Pninei Halajá

05 – Yom HaBikurím – Día de las Primicias

La festividad de Shavu’ot recibe el nombre de Yom HaBikurím o Día de las Primicias, tal como está escrito (Bamidbar-Números 28:26): «Y en el día de las primicias, al ofrecer vosotros una ofrenda nueva ante HaShem, en vuestra festividad de las semanas sagradas convocación será para vosotros, ninguna obra de trabajo habréis de hacer«.

Este texto tiene dos significados: primeramente que en Shavu’ot se ofrendaban dos panes que estaban hechos de la cosecha del trigo del nuevo año, y eran llamados bikurím o primicias, porque eran la primera ofrenda que se traía al Templo de la nueva cosecha. El Omer de cebada que se ofrendaba en Pesaj habilitaba a todo el pueblo de Israel a comer de la cosecha del nuevo año mientras que los dos panes de Shavu’ot habilitaban a presentar en el altar ofrendas de la nueva cosecha (Mishná Menajot 10:6). Respecto a la ofrenda de los dos panes existe una norma especial, ya que está prohibido ofrendar jametz o cereales leudados sobre el altar durante todo el año, y, sin embargo, los dos panes eran horneados tras leudar. No obstante, estos no eran colocados sobre el altar sino que eran ingeridos por los cohanim (ver adelante halajá 7).

El segundo significado de Yom HaBikurím es que tras haber ofrendado los dos panes llegaba el momento de cumplir con el precepto de traer las primicias. En los días del Templo de Jerusalém este precepto recaía sobre todo aquel que poseía un campo en el cual crecían frutos de las siete especies. El mandamiento consistía en traer los primeros frutos al Templo y entregarlos a los cohanim. Ni bien el dueño del campo veía las primeras frutas que comenzaban a madurar, las ataba con un junco – guemi – y declaraba: «estas son las primicias» y cuando terminaban de madurar, las tomaba para llevarlas al Templo. Todos los aldeanos que tenían planeado peregrinar se reunían juntos, dormían en la plaza de la ciudad y al amanecer el encargado proclamaba: «Levantaos y ascendamos a Sion, a la Casa de nuestro D´s». Los peregrinos ascendían en una caravana adornada y con acompañamiento musical. Cuando llegaban a las cercanías de Jerusalém mandaban emisarios para avisar de que estaban por ingresar a la ciudad. Cohanim ilustres acompañados de israelitas salían a recibirlos y, cuando marchaban por las calles de la ciudad, los artesanos cesaban en sus labores, se levantaban a su paso y les saludaban diciendo: «Hermanos nuestros habitantes de tal sitio, ¡bienvenidos!». Ascendían al Monte del Templo con cánticos y música instrumental con las cestas de las primicias al hombro y las entregaban al cohen diciéndole: «He manifestado hoy ante HaShem tu D’s que he venido a la tierra que HaShem había prometido a nuestros patriarcas conceder a nosotros”. El cohen tomaba la cesta y la colocaba delante del altar, entonces el israelita continuaba recitando el pasaje escrito en la Torá en el cual se cuenta sobre las vicisitudes que pasó el pueblo de Israel desde su nacimiento hasta «Y nos sacó HaShem de Egipto, con mano fuerte y brazo extendido, con gran manifestación, con señales y maravillas.  Nos trajo a este lugar y nos concedió esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí que he traído la primicia del fruto de la tierra que me has dado a mí HaShem». Además de traer las primicias, los peregrinos solían alegrarse trayendo ofrendas de Shelamím (Mishná Bikurím 3:1-6).

El momento para cumplir el precepto de traer las primicias comienza tras la finalización de la ofrenda de los dos panes (shtei halejem) de Shavu’ot y culmina en Janucá (ídem 1:3, 6). Resulta así que las primeras primicias en traerse consistían en espigas de trigo y cebada que llegaban en Shavu’ot, razón por la cual la festividad recibe el nombre de Yom HaBikurím o Día de las Primicias.

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