Shabat

10 – La caza y eliminación de serpientes, escorpiones, insectos y mosquitos.

Salvar la vida antecede al cumplimiento del Shabat, por lo que se permite matar en Shabat animales que puedan poner en peligro la vida humana tales como serpientes y escorpiones venenosos. Asimismo, se mata un perro o animal que se enfermó de rabia, así como serpientes y escorpiones que se sospecha que puedan ser venenosos.

Se prohíbe matar animales cuya mordedura es dolorosa mas no implica riesgo a la vida, por ejemplo serpientes y escorpiones no venenosos. Está prohibido matarlos de un modo similar al que se emplea en días de la semana, empero se permite hacerlo pisándolos al pasar. La razón de este permiso radica en que matar animales cuando no se tiene la intención de usufructuar sus cuerpos sino destruirlos – está prohibido sólo rabínicamente y a los efectos de evitar grandes molestias los sabios permitieron matarlos pisándolos al pasar. Sin embargo, no se los puede matar de modo directo, no sea que las personas aprendan de este caso que se puede matar animales aunque no medie riesgo de daño alguno. Si el animal persigue a un ser humano, se lo puede matar del modo habitual.

Aunque el animal en cuestión no esté persiguiendo a una persona, se permite taparlo con un recipiente invertido para que no pueda causar daño. Esta acción no precisa ser realizada de un modo diferente al habitual pues quien coloca el recipiente no tiene la intención de atrapar o cazar a los animales, sino que intenta alejarlos para no ser picado por ellos (Shulján Aruj 316:7, Mishná Berurá 27).

Empero, en el caso de animales cuya mordedura no resulta dolorosa, por ejemplo mosquitos o pulgas, los sabios no permitieron matarlos. Si un mosquito o pulga se posa sobre la piel, en caso de que no sea posible quitarlos de ahí sin atraparlos – los sabios permitieron hacerlo y alejarlos a condición de que no se los mate ni se los aplaste, no sea cosa que mueran. Si bien está prohibido rabínicamente atrapar un animal sin la intención de utilizarlo, en este caso en que el objetivo es alejar la molestia – los sabios adoptaron una actitud más flexible (Shulján Aruj 316:9). Quien procura atrapar una pulga que se encuentra sobre su piel pero bajo su ropa – no se le debe de advertir o rezongar (Mishná Berurá 316:37, Sha´ar Hatziún 63).

Si  hay mosquitos o insectos en la habitación – se puede aplicar un insecticida en aerosol para ahuyentarlos, a condición que no se fumigue directamente sobre ellos y se les deje una ventana abierta para que puedan escaparse, de modo tal que su muerte no sea indefectible. Sin embargo, está prohibido fumigar encima de los insectos o en un sitio en el cual no tienen un lugar por el cual escapar, pues en ese caso, indefectiblemente, se los habrá de matar y por ende se habrá de trasgredir la prohibición (Iabía Omer 3:20, ver Shmirat Shabat Kehiljatá 25:6).

Está permitido untar repelente de mosquitos mas no en forma de pomada (ver arriba 14:5).

Se permite colocar tabletas que repelen mosquitos sobre un aparato eléctrico que calienta, de modo tal que al hacerlo el aroma de la tableta se esparza y ahuyente a los insectos. Sin embargo, es mejor colocar la tableta un tanto alejada del lugar que se calienta para que no alcance una temperatura que obliga a la mano a retirarse («Iad soledet bó«) pues se teme incurrir en la prohibición de «cocinar» (Hajashmal Bahalajá II pág. 364). Empero, de haber duda respecto de si la tableta se ha de calentar hasta la temperatura de «Iad soledet bó» – está permitido colocarla sobre la misma fuente de calor.

01 – La labor de transportar

La labor de transportar consiste en llevar un objeto del «dominio privado» al «dominio público» y viceversa, así como también cargar un objeto en el «dominio público» más de cuatro codos.

Durante los seis días hábiles la labor del hombre consiste en mejorar y desarrollar el mundo, construir aparatos, herramientas y casas, desarrollar la agricultura a los efectos de proveer de alimento y vestimenta, y la meta principal y más elevada de todas construir tanto el Tabernáculo como el Templo donde reside la Divina Presencia. A pesar de la gran importancia de las labores, se nos ordenó que en Shabat cesemos en su realización  a los efectos de poder contemplar los fundamentos de la fe  y dedicarnos al estudio de la Torá. Mediante esta cesación, nuestra labor durante los seis días de la semana adquiere un significado profundo, que permite al mundo avanzar hacia su reparación y erigir en este un Santuario para el D´s de Israel.

Lo novedoso de la labor de «transportar» radica en que no se considera labor únicamente a una alteración o cambio en el objeto sino también a un cambio sustancial en su ubicación. Vemos que el sitio que ocupa un objeto es de importancia. No hay objeto en el mundo que no posea un lugar en el cual es beneficioso y fuera del cual carece de utilidad. Por ejemplo, allí donde escasea el agua esta es de gran importancia y donde hay excedentes de ella – su valor disminuye. Más aún, en ausencia de un lugar o sitio nada tiene existencia. Por esta razón al Creador le denominamos en hebreo «Makom» (sitio o lugar), pues Él da existencia y espacio al mundo. Nuestros sabios, de bendita memoria, llamaron a los diferentes tipos de espacio o dominios «reshuiot», derivado de la palabra «reshut» que significa «permiso», ya que todo objeto se ubica y existe en el reshut – ámbito – donde ha sido depositado, esto es, allí donde el espacio le «concede» el permiso de hallarse.

Vemos en la Torá que transportar los donativos para la construcción del Tabernáculo, del «dominio privado» de cada uno de los miembros del pueblo de Israel al «dominio público» en el cual se erigió, se considera labor, tal como está escrito (Shemot 36:6): «Entonces dispuso Moshé, por medio de un pregón, que no se trajesen más ofrendas para la obra sagrada, y el pueblo cesó las donativos»

De acuerdo a la Torá el espacio se divide en tres diferentes tipos de áreas: «el dominio público» («reshut harabim»), «el dominio privado» («reshut haiajid») y «la zona exenta» («makom patur»)[1]. Además de estas tres, los sabios dispusieron que la mayor parte de las áreas definidas como «zona exenta» sean consideradas como «dominio público», recibiendo el nombre de «carmelit» (zona intermedia)[2].


[1]. Es un «pequeño» lugar en un lugar público, como podría llegar a ser un buzón  de correo o un pequeño pozo. Se puede apoyar algo en este sitio pero no puede ser utilizado para traspasar objetos de un recinto a otro (n. de ed.).

[2]. El Carmelit, recinto intermedio,  es un lugar público que no llega a tener las cualidades de este, como por ejemplo, el mar o una pequeña calle (n. de ed.).

02 – El dominio privado y el dominio público

El «dominio privado» es un área rodeada de tabiques divisorios («mejitzot») que hacen que se lo considere un mismo lugar y dentro de este se pueden transportar objetos. Aunque el sitio sea muy grande, dado que está rodeado por tabiques se lo considera una misma área de modo tal que no importa si un objeto determinado se encuentra en un extremo u otro del recinto.

El ejemplo más notorio de «dominio privado» es, por supuesto, el hogar. Empero, no es necesario que el sitio esté rodeado por paredes o techo sino que alcanza que exista un tabique de diez palmos (76 cm.) de altura que rodee el área en cuestión. Un pozo con una profundidad de diez palmos se considera «dominio privado», lo mismo una roca o una colina con una altura superior a los setenta y seis centímetros. Si bien estos últimos carecen de un tabique que los rodee, la elevación de diez palmos por encima del nivel del suelo funge como tabique y consideramos como si este se eleva y rodea el espacio sobre la roca. Sin embargo, es necesario que el espacio del «dominio privado» tenga un ancho mínimo de cuatro  palmos (30 cm.) pues de no poseerlo se lo considera «zona exenta». Es también menester saber que una pendiente muy inclinada es considerada como tabique divisorio («mejitzá»).

El «reshut harabim» es un sitio de uso público tal como una calle, un mercado o un camino interurbano a condición de que tenga una ancho mínimo de dieciséis codos (7.3 m.) y carezca de techo. Hay quienes adicionan a estas condiciones la de que cada día acostumbren a pasar por allí seiscientas mil personas, número igual a los hombres que recibieron la Torá en Sinai (adelante 8). En términos generales, todas las prohibiciones de transportar están vinculadas al «dominio público», y definiéndolo inversamente: no existe prohibición de transportar en un sitio que no sea «dominio público». En este está prohibido transportar un objeto por más de cuatro codos (ver adelante 3-4), y asimismo se prohíbe pasar un objeto del «dominio privado» al «público» y viceversa.

03 – La «zona exenta» («makom patur«) y la «zona intermedia» («carmelit«).

La tercer área es «zona exenta», la cual incluye los campos, desiertos, mares, lagos y demás sitios que por una parte no están rodeados por tabiques divisorios que los definan como «dominio privado» y por la otra no son de uso público permanente. Dado que se trata de un sitio no definido carece de importancia como tal, y por lo tanto un objeto que allí se encuentre carece de nexo con el mismo y por ende, según la Torá, se lo puede transportar de una «zona exenta» al «dominio privado» o al «dominio público», así como de estos dos dominios a la «zona exenta». Asimismo, dentro de la «zona exenta» se puede cargar un objeto la distancia que sea.

Sin embargo, dado que existe similitud entre «la zona exenta» («makom patur») y el «dominio público» («reshut harabim») por cuanto que ambas áreas están abiertas al uso público, los sabios establecieron un límite o cerco protector a la norma de la Torá estipulando que toda las áreas abiertas que no sean «dominio privado» sean denominadas «carmelit»  o «zona intermedia» y se las considere a los efectos de la normativa como «dominio público», esto es, que en el «carmelit» no se pueda cargar un objeto más de cuatro codos. Además, decretaron que no se puede transportar un objeto del «carmelit» o «zona intermedia» al «dominio privado» o al «dominio público» y viceversa.

En virtud de este decreto rabínico, como «zona exenta» o «makom patur» quedaron solamente sitios no aptos para un uso importante, por ejemplo rocas cuya altura es inferior a los tres palmos (unos 23 cm.) y cuyo ancho es  inferior a los cuatro palmos (unos 30 cm.). De esta manera se puede cargar desde los dominios «público» o «privado» hacia el redefinido «makom patur» y viceversa. La razón por la cual no prohibieron «la zona exenta» radica en el  hecho de que es notoriamente diferente al resto de los dominios, pues al estar elevada por encima del suelo al menos tres palmos se transforma en diferenciada del resto del suelo, y al no tener un ancho de cuatro palmos carece de status de sitio importante, por lo que nadie habrá de equivocarse y aprender que se puede cargar en otros sitios cuya medida los hace importantes.

04 – La razón de la prohibición de cargar cuatro codos en el «dominio público»

Tal como vimos, en Shabat está prohibido transportar objetos de un dominio a otro. Dentro del «dominio privado», aunque se trate de una casa enorme que posee muchas habitaciones, se pueden transportar objetos ilimitadamente por cuanto que todo el «dominio privado» es considerado como un mismo recinto, y por lo tanto mover objetos dentro del mismo no entra en la categoría de transportar de un dominio a otro. Sin embargo, en el «dominio público» una persona puede cargar un objeto dentro de un límite de cuatro codos únicamente, ya que este dominio pertenece a todos y por ende cada persona puede utilizar solamente los cuatro codos en los que se halla. La medida de cuatro codos es la considerada suficiente para que en su interior una persona se acueste extendiendo brazos y piernas. Si se saca un objeto fuera de estos cuatro codos, se considera que transportó de su dominio dentro del «dominio público» al «dominio público general», lo cual está prohibido por la Torá.

Desde un punto de vista espiritual, es importante saber que todos los inconvenientes e imprecisiones que existen en el mundo derivan de la división y los disensos. Las naciones luchan una contra la otra, personas compiten una con la otra, movimientos ideológicos luchan uno contra el otro de modo tal que enormes cantidades de energía se pierden en riñas y disputas. De la misma forma, el ser humano se fragmenta entre sus múltiples deseos los cuales muchas veces parecen antagónicos entre sí. La reparación de esta situación pasa por manifestar la unidad. Partiendo de la creencia en el hecho de que HaShem es Uno y creó todo el universo, se puede comprender que todas las distintas fuerzas apuntan a una misma meta, y solamente si se mancomunan a la luz de los principios de la Torá se podrá desarrollar el mundo y perfeccionarlo. Según esta idea, se puede entender por qué el precepto de «amarás a tu prójimo como a ti mismo» es la regla general de la Torá, ya que establece un nexo entre las diferentes partes separadas de la realidad y ayuda a revelar el fundamento indiviso del mundo.

Ahora es dable entender por qué en el «dominio privado» se pueden cargar objetos, ya que se trata de un sitio que ha alcanzado su forma final que manifiesta su carácter unificador mediante la multiplicidad de tabiques divisorios que lo rodean, por lo que todas las habitaciones y sitios que hay en su interior se consideran una misma área y por ende en este se puede cargar objetos. Sin embargo, el «dominio público» es aquel que aún no ha alcanzado su forma final y en el cual se manifiestan los intereses encontrados de las diferentes personas, por lo que los objetos que allí se encuentran aún no alcanzaron su destino definitivo y todo transporte de uno de estos por más de cuatro codos en el «dominio público» se considera labor.

El «carmelit» o «zona intermedia» es un sitio que no está destinado para uso masivo, por lo que no refleja de modo destacado la diversidad de intereses y por ende, según la Torá, se lo considera como zona exenta sobre la cual no recae la prohibición de cargar. Empero, dado que las personas dan al «carmelit» un uso variado, se asemeja al «dominio público» y por lo tanto los sabios decretaron que ambas áreas estén sujetas a una misma normativa y no se pueda cargar en ellas. Dado que a veces el «carmelit» sirve a un individuo como «dominio privado», los sabios prohibieron que se cargue desde este al «dominio público».

Si se rodea el «dominio público» con un muro o una cerca y hasta se cierran los portones por la noche, se descubre en este el principio de la unificación, el común denominador y por ende este dominio alcanza su forma final – «metukán», llegando a ser como el «dominio privado» pudiéndose transportar en toda su área. A los efectos de corregir (para darle esa forma final o «tikún») el «carmelit», no es necesario rodearlo de una cerca o muro sino que alcanza con rodearlo con «formas de portón o puerta» («tzurot hapetaj») únicamente y de esa manera se transforma en «dominio privado» lo cual habilita que se pueda cargar en su interior (como se verá adelante 29:2).

05 – «Cargar» como prohibición de la Torá y como prohibición rabínica.

Ya aprendimos que la labor de «transportar» aplica sobre la carga de objetos de dominio en dominio, esto es del «dominio privado» al «dominio público» o al «carmelit» (que es un «dominio público» por decreto rabínico) o por el contrario del «dominio público» o «carmelit» al «dominio privado». Asimismo, se aplica la prohibición a cargar un objeto cuatro codos en el «dominio público» o en el «carmelit». Ahora, habremos de estudiar de un modo preciso cuál es la labor que prohíbe la Torá.

La labor de «transportar» consiste de tres etapas: la primera es extraer el objeto del dominio en el cual estaba, la segunda implica pasar el objeto a otro dominio y la tercera depositarlo en este. Quien realiza las tres etapas en una sola acción está en falta, por ejemplo, si arrojó un objeto del «dominio privado» al «dominio público» o si arrojó un objeto a una distancia de cuatro codos en el «dominio público». Asimismo, una persona que sostiene en su mano un objeto o si lo lleva en su bolsillo y pasó del «dominio privado» al «público» trasgredió la prohibición de «transportar» ya que al iniciar su caminata realizó la acción de extracción, al caminar del «dominio privado» al «público» realizó el pasaje y al detenerse en el «dominio público» lo dejó o depositó.

Mientras no se hayan llevado a cabo las tres etapas por medio de la misma persona – no se trasgrede la prohibición de la Torá. Por ejemplo, si una persona tomó un recipiente del «dominio privado» y mientras lo sostiene extendió su mano hacia el «dominio público», por cuanto que aún no apoyó el recipiente en el nuevo dominio no trasgredió la prohibición de la Torá. Por otro lado si una persona que se encuentra en el «dominio público» toma de la mano del otro el recipiente en cuestión, resulta que este pasó del «dominio privado» al «público» sin que ninguna de las dos personas haya realizado la labor prohibida por la Torá en su totalidad, pues la primera extrajo y pasó el recipiente mientras que la segunda lo depositó o apoyó.

Sin embargo, nuestros sabios prohibieron que dos personas se asocien para realizar la labor de «transportar», pues temían que esto se transforme en un atajo para esquivar la prohibición, haciendo de la misma algo leve y  que a la postre las personas trasgredan la prohibición original de la Torá (Shulján Aruj Oraj Jaím 347:1).

Además, es necesario saber que la Torá prohíbe únicamente transportar un objeto en su forma habitual. Por ejemplo, si alguien sostiene un objeto con la mano o lo introdujo en su bolsillo o mochila, se considera que lo transportó de un modo habitual y por ende trasgredió la prohibición de la Torá. Empero, si lo transportó de un modo diferente al habitual («shinui«), por ejemplo, si colocó un pañuelo en el zapato o sobre su cabeza no trasgredió la prohibición original de la Torá. Empero, los sabios prohibieron «transportar» de un modo diferente al habitual para evitar que las personas terminen haciéndolo como de costumbre.

En resumen, la prohibición de la Torá se refiere únicamente a la realización de la labor, esto es, que una persona no transporte tal como acostumbra a hacerlo en los días de la semana. Los sabios agregaron y prohibieron toda acción que alcance el objetivo de la labor en cuestión, aunque sea realizada entre dos personas de un modo diferente al habitual. Además, es importante destacar que los sabios prohibieron cargar un objeto entre dos personas o de un modo diferente al habitual en el «carmelit» o «zona intermedia».

06 – Cargar en el «dominio público»  menos de cuatro codos.

En las halajot anteriores aprendimos que la prohibición de «transportar» incluye la carga de un objeto por una distancia de cuatro codos en el «dominio público». El dominio de una persona que se encuentra en un área pública se extiende a cuatro codos y si esta saca un objeto por fuera de este espacio se considera que lo pasó a otro dominio, trasgrediendo así la prohibición de la Torá. Sin embargo, se puede cargar un objeto dentro de un cuadrado de dos codos por dos codos. Por lo tanto, sólo si se cargó un objeto una distancia superior a la diagonal de un cuadrado de dos por dos codos (2.58 m.) se trasgredió prohibición de la Torá, pues sólo entonces queda claro que la persona cargó fuera del cuadrado dentro del cual tiene permitido hacerlo.

Según la Torá, una persona que desea transportar un objeto dentro del «dominio público» puede cargarlo un poco menos de cuatro codos, y luego se detendrá y descansará un poco para establecer así una nueva ubicación, a partir de la cual podrá nuevamente caminar algo menos de cuatro codos para otra vez detenerse y así sucesivamente hasta que lleve el objeto al lugar deseado. Sin embargo, los sabios prohibieron esto por temor a que la persona avance de una vez más de cuatro codos trasgrediendo así la prohibición de la Torá. Los sabios prohibieron hacer esto inclusive en el «carmelit» que es «dominio público» por decreto rabínico, no sea que la persona termine cargando más de cuatro codos en el «dominio público» original.

Sin embargo, en caso de que la persona pueda sufrir una pérdida económica de importancia, por ejemplo, si está por comenzar Shabat y no alcanzó a llegar a su casa y en su mochila lleva una importante suma de dinero sin tener un sitio seguro dónde esconderlo ni encontrarse en las inmediaciones un no judío que pueda cuidar la mochila o llevarla hasta la casa, los sabios permiten cargarla de modo tal que camine menos de cuatro codos hasta que llegue a un sitio donde pueda ponerla a resguardo. Este permiso aplica inclusive para un área que se considera «dominio público» según la Torá. En el caso del «carmelit» o zona intermedia, se puede cargar por esta área del modo antes mencionado también en caso de que sea necesario para el cumplimiento de un precepto (Oraj Jaím 266:7-8, Beur Halajá 349:5).

07 – El permiso de cargar en una «zona exenta» («makom patur»).

Tal como ya aprendimos (halajá 3), la «zona exenta» se encuentra en el «dominio público», como es el caso de una roca cuya altura es inferior a tres palmos (23 cm.) y su ancho inferior a cuatro (30 cm.). Dado que la «zona exenta» no es considerada un sitio importante, se permite tomar un objeto del «dominio público» o del «privado» y depositarlo sobre una «zona exenta» y al revés, tomar un objeto del área «exenta» y depositarlo en el «dominio público» o «privado».

Según la Torá, de esta forma se permite pasar un objeto del «dominio privado» al «público», o sea, en un principio se extrae el objeto del «dominio privado» y se lo deposita sobre la «zona exenta» o «makom patur». Luego, se tomará el objeto de esta última  y se lo depositará en el «dominio público». Sin embargo, los sabios prohibieron hacer esto para prevenir que las personas tomen a la ligera la prohibición de la Torá de «transportar».

Sin embargo, los juristas debatieron respecto de si se puede hacer uso de la «zona exenta» a los efectos de pasar objetos del «dominio privado» al «carmelit» y viceversa. Hay juristas que opinan que los sabios también prohibieron pasar objetos al «carmelit» por medio de la «zona exenta» o «makom patur», y si bien la prohibición de cargar objetos en el «carmelit» es una prohibición rabínica, los sabios no establecieron una diferenciación entre ambas áreas (Rabí Zerajiá Haleví, Rabad y Rosh). Otros juristas sostienen que los sabios prohibieron pasar objetos por medio de la «zona exenta» solamente en caso de que se tema que las personas pueden trasgredir la prohibición de la Torá  de cargar del «dominio privado» al «dominio público» y viceversa, empero se permite pasar objetos del «dominio privado» al «carmelit»  vía una «zona exenta» (Rif, Rambám).

En la práctica, en caso de necesidad se permite confiar en la opinión más flexible y cargar objetos del «dominio privado» al «carmelit» y viceversa, pasando por la «zona exenta» o «makom patur». Esta opción es relevante para los soldados que pasan Shabat en un sitio que carece de «Eruv». Si desean llevar un objeto desde su tienda que es «dominio privado» al patio del campamento militar que es «carmelit», habrán de caminar con el objeto y no se habrán de detener hasta depositarlo sobre una «zona exenta» o «makom patur», para luego extraerlo de allí y depositarlo en el patio. Asimismo, si quieren llevar algo del patio a la tienda de campaña, es menester depositarlo primeramente en una «zona exenta» para luego cargarlo hasta la carpa. Otro tanto se debe hacer si se quiere llevar un objeto de una tienda de campaña a otra pasando por el patio. Primeramente se debe extraer el objeto de la tienda  y se lo deposita en una «zona exenta» en el patio y luego se puede  tomar y llevar hasta la otra tienda.

08 – El «dominio público» según la Torá.

La pregunta más práctica en cuestiones de halajot de «transportar» en Shabat es la siguiente: las calles de las ciudades y pueblos se consideran «dominio público» según la Torá o por decreto rabínico, o sea, el denominado «carmelit» o «zona intermedia». Si nuestras calles se consideran «dominio público» por la Torá es muy difícil acondicionarlas y transformarlas en «dominio privado», pues para ello es necesario rodear toda la ciudad con un cerco e instalar portones de acceso a la misma y preocuparse por cerrarlos por la noche. Mientras esto no se hace, está prohibido cargar en nuestras ciudades y pueblos.

Sin embargo, si nuestras calles son consideradas «carmelit», esto es, «dominio público» por decreto rabínico, se pueden acondicionar fácilmente para transformarlas en «dominio privado» en el cual se permite cargar. Esto se logra rodeando la ciudad con una «tzurat hapetaj» o «forma de portón», esto es, postes sobre cuyos extremos superiores se amarran cables que forman una especie  de forma de portón entre cada columna y columna (adelante 29:2-3).

Primeramente recordemos que las labores prohibidas en Shabat las aprendemos de las que fueron necesarias para erigir el Tabernáculo. Cuando la Torá nos ordenaba no realizar labores en Shabat se refería a que cesemos la labor de preparación del Santuario que realizábamos en el desierto, y por ende, el «dominio público» también lo aprendemos de la realidad del desierto. Dado que la vía principal en el campamento de Israel tenía un ancho de diez codos (7.3 m.) por el que podían pasar al mismo tiempo dos carretas que cargaban los enseres del Tabernáculo, a partir de un ancho de dieciséis codos y en adelante un área o calle se considera «dominio público». Sin embargo, los sabios medievales debatieron respecto de si el número de personas que transita por la calle influye o no en su definición.

Hay juristas que opinan que toda calle o mercado que sirve al público en general y cuyo ancho es de dieciséis codos se debe considerar «dominio público» según la Torá, sin importar cuántas personas transitan a diario por allí (Rambám, Rabenu Tam, Rambán, Rashbá y muchos otros). Según esta idea, nuestros «Eruvím» que son hechos con forma de portón («tzurat hapetaj») no sirven, pues en nuestras ciudades existen calles cuyo ancho supera los dieciséis codos (7.3 metros). Además, según esta idea, mientras haya calles con un ancho de dieciséis codos, el «Eruv» con forma de portón tampoco sirve para aquellas cuyo ancho es menor, pues la existencia de «dominio público» según la Torá dentro de una superficie rodeada de «tzurot hapetaj» – «formas de puerta»- (de una ciudad) deja sin efecto la utilidad de las  «formas de portón».

Otros juristas sostienen que por cuanto que en el campamento del pueblo de Israel en el desierto había seiscientos mil hombres adultos («shishím ribó»), que todos necesitaban asistir al Tabernáculo para ayudar en su construcción y escuchar Torá de boca de Moshé, de los cohanim y los leviím; el «dominio público» es un camino o mercado cuyo ancho es por lo menos dieciséis codos y diariamente transitan por él seiscientas mil personas. Todo camino por el cual transitan diariamente menos de seiscientas mil personas es considerado «carmelit» o «zona intermedia» (Baal Halajot Guedolot, Rashí, Sefer Mitzvot Guedolot, Rosh y muchos otros). Hay quienes explican este enfoque diciendo que aunque no todos los días pasan por allí seiscientas mil personas pero de vez en cuando esto sí ocurre, igualmente se considera esa área como «dominio público», ya que en el desierto no todos los días todos los hombres pasaban por la vía principal que conducía al Tabernáculo. En la práctica, sólo en ciudades enormes como New York o Ciudad de México existen calles por las cuales transitan seiscientas mil personas diariamente. Empero, en otras ciudades grandes no existen calles con semejante cantidad de gente que las transite a diario por lo que no se las considera «dominio público» según la Torá  y entran en la categoría de «carmelit» o «dominio público» por decreto rabínico, por lo que se puede permitir cargar cosas en su interior si la ciudad es rodeada mediante «formas de portón». Según esta idea, el «dominio público» según la Torá aplica principalmente a caminos interurbanos por estar destinados a todo el público y no solamente a los habitantes de una localidad específica, por lo que se los considera «dominio público» aunque no los transiten seiscientas mil personas a diario.

09 – En la práctica.

En la práctica, se acostumbra a actuar conforme a la opinión más flexible, por lo que en nuestras ciudades se permite cargar siempre que haya un «Eruv» conformado por «formas de puerta o portón». Empero, cabe preguntar, si la mitad de los juristas son más estrictos y entienden que la «forma de portón» no sirve para acondicionar nuestras ciudades y transformarlas en «dominio privado» ya que poseen calles cuyo ancho excede los dieciséis codos (7.3 m.), ¿cómo es que la mayoría del pueblo de Israel siguió la opinión flexible tratándose de una duda que surge en un precepto de la Torá ante la cual corresponde adoptar la opción más estricta?

La respuesta es simple, en casos excepcionales en los cuales es muy difícil adoptar la opinión estricta, se difundió en el seno del pueblo de Israel la costumbre o praxis de acogerse a la opinión más flexible a pesar de tratarse de una duda respecto de un precepto de la Torá. De hecho es muy difícil adoptar la opinión estricta ya que quienes lo hacen tienen prohibido cargar cosa alguna en sus bolsillos, ni pañuelos ni cosas semejantes, y a veces esto es muy necesario. Según esta opinión las familias no pueden visitarse unas a otras en Shabat pues no pueden pasar por el «dominio público» con el carrito que carga al bebé, sus pañales y su biberón. Por ello, dado que la mitad de los juristas decidieron que se puede adoptar la actitud flexible, confiamos en ésta por carecer de alternativa.

Además, es necesario agregar que, en realidad, en esta discusión no se enfrentan fuerzas equivalentes pues existen otras condiciones para determinar que un área es «dominio público», y si se toman todas en cuenta resultaría que en opinión de la mayoría de los juristas nuestras calles carecen del status de «dominio público» según la Torá, por lo que el «Eruv» hecho a base de «formas de portón» habilita a cargar. Primeramente, en opinión de varios juristas, según la Torá el «dominio público» aplica únicamente cuando la calle atraviesa toda la ciudad de principio a fin en línea recta, empero si el trazado de la calle posee alguna curvatura ya no se trata del «dominio público» al que se refiere la Torá. En la mayor parte de las ciudades no hay una calle semejante y por lo tanto se puede confiar en el «Eruv» hecho a base de «formas de portón» –»tzurat hapetaj»-. Además, algunos de los juristas sostienen que el trazado cuadriculado de las calles de nuestras ciudades lleva a que todas las calles estén rodeadas por tabiques desde tres direcciones geográficas por lo que no son «dominio público» según la Torá, y por lo tanto el Eruv hecho a base de «formas de portón» habilita a que se cargue en estas (Aruj HaShulján y Jazón Ish). Además, existen otras consideraciones que permiten adoptar una actitud flexible.

Si unimos o combinamos todas las opiniones existentes resulta que de acuerdo a la mayoría de los juristas nuestras calles son consideradas «carmelit» y se puede autorizar la carga mediante un «Eruv» hecho a bases de «formas de portón».

Sin embargo, según la opinión de muchos, dado que esto se refiere a una duda respecto de un precepto de la Torá, corresponde a priori,  adoptar la opinión más estricta y no respaldarse en este tipo de solución en ciudades que poseen calles con un ancho superior a los dieciséis codos.

10 – Vestir una prenda no se considera «transportar».

Está permitido vestir ropa, calzar zapatos, portar sombreros y salir con estos al «dominio público». Esto obedece a que la ropa es secundaria respecto de la persona y mientras se la viste es considerada parte de su cuerpo, por lo que al llevarla puesta no se trasgrede la prohibición de «cargar».

Asimismo, las ropas destinadas a circunstancias especiales son secundarias al cuerpo. Por lo tanto se permite vestir sobre un abrigo una cobertura especial de nylon a prueba de agua, pues hay quienes acostumbran a vestirlo en días de lluvia. Además, se permite llevar galochas sobre los zapatos o ponerse dos pares de medias pues en invierno hay quienes acostumbran a hacerlo. Igualmente, se permite vestir dos camisas, una encima de la otra, pues hay quienes acostumbran a hacerlo así. Por lo tanto, si una persona quiere llevarle a su amigo una camisa atravesando el «dominio público», podrá vestirla sobre la suya y así alcanzársela incluso durante el verano. Empero, si tomó la prenda con sus manos o se la puso al hombro y salió al «dominio público» – trasgredió una prohibición de la Torá.

También en el caso de algo que no se considera vestimenta, quien se envuelve con ello tal como se acostumbra a hacer con ropa, podrá salir con ello al «dominio público». Por ejemplo, una mujer que quiere llevar por el «dominio público» una frazada o un mantel podrá envolverse en estos y así pasarlos a otro dominio; una mujer que va a la «mikve» podrá envolverse en la toalla y llevarla así por el «dominio público». La regla general indica que todo aquello que se puede llevar puesto como prenda se lo puede cargar (Shulján Aruj 301:35-36).

Los sabios decretaron, como prevención que no se salga al «dominio público» con ropa que se puede caer. Sin embargo, se permite salir con kipá puesta a pesar de que no esté firmemente fijada, pues si se cae no se teme que alguien la cargue cuatro codos ya que la halajá indica que no se puede caminar esta distancia  con la cabeza descubierta. Por lo tanto, ni bien la persona recoge su kipá, la devuelve a su cabeza de inmediato y no se teme que la «cargue» cuatro codos (Shulján Aruj 301:7, Mishná Berurá 153).

Respecto de los guantes hay quienes dicen que no se debe salir con ellos en un sitio que no está rodeado por un «Eruv», para prevenir que si a la persona le da calor se los quite, los coloque en el bolsillo y los cargue cuatro codos en el «dominio público» – trasgrediendo así la prohibición de la Torá. A priori, corresponde adoptar la actitud más estricta y la costumbre extendida es de acuerdo a la opinión más flexible (Shulján Aruj 301:37, ver Beur Halajá allí).

Los juristas debatieron respecto de la cobertura especial de nylon que se  coloca sobre los sombreros como protección para los días de lluvia. Hay quienes lo prohíben pues no se trata de una prenda sino de un protector de la misma, mientras que otros lo permiten pues consideran que, efectivamente se trata de una prenda. Quien quiera adoptar la opinión más flexible puede hacerlo.

11 – ¿Qué cosas son secundarias a una prenda y qué hacer con los botones de reserva?

Además de la ropa, todo aquello que se acostumbra a unir a esta, por ejemplo bolsillos y botones, es considerado secundario al cuerpo y no se prohíbe transportarlo. Si bien cuando una persona lleva botones en su mano o sus  bolsillos trasgrede la prohibición de «transportar», en el caso de los que se acostumbra a añadir a una prenda son considerados secundarios a la misma y parte de esta,  al igual que la etiqueta de la fábrica que elaboró la prenda. Asimismo, se permite vestir una prenda que viene unida a una capucha aunque esta se extienda o cuelgue hacia atrás y no se tenga intención de ponerla, puesto que es parte integral del abrigo. De la misma forma, lo que se acostumbra a unir a la prenda para adornarla se lo considera parte integral de la misma, por ejemplo, los botones de la manga del traje o la pluma que se adhiere a un sombrero.

Respecto de los botones de reserva surgió una interrogante, ya que estos no sirven funcionalmente a la prenda ni la decoran sino que se los cose en una zona oculta de la misma para que si un botón entre los visibles – se cae se tenga otro a mano para reemplazarlo. Hay juristas que sostienen que por cuanto que no agregan nada a la prenda y tienen importancia – no se puede salir con estos al «dominio público» (Jazón Ish 56:3). Según la opinión mayoritaria de los juristas, se puede salir con los botones de reserva adheridos a la prenda, y por cuanto que se acostumbra a proveer a la ropa de estos se los considera parte integral de la misma y secundarios a esta. Lo mismo ocurre con la lengüeta de la cual se cuelga el abrigo en el perchero, pues si se rompe de un lado, aunque en algún momento la habremos de reparar, se considera secundaria a la prenda y se permite salir con esta al «dominio público». Dado que se trata de un debate respecto de una norma rabínica, se adopta la opinión más flexible.

12 – Accesorios para el cuerpo, lentes y vendas.

Así como se permite andar por el «dominio público» llevando ropa sobre el cuerpo por ser esta secundaria al mismo, de la misma manera se permite salir al «dominio público» con los demás accesorios corporales por ser igualmente considerados secundarios al cuerpo (Shulján Aruj 301:22). Por ejemplo, se permite a personas con discapacidad auditiva salir al «dominio público» llevando audífonos en sus oídos (arriba 17:3) y, a los miopes salir con anteojos por ser estos secundarios al cuerpo. Sin embargo, se prohíbe salir con lentes de sol al «dominio público» pues se teme que al arribar a un sitio sombreado sean colocados en el bolsillo y luego transportados. En el caso de una persona que necesita usar lentes de sol por sensibilidad ocular y que por ende no se los quita en áreas sombreadas, podrá llevarlos en el «dominio público» pues no se teme que los cargue en su mano (ver Shmirat Shabat Kehiljatá 18:18, Yalkut Iosef 301:35).

Asimismo, una curita o venda que están atadas o pegadas firmemente al cuerpo para curar una herida o protegerla son consideradas accesorios que sirven al cuerpo y por lo tanto se las puede portar en el «dominio público». A quien le duele una mano, puede también salir al «dominio público» con un cabestrillo amarrado al cuello; también puede salir con un aparato de ortodoncia en la boca pues como todos estos sirven al cuerpo se los considera secundarios a este (Shulján Aruj 301:28, Mishná Berurá 108, Shmirat Shabat Kehiljatá 34:29).

13 – Bastón, perro guía y silla de ruedas.

Una persona renga que para caminar necesita ayudarse de un bastón puede andar con éste por el «dominio público» pues este es considerado como sus propios calzados ya que sin él no puede andar. Sin  embargo, si la persona puede caminar sin bastón aunque sea con gran dificultad, no podrá salir con este al «dominio público» (Shulján Aruj 301:17).

En el caso de un no vidente que usa bastón en los días de la semana, si puede prescindir de este, se transforma para él en carga y no puede llevarlo por sitios que carecen de «Eruv» (Shulján Aruj 301:18). En caso de que no pueda caminar sin bastón, entre otros motivos por no conocer el sitio donde se dirige, podrá salir con el mismo (Aruj Hashulján 301:72).

Se permite a un ciego salir al «dominio público» con un perro guía, y  a pesar de que sostiene la correa que va amarrada al collar del canino, no hay prohibición porque la correa siempre va aferrada al perro y es secundaria a su cuerpo – por lo que no se «carga» (Igrot Moshé Oraj Jaím 1:45, Menujat Ahavá III 27:49, ver Shmirat Shabat Kehiljatá 18 observación 62, y arriba 20:2).

En el caso de una persona minusválida que anda en silla de ruedas a la que impulsa mediante sus manos, puede salir en esta al «dominio público» pues la silla es considerada como si fuera su calzado (Shulján Aruj 301:16-17, Igrot Moshé Oraj Jaím 4:90). Sin embargo, si un minusválido no puede impulsar su silla por sus propios medios, está prohibido llevarlo, tal como se prohíbe llevar o cargar un bebé que no puede andar solo por el «dominio público» o «carmelit» (Mishná Berurá 308:153). A los efectos de cumplir un precepto o en caso de gran necesidad, se le puede pedir a un no judío que lleve al minusválido en su silla (arriba 9:11).

14 – Joyas

Tal como aprendimos, la regla indica que la prohibición de «transportar» no aplica a objetos secundarios al cuerpo por lo que se puede salir al «dominio público» con todo tipo de vestimentas. Según este criterio, en el caso de las joyas que adornan a la persona, mientras estén puestas en o sobre el cuerpo o pendan de la ropa, se las considera secundarias respecto a este y al portarlas en el «dominio público» no se trasgrede la prohibición de «transportar».

Sin embargo, los sabios temieron que una mujer quiera mostrar a su amiga una de las joyas que lleva puesta, se la quite, la sostenga con la mano y por distracción camine cuatro codos en el «dominio público» trasgrediendo así la prohibición de la Torá. Por lo tanto, prohibieron llevar en Shabat todo tipo de joyas que puedan ser quitadas para mostrar, entre ellas, aritos, pulseras, anillos cadenitas y vinchas.

Sin embargo, ya en días de los sabios medievales (rishonim) las mujeres acostumbraban a salir en Shabat portando sus joyas. Los juristas debatieron respecto de esta costumbre; unos opinaban que desde el punto de vista de la norma se trata de una prohibición rabínica, empero, estos no protestaron ya que la praxis se extendió por todo el pueblo de Israel y calcularon que de expresar reserva no serían escuchados. Esto los llevó a preferir no publicar la prohibición ya que es mejor que las mujeres trasgredan involuntariamente a que lo hagan con intención.

Hay juristas que hablaron en favor de esta práctica y explican que la prohibición de los sabios obedece al temor de que las mujeres carguen las joyas cuatro codos en el «dominio público» trasgrediendo así la prohibición de la Torá. Empero, hoy día, que muchos juristas consideran que el «dominio público» tal como está definido no coincide con el criterio de la Torá, aunque se carguen las joyas no se trasgrede una prohibición por parte de ella. Por ende no hay lugar para decretar otra limitante rabínica, siguiendo la regla de que no se decreta una prohibición rabínica sobre otra ya existente («ein gozrin gzeirá ligzeirá»).

Otros juristas opinan que hoy día las joyas son más comunes y no cabe temer que una mujer que va por la calle se quite una para mostrársela a su  amiga por lo que se puede salir con estas inclusive en un área que se defina como «dominio público» según la Torá.

Dado que el fundamento de la prohibición se origina en los sabios, se puede confiar en la opinión más flexible. Es así que las mujeres acostumbran a salir con joyas en áreas que carecen de «Eruv».

15 – El reloj, la llave, el documento de identidad y las medicinas.

Los juristas debatieron respecto del reloj de mano. Algunos opinan que se puede llevar puesto en el «dominio público» únicamente si funge como joya, y la prueba de cuál es su status se presenta cuando este deja de funcionar. Si en este caso se acostumbra a quitarlo es señal de que no tiene el carácter de joya y se usa únicamente para saber la hora. Entonces, por cuanto que no cubre una necesidad del cuerpo, está prohibido llevarlo por el «dominio público» en Shabat.

Sin embargo, si por ejemplo se trata de un reloj de oro y cuando  deja de funcionar se lo sigue portando por ser bonito, queda claro que se trata de una joya y se permite llevarlo puesto por el «dominio público».

Muchos juristas consideran que debe ser considerado ropa dado que el reloj va adjunto al cuerpo como si fuera una prenda de vestir, y cuando no se lo porta la persona siente que algo en su indumentaria falta. Además, la manera de usarlo es mirándolo mientras permanece junto al cuerpo por lo que se lo considera secundario a este, y se lo ha de considerar como una prenda o una joya; siendo así se permite salir con este al «dominio público». La opinión principal es la flexible, y quien adopte la estricta será bendecido.

A quien vive o se aloja en un sitio que carece de «Eruv» se le presenta un grave problema al salir de su casa pues no sabe qué hacer con la llave. La solución es usarla como hebilla del cinturón. Esto es, tomando un cordón por el cual habrá de pasar la llave, atándolo con un nudo de corbata y usándolo como cinto en el cual la llave cumple la función de hebilla; de este modo podrá salir libremente al «dominio público» (Shmirat Shabat Kehiljatá 18:49-50).

Hay países en los cuales está prohibido andar por la calle sin documento de identidad y cuando una persona precisa hacerlo en Shabat en virtud de una gran necesidad o a los efectos de cumplir un precepto, que lo transporte de un modo diferente al habitual, por ejemplo, llevándolo bajo el sombrero o dentro de su camisa de modo tal que el documento en cuestión no se caiga a causa del cinturón y de esta forma se transporta mediante «Shvut Deshvut». Este método está autorizado por los sabios en caso de gran necesidad o a los efectos de cumplir con un precepto (arriba 9:11).

En el caso de un enfermo a quien el médico le prescribió no salir de su casa sin una medicina determinada, podrá hacerlo en caso de gran necesidad o a los efectos de cumplir un precepto siempre y cuando cargue el remedio de un modo diferente al habitual. En este caso, es correcto que quien se pliega a esta actitud flexible no se pare en el «dominio público» sino que camine por este sin pausa hasta llegar al «dominio privado» deseado (Shmirat Shabat Kehiljatá 40:7).

En el caso de un área que no está rodeada por un «Eruv» y existe un imperativo de seguridad y salvaguarda de la vida («pikuaj nefesh») que requiere que personas carguen armas y teléfonos celulares, podrán salir portándolos a todos los sitios que se acostumbra a  ir en Shabat. El teléfono se habrá de cargar de un modo diferente al habitual, mas el arma se habrá de portar del modo habitual ya que hacerlo de un modo diferente implica riesgos. Se prohíbe salir en Shabat con arma y medios de comunicación si se trata de un paseo. Esta norma se explicará en detalle más adelante (27:17).

01 – El precepto de preservar el carácter de día de descanso del Shabat.

La Torá nos ordenó no realizar labores el día sábado, tal como estás escrito (Shemot 20:10): «pero el día séptimo, Shabat, lo consagrarás  al Eterno tu D´s, y ese día no harás labor alguna». Esto se refiere a las treinta y nueve labores mediantes las cuales se erigió el Tabernáculo, tal como le fue explicado a Moshé en Sinaí (ver arriba 9:1-2). Por su parte, nuestros sabios decretaron límites a los preceptos emanados de la sagrada Torá – esto es «Syaguim laTorá»-, a los efectos de que las personas no realicen acciones por efecto de las cuales puedan llegar a trasgredir alguna de las labores prohibidas por la Torá (arriba 9:3-4). Además se nos ordenó cesar en nuestras labores el día sábado, tal como está escrito (Shemot 23:12): «trabajarás seis días y al séptimo descansarás». La intención de estas palabras es que no solamente no realicemos labores en Shabat sino que además reposemos y descansemos del esfuerzo y el trabajo, esto es, que nadie abra su tienda ni transporte carga alguna como preparativos para su labor de los días de la semana. Si bien quien realiza estas acciones no trasgrede ninguna de las treinta y nueve labores, de todas maneras deja sin efecto el precepto de la Torá de descansar el día sábado (Rambán Vaikrá 23:24, ver Rambám 21:1, ver la próxima halajá).

Como continuación de esto, aprendimos de los profetas que es necesario preservar el carácter del Shabat como día honorable y sagrado, día en el cual no nos ocupemos de cuestiones comunes o mundanas; y quien así lo hace recibe una gran recompensa. Tal como está escrito (Ishaiahu 58:13-14): «Si te abstuvieres por el Shabat de tu camino, de hacer tus deseos en el día consagrado a Mí. Empero, llamares al Shabat deleite, al día consagrado por HaShem y glorificado, y lo honrares al no emprender tus caminos ni hallar tu deseo, ni hablar palabra. Entonces te deleitarás ante HaShem, y te llevaré hasta las cumbres de la tierra, y te nutriré de la heredad de Jacob, tu patriarca, pues el Verbo de HaShem, lo ha hablado».

De lo dicho por el profeta, nuestros sabios aprendieron numerosas indicaciones respecto del Shabat cuyo común denominador refiere a que la conducta de la persona debe ser distinta en este día a la de los demás días de la semana. Así se expresaron (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 113(A)): «y lo honrares– significa que tu indumentaria sabática no sea como la de los días de la semana…  no andando durante él en tus propios caminos– no habrás de caminar en Shabat igual que en los días de la semana. Ni ejerciendo tu negocio– tus ocupaciones están prohibidas, mas aquellas referidas a cuestiones celestiales están permitidas.  Ni hablando de él– tu conversación sabática no habrá de ser como la de la semana. Hablar de cosas comunes está prohibido, mas pensar en estas está permitido» El status de estas indicaciones es superior al de los decretos de los sabios ya que se originan en el precepto de la Torá de «descansar» o «cesar» («lishbot») y sus principios se elucidan en las palabras de los profetas por lo que se las considera en el nivel de «divrei kabalá» o «tradiciones heredadas» de estos.

Los preceptos referidos a honrar y deleitar el Shabat ya los explicamos (cap. 2, 4, 5, 7). La acción de honrar el Shabat se manifiesta mediante la vestimenta, el aseo del cuerpo, la preparación de la casa y el encendido de velas. El deleite se manifiesta en las comidas sabáticas, el descanso y el estudio de Torá. En este capítulo explicaremos los preceptos y las restricciones destinados a preservar el carácter del Shabat como día sagrado y de descanso.  Estos preceptos son la base de todo lo que nuestros sabios prohibieron por tratarse de «Ovadín Dejol» o acciones mundanas, esto es, que toda acción que es significativamente característica de los días de la semana esté prohibida en Shabat, por ejemplo, juegos de pelota entre adultos, natación, gimnasia, andar en bicicleta y la prohibición de «Muktsé» a los efectos de preservar el Shabat como día de descanso (como se verá en el próximo capítulo). Asimismo, nuestros sabios prohibieron tocar instrumentos musicales en Shabat (adelante 17-19).

Si bien el status de los preceptos de preservar el carácter del Shabat como día de descanso y de no realizar en este día acciones mundanas («Ovadín Dejol») es superior al de las restricciones decretadas por los  sabios, desde el punto de vista de la práctica halájica estas últimas son más estrictas. Esto obedece a que las restricciones de los sabios, por ejemplo, la prohibición de realizar una labor de un modo no habitual – «shimui»- o decirle  a un no judío que la realice – se prohíben aunque sean a los efectos de poder cumplir con un precepto (ver arriba 9:3-4, 11), mientras que las restricciones destinadas a preservar el carácter del Shabat se pueden flexibilizar si se trata de cumplir con un precepto (tal como se explicará a lo largo del presente capítulo). Existen prohibiciones constituidas por estos dos principios las cuales, desde la perspectiva del mandato de preservar el carácter sabático, podrían flexibilizarse y permitirse el hacerlas a los efectos de cumplir con un precepto, pero que por tratarse de decretos restrictivos emanados de los sabios no se las puede trasgredir con ese fin.

02 – Compra-venta.

Está prohibido comprar o vender en Shabat y quien abre una tienda, vende y compra en Shabat igual que en un día de la semana, aunque tenga cuidado de no realizar ninguna de las treinta y nueve labores deja sin efecto un precepto de la Torá. Esto se debe a que la Torá ordenó que Shabat sea un día de descanso o «shabatón» (Shemot 31:15) y quien comercia en su tienda no descansa («shobet») (Rambán Vaikrá 23:24, Ritba, Jatam Sofer). Respecto de Nejemías, líder judío de inicios del Segundo Templo (13:15-21), se cuenta que al llegar a Jerusalém se encontró con que en Shabat el mercado funcionaba, «y allí vivían también comerciantes que traían pescado y otras mercancías que vendían los sábados a los hijos de Iehudá y en Jerusalém. Entonces me peleé con los principales de Iehudá y les dije: ¿Qué cosa mala es esta que hacéis profanando el Shabat? ¿No es lo mismo que hicieron vuestros padres haciendo recaer la ira de D´s sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Queréis acarrear aún más males sobre Israel profanando el Shabat?». A raíz de estas palabras los comerciantes comenzaron a vender sus mercancías en Shabat pero fuera del perímetro de las murallas de la ciudad, en virtud de lo cual Nejemías ordenó cerrar los portones de la ciudad durante todo el día. Pero los mercaderes y vendedores de toda clase se quedaban fuera de Jerusalém. Entonces les advertí diciéndoles: ¿Por qué os quedáis junto a la muralla? Si lo hacéis de nuevo os echaré mano. Desde entonces no vinieron más en día sábado«.

Todo esto se refiere a quien comercia habitualmente en Shabat y por lo tanto trasgrede una prohibición de la Torá, empero, quien compra o vende eventualmente en Shabat a los efectos de disponer del objeto en cuestión en días de la semana trasgrede una tradición heredada («divrei kabalá») de los profetas, tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): «y lo honrares no andando durante él en tus propios caminos, ni ejerciendo tu negocio ni hablando de él», esto es, que una persona no se ocupe de sus cuestiones mundanas en Shabat (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 113(A)). Sin embargo, de lo expresado en el profeta no aprendemos aún que existe una prohibición de comprar o vender a los efectos de poder cumplir con un precepto, por lo que los sabios establecieron un cerco en torno a la Torá y prohibieron todo tipo de compra venta, aunque sea a los efectos de cumplir con un precepto, no sea que por realizarla se termine escribiendo (Rashí y Tosafot a Beitzá 37(A), Mishná Berurá 306:11). Solamente a los efectos de cumplir con el precepto de habitar la tierra de Israel, en Shabat se permitió comprar un inmueble a un no judío de modo tal que éste sea quien escriba el contrato y tome el dinero por sí mismo (Shulján Aruj 306:11, Eliahu Rabá 22, Umor Vektziá, no como Maguén Abraham 19, ver arriba 9:12).

En virtud de la prohibición de compra – venta hay quienes son estrictos y se abstienen de subastar las «aliot» o bendiciones durante la lectura de la Torá. Muchos acostumbran a adoptar una actitud flexible en esta cuestión y tienen en qué respaldarse, ya que de hecho no se efectivizan ni el pago ni la adquisición en Shabat, y el compromiso de dinero que se asume se  considera que es a los efectos de cumplir con un precepto (Mishná Berurá 306:33, Iejavé Da´at 2:41). Sin embargo, si el monto que se recauda de los donativos de la subasta de las bendiciones a la Torá es bajo, no justifica flexibilizar la norma ni justifica hacer perder tiempo al público presente.

03 – Recibir productos de una tienda o un restaurante.

Quien requiere de alimentos para las comidas sabáticas porque le llegaron  invitados o no se preparó adecuadamente, puede dirigirse al dueño de la tienda y pedirle alimentos, siempre que lo haga discretamente y no se hable de la paga en Shabat, sobreentendiéndose que tras concluir el Shabat vendrá a saldar la cuenta. Esto es, se pide al dueño de la tienda los alimentos de la manera en la cual se le pide prestado a un vecino, sin mencionar la cuestión de la «compra», la «venta» o el «pago». Está permitido decirle al dueño de la tienda que tras concluir el Shabat o en el correr de la semana se pondrá en contacto con él y se pondrán de acuerdo. Si bien el dueño de la tienda entiende de lo antedicho que el cliente tiene la intención de pagar, esto está permitido, dado que no se mencionó explícitamente el tema del pago sino solamente se insinuó.

En este caso, es importante que no se mencione el precio de los productos ni se pesen o midan, tal como se acostumbra hacerlo durante la semana  a los efectos de establecer el importe a ser abonado. Sin embargo, se permite llenar un recipiente no destinado a mediciones y definir que al día siguiente se lo habrá de medir y en función del resultado se habrá de establecer el importe; empero, no se debe mencionar el tema del «pago» en la conversación. Asimismo, se permite llenar un recipiente destinado a mediciones a los efectos de llevar en este los productos deseados, pero se prohíbe medir en este la cantidad requerida para luego pasarlo al recipiente del cliente, pues entonces queda claro que se trataba de una medición.  Se permite también pedir al dueño de la tienda cinco naranjas, o cinco botellas ya que este número no menciona la venta sino que es la forma de expresar la cantidad requerida. Si la persona en cuestión ya llevó anteriormente productos de ese tipo de la tienda, se prohíbe que en el diálogo se mencione la deuda acumulada y calcular la adición generada en virtud de lo que se lleva en ese momento (Shulján Aruj 323:1-4, Mishná Berurá 20, Shmirat Shabat Kehiljatá 29:18.25).

Si el dueño de la tienda cree que el cliente no habrá de recordar de pagarle después de Shabat, podrá pedirle que deje un objeto o una prenda, pero no dirá que se trata de una garantía u objeto empeñado tal como se diría en  los días de la semana (Ramá 307:11).

En el caso de quien en Shabat se lleva productos alimenticios de una tienda no habrá de hacerlo en una caja grande tal como se acostumbra a hacer en los días de la semana, para que las personas no piensen que los transporta a los efectos de comercializarlos. En ese caso, habrá de cargarlos con su mano o al hombro tal como se llevan alimentos a un ágape. Aunque el modo diferente de transportarlos implique ir varias veces a la tienda, es mejor caminar abundantemente a parecer que se comercia. Si en la casa hay invitados que esperan para sentarse a comer, se podrá apurar en transportar todos los alimentos de una vez tal como se haría en un día de la semana. Asimismo, si la persona va a un sitio en el cual las personas no habrán de sospechar que trae productos para comercializar, podrá llevarlos del modo habitual a los efectos de ahorrarse la caminata (opinión o «iesh omrim» en el Shulján Aruj 323:5, Mishná Berurá 25, Ramá 510:8).

El dueño de una tienda o un hotel interesado en permitir a sus clientes recibir productos en Shabat, puede vender antes del día sagrado tarjetas de diferentes colores de modo tal que quien entregue al vendedor o al mesero una tarjeta amarilla reciba la primer comida sabática, al entregar una tarjeta verde reciba la segunda comida, tarjeta roja una bebida, tarjeta azul un pastel etc. Cuando los colores no son suficientes para los diferentes productos, se permite escribir sobre la tarjeta el nombre del producto que quien la detente será acreedor de recibirlo mas no su precio, ya que de esa forma la tarjeta se transforma en un documento económico el cual se prohíbe leer en Shabat (Mishná Berurá 307:50, Shmirat Shabat Kehiljatá 29:26).

04 – Préstamo y regalo.

Tal como se prohíbe comprar y vender en Shabat, se prohíbe también prestar o cobrar una deuda, ya que en esos casos se acostumbra a anotar en documentos y se teme que las personas terminen escribiendo. Por lo tanto, quien necesite pedir a su amigo algún tipo de alimento, vestimenta o silla para el Shabat, habrá de hacerlo mediante una expresión que indique que se trata de un «préstamo» ya que no se acostumbra anotar objetos prestados. Si se trata de un idioma (como el español n. de t.) en el cual no hay diferenciación, como en el hebreo, entre un préstamo de dinero («halvaá») y el préstamo de un objeto («hash´alá») se deberá decir «dame» y no «préstame». Si quien presta teme que quien pidió olvide devolver el objeto en cuestión, podrá pedirle que le deje otro objeto, mas no dirá que se trata de una garantía como se acostumbra a hacer en los días de la semana (Talmud Babilonio Tratado  de Shabat 148(A), Ramá 307:11). Si quien pidió se equivocó y dijo «préstame» (halvaá, esto es, préstamo de dinero) se le habrá de responder que está prohibido realizar un «préstamo» económico en Shabat pero que le podrán «dar prestado» (en el sentido de «hash´alá»)  el objeto (Shulján Shlomó 307:15:2).

Según la opinión de algunos juristas está prohibido entregar o recibir regalos en Shabat, ya que al momento de realizarse el obsequio el objeto  pasa del dominio de quien entrega al de quien lo recibe, lo cual se asemeja a una compra-venta (Maguén Abraham 306:15, Birjei Iosef 7, Mishná Berurá 33). Otros juristas consideran que se puede entregar un presente en Shabat pues no se firman documentos a la hora de hacerlo (Beit Meir según Rif y Rambám). A priori, se actúa conforme a la opinión más estricta y no se entregan presentes en Shabat, empero, en caso de necesidad, si es para cumplir con un precepto, todos coinciden que se puede (Shulján Aruj Oraj Jaím 658:3-4). Por lo tanto, se permite obsequiar en Shabat recipientes o alimentos necesarios para la comida sabática (Mishná Berurá 306:33). Asimismo, se permite entregar premios a niños que participaron del estudio de la Torá, pues estimularlos a hacerlo se considera una necesidad para el cumplimiento de un precepto.

En el caso de quien quiera entregar un regalo de Bar Mitzvá en Shabat, es mejor que haga la acción de «kinián»[1] antes de que el Shabat inicie. Esto es, se le pide a una persona que eleve el regalo (lo tome con sus manos y lo eleve) y de esa forma convertirlo en propiedad del homenajeado antes de entrar Shabat (como si lo estuviera adquiriendo para el joven Bar Mitzvá). En Shabat, se le hace entrega del objeto que ya le pertenecía desde la víspera. De no hacerse así, se puede depositar el regalo en custodia hasta que concluya el Shabat, y entonces el obsequiado hace posesión del mismo (Shmirat Shabat Kehiljatá 29:31). Hay quienes adoptan una actitud más flexible y entregan al homenajeado un presente pues alegrarlo contiene un cierto elemento preceptivo (Eliahu Rabá y Jatam Sofer). En caso de necesidad se puede confiar en estas opiniones (Sridei Esh 2:26).

Se prohíbe realizar en Shabat  un sorteo que defina quién habrá de recibir una porción determinada de comida ya que cada uno quiere recibir la más grande y la más sabrosa, y por ende se teme que se llegue a mencionar el precio de la misma así como a medirla y pesarla. Además, el sorteo implica trasgredir la prohibición de jugar a los dados. Cuando las porciones no son de idéntico precio no se permite sortearlas ni siquiera entre los residentes de la casa. Empero si las diferentes porciones son de precio idéntico, los miembros de la familia pueden sortearlos (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 148(B), 149(A), Shulján Aruj 322:6, adelante 22:8). Se permite sortear el honor de subir a la Torá o recitar Kadish pues no hay aquí nada que requiera cálculo o medida (Mishná Berurá 322:24).


[1].  Acto legal que define y concluye una compra-venta. Hay que saber que según la halajá ninguna transacción comercial puede cerrarse sin un acto físico que la concluya (el tipo del acto dependerá de diversos factores). El «kinián» se utiliza para legalizar un compromiso o para designar un emisario (shlijut, cuando se realiza el kinián de shlijut el emisario no será un simple intermediario, sino que actuará como si fuera la misma persona que lo designó). Es necesario que quien efectúa un kinián tenga determinada edad y posea una capacidad de entendimiento mínima (n. de e.).

05 – Funcionamiento de tribunales, casamientos, ofrendas y diezmos.

Los sabios prohibieron que los tribunales deliberen o se ejecuten sus castigos en Shabat. Asimismo, se prohibió llevar a cabo compromisos, casamientos, divorcios, «jalitzá» y «ievum«[2]. Estas prohibiciones fueron decretadas por temor a que se escriba (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 37(A)). Asimismo, se prohíbe rescatar al hijo primogénito (ceremonia de «Pidión Haben») pues se asemeja a un acto de compra-venta, por lo tanto, si el día treinta y uno desde el nacimiento del niño cae en Shabat la ceremonia se posterga para el domingo. Tampoco se permite consagrar, anatemizar (hacer del mismo un «jerem») o valuar un objeto para el Templo de Jerusalém pues al consagrarlo se lo transfiere a un dominio superior lo cual se asemeja a una compra-venta. Sin embargo, se permite asumir un compromiso de dar «tzedaká» pues al comprometer la suma aún no se hizo posesión de la misma. En caso de que se haya comprado, vendido o realizado alguna de estas acciones en Shabat, lo hecho,  hecho está (Mishná Beitzá 36(B), Shulján Aruj 339:4).

No se separan diezmos, ofrendas o jalá en Shabat pues quien lo hace se asemeja a quien consagra sus frutos a un dominio superior amén de que parece como si los repara o arregla (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 36(B), Rambám 23:14). Si la persona, por error, separa diezmos u ofrendas no intencionalmente, se puede comer de estos frutos en Shabat. Si los separó intencionalmente, lo hecho hecho está y los frutos están permitidos, mas están prohibidos para cualquier judío hasta concluido el Shabat (Mishná Terumot 2:3, Mishná Berurá 339:25).

En el caso de que alguien tema que no habrá de alcanzar a separar diezmos y ofrendas de frutas a ser ingeridas en Shabat, antes de iniciarse el sagrado día que recite el texto de la separación de las frutas que habrá de apartar el sábado sin pronunciar la bendición correspondiente. El recitado en víspera de Shabat es el inicio de la separación, y por medio de este se podrán separar efectivamente los diezmos y las ofrendas en Shabat en su manera habitual recitando la bendición. Además quien teme que no alcanzará a separar «jalá», podrá hacerlo de esta manera.

Esta separación de diezmos y ofrendas realizada en dos etapas, esto es recitando el texto preestablecido sin recitar la bendición  en víspera de Shabat y efectivizando la separación en Shabat, aplica únicamente para quien posee las frutas mas no para otra persona. En el caso de un invitado que teme que su huésped olvide separar los diezmos y las ofrendas, puede pedirle en víspera de Shabat que lo nombre su representante o «sheliaj» para cumplir con el precepto; entonces podrá recitar el texto condicional en víspera de Shabat y separar efectivamente las frutas el mismo sábado (Mishná Dmai 7:1,5, Talmud Jerosolimitano allí, Rambám Ma´aser 9:7-9).


[2]. El «ievum» o levirato es el acto de desposar a la viuda del hermano fallecido –cuando hubo muerto sin haber dejado descendencia- mientras que la «jalitzá» es el acto judicial de liberación de la promesa del levirato (n. de t.).

06 – Inmersión en la Mikve y medición en Shabat.

Tal como es sabido, un judío que compró o recibió un recipiente o un utensilio para comida de un no judío no puede usarlo hasta que lo lleve a la Mikve. Si no  sumergió el recipiente en cuestión antes de Shabat, hay juristas que opinan que no puede sumergirlo en Shabat pues esta acción se asemeja a la reparación de un utensilio («tikún kelí»), ya que previo a la inmersión no era apto para ser usado y mediante esta se transformó en apropiado (Rosh). Otros juristas sostienen que en caso de que sea necesario emplear el utensilio para comer  se lo puede sumergir en la Mikve recitando la bendición correspondiente, ya que la inmersión no se asemeja a la elaboración o reparación de un utensilio pues a posteriori, si se usó sin sumergirlo, el alimento igualmente es kasher (Rif). De encontrarse en las inmediaciones un no judío de confianza, lo mejor es obsequiarle el utensilio en cuestión y pedirle permiso para usarlo, ya que de esa forma el judío puede comer de este sin necesidad de que medie la inmersión en la Mikve (Shulján Aruj 323:7). Es correcto, después de salido el Shabat, pedirle al no judío que vuelva a obsequiarle al judío el utensilio y llevarlo a sumergir a la Mikve pronunciando la bendición correspondiente.

Sin embargo, según todas las opiniones, una persona puede sumergirse en la Mikve en Shabat. Incluso aquellos juristas que consideran que está prohibido sumergir utensilios, dado que la inmersión humana se percibe también como aseo, no se considera necesariamente como una acción reparadora («tikún»). Empero, no se realiza la inmersión en la Mikve de un converso en Shabat pues mediante esta se transforma en una nueva persona y esto es una acción de reparación o «tikún». Además, la inmersión debe llevarse a cabo frente a un tribunal y así como este no puede juzgar o deliberar en Shabat, tampoco puede realizar la inmersión de un converso (Talmud Babilonio Tratado de Ievamot 46(B)). En caso de que el tribunal trasgreda la norma y sumerja a un converso en Shabat, la inmersión es válida y el converso se hace judío (Shulján Aruj Ioré Deá 268:4).

Está prohibido realizar mediciones en Shabat pues se trata de una actividad típica de un día hábil (Shulján Aruj 306:7, Mishná Berurá 34). Por lo tanto, está prohibido pesar a una persona o medir su estatura, medir el largo o el ancho de un mueble o una habitación (Shmirat Shabat Kehiljatá 14:42).

Se permite medir o pesar a los efectos de cumplir con un precepto, por lo tanto, se puede revisar si la Mikve contiene un volumen de agua equivalente a cuarenta «Seá» (Una «Seá» es una medida talmúdica cuya interpretación contemporánea oscila entre los 7.3 y 14.3 litros n. de t.). Asimismo, se permite medir una medicina para dársela a un enfermo y también medir la temperatura de este (Shulján Aruj 306:7, Shmirat Shabat Kehiljatá 40:2). Dado que está permitido hacer para bebés todo aquello que se permite hacer para una persona enferma, en caso de ser necesario se puede medir la cantidad de alimento a suministrarle. Si es necesario revisar si el bebé subió de peso tras la comida –  se lo puede pesar (en balanza no eléctrica, Shmirat Shabat Kehiljatá 37:5).

07 – Caminar pausadamente, correr y saltar.

Nuestro mundo está lleno de carencias, y nosotros corremos, nos esforzamos y trabajamos durante los días de la semana para poder completarlas. Sin embargo en Shabat, por tratarse de un adelanto del mundo venidero, se nos ordenó cesar de toda labor como si todo estuviera ya reparado y pronto. Por lo tanto, no tenemos necesidad alguna de apresurarnos y solamente tenemos que deleitarnos en la santidad del día, para contemplarlo desde una perspectiva espiritual, interior y completa del universo, tal como fue creado por HaShem. Es preceptivo que esta actitud espiritual se manifieste también en la forma de caminar haciéndolo pausadamente, tal como enseñaron nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 113(A)): » y lo honrares no andando durante él en tus propios caminos» (Ishaiahu 58:13), que tu andar sabático no se parezca al de la semana.

Por lo tanto, en Shabat está prohibido correr o andar con pasos largos. Esto aplica si la persona camina para su menester, debiendo hacerlo pausadamente, empero, si se dirige a una clase de Torá o a un rezo es preceptivo que corra (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 6(B), Shulján Aruj 301:1). Al correr en estas circunstancias no se le falta el respeto al Shabat sino que por el contrario, esto expresa el carácter auténtico del día, descanso de las ocupaciones mundanas que sirve de estímulo para la dedicación al servicio Divino.

En caso de haber beneficio personal se autoriza correr y saltar, por lo tanto, se permite hacerlo para resguardarse de la lluvia o saltar por sobre un charco para no mojar los zapatos. Asimismo, se permite correr para contemplar algo placentero (ídem Shabat 113(B), Shulján Aruj 301:2-3), a niños y jovencitos que disfrutan corriendo se les permite que participen de carreras y juegos similares pues no implican esfuerzo sino disfrute (Shulján Aruj 301:2). De la misma forma, adultos tienen permitido disfrutar saltando junto a sus hijos pequeños como forma de juego.

08 – Gimnasia y andar en bicicleta.

Está prohibido correr para hacer ejercicio ya que no se trata de placer sino de esfuerzo. Si bien quienes lo hacen disfrutan del esfuerzo, el placer se deriva del hecho de que sienten que están cuidando la salud y no del ejercicio en sí mismo. También en el caso de quien se encuentra en muy buen estado físico y acostumbra correr con frecuencia y disfruta de ello, tiene prohibido hacerlo por tratarse de una actividad típica de los días de la semana («Ovadín Dejol») y quienes lo ven perciben que le falta el respeto al Shabat transformándolo en un día común. Sin embargo, y si bien se trata de acciones típicas de un día hábil («Ovadín Dejol») se permite saltar y ejercitarse a quien disfruta de ello, a condición de que no se agote ni se entrene de acuerdo a un programa preestablecido, ni se ejercite con aparatos. Asimismo, y por esta misma razón se prohíbe jugar con un balón y a los niños se les prohíbe hacerlo con un balón que los adultos juegan con él.

Se permite caminar en Shabat por tratarse de una actividad saludable a condición de que se lo haga a un ritmo habitual sin extender o acelerar los pasos. Si bien en Shabat no debemos realizar actividades sanitarias, por cuanto que al caminar no se percibe que la persona realiza una actividad de esta índole y muchas personas disfrutan del pasear, se permite caminar por salud (Mishná Berurá 301:7). Asimismo, se permite realizar pequeños ejercicios para descontraer músculos o liberar articulaciones.

Los juristas de las últimas generaciones coinciden en que no se debe andar en bicicleta en Shabat. Algunos dicen que es para prevenir salir del área de Shabat, otros lo prohíben para evitar que la persona repare un eventual desperfecto en la bicicleta. La principal razón es por tratarse de una actividad típica de día de semana («Ovadín Dejol»), pues la función principal de la bicicleta es llevar a la persona al trabajo o a su actividad deportiva.

09 – Caminar por necesidades mundanas.

Está prohibido caminar hacia el campo o la fábrica propios, aunque sea pausadamente, a los efectos de planificar la labor de la semana, tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): » y lo honrares no andando durante él en tus propios caminos, ni ejerciendo tu negocio». Empero, cuando no es claro que su intención es planificar la actividad de la semana, la caminata en cuestión estará permitida. Por lo tanto, una persona puede pasear en Shabat aunque el camino escogido pase junto a su campo. En ese caso tiene permitido mirarlo casualmente y pensar en su labor a condición de que no sea evidente que lo contempla con ese propósito (Shulján Aruj 306:8, ver allí).

Asimismo, todo aquel que construye una casa no habrá de contemplarla en Shabat pues queda claro que está planificando la labor. Todo aquel que tiene planificado reformar o ampliar su apartamento, tiene prohibido observarlo de modo tal que quede claro que está planificando los trabajos. Quien quiere comprar apartamento tiene prohibido ver unidades en venta. Sin embargo, puede caminar por una calle en la que se están construyendo edificios nuevos, y si bien su intención es mirarlos, mientras mantenga apariencia de quien simplemente pasea y no se detenga a contemplarlos detenidamente – no parece como quien planifica la compra. Asimismo, una persona que tiene pensado comprar electrodomésticos tiene permitido observarlos al caminar por la calle frente a una tienda, mas no habrá de revisar los precios (Shmirat Shabat Kehiljatá 29:10). Los piadosos no habrán de pensar en absoluto sobre estas cuestiones en Shabat.

Al atardecer está prohibido caminar en dirección del límite del área de Shabat –»Tjum Shabat»- para así ni bien concluye el día poder arrendar jornaleros. También lo está caminar en dirección de la tienda o fábrica para poder comenzar a trabajar de inmediato al salir el Shabat. Esto obedece a que se percibe claramente que la persona camina en Shabat rumbo a su trabajo por lo que «ejerce su negocio». Empero, si no se percibe que se dirige hacia allí con ese propósito, por ejemplo, si muchas personas acostumbran pasear en esa dirección, aunque al concluir el Shabat vaya a arrendar jornaleros para comenzar su labor, esto no estará prohibido ya que la prohibición aplica solamente cuando es claro que la persona camina para cuestiones mundanas (Shulján Aruj 306:1, Mishná Berurá 1, Beur Halajá ‘שמעיין’, Shulján Aruj 307:9, Mishná Berurá 40).

10 – Hablar de cuestiones vinculadas a labores o cuentas.

Es preceptivo honrar el Shabat mediante la palabra, tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): «…ni ejerciendo tu negocio ni hablando de él», lo cual fue explicado por nuestros sabios de la siguiente manera (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 113(A)): «que tu conversación sabática no sea como la de los días hábiles», o sea, no hablar en Shabat de cosas que está prohibido hacer. Por lo tanto, no se debe decir «mañana voy a viajar con el automóvil», «escribiré una carta» o «compraré tal o cual cosa». Por ende, se infiere que una persona no puede pedir a su amigo que al día siguiente viaje y le haga un mandado o escriba para él una carta o le compre algo (Shulján Aruj 307:1). La prohibición recae sobre lo que piensa hacer en un futuro, empero se puede hablar de lo que ya está hecho, a condición de que no se tenga la intención de indicar a su amigo cómo hacer una labor por medio del relato.

Está prohibido hablar de cosas que está prohibido hacer en Shabat, empero se puede pensar sobre estas, tal como enseñaron nuestros sabios (Talmud Babilónico Tratado de Shabat 113(A)): «´ni hablando de él´ – hablar está prohibido, pero se permite pensar». Una conversación que insinúa la realización de una labor se considera pensamiento permitido. Por ejemplo, se prohíbe decir: «mañana hablaré con fulano por teléfono», sin embargo, se permite decir: «mañana hablaré con fulano» a pesar de que es claro que lo hará telefónicamente. Asimismo, se prohíbe decir: «mañana viajaré a Jerusalém» pues viajar está prohibido, pero se permite decir «mañana iré a Jerusalém» pues andar (a pie) está permitido. Aunque Jerusalém se encuentre más allá del área de Shabat de quien habla, dado que si se hubiese hecho un «Eruv» que abarque ambas localidades estaría permitido realizar la caminata, no se trata de algo completamente prohibido y se puede decir. Aunque el interlocutor entienda que la intención de lo dicho es la de viajar a Jerusalém y que se le está ofreciendo la posibilidad de viajar con él, se trata sólo de una insinuación y está permitido.

De igual manera, quien quiere tomar un taxi al concluir el Shabat puede consultar a su amigo taxista: «¿te parece que podrás pasar por mí al concluir el Shabat?». Esto se permite por cuanto que no preguntó si podrá venir a buscarlo en taxi a pesar de que su amigo comprendió que esa era la intención. Empero, no habrá de decirle: «por favor, ven por mí al concluir el Shabat» pues está prohibido insinuar en lenguaje imperativo. Asimismo, quien quiere arrendar un jornalero para el domingo puede decirle en Shabat: «espero encontrarte el domingo», mas no le dirá: «por favor ven a mi casa el domingo» (ídem Shabat 150(A), Shulján Aruj 307:7).

Está prohibido hablar de cuentas que tienen provecho comercial, mas, se permite hablar de cuentas que carecen de beneficio. Por lo tanto, está prohibido hablar del importe que se debe abonar a los obreros, pero se puede hablar de los haberes ya pagados. De la misma manera, está prohibido contar en cuánto se vendió una casa a quien está interesado en comprar una, pero se le puede contar a quien no tiene intención de hacerlo. Asimismo, se permite contar cuánta cosecha rindió el campo el año pasado, o cuál es el presupuesto del Estado y similares, ya que estos datos no guardan relación con acciones que quien relata o escucha planea realizar durante la semana (Shulján Aruj 307:6).

De todas maneras, se debe limitar las conversaciones mundanas en Shabat. En el caso de quien se deleita con este tipo de relatos puede abundar un poco en estos, pues se trata de parte de su deleite material sabático. Mas no habrá de hablar demasiado de estas cuestiones, así como tampoco habrá de exagerar en sus comidas o en su sueño para de esa manera no afectar las horas que debe dedicar al estudio de Torá. Ya vimos que por lo menos, se deben dedicar seis horas al estudio sabático (Shulján Aruj y Ramá 307:1, Mishná Berurá 4 y ver arriba 5:1).

11 – Caminar y hablar a los efectos de cumplir con un precepto.

Se permite hablar en Shabat de una labor prohibida si es a los efectos de cumplir con un precepto. Esta finalidad también habilita a caminar para ver cosas que requieren que se realicen labores con ellas y sacar cuentas económicas. Tal como está escrito (Ishaiahu 58:13): » y lo honrares no andando durante él en tus propios caminos, ni ejerciendo tu negocio ni hablando de él» ante lo que nuestros sabios explican (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 113(A)): «tus negocios están prohibidos, pero los del cielo están permitidos». Por lo tanto, en caso de necesidad se permite ir a contemplar una sinagoga en construcción, caminar hasta el borde del área de Shabat para  preparar todo lo necesario para un muerto o una novia para ni bien salido el Shabat ocuparse de estos. Asimismo, se permite caminar al atardecer del Shabat en dirección del sitio desde el cual se viajará a consolar a los deudos (ídem 151(A), Shulján Aruj 306:3, Shmirat Shabat Kehiljatá 29:13).

En caso de necesidad se permite hablar de modo mundano de cuestiones referidas a un precepto, por ejemplo, calcular el costo de un banquete nupcial o de una fiesta de circuncisión que son comidas preceptivas. También está permitido planificar la contratación de un grupo musical así como de los vestidos de novia. Sin embargo, se prohíbe acordar la contratación efectiva del mismo, pues la compra-venta se prohíbe aunque sea a los efectos de cumplir con un precepto. No se puede hablar en Shabat respecto de la contratación del fotógrafo ni de la adquisición de vestimenta para los padres de la novia o sus hermanas pues esto no está incluido en la generalidad de lo necesario para cumplir con el precepto.

Está permitido realizar una colecta de fondos en la cual la persona se compromete a desembolsar una suma determinada para caridad o para la sinagoga. Asimismo, se permite a padres calcular el monto necesario para la educación religiosa científica o profesional de sus hijos. Los educadores tienen permitido deliberar sobre el presupuesto del colegio y de las diferentes clases. Un director de colegio tiene permitido consultar a un maestro si está dispuesto a enseñar en su institución y contarle cuál sería su salario mensual empero está prohibido definir la paga. Asimismo, se permite hablar de necesidades comunitarias tales como abrir un camino o fijar un impuesto pues las necesidades comunitarias se consideran preceptivas (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 150(A), Shulján Aruj 306:6). Corresponde flexibilizar la norma sólo cuando hay un beneficio para el cumplimiento del precepto, empero si de todos modos esta será la norma a seguir aunque no se delibere en Shabat, es mejor abstenerse de hablar de cosas mundanas o de ir a verlas aunque sea con ese propósito (Mishná Berurá 307:1).

En caso de necesidad, se permite anunciar un objeto perdido en Shabat aunque se trate de «Muktzé», como en el caso de un monedero o una billetera, para así poder cumplir con el precepto de devolver el objeto perdido una vez concluido Shabat (Shulján Aruj 306:12). Allí donde se dificulta conseguir «matzot» para Pesaj o las cuatro especies para Sucot, se permite anunciar en Shabat dónde se los puede adquirir (Mishná Berurá 306:55).

12 – Lo que está permitido y prohibido leer.

Está prohibido leer contratos de compra-venta o documentos en Shabat, estados de cuenta del banco, cuentas de electricidad o agua, precios que figuran en un anuncio o junto a los artículos en el escaparate. Todo aquel que lee estas cosas se ocupa de cuestiones mundanas en Shabat (Rosh). Además, se teme que leer estas cuestiones lleve a la persona a escribir o borrar (Rambám).

En opinión de Rambám, en Shabat sólo se pueden leer cuestiones relativas a la santidad y se prohíbe leer cuestiones mundanas inclusive estudiar ciencias, para no actuar en Shabat como en un día de la semana y que al final por distracción se termine escribiendo. Empero, en la práctica se acostumbra a actuar conforme a la opinión mayoritaria de los juristas (Rashí, Rabí Itzjak Hazakén, Rosh) quienes consideran que lo que está prohibido es lo relativo a cuentas y cuestiones comerciales y a los efectos de que no se lean prohibieron también leer cuestiones mundanas carentes de importancia. Empero se permite leer cuestiones mundanas de importancia, por ejemplo, aquellas relativas al cuidado corporal tales como dietas saludables o los contenidos nutritivos impresos en las cajas de los alimentos. Asimismo, se permite también estudiar ciencias y otras áreas del saber.

Está prohibido leer cuestiones mundanas cualesquiera o cuentos sin importancia; mas quien se deleita en ello podrá hacerlo pero de modo casual, pues los sabios no decretaron sobre lecturas placenteras. Empero, cuentos de ficción que generan pesar o preocupación no se deben leer en Shabat (Mishná Berurá 306:38, 307:3). En principio los relatos tristes de la historia judía o de la biografía de grandes justos se pueden leer ya que implican estudio de Torá y ética, aunque es preferible reservar para Shabat cosas más alegres.

Por la base de la ley se permite leer cuestiones de sabiduría en los periódicos y quien se deleita leyendo noticias y comentarios periodísticos puede hacerlo de modo casual, pero se prohíbe leer noticias que producen pesar. Se permite leer artículos generales sobre la economía que no son guías prácticas respecto de qué hacer, pero se prohíbe leer artículos que indican cómo debe procederse en los negocios o inversiones. Se prohíbe también leer propagandas de artículos que quizás se adquieran en el futuro.

Si bien tal como aprendimos se permite leer partes del periódico, es correcto abstenerse de hacerlo en Shabat por estar llenos de propagandas y noticias que afligen por lo que es difícil diferenciar lo permitido de lo prohibido. Además, la lectura de periódicos consume el tiempo destinado al estudio sabático de Torá. Solamente se permite leer las cuestiones de sabiduría y noticias que no afligen en el excusado.

Se permite publicar y leer propagandas de objetos para el cumplimiento de preceptos en los boletines de Shabat, por ejemplo, libros de temas sagrados o casas en los ishuvim o hitnajaluiot (asentamientos). Cuando el precio de estos artículos es barato y su publicación puede estimular al lector a cumplir un precepto, se permite tanto publicar el precio como leerlo en Shabat (ver Mishná Berurá 306:55, 307:1, 323:20).

Los sabios prohibieron leer en Shabat la lista de invitados a un banquete o el menú a ser servido pues esta lectura se asemeja a la de documentos, y además, se teme que la persona corrija la lista escribiendo o borrando a los efectos de no equivocarse a la hora de conciliar el número de comensales y la cantidad de comida (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 149(A), Shulján Aruj 307:12-13). Empero, cuando la conciliación es muy necesaria  a los efectos de servir una comida sabática o para evitar ofensas personales, se nos permite servirnos de esa lista ya que hoy en día disponemos de abundantes alimentos y no se preparan números exactos de porciones sino que siempre se hace de más; por lo tanto la tensión en torno a la lista es menor y no se teme que las personas terminen escribiendo. Empero, si el encargado de la comida está muy tenso, es correcto que revise la lista junto a otra persona para quedar a salvo de escribir por error.

El encargado («Gabai») de la sinagoga tiene permitido llamar a la Torá de una libreta o manojo de tarjetas por cuanto que es con el fin de cumplir con un precepto. No se debe temer que la persona borre o escriba pues se encuentra en un sitio público y si por olvido llegase a escribir – las personas a su alrededor le recordarán que es Shabat. Asimismo, el encargado de la sinagoga puede leer los nombres de las personas que suben a la Torá de una lista confeccionada por la familia que celebra ese sábado una alegría. Empero, si estos quieren cambiar la lista, no se habrá de revisar sin que medie la presencia de al menos otra persona, de modo tal que si por error se procede a anotar algo – la otra persona presente recordará que se está en sábado.

13 – Juegos en Shabat

Los juristas debatieron si se permite jugar en Shabat. Algunos sostienen que no por cuanto que el Shabat debe ser destinado al estudio de Torá y el jugar hace perder tiempo de estudio («bitul Torá»). Por lo tanto, según esta opinión se prohíbe jugar ajedrez, damas, sheshbesh, billar y juegos de pelota (inclusive dentro de la casa). Dado que está prohibido jugar con ellos, resultan ser «Muktzé» (Rabí Aharón Sasón, Birjei Iosef 338:1, Petaj HaDvir 4).

Hay juristas que sostienen que desde el punto de vista estrictamente normativo no hay prohibición de jugar en Shabat, a condición de que no se juegue por dinero (Ramá 338:5, Maamar Mordejai). Hubo rabinos que acostumbraban a jugar ajedrez en Shabat por tratarse de un juego que demanda pensar y desarrolla la inteligencia (Shiltei Guiborim).

En la práctica, es correcto que los mayores de trece años adopten la actitud estricta y no jueguen a la pelota o al ajedrez y demás juegos en Shabat, ya que en opinión de algunos juristas esto está prohibido y además es correcto no acostumbrarse a desaprovechar tiempo de estudio de Torá («bitul torá«) en Shabat. Quienes deseen adoptar la actitud más flexible tienen en quien apoyarse (ver Shulján Aruj 308:45, Maguén Abraham 338:5, Mishná Berurá 21, Kaf HaJaím 39). Además, se debe educar a los niños pequeños a incrementar el estudio de Torá en Shabat; sin embargo, todos los juristas concuerdan que no se les debe prohibir jugar a estos juegos (tal como se explicará en 24:7).

Juegos que implican una gran organización como fútbol o tenis – no se deben jugar en Shabat por tratarse de acciones típicas de días hábiles (adelante 24:9).

14 – Remuneración en Shabat.

Los sabios prohibieron recibir remuneración por trabajo que se realiza en Shabat pues entra en el marco de la prohibición de compra-venta («mekaj umemkar«). Esta prohibición aplica también a trabajos permitidos en Shabat como hacer guardia para prevenir robos o labores de mesero (Talmud Babilonio Tratado de Baba Metzía 58(A), Shulján Aruj 306:4). Asimismo, está prohibido recibir paga por alquilar un lugar o utensilios en Shabat (Mishná Berurá 246:3) e inclusive, a posteriori, se prohíbe disfrutar de la paga sabática (Shulján Aruj 245:6, Mishná Berurá 243:16).

Empero, se permite incluir la paga del Shabat en aquella por lo realizado en días hábiles, por ejemplo, si se arregla que la persona habrá de trabajar como mesero en Shabat y otro par de horas después de que este concluya. Si bien en la práctica la mayor parte de las horas trabajadas tienen lugar el día sábado y la paga principal es por estas; dado que de antemano se acordó que se trabaje el sábado por la noche la paga es también por esas horas por lo cual se considera que la paga de Shabat quedó incluida en la del día hábil. Empero, de no mediar un acuerdo por efecto del cual se habrá de trabajar algunas horas en un día de la semana y en la práctica lo haya hecho, cada día hábil que trabajó se toma por separado y la paga de Shabat no queda incluida en la de los demás días y no se puede recibir (Jaiéi Adám 60:8, Mishná Berurá 306:21, Shmirat Shabat Kehiljatá 28:64-68).

En este orden de cosas, se permite rentar una habitación si el tiempo del alquiler se extiende a una parte del viernes o bien al sábado por la noche. Asimismo, el dueño de un taxi puede alquilar su coche a un no judío a condición de que el alquiler se extienda o al viernes o al sábado en la noche, para que así la paga por Shabat se incluya en la de los días de la semana. Además se permite recibir interés bancario por el tiempo del depósito del sábado, ya que el cálculo del día no coincide con los horarios de entrada y salida del Shabat, por lo que la ganancia de este díaqueda incluida en la de los demás.

Quien se sumerge en la «Mikve» en Shabat puede pagar después de salido el día,  pues si bien se trata del cumplimiento de un precepto el pago no es por la inmersión sino por la limpieza y calefacción del sitio que se realizaron en el día de la víspera.

El sábado por la noche se permite dar un regalo a quien trabajó voluntariamente durante el Shabat como mesero u ordenando la sinagoga, ya que obsequiar un presente no es obligatorio y no se lo puede considerar como paga (Prí Megadim, Mishná Berurá 306:15).

Los juristas debatieron respecto de si una persona puede recibir dinero por «jazanut» (canto litúrgico) y demás preceptos que realiza el sábado. Hay quienes opinan que la prohibición de recibir paga el Shabat aplica también a los preceptos, por lo que no se permite recibir dinero por ejercer como cantor sinagogal sabático. Otros opinan que se permite recibir paga por una labor  preceptiva en Shabat, empero, no se ve bendición en ello. En la práctica, es correcto acordar previamente que la paga será también por algo a ser realizado fuera del horario de Shabat, por ejemplo, en el caso del «jazán», por los preparativos previos al rezo o por algún rezo suplementario importante a recitarse en días hábiles, de modo tal que la paga por el sábado quede incluida en la percibida por la labor en día laboral (Shulján Aruj y Ramá 306:5).

En el caso de un doctor que es llamado para dar asistencia médica en Shabat puede exigir paga el sábado por la noche, pues si sabe que no ha de recibir ningún importe es probable que no acceda a prestar atención en el futuro (Mishná Berurá 306:24, Minjat Shabat 90:19, Shmirat Shabat Kehiljatá 28:75).

15 – Preparativos en Shabat para la semana, arreglar la casa y acomodar la  mesa.

El Shabat está destinado a la santidad y al descanso. Por lo tanto, realizar un esfuerzo en ese día para preparar algo para la semana implica una falta de respeto al Shabat, por lo que los sabios prohibieron preparar en Shabat actividades para la semana.

Está prohibido tender las camas en Shabat para dormir el sábado por la noche, pero se permite hacerlo para que la habitación esté ordenada en Shabat; lo mismo con la mesa sobre la que se comió. Asimismo, después de concluida la tercer comida, si las personas se han de quedar en la casa hasta que termine Shabat se permite acomodar la mesa o retirar los platos sucios llevándolos a la pileta de la cocina. Empero, si acomodar la mesa sirve únicamente para después de Shabat, por ejemplo, si faltan pocos minutos para que este concluya o si se está por salir de la sala en la que se comió, no se puede acomodar la mesa pues no se debe realizar trabajos en Shabat que sirvan de preparativo para días laborables (Mishná Shabat 113(A), Mishná Berurá 302:19).

Asimismo, se permite lavar los platos si se tiene la intención de comer con ellos nuevamente en ese Shabat. Si se usaron numerosos utensilios y es necesario un vaso, si no hay uno limpio al alcance  se pueden lavar todos los vasos por cuanto que se puede emplear cualquiera de ellos; igualmente, de necesitarse un plato. Empero, si no se tiene la intención de comer o beber con estos utensilios en Shabat se prohíbe lavarlos (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(A), Shulján Aruj 323:6, Mishná Berurá 323:26).

En el caso de quien durante toda la semana acostumbra a no dejar platos sucios en la pileta y considera una falta de respeto al Shabat dejar en ella acumulados platos sucios por horas, aunque no necesite los utensilios hasta después de salido el Shabat podrá lavarlos para que su casa esté ordenada en honor al sagrado día. Empero no se permite lavar las ollas por tratarse de «Muktzé» y esfuerzo innecesario («tirjá ieterá») (Responsa de Rabí Shimón Grinfeld Oraj Jaím 1:61, Tzitz Eliezer 14:37) (Ya vimos anteriormente 13:4-5 cómo se puede limpiar en Shabat una mesa que se mojó de agua o jugo. Arriba 15:9, cómo se puede limpiar el piso).

Está prohibido doblar el talit para que esté sin arrugas el próximo sábado, pero se lo puede doblar para que durante el Shabat no esté tirado de un modo no digno (ver arriba 13:9).

Tampoco se permite preparar en Shabat para la semana aunque se trate de una cuestión relativa al cumplimiento de un precepto. Por ejemplo, está prohibido preparar un rollo de la Torá para que esté en la porción que ha de ser  leída en un día laboral o el próximo sábado (Mishná Berurá 667:5). En caso de haber necesidad se puede correr el rollo de modo tal que esté listo para la siguiente porción de lectura y estudiar de allí algunos versículos; siendo así se le considera que la acción estuvo destinada al estudio de Torá de ese Shabat (Aruj HaShulján 667:2). Asimismo se permite traer a la sinagoga un libro para ser usado el sábado por la noche, a condición de que se estudie un poco de éste en Shabat.

Se permite estudiar en Shabat para exámenes de materias religiosas que tendrán lugar en un día de la semana ya que el mismo estudio es preceptivo. Es preferible no estudiar en Shabat para un examen de una materia secular pues el Shabat debe ser un día dedicado o consagrado al estudio de la Torá; además el objetivo principal de este estudio es tener éxito en la prueba y no incrementar la sabiduría. En caso de gran necesidad se puede adoptar una actitud más flexible ya que los estudios seculares tienen un valor intrínseco. Sin embargo, no se puede estudiar para un examen de inglés u otra lengua foránea pues ese estudio carece de valor intrínseco. Se prohíbe también estudiar para una materia que requiere resolver ejercicios por escrito, pues se permite hacerlo para cuestiones relativas a la sabiduría únicamente cuando no hay temor de que la persona pueda incurrir, por distracción, en las trasgresiones de escribir o borrar.

Una persona no debe decir para sí en sábado «iré a dormir ahora para tener fuerzas para la noche» ya que de esa manera deshonra el Shabat por prepararse en este día para la semana. Sin embargo, si no lo dice sino que solamente lo piensa, esto no estará prohibido pues el dormir en Shabat es un placer (Sefer Jasidim, Mishná Berurá 290:4, ver arriba 5:3).

Cuando Yom Tov se inicia al salir Shabat, está prohibido preparar durante el día para Yom Tov.  A posteriori, si preparó en Shabat algo para la semana, podrá disfrutar de lo realizado.

16 – Permisos para preparar en Shabat para días de la semana.

La prohibición de preparar en Shabat para días de la semana recae específicamente sobre acciones que implican esfuerzo, empero, cuestiones sencillas que la persona acostumbra a hacer  de modo rutinario se pueden realizar aunque sirvan para días hábiles, ya que se trata de acciones que no implican una falta de respeto al Shabat.

Por ejemplo, tras bendecir las cuatro especies el primer día festivo de Sucot, se permite volver a ponerlas en agua a pesar de que esto se hace a los efectos de que no se marchiten y estén aptas para el día siguiente (Talmud Babilonio Tratado de Sucá 42(A), Shulján Aruj 654:1). Quien estudia de un libro puede colocar un marcador de libros al final de la lectura a pesar de que esto se hace a los efectos de que al día siguiente se sepa dónde continuar estudiando. Quien llevó un Sidur o libro de oraciones a la sinagoga puede traerlo de vuelta a su casa (allí donde hay «Eruv») a pesar de que no lo volverá a usar en Shabat.

Se permite devolver al refrigerador alimentos que sobraron de la comida sabática tal como se hace siempre. Se permite verter agua sobre los utensilios que están sucios en la pileta de la cocina tal como se hace siempre para evitar que los restos de comida se peguen. Quien sale de su casa el sábado después del mediodía puede llevar la llave y un suéter, aunque serán usados recién el sábado por la noche. Sin embargo, no habrá de decir que lo hace para el sábado en la noche (ver Shulján Aruj 416:2, Shmirat Shabat Kehiljatá 28:89).

En caso de gran necesidad y a los efectos de evitar esfuerzos innecesarios, se permiten realizar en Shabat acciones livianas de cara a los días de la semana, a pesar de que no se acostumbran a hacer cotidianamente. Se actúa así con la condición de que no se vea que se realizan para días hábiles y así no faltar el respeto al Shabat. Por ejemplo, quien va a un sitio en el cual es difícil encontrar vino para la havdalá puede llevarlo consigo, a condición que lo haga cuando es pleno Shabat aún y entonces no parezca que lo está transportando para la salida del día. Si toma del vino en la tercera comida sabática («Seudá Shelishit«) a priori puede llevarlo (ver Jaiéi Adam 153:6, Mishná Berurá 667:5).

En caso de gran necesidad y a los efectos de evitar pérdidas, los sabios permitieron realizar acciones que queda claro que están destinadas a los días de la semana, por ejemplo entrar a la casa utensilios que están afuera y se pueden dañar con la lluvia o poner en el freezer alimentos que se pueden estropear si se quedaran fuera de este (Shulján Aruj 308:4, Mishná Berurá 321:21).

17 – Tocar instrumentos musicales y emitir sonidos.

Nuestros sabios prohibieron tocar instrumentos musicales en Shabat o Yom Tov por temor a que, por error, ocurra un desperfecto y sea reparado trasgrediendo así la prohibición de la Torá (Rambám Shabat 23:4). Sin embargo, en el Templo de Jerusalém las prohibiciones sabáticas de los sabios («Shvut») no tenían efecto, por lo que mientras se sacrificaban las ofrendas tanto en Shabat como Yom Tov, se tocaban flautas, arpas, liras, trompetas y címbalos (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 11(B)).

En el marco de la prohibición de tocar instrumentos musicales se prohíbe también tocar el Shofar en Shabat. Incluso en Rosh Hashaná que cae en día de la semana, tras cumplir con el precepto en todos sus detalles, no se lo toca más. En el caso de niños por debajo de los trece años de edad, se puede tocar el Shofar todo el día para que aprendan a hacerlo (Ramá 596:1, Mishná Berurá 3-5).

Se permite emitir sonidos no musicales con utensilios o con las manos; por lo tanto, se puede aplaudir para llamar la atención de un amigo golpear la puerta con la mano o un utensilio para que los residentes en la casa escuchen y la abran. Asimismo, se permite golpear un vaso o una botella con la palma de la mano a los efectos de pedir silencio a los presentes,   hacer sonido mediante los dedos gordo y mayor para despertar a un amigo o hacer reír a un bebé (Shulján Aruj 338:1).

Los juristas debatieron respecto de si una persona puede tocar un timbre manual, hacer sonar una campana o golpear la puerta con la argolla de metal que viene incorporada a esta para que le abran. Hay juristas que lo prohíben pues emitir esos sonidos se asemeja a tocar instrumentos musicales (Ramá) y hay quienes lo permiten por cuanto que no se tiene la intención de hacer música (Shulján Aruj 338:1). Si en los días hábiles se utiliza timbre eléctrico, en Shabat se permite usar campana no eléctrica o un objeto que golpea la puerta (Mishná Berurá 338:7).

Se permite colocar sobre un Sefer Torá una corona que posee campanillas  aunque estas emitan sonido. Dado que la intención principal de estas es adornar y honrar al rollo de la Torá lo cual es una necesidad preceptiva y quien porta el Sefer no tiene la intención de hacerlo sonar – esto no se prohíbe (Siftei Cohen y Maguén Abraham a diferencia del Turei Zahav).

Hay juristas que prohíben abrir una puerta conectada a campanas por tratarse estas de instrumentos musicales (Turei Zahav y Eliahu Rabá). Hay juristas que sí lo permiten pues quien entra no tiene la intención de generar el sonido sino de abrir la puerta (Maguén Abraham). A priori, es correcto retirar las campanas de la puerta antes de Shabat, y si no se retiraron se podrá igualmente ingresar por esa puerta (ver Mishná Berurá 338:6).

Se permite silbar pues se considera como un sonido que se emite a partir de la boca y no como el toque de un instrumento musical; hay incluso quienes permiten también usar los dedos para hacerlo (Aruj HaShulján 338:7). (Respecto de juguetes que emiten sonidos ver adelante 24:7).

18 – Batir palmas y bailar.

En el marco de la prohibición de tocar instrumentos musicales, nuestros sabios prohibieron también bailar y batir palmas sobre los muslos al cantar, por temor a que esto lleve a que se toquen efectivamente instrumentos musicales y se los elabore (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 36(B)). Sin embargo, se permite aplaudir de un modo diferente al habitual, batiendo, por ejemplo, el reverso de una mano sobre la palma de la otra ya que de esa manera se recuerda que es Shabat y no se corre riesgo de terminar elaborando un instrumento musical (Talmud Jerosolimitano Beitzá 5:2). Se entiende que una danza ligera, en la cual no se despegan los dos pies del piso al mismo tiempo, no es considerado el tipo de danza prohibido por los sabios (ídem).

La prohibición de danzar es justamente cuando se canta y por temor a que se termine tocando instrumentos musicales, pero si no se canta está permitido saltar un poco por placer, batir palmas o golpear con estas sobre la mesa para despertar a un amigo.

En la práctica, muchos acostumbran a danzar, batir palmas y percutir sobre la mesa a la hora de cantar en Shabat. Respecto de esta cuestión los juristas se dividen en dos grupos:

En opinión de muchos se trata de una costumbre errónea. A pesar de ello los sabios no protestaron ya que la prohibición no figura expresamente en la Torá y es mejor que la gente trasgreda  no intencionalmente  a que lo haga exprofeso (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 30(A)). Empero, cuando es posible puntualizar la halajá se debe enseñar a no batir palmas y no bailar, tal como lo establecieron los sabios (Rif, Rambám, Shulján Aruj 339:3). En Simjat Torá, que se trata de una alegría especial y preceptiva en honor a la Torá, los que optan por la actitud más estricta también bailan y baten palmas (Maharik en nombre de Rav Hai Gaón). Empero en el resto de alegrías de mitzvá, por ejemplo bodas, no flexibilizaron su opinión (Mishná Berurá 339:8).

Hay juristas que sí lo hicieron y entienden que todo el sentido del decreto es para evitar que se elabore un instrumento musical; hoy día que los instrumentistas no saben hacerlo, el decreto está sin efecto y se permite bailar y batir palmas (Tosafot Beitzá 30(A)’תנן’). Hay quienes no aceptan esta idea pues todos los músicos saben afinar las cuerdas de sus instrumentos, como en el caso del violín o la guitarra o tensar la lonja de su tambor, y esto también se considera elaborar un instrumento («tikún klí»). Empero, la razón por la que se flexibilizó al norma es que el decreto fue promulgado en días en los que se acostumbraba tocar instrumentos musicales a partir de personas que danzaban y batían las palmas. El decreto quedó sin efecto porque hoy día muchos cantan, danzan y baten palmas sin por ello integrar instrumentos a la alegría (Aruj HaShulján 339:9).

Hay juristas que entienden que desde que en las últimas generaciones los grandes maestros del jasidismo ensalzaron las virtudes del canto y la danza a los efectos de despertar los corazones al apego a D´s mediante la alegría, el canto y la danza se transformaron en necesidades preceptivas, y tal como se flexibilizó la norma respecto de Simjat Torá debe flexibilizarse para todo Shabat (Dvar Iehoshúa II 42).

Consideramos que en opinión de los juristas más flexibles es correcto no percutir sobre la mesa pues esto se parece a tocar el tambor lo que está prohibido según todas las opiniones, aunque sea con motivo preceptivo. Además, el temor a que se toque el tambor está vigente hoy día pues muchos acostumbran a traer «darbukot» o pequeños tambores para hacer ritmo a la hora que cantan. Empero a la hora de cantar durante el rezo, se permite a quien dirija el coro o a los que cantan que percutan sobre el podio; asimismo puede plegarse a este permiso también quien dirige los cantos en la mesa sabática.

19 – Música y películas de aparatos electrónicos.

Es claro y consensual entre los diferentes juristas que no se puede escuchar radio o ver televisión en Shabat. Esto es así aunque el aparato se encienda antes de comenzar Shabat y una vez iniciado el sagrado día no se realice ninguna labor. Esto obedece a varias razones: si se trata de una estación de transmisión en la que trabajan judíos, estos están trasgrediendo Shabat y no se puede disfrutar o tener beneficio de su profanación. Aunque todos los funcionarios de la estación sean no judíos, está prohibido escuchar o ver las emisiones realizadas en Shabat. Primeramente se trata de una falta de respeto al Shabat. Ya vimos (2:9) que hay quienes dicen que está prohibido activar en víspera de Shabat un molino de trigo que continúe funcionando durante el sábado ya que el sonido de este afecta el honor sabático. Escuchar radio o ver televisión es mucho más grave pues el molino emite un sonido que no se tiene la intención de escuchar, mientras que al activar una radio o televisión en víspera de Shabat, la intención es oírlas durante el  sábado, y ante esto todos coinciden que se le falta el respeto al día sagrado. Además, se trata de una acción típica de días de la semana, por lo que se debe prohibir la radio o la televisión para evitar que nuestra conducta sea idéntica en Shabat y en los días hábiles. Además, cabe temer que ocurra un desperfecto con el aparato y se lo repare en Shabat o se le quiera modular la potencia y por lo tanto se cambie la forma de conexión (arriba 17:2). Cabe agregar que se decretó no tocar instrumentos musicales en Shabat para evitar que se los termine reparando o elaborando. Por lo tanto, está prohibido escuchar radio o ver televisión en Shabat aunque se enciendan en la víspera del sagrado día.

Por estas razones aquí enumeradas está prohibido encender un grabador o un video mediante un «timer» (ver Iesodei Ieshurún Maarejet Erev Shabat Pág. 32, Tzitz Eliezer 3:16, Shmirat Shabat Kehiljatá 42:43, Iabía Omer 1:20, Yalkut Iosef III 318:34-38).

01 – Los fundamentos de esta prohibición.

Nuestros sabios prohibieron mover, cargar o sostener objetos que no son apropiados para Shabat y por lo tanto la persona los «aparta» («maktzé«) de su mente. Esta prohibición se fundamenta en dos razones: a) Preservar el carácter sagrado y de descanso del Shabat, y en el marco de esta preocupación que las manos cesen de ocuparse  con cuestiones no vinculadas al día sagrado; b) Establecer un cerco en torno a la Torá a los efectos de que la persona se aleje de la posibilidad de realizar una labor en Shabat.

Comenzaremos explicando la primera de las razones:

Amén de las labores prohibidas en Shabat, la Torá nos ordenó cesar de nuestras actividades y descansar, tal como está escrito (Shemot 23:12): «Trabajarás seis días y al séptimo descansarás, y también descansarán tu buey, tu asno, el hijo de tu sierva y el extranjero». Asimismo, está escrito (Shemot 31:15): «Se trabajará seis días y el séptimo será día de descanso total dedicado al Eterno». A los efectos de cumplir con los preceptos de la Torá de cesar en las tareas y descansar en Shabat, los sabios establecieron una serie de medidas destinadas a preservar el espíritu de santidad y descanso de este día, siendo una de ellas la prohibición de tocar o cargar «Muktzé». Si no estuviese prohibido tocar o mover todos aquellos objetos que no son necesarios para el Shabat, la gente se pasaría el día ordenando la casa, sus artefactos o depósitos y de esa forma dejarían sin efecto los mandatos de cesar en toda tarea y descansar. Además, encontramos que los profetas advirtieron al pueblo que preserve el carácter de descanso y santidad del día sábado absteniéndose de caminar en este día igual que en los de la semana, hablando de diferente manera. Como continuación de esta perspectiva, los sabios establecieron que en Shabat, no se ocupen las manos con objetos o utensilios que se usan en los días comunes. De ese modo el Shabat se hace palpable también entre aquellas personas que no realizan labores físicas o manuales durante la semana. Es así, que la prohibición de Muktzé está basada en la Torá, en los profetas y en las especificaciones detalladas  de los sabios (Aruj HaShulján 308:4-5, arriba 22:1).

La segunda razón radica en la política de los sabios de establecer cercos protectores en torno a los preceptos, para así alejar a las personas de la posibilidad de transgredir. La prohibición de «Muktzé» evita que las personas toquen o carguen objetos en el dominio público y que realicen con ellos cualquiera de las otras labores prohibidas (Rambám y Raabad Shabat 24:12-13).

02 – Las reglas de «Muktzé»

En términos generales, los sabios prohibieron transportar o cargar en Shabat objetos que no son para uso sabático para así «apartarlos» de su mente (adelante 10). Existen diferentes tipos de «Muktzé»:

  1. a) «Muktzé en sí mismo» («Mejamat gufó») trata de objetos que no tienen ningún uso en Shabat, por ejemplo piedras, leña, arena, animales o alimentos que no son aún aptos para su consumo (como se verá en 3);
  2. b) «Muktzé por pérdida económica» («Mejamat jisarón kis»), esto es, objetos valiosos que las personas tienen cuidado de no tomarles y darles otro uso que el original por temor a que se estropeen, y dado que no tienen un uso sabático la persona los aparta de su conciencia (adelante 4);
  3. c) «Base para un objeto prohibido» («Basis ledavar asur»), cuando una persona coloca «Muktzé» sobre un objeto que no lo es, dado que tuvo la intención de que ese objeto esté allí en Shabat destinó conscientemente apartada la superficie sobre la que lo apoyó – por lo que se transforma en «Muktzé» (adelante 5-6);
  4. d) «Utensilios para una labor prohibida» («Kelim shemelajtam leisur»): la normativa en torno a estos es especial ya que están destinados a realizar labores prohibidas y por lo tanto la persona los aparta de su consciencia, pero al mismo tiempo a veces se los utiliza para acciones permitidas por lo que queda prohibido tocarlos o moverlos por necesidad del utensilio mismo, pero sí se los puede mover a los efectos de utilizar el espacio que ocupan o bien para su uso específico (adelante 7-9).

Si el «Muktzé es algo desagradable que causa malestar como en el caso de un recipiente que contiene materia fecal («Graf shel reí»), los sabios permitieron retirarlo con las manos (adelante 12).

La prohibición es mover «Muktzé» con las manos («Letaltel») empero se permite tocarlo sin moverlo, por lo que se permite extender un mantel sobre un computador o un teléfono. De ser necesario para algo permitido, se puede mover el «Muktzé» de modo indirecto o lateral, por ejemplo, si al tomar un objeto permitido  mueve el objeto que es «Muktzé» que está a su lado  mientras la acción de moverlo no se  haya hecho directamente con las manos no se está ante algo prohibido. Sin embargo, cuando es necesario mover el «Muktzé» para protegerlo («Letzorej gufó»), no se puede hacer esto moviéndolo lateral o indirectamente empleando la mano ni siquiera mediante una escoba, pero se permite moverlo con el cuerpo, esto es, mediante un pie o con el codo (adelante 14).

En caso de duda respecto de si un objeto es  o no «Muktzé», por ejemplo, si se encuentran frutas debajo de un árbol y se duda si cayeron antes o después de iniciado el Shabat, se debe adoptar la actitud más estricta (Talmud Babilonio Tratado de Beitzá 24(B), Shulján Aruj 325:5). Sin embargo, en caso de que haya duda respecto de la halajá sobre si un objeto entra o no en la categoría de «Muktzé» se opta por la opinión más flexible (Beit Iosef 279:4, Shaar Hatziún 309:24).

03 – «Muktzé en sí mismo» («Mejamat Gufó»).

Todo objeto que carece de uso en Shabat se llama «Muktzé en sí mismo», esto es, por su materialidad misma que carece de uso sabático. En esta categoría entran las piedras, leña, animales, pedregullo, tierra, hojas de árbol y todo tipo de residuos así como también un cadáver.

Este tipo de «Muktzé» se prohíbe tocar o mover también para una acción permitida, por ejemplo, se prohíbe tomar una piedra para evitar que se cierre una puerta o para abrir una nuez. Quien desee exceptuar una piedra de la prohibición de «Muktzé» debe pensar antes de Shabat que habrá de utilizarla de modo permanente para un uso determinado, como mantener la puerta abierta o abrir nueces o podrá también usarla con esos propósitos en un día hábil (Shulján Aruj 308:20 y 22).

Asimismo, arena es «Muktzé» y no se pueden cubrir con ésta cosas  desagradables, empero si se dejó de antemano arena para este propósito no es «Muktzé» (Shulján Aruj 308:38). De la misma manera, arena que está en un cajón destinada a que niños jueguen con ella no es «Muktzé» (arriba 15:2).

Alimentos que está prohibido ingerir y se los piensa transformar en comestibles al salir Shabat como el caso de frutas a las que no se les separaron diezmos y ofrendas («Trumot» y «Maasrot») o pan al que no se le separó «jalá», son «Muktzé» (Rambám Shabat 25:19). Sin embargo, carne no Kasher destinada al perro no es «Muktzé» (Shulján Aruj 324:7).

Alimentos aptos para ser ingeridos en caso de gran necesidad no son «Muktzé», empero si no son comestibles de no mediar horneado o cocción por ejemplo en el caso de la harina, las papas, los frijoles, pescado o carne crudos, entran en la categoría de «Muktzé». Si bien estos alimentos son aptos para el consumo animal, son «Muktzé» por cuanto que no se acostumbra alimentar animales con alimentos destinados a humanos.

En caso de gran necesidad, si el freezer dejó de funcionar y la carne o pescado que están en su interior pueden echarse a perder, se confía en quienes consideran que no son «Muktzé» por ser aptos para el consumo de un perro y se los puede pasar a otro freezer.

Los animales son «Muktzé» pues carecen de uso sabático y en caso de necesidad se permite sujetarlos y arrastrarlos para poder alimentarlos o para protegerlos, pero se prohíbe alzarlos (arriba 20:3). En el caso de las mascotas que se suele alzar como divertimento, no son «Muktzé» (arriba 20:5).

Restos de comida que son aptos para alimentar perros o gatos no son «Muktzé», pues aunque el dueño de estos restos carezca de perro o de gato, en la ciudad existen y los restos son aptos para su consumo. Por lo tanto, los huesos no son «Muktzé» por ser aptos para el consumo de perros o de gatos. Empero, residuos no aptos para el consumo humano o animal, por ejemplo cáscaras de nuez y espinas de pescado, entran en la categoría de «Muktzé». Asimismo, restos de alimentos que son aptos para el consumo de animales que no se encuentran en la cercanía son «Muktzé» (Shulján Aruj 308:29, carozos de damasco con los que los niños suelen jugar y se obtuvieron al comer en Shabat no son «Muktzé» (ver Shmirat Shabat Kehiljatá 16 observación 33).

04 – «Muktzé por pérdida económica» («Mejamat jisarón kis»).

Objetos valiosos que no son usados durante el Shabat  y se tiene cuidado de no moverlos de su sitio salvo para su uso específico, son «Muktzé» en Shabat. Así se evita una pérdida económica en virtud de algún daño eventual que pudiere ocurrirles. Por ejemplo, cuchillos profesionales de matarifes o talabarteros son «Muktzé» y no se pueden tocar o mover aunque la persona sólo tenga la intención de cortar con ellos comida (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 123(B), 157(A), Shulján Aruj 308:1).

Se consideran «Muktzé por pérdida económica», entre otros: instrumentos musicales, computadoras «palm», máquinas fotográficas y licuadoras. Esta categoría de objetos está prohibido usarlos en Shabat ni siquiera para acciones permitidas, por ejemplo apoyarlos sobre hojas de estudio para que no se vuelen con el viento. Se prohíbe por ejemplo, envolverse en una tela cara destinada a confección. Empero no entran en la categoría de «Muktzé» los utensilios caros que suelen usarse en Shabat, por ejemplo, reloj de oro, lentes o lupa para leer.

Otros objetos que son «Muktzé por pérdida económica»: billetes de dinero, documentos comerciales importantes, documentos de identidad, tarjetas de crédito, sellos, pergaminos de escribas («sofer stam»), papel destinado a escribir en circunstancias específicas y que se tiene cuidado de no usar para otras funciones (Shmirat Shabat Kehiljatá 20:20).

Asimismo, entran en esta categoría los relojes de pared o cuadros valiosos los cuales se tiene el cuidado de no moverlos a menos que sea necesario para evitar que se dañen (Mishná Berurá 308:168). De la misma forma, un armario grande que se tiene el cuidado de no moverlo innecesariamente para evitar que se dañe, es «Muktzé por pérdida económica» (ídem 308:8). La prohibición implica mover el armario, mas, se permite abrir y cerrar sus puertas y cajones destinados a uso ordinario.

Vasos, platos y prendas de vestir destinados a ser comercializados son «Muktzé por pérdida económica» ya que los comerciantes tienen cuidado de no usarlos. En el caso de un comerciante que no evita usar la mercadería, esta no es «Muktzé». Quienes comercian con productos alimenticios no suelen tener cuidado de no consumir de la mercadería que poseen por lo que los alimentos de las tiendas y los depósitos no son «Muktzé» (Beit Iosef Ramá 308:1, Mishná Berurá 6-7, Shulján Aruj 310:2, Mishná Berurá 4).

05 –  «Base para un objeto prohibido» – intencional.

Cuando se deposita un objeto «Muktzé» sobre un objeto permitido a los efectos de que permanezca allí durante el Shabat, este último también se transforma en «Muktzé» por ser «base para un objeto prohibido». Por ejemplo, quien coloca dinero sobre la mesa, si bien esta no es «Muktzé», dado que se colocó sobre ella dinero que sí lo es, adopta este carácter por ser base para un objeto prohibido.

Esto es, el acto de colocar el dinero sobre la mesa lleva implícita la intención de no usarla durante el sábado por lo que la mesa se transforma en «Muktzé» tal como el dinero que sostiene. Y aunque en el correr del sagrado día el dinero se caiga de la mesa, dado que esta ya era «Muktzé» al caer el sol en la víspera Shabat («Bein Hashemashot»), permanece en ese status hasta concluir el día (Shulján Aruj 310:7). Empero, si no se tuvo la intención de que el dinero permaneciera allí durante todo el Shabat sino que se lo olvidó allí, dado que no decidió transformar la mesa en «base de objeto prohibido», ésta no se transforma en «Muktzé». A priori, no se debe mover la mesa con el dinero que sostiene, por lo que se la debe inclinar para que este caiga a un lado y luego se puede llevar la mesa a donde se desee. Si hacer caer el «Muktzé» a un costado ha de implicar pérdida económica, por ejemplo en el caso de una calculadora, o si el «Muktzé» es una piedra y alrededor de la mesa hay objetos de vidrio que pueden quebrarse, se puede llevar la mesa junto a la piedra hasta un sitio donde se la pueda inclinar sin causar daño (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 142(B), Shulján Aruj 309:4, Shulján Aruj 277:3, adelante 14).

Esta misma es la norma respecto de un ordenador «laptop» que está apoyado sobre un libro, candelabros caros sobre una bandeja, cuchillos valiosos dentro de una cartera, papas crudas dentro de un cajón, una alcancía de «tzedaká» sobre la «bimá» (podio de la sinagoga); si fueron colocados intencionalmente, aquello que los sostiene se transforma en «base para objeto prohibido» y por ende se hace también «Muktzé». Si los objetos fueron olvidados en esas ubicaciones, la base que los sostiene no entra en la categoría de «Muktzé».

A veces se desea colocar un objeto «Muktzé» en el armario y como no hay espacio vacío se lo ubica sobre una prenda. Los juristas debatieron respecto de si ésta se transforma o no en «Muktzé» y sostienen diferentes opiniones.  Hay algunos que sostienen que dado que el objeto prohibido fue colocado sobre la prenda intencionalmente ésta se transforma indefectiblemente en «base de objeto prohibido» (Turei Zahav). Otros entienden que dado que no se tuvo la intención específica de que el «Muktzé» sea colocado sobre esa prenda en cuestión  sino que se trata de algo casual, la prenda no se transforma en «base de objeto prohibido» (Maguén Abraham). En la práctica, en caso de necesidad se puede optar por la actitud más flexible (Mishná Berurá 309:18).

Si se encontró dinero u objetos «Muktzé» en un bolsillo de la ropa que se viste, dado que por lo general se trata de un olvido – la prenda no se transforma en «base de objeto prohibido». Empero, a los efectos de no continuar cargando algo prohibido en la ropa, se debe tratar de sacudir. En caso de que le resulte vergonzoso hacerlo en público o teme que el objeto «Muktzé» pueda perderse en la calle, puede continuar andando hasta llegar a un sitio donde pueda sacudir su ropa sin temor a pérdida o a pasar apuros.

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Conjunto de libros Peninei Halajá en español /11 volúmenes
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