Pninei Halajá

15. Durante el exilio y en la redención

La situación general del pueblo de Israel influye sobre el grado de alegría con el que se cumple el precepto, ya que el vínculo sagrado entre marido y mujer es paralelo a la relación existente entre el Kadosh Baruj Hú y el pueblo de Israel. Tal como explicaron nuestros sabios en la Mishná (Tratado de Ta´anit 26(B)), los grandes días en los que el pueblo de Israel se conectaba efectivamente a HaShem son denominados «los días de Su enlace y de alegría en Su corazón» («Yom jatunató veYom Simjat libó»). «El día de Su enlace» se refiere a la entrega de la Torá, «el día de alegría en Su corazón» es el de la construcción del Sagrado Templo de Jerusalém. Vemos que inmediatamente después de la entrega de la Torá se les ordenó a los hijos de Israel que retornen a sus tiendas a los efectos de cumplir con la «alegría de la Oná» (Talmud Babilonio Tratado de Avodá Zará 5(A)), e inmediatamente después de la inauguración del Sagrado Templo de Jerusalém los hijos de Israel retornaron a sus casas contentos y de buen talante, encontraron a sus mujeres puras y cumplieron con el precepto de Oná con particular alegría (ídem Moed Katán 9(A), arriba 1:8).

Por otra parte, cuando los hijos de Israel se alejan de HaShem, la alegría por el cumplimiento de los preceptos se ve afectada, tal como dijeron nuestros sabios (ídem Sanhedrín 75(A)): «desde el día en que fue destruido el Templo se perdió el sabor de las relaciones sexuales y le fue entregado a los trasgresores». En virtud del alejamiento entre HaShem y el pueblo de Israel se generó una separación en todos los mundos, la tierra no se acompasa al cielo a los efectos de manifestar los valores sagrados y el cielo no accede a las necesidades de la tierra en cuanto a brindarle vida y bendición. El pesar cósmico por esta situación se infiltra al interior de los hogares, el hombre no logra colmar el deseo de su mujer y esta no consigue saciar el de su marido. Aquellas personas que comprendieron cabalmente la profundidad de esta crisis y el pesar que ella genera, a veces sintieron impedimento en cumplir el precepto de Oná con alegría en virtud de la identificación que sintieron con la congoja de HaShem  y del pueblo de Israel.

Asimismo, encontramos en el Talmud (Tratado de Baba Batra 60(B)) que Rabí Ishmael ben Elishá dijo: «desde que se destruyó el Sagrado Templo correspondería que nos abstengamos de comer carne y beber vino… y desde el día en que tomó el poder el reino malvado que nos impone leyes represivas y perversas prohibiéndonos estudiar Torá y cumplir preceptos, reunirnos en una comida festiva por la realización de una circuncisión, correspondería que nos abstengamos de desposar mujeres y tener hijos, pero entonces la progenie de Abraham desaparecería. Por ello, déjalos a los hijos de Israel, es mejor que trasgredan inconscientemente y no voluntariamente, pues no podrían cumplir con semejante decreto como el de la abstinencia»

Además, allí se narra que tras la destrucción del segundo Templo eran muy frecuentes en el pueblo de Israel personas que se abstenían de comer carne y beber vino,  en señal de duelo por la suspensión de los sacrificios y las libaciones de vino. Rabí Iehoshúa los increpó y les dijo: «¿entonces habremos de dejar de comer pan por haberse suspendido las ofrendas de harina, frutas por la suspensión de la presentación de las primicias ni beberemos agua por la suspensión de su libación? Así les dijo: hijos míos, no enlutarse por completo es imposible pues el decreto ya fue ordenado, pero enlutarse demasiado tampoco se puede pues no se dicta un decreto a menos que la mayoría de la comunidad pueda cumplirlo». Por ello nuestros sabios establecieron costumbres luctuosas de acuerdo a lo que resulta apropiado para el público general.

Por lo tanto, tampoco en tiempos del exilio la halajá pierde su validez, y si la base del precepto de Oná es que debe ser cumplido con alegría, cuanto mayor sea el regocijo en el seno de la pareja – mayor es su virtud. Esto y más, el cumplimiento de este precepto implica una forma de reparación del exilio, ya que por su intermedio los cónyuges erigen en su hogar un «pequeño santuario» en el que la Divina Presencia reposa entre ellos (ídem Sotá 17(A)). Tal como dijeron nuestros sabios: «a todo sitio que el pueblo de Israel se vio exiliado, la Divina Presencia los acompañó» (Mejilta DeRabí Ishmael Bó 14). Además, también dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 62(A)) que mediante el cumplimiento del precepto de «creced y multiplicaos» se acerca la llegada de la redención, pues «El hijo de David no llega hasta que se acaben las almas del cuerpo», esto es, hasta que no nazcan todas las almas que se encuentran en el recinto de las almas pertenecientes a la «grey de Israel» («Kneset Israel»).

Justamente, mediante el esmero en cumplir con el precepto de Oná como corresponde se acerca el arribo de la redención y se encienden los anhelos  y las añoranzas por volver al vínculo entre el amado y la amada, entre el Kadosh Baruj Hú y el pueblo de Israel. Tal como está escrito: (Ishaiahu-Isaías 62:1-5): «Por Sión no guardaré silencio y por Jerusalém no descansaré hasta que salga su triunfo como resplandor y su salvación como una antorcha que quema…No te llamarán más ‘abandonada’ y a tu tierra no la considerarán más ‘desolada’ sino que te llamarán ‘Jeftzíba’ (mi deleite en ella n. de t.) y a tu tierra ‘Beulá’ (casada, poseída n. de t.), que así como un mancebo se desposa con una doncella, así tu Constructor se desposará contigo, y como el novio se regocija sobre la novia, así se regocijará tu D´s sobre ti».

Sin embargo, los justos ascéticos que se encontraban imbuidos en el pesar de la destrucción de Sagrado Templo no pudieron contentarse con el «pequeño santuario» que quedó a disposición del pueblo de Israel,  y en virtud de su intensa congoja no podían cumplir con el precepto de Oná como corresponde (arriba 2:14). Por lo tanto, si bien eran cuidadosos en el cumplimiento del precepto a sabiendas de su importancia, su valía y de que por su intermedio se acerca el advenimiento de la redención, lo cumplían del modo más reducido posible para preservar la santidad del matrimonio y cumplir con el mandato de «creced y multiplicaos». En algunas oportunidades, sus prácticas fueron recogidas por los juristas los cuales las mencionaron en sus libros.

Sin embargo, de acuerdo a lo que vimos tanto en el Talmud como en la literatura de los juristas, la indicación general para el público se mantiene en pie, esto es, cumplir el precepto tal como lo indica la halajá, o sea con gran alegría; y en la medida en que los cónyuges se alegren mutua y recíprocamente, mayor será la excelencia del cumplimiento.

Empero, naturalmente, a pesar de la voluntad de cumplir el precepto de la mejor manera, el pesar universal que se desprende del exilio del pueblo de Israel y la Divina Presencia opaca la alegría preceptiva; y en la medida en que tenemos el mérito de ver el retorno de los judíos a su tierra, la alegría de la Oná se revela en mayor medida. Tal como está escrito (Ishaiahu-Isaías 35:10): «Y volverán los rescatados del Eterno y vendrán con cánticos a Sión y alegría eterna habrá sobre sus cabezas. Gozo y regocijo tendrán, el dolor y la angustia huirá de ellos»

Sea Su voluntad que tengamos el mérito de ver todos juntos la reunión de los exilios y la construcción del país a lo largo y a lo ancho, que nuestros ojos contemplen el retorno de HaShem a Sión, la restauración de la dinastía de David y la construcción del Sagrado Templo. Entonces, se conectarán el cielo con la tierra, el deseo con el deber, la verdad con la alegría, la visión con la acción, el alma con el cuerpo. «Y será en aquel día dice el Eterno que tú me llamarás ‘Ishí’ (marido mío n. de t.) y no me llamarás más ‘Baalí’ (amo mío n. de t.). El pueblo de Israel llamará a HaShem mediante un nombre que refleja cariño como Íshí’ y no distancia como ‘Baalí’ o amo mío, que implica también una cierta coerción. HaShem continúa su mensaje a los hijos de Israel diciéndoles: «Y te desposaré conmigo para siempre. Si, te desposaré en justicia y rectitud, y en misericordia y en compasión. Y te desposaré conmigo en fidelidad y tendrás conocimiento del Eterno. Y sucederá en aquel día que Yo responderé, dice el Eterno, responderé a los cielos y ellos responderán a la tierra, y la tierra responderá al trigo, y al vino y al aceite, y ellos responderán a Izre’el. Y la sembraré para Mí en la tierra, y tendré compasión de ella, que había sido compadecida, y les diré a los que no habían sido Mi pueblo: ‘Eres Mi pueblo’, y ellos contestarán: ‘Tu eres mi D’s» (Oshea-Oseas 2:18-25). HaShem se habrá de regocijar en nosotros cual novio sobre la novia, y entonces la alegría por el cumplimiento de los preceptos retornará en toda su plenitud.

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