Pninei Halajá

17 – La continuación del servicio diario (del Santuario).

Mientras tanto, el Cohen Gadol iba donde el buey y el chivo cuya sangre usó para las aspersiones en el Kodesh Hakodashim, les quitaba sus respectivos sebos y los colocaba en un recipiente para que luego sean quemados junto a los demás sacrificios sobre el altar. La ley de los sacrificios es que además de que su sangre era asperjada sobre el altar, sus sebos eran quemados en el altar exterior.

La carne del buey y el chivo era sacada fuera del campamento para ser quemada y muchos del pueblo iban a observar la quema que expresaba la eliminación de los pecados.

Mientras se quemaban la carne del buey y del chivo el Cohen Gadol aguardaba y cuando le era informado que el chivo había sido arrojado en el desierto comenzaba a leer en la Torá tres de las porciones de lectura del día: a) El orden de la labor del Cohen Gadol en Yom Kipur en la porción de «Ajarei Mot» (Vaikrá 16), b) Un fragmento de la porción de Emor (Vaikrá 23) en la que se detallan los preceptos del día, c) La sección de las ofrendas de Musaf de Yom Kipur en la porción de «Pinjas» (Bamidbar-Números 29). Dado que esta porción pertenecía a otro libro de la Torá, la recitaba de memoria para no molestar al público con la espera del enrollado del pergamino hasta esa sección.

Antes y después de la lectura recitaba dos bendiciones tal como se acostumbra a hacer en toda lectura de la Torá. Posteriormente agregaba siete bendiciones: por la labor sacra (avodá), agradecimiento, por el perdón de los pecados, por el Templo, por el pueblo de Israel, por los cohanim y por el resto del rezo.

Luego abluía sus manos y pies, se quitaba sus ropajes blancos, se sumergía en la Mikvé y vestía ropajes de oro tras lo cual abluía nuevamente sus manos y pies. Luego degollaba afuera un chivo como ofrenda de «jatat» que es parte de las ofrendas de Musaf del día, similar a los que se sacrifican en Rosh Jodesh y días de fiesta (arriba inciso 10).

Después ofrendaba a su carnero y el del pueblo y ambos eran sacrificados como ofrenda de «olá». Los sebos del buey y el chivo, cuya sangre había sido asperjada en el Kodesh Kodashim, eran quemados en el altar.

Luego abluía sus manos y pies, se quitaba los ropajes de oro, se sumergía en la Mikvé y vestía ropajes blancos, tras lo cual volvía a abluir sus manos y pies e ingresaba por última vez al Kodesh Hakodashim a los efectos de retirar la pala y la cuchara del incienso que allí habían quedado. No las había retirado inmediatamente después de haber realizado la aspersión de la sangre ya que el incienso expresa el Pacto constante entre HaShem y el pueblo de Israel, por lo que era necesario que el humo incensario continúe elevándose durante todo el lapso que duraba la labor sagrada. El último ingreso del Cohen Gadol al Kodesh Kodashim muy probablemente estaba envuelto de una santidad especial con la cual se sellaban el orden expiatorio y la purificación del pueblo de Israel.

Luego salía y abluía sus manos y pies, se quitaba sus vestimentas blancas, se sumergía en la Mikvé y vestía los ropajes de oro, volvía a abluir sus manos y pies y concluía la labor del día igual que el resto de los días del año – sacrificando la ofrenda permanente diaria del atardecer («Tamid shel bein haarbaim»), quemando incienso sobre el altar de oro y encendiendo las velas de la menorá.

Luego abluía sus manos y pies, se quitaba los ropajes de oro y vestía su propia vestimenta, se iba a su casa y todo el pueblo lo acompañaba hasta su domicilio y celebraba un día festivo por haber salido en paz y con vida del sitio más sagrado.

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