Pninei Halajá

11) Orden práctico de la ablución de manos

Así es el orden de la ablución: primero se lava la mano derecha dos veces ininterrumpidamente y luego se hace lo mismo con la mano izquierda. Se anticipa la mano derecha pues alude o insinúa la virtud del jesed o generosidad. Durante toda la ablución hasta el secado de las manos se acostumbra alzar levemente los dedos (hay quienes acostumbran lavar cada mano tres veces según la tradición del Aríz»al y luego elevan sus manos hasta la altura de la cabeza y recitan la bendición, Kaf HaJaím 162:2).

Esta ablución es diferente a la de la mañana pues en esta última se debe verter alternadamente el agua tres veces sobre cada mano, o sea, primero sobre la derecha y luego sobre la izquierda y así sucesivamente hasta completar las tres veces. Esto obedece a que tras dormir, reposa sobre las manos un espíritu negativo y nuestros sabios indicaron que la forma de quitarlo es justamente verter agua alternadamente tres veces (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 109(A)). Empero en el caso de la ablución previa a la comida, no sólo no es necesario verter el agua alternadamente, sino que por el contrario es preferible verter dos veces seguidas e ininterrumpidas sobre cada una de las manos. Esto obedece a la posibilidad que la primera vez que vertió agua lo hizo en una cantidad inferior a un reviít (menos que el volumen de un huevo y medio), si bien la mano habrá quedado purificada, mas el agua empleada (la que quedó sobre la mano) estará impura y solamente por medio de la segunda netilá, los restos del agua que permanecieron sobre la mano habrán de purificarse. A los efectos de acelerar el proceso de purificación, se tiene el cuidado de verter agua dos veces ininterrumpidamente sobre cada mano.

Si bien se vierte agua dos veces sobre cada mano, es bueno tener la precaución de que la primera vez caiga sobre cada una por lo menos un «reviít halog» (volumen equivalente al de un huevo y medio) y de esa forma, de acuerdo a la opinión de todos los juristas, se purifican completamente ambas manos.

El recipiente de uso común para la ablución posee un volumen aproximado de un litro y con la mitad de este se puede cumplir adecuadamente con el precepto con suma excelencia. El problema radica en el hecho de que no todos vierten el agua con eficiencia y exactitud, y entonces hay situaciones en las que por más que se vierta sobre la mano abundante cantidad de agua, esta no alcanza a mojar todos los dedos ni toda la mano y por ende la purificación no tiene lugar. Por ello, es necesario aprender a verter el agua correctamente, de modo tal que en cada vuelta alcance a mojarse la completitud de la mano.

Corresponde señalar que es posible abluir las manos con un vaso común. Acostumbramos a verter agua sobre toda la mano por lo que tenemos la precaución de utilizar cada vez por lo menos un reviít con cada mano y por ello el agua contenida en un vaso normalmente alcanza para una sola mano, por lo que tras abluir la mano derecha es posible volver a llenarlo para abluir la izquierda. Solamente es necesario poner atención en que mientras se rellena el vaso, la mano que ya fue lavada no toque la que aún no lo fue.

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