En los días de nuestros sabios, de bendita memoria, se acostumbraba que quien dirigía el «Zimún» recitaba todo el «Birkat Hamazón» en voz alta y los demás comensales se concentraban en su bendición y respondían tras este «Amén»; y de esa manera cumplían con su deber. A priori, así es preferible actuar pues al cumplir todos con su obligación por medio del recitado de una misma bendición se intensifica la Gloria Celestial. Empero los juristas medievales (rishonim) escribieron que por cuanto que a muchos se les dificulta concentrarse en las palabras de quien recita la bendición, es preferible que cada uno de los comensales recite por sí mismo el «Birkat Hamazón» junto a quien dirigió el «Zimún», ya que de esa manera se habrán de concentrar mejor en la bendición (Shulján Aruj 183:7, Mishná Berurá 27). Dado que de todas maneras quien dirige el «Zimún» no hace cumplir a los demás con su deber, muchos prefieren que cada quien bendiga para sí el «Birkat Hamazón» al ritmo que le resulta adecuado. De todas maneras, se considera cumplir con excelencia que quien dirige el «Zimún» recite primero todas las bendiciones en voz alta y los comensales reciten junto a este el «Birkat Hamazón» palabra por palabra, ya que de esa manera gozan de la virtud de «incrementar la Gloria del Rey en presencia de las multitudes del pueblo» («Berov Am Hadrat Melej»). Además, por lo general, de esta manera la concentración es mejor.
Los juristas han debatido el alcance del precepto de recitar el «Zimún», o sea, hasta dónde deben los comensales escuchar atentamente el recitado de quien lo dirige para cumplir así con su deber. Hay quienes sostienen que la bendición del «Zimún» concluye con «Baruj Sheajalnu Misheló Ubetuvó Jaínu«. Según esto, si bien es bueno que los comensales escuchen de quien dirige el «Zimún» la bendición de «HaZán» (la primera del «Birkat Hamazón» n. de t.) y la reciten junto a él en silencio, de todas maneras, aunque no hayan escuchado a este recitar la bendición cumplieron igualmente con su deber de «Zimún». Quien interrumpió en medio de la comida para sumarse al «Zimún» puede continuar comiendo inmediatamente después de haber respondido «Baruj Sheajalnu Misheló Ubetuvó Jaínu«. Esta es la usanza sefaradí (Rif, Rambám y Shulján Aruj 200:2).
Otros juristas opinan que el precepto del «Zimún» continúa hasta el final de la bendición de «HaZán» y así lo ordenaron las autoridades halájicas ashkenazíes. Según esta opinión, quienes participan del «Zimún» deben escuchar a quien lo dirige recitar la primera bendición y quien está en medio de su comida la interrumpe para sumarse al «Zimún» y puede volver a comer recién después de finalizada la bendición de «HaZán». Si quien dirige el «Zimún» no recitó la bendición de «HaZán» en voz alta, los comensales no cumplieron con el precepto del «Zimún» (Tosafot, Rosh, Ramá, Mishná Berurá 183:28, Ben Ish Jai Koraj 9).
En la práctica, a priori, se debe tener el cuidado de que quien dirija el «Zimún» recite en voz alta toda la bendición de «HaZán» y de encontrarse allí numerosos comensales, este deberá poseer una voz potente para poder ser oído por todos. A posteriori, si quien dirige el «Zimún» recitó la primera bendición en voz baja, los comensales cumplieron con el deber del «Zimún».
En caso de una comida con muchos participantes, en la cual es difícil para quien dirige el «Zimún» hacer oír su voz en ausencia de micrófono, es mejor utilizar uno para que todos puedan escucharlo y se sumen al «Birkat Hamazón» y de esa manera se vea incrementada la Gloria Celestial. De todas maneras, se debe recitar el «Zimún» con la voz más potente que se pueda para que la mayor cantidad posible de personas puedan escuchar su voz sin requerir de amplificación.