Pninei Halajá

01) Generosidad

Cuando un individuo se sienta a comer, es apropiado que piense en las personas pobres que padecen hambre y comparta con ellos algo de su pan. Así lo hallamos en nuestro patriarca Abraham, de bendita memoria, quien buscaba transeúntes para llevarlos a su casa y alimentarlos de sus más dilectos manjares (Bereshit – Génesis 18), ya que prefería comer en la presencia de invitados y menesterosos. Dijeron nuestros sabios: «Es más trascendente recibir invitados que acudir al encuentro de la Presencia Divina» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 127(A), ver en Baba Metzía 86(B)).

Es así que vemos en la Torá que siempre que se trate de una alegría festiva y de sus comidas preceptivas o de la ingestión de carne de ofrendas o de frutas que poseen santidad del segundo diezmo («Maaser Shení») o del fruto del cuarto año («Neta Revai»), se nos ordena compartir nuestra alegría  con el extranjero o prosélito («guer»), el huérfano («iatom») y la viuda («almaná») (Devarim – Deuteronomio 12:12, 14:29, 16:14).

Dijeron nuestros sabios (Tratado de Berajot 54(B), 55(A)) que quien prolonga su comida para permitir a los pobres y hambrientos sumarse a la misma, se le prolongan sus días y sus años. Dijeron además que «mientras existió el Templo de Jerusalém el altar de sacrificios expiaba por el pueblo de Israel, y ahora – la mesa de cada persona expía por esta». Tal como la persona generosa da vida al pobre que es considerado como un muerto, de igual forma el Santo Bendito Es concede vida a quien ayuda, tal como está escrito (Mishlei-Proverbios 10:2): «La tzedaká (traducible como acto de bien o ayuda al menesteroso) salvará de la muerte» (Zohar III 273:2). En caso de haber menesterosos hambrientos que pueden llegar a la mesa del dueño de casa y éste no les deja nada, dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 92(A)): «Todo aquél que no deja pan sobre su mesa jamás verá señal de bendición».

En la actualidad no existen tantos pobres necesitados de alimento, pero sí hay muchos que precisan ser tratados con cariño y con respeto, siendo un gran precepto invitarlos a comer, pues la ingesta tiene por virtud alentar el acercamiento interpersonal y alegrar a personas solitarias y deprimidas. Dijeron nuestros sabios que «grande es el trago (o sea, una comida importante en la que también se bebe vino que alegra) que acerca a los distantes» (ídem 103(B)).

Quien posee personal de servicio, debe cuidar que coman una vez que hayan servido los alimentos, y si sirven un platillo cuyo aroma despierta el apetito intensamente, debe permitirles probar del mismo de inmediato para que no sufran (ver Tratado de Ketuvot 61(A), Shulján Aruj 169:1 y 170:3).

Asimismo, se debe alimentar a los animales de la casa antes de sentarse a comer, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Guitín 62(A)): «Está prohibido probar cosa alguna hasta haber dado de comer al animal», tal como está escrito (Devarim-Deuteronomio 11:15): «Y daré hierbas en tu campo para tu animal» y solamente después leemos «y comerás y te saciarás». Si los animales están hambrientos está prohibido probar bocado alguno, empero sí se permite beber (Shevut Yaakov 3:13, Mishná Berurá 167:40). Todo esto se refiere a animales domésticos que el ser humano se beneficia de los mismos y carecen de otra forma o posibilidad de alimentarse salvo por la ración que reciben de sus dueños (Sheelat Yaavetz 1:17).

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