Pninei Halajá

01- Introducción.

La vestimenta es de gran importancia por cuanto que cubre el cuerpo humano y lo protege del frio y el sol. Sin embargo, en un inicio Adám y Javá no necesitaron cubrirse con vestimenta alguna, mas tras el primer pecado se sintieron desnudos y la precisaron. Mientras ellos se mantuvieron en su estado inicial de pureza no se vieron atraídos por los aspectos físicos y pudieron poner de manifiesto su espiritualidad adecuadamente, por lo que su cuerpo resultó ser el utensilio apropiado para descubrir, de hecho, sus almas. Empero, tras el pecado, el cuerpo se vio afectado y se despertó en ellos un instinto de atracción física exacerbada que opacó el interés por el alma y produjo el olvido del destino Divino de la condición humana, todo lo cual generó el sentimiento de vergüenza. El principal aspecto de la dignidad humana se fundamenta en la Imagen y Semejanza Divinas que se revelan en el alma y se traducen en el estudio de la Torá, el cumplimiento de los preceptos y los actos de generosidad. Mas cuando el hombre se olvida de su objetivo y se deja arrastrar incontroladamente por su instintos – se transforma en un ser indigno. La vestimenta que cubre la exterioridad, modera la atracción de la persona por los aspectos materiales y corrige el defecto del pecado. Al cubrirse el cuerpo exterior, el alma alcanza una mayor expresión y así se corrigen los aspectos corporales que logran manifestarse plenamente con alegría y santidad, encaminándolos por la senda de la Torá y los preceptos. Por lo tanto, la vestimenta es para el hombre su honorabilidad.

Como en el caso de toda cosa buena, al alma se la puede encauzar tanto apropiadamente como  erróneamente. Quienes escogen acertadamente visten prendas recatadas y bonitas, las cuales los dignifican al destacar su aspecto espiritual. Quienes escogen equivocadamente visten prendas no recatadas que resaltan los bajos instintos corporales, y en vez de realzar el alma la ocultan aún más, no habiendo vergüenza mayor que ésta.

En virtud del pecado de Adám y Javá, el ser humano fue expulsado del Jardín del Edén y pasó a vivir el clima del mundo terrenal, razón por lo cual se vio afectada la capacidad del cuerpo humano para protegerse necesitando así de vestimentas que lo resguarden del frío en invierno y de la radiación solar en verano. En virtud del error cometido, el cuerpo se vio doblemente afectado, pues en ausencia de la vestimenta no puede ser un receptáculo apto para contener el alma y tampoco puede protegerse de las inclemencias del tiempo.

Dado que la vestimenta es la reparación del pecado del Hombre, ésta no es dable de encontrar en la naturaleza, por lo que es necesario esforzarse en confeccionarla mediante numerosas labores. Los sabios contaron trece labores necesarias para confeccionar indumentaria de tela y otras siete para confeccionar prendas de cuero.

Tal como vimos, toda labor intrínsecamente importante tiene su origen en el Tabernáculo y las treinta y nueve labores prohibidas en Shabat son aquellas mediante las cuales se construyó este. Las labores vinculadas a la confección de vestimenta tienen su origen en los tejidos empleados en el Tabernáculo, los cuales están destinados a ocultar la Luz del Creador y a la vez, honrarla.

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