Pninei Halajá

04. La diferencia entre amor y deseo carnal

Ante la pareja se presentan dos caminos: en el sendero correcto – el énfasis está puesto en el amor y en el del mal está puesto en el deseo carnal. Quien se deja llevar por este último impulso piensa únicamente en sí mismo y acosa a mujeres para satisfacer su instinto. Quien se inclina por el camino del bien quiere amar a su mujer verdaderamente y alegrarla lo más posible siéndole  fiel. En un inicio quienes están impulsados por el deseo carnal y quienes lo están por el amor se ven similares, empero, en el caso de los primeros sus relaciones no perduran, y concluyen en angustia y tribulación. En cambio, el amor consagrado de quienes van por la senda del bien se fortifica y profundiza infinitamente.

A veces, quien se inclina por la senda del mal parece estar dispuesto a dar más de sí en la relación. A los efectos de apaciguar su deseo estará dispuesto a viajar tras su cortejada hasta el final del mundo, gastar en ella sumas cuantiosas y comprarle joyas valiosas, dedicarle halagos sin fin e incluso es capaz de alegrarse al ver que ella también se alegra. Empero, por cuanto que el móvil central de su accionar es el de satisfacer su deseo, en la práctica abusa de ella. Por eso, en general, a pesar de todas sus declaraciones preferirá no casarse pues puede colmar su deseo sin hacerlo. En caso de que acepte casarse, mientras que el móvil central de su accionar sea satisfacer su deseo, no amará realmente a su mujer sino que sacará provecho de su cuerpo, por lo que la relación entre ambos se irá deteriorando paulatinamente.

En casos extremos de personas que van tras sus deseos carnales, hay hombres dispuestos a violar una mujer para aplacar su instinto. En ese caso la acción carece por completo de amor y es pura lascivia. Por el contrario, una vez que este hombre supere el arrebato instintivo odiará a la mujer que vejó, tal como ocurrió en el caso de Amnón, quien tras violar a su hermana Tamar «la odió con toda su alma» (Shmuel II-Samuel II 13:15). El deseo procura sustituir al amor, empero, una vez que la persona retoma la lucidez se da cuenta que queda vacía y deprimida, y en vez de odiarse a sí misma prefiere odiar a la víctima de su abuso.

Por el contrario, quien transita la senda del amor procura unirse a su mujer con cariño verdadero, se cuida de no dañarla y procura alegrarla lo más posible. Ante todo piensa en ella y su bienestar, y con el transcurrir de los años la relación entre ambos se profundiza más y más; y a pesar de que van envejeciendo los años no les desgastan y su amor se intensifica uniéndose infinitamente. Este es el amor valioso y sagrado carente totalmente de mal o defecto.

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