Pninei Halajá

22) Que establece la frontera a la viuda (la restituye a su dominio)

Quien ve casas judías que fueron destruidas en la tierra de Israel bendice: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Dayán Haemet» («…el Juez de la Verdad») (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 58(B), Shulján Aruj 224:10). Por lo general se recitaba esta bendición por casas que fueron destruidas por gentiles, empero, lamentablemente y muy a nuestro pesar, nos hemos visto en la necesidad de recitarla por casas destruidas por judíos tanto en los poblados de la franja de Yamit como en Gush Katif y Norte del Shomrón. Consideramos que mientras que los restos de las casas sean visibles se debe bendecir al divisarlos.

Por el contrario, nuestros sabios establecieron que quien ve casas del pueblo de Israel nuevamente habitadas deberá bendecir: «Baruj Atá Ad-onai Eloh-einu Melej Haolám Matziv Gvul Almaná» («…que establece la frontera de la viuda») (ídem Berajot 58(B), Shulján Aruj 224:10). Esta bendición tiene por cometido agradecer a HaShem por el retorno del pueblo de Israel a su tierra, pues tras haber pecado contra Su Voluntad, fuimos exiliados de nuestro territorio siendo sujetos de burla y oprobio entre las naciones al punto de asemejarnos a una viuda errante, quebrada y solitaria sin posibilidad de regresar a su parcela y reconstruir su hogar. Y ahora, el Eterno se apiadó de nosotros y nos regresó a nuestra tierra para construir en ella casas y habitarlas con seguridad y calma. De este modo comenzaron a cumplirse las palabras del profeta Ishaiahu-Isaías (54:3-5): «Pues te expandirás a la derecha y a la izquierda y tus descendientes heredarán naciones, y las ciudades desiertas serán habitadas. No temas pues no te avergonzarás, no te sientas intimidada pues no serás abochornada, pues olvidarás el escarnio de tu juventud y no recordarás más la humillación de tu viudez. Porque tu hacedor es tu marido, HaShem de los ejércitos es Su Nombre, y tu redentor es el Santo Dios de Israel el cual será invocado por toda la tierra«.

A lo largo de los penosos años del exilio, cuando la población judía en la tierra de Israel se encontraba sumida en desgracia, carencias y sufría de humillaciones, no se acostumbraba recitar esta bendición porque era difícil definir el asentamiento de los judíos como estable y el contemplarlo no implicaba consuelo alguno. Cuando la presencia judía en el país comenzó a expandirse y los miembros de la antigua comunidad («yshuv haiashán») lograron asentarse fuera de las murallas de Jerusalém sumándose a ellos la inmigración de los Jovevei Tzión («los amantes de Tzión»), se comenzó a recitar esta bendición al contemplar los nuevos asentamientos. Se cuenta que el Rabino Shemuel Salant recitó esta bendición al ver Petaj Tikva y Rabí Mordejai Guempel lo hizo al divisar la localidad de Yehud.

El Rif escribe que se recita esta bendición al divisar sinagogas. A priori se debe actuar según su definición y esperar hasta divisar la sinagoga de la localidad para bendecir. Empero, quien ve un pueblo sin haber visto su sinagoga, puede confiar en la opinión mayoritaria de los juristas y bendecir (Rabenu Jananel, Rashí, Rambám y Shulján Aruj 224:10).

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