Pninei Halajá

Capítulo 13 Aspectos éticos y buenos modales («Derej Eretz»)

01) Generosidad

Cuando un individuo se sienta a comer, es apropiado que piense en las personas pobres que padecen hambre y comparta con ellos algo de su pan. Así lo hallamos en nuestro patriarca Abraham, de bendita memoria, quien buscaba transeúntes para llevarlos a su casa y alimentarlos de sus más dilectos manjares (Bereshit – Génesis 18), ya que prefería comer en la presencia de invitados y menesterosos. Dijeron nuestros sabios: «Es más trascendente recibir invitados que acudir al encuentro de la Presencia Divina» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 127(A), ver en Baba Metzía 86(B)).

Es así que vemos en la Torá que siempre que se trate de una alegría festiva y de sus comidas preceptivas o de la ingestión de carne de ofrendas o de frutas que poseen santidad del segundo diezmo («Maaser Shení») o del fruto del cuarto año («Neta Revai»), se nos ordena compartir nuestra alegría  con el extranjero o prosélito («guer»), el huérfano («iatom») y la viuda («almaná») (Devarim – Deuteronomio 12:12, 14:29, 16:14).

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Berajot 54(B), 55(A)) que quien prolonga su comida para permitir a los pobres y hambrientos sumarse a la misma, se le prolongan sus días y sus años. Dijeron además que «mientras existió el Templo de Jerusalém el altar de sacrificios expiaba por el pueblo de Israel, y ahora – la mesa de cada persona expía por esta». Tal como la persona generosa da vida al pobre que es considerado como un muerto, de igual forma el Santo Bendito Es concede vida a quien ayuda, tal como está escrito (Mishlei-Proverbios 10:2): «La tzedaká (traducible como acto de bien o ayuda al menesteroso) salvará de la muerte» (Zohar III 273:2). En caso de haber menesterosos hambrientos que pueden llegar a la mesa del dueño de casa y éste no les deja nada, dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 92(A)): «Todo aquél que no deja pan sobre su mesa jamás verá señal de bendición».

En la actualidad no existen tantos pobres necesitados de alimento, pero sí hay muchos que precisan ser tratados con cariño y con respeto, siendo un gran precepto invitarlos a comer, pues la ingesta tiene por virtud alentar el acercamiento interpersonal y alegrar a personas solitarias y deprimidas. Dijeron nuestros sabios que «grande es el trago (o sea, una comida importante en la que también se bebe vino que alegra) que acerca a los distantes» (ídem 103(B)).

Quien posee personal de servicio, debe cuidar que coman una vez que hayan servido los alimentos, y si sirven un platillo cuyo aroma despierta el apetito intensamente, debe permitirles probar del mismo de inmediato para que no sufran (ver Tratado de Ketuvot 61(A), Shulján Aruj 169:1 y 170:3).

Asimismo, se debe alimentar a los animales de la casa antes de sentarse a comer, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Guitín 62(A)): «Está prohibido probar cosa alguna hasta haber dado de comer al animal», tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 11:15): «Y daré hierbas en tu campo para tu animal» y solamente después leemos «y comerás y te saciarás». Si los animales están hambrientos está prohibido probar bocado alguno, empero sí se permite beber (Shevut Yaakov 3:13, Mishná Berurá 167:40). Todo esto se refiere a animales domésticos que el ser humano se beneficia de los mismos y carecen de otra forma o posibilidad de alimentarse salvo por la ración que reciben de sus dueños (Sheelat Yaavetz 1:17).

02) El huésped

Es costumbre en el pueblo de Israel, que cuando una persona llega a la casa en el momento que sus integrantes están sentados a la mesa se la invite a sumarse a ellos, aunque no se trate de una persona pobre. Por otra parte, es una práctica adecuada que el huésped se niegue un poco al principio y sólo si ve que realmente desean convidarlo, por ejemplo, le insisten una y otra vez y le sirven comida – que se sume entonces a los comensales (ver Pninei Halajá Likutim II 3:4-5, 7:9-10).

Está prohibido participar de una comida que no es suficiente para satisfacer a los miembros del hogar, esto es, de una comida que el dueño de casa no desea que el huésped tome parte de ella, porque se trata de una situación de posible vestigio de robo («avak guezel»). Y aunque en la práctica le invitaron a sumarse, si el huésped sabe que en realidad el dueño de casa no desea que lo haga ya que suele contemplar sus gastos, se considera a esta comida como «insuficiente para satisfacer a los miembros del hogar» (Rambám Hiljot Teshuvá 4:4). Dijeron además nuestros sabios que está prohibido servirse de la comida del avaro, y aunque este último tenga alguna motivación personal para invitarlo, está prohibido participar, pues todo aquél que disfruta (del patrimonio) de personas avaras («tzarei ain») trasgrede una norma restrictiva (Talmud Babilonio Tratado de Sotá 38(B))

Quien invita a su amigo a comer en su casa, debe mostrarle un buen semblante («panim sojakot»), para que coma con buen apetito y no tema que el anfitrión se habrá de afligir porque le consume sus alimentos. En especial, debe mostrar buen semblante a los pobres que se sientan a su mesa.

Corresponde que el huésped honre al anfitrión siguiendo sus instrucciones, tal como afirmaron nuestros sabios: «Todo lo que te diga el dueño de casa habrás de hacer» (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 86(B)). Por ejemplo, si se le pide que recite el «zimún» – lo habrá de recitar; si se le pide que diga palabras de Torá – si está capacitado para hacerlo habrá de decirlas; si se le pide que coma – habrá de comer. Quien ya quedó satisfecho de la comida y el anfitrión insiste que siga comiendo, no deberá seguir haciéndolo por cuanto que al haber comido de lo servido por el anfitrión y haber quedado satisfecho, este último no tiene motivo para ofenderse si el invitado no continúa comiendo (Shulján Aruj 170:5, Mishná Berurá allí).

Quien acostumbra a seguir estándares de kashrut sumamente estrictos, al hospedarse habrá de comer lo que el anfitrión le ofrece. Empero si es especialmente estricto en una cuestión que según las reglas de la halajá corresponde hacer en ella hincapié, por ejemplo, en el caso de la carne glatt («jalak»), no es necesario que el huésped flexibilice su actitud frente al anfitrión. Sin embargo, hubo rabinos eminentes que cuando se hospedaban acostumbraban conducirse con criterio flexible e inclusive comían carne kasher que no era «glatt» (ver Mishná Berurá 170:16, Piskei Teshuvá 8).

03) No estropear alimentos

Es muy importante no malograr alimentos, pues todo aquél que lo hace trasgrede la prohibición de «no arruinarás» (Sifrí Devarim 20:19). Hay que tener cuidado de no estropear alimentos y transformarlos en no comestibles, por lo tanto, nuestros sabios nos advirtieron que no pasemos un vaso lleno de líquido sobre pan, no sea que se vuelque y el pan se torne desagradable para su consumo. Asimismo, está prohibido apoyar pan sobre un recipiente que pudiera estar sucio para que este último no se torne desagradable (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 40(B), Shulján Aruj Oraj Jaím 171:1).

Asimismo queda prohibido arrojar a su prójimo alimentos que pueden echar a perderse si cae al piso, por ejemplo dátiles e higos. En cambio, alimentos que no se echarán a perder si se caen, por ejemplo nueces – pueden arrojarse (Shulján Aruj Oraj Jaím 171:1). No se debe tomar asiento sobre alimentos que pueden quedar aplastados para que no se tornen desagradables. Empero si los alimentos están almacenados en una caja rígida, estará permitido sentarse sobre la misma (allí 2).

Una persona que se sirve alimentos en su plato debe tener cuidado de no hacerlo en demasía no sea que no los termine y de esa manera desperdicie alimentos y estos se malogren. Empero si se sirvió en demasía y antes de terminar de comerlos se siente satisfecho, no estará obligado de terminarlos en su totalidad ni según la norma ni como acto de pietismo religioso («midat jasidut»), por cuanto que la ingestión excesiva de alimentos es nociva para la salud y es más importante – en ese caso – aplicar la prohibición de «no malograrás» al cuerpo y su bienestar que a la comida que pudiera ser arrojada a la basura (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 140(B), ver adelante halajá 9, Pninei Halajá Kashrut 13:10).

Está permitido utilizar el pan a modo de cuchara para poder ingerir otro alimento a condición de que al final el pan sea ingerido. Quienes son muy cuidadosos tienen la precaución de comer en cada bocado algo del pan para no denigrarlo llevándolo a la categoría de mero utensilio (Shulján Aruj 171:3).

Quien ve pan u otro alimento en un sitio sobre el cual la gente transita causando que sea denigrado, corresponde colocarlo sobre una roca o al costado del camino para así darle el respeto debido (Talmud Babilonio Tratado de Eruvín 64(B), Beit Baruj 45:31).

04) Restos de alimentos

Se debe evitar malograr los restos de los alimentos y en la medida de lo posible deben ser servidos en comidas posteriores o elaborar a partir de estos otros platillos, por ejemplo, tartas. Asimismo, quien ofrece una comida para numerosas personas debe planificar con anterioridad qué habrá de hacer con los restos, si habrá de congelarlos para consumirlos con posterioridad o repartirlos entre personas conocidas o necesitadas. En caso de no caber esas posibilidades, por cuanto que los restos alimenticios ya no son comestibles y almacenarlos implica un mayor esfuerzo que el beneficio que redundaría en consumirlos, es un acto de bondad y generosidad alimentar con ellos a los animales. Quien posee un jardín extenso podrá colocar los restos sobre la tierra para que se descompongan y la fertilicen (ver Pninei Halajá Kashrut 13:10).

Cuando resulta dificultoso utilizar los restos alimentarios, se los puede colocar en el bote de residuos y corresponde que el pan sea envuelto a fin de no ser menospreciado. Quienes desean ser más estrictos y no colocan los restos de pan en el bote sino en bolsas junto a éste o los cuelgan de las vallas o cercas de las casas, en realidad actúan erradamente, porque desprecian el pan públicamente, provocan molestias a los vecinos y afean las áreas comunes. Por lo tanto, cuando se trata de una cantidad importante de pan que es imposible que sea comida por los pájaros u otros animales en un lapso razonable, se lo debe envolver y colocar en el bote de la basura.

Si tras haber comido quedaron migajas de volumen inferior a un «kazait», desde el punto de vista de la halajá se las puede arrojar a la basura y darles tratamiento de desperdicio, empero dijeron nuestros sabios que no es conveniente hacerlo pues quien malogra y denigra migajas de pan atrae sobre sí mismo la pobreza (Shulján Aruj 180:4). Esto obedece a dos motivos, el primero es que quien arroja migajas al suelo parece despreciar o pisotear el bien que nos prodiga el Creador con lo que ocasiona que desde el Cielo dejen de brindarle esa abundancia. Además, el ángel encargado del sustento y el alimento es llamado «Nakid», (en hebreo «pulcritud»), mientras que el encargado de la pobreza recibe el nombre de «Naval» (en hebreo «suciedad»). Por eso, allí donde hay migajas o restos pequeños de alimento sobre el suelo reside el ángel de la pobreza mientras que en un sitio limpio reside el encargado del sustento y la riqueza (Talmud Babilonio Tratado de Pesajim 111(B), Julín 105(B)).

Por lo tanto, es correcto tener cuidado de no dejar dispersas sobre el suelo migajas que conservan aún la forma del pan y por supuesto que no se debe arrojar estos restos de la mesa al suelo, pues al ser pisados se ven mancillados. Deben ser recogidos del piso y botados en el patio o arrojados al agua, o en su defecto colocarlos en el bote de la basura de un modo decoroso (Mishná Berurá 180:10, ver Pninei Halajá Kashrut 13:12).

05) No comportarse indecorosamente durante la comida

El ser humano debe mantener su dignidad, ya que fue creado a imagen y semejanza de D´s, por lo que debe ser cuidadoso de no realizar actos desagradables que lo denigren. Es por ello que se nos prohibió ingerir reptiles, ya que además de tratarse de animales no aptos para su consumo, el comerlos implica un aspecto repulsivo, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 11:43-44): «No abominéis vuestras almas con todo reptil que se arrastra sobre la tierra y no os impurifiquéis con éstos, pues Yo Soy HaShem vuestro D´s, santificaos y sed santos pues Yo Soy Santo y no impurifiquéis vuestras almas con todo reptil que se arrastra sobre la tierra«.

Asimismo, está prohibido impurificarse ingiriendo alimentos o bebidas putrefactos, en las que, por ejemplo, pueda haber restos de vómito, excrementos o flemas. Asimismo, está prohibido comer con utensilios sucios por ejemplo aquellos destinados a ser usados con excrementos u orina. De igual manera se prohíbe comer con las manos sucias. Todo aquél que hace una de estas cosas trasgrede la prohibición de «no abominéis», y en caso de haber testigos que advirtieron no actuar de esa forma y de todas maneras la persona se condujo incorrectamente – se le aplican azotes por haber actuado con rebeldía («makat mardut») (Rambám Maajalot Asurot 17:29-30).

Tal como está prohibido ingerir alimentos repugnantes, de igual manera está prohibido realizar acciones repulsivas, entre ellas, no habrá de demorar en ir al baño y hacer sus necesidades (ver halajá 13).

Un alimento que resulta despreciable para la mayoría de las personas, pero hay quienes gustan ingerirlo – su ingestión estará prohibida para aquella persona a la que le desagrada y a quien le resulta apetecible podrá comerlo. Está prohibida la ingestión de todo aquello de lo cual la totalidad de las personas resultan asqueadas, estará prohibida su ingestión también para quien no le desagrade pues su opinión se ve anulada por la de la mayoría de las personas (Prí Jadash Ioré Deá 84:3).

06) No provocar desagrado al prójimo

Cuando una acción repulsiva tiene lugar delante de otras personas, el hecho adquiere especial gravedad, pues además de denigrar y abominar a quien lo realiza provoca malestar entre sus amigos, generando entre ellos una sensación repugnante. En este caso trasgrede la prohibición que reza: «Y no habréis de afligir hombre a su prójimo» (Vaikrá-Levítico 25:17), y de esa manera deja sin efecto el precepto positivo de «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (ídem 19:18).

Hay actos que cuando la persona los realiza a solas no son condenables, empero delante de otras personas se consideran repulsivos y por ende están prohibidos en virtud del precepto de «no abominéis» y de la generalidad de los preceptos del hombre para con su prójimo, por ejemplo, escarbar en la nariz o estallar granos de acné en el rostro. Asimismo, nuestros sabios opinaron (Talmud Babilonio Tratado de Jaguigá 5(A)) sobre el versículo que reza «D´s habrá de enjuiciar todas las acciones incluidas las ocultas. Dijo Rav: se refiere a quien mató un piojo delante de su compañero y le desagradó». Shmuel dijo: se refiere a quien escupió delante de su compañero y lo desagradó. Esto aplica principalmente a la hora de comer que es cuando se debe ser más cuidadoso. Asimismo, se debe evitar hablar cosas desagradables que quitan el apetito y provocan nauseas entre los comensales.

No se debe morder de un alimento y al percibir que no es sabroso retirarlo de la boca y colocarlo sobre la mesa, ya que esto puede asquear a alguno de los comensales (Shulján Aruj 170:10). Asimismo, no se debe recoger migajas del suelo que se estropearon o tornaron desagradables y colocarlas sobre la mesa pues quienes las ven se inquietan ya que temen que alguien las ingiera. De igual forma, quien comenzó a mordisquear una rebanada, no ha de regresarla a la panera ni dársela a un amigo, pues a muchas personas esto les puede desagradar (Shulján Aruj 170:15, Mishná Berurá 36). Por lo tanto, quien no tiene la intención de comer una rebanada completa que corte la cantidad que desea ingerir y deje el resto en la panera.

Además, quien comenzó a beber de su vaso no habrá de pasárselo a otro comensal para que este también beba del mismo ya que a este último le puede provocar rechazo o malestar. Además, pasarse alimento o bebidas de una boca a la otra puede contagiar enfermedades (ver Shulján Aruj 170:16, Mishná Berurá 37). Sin embargo, si al segundo comensal estas prácticas no le producen rechazo puede beber del vaso de su compañero y puede también ingerir los restos de su comida, siendo esta la práctica habitual en el seno de la familia.

Hay prácticas que en el pasado eran aceptadas y hoy se consideran mala educación, por lo que se debe actuar de acuerdo con lo que se acostumbra en el momento. Por ejemplo, en el pasado se acostumbraba comer con las manos y hoy se lo hace por medio de cubiertos, entonces, quien come con las manos trasgrede una prohibición ya que provoca malestar entre sus compañeros y se denigra a sí mismo ante sus ojos. Asimismo, en el pasado se acostumbraba salivar sobre el suelo de la casa delante de otras personas (ver Talmud Babilonio Tratado de Berajot 63(A)). Nuestros sabios dijeron que quien huele un alimento que le apetece de sobremanera y no puede servirse del mismo, que escupa sobre el piso de la casa la saliva acumulada pues en su defecto corre riesgo de vida (ídem Ketuvot 61(B)). En la actualidad no se actúa de esa forma pues no se considera que esa saliva acumulada sea peligrosa y además es de mala educación salivar en el suelo de una casa delante de otras personas.

Hay prácticas que se consideran educadas en el seno de una sociedad y a ojos de otras personas son repulsivas, por lo que cada persona debe conocer las diferentes costumbres para poder actuar de un modo sensible y considerado y no provocar malestar a quienes detentan diferentes costumbres. Por ejemplo, hay quienes acostumbran sumergir un trozo de pan en el plato central de jumus ubicado sobre la mesa y a determinadas personas esto les desagrada. Allí donde todos los comensales acostumbran hacerlo ello no estará prohibido. Empero de haber una persona a la que le desagrada, los demás deben abstenerse de esta práctica.

07) Modales en la mesa

Cuando varias personas están sentadas a la mesa, cada uno de los comensales deberá servirse una parte equitativa del contenido de la bandeja central, y aunque el compañero que se sirvió con anterioridad haya tomado para sí una cantidad pequeña, de igual manera quien le sigue debe servirse una porción equitativa pues quizás luego el primer comensal desee servirse más. Solamente si se ve que el compañero no está interesado en continuar comiendo se le podrá pedir permiso para tomar el sobrante (ver Shulján Aruj 170:2).

Cuando entre los comensales se encuentra una persona mayor o el padre de la familia – se habrá de esperar hasta que este se sirva en primer lugar y recién después los demás tomarán para sí su porción (Shulján Aruj 170:12).

No corresponde observar de un modo muy directo a una persona mientras come para que no se avergüence. Muy especialmente, el anfitrión no debe  observar a los huéspedes al rostro cuando estos comen o se sirven (ídem 170:4). Asimismo, no se debe fotografiar a una persona mientras come sin su previo consentimiento.

No se debe llenar excesivamente la boca con alimentos de una sola vez pues así proceden los glotones. De igual manera, no se debe beber una copa entera de vino u otra bebida alcohólica de un solo sorbo (Shulján Aruj 170:7-8, Mishná Berurá 22). No se debe comer apresuradamente ni mordisquear bocados ruidosamente, sino que se debe comer moderadamente con la boca cerrada. Además, es menester prestar atención que no se manchen o ensucien ni las manos, ni la ropa ni la barba (Ben Ish Jai BaHar 8-9).

Los jerosolimitanos criteriosos («Nekiei Hadaat Shebirushalaim») de antaño no asistían a una comida si no sabían previamente junto a quién se habrían de sentar (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 23(A), Shulján Aruj 170:20), ya que resulta denigrante para un erudito de la Torá sentarse a la mesa junto a personas de conducta grosera, especialmente si en la misma se sirven vino u otras bebidas alcohólicas las cuales sinceran a las personas y llevan a un acercamiento de  los comensales entre sí. Hay quienes toman una actitud más flexible si se trata de una comida que celebra el cumplimiento de un precepto («Seudat Mitzvá»), pues el mérito de la mitzvá favorece una actitud medida y educada alrededor de la mesa. En caso de saberse con certeza que los comensales no habrán de conducirse respetuosamente no se debe beber alcohol o vino en su compañía, ni siquiera en una comida que celebra el cumplimiento de un precepto. Cuando se trata de un erudito notorio y se sabe que las personas en su cercanía se esfuerzan en comportarse dignamente, si bien en otras situaciones o lugares los comensales actúan groseramente, el erudito podrá comer y beber con ellos en una celebración por el cumplimiento de un precepto pues de ese modo acerca a las personas a la Torá y sus mandamientos (ver Beur Halajá allí).

Quien tiene hijos pequeños que participan de la comida, debe permanecer atento que no introduzcan sus manos en la bandeja principal y de esa forma tornen los alimentos en desagradables para los demás comensales. Asimismo, habrá de cuidar que no se ensucien en demasía y que sus narices estén siempre limpias. En caso de estar presente un huésped o invitado, no habrán de sentarlo junto a los niños pequeños a menos que pida hacerlo ya que estos suelen ensuciarse (Sefer Jasidim 829, Kaf HaJaím 170:78).

08) Palabras de Torá y conversación durante la comida

Rabí Shimón dijo (Pirkei Avot 3:4): Si tres personas han comido juntas en una mesa y no han pronunciado en ella palabras de Torá, es como si hubieran comido de los sacrificios de los muertos (en alusión a la idolatría), tal como fue dicho: «Porque todas sus mesas están llenas de vómito e inmundicia» (Ishaiahu-Isaías 28:8). Pero si tres comensales han comido juntos en una mesa y han hablado entre ellos palabras de Torá, es como si hubieran comido de la mesa del Omnipresente, pues está escrito: «…y me dijo: esta es la mesa que está ante la Presencia de Dios» (Iekezkel-Ezequiel 41:22). El deber de hablar palabras de Torá en la mesa aplica fundamentalmente a partir del momento en que hay por lo menos tres comensales, pues entonces la comida es importante y por lo tanto a la relevancia material se le debe sumar la trascendencia espiritual. De no ser así, la comida se transforma en un cadáver cuya alma fue retirada y por ende los alimentos servidos entran en la categoría de «sacrificios de los muertos». Pero cuando en una comida se pronuncian palabras de Torá, el alma se conecta con el cuerpo e influye en este vida y bendición.

Cuando no hay tres comensales juntos, estos no están obligados a decir palabras de Torá ya que el Birkat HaMazón les es suficiente (Maguén Avot de Rabí Shimón ben Tzemaj Durán). Hay quienes sostienen que es mejor que, aunque el comensal sea uno sólo – dedique algo del tiempo de la comida a la Torá (Mishná Berurá 170:1).

El recitado del cántico de las ascensiones («Shir Hamaalot») u otros versículos puede también considerarse como palabras de Torá (Mishná Berurá 170:1). Es mejor decir palabras de Torá valiosas que aumentan la comprensión de los escuchas para que por su intermedio la comida toda se eleve.

Dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Ta´anit 5(B)): «No se conversa durante la comida, no sea que la tráquea se anteponga al esófago y la persona se ahogue (Shulján Aruj 170:1)». Esto obedece a que cuando se habla la tráquea o conducto de la respiración se mantiene abierta y puede ingresar alimento por esta. En la actualidad muchas personas tienen una actitud flexible hacia esta norma y hay quienes explican que esta prohibición aplicaba en tiempos en los que las personas comían recostadas («hasivá»), empero hoy que comemos sentados, este peligro no está presente (Prisha, Birjei Iosef). Hay quienes consideran que también hoy es necesario ser estricto en esta norma (Prí Megadim 1.1:1, ver Aruj HaShulján 2). De todas maneras, también quien tiene una actitud flexible que tenga el cuidado de que sus palabras sean educadas y agradables y que los demás comensales no vean el alimento dentro de su boca mientras habla y más aún, que tenga el cuidado de que partículas de alimento no se despidan de su boca mientras conversa.

09) No excederse con la comida

Está prohibido comer en demasía, y esta norma tiene dos aspectos: en primer lugar, es peligroso para la salud. En segundo lugar, hacerlo implica una falta moral pues la persona se ve arrastrada en exceso tras una pasión corporal.

Respecto del peligro para la salud que representa el comer en exceso escribió Maimónides (Hiljot Deot 4:2): «No se debe comer hasta que se llene el estómago, sino que se debe ingerir un cuarto menos de la cantidad necesaria para sentirse satisfecho». Tras detallar qué alimentos dañan la salud, agregó lo siguiente (ídem 4:14-15): «Mientras que una persona se ejercite y realice abundante actividad física, no se llene al comer y su vientre esté laxo (no hinchado) – no se enfermará y se fortificará continuamente, aunque ingiera alimentos de mala calidad… pues comer en exceso es un elixir de muerte para el cuerpo y es el principal origen de las diferentes enfermedades. La gran mayoría de las afecciones que atacan al hombre se originan o a raíz de alimentos perjudiciales o por comer hasta llenarse, aunque se trate de alimentos de buena calidad». La ciencia médica contemporánea coincide con que comer en exceso es muy perjudicial para la salud.

Además, está prohibido dejarse arrastrar en demasía por las pasiones corporales. Najmánides explicó que esta es la intención de la Torá cuando ordena: «Consagrados habréis de ser» (Vaikrá-Levítico 19:2), puesto que si no existiese este mandamiento, una persona podría conducirse como un malvado en el marco normativo de la Torá («Naval Birshut HaTorá»), devorando carne o bebiendo alcohol sin límite y arguyendo que no comete trasgresión alguna, ya que el vino o la carne son «kasher lamehadrín». Por esta razón se nos ordenó «Consagrados habréis de ser», para que no comamos en exceso.

La Torá no estableció una medida para la ingestión excesiva de alimentos o bebidas; dado que cada persona posee necesidades diferentes, hay quienes poseen un cuerpo grande y otros uno pequeño, hay quienes poseen un metabolismo más veloz y requieren de más alimentos y otros lo tienen más lento y por ende necesitan comer menos. Y hay también personas que poseen características físicas similares, pero una tiene una actividad profesional que requiere de un uso intenso del cuerpo por lo que precisa comer más, mientras que su compañero tiene una ocupación más sedentaria y necesita comer menos (Shnei Lujot HaBrit artículo séptimo 12).

Por otra parte, una persona no debe afligirse absteniéndose de alimentos sabrosos, y tal como indica el Talmud, en cierta forma el nazareo que se abstuvo de beber vino es llamado «transgresor», según lo que está escrito (Bamidbar-Números 6:11): «…y (el cohén) lo expiará (al nazareo) tras haber transgredido». Dijo Rabí Eleazar HaKapar: por una deducción lógica («a fortiori» o «kal vajomer») sostenemos: si quien no se autoflageló pero simplemente se abstuvo de beber vino es llamado transgresor, aquél que se abstiene de muchas otras cosas cuánto más aún se lo habrá de considerar infractor». De aquí aprendió Shmuel: «Todo aquél que entra a ayunar es considerado un transgresor» (Talmud Babilonio Tratado de Ta´anit 11(A), Nedarim 10(A), Nazir 19(A) y 22(A), Baba Kama 91(B)). Si bien existen otras opiniones esta es la postura principal de nuestros sabios, según la cual es válido ayunar o actuar como nazareo solamente en casos especiales, por ejemplo, ante la necesidad de retornar de alguna mala conducta u otras eventualidades, empero de preferencia, corresponde que el ser humano disfrute de todos los variados y sabrosos alimentos que el Eterno dispuso en el mundo y Le agradezca por ellos. De ese modo se habrá de incrementar la santificación del Nombre Divino tanto por las bendiciones recitadas como por la buena sensación alcanzada en virtud de los deliciosos alimentos comidos, por medio de los cuales la persona puede meditar sobre la Torá en estado de completitud, alegre y de buen talante para con las demás creaturas. Asimismo, Raba y Rav Najman dijeron que por el mérito de haber comido carne y bebido vino se abrieron sus ojos a una comprensión más profunda de la Torá (ver Tratado de Iomá 76(B), Baba Kama 71(B)). De igual manera, nuestros sabios dijeron (Talmud Jerosolimitano Tratado de Kidushín 4:12) que en un futuro el ser humano deberá rendir cuentas por todo aquello que sus ojos vieron y no comió. Sin embargo, en caso de excederse en la ingestión de alimentos, esta misma persona se sumergirá en el pantano de la materialidad grosera y su corazón no podrá enfocarse en su espíritu ni en su alma y finalmente caerá enfermo, se entristecerá y se deprimirá.

Un buen consejo para evitar comer en exceso es que hacia el final de la comida, se lleve a cabo una interrupción de unos veinte minutos, y solamente después, en caso de sentir necesidad, se continúe comiendo. Esto obedece a que a menudo, mientras la persona aún come su apetito no se ve mitigado y piensa que todavía no ingirió lo suficiente. Empero, en caso de hacer una breve interrupción su cuerpo comenzará a digerir lo comido y la persona se sentirá saciada. Esta interrupción se puede aprovechar para estudiar Torá en la mesa y se puede también recitar el Birkat HaMazón y dedicarse a otros quehaceres y en caso de que luego así lo desee podrá volver a bendecir y continuar comiendo.

10) Alimentos saludables y alimentos perjudiciales

Es preceptivo llevar un estilo de vida saludable, tal como ordena la Torá (Devarim-Deuteronomio 28:9): «y cuando te hayas de encaminar por Sus Sendas (las de D´s)». HaShem creó nuestro cuerpo para que sea saludable y debemos preservarlo y no ingerir alimentos que afecten negativamente nuestra salud. Esto implica también una preparación para el cumplimiento de los preceptos ya que cuando una persona posee cuerpo y alma saludables y equilibrados puede estudiar Torá lúcidamente y cumplir los preceptos con empeño y diligencia, amén de que podrá alegrarse en su fe y ser ameno y bondadoso hacia los demás. En cambio, si una persona está enferma, al margen de que sus días se verán reducidos y podrá servir menos a su Creador, mientras esté con vida estará ocupado atendiendo sus dolores y malestares, se enojará o irritará con frecuencia, le resultará dificultoso profundizar en el estudio de la Torá y ver la magnanimidad de D´s y no podrá dedicar su atención a los grandes desafíos y realizaciones que el Creador asignó al ser humano. Sobre esto está escrito (Mishlei-Proverbios 3:6): «En todos tus caminos Lo conocerás y Él enderezará tus senderos». Asimismo, nuestros sabios dijeron (Pirkei Avot 2:12): «Todas tus acciones sean con la intención de cumplir la Voluntad Celestial» («Por amor a HaShem»). Se cuenta sobre el anciano Hilel que cuando salía a ocuparse de sus necesidades corporales solía decir que a causa del cumplimiento de las mitzvot lo hacía, ya que por medio de su cuerpo se halla ante HaShem y cumple Sus mandamientos» (ver Avot de Rabí Natán 30).

Otro tanto escribió Maimónides (Deot 4:1): «dado que un cuerpo sano y completo es producto de la obra de HaShem, y dado que uno no necesariamente puede saber si está enfermo, debe por lo tanto alejarse de todo aquello que perjudique al cuerpo y tener hábitos sanos que lo curen» (ídem 3:3).

En cada generación los sabios aconsejaron ingerir alimentos saludables según el criterio y conocimiento de la ciencia médica de la época. Resulta que alimentos que otrora eran considerados saludables hoy ya no lo son y otros que no se los consideraba como tales hoy son recomendados. Esto obedece a que las condiciones de vida cambiaron, y alimentos que en el pasado se descomponían con facilidad y su ingestión era peligrosa por la ausencia de refrigeradores, hoy se los considera saludables ya que se los puede conservar fácilmente en buen estado. Por otra parte, hay otros alimentos que en tiempos de escasez se los consideraba muy saludables – a causa de las grasas y azúcares que poseían – y en nuestros días de exceso de oferta alimentaria resultan muy perjudiciales.

En la actualidad, la indicación predominante es reducir en lo posible el consumo de alimentos elaborados tales como azúcar, margarina, sal, harina blanca y grasas saturadas. Entre los alimentos que caracterizan esta lista se encuentran: las gaseosas, las salchichas, las burekas (empanadas de mil hojas) y los pasteles. Por otra parte, se recomienda ingerir muchas verduras y frutas, beber agua y realizar actividad física. Por sobre todas las cosas, lo más importante es no excederse con las comidas.

11) ¿Está prohibido ingerir alimentos perjudiciales?

Si bien se debe procurar ingerir únicamente alimentos saludables no está completamente prohibido ingerir aquellos que no lo son, por lo que quien lo hace debe recitar por estos las bendiciones correspondientes. En caso de que exista una prohibición de comerlos, tal como ya aprendimos (arriba 12:10) no se puede bendecir por ellos. Empero nadie afirmó que alimentos no saludables estén terminantemente prohibidos. Tampoco Maimónides prohíbe bendecir cuando enumera los alimentos perjudiciales que no es bueno ingerir (ver arriba 9:2 y en Igrot Moshé Joshen Mishpat II 76, Nishmat Abraham Joshen Mishpat 155:2, en las palabras de Rabí Shlomo Zalman Auerbach).

Esto es así ya que aparentemente no se trata de cuestiones absolutas y resulta que también alimentos considerados nocivos, en las pequeñas cantidades que ingieren las personas de dieta frugal resultan inocuos. Además, hay personas pobres que no tienen la posibilidad de adquirir alimentos saludables, los cuales por lo general suelen ser más caros, y si se les prohíbe ingerir alimentos de baja calidad resultarán más perjudicados aún, se debilitarán y enfermarán por desnutrición. Esto obedece a que todo alimento que no es saludable, en determinada situación puede resultar beneficioso.

Además, las personas son diferentes entre sí en sus cualidades tanto físicas como espirituales y probablemente determinado alimento de baja calidad afecte negativamente sólo a un determinado porcentaje de la población y al resto no. Asimismo, existen otros factores que influyen en el estado general de la salud y probablemente un alimento determinado resulte pernicioso únicamente en presencia de determinadas circunstancias, y en ausencia de estas resulte inocuo. Esto y más, el estado de ánimo influye en gran manera sobre la salud y muy probablemente quien se acostumbró a ingerir determinados productos, al abstenerse de estos por completo se deprimirá al punto que ello derivará en una enfermedad peor.

Sin embargo, alimentos que pueden generar situaciones de riesgo a corto plazo, por supuesto que está prohibido ingerirlos y quien transgrede y los ingiere no debe recitar bendiciones. Por ejemplo, un enfermo grave a quien los médicos indicaron llevar una dieta estricta pues de no hacerlo podría fallecer en el corto plazo – tiene prohibido ingerir alimentos que son para él nocivos.

Empero en el caso del resto de las personas, si bien deben realizar ingentes esfuerzos en consumir alimentos saludables y abstenerse de los perjudiciales, y por supuesto que es menester educar a la población a llevar una dieta y un estilo de vida saludables, de todas maneras, esto no debe realizarse de modo brusco, pues no está terminantemente prohibido ingerir alimentos de menor calidad.

Asimismo, quien haya engordado en demasía, si bien debe procurar descender de peso, conviene que lo haga de un modo moderado y paulatino pues en caso de desatar una guerra total contra su cuerpo y su apetito, se teme que esa dieta extrema genere un daño más grave a su salud física y espiritual.

Es además necesario puntualizar, que de tanto en tanto se publican nuevos métodos de salud y cada escuela tiene sus propios principios y seguidores, los cuales están convencidos que sólo esta es acertada y quien la siga vivirá feliz y saludablemente alcanzando la longevidad. Sin embargo, con el correr del tiempo suele ocurrir que se descubre que si bien el método en cuestión posee aspectos acertados adolece también de graves errores. Por lo tanto, la instrucción apropiada según la halajá, es seguir las indicaciones de la mayoría de los médicos (ver Shulján Aruj Oraj Jaím 618). Quien sienta que determinado método le resulta apropiado, puede seguir sus directivas a condición de que el mismo no esté en franca contradicción con la opinión mayoritaria de los médicos especialistas. Existe además otra condición y es que no se actúe de manera extrema ya que hacerlo podría resultar riesgoso.

12) La evacuación de residuos y la bendición de «Asher Iatzar»

Una vez que la persona comió y bebió, digiere y absorbe en su cuerpo la parte nutritiva del alimento la cual le provee de vigor y vitalidad mientras que la otra parte que se torna residual es evacuada. Cuando una persona tiene dificultades para evacuar sufre enormemente y todo su cuerpo se torna enfermo. En caso de no encontrar cura para su dolencia, habrá de padecer una muerte penosa. Por lo tanto, nuestros sabios establecieron una bendición especial de alabanza y agradecimiento a HaShem por la expulsión del residuo del cuerpo. En el marco de esta bendición agradecemos por la creación del cuerpo humano que fue hecho con gran sabiduría, con órganos que poseen cavidades como el corazón, los pulmones, el estómago y los intestinos. Además, HaShem creó el cuerpo con orificios: las narinas para poder respirar, la boca para poder comer y beber y un mecanismo de evacuación de residuos tanto sólidos como líquidos. En caso de que un solo aspecto de este maravilloso mecanismo dejase de funcionar, el ser humano no podría sobrevivir. Lo más sorprendente es cómo el Creador conectó a nuestra alma, que es de índole espiritual, al cuerpo físico, de modo tal que cuando el cuerpo está enfermo el alma no puede manifestarse, y al morir, ésta se retira.

Por lo general, la persona se ocupa de aquello que procura obtener, tanto sea alimentos como bebidas o patrimonio mientras que puede llegar a pensar que la evacuación de residuos no es de importancia o no merece mayor atención. Solamente una vez que se enferma, entiende cuánto corresponde alabar a HaShem por esta función. Por lo tanto, corresponde que, estando aún sana, la persona recite «Asher Iatzar» con la concentración apropiada y quizás en virtud de ello merezca y disfrute de buena salud y longevidad.

Nuestros sabios elogiaron grandemente el gabinete higiénico. Rabí Iosei dijo: «¿Quién es una persona rica? Aquella que posee un inodoro (baño) cercano a su mesa» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 25(B)). Según la opinión de Mar Zutra, toda persona piadosa debe rezar a causa del «beit hakisé» – el gabinete higiénico (ídem Berajot 8(A)).

Esta cuestión encierra un gran misterio. Muchos consideran que las desgracias del ser humano se derivan de aquello de lo que carece, empero la realidad indica que gran parte de los problemas surgen a partir de cosas superfluas que este acumula en su consciencia, en su espíritu y en su cuerpo, que en caso de no poder deshacerse de estas ingresa en un proceso degenerativo. Cuando una persona estudia, dentro de todo el material tratado existen siempre opiniones erróneas u opiniones que encierran determinadas verdades que no son apropiadas para la persona en cuestión por lo que debe encontrar la forma de deshacerse de ellas. Otro tanto ocurre con las experiencias emocionales, algunas de estas si se acumulasen en su espíritu le generarían angustia, al punto de que le dificultarían la existencia, por lo que corresponde que las retire de su vitalidad. También el patrimonio innecesario puede generar molestias al ser humano, al punto de que en vez de ayudarle a cumplir con su cometido existencial, la persona se torna esclava de sus propiedades y se somete a sus pasiones materiales perdiendo así el rumbo en la vida. Vemos entonces, que una de las acciones más importantes para el ser humano es la de evacuar los residuos que se acumulan en su cuerpo, espíritu, patrimonio y mente para poder así llevar una vida sana y correcta.

En la bendición de «Asher Iatzar» le agradecemos a HaShem por habernos creado con maravillosa sabiduría y habernos concedido orificios, por medio de los cuales podemos captar cosas beneficiosas del exterior y evacuar aquello que es superfluo o dañino.

De aquí podemos entender por qué nos apartamos del excremento y de la orina al punto que en su cercanía está prohibido recitar cuestiones vinculadas a la santidad («Dvarim Shebakdushá») (Pninei Halajá Tefilá 3:9). Esto obedece a que estos desperdicios tienen un aspecto de impureza originada en la muerte («tumat met») por tratarse de residuos inertes, restos de alimentos que ya no pueden aportar vida y el cuerpo necesita evacuarlos para que no lo dañen.

13) No impurificarse demorando en evacuar

Una persona que necesita ir al baño corresponde que lo haga a la mayor brevedad posible para limpiar sus residuos corporales. Quien está urgido de ir al baño al punto que debe detener su andar para evitar que la materia fecal salga de su cuerpo y la necesidad de ir al baño es tal que no puede pensar en otra cosa y a pesar de ello no va – trasgrede la prohibición de «no abominéis» («Bal Teshaktzú») (Talmud Babilonio Tratado de Macot 16(B), Shulján Aruj HaRav Mahadurat Tinianah 3:11, Eshel Abraham Butschatch). Además, quien retiene su deseo y no va al baño daña su salud (Rambám Maajalot Asurot 17:31) y un hombre que se aguanta en ir a orinar, se arriesga a afectar su fertilidad (ver Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 64(B), Mishná Berurá 3:31).

Si la persona necesitada puede demorar más de lo que lleva andar una «parsá» (unos 72 minutos), si bien es bueno que vaya al baño no está obligado a hacerlo y puede durante ese lapso estudiar Torá y recitar bendiciones (Mishná Berurá 92:7). En caso de que haya comenzado a estudiar u ocuparse de sus quehaceres cuando no precisaba hacerlo y luego si lo necesita al punto que no puede contenerse por 72 minutos, mas no llegó a la situación en la que deba detenerse como para evacuarlos residuos, según la mayoría de los juristas – a priori, que detenga su actividad y vaya al baño. Empero si la persona está en medio de un asunto – podrá postergar un tanto la evacuación para cuando termine de resolver lo pendiente (Beur Halajá 92:2 ‘קורא’). Hay juristas que entienden que corresponde interrumpir un asunto en la mitad para ir al excusado (Ben Ish Jai Vaietze 1). Incluso si la persona está muy urgida, en caso de que ir al baño le implique pasar vergüenza – según todas las opiniones puede postergar su evacuación, pues la dignidad humana precede en importancia a la prohibición de «no abominéis» (Mishná Berurá 3:31, 92:7, Pninei Halajá 5:9).

En el excusado hay que conducirse de un modo respetuoso sin descubrirse más de lo necesario para no ensuciarse. Una vez que se haya evacuado hay que limpiarse muy bien y en caso de necesidad hay que recurrir al uso de agua o papel húmedo (Shulján Aruj 3:4, Mishná Berurá 31).

Asimismo, hay que cuidar de no ensuciar el lugar, y en caso de que esto ocurra hay que limpiar de inmediato para no provocar malestar a los siguientes usuarios del gabinete higiénico.

14) Las leyes de «Asher Iatzar»

Tras haber evacuado hay que lavarse las manos y recitar «Asher Iatzar» sin existir diferencias si se evacuaron residuos sólidos o líquidos, e incluso si solamente salieron contadas gotas se debe recitar esta bendición, pues si estas se acumulasen en el cuerpo sin posibilidad de salir se generaría un perjuicio (Shulján Aruj 7:4). Incluso si el orinado o la defecación son acompañados por intensos dolores, corresponde bendecir «Asher Iatzar» por haber logrado evacuar (Shulján Gavoha 7:3).

Quien sufre de diarrea y precisa ir al baño reiteradamente debe recitar la bendición tras cada vez. Empero si tras haber evacuado siente que pronto precisará volver a hacerlo que recite la bendición tras la segunda evacuación (Mishná Berurá 7:2).

Dado que se dictaminó la halajá que una persona que evacúa no recita la bendición de «Al Netilat Iadaim» por su lavado de manos, quien sale del baño no precisa abluir sus manos por medio de un recipiente o «Natlá» sino que alcanza con lavarlas con agua de la canilla o llave. Quienes cumplen con excelencia abluyen sus manos con un recipiente o «Natlá», y hay quienes tienen el recaudo de verter agua sobre cada mano tres veces intercaladamente.

15) Bendición por la cura o la mejoría

A veces el cuerpo se enferma y es necesario ocuparse de su curación, por lo que es importante saber que el origen de la enfermedad radica en una carencia espiritual provocada por un pecado, o porque era momento de ascender a un nivel superior (en referencia a la observancia de preceptos y sus condiciones espirituales) y al no hacerlo sobrevienen malestares y penurias con la finalidad de elevar a la persona. Por ello, amén de ir al médico y llevar adelante todos los procedimientos naturales correspondientes, se debe también reflexionar a los efectos de identificar el origen del malestar, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 5(A)): «Si una persona percibe que le sobrevienen desdichas – que revise sus acciones realizadas». Ese fue el pecado del Rey Asa quien, tras haber enfermado por causa de sus inconductas, fue a consultar a los médicos sin reflexionar sobre sus actos realizados, tal como está escrito (Divrei Haiamim-Crónicas II 16:12): «Y cuando enfermó tampoco procuró a HaShem sino que recurrió a los médicos».

Incluso cuando los médicos están convencidos que determinada medicina habrá de ayudar al paciente, ello aún es dudoso, por cuanto que el cuerpo humano es sumamente complejo y los galenos no pueden seguir de cerca todos y cada uno de los procesos que tienen lugar al interior del mismo, y además, el origen de la afección es de orden espiritual. Por lo tanto, sin ayuda Celestial ninguna medicina resulta efectiva y por ello nuestros sabios estipularon que se rece a HaShem para que el tratamiento se vea coronado por el éxito, y en virtud de lo sucedido hayamos podido retornar y hacer teshuvá.

Por lo tanto, un enfermo que comienza un tratamiento médico debe recitar al inicio: «Iehí Ratzón Milfaneja Ad-onai Eloh-ai Sheiehé Esek Zé Lí Lirfuá, Ki Rofé Jinam Atá» («Sea Tu Voluntad Ad-onai D´s mío que este procedimiento me sane pues Tú eres un médico generoso»). Una persona sana que quiere cumplir con excelencia y desea recitarlo previo a ser atendido por un dolor que lo aqueja o antes de que toma una pastilla contra el dolor de cabeza y similares, recaerá sobre él la bendición.

Una vez concluido el tratamiento, si este implicó riesgo mortal como en el caso de un cateterismo, derrame cerebral o cirugía con anestesia general se recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolam Rofé Jolim» («Bendito eres Tú Ad-onai Rey del universo que curas los enfermos»). Una vez concluido un tratamiento que no implicó riesgo mortal se dice: «Baruj Rofé Jolim» («Bendito Aquél que cura los enfermos») (Marán HaRav Kuk). La costumbre de los sefaradíes es que, aunque el tratamiento haya implicado peligro de vida se recita «Baruj Rofé Jolim» solamente y quien desee actuar conforme la opinión del Rav Kuk puede hacerlo.

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