Pninei Halajá

12) La evacuación de residuos y la bendición de «Asher Iatzar»

Una vez que la persona comió y bebió, digiere y absorbe en su cuerpo la parte nutritiva del alimento la cual le provee de vigor y vitalidad mientras que la otra parte que se torna residual es evacuada. Cuando una persona tiene dificultades para evacuar sufre enormemente y todo su cuerpo se torna enfermo. En caso de no encontrar cura para su dolencia, habrá de padecer una muerte penosa. Por lo tanto, nuestros sabios establecieron una bendición especial de alabanza y agradecimiento a HaShem por la expulsión del residuo del cuerpo. En el marco de esta bendición agradecemos por la creación del cuerpo humano que fue hecho con gran sabiduría, con órganos que poseen cavidades como el corazón, los pulmones, el estómago y los intestinos. Además, HaShem creó el cuerpo con orificios: las narinas para poder respirar, la boca para poder comer y beber y un mecanismo de evacuación de residuos tanto sólidos como líquidos. En caso de que un solo aspecto de este maravilloso mecanismo dejase de funcionar, el ser humano no podría sobrevivir. Lo más sorprendente es cómo el Creador conectó a nuestra alma, que es de índole espiritual, al cuerpo físico, de modo tal que cuando el cuerpo está enfermo el alma no puede manifestarse, y al morir, ésta se retira.

Por lo general, la persona se ocupa de aquello que procura obtener, tanto sea alimentos como bebidas o patrimonio mientras que puede llegar a pensar que la evacuación de residuos no es de importancia o no merece mayor atención. Solamente una vez que se enferma, entiende cuánto corresponde alabar a HaShem por esta función. Por lo tanto, corresponde que, estando aún sana, la persona recite «Asher Iatzar» con la concentración apropiada y quizás en virtud de ello merezca y disfrute de buena salud y longevidad.

Nuestros sabios elogiaron grandemente el gabinete higiénico. Rabí Iosei dijo: «¿Quién es una persona rica? Aquella que posee un inodoro (baño) cercano a su mesa» (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 25(B)). Según la opinión de Mar Zutra, toda persona piadosa debe rezar a causa del «beit hakisé» – el gabinete higiénico (ídem Berajot 8(A)).

Esta cuestión encierra un gran misterio. Muchos consideran que las desgracias del ser humano se derivan de aquello de lo que carece, empero la realidad indica que gran parte de los problemas surgen a partir de cosas superfluas que este acumula en su consciencia, en su espíritu y en su cuerpo, que en caso de no poder deshacerse de estas ingresa en un proceso degenerativo. Cuando una persona estudia, dentro de todo el material tratado existen siempre opiniones erróneas u opiniones que encierran determinadas verdades que no son apropiadas para la persona en cuestión por lo que debe encontrar la forma de deshacerse de ellas. Otro tanto ocurre con las experiencias emocionales, algunas de estas si se acumulasen en su espíritu le generarían angustia, al punto de que le dificultarían la existencia, por lo que corresponde que las retire de su vitalidad. También el patrimonio innecesario puede generar molestias al ser humano, al punto de que en vez de ayudarle a cumplir con su cometido existencial, la persona se torna esclava de sus propiedades y se somete a sus pasiones materiales perdiendo así el rumbo en la vida. Vemos entonces, que una de las acciones más importantes para el ser humano es la de evacuar los residuos que se acumulan en su cuerpo, espíritu, patrimonio y mente para poder así llevar una vida sana y correcta.

En la bendición de «Asher Iatzar» le agradecemos a HaShem por habernos creado con maravillosa sabiduría y habernos concedido orificios, por medio de los cuales podemos captar cosas beneficiosas del exterior y evacuar aquello que es superfluo o dañino.

De aquí podemos entender por qué nos apartamos del excremento y de la orina al punto que en su cercanía está prohibido recitar cuestiones vinculadas a la santidad («Dvarim Shebakdushá») (Pninei Halajá Tefilá 3:9). Esto obedece a que estos desperdicios tienen un aspecto de impureza originada en la muerte («tumat met») por tratarse de residuos inertes, restos de alimentos que ya no pueden aportar vida y el cuerpo necesita evacuarlos para que no lo dañen.

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