Pninei Halajá

09 – Los dos chivos y el buey.

En el orden de la expiación de Yom Kipur encontramos un hecho maravilloso. El buey y el chivo eran los únicos sacrificios que se ofrendaban en el año cuya sangre era esparcida en el Kodesh HaKodashim y expiaba por la impureza del Templo y sus asistentes. Es decir, por todo aquel que a pesar de saberse impuro ingresaba al área del Santuario o comía de las ofrendas. El buey expiaba por los cohanim y el chivo por el pueblo de Israel. Por otra parte, el chivo que era arrojado expiaba por todos los demás pecados. Cabe preguntarse, ¿cómo es posible que el buey y el chivo cuya sangre era esparcida en el Kodesh HaKodashim expiaban un solo pecado al tiempo que el chivo que era arrojado expiaba todas las demás trasgresiones?

Aquí estamos ante una idea muy profunda e importante. La raíz de todos los pecados reside en la falta de fe, en una falla en la relación entre la persona y su Creador que es la fuente de su vida. El Templo y sus ofrendas revelan la fe en la presencia de Hashem en el mundo por lo que la principal expiación radica en la reparación de la fe en su origen superior, en el Kodesh Hakodashim. Una vez que la fe es depurada de sus impurezas, todos los demás pecados se separan de la persona ya que esta vuelve a conectarse con Hashem y desea apegarse a la Torá y sus preceptos; entonces comprende que todas sus inacciones fueron fruto  del error y de tentaciones exteriores. Por esta razón, los pecados no le pertenecen y deben ser botados lejos, y por ello son arrojados al Azazel.

El chivo ofrendado a Hashem expiaba por el pueblo de Israel, empero los cohanim, que son los encargados de preservar el vínculo entre el pueblo de Israel y HaShem, necesitan de una expiación mayor, razón por la cual ofrendan un animal de mayor tamaño, un buey. En un principio, el Cohen Hagadol  tenía que expiar por sus pecados y por los de sus hermanos, los cohanim, por faltas de omisión u errores en el ejercicio de su labor sacerdotal. Recién después podía expiar por el pueblo de Israel, de las impurezas de su accionar en el Templo y de las ofrendas consagradas (como ya se explicó anteriormente n. de t.).

Tal como está escrito (Vaikrá 16:14-18): «Y de la sangre del buey tomará un poco que rociará con su dedo índice el frente del propiciatorio siete veces.  Luego sacrificará el chivo de la expiación que es del puebl, traerá su sangre detrás del velo y hará aspersiones como hizo con la sangre del buey, rociará el propiciatorio y delante de él. Y purificará el lugar santo de las impurezas de los hijos de Israel y de sus pecados. Y así hará al tabernáculo, que está con ellos en medio de sus impurezas… y saldrá al altar que está ante el Eterno y hará expiación por el altar…»

Una vez que el Cohen Gadol termina de expiar las impurezas del accionar del pueblo en el Templo, todas las demás trasgresiones se separan de la nación y se las puede enviar al desierto, al Azazel. Tal como está escrito (ídem 20-22):

«Cuando haya concluido de expiar el Santuario, la Tienda de Reunión y el altar, acercará el macho cabrío que está vivo. Y apoyará Aharón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío que está vivo y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus transgresiones y todos sus errores; y los transferirá sobre la cabeza del macho cabrío y lo enviará -por medio de un hombre ya designado – al desierto. Llevará el macho cabrío sobre sí todas sus iniquidades hasta un paraje deshabitado, y soltará el macho cabrío en el desierto. »

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