precepto que aplica sólo de día, siendo un pasaje básicamente matutino; y aunque en realidad, se podría recordar la salida de Egipto por las noches mediante otros versículos. Empero como el pasaje de «Vaiomer» es muy conocido por todos, se acostumbró a usarlo como recordatorio del Éxodo también por las noches (Tosfot Iom Tov en Mishná Berajot ídem). Además, la porción de «Vaiomer» junto a las dos primeras de «Veahavta» y «Vehaiá» suma doscientas cuarenta y ocho palabras  (ver arriba 16:11) y los tres pasajes implican la aceptación completa del Yugo Celestial (arriba 16:4-5).

Los sabios de la Gran Asamblea establecieron que se reciten dos bendiciones antes  del recitado de «Shemá» y dos bendiciones posteriores. La primera es «Maariv Aravim» («que haces descender el crepúsculo») que es una alabanza a D´s por el paso del tiempo y es paralela a la bendición de «Iotzer Or» («que formas la luz») del servicio de Shajarit. La segunda bendición es «Ahavat Olam» («amor eterno») en la que se alaba a D´s por amar al pueblo de Israel y entregarle la Torá. La tercera bendición es «Emet Veemuná» («verdad y confiable es todo esto») en la cual se alaba a D´s y se le agradece por la redención.

Estas tres bendiciones se corresponden con las tres bendiciones del «Shemá» de la mañana al tiempo que la cuarta que se agregó por la noche, «Hashkivenu» tiene por cometido pedir a Hashem que nos proteja mientras dormimos. De esta manera vemos que las bendiciones por el recitado del «Shemá» son siete, tres en Shajarit y cuatro en Arvit y respecto de esto dicen los sabios en el Talmud Jerosolimitano (Tratado de Berajot 1:5) que fueron establecidas según el versículo (Salmos 119:164): «siete veces al día te alabo» (ver arriba 16:12).

Dado que tanto el recitado del «Shemá» como así también sus bendiciones y el recuerdo de la salida de Egipto son preceptos que están marcados por el tiempo, las mujeres se hallan exentas de su cumplimiento (ver arriba 16:3). El horario del recitado del «Shemá» comienza con la salida de las estrellas y se prolonga hasta la medianoche. A posteriori se puede recitar junto a sus bendiciones hasta que despunta el alba.

Si bien las mujeres están exentas de los preceptos positivos marcados por el tiempo aquella que quiera cumplirlos tiene un gran mérito en hacerlo. Dado que ellas de todas maneras, acostumbran como protección, a recitar la primera porción del «Shemá» antes de dormir, es bueno que al hacerlo tengan la intención de cumplir con este y de esa manera tengan el privilegio de cumplirlo por la noche.

03. El rezo de Arvit.

Tal como ya vimos (1:7), nuestro patriarca Yaakov instituyó el rezo de Arvit (arriba 1:7) y por esta razón los miembros de la Gran Asamblea indicaron que se rece la Amidá por la noche, estableciendo que el horario del recitado correspondería con el de la quema de los órganos y los sebos de los sacrificios. Estos eran quemados durante la noche si no se alcanzaba a hacerlo durante el día (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 26(B)). Empero, inicialmente los sabios establecieron este rezo como opcional, lo cual implica que es un acto de bien hacerlo mas no una obligación.

La diferencia entre Shajarit y Minjá por un lado y Arvit por el otro, radicaba en que los primeros rezos fueron establecidos  como sustitutos de las ofrendas permanentes de la mañana y la tarde y el vertido de las respectivas sangres. En cambio el rezo de Arvit fue establecido como sustituto de las quemas de sebos y órganos sobre el altar de sacrificios, que si bien era preceptivo quemarlos, de no hacerse, la ofrenda ya sacrificada seguía siendo válida. Por esta razón el rezo de Arvit inicialmente era opcional. Por lo tanto, quien tenía la intención de dedicarse al cumplimiento de otra mitzvá, o ya se había ido a la cama, o por cualquier otra razón se le dificultaba rezar Arvit, no estaba obligado a hacerlo.

Sin embargo, con el correr del tiempo todos los judíos acostumbraron a rezar Arvit al grado de que en días de los sabios medievales se trataba ya de un rezo obligatorio. A pesar de su actual obligatoriedad, en Arvit no se lleva a cabo la repetición de la Amidá por parte del oficiante. Esto se debe a que como inicialmente era opcional no era necesario repetirla para que los legos puedan cumplir con su deber (Shulján Aruj 137:1).

Las mujeres están exentas del rezo de Arvit. Incluso aquellos juristas que sostienen que las mujeres deben recitar todos los rezos establecidos por nuestros sabios, consideran que esto se aplica a Shajarit y Minjá que fueron obligatorios desde el inicio, mas no para Arvit. La costumbre de los hombres de aceptar Arvit como rezo obligatorio no recae entonces sobre ellas. En el caso de una mujer que quiera rezar Arvit será bendecida y algunas mujeres virtuosas acostumbran a hacerlo.

01. El orden del recitado del «Shemá» previo a dormir.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 60(B)): «Quien se acuesta a dormir recita desde «Shemá Israel» hasta «Vehaiá Im Shamoa» y «Baruj Hamapil Jevlei Sheiná» etc.» Asimismo dijo Rabí Iehoshúa ben Leví: «a pesar de que la persona ya recitó el Shemá en la sinagoga, es preceptivo volver a hacerlo en su cama» Los sabios basaron esta indicación en el versículo  (Salmos 4:5): «Discurrid con vuestro corazón sobre vuestro lecho y callad». En el cumplimiento de esta halajá no hay diferencias entre hombres y mujeres.

Antes de irse a dormir, Rabí Iehoshúa Ben Leví acostumbraba agregar el Salmo  91 «Oh Tú que vives al amparo del Altísimo» y el Salmo 3 «Oh Eterno cómo han aumentado mis adversarios», ya que ambos son muy útiles contra percances («mezikim») (Talmud Babilonio Tratado de Shvuot 15:2) y muchos siguen su costumbre. A lo largo de las generaciones se acostumbró también a agregar distintos salmos, versículos y plegarias y dado que se trata de agregados tardíos existen diferencias entre las versiones de las diferentes comunidades. Hay juristas que sostienen que es bueno también recitar la porción de «Vehaiá Im Shamoa» al tiempo que otros opinan que es bueno recitar las tres porciones del Shemá.

En resumen, según lo dispuesto por nuestros sabios, antes de dormir se debe recitar la primera porción del Shemá y la bendición «Baruj Hamapil«, empero no hay obligación de recitar los demás salmos. De todas maneras, muchos acostumbran a recitarlos siguiendo la tradición de Rabí Iehoshúa Ben Leví que los agregaba para protegerse de posibles percances («mezikim«) (ver Maguén Abraham 239:2).

Hay quienes ponen cuidado en recitar «Baruj Hamapil» previo a dormirse, una vez que ya recitaron el Shemá y los demás versículos. Según la tradición de los sabios de la Kabalá se antecede la bendición de «Baruj Hamapil» al recitado del Shemá y los demás versículos. Aquella mujer que tema quedarse dormida, que comience recitando el «Shemá» y «Baruj Hamapil» de modo tal de asegurarse que, al menos, alcanzó a decir lo dispuesto por nuestros sabios, de bendita memoria, antes de quedar dormida (ver Mishná Berurá 239:2).

02. La Bendición de «Baruj Hamapil» (que haces caer la somnolencia sobre los párpados).

Hubo quienes temían que tras bendecir «Baruj Hamapil» no logren conciliar el sueño  y entonces su bendición habría sido en vano. En la práctica, el hecho de que los sabios hayan establecido esta bendición indica que no hay qué temer ya que se trata de una alabanza a D´s por el sueño y aunque la persona no logre dormirse, su agradecimiento no es en vano (Jaié Adam 35:4). Empero nuestros sabios establecieron esta bendición para quien tiene la intención de dormirse y aquella mujer que no piensa dormir en una  noche determinada no habrá de recitar  «Baruj Hamapil«.

No se recita la bendición «Baruj Hamapil» cuando se va a dormir de día. Hay quienes opinan que antes de dormir durante el día es bueno recitar «Vihí Noam» (Mishná Berurá 239:8, Beur Halajá ‘סמוך’). Asimismo por un sueño pasajero durante la noche no se recita «Baruj Hamapil«, empero dormir sobre la cama por lo menos durante media hora ya se considera sueño permanente y no pasajero (Eshel Abraham 239, Beit Baruj 35:10).

Aquella mujer que se fue a dormir por la noche y recitó la bendición «Baruj Hamapil» y luego se levantó para dedicarse a sus actividades para posteriormente irse a dormir una vez más, no habrá de volver a recitar la bendición en cuestión ya que esto se hace una sola vez por noche (Beit Baruj 35:9).

En el caso de una mujer que se durmió sin recitar «Baruj Hamapil» y se despertó en medio de la noche con la intención de volverse  a dormir, que recite la bendición antes de hacerlo por segunda vez. A estos efectos, que frote sus manos sobre la frazada antes de bendecir por si durante su primer sueño sus manos tocaron alguna parte del cuerpo que habitualmente está cubierta (Shulján Aruj Oraj Jaím 4:23, Mishná Berurá 61, y no como Piskei Teshuvá 239:1 que exige lavado de manos).

Hay quienes aprendieron de la Kabalá del Arí z»l que la bendición «Baruj Hamapil» es recitada únicamente por quien se va a dormir antes de la medianoche, mas quien lo hace pasada esta no debe recitarla. Esta es la costumbre de muchos de los sefaradíes que si se van a dormir antes de medianoche recitan «Baruj Hamapil» omitiendo el uso del Nombre Divino («Beló Shem Umaljut») (Kaf Hajaím 239:8, ver Iejavé Daat 4:70).

Sin embargo, según la usanza ashkenazí y de algunos sefaradíes, siempre que se va a dormir antes que despunte el alba se recita la bendición «Baruj Hamapil«.

03. Otras reglas relativas al recitado del «Shemá» antes de dormir.

Aquella mujer que recitó «Shemá» y «Baruj Hamapil» y luego tiene la necesidad de hablar, comer, beber o arreglar alguna cuestión urgente puede hacerlo. Esto se debe a que esta bendición, a diferencia de las del disfrute («Birkot Hanehenín«) en las que no se puede interrumpir entre el recitado y la ingestión, se trata de una alabanza a Hashem por la conciliación del sueño nocturno, si bien a priori es bueno adjuntar el recitado del «Shemá» previo al dormir con el sueño (ver Ramá 239:1, Tzitz Eliezer 7:27, Iejavé Daat 4:70, Piskei Teshuvá 239:3. La Mishná Berurá 239:4 es más estricta en cuanto a lo que acontece tras el recitado de «Baruj Hamepil«).

Se puede recitar el «Shemá» antes de dormir en posición de acostado. Sin embargo nuestros sabios dijeron que en este caso hay que recitarlo  recostado de lado (Peninei Haljá Tefilá 26:3).

Los moralistas y eticistas («Baalei Hamusar») escribieron que es bueno que la persona realice una introspección antes de dormir, y si recuerda que pecó que lo confiese y decida no volver a hacerlo. Asimismo, es bueno que antes de dormirse  la persona perdone a todo aquél que lo ofendió o perjudicó para que nadie resulte castigado por su causa y en virtud de ello disfrute de una larga vida (Mishná Berurá 239:9).

01. Los hombres tienen el deber de rezar con «Minián» en la sinagoga.

Los sabios establecieron que los hombres deben rezar con «Minián» en la sinagoga. Asimismo dijeron que cuando diez judíos se ocupan de cuestiones relativas a la santidad, la Divina Presencia reposa sobre ellos tal como está escrito (Salmos 82:1): «D´s se hace presente en la congregación de sus fieles» y diez israelitas conforman una congregación. Y si bien cuando una sola persona reza o estudia la Presencia Divina también reposa sobre él, existiendo diferentes niveles siendo el más elevado de los mismos cuando diez judíos se dedican a algo relativo a la santidad («davar shebakdushá«) y es cuando ésta se revela en el mundo (ver Talmud Babilonio Tratado de Berajot 6(A)). Según esta idea nuestros sabios instituyeron que todas las cuestiones relativas a la santidad se reciten en un quórum de diez. Entre ellas se encuentran: la repetición de la «Amidá» por parte del oficiante, la bendición sacerdotal, «barejú», el recitado del «kadish» y la lectura de la Torá (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 23(B)).

Nuestros sabios afirmaron que la plegaria que una persona ora en público es aceptada, y aunque no hayan puesto la debida intención durante el rezo, El Santo Bendito Sea nunca desecha la plegaria pública (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 8(A)).

Vemos pues que el «Minián» posee dos virtudes, la primera es que la Divina Presencia reposa en la congregación y por lo tanto la plegaria es bien recibida, la segunda radica en que con este quórum se pueden recitar aquellas cuestiones referidas a la santidad («dvarim shebakdushá«) que nuestros sabios dispusieron se reciten con quórum (ver Peninei Halajá Tefilá 2:1-3).

Dado que en virtud del «Minián» reposa la Divina Presencia, es apropiado que cada persona procure ser de los primeros diez en conformar el quórum.

Cuando el «Minián» tiene lugar en la sinagoga posee dos virtudes especiales, la primera es que la persona se halla en un sitio especial destinado a cuestiones relativas a la santidad (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 6(A) y 8(A)). La sinagoga recibe el nombre de «pequeño santuario» o «santuario en miniatura» («Mikdash Me´at«) ya que posee una  santidad relacionada o que rememora la del Templo de Jerusalem, tal como está escrito (Ezequiel 11:16): «he sido para ellos como un pequeño santuario» lo cual fue explicado por Rabí Itzjak como referido «a las sinagogas y casas de estudio» (Talmud Babilonio Tratado de Meguilá 29(A)).

Vemos entonces que el rezo público en la sinagoga funge, en cierta forma,  como sustituto de la labor sacra del Templo de Jerusalem. Allí donde se encuentran diez judíos reposa la Divina Presencia y entonces la santidad de la sinagoga rememora en cierta forma a la del sagrado Templo, y los rezos fueron establecidos en concordancia con las ofrendas públicas.

Dijo Reish Lakish: todo aquél que tiene una sinagoga en su ciudad y no entra a rezar en ella es llamado «mal vecino». Además causa el exilio para sí y sus hijos. En cambio, quienes llegan temprano a la sinagoga al servicio de Shajarit y demoran en salir de ésta tras el servicio de Arvit son recompensados con longevidad (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 8(A), Shulján Aruj 90:11).

02. Las mujeres están exentas de rezar en sinagoga y con «Minián».

Tal como vimos anteriormente (11:1) la mujer no tiene la obligación de rezar con «Minián» en la sinagoga ya que los rezos públicos dependen del tiempo y las mujeres están exentas de los preceptos positivos marcados por este. Si bien vimos que el rezo en público tiene muchas virtudes, las mujeres poseen otras funciones no menos importantes (ver arriba cap. 3) y por lo tanto no están preceptuadas de rezar con «Minián» en sinagoga.

De todas maneras, es claro que aquella mujer que reza con «Minián» en la sinagoga tiene un gran mérito ya que lo hace allí donde reposa la Divina Presencia y además tiene la posibilidad de responder «Amén» al Kadish durante la repetición del oficiante así como también recitar Kedushá, Modim y escuchar la bendición sacerdotal («birkat cohanim«).

Leemos en el Midrash (Yalkut Shimoní Ekev 471) la historia de «una mujer ya muy entrada en años al punto que se cansó de vivir. Fue  a ver a Rabí Iosei Ben Jalafta y le dijo: Rabí, he envejecido demasiado y la vida es ahora para mí un martirio, no puedo saborear ni alimentos ni bebidas y pido irme de este mundo (fallecer). Le respondió: ¿qué precepto cumples a diario? Le dijo: acostumbro levantarme temprano por la mañana y asistir al rezo en la sinagoga y aunque tenga cualquier otra actividad placentera la dejo de lado y asisto. Le dijo Rabí Iosei: deja de asistir tres días consecutivos. Se fue la anciana y así hizo, al tercer día se enfermó y falleció. De aquí aprendemos que asistir diariamente  al a sinagoga prolonga los días de vida también a las mujeres.

Asimismo nuestros sabios, de bendita memoria, cuentan sobre una señora que, si bien había una sinagoga en su barrio, caminaba todos los días a la de Rabí Iojanán que estaba más lejos. Rabí Iojanán le pregunto: hija mía, ¿acaso no hay sinagoga en tu barrio? ¿Por qué vienes hasta aquí? Ella le respondió: Rabí, ¿acaso no tengo recompensa («Sejar Pesiot«)  por caminar hasta la sinagoga? (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 22(A)). De aquí aprendemos la halajá de que cuando la sinagoga está más distante tiene una virtud especial, y quien camina hasta ella es recompensado (Maguén Abraham 90:22).

A pesar de todo lo antedicho, es claro que para la mujer el precepto de rezar con «Minián» es secundario respecto al cuidado de la familia, y siempre que exista una tensión entre la asistencia a la sinagoga y la atención a la familia esta última predomina. Empero en el caso de muchachas y de solteras, o de mujeres cuyos hijos ya crecieron y no tienen nietos en su casa, es bueno que se esfuercen en asistir a la sinagoga en Shabat y días festivos. Por esta razón es oportuno estudiar las reglas referentes al rezo con «Minián».

03. Kadish

El Kadish es una plegaria singular ya que se ocupa principalmente de la Gloria Celestial, por lo que es necesario responderlo con suma concentración e intención, cuidar de no distraerse y por supuesto de no hablar durante su recitado (Shulján Aruj 56:1, Mishná Berurá 1). Nuestros sabios dijeron que todo aquel que responde «Amén Iehé Shmé Rabá» etc. con todo su fervor e intención, se le revierten decretos celestiales adversos por setenta años (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 119(B), Talmidei Rabenu Ioná). Además dijeron que cuando los judíos entran a la sinagoga y recitan «Iehé Shmé Rabá» en voz alta, se les anulan decretos celestiales adversos (Pesikta tal como es citada por las Tosafot). Nuestros sabios agregaron que al responder al Kadish se activa la misericordia para con el pueblo de Israel exiliado, y al recitar «Iehé Shmé Rabá» D´s recuerda a Su pueblo, sacude su cabeza con dolor y dice: Feliz del Rey a quien se le halaga así en su propia morada, despertándose así Su deseo de redimir al pueblo de Israel (ver Talmud Babilonio Tratado de Berajot 3(A)).

El Kadish debe ser recitado en presencia de un «Minián» ya que por su intermedio consagramos el Nombre de D´s y esto corresponde que sea realizado por la congregación (Edá).

El Kadish está redactado en idioma arameo, que era el hablado mayoritariamente por los judíos en esos días. He aquí su traducción: «Que su Gran Nombre sea engrandecido y consagrado en el mundo que creó conforme a Su voluntad, sobre el cual ha de instituir Su reino, hacer brotar Su redención y acercar a Su Mashíaj en vuestros días y durante vuestras vidas (de la grey presente) y durante las vidas de todos los hijos de Israel prontamente y diremos Amén. El público responde «Iehé Shmé» lo cual se traduce: «Que Su gran Nombre sea bendito por siempre». El oficiante prosigue: «Que Su Nombre sea bendito, alabado, glorificado, ensalzado, enaltecido, honrado, adorado y loado por encima de todas las bendiciones, cánticos,  alabanzas y consolaciones recitadas en el mundo y dirán Amén».

Este es el pasaje más importante del Kadish el cual recibe el nombre de «Medio Kadish» («Jatzí Kadish«) (Mishná Berurá 56:6).

04. Tipos de Kadish

Existen cuatro versiones en el Kadish y las mencionaremos por sus nombres: a) Medio Kadish que es el pasaje principal y se lo llama así para diferenciarlos de las demás variantes de esta oración que poseen agregados. En cada sección del servicio en la que no se puede prolongar la interrupción se recita Medio Kadish b) «Kadish Iehé Shlamá«, también llamado «Kadish Shalem» o completo se dice tras recitar versículos del Tanaj y al cual se le agregó un pedido especial de que nosotros y todo el pueblo de Israel tengamos paz y una vida venturosa. Este Kadish culmina con el versículo «Osé Shalom Bimromav… Veimrú Amén«. Como este Kadish es recitado normalmente por quienes están de duelo, adquirió el nombre de «Kadish Iatóm» o Kadish de los huérfanos c) «Kadish Titkabal» es recitado por parte del oficiante al concluir el rezo de Amidá. Se trata del Kadish completo al cual se inserta un pedido especial de que nuestra plegaria sea aceptada d) «Kadish Derrabanán» se recita tras concluir el estudio de las palabras de los sabios. En este, antes de los agregados del Kadish completo se inserta una plegaria por los estudiosos de la Torá, para que tengan buena y larga vida.

Los sabios establecieron que se recite Kadish al finalizar cada una de las etapas del rezo. Al concluir el recitado de las ofrendas y sacrificios se recita «Kadish Derrabanán«, al finalizar el recitado de los Cánticos de Alabanza se dice Medio Kadish, tras la «Kedushá Desidra» se recita «Kadish Titkabal«,  al concluir el Cántico del Día se recita un «Kadish Iatom» (Kadish de los huérfanos o Kadish de Duelo) y al concluir la  lectura de la quema del incienso se recita un «Kadish Derrabanán» (Shibolei Haleket 8). Mediante el recitado del Kadish sellamos y elevamos cada una de las secciones del servicio mediante la glorificación Divina y continuamos hacia la próxima etapa de la plegaria.

Los dolientes acostumbran a recitar un Kadish completo (Shalem) tras la lectura de versículos y un Kadish Derrabanán tras estudiar enseñanzas de los sabios ya que el alma del difunto se ve beneficiada y elevada en virtud del Kadish que se recita en su memoria (ver adelante halajot 18 y 19).

En caso de que no haya un doliente presente puede recitarlo quien carezca de padre o madre. En caso de que no haya ningún huérfano presente se acostumbra a omitir esto tipos de Kadish (Peninei Halajá Tefilá 23:9).

05. Barjú.

Antes del Shemá y sus bendiciones el oficiante recita: «Barjú et Ad-onai Hamevoraj» y el público responde: «Baruj Ad-onai Hamevoraj Leolam Vaed» tras lo cual el oficiante repite: «Baruj Ad-onai Hamevoraj Leolam Vaed» (Shulján Aruj Oraj Jaím 57:1).

Al recitar «Barjú» el oficiante se inclina levemente y se incorpora al pronunciar el Nombre Divino (Ad-onai). Respecto de lo que debe hacer el público existen diferentes usanzas: hay quienes acostumbran a inclinarse tal como lo hacen durante la Amidá, hay quienes acostumbran a inclinarse levemente y hay quienes acostumbran a no inclinarse. Cada quien debe continuar con la costumbre que heredó de sus ancestros. En una sinagoga en la que rezan juntas personas que poseen diferentes costumbres, corresponde que todos se inclinen levemente.

El «Barjú» tiene por cometido principal iniciar las bendiciones del recitado del «Shemá». En esta declaración el oficiante insta a la congregación a recitarlas. Asimismo quienes suben a la Torá deben recitar «Barjú» como apertura a las bendiciones de agradecimiento por ésta.

Se acostumbra a repetir «Barjú» al final del rezo, para que así quienes llegaron tarde tras la conclusión de las bendiciones del Shemá también puedan participar de su recitado (Peninei Halajá Tefilá 16:3, 23:9).

Existen diferentes usanzas respecto de si se debe o no estar de pie mientras se responde «Kadish» o «Barjú«. La costumbre mayoritaria en el seno de los sefaradíes es que no es necesario ponerse de pie para responder a cuestiones vinculadas a la santidad, empero quien ya se encuentra parado debe permanecer así durante el Kadish y Barjú (Maharil, Kaf HaJaím 56:20, 146:20-21, Iejavé Daat 3:4).

La mayoría de los ashkenazíes acostumbran a ponerse de pie para responder Kadish y «Barjú«, pues se trata de asuntos relativos a la santidad (Mishná Berurá 56:7-8, 146:18, asimismo acostumbran a pararse para Ishtabaj, ver adelante 14:3). Sin embargo, en cuanto al «Barjú» cuya respuesta es breve, la mayoría de los ashkenazíes acostumbran a que si estaban sentados cuando se recitó, como durante la lectura de la Torá o previo al inicio de Arvit, no se paran del todo sino que se incorporan del asiento a medias a la hora de responder. De igual manera muchos acostumbran responder el «zimún» o invitación a recitar la bendición por los alimentos con quórum de diez.

06.  La repetición de la Amidá por parte del oficiante.

Los sabios de la Gran Asamblea instituyeron que una vez que las personas individualmente terminen de recitar la Amidá en silencio el oficiante la repita en voz alta, a fin de que aquellos que no saben orar por sí mismos puedan cumplir con el deber de rezar (Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 34(B)). Empero para el rezo de Arvit no instituyeron repetición ya que en su esencia se trata de un servicio opcional, y por lo tanto no es necesario hacer cumplir  al lego con ese deber.

Nuestros sabios decretaron que el oficiante también rece primeramente en silencio de modo tal que él mismo pueda ordenar su plegaria y a su vez, determinaron que las personas que saben rezar, igualmente deben escuchar la repetición y responder Amén a las diferentes bendiciones.

Dado que nuestros sabios, de bendita memoria,  fueron quienes instituyeron la repetición del oficiante, esta debe ser efectuada aunque todos los presentes sepan rezar. Y aún, habiéndose autorizado a transcribir la Torá Oral, incluida la redacción de los rezos y siendo que los libros de rezo cobraron gran difusión y prácticamente no hay congregaciones en las cuales haya personas que no sepan rezar y necesiten de la repetición para cumplir con su deber, esta ordenanza ha permanecido inamovible. Esto se debe a que la regla general indica que una vez que los sabios decretan algo, esto se aplica de manera uniforme (Shulján Aruj 124:3, de acuerdo a la respuesta de Rambám). Además, nuestros sabios decretaron que en la repetición del oficiante se reciten la Kedushá y la bendición sacerdotal («Birkat Cohanim«) y si la repetición no se llevase a cabo, estas últimas se omitirían (Tur).

Según la Kabalá, además de hacer cumplir al orante lego, la repetición del oficiante tiene un cometido espiritual profundo al igual que la recitación silenciosa. La acción conjunta de ambos rezos hace que la plegaria sea más efectiva y por esta razón, aunque hoy en día no es necesario repetir el rezo para hacer cumplir a los legos, esta repetición es necesaria por razones de orden espiritual. Según esta idea, la repetición tiene mayor nivel espiritual que el rezo silencioso ya que se trata de un rezo más general y el público responde Amén a sus bendiciones. Por lo tanto, si bien el rezo de Amidá es profundo y excelso, a los efectos de preservar su nivel de elevación los orantes individuales deben recitarla en silencio, el oficiante al repetirla lo hace en voz alta ya que en virtud de lo elevado de esta instancia no se teme que las impurezas espirituales o «Kelipot» la perturben (Shulján Aruj 124:7, Kaf HaJaím 124:2 y 16).

07. Reglas referentes a la repetición de la Amidá por parte del oficiante y recitado de «Amén».

Se tienen que cumplir tres condiciones para que una persona cumpla con su deber de rezar mediante la repetición del oficiante: a) Desconocer el rezo. Sin embargo quien sabe rezar debe hacerlo y pedir misericordia por sí mismo y no puede cumplir con su deber escuchando al oficiante. b) Tiene que haber quórum de diez en ese lugar, pues nuestros sabios decretaron que sólo en la presencia de un «Minián» se puede cumplir escuchando al oficiante c) Que el orante entienda lo que dice el oficiante, pero si no sabe hebreo no puede cumplir mediante la repetición de éste.

El que escucha debe responder Amén a todas y cada una de las bendiciones recitadas en la repetición. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 53(B)) que «tiene más mérito quien responde Amén que quien recita la bendición».

Se debe responder Amén con seriedad, concentración. Esta expresión significa que lo dicho por el que bendijo es verdad. Por ejemplo, si alguien escuchó la bendición «HaE-l Hakadosh» debe tener la intención de decir: Es verdad que Él es el D´s Santo (HaE-l Hakadosh). Cuando la bendición incluye también una petición, debe tener la intención de decir «ojalá que nuestro pedido sea concedido por É-l». Por ejemplo en el caso de la bendición «Jonén Hada´at» (sabiduría y conocimiento) se debe tener la intención de ambos  significados: a) Es verdad que la sabiduría proviene de Él b) Ojalá que nos conceda la sabiduría (Shulján Aruj 124:6, Mishná Berurá 25).

Es oportuno ampliar aquí la explicación de las reglas referentes al recitado del «Amén». Se debe responder Amén con voz agradable sin elevar su tono por encima del de quien bendice (Shulján Aruj 124:12). No se habrá de abreviar el «Amén» sino que habrá de extenderlo un poco hasta el tiempo que lleva recitar «E-l Melej Neemán«. Por otra parte, no se debe extender el Amén más de la cuenta.

Hay que tener cuidado de no responder «Amén» antes que el oficiante termine de recitar la bendición, o bien no pronunciar algunas de sus letras o bien decirlo de manera inaudible o con voz débil. Asimismo no se debe responder «Amén» mucho después de recitada la bendición pues en este caso se trataría de «Amén huérfano» (Ver tratado de Berajot 47(A), Shulján Aruj 124:8).

Responder «Amén» expresa la relación de la persona con su fe en D´s. Y cuando la fe es incompleta, esta genera una idéntica insuficiencia en nuestras vidas. Por eso dijo Ben Azai: «Todo aquél que responde un ‘Amén huérfano’  sus hijos serán huérfanos, si responde Amén adelantándose al oficiante ‘sus días se adelantarán’ (vivirá menos), o si lo dice entrecortado sus días serán cortados. En cambio, todo aquel que ‘prolonga’ el Amén, sus días y sus años serán prolongados» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 47(A)).

Los grandes sabios de la Edad Media (rishonim) acostumbraban a decir «Baruj Hú Baruj Shemó» cada vez que se mencionaba el Nombre de D´s en una bendición, y esta costumbre se extendió a todo el pueblo de Israel. Esto aplica a las bendiciones que al ser recitadas en voz alta no hacen cumplir con su deber a la persona, como en el caso de la repetición del oficiante cuando una persona supo rezar la Amidá silenciosa. Empero en el caso de bendiciones cuyo recitado en voz alta hace que las personas cumplan con su deber, por ejemplo la del Kidush o toque del Shofar, se acostumbra a no responder «Baruj Hú Baruj Shemó» para no interrumpir en medio de la bendición con expresiones que no fueron instituidas o establecidas por nuestros sabios. A posteriori, quien respondió «Baruj Hú Baruj Shemó» por el recitado en voz alta de una bendición que le hace cumplir con un deber, igualmente cumplió, pues la respuesta no implica distracción (Mishná Berurá 124:21, Kaf HaJaím 26. Hay comunidades del Norte de África que acostumbraban a responder en el caso de bendiciones cuyo recitado en voz alta hace que las personas cumplan con su deber. Los yemenitas acostumbraban a no responder).

08. «Kedushá» y «Modim»

En la tercera bendición se recita la Kedushá. Lo más importante en ésta es responder los versículos: «Santo, Santo, Santo es el Eterno de los Ejércitos. La tierra toda está pletórica de Su Gloria» («Kadosh Kadosh…»), «Bendita sea la gloria del Eterno desde Su lugar» («Baruj Kevod«) e «Imloj Ad-onai Leolam«) etc. Hoy en día se actúa conforme a las enseñanzas del Arí z»l quien indicó que también el público recite en voz alta los versos intermedios, luego el oficiante los repite y después el público responde los versículos de la Kedushá (Mishná Berurá 125:2, Kaf HaJaím 2).

Es bueno pararse con los pies juntos durante la Kedushá, pues así nos asemejamos a los ángeles cuyas piernas están unidas al punto de que parecen una sola (Shulján Aruj 125:2). Hay quienes se esmeran en mantener las piernas juntas hasta el final de la bendición de «HaE-l Hakadosh» (Eliahu Rabá 125:6). Sin embargo esto no es obligatorio.

Se acostumbra a elevar un poco los talones al pronunciar los versículos «Kadosh«, «Baruj» e «Imloj» así como a elevar la mirada con los ojos cerrados expresando así el deseo de elevarse. Esta usanza tiene su origen en el Midrash (Beit Iosef y Ramá125:2, Mishná Berurá 6, Kaf HaJaím incisos 2 y 9, hay quienes opinan que se deben abrir los ojos).

Cuando el oficiante llega a «Modim«, todo el público se inclina y recita junto a este el «Modim Derrabanán» que fue redactado diferente al «Modim» que se recita en la Amidá, tal como lo relata el Talmud (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 40(A)).

Todo el público se inclina en «Modim Derrabanán» igual a como lo hizo en el «Modim» de la Amidá silenciosa (Mishná Berurá 127:2, Kaf HaJaím 1, ver arriba 12:5).

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