Pninei Halajá

Capítulo 15 – Bendiciones por la visión de situaciones extraordinarias y conmovedoras

24) Sitios en los cuales acontecieron milagros al pueblo de Israel

Quien divisa un sitio en el cual acontecieron milagros a todo o a la mayoría del pueblo de Israel recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheasá Nisim Laavoteinu Bamakóm Hazé» («…que obró milagros a nuestros ancestros en este lugar»). Los sabios mencionaron diferentes lugares: 1) El sitio donde el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo sobre tierra seca cuando este se abrió ante ellos. 2) El sitio donde el pueblo de Israel cruzó el Río Jordán sobre tierra seca. 3) El sitio de cruce del Rio Arnón. Allí, cuando el pueblo de Israel se acercaba a la tierra prometida y estaban por cruzar un valle, los amoritas les tendieron una emboscada, acaeció un milagro y ambos lados del desfiladero se apegaron el uno al otro aplastando así al enemigo. 4) El camino de ascenso a Beit Jorón donde HaShem arrojó desde el cielo enormes piedras de granizo sobre los cinco reyes que lucharon contra Iehoshúa Bin Nun. 5) Quien contempla una de las piedras que Og rey del Bashán intentó arrojar sobre los hijos de Israel. 6) La piedra sobre la cual se sentó Moshé Rabenu cuando sus brazos estaban elevados hacia el cielo durante la guerra contra Amalek. 7) Las murallas de Jericó que fueron tragadas por la tierra in situ (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 54, Shulján Aruj 218:1).

Todo aquel que no divisó uno de estos sitios durante treinta días, al volver a hacerlo debe recitar la bendición correspondiente (Shulján Aruj 218:3). En la actualidad, aún no sabemos dónde se encuentran exactamente esos sitios y si bien sabemos dónde están situados el Mar Rojo, El Jordán o Jericó, mientras desconozcamos la ubicación exacta del sitio donde acaeció el milagro no es posible bendecir (Kaftor Vaferaj, Beur Halajá ‘כגון’). Sin embargo, es bueno recitar la bendición sin mencionar el Nombre Divino en la cercanía del sitio en el que se especula que acaeció el milagro (Kaf HaJaím 218:4).

Quien ve el sitio donde se encuentra el horno del cual se salvaron Jananiá, Mishael y Azariá o el foso de los leones del que se salvó Daniel, o un sitio en el cual ocurrieron milagros a otros justos por medio de los cuales se santificó públicamente el Nombre de D´s recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheasá Nes Latzadikim Bamakom Hazé» («…que hizo milagros a los justos en este lugar»). Hemos también olvidado la ubicación de estos sitios.

Quien ve el sitio en el cual salvó su vida un rey de Israel o un líder militar judío recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheasá Nes Leploni Bamakom Hazé» («…que hizo un milagro a «fulano» en este sitio») (Talmud Jerosolimitano Tratado de Berajot 1:1, Shulján Aruj 218:7, ver Beur Halajá allí).

Quien divisa la estatua de sal de la esposa de Lot recita: 1) «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Dayán Haemet» por su muerte. 2) «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Zojer Tzadikim» («…que recuerda a los justos») por la salvación de Lot (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 54(B), Shulján Aruj 218:8). También desconocemos la ubicación certera de la estatua de sal.

25) Sitios en los cuales le ocurrieron milagros a una persona

Una persona que estuvo en peligro de vida y le acaeció un milagro y se salvó, al retornar al lugar de los hechos debe bendecir: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheasá Li Nes Bamakom Hazé» («…que hizo para mi un milagro en este lugar»). Esto a condición de no haber pasado por ese sitio por treinta días. Sin embargo, surge aquí un interrogante respecto de cuál es la definición de milagro. Hay quienes sostienen que toda aquella persona que se encontró en peligro inminente de muerte, como en el caso de un accidente de tránsito, o si se cayó de una altura elevada, o si fue asaltada por malhechores, en caso de haberse salvado – debe bendecir (Beit Iosef en nombre del Ribash). Otros juristas consideran que sólo se bendice por un milagro contundente. Esto es, si la salvación trascendió los límites de lo natural ya que la mayoría de las personas que se enfrentan a esa situación suelen perecer y entonces la persona experimenta un milagro y se salva (Rabí David Abudarham cita a Rabí Asher de Lunil).

En la práctica, se sentenció que dado que en caso de duda a la hora de recitar o no una bendición se adopta la opinión más flexible («safek berajot lehakel») se bendice pronunciando el Nombre Divino únicamente cuando la salvación fue extraordinaria. En el resto de los casos en que una persona se salva de un peligro de vida inminente se recita: «Baruj Sheasá Li Nes Bamakóm Hazé» sin pronunciar el Nombre Divino (Shulján Aruj Oraj Jaím 218:9).

¿Qué es una salvación fuera de lo común( «shelo kederej haolám» – «como si no perteneciese al orden natural»)? Se trata de un peligro del cual la mayoría de las personas resultan muertas. Por ejemplo, cuando un edificio se desmorona sobre una persona, se excavan los escombros y se logra rescatarlo con vida, o si una persona cayó de una altura muy elevada, o si se le disparó varios balazos que impactaron en su cuerpo, o si sufrió un accidente de tránsito muy grave: en caso de salvarse – deberá bendecir pronunciando el Nombre Divino. Empero, si el peligro es de un tenor tal que no queda claro si la mayoría de las personas que se exponen a él mueren o no – se bendice sin pronunciar el Nombre Divino. Dado que «la persona está cercana a sí misma» (esto es, que se siente identificada consigo misma y por lo tanto adolece de parcialidad n. de t.), no debe decidir por sí misma, en caso de haber vivenciado un peligro tal, que la mayoría de personas muere a causa del mismo, sino que debe consultar a un erudito, el cual habrá de dictar su sentencia en función de las opiniones más expertas en esas cuestiones y habrá de decidir si se debe o no recitar la bendición pronunciando el Nombre Divino.

Una vez que todos coincidan con que el evento fue realmente milagroso, al ver ese sitio donde acaeció el milagro, aunque no hayan pasado aún treinta días desde que este ocurrió – habrá de bendecir. Luego, en caso de divisar el lugar del milagro tras haber pasado treinta días sin verlo – volverá a bendecir. En caso de que le hayan ocurrido varios milagros es bueno que anexe al recitado de la bendición los nombres de los sitios donde estos tuvieron lugar (Shulján Aruj 218:5, Shaar Hatziún 12).

Tal como el sujeto del milagro debe bendecir, de igual forma sus hijos y nietos deben también hacerlo al ver el sitio pasados treinta días (Shulján Aruj 218:4). En caso de que la persona agraciada por el milagro fuese un rabino, sus alumnos dilectos deben asimismo bendecir a la par de este (ídem 6).

Respecto de los bisnietos y sus descendientes, hay un disenso entre los juristas medievales (rishonim). En la práctica, los descendientes que nacieron en virtud del milagro ocurrido, o sea, si su padre nació después del mismo, deberán bendecir hasta el final de todas las generaciones. Aquellos que nacieron antes de que el milagro ocurriese – a partir de los bisnietos del agraciado no habrán ya de bendecir (Eliahu Rabá, Mishná Berurá 218:16).

Los sabios de las últimas generaciones (ajaronim) escribieron que quien se salvó milagrosamente de una situación riesgosa, corresponde que done dinero para tzedaká en beneficio de un lugar de estudio de Torá (colegio o ieshivá) de acuerdo con sus posibilidades y declare: «He aquí que doy esta tzedaká y quiera D´s que sea sustituto de la ofrenda de agradecimiento («Korbán Todá») que debería haber traído en días del Templo de Jerusalém». Corresponde recitar el capítulo de la ofrenda de agradecimiento («Korbán Todá»). Asimismo, es bueno ofrecerse como voluntario en aras de alguna causa de bien público. Cada año que recuerde el día del milagro por medio de mucho estudio de Torá y agradecimiento a D´s (Mishná Berurá 218:32).

01) Introducción al tema

Cada día, en las bendiciones matinales, en las bendiciones del recitado del Shemá y en los diferentes rezos, alabamos Y agradecemos a D´s por el mundo maravilloso que creó para nosotros. Empero, además del orden fijo de los rezos y las bendiciones, a veces nos confrontamos con imágenes especiales, emocionantes e inspiradoras, y a fin de expresar su trascendente contenido, nuestros sabios establecieron bendiciones por su contemplación, para de esa forma conectarlas con su origen espiritual. Es así como se establecieron bendiciones al contemplar paisajes especiales, fenómenos naturales, sitios en los cuales sucedieron milagros, la fundación de nuevos poblados en la tierra de Israel, sabios y reyes, personas bellas o de aspecto diferente, así como también visiones que sacuden el alma tales como las de idolatría o de cementerios.

Los sabios establecieron que estas bendiciones sean obligatorias. Sin embargo, en caso de despertarse una duda respecto de una determinada vista, si es parte de la generalidad de las cosas por las que se ordenó bendecir – no se bendice, ya que en caso de duda respecto del recitado de una bendición se aplica la opinión más flexible. Quien desee cumplir con mayor excelencia podrá recitar la bendición en cuestión sin pronunciar el Nombre de Dios («Beló Shem Umaljut»).

A los efectos de recitar estas bendiciones es necesario que se cumplan las siguientes condiciones: primero, que se trate de un paisaje especial que despierta el asombro en la mayoría de las personas. La segunda, que quien lo contempla no lo ha visto en los últimos treinta días, por lo que el verlo implica una nueva realidad (Shulján Aruj 218:3, 224:13). Si bien existen personas especialmente sensibles, que aun tan sólo después de una semana se habrán de emocionar al volver a contemplar una vista especial, y hay otras que son indiferentes y tampoco después de un año se habrán de conmover con lo que ven, nuestros sabios estipularon que se bendiga según lo que es corriente en el seno de la mayoría de gente, en las que pasados treinta días de la última vista, el volver a contemplar despierta en sus mentes la sensación de novedad.

A los efectos de facilitar la contabilidad de los días, digamos que el día treinta y uno, aquél en el cual se vuelve a bendecir cae siempre el tercer día una vez pasadas las cuatro semanas. Si se vio por vez última un domingo, el día treinta y uno será un martes cuatro semanas después. Si se vio un lunes el día treinta y uno llegará un miércoles cuatro semanas después.

La bendición se debe recitar mientras se contempla, o a lo sumo, en el tiempo que lleva decir tres palabras («toj kedei dibur») tras la finalización de la contemplación (ver Shulján Aruj 227:3, Beur Halajá 218:1, ‘במקום’).

Cuando varias personas se encuentran juntas y deben recitar la misma bendición corresponde que cada quien bendiga por sí mismo. En caso de haber personas presentes que no saben bendecir es mejor que uno lo haga por ellos (arriba 12:7).

Quien contempla vistas a través de lentes, se considera como una visión natural, empero quien ve por medio de una foto, película o telescopio no ha de bendecir ya que este tipo de observación no genera asombro en igual intensidad que la vista natural. Esto queda demostrado del hecho que las personas no se conforman con ver fotos o películas, sino que salen de paseo para contemplar los paisajes de forma directa.

¿A partir de qué distancia se puede recitar la bendición?  Aquella desde la cual es posible maravillarse por la contemplación de ese paisaje. Si se trata de una montaña o el mar, se puede bendecir desde una gran distancia, y para bendecir por una colina es necesario acercarse más a los efectos de apreciar su forma particular. Para recitar una bendición ante un sabio o un rey, es necesario acercarse todavía más para poder discernir su silueta, y para bendecir por una creatura bonita es necesario acercarse aún más de modo tal que se pueda apreciar su belleza.

02) Bendiciones por mares, ríos, desiertos, montañas y colinas

A partir de la contemplación de paisajes impactantes es posible meditar sobre la grandeza del Creador y recitar ante Él una bendición de alabanza. Por lo tanto, nuestros sabios instituyeron que quien contempla mares, ríos, montañas, colinas y desiertos recite: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolam Osé Ma´asé Bereshit» («…Quien recrea la Obra de la Creación») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 54(A)). También quienes no se fascinan al contemplarlos, siempre y cuando lo visto sea considerado conmovedor o sea maravilloso en opinión de la mayoría de las personas y hayan pasado treinta días desde la última vez que lo vieron – deberán bendecir.

El mar siempre impresiona, y por ello se bendice por cualquier mar y cualquier lago a condición de que tengan abundante agua durante todo el año, pero no como resultado de la obra del hombre. Por lo tanto, se bendice al contemplar el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo (o Mar de los Juncos), así como también por el Kineret (Mar de Galilea) y el Mar Muerto, pues poseen agua durante todo el año. Empero en el caso de un lago que se forma por efecto de un dique no se bendice, ya que la bendición fue establecida como alabanza a la obra del Creador y no a la de los seres humanos.

Por el «gran mar» («Haiam Hagadol») que es el océano que rodea a los continentes se recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolam Sheasá et Haiam Hagadol». Sin embargo, hay eruditos que entienden que el «gran mar» es el Mar Mediterráneo, el cual según ellos recibe esta denominación en virtud de encontrarse en las cercanías de la tierra de Israel, o porque mares de esas dimensiones son considerados «grandes» (Talmidei Rabenu Ioná, Shulján Aruj Oraj Jaím 228:1). Sin embargo, según la opinión de muchos juristas, se bendice «Sheasá et Haiam Hagadol» solamente al contemplar el océano, mientras que al divisar el Mar Mediterráneo se recita «Osé Maasé Bereshit», siendo esta la práctica aceptada (Rosh, Rabí Ovadia de Bartenura, Maguén Abraham, Mishná Berurá 228:2, ver Beur Halajá allí).

Respecto de los ríos, se establecieron dos condiciones: 1) Que fluyan naturalmente sin que medie intervención humana que haya modificado su cauce. 2) Que sean caudalosos por lo menos como el Éufrates, el cual es llamado «grande» por la Torá. A fortiori, se bendice por ríos más caudalosos tales como el Nilo, el Volga, el Rhin, el Amazonas y el Mississippi. Pero en el caso de ríos comunes tales como el Yarkón, el Yardén y similares no se bendice pues no son tan impactantes (Mishná Berurá 228:2).

En el caso de las montañas y las colinas: la condición para bendecir por una montaña es que sea especialmente alta respecto de su entorno, mientras que respecto a las colinas se bendice siempre que su forma genere una especial impresión, por ejemplo: que posea peñascos altos y abruptos como los del Desierto de Judea. Empero por las montañas comunes que se encuentran en la región montañosa de Judea, Samaria y Galilea – no se bendice. Al divisar montes tales como Gamla, Arbel, Masada y Sártaba – se bendice, ya que poseen un aspecto especial. Asimismo, se bendice también al contemplar el Monte Tabor ya que su altura es impactante y posee una forma especial.

El desierto es un sitio seco y deshabitado en el cual caen pocas lluvias. También por el desierto de Judea se bendice, a condición de que contemplarlo resulte impactante, por ejemplo: si se pasea por él y toda el área circundante está deshabitada o si se sube a un punto mirador del cual se contempla una vista de los vastos páramos. Empero, quien ve el desierto mientras realiza un viaje rutinario por la carretera – no bendice.

03) Bendiciones por diferentes tipos de paisaje

Ver una gran montaña no afecta el hecho de ver otra, por lo que quien ve el Monte Hermón e inmediatamente después vuela a Europa y divisa los Alpes, volverá a bendecir «Osé Maasé Bereshit». Solamente en caso de ver la misma montaña dentro de los treinta días no se recita nuevamente la bendición.

De esto resulta que una persona puede tener que recitar la bendición «Osé Maasé Bereshit» varias veces en un mismo día, ya que si en la misma jornada ve el Mar Mediterráneo, luego el Monte Hermón, de ahí pasa al Kineret, posteriormente llega al Mar Muerto y de ahí al Mar Rojo – deberá bendecir por cada uno por separado. Asimismo, quien viaja de Eretz Israel a Norteamérica, al contemplar el Mar Mediterráneo bendecirá «Osé Maasé Bereshit», luego al pasar allende Europa verá el Océano Atlántico y bendecirá «Sheasá Et Haiam Hagadol». En caso de divisar desde el avión montañas especialmente grandes bendecirá «Osé Maasé Bereshit».

Quien avista conjuntamente varios paisajes por los que se debe bendecir – que recite por todos estos una sola bendición. Por ejemplo: quien se encuentra en un sitio desde el cual se divisa el Kineret y el Monte Arbel, recita por ambos una sola bendición.

Quien pasea por una zona que posee varias colinas especiales de un formato  semejante, ya que todas pertenecen a la misma formación geológica o la misma región, aunque las vea una tras otra – con una sola bendición las incluye a todas. Lo mismo ocurre con grandes montañas que se encuentran en una misma región – se recita por todas estas una sola bendición. Por ejemplo: todo el Carmel es considerado una misma región. Judea, Samaria y la Galilea, que son zonas más vastas se dividen en diferentes subregiones de acuerdo con la geomorfología. En este caso se bendice por las montañas y por las colinas separadamente a menos que se contemplen juntas.

Quien pasea por el desierto de Judea, al ingresar a este debe recitar la bendición por el desierto, si luego contempla una montaña particularmente grande – deberá bendecir por esta también. Al arribar a la zona de los imponentes peñascos o acantilados – también habrá de bendecir por estos. Incluso si luego divisa otros peñascos especiales, la bendición que recitó al inicio aplica a todos ya que se encuentran en la misma región y su forma es similar.

04) Una vista que es a la vez novedosa y suscita admiración

Quien vive junto al mar o está acostumbrado a andar en sus cercanías, dado que el divisarlo no implica novedad – no habrá de bendecir, pero al divisar otro mar sí habrá de hacerlo. Por lo tanto, toda persona que habita cerca del Mar Mediterráneo o que acostumbra transitar por la autopista costera no recita bendición al divisarlo, ni siquiera al hacerlo desde otra costa. Y aunque hayan transcurrido treinta días sin contemplarlo – no habrá de recitar la bendición, ya que fácilmente podría haberlo visto y el hacerlo no implicaría novedad. Empero, si abandona su sitio de residencia por treinta días y al regresar desea contemplar el mar, se le considerará como quien «ve» el mar y por lo tanto debe bendecir. Otro tanto ocurre con quienes viven en la cercanía de una alta montaña o una colina especial.

Quien se encuentra lejos de un paisaje especial o si las nubes lo desdibujan, dado que se trata de una vista carente de especial impacto – no habrá de bendecir. Si al día siguiente se aproxima y divisa claramente el paisaje, se la considerará como una nueva vista por lo que deberá recitar la bendición correspondiente.

No se pueden establecer distancias a partir de las cuales se torne obligatorio bendecir, pues todo depende de la magnitud del paisaje y el ángulo de visión. La regla general es que cuando la vista asombra – se bendice.

05) La bendición por avistar paisajes en la actualidad

Actualmente las personas están acostumbradas a viajar diariamente grandes distancias para acudir a sus lugares de trabajo o asistir a encuentros sociales y familiares. Es muy común que en el marco de estos viajes se divisen montañas, colinas y mares, por lo que surge la pregunta de si se debe o no bendecir por este tipo de vistas que se realizan distraída y rutinariamente. La duda se fundamenta en que, en el pasado, cuando se realizaban travesías a pie o montando un burro, rara vez se contemplaba un paisaje especial y al ver el mar las personas se emocionaban, y cuando andaban a lo largo de la orilla del mar y divisaban el Monte Carmel se conmovían. Empero hoy día estamos acostumbrados a viajar de ida y vuelta y la vista se torna rutinaria. Más aún, en el pasado cuando se iba a pie o montando un burro, las personas estaban menos acostumbradas a ver montañas y por ello los montes Tabor y Carmel eran considerados como sumamente conmovedores. Pero en la actualidad las personas acostumbran a pasear en diferentes países y ya tuvieron la oportunidad de contemplar montañas más altas e imponentes, por lo que los montes Carmel y Tabor podrían verse a ojos suyos como medianos y carentes de impacto para quien los contempla.

En la práctica, solo a quien presta atención a los paisajes especiales se le considera que «ve» y por lo tanto debe bendecir. Empero para quien los paisajes desfilaron frente a su vista sin que este les prestase atención – no ha de bendecir. Por ello, es necesario discernir entre dos tipos de visión: cuando se pasea y cuando se realiza un viaje rutinario. Durante un paseo, la tendencia es a contemplar la belleza de la Creación y por lo tanto resulta claro que se debe bendecir por todos los paisajes especiales y entre ellos el mar, los montes Tabor y Carmel, con la única condición de que no los haya visto en los últimos treinta días y que no viva o acostumbre a encontrarse en su cercanía (tal como se explicó en la halajá anterior). También en el caso de quien, por lo general, no se sobrecoge dado que salió de paseo para ver paisajes, se considera que le interesan y por lo tanto deberá bendecir. En caso de estar en la duda si la vista de la montaña o del desierto le impresionan lo suficiente – es mejor que recite la bendición omitiendo el Nombre de Dios («Beló Shem Umaljut»). Si los turistas suelen viajar para contemplar estas vistas, es señal que ellas son impactantes y entonces se habrá de bendecir sin duda alguna.

Durante un viaje de rutina, el recitado de la bendición depende de cuánta emoción o impacto que el paisaje genera en el viajero. Si la vista llama su atención – que bendiga. Si esta no logra captar su interés, aunque la vea – que no bendiga. Por ejemplo: quien viaja de Jerusalém a Haifa vía la autopista de la costa, en caso de prestar atención al mar y emocionarse un poco ante su contemplación – que bendiga. Si no se emociona – que no lo haga. Si presta atención al Monte Carmel y su peculiar aspecto y logra conmoverse algo – que bendiga y en caso contrario que no lo haga. Otro tanto aplica respecto del Monte Tabor, del Kineret y de las montañas que se yerguen en las áreas de Judea y Samaria.

Quien viaja junto al mar una gran montaña y no presta atención al paisaje y es por ello que no bendijo, y dentro de los treinta días hace nuevamente el mismo camino y se sobrecoge ante el paisaje – no habrá de bendecir. Si bien la primera vez que vio el paisaje no se emocionó y no bendijo, de todas maneras se la considera como quien la ha visto previamente, de modo que al ver ese escenario nuevamente dentro de los treinta días, ello no implica novedad. Esto se debe a que no bendijo la primera vez que contempló el paisaje porque no se emocionó y no por no haberlo visto. Empero si la primera vista fue desde lejos o desde otro ángulo que no impacta al observador – deberá bendecir en la segunda oportunidad.

06) Terremotos, cometas y vientos tempestuosos

Por lo general nos encontramos con una naturaleza ordenada, el sol sale y se pone según un orden fijo, las estrellas se mueven en sus órbitas y todo sigue un orden armónico. Es por ello que alabamos a HaShem diariamente en la bendición de «Iotzer HaMeorot» y en los «Pesukei DeZimrá» («Cánticos de alabanza»). Sin embargo, a veces nos topamos con fenómenos fuera de lo común que nos conmocionan, al punto de parecer que las leyes naturales que impuso el Creador en Su mundo quedaron caducas. Empero, debemos recordar que todo proviene de HaShem y que también los fenómenos excepcionales son parte de Su obra y Su poder, y vienen a corregir y enderezar el mundo, tal como dijeron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 59(A)): «Los truenos no fueron creados sino para enderezar la sinuosidad del corazón».

Nuestros sabios mencionaron cinco fenómenos naturales que resultan singularmente impactantes: 1) El terremoto. 2) Divisar un cometa atravesando el firmamento, o una estrella fugaz que es un meteoro que se encuentra con la atmósfera y se quema desprendiendo una luminosidad brillante. 3) Los vientos huracanados. 4) Los rayos. 5) Los truenos (Shulján Aruj 227:1).

¿Qué bendición se debe recitar? Una de dos bendiciones: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shekojó Uguevurató Malé Olám», o «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Osé Maasé Bereshit». A priori, es preferible bendecir por eventos que generan pavor tales como una temible tormenta, un fuerte terremoto y truenos – «Shekojó Uguevurató» y por aquellos que generan menos temor tales como rayos y estrellas fugaces – «Maasé Bereshit» (ver Mishná Berurá 227:4-5).

Quien siente un terremoto, por suave que sea – debe bendecir. Si inmediatamente después de un temblor se percibe otro – la bendición ya recitada incluye al segundo. Empero, si la persona ya alcanzó a distraerse (es decir, no siguió atento a esa realidad) y vuelve a sentir un temblor de tierra – deberá volver a bendecir (Birjei Iosef 227:3). Si bien respecto de las bendiciones por lo que vemos, aprendimos que se bendice por el mismo panorama solamente si pasaron ya treinta días desde la contemplación anterior, en este caso se trata de otro temblor de tierra por lo que resulta un evento diferente o novedoso.

Quien divisa un cometa y bendice, y a la noche siguiente lo ve nuevamente – no habrá de bendecir, ya que no pasaron treinta días desde que lo observó por primera vez. En caso de divisar a la noche siguiente otro cometa – deberá bendecir. Si en una misma noche divisa dos cometas o un cometa y una estrella fugaz – no bendecirá nuevamente por la segunda, ya que hay quien entiende que una bendición incluye a todas las estrellas que una persona puede ver en una noche (Mishná Berurá 227:1-2).

Vientos tempestuosos: por vientos especialmente fuertes y tormentosos tales como tornados y huracanes, los cuales pueden arrancar árboles y destruir viviendas precarias – se bendice «Shekojó Uguevurató», y si recitó «Maasé Bereshit» – cumplió igualmente con su deber. Por vientos menos tormentosos pero que son capaces de mover o hacer volar objetos pesados – se recita únicamente «Maasé Bereshit» (Maguén Abraham 227:1, según Talmud Jerosolimitano y Tosafot). Siempre que se trate del mismo temporal, no se habrá de bendecir por él dos veces. Empero, si el temporal cesó y tras un lapso comenzó otro – se vuelve a bendecir.

Hay juristas que sostienen que se debe bendecir en virtud de todo tipo de fenómenos naturales tales como erupciones volcánicas, géiseres, cataratas que impresionan y eclipses de sol o de luna; y los fenómenos mencionados por nuestros sabios no son sino ejemplos. Otros juristas ponen esto en duda. En la práctica, corresponde que quien se maravilla antes estos fenómenos – que bendiga.

07) Rayos y truenos

Dado que se debe bendecir tanto por el rayo como por el trueno, y por ambos fenómenos se pueden recitar una de las dos bendiciones, se acostumbra en principio recitar «Osé Maasé Bereshit» al divisar un rayo y luego al escuchar el trueno, cuyo sonido genera mayor estremecimiento – se recita «Shekojó Uguevurató Malé Olám».

Quien durante el día ya bendijo una vez por divisar un rayo o escuchar un trueno – no habrá de hacerlo nuevamente. Si bien cada rayo y cada trueno se generan por separado, dado que surgen de un mismo sistema nuboso – una sola bendición incluye a todos los rayos y otra a todos los truenos. Empero, al día siguiente, aunque se trate de la misma tormenta – se vuelve a bendecir. Incluso tratándose del mismo día, si las nubes se disiparon por completo y luego el cielo volvió a nublarse y comenzaron rayos y truenos – dado que se trata de otro sistema nuboso se vuelve a bendecir (Shulján Aruj 227:2, Mishná Berurá 8).

Las bendiciones por los rayos y los truenos se deben recitar próximo al momento de ser divisados o escuchados, esto es, en el tiempo que lleva decir tres palabras («toj kedei dibur»). En caso de demorarse más se perdió la oportunidad de bendecir y puede esperarse a divisar un nuevo rayo y entonces apurarse a recitar la bendición en el tiempo que lleva decir tres palabras. Lo mismo aplica para la escucha de un trueno (Shulján Aruj Oraj Jaím 227:3, Mishná Berurá 12).

Otro tanto ocurre con la bendición por un cometa, un terremoto o un temporal, – se la debe recitar durante el evento o inmediatamente después, y si pasó el tiempo que lleva decir tres palabras desde que este concluyó – se perdió la posibilidad de bendecir.

Quien se encuentra en medio de las bendiciones del recitado del Shemá y vio un rayo o escuchó un trueno, si está en medio de uno de los párrafos del Shemá – no habrá de interrumpir para bendecir. Empero, si se encuentra entre una y otra bendición o entre párrafo y párrafo, dado que se trata de un precepto cuya oportunidad de cumplirlo es pasajera pues quizás no vuelvan a darse estos fenómenos – podrá interrumpir y recitar la bendición correspondiente. Si vio un rayo o se escuchó un trueno en medio de los Pesukei DeZimrá («Cánticos de alabanza»), aunque se esté en medio de un Salmo – se podrá interrumpir y bendecir. Lo mismo ocurre respecto de los temblores de tierra o los cometas y demás (ver Jaié Adam 20:3, Mishná Berurá 66:19).

08) La bendición por los árboles frutales en el mes de Nisán

Quien sale al jardín o al campo en el mes de Nisán y ve árboles frutales en flor recita la bendición correspondiente («Birkat Hailanot») a los efectos de agradecer a HaShem por Su generosidad al haber hecho florecer los árboles que se mantuvieron resecos durante el invierno. Se bendice únicamente por árboles frutales, ya que sus flores conllevan bendición puesto que de estas surgirá una fruta. Nuestros sabios establecieron que bendigamos por árboles frutales y no por vegetales, porque son más hermosos. Además, en los árboles frutales se percibe mejor la generosidad Divina puesto que dan frutas sin esfuerzo alguno para el hombre. Y por si fuera poco, el alimento básico para la subsistencia humana proviene de los cereales, las legumbres y demás vegetales, por lo que HaShem fue generoso con nosotros al agregar las frutas del árbol, para diversificar nuestra dieta con sabores ricos y deleitables. Por ello recitamos la bendición «Sheló Jisar Beolamó Klum» («Que no permitió que faltara nada en Su mundo»), o sea, no faltan ni siquiera elementos prescindibles o superfluos para la existencia.

La bendición reza: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheló Jisar Beolamó Klum, Ubará Bo Briot Tovot Veilanot Tovim Lehanot Bahem Bnei Adam» («…que no permitió que faltara nada en Su mundo, y creó creaturas y árboles buenos para el disfrute del ser humano») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 43(B)).

A priori, se debe recitar la bendición al contemplar al menos dos árboles frutales, mas en caso de necesidad se puede bendecir ante uno sólo.

Quien no alcanzó a ver un árbol frutal en flor y lo vio una vez que las frutas comenzaron a crecer – no habrá de bendecir. Sin embargo, si las frutas son aun diminutas y apenas visibles, a posteriori – se puede todavía bendecir (ver Mishná Berurá 226:4, Birkat HaShem IV 4:121).

Si bien nuestros sabios dijeron que el tiempo adecuado para esta bendición es el mes de Nisán pues es cuando los árboles frutales suelen ponerse en flor, desde el estricto punto de vista de la norma, esta bendición se puede recitar tanto antes como después. Los sabios de la Cabalá alabaron de sobremanera esta bendición ya que por su intermedio se llevan a cabo grandes correcciones para con las almas que transmigraron en esos árboles, y estas reparaciones se llevan a cabo justamente en el mes de Nisán. Asimismo, algunos de los eruditos de las últimas generaciones («Ajaronim») indicaron que se debe tener el recaudo de recitar esta bendición justamente en el mes de Nisán. Las personas diligentes se adelantan a bendecir a comienzos de este mes, pero en la práctica quien no alcanzó a recitar la bendición en el mes de Nisán, en opinión de la mayoría de los juristas podrá completarla en el mes de Iyar (ver Iejavé Daat 1:1).

En los países nórdicos en los que el florecimiento de los árboles frutales se demora hasta Iyar – se recita la bendición a priori en este mes. Quien se encuentra en el hemisferio sur donde los árboles frutales florecen en el mes de Tishrei – bendice en este mes (Har Tzví 1:118).

Hay quienes acostumbran no recitar esta bendición en Shabat (Kaf HaJaím 226:4) empero en la práctica, la mayoría de las autoridades halájicas opina que no hay motivo para abstenerse de recitar la bendición en Shabat (Iejavé Daat 1:2). Esta es la práctica habitual en muchos sitios.

No se recita la bendición por árboles sobre los que se sabe con certeza que recibieron injertos prohibidos, pues según la mayoría de los juristas no corresponde alabar a D´s por un árbol sobre el cual se realizó una transgresión (Sefer Halajot Ketanot I 60:265). Asimismo, no se debe recitar la bendición con árboles que están en situación de «orlá» (primeros tres años que dan frutos n. de t.), ya que al estar prohibido deleitarse de sus frutos no corresponde bendecir por ellos (Rabí Akiva Iguer). Sin embargo, mientras no se sepa que el árbol fue injertado o que está en situación de «orlá» – se puede bendecir.

09) Bendición de agradecimiento por las lluvias

La precipitación de lluvias es una de las expresiones más palpables de la abundancia de vida que HaShem prodiga al mundo, ya que de las lluvias dependen la vida humana, la vegetal y la animal. Por ello, todos los días del invierno en la segunda bendición de la Amidá alabamos a D´s por las lluvias que hace caer sobre el mundo y en la novena pedimos que haga descender lluvias de bendición.

Nuestros sabios establecieron que en un año en el que escasean las lluvias y luego comienzan a descender se recite una bendición de agradecimiento, cada uno de acuerdo con lo que le corresponde: quien es el único propietario de un campo que recite «Shehejeianu», quien posee un campo en sociedad con alguien más o si está casado y su mujer es socia de sus pertenencias tal como es la usanza, que recite «HaTov Vehameitiv».

Quienes no poseen campos habrán de recitar una bendición de agradecimiento general: «Te agradecemos a Ti, HaShem nuestro D´s y D´s de nuestros ancestros por cada gota que hiciste descender sobre nosotros. Si nuestras bocas estuviesen colmadas de cánticos como agua tiene el mar, y nuestras lenguas entonasen un sinnúmero de melodías como olas tiene su superficie, y nuestros labios rebosaran de alabanzas como los amplios cielos, y nuestros ojos resplandecieran como el sol y la luna, nuestros brazos estuviesen extendidos cual alas de águila y nuestras piernas fuesen ágiles cual gacelas, no alcanzaríamos a agradecerte Adonai, nuestro Dios y Dios de nuestros ancestros ni a bendecir Tu Nombre, Rey nuestro, por uno de los miles de miles y decenas de miles de favores y bondades que obraste para con nuestro pueblo y con nosotros. Nos redimiste de Egipto, Adonai nuestro Dios, y de la casa de la esclavitud nos rescataste, nos alimentaste en la hambruna y nos sustentaste con hartura, nos salvaste de la espada y de la plaga nos mantuviste a salvo, así como de enfermedades malignas y cuantiosas nos has liberado.

Hasta aquí Tu clemencia nos ha ayudado y Tu benevolencia no nos ha abandonado, no nos dejes jamás, Adonai nuestro Dios.

Por ello, los órganos que dispusiste en nuestro interior, así como el espíritu y el alma que insuflaste en nuestras narinas y la lengua que pusiste en nuestra boca son aquellos que te agradecerán y bendecirán Tu Nombre, Rey nuestro. Bendito eres Tú HaShem, a quien grandemente debemos agradecer«.

Hay juristas que entienden que también aquellos que poseen un campo, además de las bendiciones de «Shehejeianu» y «HaTov VeHameitiv» deben recitar la plegaria de «Modim» («Te agradecemos a Ti…») (Rabí Aharón Haleví, Ritba). Sin embargo, muchos otros entienden que, dado que estas personas deben recitar su bendición personal de agradecimiento, ya no pueden recitar la bendición de «Modím» (Rif, Rambám, Shulján Aruj 221:2). Los propietarios de campos que deseen cumplir con excelencia – que reciten «Modím» sin pronunciar el Nombre de D´s («Beló Shem Umaljut») (Kaf HaJaím 221:12, Jazón Ovadiá 386).

No se recita la bendición de agradecimiento por lluvias escasas sino solamente una vez que las gotas hayan descendido con «el ímpetu de un novio que sale a recibir a la novia» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 59(B)). Esto significa que las lluvias descienden sobre la tierra, de modo tal que el agua que ha de caer golpee sobre agua que se acumuló, generando así burbujas que ascienden desde los charcos, al punto que el espectáculo se asemeja a la danza del novio delante de la novia (Shulján Aruj Oraj Jaím 221). Y esto es así, aunque no hayan descendido aun suficientes precipitaciones como para saciar a la tierra y llenar los depósitos de agua.

Si tras haber bendecido por las lluvias, estas dejan de descender al punto que nuevamente se rezó pidiendo que desciendan y nuevamente se precipitaron lluvias de bendición – se vuelve a bendecir como la primera vez.

10) Arco iris

Quien divisa el arco iris bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Zojer Habrit Uneemán Bivritó Vekaiám Bemaamaró» («Bendito eres Tú HaShem nuestro D´s Rey del universo que recuerda el pacto, y es fiel a Supacto y cumple Su palabra»). Cada vez que se divisa un arco iris se debe bendecir nuevamente, aunque no hayan transcurrido treinta días desde la última vez porque cada aparición de un arco iris es novedosa, ya que el anterior se desvaneció (Birjei Iosef, Mishná Berurá 229:2).

El contenido especial de esta bendición hace alusión al pacto que estableció D´s con Noaj y su descendencia en cuanto a que no volvería a sobrevenir un diluvio sobre la tierra, tal como está escrito (Bereshit-Génesis 9:12-16): «Dijo Eloh-im: Esta es la señal del Pacto que establezco entre Mí y vosotros y entre toda creatura viviente que está con vosotros para generaciones de la eternidad. Mi arco he puesto en las nubes — y será como señal del Pacto entre Mí y la tierra. Y será que cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá el arco iris en las nubes. Recordaré Mi Pacto, entre Mí y vosotros y todo ser viviente y toda carne. Y no serán más las aguas por diluvio para destruir toda creatura. Estará el arco en las nubes y Le veré para recordar el Pacto eterno entre Eloh-im y todo ser viviente en toda carne que hay en la tierra«.

Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Jaguigá 16(A)), que no es apropiado contemplar el arco iris ya que este manifiesta la Gloria y el Pacto Divino y quien lo mira prolongadamente no es suficientemente respetuoso del honor de su Creador. Sin embargo, una breve mirada para poder recitar la bendición, por supuesto que está permitida. Hay juristas que entienden que como no se debe contemplar el arco iris, quien lo vio debe bendecir pero no corresponde que le diga a su compañero que se lo puede divisar en el cielo (Mishná Berurá 229:1). Por el contrario, otros juristas entienden que es correcto decirle a un compañero que se divisa el arco iris en el cielo pues este fue creado para ser contemplado y recordar a los seres humanos que en mérito del pacto HaShem sostiene y le da existencia al mundo y por lo tanto se habrá de despertar en ellos el impulso por retornar a la buena senda (Brit Kehuná Maarejet 100:3). Esta es la práctica aceptada.

11) Bendición por el ciclo del sol («Birkat HaJamá»)

Quien contempla al sol en su ciclo, cuando todas las estrellas y constelaciones vuelven a la ubicación original que tenían al crearse el universo, bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Osé Ma´asé Bereshit». Este evento sucede cada vez que el sol completa un ciclo, esto es, cada veintiocho años.

Esta bendición se recita siempre un miércoles por la mañana, primer día del sol en la Creación. La última vez que la recitamos fue el catorce de Nisán del 5769 y la próxima vez que lo hagamos será el veintitrés de Nisán del 5797.

El momento del recitado de la bendición es por la mañana, lo más temprano posible, ya que las personas diligentes se apresuran en cumplir los preceptos. Dado que se trata de una bendición poco común muchos son los que desean cumplir este precepto con excelencia, se levantan para el rezo de «vatikín» e inmediatamente después de finalizado este, salen multitudinariamente y recitan la bendición por el ciclo del sol. Hay quienes acostumbran agregar otros Salmos de alabanza por la creación de las luminarias, tales como «los cielos relatan Su Gloria» (Salmos 19), «Aleluyá, alabad a HaShem desde los cielos» (Salmos 148) y el Gran Halel (Salmos 136).

Quien no recitó la bendición inmediatamente por la mañana, según la opinión de muchos juristas, y en caso de apremio – puede recitarla hasta el mediodía (Eliahu Rabá, Aruj HaShulján, Mishná Berurá 229:8). Hay otros que opinan que se puede bendecir sólo hasta la finalización de la tercera hora del día (Maguén Abraham), y hay quienes en virtud de la duda toman en cuenta la opinión de quienes sostienen que pasada ya la tercera hora se debe recitar no empleando el Nombre Divino («beló Shem Umaljut») (Jatam Sofer Oraj Jaím 56, Ben Ish Jai Ekev 19, Iejavé Daat 4:18).

No se recita la bendición cuando el cielo se cubre de nubes y el sol no se puede divisar en absoluto, aunque este nos esté iluminando (Jatam Sofer Oraj Jaím 56).

Para muchos juristas esta bendición aplica para hombres y mujeres por igual puesto que no se trata de un precepto marcado por el tiempo sino por la posición singular del sol (Maharil Diskin, Jazón Ish, Birkat HaShem IV 3:13), y así acostumbraron a actuar muchas mujeres. Otros juristas entienden que las mujeres no acostumbran recitar esta bendición, y aquella que desee ser meritoria de la misma, que escuche el recitado de boca del oficiante (Iejavé Daat 4:18).

La bendición por la luna que los hombres recitan cada mes es explicada en el tomo Zmanim de Pninei Halajá (1:16-18).

12) Creaturas bellas y árboles

Quien divisa animales bonitos o especialmente habilidosos, así como quien contempla árboles hermosos o especialmente agradables, y quien ve un ser humano especialmente agraciado tanto judío como gentil bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shekaja Lo Beolamó» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(B)). Muchas veces las personas suelen pasmarse al ver creaturas especialmente bellas, fuertes o grandes, e incluso hay quienes organizan competencias de belleza o de fuerza entre distintos participantes (tanto de seres humanos como animales). Si bien no rendimos culto a la belleza, o la fuerza o el tamaño tal como lo hacían los griegos, de todas maneras no ignoramos la importancia de estas cualidades. Por ello, nuestros sabios establecieron que quien ve una creatura que el común de las personas suele asombrarse por su belleza, dimensión o fuerza, recite una bendición de alabanza a HaShem y destaque de tal modo que todo proviene del Creador Bendito Es. Del hecho que se recite la misma bendición tanto por animales o seres humanos podemos aprender que no vemos en la belleza una prerrogativa exclusiva de la especie humana.

Si bien los sabios establecieron esta bendición como obligatoria, muchos acostumbran a no recitarla, pues con frecuencia resulta dificultoso -para quien está observando- el decidir si la creatura que tiene delante es suficientemente bella como para bendecir. Empero desde el punto de vista de la halajá, corresponde que la persona no sea tan meticulosa, dado que los sabios depositaron en sus manos la decisión, entonces todo aquel que vea una creatura especialmente admirable – que bendiga.

Existen dos tipos de creaturas hermosas: el más común se refiere a aquellas que se consideran especialmente bellas o destacadas respecto de sus pares. Por ejemplo, un caballo especialmente bello o fuerte, mucho más que el común de los equinos. Quien lo nota – deberá bendecir. Quien no acostumbra a fijarse en caballos – que no bendiga, ya que no puede apreciar la peculiaridad de ese animal específico. Si una vez que le dijeron que se trata de un caballo especialmente bello y fuerte, presta atención, percibe las cualidades y se maravilla – debe bendecir. Lo mismo ha de ocurrir si se trata de una vaca lechera de la cual se extrae mucha más leche que de las restantes. Así también habrá de actuar con los demás animales y árboles.

El segundo tipo está referido al de especies que se consideran especialmente bellas respecto de las demás, al punto que los seres humanos acuden a verlas. Por ejemplo: los peces de colores de la bahía de Eilat que son considerados especialmente vistosos respecto de los demás peces, un loro grande y de colores vistosos que es considerado bello respecto de las demás aves, o especies de árboles gigantes que se les considera más impresionantes que el común de los árboles. Quien ve una de estas especies – debe bendecir.

Tal como se bendice por un animal, de igual manera se bendice por un ser humano especialmente hermoso, grande o fuerte, o ante un deportista que alcanzó logros fuera de lo común, como quien obtuvo un campeonato local o ganó una presea olímpica. Debemos sin embargo aclarar que si la belleza especial es producto de una cirugía o si la fuerza fuera de lo común es el resultado del consumo de esteroides, por cuanto que no se trata de cualidades naturales – no se ha de bendecir. Por cuestiones de recato un hombre no habrá de bendecir ante una mujer (ver Talmud Jerosolimitano Tratado de Berajot capítulo primero final de la quinta halajá).

13) La aplicación práctica

Por cada creatura especialmente bella se recita una berajá separada, tal que si vio una persona especialmente bonita – bendice, y si luego ve un gato especialmente bonito – vuelve a bendecir, y si luego ve un perro o un caballo especialmente llamativos – vuelve a bendecir, y así ante cada animal o pez. De igual manera, si luego ve un árbol especialmente bello – vuelve a bendecir. Incluso si ve a todas estas creaturas en un mismo día, bendecirá por cada una por separado. Empero, si ve dos especies al mismo tiempo – alcanza con una sola bendición para ambas.

Los juristas debatieron si al ver la misma creatura pasados treinta días se debe o no bendecir por esta nuevamente. En la práctica, por la misma creatura no se volverá a bendecir jamás, pero si tras treinta días se ve otra creatura de la misma especie y en algún aspecto la belleza de la segunda es superior a la de la primera – se volverá a bendecir. Dado que la belleza es una cuestión compleja, puede decirse que mientras vea otra creatura especialmente bella, que no se la considera claramente inferior en su belleza a la primera, y se puede establecer con certeza que de alguna manera es más bonita que aquella, por lo que si pasaron treinta días desde la primera vez que la observó – volverá a bendecir. O sea, un caballo por el cual ya se recitó una bendición – no se volverá a bendecir jamás, pero si pasados treinta días se ve un caballo especialmente hermoso que difiere del anterior en su aspecto aunque tan sólo sea levemente, y no se lo considera menos bonito que el primero – se habrá de bendecir. Lo mismo ocurre en el caso de un ser humano bonito, por la misma persona que ya se bendijo no se vuelve a bendecir jamás, pero si pasados treinta días se ve a otra persona bella, no menos que la anterior, dado que su belleza es algo diferente – se bendice. La misma regla se aplica para cualquier creatura.

14) Que crea criaturas peculiares («Meshané HaBriot»)

Este mundo no es perfecto, contiene diferentes cataclismos naturales tales como terremotos, sequías, frío y calor. Tampoco el ser humano es perfecto, a veces nace alguien con una discapacidad que la torna sumamente diferente al común de las personas, lo cual resulta muy doloroso. A pesar de ello debemos reforzarnos en nuestra fe y saber que HaShem es quien creó este mundo con carencias para que tengamos que superar dificultades y de esa manera podamos revelar fuerzas ocultas en nuestro interior y seamos así socios en la reparación del mundo. Por ello, cuando ocurre una desgracia cuyo motivo o significado no comprendemos se nos ordenó que recitemos la bendición «Dayán HaEmet» («Bendito …el Juez Verdadero»). Asimismo, si bien no sabemos por qué existen malformaciones o discapacidades en el mundo debemos creer que el Creador Omnisciente dirige Su mundo correctamente y por ello nuestros sabios establecieron que al ver una persona diferente bendigamos: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Meshané Habriot» («Bendito eres Tú HaShem… que crea criaturas peculiares»).

Se bendice solamente en caso de que se trate de una diferencia excepcional, por ejemplo: quien nace sin manos o piernas, o si por su elevada estatura no logra pararse erguido y su postura es encorvada, o en el caso de una persona enana, o si todos sus cabellos están adheridos entre sí, en el caso de mellizos siameses que están unidos desde su nacimiento, o si las manos son demasiado cortas respecto al tamaño del cuerpo, etc.  Asimismo, se bendice por un animal que nació con algún defecto sumamente peculiar. Por cada tipo de diferencia se bendice separadamente. Empero, si se contemplan al mismo tiempo dos personas sumamente peculiares alcanza con una sola bendición para los dos.

También a este respecto los juristas debatieron si se debe volver a bendecir pasados los treinta días por la misma rareza, ya que la regla indica que en caso de duda respecto del recitado de una bendición se adopta la opinión más flexible («safek berajot lehakel») – por lo que se bendice por cada tipo de rareza una sola vez.

Es necesario ser cuidadosos de no ofender a quien detenta la malformación al recitar la bendición. En cualquier circunstancia en la que surja la posibilidad que la persona diferente se ofenda se debe bendecir discretamente. Y si aún así es posible que la persona con la malformación se ofenda, es mejor no bendecir, puesto que la prohibición de ofender y afectar emocionalmente a un ser humano y más aún a una persona que ya adolece de una afección y sufre por ella, es más grave que el deber de recitar este tipo de bendiciones.

Quien a raíz de un accidente o una enfermedad adquiere un aspecto diferente, al verlo no se bendice «Meshané Habriot», empero al verlo por primera vez se habrá de recitar «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Dayán HaEmet». Esto es así a condición de que quien lo observa realmente le acompaña el sentimiento.

15) Bendiciones para quienes visitan el zoológico – cuando se ve un mono o un elefante

Quienes visitan el zoológico logran recitar dos veces la bendición «Meshané Habriot». Todo aquel que ve un mono o un elefante bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Meshané Habriot» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(B), Shulján Aruj 225:8). Sin embargo, si se los ve juntos alcanza con una bendición para ambos. Empero, si se encuentran en sitios diferentes, se ha de bendecir separadamente al ver a cada uno de ellos.

Se bendice específicamente por esos animales, ya que verlos provoca especial asombro, mayor que al observar a otros, en virtud de su semejanza con el ser humano. El mono se asemeja al ser humano en su cuerpo y en la forma en que emplea sus manos. El elefante es una excepción entre las bestias ya que su piel es lampiña y emplea su trompa a modo de mano (Meiri a Berajot 58(B)).

Todo aquel que no haya visto estos animales por espacio de treinta días, al volver a verlos deberá reiterar la bendición. Sin embargo, por el resto de los animales, tanto aquellos bellos como raros, se acostumbra bendecir solamente la primera vez que se ven, porque no queda claro si son lo suficientemente raros o bellos. En cambio, en los casos del elefante y el mono (o chango), en ellos nuestros sabios establecieron se diga una bendición, siendo menester volver a hacerlo si pasaron ya treinta días desde la primera vez que los contempló.

Una bendición adicional tiene lugar para quien visita un jardín zoológico: cuando perciba un loro, especialmente llamativo por su coloración u otro animal bello en particular – ha de bendecir: «She-Kaja Lo Beolamó» (…que así es en Su mundo»). Si la medida que se tiene de la belleza no es lo suficientemente definida, deberá bendecir por una especie, y habrá de poner su intención para eximir a las restantes bestias bellas que están en el jardín. Y si han de pasar treinta días hasta que vuelva a verlas, deberá entonces recitar nuevamente la bendición.

16) Idolatría y casas de gentiles perversos

Cuando un judío se encuentra en su camino con una imagen idolátrica, en su camino se consterna por la magnitud de la transgresión y el error de quienes la practican, por lo que le surge una pregunta: «¿Cómo es posible que HaShem permita que pequen de esa manera?» Sin embargo, es menester que él comprenda que D´s dirige el mundo de manera paciente y permite a los seres humanos que lleguen por sí solos a la verdad sin que medie intervención milagrosa. Es así como, de modo natural, a través de la experiencia y la consciencia de los seres humanos HaShem hace que las circunstancias se vayan dando de tal manera que los errores se van desvaneciendo uno tras otro. De esta manera, en un proceso gradual del cual los seres humanos son partícipes llegará el mundo a la creencia verdadera. En caso de que los seres humanos escojan el bien, el proceso habrá de ser breve, pero en caso de que abunden los yerros este tomará más tiempo y conllevará sufrimientos. A los efectos de que consolidemos en nuestros corazones esta consciencia, nuestros sabios establecieron que se recite una bendición cuando se divisa un lugar de idolatría, y otra cuando se ve un sitio del cual esta fue erradicada.

Quien ve un lugar donde se practica idolatría habrá de bendecir: «Baruj Atá Ad-onai Eloheinu Melelj Haolám Shenatán Erej Apaim Le-ovrei Retzonó» («… que es paciente con quienes desobedecen Su voluntad») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 57(B), Shulján Aruj 224:1). Se bendice cuando se contempla directamente la idolatría, por ejemplo, al ver un altar o una estatua de una deidad, empero cuando se ve un edificio en el cual esta se encuentra – no se bendice (Bait Jadash).

Si se ve una idolatría semejante a la ya vista dentro de los treinta días – no habrá de bendecir. Si este plazo aún no pasó, pero se divisa otro tipo de culto idólatra, aunque sea de un tenor semejante – se bendice.

Empero, en el caso de quienes habitan entre idólatras, dado que están acostumbrados a sus estatuas – no bendicen al verlas. Aunque en la práctica no se haya visto idolatría durante treinta días, dado que su presencia resulta rutinaria y no tiene nada de novedosa – al verla no se bendice (Ramá 224:1, Eliahu Rabá, Mishná Berurá 3). En cambio, si se ven estatuas de otra religión a la que no se está habituado – habrán de bendecir.

Quien ve un sitio del cual la idolatría fue desterrada bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Sheakar Avodá Zará Meartzenu» («…que desterró la idolatría de nuestra tierra»). Quien lo ve fuera de la tierra de Israel, en vez de «nuestra tierra» – dirá «Min Hamakóm Hazé» («de este lugar»). Tras recitar la bendición se dice: «Keshem Sheakarta Otá Min Hamakóm Hazé, Ken Taakor Otá Mikol Hamekomot, Vehashev Lev Ovdeihem Leovdejá» («Así como desterraste la idolatría de este lugar, destiérrala de todas partes y torna hacia ti los corazones de quienes la practican»). Y aunque la idolatría haya sido desterrada de un sitio para pasar a otro, se bendice por el sitio del cual esta se retiró y por aquel en el cual esta aún perdura se recita «Shenatán Erej Apaim Leovrei Retzonó» (Shulján Aruj y Ramá 224:2). Es correcto que los guías turísticos incluyan en los paseos sitios en los cuales se practicaba antiguamente la idolatría, y relaten a los turistas cómo en el pasado quienes rendían culto a esas deidades estaban convencidos que continuarían adorándolas para siempre, y finalmente, bajo la influencia de la fe de Israel, esa religión desapareció de la faz de la tierra, y entonces todos habrán de recitar la bendición correspondiente.

Quien ve residencias lujosas de gentiles perversos, o tribunales y edificios de gobernación de su pertenencia, que diga: «Beit Gueím Isaj HaShem» («HaShem derribará la casa del altanero») (Mishlei-Proverbios 15:25). Lo mismo se ha de decir al ver un edificio en el cual se rinde culto idólatra sin divisar la estatua adorada, o al ver una mezquita que pertenece a malvados que odian al pueblo de Israel. Al ver estos edificios destruidos se habrá de decir: «E-l Nekamot HaShem, E-l Nekamot Hofía» («HaShem de las venganzas, oh HaShem de las venganzas muéstrate») (Salmos 94:1) (Shulján Aruj 224:11, Mishná Berurá 15).

17 «Sabio conocedor de los pensamientos íntimos» («Jajam HaRazim»)

Quien divisa seiscientos mil judíos reunidos en un mismo lugar en la tierra de Israel bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Jajam HaRazim» («…Conocedor de los pensamientos íntimos»). En cambio, quien ve seiscientos mil gentiles malvados, por ejemplo, cuando se reúnen para manifestar su odio o para propósitos idólatras se dice: «Bosha Imjem Meod Jafrá Ioladtejem, Hiné Ajarit Goim Midbar Tziá Vaaravá» («Que se avergüence grandemente vuestra madre, aquella que os dio a luz, ya que el destino de las naciones malvadas es un páramo desierto y seco») (Irmiahu-Jeremías 50:12, Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(A), Rambám Hiljot Berajot 10:11, Shulján Aruj 224:5).

Una de las grandes maravillas del pueblo de Israel es que a pesar de las grandes diferencias existentes, sus integrantes conforman una misma nación. Existen diferencias de estatura, aspecto, vigor físico, salud, y más aún, existen diferencias todavía mayores en cuestiones de índole espiritual. Hay quienes son más virtuosos y quienes menos, hay quienes tienen una buena percepción general y otros que son más detallistas, hay quienes son más intelectuales y otros más emocionales, hay quienes son más pacientes y otros más radicales, hay quienes son más sociables y otros que son más solitarios. Si bien muchas veces estas diferencias generan grandes discusiones y tensiones, a pesar de ello, justamente en virtud de las diferencias, todos juntos conforman el sensacionalmente armónico sistema de una nación creativa y efervescente. Por ello bendecimos «Jajam HaRazim», pues Él sabe cómo amalgamar a un pueblo de Israel único, a partir de esa gama de virtudes y aptitudes de quienes lo conforman, haciendo que reciban la Torá y reparen el mundo a la luz de los principios Divinos («Letakén Olám BeMaljut Shad-ai»).

Si bien en las demás naciones encontramos también diferentes personas que se reúnen y crean una cultura, sin embargo, esta es limitada y temporaria. Ningún otro pueblo logró sobrevivir más allá de un período determinado de tiempo ya que al final, las fuerzas individuales que habían en él predominaron, el tejido social se desintegró y los individuos se volvieron a agrupar en torno a otra cultura temporaria. Por ello, no se bendice por las demás naciones «Jajam HaRazim». Si estas están aglutinadas en torno a objetivos ruines, no sólo que no se bendice, sino que corresponde expresar el desacuerdo hacia su mala conducta y señalar que su destino será la perdición. Por el contrario, en el caso del pueblo de Israel, a pesar de las grandes diferencias existentes entre sus integrantes y las agudas diferencias de opinión que los dividen, la nación no se desintegra. Por ello, fuimos creados por un «Conocedor de los pensamientos íntimos», tal que finalmente, las diferentes fuerzas se reúnen en un mismo sistema poseedor de una potencia vital y creativa sin parangón.

Sin embargo, solamente en la tierra de Israel se revela esta fuerza unificadora, tal como está escrito (Shmuel-Samuel II 7:23): «Y quién como Tu pueblo Israel, una sola nación sobre la tierra (de Israel)», por ello, únicamente en la tierra de Israel, al divisar seiscientos mil judíos se recita: «Jajam HaRazim» (Olat Raaiá I pág. 387, según Rambám, Rabí Manoaj y Eliahu Rabá).

18) Al divisar sabios del pueblo de Israel y de las naciones

Quien ve a un sabio entre los sabios del pueblo de Israel recita: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shejalak Mijojmató Lireav» («…que compartió de Su sabiduría con quienes Le temen»). Quien ve sabios de entre las naciones recita:»Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shenatán Mijojmató Lebasar Vadam» («que dio de Su sabiduría a los mortales») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(A), Shulján Aruj Oraj Jaím 224:6-7).

En estas bendiciones alabamos a HaShem por la sabiduría que les concedió a los seres humanos, aquella con la cual creó el mundo, tal como está escrito (Mishlei-Proverbios 3:19): «HaShem fundó la tierra con sabiduría». En Su gran generosidad, otorgó de esta a los seres humanos para darles el privilegio de ser socios en la reparación del mundo. A los grandes sabios les resulta importante descubrir la sabiduría y transmitirla y por su mérito el mundo se desarrolla y se supera. Por esta razón nuestros sabios establecieron que al ver un gran erudito se recite una bendición.

Existe una profunda diferencia entre la sabiduría de la Torá y las sabidurías externas. La sabiduría de la Torá es de origen Divino y tiene por objetivo reparar sustancialmente tanto al hombre como al mundo a la luz de la fe y la moral, siendo imposible comprenderla sin temor al cielo y apego a D´s. Por otra parte, las demás sabidurías se ocupan de la comprensión de los aspectos exteriores del mundo y su mejoramiento, la investigación de la psique, de la sociedad, la historia, la economía, la naturaleza y el cuerpo. Estas sabidurías son sumamente valiosas, y por ello se las considera una ramificación de la sabiduría Divina, sin embargo, resultan externas comparadas a la sabiduría de la Torá, y para comprenderlas no es necesario ser temeroso del cielo.

La diferencia entre las sabidurías se expresa en la redacción de las bendiciones. Por un sabio docto en sabidurías exteriores se recita «que dio de Su sabiduría a los mortales» a los efectos de expresar la grandeza del obsequio, y que a pesar de que el hombre es mortal (lit. de «carne y de sangre») D´s le concedió de Su sabiduría. Por los sabios del pueblo de Israel se bendice «que compartió de Su sabiduría con quienes Le temen». El vocablo «compartió» expresa sociedad, ya que los sabios de la Torá tienen parte junto con HaShem en la Torá. Son llamados «quienes Le temen», ya que el temor al cielo es la condición previa necesaria para comprender la Torá.

Se despertó la duda de qué bendición recitar por un sabio judío docto en las sabidurías exteriores. En la práctica, consideramos que si es conocido como una persona que es temerosa del cielo y estudia Torá se debe recitar ante él la bendición destinada a los sabios del pueblo de Israel, ya que su sabiduría se deriva de la Torá y está conectada a esta, y además se cuenta entre «quienes Le temen». En caso de que no se lo conozca como tal, se debe recitar por él la bendición establecida para los sabios de las naciones.

También en la actualidad se deben recitar estas bendiciones. Hay quienes consideran que las generaciones han descendido en calidad o se han degradado y ya no poseemos sabios de la envergadura suficiente por los que amerite bendecir (Jesed LaAlafim 224:12). Otros, son de la opinión de que en nuestros días es difícil medir y decidir quién es un gran sabio por quien corresponda bendecir, y en virtud de la duda existente no se lo debe hacer (Aruj HaShulján 224:6). Otros entienden que debido a la duda existente se deben recitar estas bendiciones omitiendo la pronunciación del Nombre Divino («Beló Shem Umaljut») (Tzitz Eliezer 14:37).

Sin embargo, según la opinión mayoritaria de los juristas también hoy se debe recitar una bendición por los sabios y esta es la práctica aceptada (ver Iejavé Daat 4:16, Piskei Teshuvot 224:17). La sabiduría se establece de acuerdo con la virtud de la generación, ya que si una persona es considerada uno de los grandes sabios de su generación tanto en Torá como en las ciencias – se bendice sobre ella. En caso de duda se bendice sin pronunciar el Nombre Divino.

Quien se encuentra con el mismo sabio una segunda vez, si no lo vio durante más de treinta días – que vuelva a bendecir, tal como se hace con las bendiciones por lo que vemos. Si ve otro sabio, aunque sea dentro de los treinta días – habrá de bendecir.

19) Bendición por un rey de Israel y por un rey gentil

Ver a un rey genera emoción. He aquí un ser humano que proviene del polvo y a este habrá de retornar, hijo de una mujer como todos los seres humanos, empero todos lo respetan y posee el poder de gobernar a sus semejantes. A los efectos de enfocar correctamente nuestro pensar, los sabios de Israel establecieron una bendición que exprese nuestra fe en que el gobierno pertenece a D´s y Él se lo otorgó a un mortal. Esta bendición no implica tomar posición respecto de si el rey en cuestión es una persona justa o malvada sino la fe en que HaShem dirige el mundo. A veces, en virtud de las transgresiones cometidas por determinada generación D´s envía un rey perverso como Nabucodonosor para castigarla e inducirla al retorno. Por lo tanto, por todo rey se bendice, sea justo o malvado (Responsa Lev Jaím 3:55). Corresponde agregar que al recitar la bendición se refuerza la postura espiritual independiente respecto del rey, pues en esta decimos que HaShem es la fuente de la autoridad y el honor, y por ende Su Torá y los valores eternos que esta contienen son anteriores y superiores al monarca.

Quien ve a un rey de Israel bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shejalak Mikvodó Lireav» («…que otorgó de Su Gloria a quienes Le temen»). Quien ve un rey gentil bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Shenatán Mikvodó Lebasar Vadam» («…que otorgó de Su Gloria a los mortales»). Generalmente, los monarcas gentiles solían ser soberbios y crueles y por su parte, los reyes judíos solían ser conocidos como generosos (ver Melajim-Reyes I 20:31), y veían en su reinado una misión Divina de inculcar los valores de la Torá y la moral. Si bien de acuerdo con el estricto criterio de los profetas de Israel muchos de nuestros reyes fueron considerados como pecadores, comparados a los reyes de las naciones, eran considerados temerosos de Dios. De todas maneras, en la práctica, por aquellos malvados reyes judíos corresponde bendecir «Shejalak Mikvodó Lebasar Vadam». Creemos que, si el rey es extremadamente malvado, mucho más allá de lo aceptado, al punto que por la halajá corresponde rebelarse contra él, sea judío o no – no se lo bendice.

Dijeron nuestros sabios: es preceptivo ir a ver al rey, aunque sea un monarca de las naciones, pues es bueno que una persona medite sobre el orden del universo y reconozca el gobierno y el honor al poder establecido. Esa percepción, le ayudará a poder comprender el valor de la Torá y la fe, cuya grandeza es eterna e infinitamente superior. Y si ha de ser meritorio, podrá discernir entre el honor que merecen los reyes en este mundo al verdadero honor del que es merecedor el Rey Mashíaj (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(A), Shulján Aruj 224:9). Quien ya vio al rey no es preceptivo que vuelva a hacerlo, y sólo en caso de formar parte de una delegación importante que lo va a visitar resulta preceptivo volver a verlo (Sefer Jasidim, Mishná Berurá 224:13).

20) La bendición a los reyes en nuestra generación

Los juristas escribieron que todo aquel gobernante o presidente que es comparable a un rey, según la ley puede decretar una ejecución y nadie puede contradecirlo, esto es, vetar una decisión suya o sobreponerse a su veto, se recita ante él la bendición de los reyes (Responsa Rabí Abraham ben Rabí Itzjak Av Bet Din 32, Rabí David ben Zimrá 1:296, Maguén Abraham, Mishná Berurá 224:12).

Según esto, en nuestros tiempos casi que no quedaron reyes por los cuales se pueda bendecir, ya que los líderes de los países democráticos dependen de los parlamentos y los tribunales y además sus mandatos están limitados a determinado número de años. Solamente en países atrasados quedaron algunos dictadores con estatus de reyes a los que al verlos es preceptivo bendecir. Empero, si el gobernante es sumamente ruin, al punto que resulta preceptivo rebelarse contra él – ya aprendimos que no se bendice.

Sin embargo, hay juristas que entienden que también por los gobernantes contemporáneos se debe bendecir, y si pasaron treinta días desde la última vez, al verlos – se debe volver a bendecir. Esto se debe a que el aspecto principal del reinado y el honor asociado a este es la potestad de dirigir al pueblo. También hoy, esta facultad influye indirectamente en la vida de las personas. Por ejemplo, el líder de un país establece la política económica y la distribución de los recursos, y de esa manera define quién tendrá sustento y qué enfermos serán tratados. El gobernante contemporáneo tiene también la potestad de impulsar una guerra o extender su alcance, por lo general asesorándose con el parlamento, y en caso de emergencia decidir por ella solo. Los juristas mencionan otra condición para considerar a un gobernante «monarca» y bendecir al verlo y es que vista ropajes reales. En caso de que vista como una persona cualquiera – no se bendice ante él (Responsa Nivjar Mikesef 3). Empero, hoy en día el honor gubernamental no se manifiesta en la ropa que visten los líderes. Como prueba de ello vemos que el presidente de los Estados Unidos quien viste un traje común, recibe un tratamiento más honorable que muchos monarcas africanos vestidos en sus atavíos reales tradicionales. Por lo tanto, la regla es la siguiente: si el presidente hace aparición con su séquito de guardaespaldas y ayudantes de acuerdo con las reglas del protocolo – se bendice ante él. Empero, cuando se encuentra de vacaciones o en el seno de su familia – no se bendice al verlo. Esta fue la costumbre de muchos rabinos que bendijeron ante los presidentes de los Estados Unidos, Francia o ante el Primer Ministro británico. Hay quienes bendijeron también ante la reina de Inglaterra ya que si bien carece de potestades gubernamentales, es enormemente prestigiosa y su reinado se prolonga ininterrumpidamente.

Sin embargo, nos parece que no corresponde recitar la bendición ante líderes de países democráticos, ya que no se los puede considerar monarcas. Pues esta fue la idea básica sobre la que se asentaron estos países – dejar sin efecto el enorme poder que concentraban los reyes. A los efectos de lograrlo se libraron numerosas revoluciones y guerras, se ejecutaron reyes y se establecieron instituciones gubernamentales democráticas en el marco de las cuales los ciudadanos son quienes eligen a los líderes. Para poder equilibrar y limitar el poder de los gobernantes electos, y además evitar que en el correr del mandato se apropien de potestades gubernativas suplementarias que los equipare en gran medida a monarcas, se establecieron instituciones tales como un parlamento fuerte y un aparato judicial independiente y además se limitó el período del mandato de los diferentes líderes.

21) Tumbas judías

Una de las vistas que más sacuden al alma es la de tumbas, visión que despierta en el hombre reflexiones respecto de su finitud y la brevedad de sus días. A los efectos de ordenar los pensamientos y enfocarlos correctamente nuestros sabios establecieron que quien divisa sepulturas de Israel bendiga: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Asher Yatzar Etjem Badín, VeZan Etjem Badín Vejilkel Etjem Badín, Vehejiá Etjem Badín Veasaf Etjem Badín Veiodea Mispar Kuljem Veatid Lehajaiotjem Badín LeJaiei Haolám Habá, Baruj Atá Ad-onai Mejaié Hametim» («…que os creó con justicia, os alimentó y proveyó de sustento  con justicia, os mantuvo vivos con justicia y os hizo fallecer con justicia; sabe cuántos sois vosotros y en el futuro os revivirá con justicia para la vida del Mundo Venidero. Bendito eres Tú que revives a los muertos»). Tras recitar esta bendición algunos acostumbran continuar con palabras extraídas del texto del rezo de la Amidá: «Atá Guibor…» («Tú eres poderoso») hasta «Veneemán Atá Lehajaiot Metim» («eres fidedigno de revivir a los muertos») sin concluir la bendición.

Se recita esta bendición únicamente si se ven al menos dos tumbas, ya que el texto de la misma se refiere a una circunstancia en la que se ven un número plural de estas (Mishná Berurá 224:16).

Quien ve tumbas de malvados o idólatras dice (Irmiahu-Jeremías 50:12): «Que se avergüence grandemente vuestra madre, aquella que os dio a luz, ya que el destino de las naciones malvadas es un páramo desierto y seco» (Shulján Aruj 224:12).

Quien ya vio estas tumbas dentro de los treinta días – no bendecirá al verlas (ver halajá 1 en cuanto al cálculo de los días). Empero, quien ve que en el cementerio se sumó una tumba o si avista otro cementerio, aunque no hayan pasado treinta días – habrá de bendecir. Quien tiene pensado visitar en un mismo día varios cementerios es correcto que al recitar la bendición en el primero tenga la intención de incluir a los otros que visitará posteriormente. Si al día siguiente visita otros cementerios deberá volver a bendecir pues la bendición recitada un día no mantiene vigencia para el siguiente (Betzel Hajojmá 5:84, Birkat HaShem IV 4:42-43).

Una persona que está por ingresar a un cementerio es mejor que bendiga en la entrada al mismo, para que así la bendición guíe sus pensamientos y sentimientos durante la visita.  Si no bendijo al entrar, mientras continúe viendo las tumbas – deberá hacerlo. Incluso quien divisa a lo lejos las tumbas, si las ve nítidamente y las contempla – debe bendecir (Aruj HaShulján 224:8). Quienes viajan por las carreteras rumbo a sus asuntos personales y pasan junto a un cementerio, si contemplan las tumbas y piensan en los difuntos – deben bendecir. Todos los demás viajeros que no contemplan las tumbas – no tienen que bendecir. Si luego, dentro de los treinta días habrán de ingresar al mismo cementerio que divisaron desde la carretera sin prestar debida atención – deben bendecir.

Asimismo, quien ve un cementerio en Shabat o en Yom Tov – debe bendecir. Si bien en estos días no se recita el «Tziduk Hadín» (justificación del decreto Divino), esta bendición no entra en esa categoría (Responsa Rabí Iehudá Assad Ioré Deá 371, Ohaleja Baamiteja 18:3).

22) Que establece la frontera a la viuda (la restituye a su dominio)

Quien ve casas judías que fueron destruidas en la tierra de Israel bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Dayán Haemet» («…el Juez de la Verdad») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(B), Shulján Aruj 224:10). Por lo general se recitaba esta bendición por casas que fueron destruidas por gentiles, empero, lamentablemente y muy a nuestro pesar, nos hemos visto en la necesidad de recitarla por casas destruidas por judíos tanto en los poblados de la franja de Yamit como en Gush Katif y Norte del Shomrón. Consideramos que mientras que los restos de las casas sean visibles se debe bendecir al divisarlos.

Por el contrario, nuestros sabios establecieron que quien ve casas del pueblo de Israel nuevamente habitadas deberá bendecir: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Matziv Gvul Almaná» («…que establece la frontera de la viuda») (ídem Berajot 58(B), Shulján Aruj 224:10). Esta bendición tiene por cometido agradecer a HaShem por el retorno del pueblo de Israel a su tierra, pues tras haber pecado contra Su Voluntad, fuimos exiliados de nuestro territorio siendo sujetos de burla y oprobio entre las naciones al punto de asemejarnos a una viuda errante, quebrada y solitaria sin posibilidad de regresar a su parcela y reconstruir su hogar. Y ahora, el Eterno se apiadó de nosotros y nos regresó a nuestra tierra para construir en ella casas y habitarlas con seguridad y calma. De este modo comenzaron a cumplirse las palabras del profeta Ishaiahu-Isaías (54:3-5): «Pues te expandirás a la derecha y a la izquierda y tus descendientes heredarán naciones, y las ciudades desiertas serán habitadas. No temas pues no te avergonzarás, no te sientas intimidada pues no serás abochornada, pues olvidarás el escarnio de tu juventud y no recordarás más la humillación de tu viudez. Porque tu hacedor es tu marido, HaShem de los ejércitos es Su Nombre, y tu redentor es el Santo Dios de Israel el cual será invocado por toda la tierra«.

A lo largo de los penosos años del exilio, cuando la población judía en la tierra de Israel se encontraba sumida en desgracia, carencias y sufría de humillaciones, no se acostumbraba recitar esta bendición porque era difícil definir el asentamiento de los judíos como estable y el contemplarlo no implicaba consuelo alguno. Cuando la presencia judía en el país comenzó a expandirse y los miembros de la antigua comunidad («yshuv haiashán») lograron asentarse fuera de las murallas de Jerusalém sumándose a ellos la inmigración de los Jovevei Tzión («los amantes de Tzión»), se comenzó a recitar esta bendición al contemplar los nuevos asentamientos. Se cuenta que el Rabino Shemuel Salant recitó esta bendición al ver Petaj Tikva y Rabí Mordejai Guempel lo hizo al divisar la localidad de Yehud.

El Rif escribe que se recita esta bendición al divisar sinagogas. A priori se debe actuar según su definición y esperar hasta divisar la sinagoga de la localidad para bendecir. Empero, quien ve un pueblo sin haber visto su sinagoga, puede confiar en la opinión mayoritaria de los juristas y bendecir (Rabenu Jananel, Rashí, Rambám y Shulján Aruj 224:10).

23) Por cuáles poblados se bendice y cuándo

Según el decreto de los sabios se debe recitar «que establece la frontera de la viuda » por toda localidad judía en la tierra de Israel que se divisa por vez primera, y luego, si pasaron treinta días sin divisarlo – se debe bendecir nuevamente (Shulján Aruj 224:10 y 13). Aparentemente, según esto se debe bendecir al ver Tel Aviv, Netania y los demás poblados adyacentes.

Empero, una vez que gracias a D´s hay zonas de nuestra tierra que están habitadas por judíos desde hace ya generaciones se olvidó en esas localidades el pesar del exilio y quien contempla esas casas habitadas por judíos no logra apreciar su influencia en la repoblación del país y ya no percibe que la viuda se restableció en su dominio. En las bendiciones por fenómenos que vemos detentamos una regla general y es que se bendice únicamente por algo que al divisarlo resulta novedoso. Por lo tanto, en todas las áreas masivamente habitadas por judíos no se recita «Matziv Gvul Almaná».

Sin embargo, en regiones que aún no están masivamente habitadas y en las que es necesario realizar ingentes esfuerzos para poder cumplir el precepto de habitar la tierra de Israel y a los efectos de que no caigan en manos de otra nación ni permanezcan desiertas, al divisar en ellas un poblado judío, aunque sea ya de larga data – se habrá de bendecir. Entre las zonas en las que aplica este principio mencionamos: Judea y Samaria, el Golán, el Neguev, parte de la Galilea y del Valle de Jezreel. Y creemos que quien no se entusiasma demasiado al ver el poblado, la primera vez que lo ha de avistar debe igualmente bendecir, pues quien contempla en esas zonas casas judías habitadas ve cómo se restablece la viuda en su dominio. La segunda vez que ve el mismo poblado, si pasaron ya treinta días desde la anterior y la persona se asombra al notar cómo los judíos se asientan en la tierra de Israel – habrá de bendecir. En cambio, si ello no ha de despertar su entusiasmo – no habrá de hacerlo, pues ya vimos que, según nuestros sabios, por una visión rutinaria no se bendice. Si al llegar a ese lugar una segunda vez y observa que en el poblado se construyó un nuevo barrio – habrá de bendecir.

Lógicamente la emoción resulta ser mayor en los asentamientos nuevos de las regiones antes mencionadas, y cada vez que pasan treinta días desde la última  vez que los divisó – se puede volver a bendecir.

Especialmente si desde entonces se han construido en estos poblados nuevas casas – quien las divisa debe bendecir. Asimismo, creemos que al inaugurar una casa nueva en un nuevo poblado – se debe recitar «Matziv Gvul Almaná».

Creemos que en el caso de Jerusalém, nuestra esplendorosa y gloriosa ciudad sagrada, sobre cuyos escombros nos enlutamos y por su construcción rezamos, si bien la presencia judía en ella data de mucho tiempo atrás y ya es habitada por cientos de miles de judíos – corresponde bendecir por cada nuevo barrio que se construye en ella. Inclusive se puede bendecir por un par de nuevos edificios, ya que la reconstrucción de Jerusalém expresa de la mejor manera el restablecimiento de la viuda en su dominio. Sin embargo, también en el caso de esta ciudad, quien no presta debida atención o no se alegra al ver un nuevo poblado o ciudad – no habrá de bendecir.

Quien duda respecto de estas halajot puede recitarla citando el texto original de la Guemará que reza: «Tanu Rabanán, HaroéBatei Israel Bishuván Omer: Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Matziv Gvul Almaná» («Enseñaron nuestros maestros: quien divisa casas habitadas por judíos en la tierra de Israel bendice…»). De esa manera no ingresará en la duda de bendición en vano pues hay quienes entienden (Yaavetz) que en el marco del estudio de la Guemará se puede recitar una bendición entera y por otra parte de este modo se cumple con el precepto ya que de esta manera se recita el Nombre Divino.

Sea Su voluntad que por medio del restablecimiento de la viuda en su dominio y el agradecimiento en virtud de ello, se cumpla en nosotros el versículo: «que como el júbilo del novio con su amada, se regocije sobre ti Tu D´s» (Ishaiahu-Isaías 62:5).

«Y te desposaré por siempre. Y te desposaré con rectitud y justicia, benevolencia y compasión. Y te desposaré con fidelidad y tendrás conocimiento de HaShem». (Oshea-Oseas 2:21).

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