Pninei Halajá

01 – El «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum) en  Yom Kipur.

El Templo de Jerusalém es el sitio en el cual se revelan los Principios Divinos y de allí se difunden por el mundo entero. En la sala que recibe el nombre de «Kodesh» (santo) se encuentra la menorá o candelabro que expresa la sabiduría, la mesa de ofrenda de los panes expresa el sustento económico y el altar de incienso que expresa la plegaria y el deseo por la cercanía a Hashem. En la sala que recibe el nombre de «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum) se revela el fundamento de la fe y la Torá. Allí, iluminan la divinidad de la Torá y la santidad de la generalidad del pueblo de Israel («Kneset Israel»), y mediante ambas luminosidades el Eterno vivifica al mundo en su totalidad. Por esta razón, el «Kodesh HaKodashim» es el sitio del Arca del Pacto que contiene las Tablas de la Ley y el rollo de la Torá que recibió Moshé en el Monte Sinaí. El Arca está cubierta por una tapa («kaporet») de oro. Sobre esta se encuentran los dos querubines que expresan el vínculo de amor así como también el pacto que existe entre el Creador y el pueblo de Israel. El «Kodesh HaKodashim» estaba ubicado sobre la piedra fundamental («even hashtiá») sobre la cual, dijeron nuestros sabios, se fundó o apoyó el mundo al momento de ser creado (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 54(B)). Había una cortina que separaba el «Kodesh» del «Kodesh HaKodashim» a los efectos de diferenciar los niveles de santidad entre ambos recintos. La santidad del «Kodesh» se deriva de la del «Kodesh HaKodashim», y de no haber división entre ambas salas la luminosidad del segundo se elevaría a las dimensiones celestiales sin poder irradiar su luz y su bendición al mundo.

Si bien ninguna persona tiene permitido ingresar al «Kodesh HaKodashim», mediante la revelación de la luz de la Divina Presencia los hijos de Israel y toda la humanidad pueden retornar a Hashem, corregir sus trasgresiones y rezar al Creador por medio del sagrado Templo, tal como explicó el rey Shelomó en su discurso inaugural del primer Santuario (ver Libro Primero de Reyes capítulo 8).

Incluso después de la destrucción y el exilio, la impresión que dejó la Divina Presencia en el Kodesh Hakodashim no se aparte. Mediante el deseo y el anhelo del pueblo de Israel de que la Divinidad se propague sobre la tierra, se le asegura que será redimido y Su Nombre se consagrará sobre Su pueblo, sobre Su ciudad Jerusalém, sobre Sión el recinto de Su morada, sobre el reino de Su ungido David, así como sobre Su recinto sagrado. Entonces, reinará solamente Hashem sobre toda Sus creaturas.

El sitio del Kodesh HaKodashim es de suprema santidad de modo que ninguna persona tiene permiso de acceder a él. Todo aquel que ingresa es pasible de castigo de muerte a manos del Cielo, tal como está escrito (Vaikrá-Levítico 16:2-3): «Habla a Aharón tu hermano para que no entre en todo momento al Santuario, más allá del velo, delante del propiciatorio que está sobre el Arca, para que no muera; ya que por medio de la nube Yo me revelaré sobre el propiciatorio». Solamente en el día de Kipur que es solemne y sagrado, el Sumo Sacerdote o «Cohen Gadol» ingresaba al «Kodesh HaKodashim» en medio de una nube de incienso en representación de todo el pueblo de Israel, para cumplir con la labor sacra del día, tal como está escrito «Con esto habrá de entrar Aharón al Santuario…». El Cohen Gadol tenía que entrar cuatro veces al Kodesh HaKodashim en Yom Kipur y si ingresaba una quinta vez, a pesar de tratarse  del Sumo Sacerdote y del día del Perdón, era pasible de pena de muerte a manos del Cielo (Rambám Biat Mikdash 2:4).

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