Pninei Halajá

Tfilát Nashim (La Plegaria Femenina)

03. El orden de las bendiciones matinales.

Tal como aprendimos, la disposición original de nuestros sabios implicaba que las bendiciones acompañen el orden natural de la incorporación por la mañana, y cada movimiento diferente o satisfacción lograda en este proceso fuera acompañada del recitado de una bendición. Por lo tanto, la mujer al despertarse del sueño debe agradecer a D´s por el alma que le fue concedida recitando «Elohai Neshamá» («D´s mío, el alma que me concediste…»), al abrir los ojos deberá bendecir «Pokeaj Ivrim» («que da la vista al ciego»), al extender sus extremidades deberá bendecir «Matir Asurim» («Que liberas a los prisioneros») y así sucesivamente con todas las bendiciones. Sin embargo hoy en día cambió la costumbre y se recitan todas las bendiciones de corrido.

Aparentemente podríamos decir que es mejor agradecer a D´s a continuación de la acción física, de manera tal que el proceso de levantarse adquiera una mayor significación espiritual. Efectivamente, el Rambám sentenció que el orden fuese tal como lo indica el Talmud, en el cual cada bendición sea recitada al momento de realizar cada una de las acciones y hay entre quienes llegaron del Yemen que así lo hacen hasta el día de hoy.

Sin embargo, hace ya cientos de años que los judíos acostumbran recitar todas las bendiciones matinales de una vez. Esto se debe a que si se recitan durante el acto mismo del despertar y la incorporación, se teme que por la somnolencia de la mañana se olviden de recitar una o más bendiciones, por lo que al recitarlas todas juntas de manera ordenada es más fácil que recuerden completarlas todas. Además, se procuró dar un status más encumbrado a las bendiciones matinales, esto es, recitarlas con las manos limpias y ya vestidos adecuadamente y por esta razón se pospuso su recitado hasta que la persona haya culminado sus preparativos previos al rezo. Más aún, existen personas a las que les resulta muy difícil concentrarse a poco de haberse levantado, y solamente después que se vistieron y lavaron la cara pueden recitar las bendiciones matinales correctamente (Según el Shulján Aruj 46:2 y Seder Haiom).

04. Bendiciones matinales en el caso de quien no es beneficiario de un bien determinado.

Los grandes sabios medievales (rishonim) debatieron respecto del siguiente dilema: una persona que no disfruta de una de las bondades mencionadas en la bendición matinal correspondiente, ¿puede igualmente recitarla? Por ejemplo, ¿un no vidente puede bendecir «que das visión a los ciegos»?

En opinión del Rambám (Tefilá 7:9) solamente quien disfruta de una bondad puede agradecer por ella. Por lo tanto, una señora que durmió vestida por la noche, por cuanto que no se viste por la mañana no habrá de bendecir «que viste a los desnudos». Una discapacitada que no puede caminar no habrá de bendecir «que dispone el andar del hombre». Una lisiada que no puede mover sus miembros no habrá de bendecir «que libera a los prisioneros» o que «yergue a los encorvados». Esta es, asimismo, la costumbre de algunos de los judíos provenientes del Yemen. El autor del Shulján Aruj (Oraj Jaím 46:8) tomó en cuenta la opinión de Rambám y sentenció que no se ha de recitar bendiciones por bondades de las que la persona no disfruta.

Por otra parte, según la opinión de los Gaonitas tales como Rabí Natronai Gaón y Rabí Amram Gaón se deben recitar todas las bendiciones según el orden establecido, aunque la persona concretamente no disfrute específicamente de alguna de las bondades mencionadas en las mismas, ya que fueron instituidas como agradecimiento por el disfrute general de las personas. Además, el hecho de que algunos disfrutan de las bondades ayuda indirectamente a quienes en lo particular no lo hacen y por lo tanto un inválido que no puede incorporarse agradece que otros sí puedan y por ende le puedan ayudar. Asimismo, el no vidente bendice «que da visión a los ciegos» por aquellos que al ver pueden ayudarle en su camino y en la provisión de sus necesidades. El Ramá sentenció de acuerdo a esta segunda opinión (Oraj Jaím 46:8).

Esta es además la opinión del Aríz»l en cuanto a que todo judío debe recitar todas las bendiciones matinales según el orden prescripto, para agradecer a D´s por el bien general que dispensa al mundo. En cuanto a costumbres de rezo, los sefaradíes acostumbraron a seguir la idea del Aríz»l por lo que también ellos recitan todas las bendiciones matinales según el orden escrito.

05. ¿Hasta qué hora se recitan las bendiciones matinales?

A priori se deben recitar las bendiciones matinales lo más próximo posible al levantarse del sueño ya que según la disposición original se debían pronunciar a continuación de cada movimiento corporal en el proceso de la incorporación. Si bien hoy día acostumbramos a recitarlas juntas después de este, de todas maneras no es correcto postergarlas en demasía.

En el caso de que una mujer no las haya recitado poco después de levantarse, debe procurar hacerlo hasta el final del horario de la plegaria de Shajarit pues hay opiniones según las cuales el horario de ambas es similar. Esto significa que se debe procurar recitar las bendiciones matinales hasta el final de la cuarta hora temporal de la mañana, es decir, hasta el mediodía. De todas maneras, si la mujer en cuestión no pudo recitarlas hasta el mediodía podrá hacerlo durante toda la jornada. La mayoría de los juristas opina que el horario de las bendiciones matinales no es similar al de la plegaria de Shajarit, ya que las primeras son agradecimientos a D´s por el disfrute de bondades que se extienden a lo largo de todo el día, y  por lo tanto, a posteriori, se pueden recitar durante toda la jornada (Peninei Halajá Tefilá 9:3).

En el caso de una mujer que recitó las bendiciones del «Shemá«, luego rezó la Amidá y recién entonces cayó en la cuenta de que aún no recitó las bendiciones matinales, deberá completarlas salvo las de agradecimiento por la Torá y «Elohai Neshamá«. Esto se debe a que la mujer en cuestión, aunque no haya tenido la intención de hacerlo, según la mayoría de los juristas cumplió con el deber de recitar las bendiciones por la Torá con la de  «Ahavat Olam» previa al Shemá y la de «Elohai Neshamá» mediante la segunda de la Amidá «Mejaié Hametim» (que revive los muertos) (Shulján Aruj 47:7, Mishná Berurá 59:9. Ver más adelante 7:5 y en Peninei Halajá Tefilá 9:2).

06. ¿Cuándo debe recitar las bendiciones matinales quien se levanta en la mitad de la noche?

Tal como ya estudiamos, a priori se deben recitar las bendiciones matinales lo más contiguo posible al momento de levantarse no siendo necesario esperar a  que aclare o despunte el alba para hacerlo. Por lo tanto, quien se levanta antes de que despunte el alba para estudiar Torá, trabajar o cualquier otro objetivo, debe recitar las bendiciones matinales inmediatamente después de levantarse. Empero, antes de la medianoche no se han de recitar y por lo tanto quien se levanta antes de ese tiempo ha de esperar hasta pasada esta para poder hacerlo. Siendo así, quien las recitó antes de medianoche, no cumplió con su deber (El horario de la medianoche varía según las estaciones del año y aparece en los almanaques) (Mishná Berurá 47:31, Kaf HaJaím 29, Peninei Halajá Tefilá 9:4, ver arriba 5:4).

Aquella mujer que se levanta pasada la medianoche por unas horas y planea volver a acostarse a dormir hasta la mañana deberá recitar las bendiciones matinales después de su incorporación principal. Si para la mujer en cuestión, la primera vez que se levantó es la principal y lo que duerme posteriormente lo considera como una siesta en la mitad del día, ha de recitar entonces las bendiciones matinales. Empero si considera que es la segunda oportunidad en la que realmente se levanta, habrá de recitar entonces las bendiciones. Lo mismo habrá de hacer respecto de las bendiciones de agradecimiento por la Torá.

07. ¿Qué debe hacer quien estuvo despierta toda la noche?

En términos generales, debe recitar las bendiciones matinales también aquella persona que no durmió durante la noche pues ya aprendimos que (halajá 4) estas bendiciones fueron instituidas como agradecimiento por el beneficio colectivo de las bondades prodigadas por D´s y aunque una persona individualmente no las haya disfrutado debe recitarlas. Sin embargo, existen diferentes tradiciones respecto de ciertas bendiciones.

Respecto del lavado de manos, según la tradición sefaradí no se ha de recitar la bendición (Kaf HaJaím 4:49) mientras que según la tradición ashkenazí, si la mujer está por comenzar a rezar la Amidá, que primero vaya al baño, evacúe y se toque alguna parte del cuerpo que normalmente va cubierta con ropa ya que desde el lavado anterior de manos seguramente transpiró un poco y luego que se las vuelva a lavar recitando la bendición correspondiente (Mishná Berurá 4:30 y se explicó arriba 5:5).

Respecto de las bendiciones de la Torá, si la mujer durmió durante el día anterior aunque sea media hora, por la mañana habrá de recitarlas. En el caso que no haya dormido durante todo el último día los juristas debatieron respecto de si tiene que volver a recitarlas en el nuevo día. Por lo tanto lo más apropiado es que recite la bendición de «Ahavat Olam» y de esa manera recita una de las bendiciones del Shemá que además le sirve como sustituto de las bendiciones de agradecimiento por la Torá. Una vez recitada «Ahavat Olám» la mujer debe leer el Shemá para estudiar algo de Torá tras la bendición.

Respecto de las bendiciones de «Elohai neshamá» y «Hamaavir Sheiná«, hay juristas que opinan que solamente quien durmió puede recitarlas, por lo que lo mejor es oírlas de una amiga que sí haya dormido y poner la intención de cumplir con el deber al escucharlas. Cuando no hay allí una amiga que las recite, según la mayoría de los juristas la mujer debe recitarlas por sí misma, siendo esta la tradición de todos los sefaradíes y algunos ashkenazíes. Otros ashkenazíes que acostumbran a ser más estrictos, las recitan sin pronunciar los Nombres Divinos (shem umaljut) (Peninei Halajá Tefilá 9:6)

01. La conexión profunda de las mujeres con la Torá.

La Torá pertenece a la totalidad del pueblo de Israel, tanto a hombres como a  mujeres. Cuando decimos en las bendiciones por la Torá «que nos escogió entre todas las naciones» nos referimos a que el Creador eligió al pueblo de Israel, hombres y mujeres y en virtud de la elección «nos otorgó Su Torá». De acuerdo con nuestra tradición, si al momento de la entrega de la Torá hubiese faltado sólo una sierva hebrea, ella se tendría que haber postergado. Asimismo, durante el cumplimiento del precepto de «Hakhel«, el Rey de Israel lee la Torá delante de todo el pueblo de Israel, hombres mujeres y niños (Devarim 31:12).

Sin embargo, las mujeres están exentas del estudio de la Torá, tal como está escrito (Devarim 11:19): «Las enseñaréis a vuestros hijos para hablar de ellas». Respecto a este versículo nuestros sabios interpretan (Talmud Babilonio Tratado de Kidushín 29(B)): «a vuestros hijos y no a vuestras hijas».

Sin embargo, desde el punto de vista de la conexión o la pertenencia general a la Torá vemos que las mujeres anteceden a los hombres. Por ejemplo, durante la entrega de la Torá, D´s le ordenó a Moshé que se dirija primeramente a las mujeres, tal como está escrito (Shemot 19:3): «Así le dirás a la casa de Yaakov. Esto anunciarás a los hijos de Israel». Nuestros sabios explican que «le dirás a la casa de Yaakov» se refiere a las mujeres  a quienes hay que «decirles» las cosas de manera suave mientras que «anunciarás a los hijos de Israel» se refiere a los hombres ya que anunciar es una manera más rigurosa o contundente de hablar, a ellos se les puede advertir duramente respecto de los castigos posibles que la Torá prevé detalladamente[1]. Nuestros sabios aprendieron de este versículo que es importante poner énfasis en el orden de la transmisión, primero hay que decirles a las mujeres y luego a los hombres (Mejilta, traído por Rashí).

Asimismo, aprendemos cuál debe ser el trato correcto hacia los sabios de la Torá, a partir de la conducta de la mujer de  Shunem que asistía a las clases del profeta en Shabat y Rosh Jodesh (Libro Segundo de Reyes- Melajim Bet 2:4-23, Talmud Babilonio Tratado de Rosh Hashaná 16(B)). No es casualidad que aprendemos a tratar honorablemente a la Torá del ejemplo de una mujer, ya que éstas guardan una relación más elevada con el aspecto general superior de la Torá (Sijot Haratziá Shemot pág. 178-181).

Vemos así que existen dos tipos de relacionamiento hacia la Torá: una es el de estudio y es preceptivo para el hombre, el otro es el relacionamiento general que pertenece más al género femenino. En la vida cotidiana el precepto masculino de estudiar Torá es más notorio, pero a largo plazo, el vínculo general de las mujeres con la Torá y la fe judía tiene mayor alcance e influencia. Es a este respecto que nuestros sabios, de bendita memoria, dijeron: «es más importante la promesa que le hizo D´s a las mujeres que la que hizo a los hombres». Nuestros sabios explican que las mujeres obtuvieron una promesa Divina mayor, en virtud que llevan a sus hijos pequeños a estudiar Torá e incentivan a sus maridos a hacerlo en los Batei Midrash, al tiempo que no les apuran a regresar temprano y les esperan felices en la casa (de acuerdo a Berajot 17(A)).

En virtud de la exención que tienen las mujeres del estudio pormenorizado de los detalles de la Torá, tienen la capacidad de captar los aspectos generales y axiológicos de la misma, y de esa manera pueden estimular a sus maridos e hijos a estudiarla para que ésta tenga perpetuidad en el pueblo de Israel. Si bien es cierto que también los hombres tienen conexión profunda con los aspectos generales de la Torá puesto que todos sus pormenores y detalles se desprenden de las generalidades y por otro lado las mujeres también tienen que saber las definiciones básicas de los principios de la fe judía, así como también las halajot prácticas (tal como se explicará en el siguiente inciso) de todas maneras los hombres tienen mayor vinculación con las definiciones exactas de nuestro sagrado libro y las mujeres con la manifestación de éste en la vida concreta. Juntos, mediante la acción mancomunada de hombres y mujeres la Torá se manifiesta en su completitud.

02. Las mujeres y el precepto del estudio de la Torá.

Existe una diferencia fundamental entre el estudio de Torá de los hombres y el de las mujeres. El precepto que recae sobre los hombres es el del estudio en sí,  mientras que el que recae sobre las mujeres es el deber del conocimiento de los preceptos de la Torá para vivir según ésta. Por lo tanto, una mujer que tuvo el mérito de aprender todas las halajot prácticas y todos los principios generales de la fe y la moral judías en un nivel suficiente como para poder encaminar todos los aspectos de su vida, no tiene más el deber de continuar estudiando.  Empero el hombre que estudió toda la Torá, aunque la sepa de memoria tiene el deber de continuar profundizando.

El estudio de la Torá consta de dos partes, una es conocer las directivas de la Torá tanto en la parte práctica como doctrinaria para poder llevar una vida plena, y este es deber de ambos sexos. La segunda parte es la que tiende más al estudio teórico, lógico e investigativo que es deber de los hombres y no de las mujeres. Por esta razón existen dos tipos diferentes de programas de estudio. El que está destinado a las mujeres, enfatiza el conocimiento de los fundamentos de la fe, la moral y la halajá mientras que en el destinado a los hombres, amén del estudio de las halajot, la fe y la moral judías  se hace hincapié en el estudio de la Guemará (Talmud) y sus comentaristas.

Por supuesto que aquellas mujeres que así lo deseen pueden además estudiar el Talmud analíticamente a condición de que antes aprendan bien los fundamentos de la fe, la moral y la halajá que es su deber dominar. Esto se aplica especialmente a aquellas mujeres que destacan por sus cualidades intelectuales; estas deben primero profundizar en la interiorización de los fundamentos de la fe y la halajá antes de embarcarse en el estudio talmúdico analítico a los efectos de que su temor a D´s anteceda a su sabiduría.

En el caso del resto de las mujeres que carecen de un deseo específico de profundizar en el estudio de la Torá, la directiva general de nuestros sabios, de bendita memoria, es que no se sumerjan en el estudio lógico y analítico (pilpul)  sino que estudien de forma clara resúmenes de halajot prácticas y sus fundamentaciones, así como principios de fe y moral judías.

Hubo generaciones en las que a las mujeres les era suficiente estudiar las halajot básicas vinculadas al hogar  y la familia, así como un poco de moral. Este tipo de estudio era suficiente para plasmar en sus almas la identificación  y entrega suficientes como para perpetuar la Torá y tener una vida judía. Sin embargo, en las últimas generaciones, con la aparición de la cultura del ocio, el desarrollo de la ilustración general y la inserción profesional  de las mujeres en diferentes ámbitos y especializaciones, es claro que éstas necesitan estudiar mucha más Torá que en el pasado. Efectivamente, de acuerdo con las directivas de los grandes sabios de las últimas generaciones, se establecieron institutos de educación y estudio de Torá especiales para jovencitas y señoras. Un ejemplo emblemático de esta tendencia es la red de colegios «Beit Yaakov» establecida en Polonia por la Señora Sara Shnirer bajo los auspicios y el apoyo de los grandes rabinos de  Polonia de la época.

Este cambio no deroga la diferencia halájica básica entre los hombres quienes están preceptuados de estudiar la Torá también en su faceta analítica y las mujeres que no lo están. Nuestro maestro el Rav Kuk explica que mediante la diferencia entre el deber masculino y el femenino se conforma una armonía entre el intelectualismo analítico y el sentimiento vivo, natural y espontáneo que unifica y da sostén a la Torá en la vida real (ver en comentario Ein Aiá al Tratado de Berajot cap. 7:46).

03. El contenido de las bendiciones por la Torá y su relación con las mujeres.

Las bendiciones de la Torá poseen tres partes, en la primera se alaba a D´s por habernos consagrado con Sus preceptos y ordenado dedicarnos a al estudio de la Torá; en la segunda, pedimos al Creador que la Torá que enseña a Su pueblo Israel sea agradable a «nuestras bocas» y tengamos el mérito de estudiarla con entusiasmo y seamos meritorios de saberla tanto nosotros como nuestra descendencia.

En la tercera parte de estas bendiciones le agradecemos al Eterno por habernos escogido entre todas las naciones y entregado Su Torá. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 11(B)) que se trata de la más excelsa de las bendiciones pues en esta se menciona la singularidad de Israel que «fue escogida de entre todas las naciones» y en virtud de ello «nos concedió Su Torá». Esta es la naturaleza del alma de Israel que está permanentemente apegada y conectada a HaShem y Su Torá, razón por la cual sólo el pueblo judío puede recibirla y por su intermedio iluminar al mundo.

En el seno de las naciones existen personas justas y piadosas empero se trata de una cualidad puramente individual y este carácter particular no permite que el mundo como tal sea corregido por su intermedio. Únicamente el pueblo de Israel puede servir a HaShem en un marco nacional y en ese contexto procurar corregir el mundo por medio de la verdad y la generosidad, tal como constatamos a lo largo de nuestra historia.

La segunda y la tercera parte de la bendición indudablemente están vinculadas a la mujer. En la tercera alabamos y agradecemos al Creador que nos escogió entre todas las naciones y nos concedió Su Torá, y según ya vimos (halajá 1) en eso mujeres y hombres son iguales. Asimismo, también la segunda de las bendiciones tiene vinculación con el género femenino, ya que las mujeres piden que las palabras de la Torá sean agradables en nuestras «bocas» y las de nuestros descendientes. Sin embargo, respecto de la primera parte se nos presenta una interrogante, ¿cómo pueden mujeres recitar la bendición  «que nos consagraste con Tus preceptos y nos ordenaste» dedicarnos al estudio de la Torá siendo que éstas están exentas de ese precepto? Hay juristas que explican que mujeres pueden recitar bendiciones por preceptos de los cuales se hallan exentas, ya que en la redacción de la bendición no figura «que me consagró» de modo personal sino «nos consagró» que incluye a la generalidad de Israel, y por lo tanto pueden recitar las bendiciones por la Torá (Rabenu Tam, Ran, Ramá). Otros juristas consideran que las mujeres tienen prohibido recitar bendiciones por preceptos que no tienen el deber de cumplir (Rambám, Or Zarúa, Shulján Aruj). De todas maneras las mujeres recitan las bendiciones por la Torá  ya que como vimos anteriormente ellas también tienen el deber de estudiar las halajot prácticas y los fundamentos de la fe judía, y por esta razón recitan «que nos consagró con Sus preceptos y nos ordenó».

04. El valor de la bendición por la Torá.

Luego que la tierra de Israel fuera destruida y el pueblo judío exiliado, surgió la pregunta (Irmiahu 9:11): «¿Por qué motivo se ha perdido la tierra?» Por cierto, que todos tenían claro que a causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra, sin embargo la pregunta era: ¿Cuál es el pecado central que originó el derrumbe espiritual que llevó a la destrucción? Esta pregunta le fue formulada a nuestros sabios de bendita memoria, a los profetas y a los ángeles ministeriales sin que nadie haya sabido qué responder. Hasta que el mismísimo Santo Bendito Sea lo explicó: «Porque han abandonado Mi Ley que Yo establecí para ellos» (ídem 9:12), esto es, porque no bendijeron por la Torá antes de estudiarla (Talmud Babilonio Tratado de Nedarim 81: (A)).

Si bien en la práctica estudiaban Torá, del momento en que no se vinculaban con ella como una enseñanza Divina de origen celestial, esto se les consideraba como si la hubiesen abandonado. Esto se debe a que todo aquel que estudia Torá como una disciplina más de investigación humana, no se considera que la estudie. Empero, si se recita previamente la bendición por la Torá, se puede luego acceder al estudio desde la perspectiva de la fe e imbuidos de un intenso deseo de conexión con Quien la entregó.

Nuestros sabios también se preguntaron (Nedarim ídem) ¿por qué ocurre que no todos los hijos de los grandes eruditos de la Torá siguen el camino de sus padres y no se convierten en estudiosos, a pesar, de que sin duda sus padres hubiesen deseado que dediquen toda su vida al estudio de la Torá? ¿A causa de qué los eruditos de la Torá no tienen éxito en la educación de todos sus hijos?  Más aún, en esos días se acostumbraba que cada hijo continuara con el oficio de su padre, los hijos del carpintero se convertían en carpinteros, los hijos de los agricultores se convertían en agricultores y así todos.

La pregunta entonces es ¿por qué un alto porcentaje de hijos de estudiosos de la Torá no se convierten en estudiosos como sus padres? El Talmud trae varias explicaciones a este asunto; la última pertenece a Rabina quien dijo que la causa de la discontinuidad intergeneracional en el estudio radica en que no bendijeron por la Torá antes de estudiarla. Esto es, muchas veces los hijos de los eruditos de la Torá la estudian por haber visto a sus padres hacerlo, y así como a todos los hijos les gusta imitar a sus progenitores, así también ellos intentan estudiar Torá. Empero la Torá solo se puede adquirir si se estudia con pureza de intención o por amor a D´s («leshem shamaim«), mediante una conexión personal con quien la entregó y por eso los hijos que estudiaron por imitación a sus padres o por costumbre no vislumbran una bendición ni resultados en su estudio.

05. ¿Esta bendición es preceptiva según la Torá? Reglas referentes a la  bendición «Ahavat Olam».

«Dijo Rabí Iehuda en nombre de Rav: ¿de dónde aprendemos que recitar la bendición previo al estudio es precepto de la Torá? Por cuanto que está  escrito (Dvarim 32:3): «Cuando invoque el Nombre del Eterno, glorificad a nuestro D´s» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 21(A)). Esto es, toda la Torá es considerada como los nombres o apelativos del Santo Bendito Sea (Zohar II 87:1, Tikunei Zohar 410:10) ya que Él se nos presenta como completamente oculto y mediante la Torá se revela en el mundo. Y aquello que está escrito  «Cuando invoque el nombre del Eterno» debe entenderse: antes que estudiéis Torá «glorificad a nuestro D´s», recitad la bendición a Quien la entregó.

En la práctica, los sabios medievales (rishonim) debatieron respecto de la correcta comprensión de este pasaje talmúdico. En opinión de la mayoría de estos sabios, entre los que cabe mencionar al Rambán y al Rashbá, es precepto de la Torá recitar la bendición previo a su estudio, por lo que en caso de duda se debe aplicar el criterio más estricto y recitarla, de acuerdo con la regla que indica que en caso de duda sobre un precepto de la Torá se debe aplicar criterio estricto («safek deoraita lejumra«) siendo esta la usanza de los ashkenazíes (Mishná Berurá 47:1, Peninei Halajá Tefilá 10:3).

Sin embargo, según la opinión de Rambám y el Shulján Aruj (Oraj Jaím 209:3) la bendición por la Torá es una disposición de origen rabínico y el versículo bíblico sirve únicamente de respaldo. Por esta razón, en caso de duda se debe aplicar el criterio más flexible  y no recitar la bendición, siendo esta la usanza sefaradí (Kaf HaJaím 47:2).

En el caso de una mujer que duda si recitó o no las bendiciones por la Torá, todos los juristas coinciden en que no debe volver a hacerlo. En caso de que la mujer en cuestión quiera salir de duda que recite la bendición «Ahavat Olám» («Ahavá Rabá» según la versión ashkenazí) y tenga cuidado en recitar el Shemá inmediatamente después para haber estudiado algo de Torá tras la bendición.

La bendición «Ahavat Olám» puede, a posteriori, sustituir a la bendición por la Torá ya que incluye los mismos elementos (Shulján Aruj 47:7). Si bien en el final de «Ahavat Olám» no se menciona la Torá sino la elección Divina del pueblo de Israel «que escoge al pueblo de Israel con amor», dado que la Torá y la elección de  Israel son temas que están intrínsecamente ligados al mencionar a uno se menciona indefectiblemente al otro.

06. ¿Qué tipo de estudio requiere bendición previa?

Previo al estudio de cualquiera de las secciones de la Torá  es menester recitar la bendición (Shulján Aruj Oraj Jaím 47:2). Por lo tanto, una persona que en determinado día tenía planificado estudiar únicamente Midrash o Halajá debe recitar al principio del día la bendición previa. Esto se debe a que toda la Torá, tanto la Escrita como la Oral, tanto en el área legal (Halajá) como en la filosófica (Majshavá) fue revelada a Moshé en Sinai (Talmud Jerosolimitano Tratado de Peá 2:4), y por ende por todo esto se bendice previamente «que nos escogió entre todas las naciones y nos entregó Su Torá».

Los juristas debatieron respecto de si es o no necesario recitar la bendición antes de cavilar (leharher) sobre Torá. Por ejemplo, quien se despierta por la mañana y quiere meditar sobre cuestiones de Torá, en opinión de la mayoría de los juristas no precisa recitar la bendición si bien hay quienes lo objetan. A los efectos de salir de toda duda es mejor que quien se despierte y quiera reflexionar sobre Torá, que recite las bendiciones correspondientes y diga unos versículos, para luego sí meditar sobre ésta. En el caso de quien se despierta en medio de la noche y piensa seguir durmiendo mas quiere reflexionar un poco sobre Torá hasta dormirse, no necesita recitar las bendiciones previas. Lo mismo quienes escuchan canciones con contenido religioso al despertarse, por cuanto que no tienen la intención de estudiar no precisan recitar las bendiciones por la Torá previamente (Peninei Halajá Tefilá 10:4).

Se puede recitar las bendiciones por la Torá así como también las bendiciones matinales de pie, sentados, acostados o caminando. Hay quienes ponen cuidado en recitarlas de pie o caminando mas no sentados o acostados (ídem).

 

07. La bendición por la Torá es para todo el día.

La bendición por la Torá que recita una mujer por la mañana le sirve para todo el día. Aunque luego vaya a comer o trabajar, cuando posteriormente quiera estudiar no necesitará volver a recitar esta bendición.

Los juristas debatieron respecto de si hombres que durmieron por lo menos media hora durante el día (shenat keva) deben o no volver a recitar la bendición por la Torá (Peninei Halajá 10:6) empero respecto de las mujeres todos coinciden en que lo hagan una sola vez al levantarse tras el sueño nocturno. Si una mujer durmió una suerte de siesta por más de media hora durante el día o la noche, al levantarse no precisa recitar la bendición por la Torá. Una mujer que se levanta después de medianoche y tiene la intención de permanecer despierta unas horas y luego volver a dormir un par de horas, deberá recitar las bendiciones matinales y de la Torá tras su despertarse principal (ver arriba 6:6).

En el caso de un hombre que se mantuvo despierto toda la jornada, los juristas debatieron si debe o no recitar por la mañana las bendiciones de la Torá (Peninei Halajá Tefilá 10:7). Empero en el caso de una mujer que se mantuvo despierta toda la jornada no habrá de recitar por la mañana la bendición de la Torá, sino que habrá de recitar la bendición «Ahavat Olám» para luego recitar la primer porción del Shemá y de esa manera cumplir con el deber de la bendición por la Torá (ver arriba 6:4).

En caso de que la mujer en cuestión haya dormido por lo menos media hora durante el día anterior a la noche que no durmió, habrá de recitar por la mañana las bendiciones de la Torá (Mishná Berurá 47:28, Peninei Halajá Tefilá 10:9).    .

01. El horario de Shajarit.

Tal como vimos anteriormente (2:2-5), la mayoría de los juristas opina que las mujeres deben rezar diariamente la Amidá de la mañana (Shajarit) y la de la tarde (Minjá), y así se debe actuar a priori. Por lo tanto es importante saber cuáles son los horarios de dichas plegarias.

También aquellas mujeres que rezan una Amidá por día, sea en Shajarit o Minjá, necesitan saber los horarios para poder ajustar sus plegarias a los tiempos de los rezos.

Los horarios de los rezos fueron establecidos por los sabios de la Gran Asamblea según los tiempos de la ofrenda del sacrificio diario permanente, Shajarit en el horario de la ofrenda matinal y Minjá en el de la ofrenda vespertina. El horario de Minjá será explicado más adelante (18:1) y ahora pasamos a explicar el horario del rezo de Shajarit.

La ofrenda permanente matinal se sacrificaba a partir del despuntar del alba («amud hashajar«), por lo tanto éste debería ser el horario inicial de Shajarit. Sin embargo, nuestros sabios dijeron que es mejor rezar después que sale el sol («netz hajamá«) tal como está escrito (Salmos 72:5) «Te temerán cuando sea visto el sol» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 9(B)). De todas maneras, a posteriori se puede rezar Shajarit desde el despuntar del alba pues lo hizo en un horario apropiado para sacrificar la ofrenda permanente de la mañana (Shulján Aruj 89:1, Peninei Halajá Tefilá 11:4). El despuntar del alba o «amud hashajar» es el momento en el cual se puede divisar una primera y tenue luz en el oriente y «netz hajamá» es la salida del sol. El mejor momento para rezar Shajarit es el horario de los «Vatikín» quienes comenzaban la Amidá al salir el sol para cumplir con lo que está escrito «Te temerán cuando sea visto el sol».

El horario para rezar Shajarit se extiende hasta el final de la cuarta hora, pues la ofrenda permanente matinal se sacrificaba hasta ese momento. A posteriori, si una mujer no alcanzó a rezar Shajarit hasta el final de la cuarta hora puede hacerlo hasta el mediodía y si bien su recompensa no es igual a la de quien reza en hora recibe recompensa por haber orado (Shulján Aruj 89:1). En cambio, una mujer que quiere recitar las bendiciones del Shemá, no deberá hacerlo después de la cuarta hora ni siquiera a posteriori.

En el caso de una  mujer que acostumbra a rezar una Amidá diariamente en Shajarit o Minjá, y ya pasó la cuarta hora del día, que no rece Shajarit y mejor que lo sustituya ese mismo día por un rezo de Minjá. En caso que tema olvidar de rezar Minjá, que rece Shajarit hasta el mediodía.

02. Las horas temporales y los horarios de la mañana.

Las horas de las que hablaron los sabios son las horas temporales. Esto significa que se divide el día en doce partes y cada una de estas se denomina «hora temporal» («shaá zmanit«). Durante el verano que los días son largos estas horas son más extensas y en invierno más cortas.

La pregunta que surge es, desde cuándo se comienza a medir el día. Según el método del Maguén Abraham, las horas del día son aquellas en las que hay luz, desde que despunta el alba hasta que oscurece por completo. Por su parte, el Gaón de Vilna considera que se debe tomar en cuenta las horas en las que el sol es visible, o sea desde que sale hasta que se oculta.

Esta es la razón por la cual en los almanaques figuran dos horarios, el más temprano corresponde al cálculo según Maguén Abraham quien comienza a contar las horas desde que despunta el alba; mientras que el horario más tardío corresponde al cálculo según el Gaón de Vilna quien cuenta las horas a partir de la salida del sol (Peninei Halajá Tefilá 11:13-14).

En la práctica, la mayoría de los juristas se inclinan por la opinión del Gaón de Vilna. Además, como el horario del rezo fue establecido rabínicamente, la halajá final es conforme a la opinión más flexible, por lo que calculamos el horario final para rezar Shajarit según el Gaón de Vilna.

03. Orden de prioridades a la hora de rezar.

Una mujer agobiada por la crianza de sus hijos puede cumplir con el deber de rezar recitando las bendiciones matinales y las de la Torá. En el caso de una que no lo esté, se considera que ajustadamente cumple con su deber recitando únicamente estas bendiciones (ver arriba 2:4).

En el caso de una mujer que quiere cumplir con el precepto de rezar de acuerdo a la halajá básica, habrá de recitar las bendiciones matinales y las de la Torá, los dos primeros versículos del recitado del Shemá y la Amidá (arriba 2:5).

En caso de querer cumplirlo más puntillosamente, deberá recitar la salida de Egipto para cumplir con la opinión que entiende que la mujer tiene el deber de recordar el Éxodo a diario. Si quiere hacerlo de manera ejemplar, que recite la bendición «Emet Veiatziv» para así unir la bendición por la redención con el rezo de Amidá (ver adelante 16:3).

En caso que la mujer tenga más tiempo disponible y quiera rezar de modo más completo, puede incorporar los principales cánticos de alabanza («pesukei dezimrá«) que son «Baruj Sheamar«, «Ashrei» hasta el final de los seis capítulos de los «Aleluyas» e «Ishtabaj» (ver adelante 15:4). Si quiere agregar, puede recitar las ofrendas y la quema del incienso antes de recitar los cánticos de alabanza (ver adelante 15:1-2). En caso que quiera agregar aún más, que complete estos últimos.

De todas maneras es necesario recalcar que en el caso de la mujer, el precepto de rezar se cumple completamente mediante el recitado de las bendiciones matinales y de la Torá, los dos primeros versículos del recitado del Shemá y la Amidá. Más allá de esto no es obligatorio y es necesario tener cuidado de no llegar a una situación en la cual por querer cumplir con un mayor grado de excelencia al agregar más cánticos y bendiciones, se termine afectando la concentración de la plegaria. Por lo tanto, si una mujer teme que si extiende su rezo su concentración se verá alterada es mejor que rece sólo el mínimo estipulado por la halajá sin agregados.

Sin embargo, en las instituciones educativas cabe educar a las jovencitas a recitar el rezo en toda su completitud: las bendiciones matinales y de la Torá, la ofrenda permanente, los cánticos de alabanza, el recitado del Shemá con sus bendiciones y la Amidá. Esto se debe a que las jovencitas están solteras y se encuentran en un marco educativo, por lo que es bueno que su rezo sea más completo y así aprendan a conocer las diferentes secciones del servicio. Empero una vez que ya aprendieron y practicaron el orden completo del rezo, es importante entender que lo más importante es la concentración durante la plegaria y las súplicas ante el Creador. Si las educadoras perciben que la extensión del rezo les afecta la concentración, corresponde permitir a quienes prefieran abreviar que digan el mínimo obligatorio sin agregados.

04. Cosas que está prohibido hacer antes de rezar Shajarit.

Desde que despunta el alba y comienza el horario de Shajarit es deber de todo judío presentarse ante su Creador y rezar. No se debe anteceder la importancia personal a la Celestial por lo que no se debe realizar ninguna tarea, emprender camino o comer antes de rezar. Asimismo no se ha de anteceder el honor del prójimo al Celestial, por lo que no se puede ir a saludar a una persona a la puerta de su casa antes haber rezado.

En términos generales estas reglas se aplican también a las mujeres, por lo que incluso una mujer que acostumbra a cumplir con su deber de rezar mediante el recitado de las bendiciones matinales y de la Torá únicamente, no habrá de realizar ninguna de estas actividades antes de haberlas recitado. Aquellas mujeres que siguen la directiva de la mayoría de los juristas y recita todas las mañanas la Amidá de Shajarit, deben poner cuidado en no realizar ninguna actividad antes de haber rezado. Sin embargo, en caso de necesidad, las mujeres que acostumbran a rezar la Amidá de Shajarit a diario pueden respaldarse en las opiniones halájicas más flexibles y una vez que concluyó el recitado de las bendiciones matinales y de la Torá puede realizar todas las actividades señaladas.

Lo mismo una mujer que a veces recita la Amidá en Shajarit y a veces  en Minjá; en los días en que se dispone a rezar por la mañana debe procurar no realizar ninguna actividad antes del rezo. En caso de necesidad puede realizarlas después de haber recitado las bendiciones matinales y de la Torá.

05. Saludar a alguien antes de rezar Shajarit.

Una mujer que está por comenzar a rezar Shajarit debe abstenerse de ir a la casa de sus padres a saludarlos  o a lo de una amiga antes de orar. Si así lo hizo, ha cometido una transgresión ya que priorizó el honor de otras personas al Celestial por saludarlos antes de haber rezado (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 14(A)).

Si sus padres requieren de su ayuda y la mujer en cuestión no alcanza a rezar antes de asistirlos, puede hacerlo antes del rezo, ya que de esta manera cumple con el precepto de honrar a sus padres; mas antes deberá recitar las bendiciones matinales y por la Torá. De la misma forma, cuando hay necesidad de ayudar a personas enfermas y la mujer en cuestión no puede rezar antes de asistirlos, tiene permitido hacerlo.

La prohibición se refiere a visitar una amiga a los efectos de saludarla, empero si la amiga es quien viene a visitar se la puede saludar. En ese caso es bueno poner cuidado en saludar diciendo «buenos días» y no «shalom» ya que así recuerda que aún no rezó. Asimismo en el caso de muchachas que rezan en el colegio y se encuentran con las compañeras al entrar, pueden saludarse y conversar pero es bueno que se cuiden de decir «buenos días» en vez de «shalom».

Cuando es necesario llamar por teléfono para consultar o avisar algo está permitido hacerlo antes de rezar, mas no se debe llamar por simples razones amistosas (ver Peninei Halajá Tefilá 12:1).

En el caso de una mujer que no tiene intención de rezar Shajarit es bueno que no salude a su amiga antes de haber recitado las bendiciones matinales y de la Torá.

06. No trabajar o emprender un viaje antes de haber rezado.

Tal como ya vimos, una mujer que está por rezar Shajarit debe conducirse, a priori, bajo las mismas reglas que un hombre y por lo tanto desde que despunta el alba no habrá de ponerse a trabajar  o emprender un viaje sin antes haber rezado. Nuestros sabios dijeron (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 14(A)): «Todo aquel que primero reza y luego emprende su viaje, el Eterno concreta todos sus deseos».

Empero está permitido realizar una labor menor o un viaje corto antes del rezo. Hay quien escribió que si el trayecto a recorrer es menor a los setenta y dos minutos se lo puede hacer antes de haber rezado. Si el viaje es a los efectos de rezar, como por ejemplo ir al Kotel, está permitido trasladarse y recorrer un trayecto de más de setenta y dos minutos (Responsa Or Letzión II 7:6, Peninei Halajá 12:5).

Antes que despunte el alba está permitido comenzar una labor importante o emprender un viaje largo, ya que como aún no es horario de rezar Shajarit no se considera que la persona antecedió sus necesidades al deber de rezar. De todas maneras, la mujer deberá poner cuidado en recitar primero las bendiciones matinales ya que corresponde decirlas inmediatamente después de haberse levantado. Dado que ella comenzó una labor importante o emprendió un viaje largo antes que comience el horario de rezar, luego de despuntar el alba puede continuar a condición de que logre rezar Shajarit antes que concluya el horario del rezo (Shulján Aruj 89:7, Peninei Halajá Tefilá 12:2).

En el caso de una mujer que no acostumbra a rezar Shajarit, es bueno que tenga cuidado de no comenzar a realizar sus labores ni viaje sin antes haber recitado las bendiciones matinales y de la Torá.

07. Actividades que está permitido realizar antes de rezar.

Antes de rezar está permitido ocuparse del cumplimiento de algún precepto ya que no implica una afrenta al Honor Celestial, dado que la acción no obedece a una necesidad personal. Por lo tanto, está permitido y es mitzvá lavar a los niños, vestirlos y prepararles comida antes que vayan al jardín de infantes o la escuela. En caso que en la casa falten productos alimenticios indispensables para la mañana, se los puede adquirir antes de rezar. En caso se tema que después de concluido el rezo, en la tienda ya no queden productos para Shabat, se los puede adquirir antes de rezar (Mishná Berurá 250:1, Kaf HaJaím 89:25). Empero si no es para cumplir con un precepto, no se deberá hacerlo.

Pequeñas acciones no se consideran trabajo o labor, por lo que quien las realiza antes de rezar no se lo considera que las antepone a sus deberes religiosos. Por ejemplo, una persona puede arreglar su cama, sacar la basura, dar un vistazo al periódico o ejercitarse un poco antes de ir a rezar.

Está permitido poner a lavar ropa ya clasificada en el lavarropa así como ponerlo en funcionamiento pues se trata de una labor liviana. Empero queda prohibido clasificar ropa para su lavado para luego introducirla al lavarropa (Halijot Shlomó 2:5).

Está prohibido cocinar u hornear antes del rezo, empero está permitido encender fuego bajo una olla o poner al horno una fuente con alimentos que fueron preparados el día anterior.

Respecto de las bendiciones matinales y de la Torá, es importante tener cuidado de recitarlas lo más contiguamente posible al momento de levantarse, e inclusive es bueno abstenerse de realizar labores menores antes de recitarlas.

En el marco de la prohibición de dedicarse a las necesidades personales u ocupaciones diarias previo el rezo, se encuentra la de cortarse el pelo o entrar al baño público-turco («merjatz») (Rambám Tefilá 6:7). Asimismo está prohibido ir a nadar o tomar un baño de inmersión por placer. Empero es obligatorio lavarse las manos antes de rezar y es bueno además lavarse la cara y cepillarse los dientes (Shulján Aruj 4:17, 46:1). También está permitido tomar una ducha y lavarse con jabón antes del rezo (Peninei Halajá Tefilá 12:3-4).

08. Comer y beber antes de rezar.

A partir de que despuntó el alba está prohibido comer o beber antes del rezo. Nuestros sabios (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 10(B)) relacionaron esta prohibición con el versículo (Vaikrá-Levítico 19:26): «No comeréis sobre la sangre» lo cual interpretaron como «no comeréis nada antes que pidáis por vuestras vidas». Además, dijeron que todo aquel que come o bebe y sólo después reza, sobre él dice el versículo (Melajim-Reyes I 14:9): «y me has dado la espalda[1] «, por lo que dijo el Santo Bendito Sea: una vez que presumió ante Mi ¡¿habrá de aceptar el Yugo Celestial?!

Sin embargo, está permitido beber agua antes de rezar pues en su ingestión no hay ningún elemento de soberbia. También está permitido ingerir bebidas o alimentos que tienen un propósito médico, porque por su naturaleza la ingestión no implica soberbia alguna (Shulján Aruj 89:4). Por ejemplo, quien sufre de estreñimiento tiene permitido comer ciruelas antes del rezo pues las ingiere con un propósito médico (ver Mishná Berurá 89:24).

En el caso de una mujer que sufre de un arrebato de apetito y que no le permite concentrarse en el rezo puede comer antes de rezar ya que entra en la categoría de enfermo que necesita ingerir alimentos y esta ingestión no implica soberbia de su parte (Shulján Aruj 89:4, ver Mishná Berurá 26).

En el caso de las mujeres que acostumbran a cumplir con su deber de rezar Shajarit mediante el recitado de las bendiciones matinales y de la Torá (como se vio anteriormente 2:4), no solo que corresponde recitarlas inmediatamente después de haberse levantado sino que además es bueno que pongan cuidado de no comer o beber antes de recitarlas.

09. El caso de alumnas que comen en su casa y rezan en el colegio.

Muchachas que acostumbran a rezar Shajarit en el colegio y si no comen primero en sus casas van a pasar hambre después lo cual es nocivo para su salud y perjudicial para su concentración en el rezo y los estudios, tienen permitido hacerlo. Si les alcanza con comer un bocadillo ligero que no incluye pan es mejor que así lo hagan y luego en el primer recreo que hagan ablución de manos y coman pan. En este caso no se debe argumentar que es mejor que recen Shajarit en la casa, ya que el rezo en el colegio a un horario fijo educa a las jóvenes y realza el status de la plegaria. Empero es correcto que primero reciten las bendiciones matinales y de la Torá antes de comer y beber.

En el caso de niños que aún no llegaron a la mayoría de edad (doce para las niñas y trece para los varones), pueden comer antes de rezar ya que en este caso se los educa a abstenerse de alimentos únicamente cuando éstos no son kasher. Nuestros sabios decretaron que no se ingieran alimentos antes de rezar o antes del Kidush, empero como estos alimentos en cuestión son aptos, el decreto no aplica a los menores de edad. Si bien a priori es bueno que no coman antes de rezar, en caso de ser necesario pueden hacerlo (Mishná Berurá 106:5, Iabía Omer IV 12:15 y ver Kaf HaJaim 106:11).

10. ¿En qué caso una mujer casada puede comer antes de haber rezado?

En el caso de una mujer que no puede rezar inmediatamente después de haberse levantado pues necesita atender a sus niños y realizar las tareas correspondientes que le insumen un tiempo prolongado; y si no bebe café o té no logra concentrarse, podrá hacerlo antes de rezar. Esto se debe a que su ingestión no implica soberbia sino que obedece a una necesidad, el estar lúcida para atender a sus niños. Si además necesita ingerir una fruta o un pastel sin los cuales sentirá una debilidad que le impedirá ocuparse de los niños, podrá hacerlo ya que lo hace con el fin de fortificarse y no como un acto de soberbia. Empero, debe recordar recitar las bendiciones matinales y de la Torá antes de la ingesta.

En el caso de una mujer que acostumbra a rezar diariamente Shajarit, si su marido regresa de la sinagoga siendo ya la hora del desayuno y ella aún no  ha rezado, que recite las bendiciones de la Torá que contienen una breve plegaria, que desayune con él y luego que complete las bendiciones matinales y rece Amidá. Esto se debe a que de acuerdo con la halajá, el orden familiar adecuado implica que la mujer coma con su marido, por lo tanto, a los efectos de no demorarlo que desayune con él. Luego de la comida que complete las bendiciones matinales y la Amidá. En caso de ser posible, que intente recitar las bendiciones matinales antes del desayuno ya que es bueno recitarlas inmediatamente después de levantarse. Todo esto aplica en el caso que el marido tenga prisa por salir, mas de ser posible, es mejor que la mujer concluya primero con el recitado de las bendiciones matinales, las de la Torá, la Amidá y luego coman juntos.

01. La ablución de manos («Netilat Iadaim»)

Una mujer que se dispone a rezar la oración individual silenciosa («Amidá») debe purificarse, por lo tanto es preceptivo que haga «netilat iadaim» antes del servicio. Empero existe una diferencia entre quien tiene la certeza de que sus manos están sucias y quien ignora si sus manos se ensuciaron.

Quien tiene la certeza de que sus manos están sucias, como en el caso de quien fue al baño o tocó partes habitualmente cubiertas del cuerpo que suelen estar sucias por efectos del sudor, debe lavarse las manos antes de rezar. A priori, es bueno lavarlas con un recipiente («kelí») tal como se lavan antes de comer, empero a posteriori si las lavó con agua y sin recipiente cumplió igualmente con el deber de preparación previa al rezo ya que lo principal del precepto es que las manos estén limpias de cara a la oración.

Si no hay agua en las inmediaciones, la mujer en cuestión  deberá esforzarse y caminar hasta una distancia equivalente a un «mil» (912 mts.) para hacer la ablución anterior al rezo. Si a esa distancia tampoco hay agua o si la hay mas  por hacerlo se le puede hacer tarde para rezar, es decir pasará la hora establecida para el rezo, habrá de frotar sus manos en la arena o sobre su ropa para quitar de éstas todo resquicio de suciedad y así habrá de rezar (Shulján Aruj 92:4, Mishná Berurá 92:20, Peninei Halajá 5:2).

Los juristas debatieron si debe o no lavarse las manos en un caso neutro, en el que por un lado la mujer que se dispone a rezar no lavó sus manos últimamente, y por el otro no recuerda si tocó cosas sucias o partes cubiertas del cuerpo. Por lo tanto, si hay agua en las cercanías, que se las lave, de no haberla no precisa lavárselas y puede respaldarse en aquellos juristas que entienden que manos en estado normal no requieren ablución antes de rezar. Para mayor seguridad es bueno que frote sus manos sobre su ropa (Shulján Aruj 92:5, 233:2, Mishná Berurá 92:26, Beur Halajá «ואם «).

En el caso de una mujer que salió del baño, se lavó las manos y después tuvo el cuidado de no tocar ninguna parte cubierta del cuerpo, no precisa hacer la ablución para rezar. Empero si no prestó atención debe volver a hacerla y de no haber agua en ese lugar, dado que no tiene la certeza de que sus manos estén sucias puede rezar sin ablución de por medio.

02. Preparación corporal previa a la Amidá.

«Dijeron nuestros sabios: quien tiene necesidades fisiológicas tanto mayores (defecar) como menores (orinar) no habrá de rezar» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 23(A)). Esto obedece a dos razones: a) La necesidad de evacuar puede distraer (Rambám); 2) No corresponde presentarse a rezar ante D´s con el cuerpo sucio del excremento que contiene (Hagahot Maimoniot). En caso de duda, nuestros sabios indicaron que, a priori, hay que revisar si se tiene alguna necesidad fisiológica antes de empezar a rezar (Tratado de Berajot 16(A)). Nuestros sabios basaron sus palabras en el versículo (Amos 4:12): «Prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel», además está escrito (Kohelet-Eclesiastés 4:17): «Pon atención a tu pie cuando entres a la Casa de D´s», entendiéndose que la intención refiere a cuidarse de no tener necesidades fisiológicas durante el rezo.

Quien sufre de catarro habrá de sonarse la nariz antes del rezo para no hacerlo durante el mismo. Si tiene flemas en su garganta que le molestan, habrá de expectorarlas antes para que no le molesten (Shulján Aruj 92:3). Si necesita sonarse la nariz habrá de hacerlo de la manera más educada posible. Quien precisara bostezar, cubrirá su boca con la mano. Todo esto se debe a que quien ora debe ser muy cuidadoso en el respeto a D´s, y todo aquello que se considera inapropiado hacer delante de las personas  está prohibido durante el rezo (ver Shulján Aruj 97:1 y 2).

03. Necesidades fisiológicas durante el rezo.

Existen dos niveles de necesidad fisiológica: a) Gran necesidad, al punto de que la persona no puede aguantar el periodo de tiempo que lleva caminar una «parsá» (unos 72 minutos), b) Cuando la persona tiene una gran necesidad fisiológica pero puede esperar más de setenta y dos minutos para hacer sus necesidades.

Si la persona comenzó a rezar cuando sentía necesidades fisiológicas mayores y no puede esperar setenta y dos minutos, su rezo es considerado una abominación y no cumplió con su deber, por lo que debe volver a rezar luego que evacúe. Quien rezó cuando sentía necesidades fisiológicas menores, al punto que no podía esperar setenta y dos minutos, si bien es claro que no procedió correctamente, los juristas de las últimas generaciones (ajaronim) discutieron respecto de si su rezo es  considerado o no una abominación. Dado que no se ha podido definir esta discusión, no es obligatorio volver a rezar luego de orinar, empero es bueno hacerlo a modo de rezo voluntario o «nedavá» (Peninei Halajá Tefilá 5:8).

Sin embargo, si la persona que rezó podía aguantar sin ir al baño setenta y dos minutos dado que su necesidad no era tan apremiante, su plegaria es considerada aceptable. De todas maneras, quien tiene necesidades fisiológicas aunque puede esperar setenta y dos minutos, a priori no habrá de rezar. Empero si por ir al baño se le ha de pasar el tiempo del rezo en cuestión, será mejor que rece para no perder completamente la plegaria pública (Shulján Aruj 92:1, Mishná Berurá 92:5).

El parámetro de medida para saber si la persona puede o no esperar setenta y dos minutos es ella misma. Si antes del rezo la persona pensó que podía aguantarse ese lapso de tiempo y tras el servicio se da cuenta de que estaba equivocado y no podía, dado que en el momento de empezar a orar pensó que sí podía hacerlo, su rezo es aceptado (Beur Halajá 92:1, שיעור פרסה).

04. Cuando se necesita ir al baño en medio del rezo.

Si una mujer comenzó a rezar sin sentir necesidad fisiológica alguna y en medio del rezo le urge ir al baño, dado que comenzó a rezar autorizadamente, mientras pueda aguantarse puede continuar orando.

Si al momento de empezar a rezar la mujer sabía que tenía una necesidad fisiológica pero pensaba que podía aguantarse por setenta y dos minutos, si bien, a priori, debería haber ido al baño antes del inicio, de todos modos, si ya comenzó su plegaria y en el medio se da cuenta que no podrá contenerse durante este lapso, dado que comenzó a rezar pensando que sí podía deberá terminar su rezo.

Si su necesidad es tan aguda que no puede aguantarse más, que vaya de inmediato al baño. Si la interrupción demora más que la totalidad del tiempo que ella suele destinar a la Amidá que vuelva a rezar desde el comienzo, mas si la interrupción es breve que vuelva a rezar desde donde dejó.

05. Reglas respecto de la mujer que tiene necesidades fisiológicas a la hora de cumplir con las demás cuestiones referentes a la santidad.

Así como la persona que siente necesidades fisiológicas y no puede postergarlas setenta y dos minutos no puede rezar, de la misma forma no puede recitar bendiciones, ni el «Shemá» o estudiar Torá ya que no es correcto dedicarse a asuntos relativos a la santidad estando el cuerpo sucio. Empero, existe una diferencia significativa entre el rezo y las demás cuestiones relativas a la santidad. Esta radica en que durante el rezo es como si estuviéramos de pie ante el Rey y si se ora de un modo impropio se ofende a D´s resultando la plegaria detestable. Por lo tanto, quien reza cuando no podía resistir setenta y dos minutos, su plegaria no es válida. No así resulta el caso de las demás cuestiones de santidad en las que no se considera que la persona esté de pie ante el Rey  y por lo tanto, a posteriori, quien recitó una bendición o el «Shemá» cuando no podía aguantarse setenta y dos minutos igualmente cumplió con su deber (Mishná Berurá 92:6, Beur Halajá אפילו בד»ת, Kaf HaJaím 3).

En opinión de la mayoría de los  sabios de las últimas generaciones (ajaronim) quien puede aguantar setenta y dos minutos, puede, a priori, recitar bendiciones o estudiar Torá, y hay quienes dicen que es mejor que primero evacúe (Mishná Berurá 92:7). De todas maneras, si a los efectos de evacuar la persona precisa esforzarse, no es su deber evacuar primeramente.

Una mujer que comienza a estudiar cuando no sentía necesidad fisiológica alguna, y durante su estudio la siente al punto de que no puede esperar setenta y dos minutos, a priori, debe ir a evacuar. Si se encuentra en el medio del análisis de un tema, hay quienes opinan que puede continuar en su estudio hasta concluirlo (Beur Halaja´92:2 קורא, Ialkut Iosef II pág. 338) y otros que consideran que debe ir a evacuar de inmediato (Kaf HaJaím 3:48).

En el caso de una mujer que enseña Torá en público, primero habrá de terminar la lección y luego irá al baño, pues el respeto a las demás personas antecede a la prohibición de «no tener el cuerpo sucio a la hora de rezar» que es de origen rabínico (Mishná Berurá 92:7). Asimismo en el caso de un alumno o alumna que se encuentran en clase, mientras su necesidad fisiológica no sea aguda es bueno que se aguanten y no salgan en el medio por respeto a sus compañeros.

Si en el caso de la prohibición de ocuparse de temas relativos a la santidad con el cuerpo sucio («bal teshaktzú») somos flexibles por respeto a la clase, con mucha más razón («kal vajomer») hay que evitar entrar y salir en medio de  la misma de no mediar una necesidad imperiosa, y por supuesto que no se debe conversar o molestar.

06. El borracho y el ebrio («entonado»).

Quien reza debe hacerlo con completa lucidez. A diferencia de muchos de los ritos paganos que se llevan a cabo en estado de éxtasis inducido por el alcohol y las drogas, nuestro encuentro con D´s se lleva a cabo con seriedad y profundidad de pensamiento. Esto es lo que la Torá ordenó a los cohanim (sacerdotes) en cuanto a que no ingresen a servir en el Sagrado Templo tras haber bebido vino (Vaikrá 10:8-11). De esto aprendieron nuestros sabios que el borracho y el ebrio tienen prohibido rezar.

Borracho es quien bebió mucho al punto de que no es capaz de hablar delante del Rey. El ebrio es quien está levemente influenciado por el alcohol y por ende le cuesta un poco concentrarse y focalizar su pensamiento, empero aún es capaz de hablar delante del Rey sin menoscabar su Real Honor.

Un borracho que por error comenzó a rezar, debe detenerse de inmediato ya que su plegaria es una abominación. Aunque haya culminado con su rezo,  no cumplió con su deber. Si recupera la sobriedad antes de finalizar el horario del rezo debe volver a rezar como corresponde (Shulján Aruj 99:1). Empero en el caso del ebrio que reza, dado que podría hablar delante del Rey cumplió con su deber. Asimismo si empezó a rezar y en la mitad se da cuenta que está ebrio que termine su rezo (Eliahu Rabá, Kaf HaJaím 99:2).

En cuanto al recitado de las demás bendiciones como ser las del disfrute («nehenín») o la posterior al baño («Asher iatzar«), el ebrio podrá a priori recitarlas, mientras que el borracho a priori no lo hará. Empero en el caso de bendiciones en las que si el borracho no las recita habrá de perder la oportunidad de hacerlo, podrá recitarlas. Esto se refiere, por ejemplo, a si alguien se emborracha durante la comida, que recite la bendición de agradecimiento por los alimentos («Birkat Hamazón«) y si fue al baño que recite la bendición posterior de «Asher iatzar» (Ramá 99:1, Mishná Berurá 11).

Quien está en muy avanzado estado etílico («borracho como Lot») al punto de que no es consciente de qué le ocurre, se le considera incapacitado mental (shoté) lo cual lo exime del cumplimiento de los preceptos. Aunque recite bendiciones, en ese estado, no se consideran válidas en lo más mínimo (Mishná Berurá 99:11).

07. El caso de la mujer «Nidá» (durante el período menstrual).

Una mujer «Nidá» debe cumplir con todos los rezos, todas las bendiciones y puede estudiar Torá, ya que las palabras de la Torá no adquieren nunca impureza, tal como está escrito (Irmiahu 23:29): «¿No es mi palabra como fuego-dice el Eterno-?», de lo cual nuestros sabios infirieron: así como el fuego no se impurifica tampoco lo hacen las palabras de Torá (Tratado de Berajot 22(A)).

Hay mujeres que acostumbraron a conducirse de un modo estricto y durante su período menstrual no ingresaban a la sinagoga ni tocaban el rollo de la Torá. Si bien desde un punto de vista estrictamente halájico no existe tal prohibición, estas mujeres se abstenían de asistir por respeto a la sinagoga. Actualmente, la costumbre extendida es que las mujeres entran a la sinagoga durante su período menstrual y algunas se abstienen de mirar las letras del rollo de la Torá a la hora de ser alzado y mostrado al público.

A propósito, es oportuno recordar aquí las diferentes costumbres respecto de la asistencia de mujeres al cementerio. Hay quienes sostienen que en términos generales no corresponde que las mujeres visiten el cementerio en ocasión alguna; otros opinan que mujeres durante el período de la «nidá» y que aún no se purificaron no asistan al mismo; otros consideran que corresponde abstenerse de visitar el cementerio  sólo durante los días de la menstruación mientras que otros juristas permiten en todas las circunstancias. Hay mujeres que se abstienen de visitar el cementerio durante el embarazo mientras que otras lo visitan. Cada mujer tiene que conducirse de acuerdo a su tradición familiar o la de la familia de su marido. En el caso de las que acostumbran a conducirse de un modo estricto, en caso de necesidad pueden flexibilizar su conducta. Por ejemplo, si a una mujer le va a pesar no visitar la tumba de uno de sus padres a los treinta días de fallecidos o en la fecha del aniversario de su deceso, o si teme que se enojen con ella si no asiste o teme que su ausencia se interprete como que recibió el período, puede flexibilizar su conducta y asistir. Si la mujer en cuestión teme quebrar la costumbre, que asista pero que no se acerque a las tumbas.

01.  Preparación emocional.

«No se debe rezar cuando se está triste ni con pereza» (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 31(A)) ya que la plegaria acerca al individuo al Creador Bendito Sea, le insufla vida y lo fortalece, razón por la cual se debe orar con alegría.

Nuestros sabios además afirmaron que «no se ha de orar cuando se está imbuido de jocosidad» (ídem), y puesto que la risa anula el temor a D´s, se ha de rezar desde la sumisión y el temblor. «Y tampoco se ha de rezar en medio de una conversación» ya que la charla distrae a la persona de su mundo interior y la plegaria debe brotar desde la profundidad del alma. «No se ha de rezar cuando se está de ánimo ligero o conversando sobre banalidades» ya que la plegaria se basa en la toma de conciencia en cuanto a la capacidad del ser humano de efectuar grandes cosas mediante el correcto uso de la palabra, y si reza mientras dice palabras vanas muestra que no valora su capacidad verbal (ver Olat Reaiá I p. 29).

En el orden del rezo para los hombres, nuestros sabios establecieron (Shulján Aruj 93:2) que antes de comenzar la Amidá se reciten pasajes optimistas que reconfortan al corazón, antes de Shajarit y Arvit la bendición por la redención de Israel («Gaal Israel») y antes de Minjá el cántico de David («Ashrei Ioshvei beiteja»). Sin bien las mujeres no están preceptuadas de recitar estos pasajes antes de la Amidá, corresponde que, por lo menos, previo al rezo cada una se tome el lapso de tiempo que lleva caminar cuatro codos para lograr su equilibrio mental.

Los hombres devotos y piadosos de antaño («jasidim rishonim») eran muy cuidadosos en este aspecto, y se preparaban una hora antes del rezo para poder concentrarse adecuadamente y orientar sus corazones a D´s (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 30(B), Shulján Aruj 93:1, Mishná Berurá 1).

Si una mujer está por colocar dinero en la caja de tzedaká hogareña, es bueno que lo haga previo al rezo (Shulján Aruj Oraj Jaím 92:10). Asimismo, una mujer que está por escribir un cheque para un donativo, es bueno que lo escriba o lo introduzca en el sobre previamente, pues de esa manera se allegará a rezar imbuida en la alegría de haber cumplido un precepto. Además, quien se presenta a pedir misericordia y benevolencia ante D´s corresponde que ella misma dé de sí a los necesitados. El Aríz»l dijo que antes de rezar habría que meditar apropiadamente sobre el precepto de «amarás a tu prójimo como a ti mismo» que es la gran regla general de la Torá, y además toda la plegaria está redactada en plural ya que es en pos de todo el pueblo de Israel.

02.  Evitar molestias durante el rezo.

Durante el rezo de la «Amidá» no se debe sostener en las manos un objeto que tememos que se pueda caer, por ejemplo un libro, una bandeja cargada, monedas, un cuchillo o un alimento pues esto puede causar la pérdida de la concentración, empero se puede sostener un Sidur pues sirve para rezar (Shulján Aruj 96:1-2). Asimismo, hay que tomar precaución de esto también en las demás secciones del rezo.

En el caso de un objeto que carece de valor y no se teme que le ocurra algo como en el caso de un tallo de una planta, a priori no se debe sostener durante la Amidá pues no es respetuoso pararse a rezar sosteniendo algo innecesario (ver Mishná Berurá 96:1-5).

Antes de iniciarse el rezo hay que apagar el teléfono celular. En sinagogas o sitios donde hay libros de oración no se deben usar los teléfonos celulares a modo de «Sidur», para no distraerse y para que no parezca que se leen mensajes durante el rezo. Quien carece de «Sidur» y precisa usar el celular debe primero bloquear la opción de recepción de llamadas o mensajes.

Quien piensa que durante el rezo pueda ser llamada para una cuestión de suma urgencia, puede dejar el aparato encendido mas lo pasará a modo de vibración  para que la recepción del llamado no perturbe el servicio religioso.

A priori no se debe rezar con una mochila pendiendo de su espalda pues no es esa una manera decorosa de presentarse ante personas importantes y menos aún de pararse a orar. En caso que la mujer se encuentre de paso y le resulte más cómodo dejar la mochila colgada de sus hombros, si ésta es pequeña y tiene un volumen inferior a los cuatro «kavin» (4.8 litros aprox.) podrá rezar con ella. Si la mochila tiene un volumen que exceda dicha medida no podrá rezar cuando esta pende de sus hombros, pues un bulto semejante puede distraerle de su concentración (Shulján Aruj 94:4).

Una mujer que por carecer de bolsillos sostiene en sus manos una billetera con dinero o cualquier otro objeto valioso y teme que si los apoya en alguna parte podrían ser robados, y además carece de alguien en quien confiarlos para que se los cuide,  a posteriori, es mejor que los mantenga asidos durante el servicio ya que de esta manera estará menos preocupada (Mishná Berurá 96:6, Kaf HaJaím 7). Asimismo, quien lleva una mochila grande sobre sus espaldas y teme que se la puedan robar, de no tener alternativa podrá rezar cargándola.

Una mujer no puede rezar mientras carga un bebé en sus brazos pues tiene que estar pendiente de que éste no se caiga. Además, el niño puede distraerla. Aunque el bebé penda de un «kanguro» (porta bebés) no es respetuoso pararse así a rezar. En caso de que se carezca de alternativa, aquella mujer que tenga la certeza que puede concentrarse en el rezo cargando con el bebé en un «kanguro», por razones de fuerza mayor se le permite rezar así. En caso que ella tema no poder concentrarse, que no rece y cumpla con su deber mediante el recitado de las bendiciones matinales y de la Torá, ya que bendiciones se pueden recitar mientras se carga un bebé.

03. Las reglas de la indumentaria a vestir, a priori, durante el rezo.

Una persona debe prepararse antes del rezo, temer reverencialmente ante Su magnificente Presencia y regocijarse por estar a punto de presentarse ante el Rey de Reyes y orar. Esta actitud debe reflejarse también en la indumentaria, debiendo ser ésta decorosa y digna de quien se presenta ante el Rey.

Las reglas que rigen la indumentaria para rezar son diferentes de las establecidas para las cuestiones vinculadas a la santidad. En cuestiones de santidad tales como el recitado del Shemá y bendiciones, se pueden recitar mientras las partes púdicas estén tapadas (Shulján Aruj Oraj Jaim 74:6); pero en lo referido a la Amidá la regla es distinta ya que como la persona se presenta ante el Rey Bendito Sea debe lucir de modo honorable (Shulján Aruj 91:1). En el caso de las mujeres, toda vestimenta que se atiene a los parámetros del recato es apta para rezar.

A priori, la persona habrá de vestir ropas dignas, a los efectos de que no honre menos a D´s que a las personas, y así como la persona es meticulosa en vestirse adecuadamente antes de encontrarse con gente importante, de la misma forma debe lucir (cuanto menos) a la hora de rezar. Quien va a entrevistarse con el rey una sola vez en su vida viste su mejor ropa, mientras que quien se reúne a diario con éste cuida que su indumentaria sea digna y adecuada a su rango y función, mas no viste a diario su mejor vestimenta. De la misma manera nosotros, al rezar nos asemejamos a quien se reúne con el Rey tres veces al día y por ende se viste adecuadamente mas no con su mejor ropaje, el cual se reserva para Shabat, días de fiesta o alegrías vinculadas al cumplimiento de un precepto.

04. La indumentaria apropiada para rezar.

Si bien a priori es menester vestir ropa digna para rezar, cuando es complicado cambiarse de indumentaria  se puede orar con vestimenta común siempre y cuando sea decorosa. Por lo tanto, aquella mujer que está abocada a las labores domésticas, tiene a sus niños a su cargo y carece del tiempo para cambiarse de vestimenta y rezar, podrá hacerlo con su indumentaria común o envuelta en una bata bonita con la que anda por su casa, ya que si no se avergüenza de abrir la puerta de la casa vestida así, no se la considera indecorosamente vestida.

No se debe rezar en pijama (Mishná Berurá 91:11), empero el enfermo puede hacerlo pues es aceptado que vista esta indumentaria delante de personas importantes que vienen a visitarlo.

No se debe rezar vistiendo un abrigo para lluvia (piloto), botas y guantes ya que no se suele vestir así delante de personas prestigiosas (Mishná Berurá 91:12). Sin embargo, cuando hace mucho frio se puede rezar con abrigo de lluvia y guantes ya que esto no implica menospreciar la importancia del rezo. Asimismo, en lugares donde se acostumbra a calzar botas se puede rezar con éstas puestas.

En el caso de muchachas que están de paseo pueden rezar con la indumentaria que usan para la excursión, a condición de que las prendas se atengan a las normas del recato. Si bien estas ropas serían indecorosas en sus hogares, durante el paseo se las considera apropiadas y aceptables al punto de que si se les presentase alguien importante ellas no sentirían la necesidad de cambiarlas. Por lo tanto, siempre y cuando la indumentaria del paseo sea recatada se puede rezar con ésta en el tiempo de la excursión.

05. Los hombres y el cubrirse la cabeza.

A los efectos de elucidar si las mujeres deben o no cubrir sus cabezas mientras rezan o recitan bendiciones, es necesario primeramente aclarar el status del deber masculino en este respecto.

En un inicio, solamente algunos grandes sabios acostumbraban a cubrir sus cabezas como expresión de especial devoción religiosa y se abstenían de caminar cuatro codos con su cabeza descubierta. Rav Huna, el hijo de Rabí Iehoshúa era conocido por no caminar cuatro codos con su cabeza descubierta (Talmud Babilonio Tratado de Shabat 118(B)) y solía decir: «la Divina Presencia se encuentra sobre mi cabeza, ¿cómo he de andar con la cabeza descubierta? (ídem Tratado de Kidushín 31(A)). Asimismo nos relata el Talmud Babilonio (Shabat 156(B)) que a la madre de Rav Najman se le pronosticó que de acuerdo a su constelación, su hijo se transformaría en un ladrón. Ella tuvo el reparo que el niño siempre cubriese su cabeza y así fue creciendo en Torá y mitzvot. En cierta ocasión se le cayó la cobertura de su cabeza, y fue cuando su instinto se exacerbó y se despertó en su interior un fuerte deseo de robar dátiles que pendían de una palmera. En ese momento Rav Najman entendió el porqué del especial cuidado de su madre en mantenerle siempre con la cabeza cubierta. Con el correr del tiempo, lo que en un inicio se trató de una práctica limitada a unos pocos sabios se extendió a todo el pueblo de Israel y se tornó obligatoria (Shulján Aruj Oraj Jaím 2:6).

Hay juristas que sostienen que cubrirse la cabeza al mencionar el nombre de D´s y al recitar bendiciones es un deber de origen rabínico mientras que otros consideran que no existe un deber específico de cubrirse la cabeza para mencionar un nombre Divino o recitar una bendición sino que se trata de un deber derivado de la costumbre. El Shulján Aruj trae la opinión más estricta en virtud de la cual se debe cubrir la cabeza al mencionar el nombre de Hashem y recitar bendiciones (Oraj Jaím 91:3, 206:3).

06. Las mujeres y el cubrirse la cabeza.

La razón por la cual las mujeres se cubren la cabeza no es la de despertar el sentimiento de temor a D´s. Las mujeres casadas deben cubrir sus cabezas por una cuestión de recato mientras que las solteras, que no tienen el mismo deber de recato, no acostumbran a cubrir sus cabezas como los hombres. Una posible explicación podría ser que las mujeres no precisan de la kipá pues de acuerdo a su naturaleza les es más fácil corregir sus características  personales. Quizás el hombre sea naturalmente más atrevido u osado (azut) por lo que requiere de una kipá sobre su cabeza para refrenar su instinto y orientarlo positivamente. En cambio las mujeres, naturalmente son más tímidas y modestas por lo que no precisan kipá.

Además, se podría decir que el cuidado por parte de la mujer de las reglas de recato es una expresión más que contundente de su aceptación del Yugo Celestial, por lo que no precisan cubrirse la cabeza para manifestar temor a D´s. Por otra parte, una mujer que no se vista y conduzca con recato, en nada le ayuda ponerse luego una kipá, ya que el daño producido por la falta de modestia es mucho mayor, y al no atenerse a las normas es como si declarase que la halajá, que proviene de la palabra de Hashem, no la obliga.

Sin embargo hay juristas que sostienen que también una mujer  soltera  debe cubrir su cabeza al mencionar el nombre Divino y al recitar bendiciones, ya que en esa cuestión no hay diferencia entre los sexos y se trata de un deber general de cubrirse la cabeza al mencionar el nombre de D´s (Ish Matzlíaj, Iaskil Avdí). Otros juristas opinan que, por lo menos, las mujeres deben cubrir sus cabezas para rezar la Amidá (Iabía Omer 6:15). Empero en la práctica las solteras no acostumbran a cubrir sus cabezas ni siquiera para rezar. Esto se debe a que los hombres acostumbran a cubrirse la cabeza todo el día como expresión de devoción y a los efectos de despertar en sí temor a D´s. Por lo tanto es lógico exigirles que se cubran la cabeza a la hora de mencionar el nombre de D´s, pero en el caso de las mujeres solteras que no tienen esta costumbre de manifestar devoción cubriéndose la cabeza todo el día, el hacerlo no implica una expresión de especial temor a D´s, y por lo tanto no están obligadas a cubrir la cabeza  ni al rezar ni al recitar bendiciones.

De todas maneras, las mujeres casadas deben obviamente rezar con la cabeza cubierta ya que de no cubrirla están vestidas de manera contraria a las indicaciones de las reglas del recato, y por lo tanto orar así implicaría una afrenta a la plegaria.

Esto se deriva de que se debe rezar con vestimenta digna, apropiada para quien va al encuentro del Rey del Universo, y obviamente es menester vestirse a estos efectos recatadamente. Por lo tanto, aquellas mujeres que no suelen cubrir sus cabezas todo el día, por lo menos a la hora de rezar corresponde que lo hagan.

Hay juristas que sostienen que  las mujeres casadas deben cubrir sus cabezas al momento de mencionar el Nombre Divino aunque se encuentren solas entre cuatro paredes. Otros juristas opinan que dado que las solteras no están preceptuadas de hacerlo tampoco las casadas lo están, ya que el deber de las casadas de cubrir sus cabezas es únicamente por recato y como a los efectos de recitar una bendición no se requiere de una indumentaria honorable, se las considera como solteras y se les permite recitar tanto bendiciones como el Shemá antes de dormir con la cabeza descubierta. Así nos parece que es la halajá.

07. Cinturón.

Los hombres tienen prohibido recitar cuestiones referidas a la santidad («Devarim shebikdushá») si no tienen una separación entre su corazón y las partes púdicas. Por esta razón quien viste una prenda larga como ser una toga o una túnica sin ropa interior por debajo y quiere recitar una cuestión de santidad debe ponerse un cinturón o pegar la túnica al cuerpo con la mano para que haya separación entre dichas partes.

En el caso de las mujeres, su zona púdica es más inferior y naturalmente su corazón no la divisa por lo que la mujer puede recitar cuestiones vinculadas a la santidad cuando viste una bata aunque no tenga separación entre el corazón y su zona púdica.

Antes del rezo los hombres deben vestir un cinturón. Hay juristas que opinan que se debe a la necesidad de separar el corazón de su genitalidad por lo que si viste ropa interior ya no es necesario colocarse cinturón. Otros juristas son de la idea que en honor al rezo se debe colocar cinturón para poner énfasis en la división entre el corazón y la zona púdica (Shulján Aruj 91:2, Peninei Halajá Tefilá 5:3). Pero mujeres que no tienen que separar ambas partes, no necesitan usar cinturón antes de comenzar la oración.

01. El lugar del rezo.

Nuestros sabios dispusieron que los hombres recen en público (con Minián)  en la sinagoga, mas no dispusieron lo mismo para las mujeres. Es claro que rezar con Minián en la sinagoga tiene la gran virtud de que la Divina Presencia reposa en el seno de la congregación, y la sinagoga es un sitio consagrado al rezo. Además, una mujer que reza con Minián tiene el mérito de responder Amén al Kadish y a la repetición de la Amidá a cargo del oficiante, participa de la Kedushá y del recitado de «Modím», así como habrá de escuchar la bendición sacerdotal. A pesar de todo ello, los sabios no dispusieron que la mujer rece en la sinagoga para no crear una tensión entre el deber de rezar con Minián y la atención de la familia, ya que ésta última encierra el valor más importante de todos (ver arriba 3:2). Tal como ya estudiamos, la mujer tiene el deber de rezar y suplicar misericordia ante Hashem, pero el decreto de rezar en público no está ligado al pedido de clemencia ante D´s sino que se trata de un deber suplementario que requiere más tiempo y que no recae sobre las mujeres (ver arriba 3:8-9 la diferencia filosófica existente entre las plegarias de la mujer y el hombre).

Sin embargo, durante Shabat y días festivos en los que hay más tiempo disponible, muchas mujeres acostumbran a rezar en la sinagoga. Existen mujeres, especialmente mayores, que como no cargan con el peso de las labores familiares asisten diariamente. Posteriormente nos explayaremos respecto de los atributos del rezo con Minián en la sinagoga.

02. Fijación de un sitio de oración.

Es preceptivo orar en un sitio fijo, tal como acostumbraba a hacer nuestro patriarca Abraham, orar siempre en el mismo lugar,  tal como está escrito (Génesis 19:27): «Y madrugó Abraham para ir al lugar donde antes había estado ante el Eterno». Lo más importante es establecer un sitio fijo para la Amidá (Ben Ish Jai Miketz 4).

El fijar un sitio para rezar demuestra que la conexión con D´s es absoluta, que todas las demás cosas pueden cambiar, mas la conexión con Él es la más estable y sólida de todas por lo que corresponde que se lleve a cabo en un lugar fijo. Y dijeron nuestros sabios que todo aquel que fija un lugar para sus plegarias, el D´s de Abraham le ayudará y sus enemigos sucumbirán ante él (Talmud Babilonio Tratado de Berajot 6(B), 7(B) y ver en el Maharal de Praga Netiv Haavodá cap. 4).

Los hombres cumplen este precepto estableciendo una ubicación fija en la sinagoga (Shulján Aruj 90:19), mientras que las mujeres lo cumplen estableciendo un sitio fijo de rezo en la casa en el cual procuran rezar siempre. Una mujer cuya casa esté llena de personas y bebés, deberá establecer su sitio de rezo en un rincón aislado, para que no le hagan perder la concentración (ver Shulján Aruj Oraj Jaím 90:20).

Se debe rezar en una habitación que posea ventana, y, a priori, es bueno que ésta última esté ubicada en dirección a Jerusalém, de modo tal que si la mujer que reza pierde la concentración pueda elevar sus ojos al cielo (Shulján Aruj 90:4, Mishná Berurá 90:8). Empero no ha de establecer su sitio de rezo donde hay una ventana desde la que se ve lo que pasa en la calle, no sea que le produzca distracción (Shulján Aruj 90:20).

Si una mujer se encuentra en un sitio que carece de ventanas que rece en una habitación iluminada ya que una iluminación apropiada puede servir de sustituto a una ventana. Hay juristas que entienden que lo principal es rezar en un sitio luminoso por cuanto que la luz ayuda a la estabilidad emocional de la persona (Talmidei Rabenu Ioná).

03. Que nada se interponga entre quien reza y la  pared.

Es un precepto importante que nada se interponga entre quien reza la «Amidá» y la pared, para que nada lo distraiga en su oración. Si junto a la pared hay un mobiliario fijo como, por ejemplo un armario, no se considera que se interpone  y se puede, a priori, rezar junto a este (Shulján Aruj 90:21, Mishná Berurá 63:65).

Muebles destinados al rezo como ser mesas o «stenderim» no se considera que se interpongan. Quien quiera usar una mesa para colocar sobre ésta el Sidur no se considera que se interponga. En caso que no haya necesidad de la mesa, es preceptivo que no se interponga entre quien reza y la pared (Mishná Berurá 90:66, Peninei Halajá Tefilá 3:6).

Si una mujer que está parada entre quienes rezan y la pared y está haciendo algo relativo al rezo no se la considera interposición, pero si se ocupa de otra cosa sí se la considera (Shulján Aruj Oraj Jaím 90:22, El Rav Kuk, Tuv Reiá Berajot 5:2).

No es correcto rezar frente a cuadros ya que dispersan la atención (Shulján Aruj 90:23) Empero si estos se encuentran por encima de una determinada altura esto está permitido pues no se teme que las personas miren hacia allí durante el servicio (Maguén Abraham 90:37, Mishná Berurá 71).

No se debe rezar frente a un espejo, pues parece que quien lo hace se inclina ante su propia imagen, y por lo tanto no se puede orar aunque lo haga con los ojos cerrados (Mishná Berurá 90:71). A priori no se debe rezar por la noche frente a una ventana, ya que esta refleja la imagen y verla puede generar distracción. Si no hay alternativa, se deben cerrar los ojos o se debe mirar dentro del Sidur ya que una ventana no refleja con la nitidez de un espejo, y por lo tanto no parece que la persona se inclina ante su propia imagen (Peninei Halajá Tefilá 3:7).

04. No se debe rezar en un sitio alto.

Quien está ante D´s durante el rezo debe saber que la vida y la bendición están en Sus manos y que el Eterno no tiene obligación de satisfacer su deseo, y por lo tanto su forma de pararse ante Él debe expresar humildad. A este respecto dijeron nuestros sabios en el Talmud Babilonio (Tratado de Berajot 10(B)): «La persona no habrá de pararse sobre una silla, ni sobre un banquito ni sobre un sitio alto para rezar, ya que no corresponde engrandecerse ante D´s,  tal como está escrito (Salmos 130:1): «Desde las profundidades te invocaré oh D´s».

Cuenta el Talmud Babilonio (Tratado de Ta’anit 23(B)) sobre Rabí Ioná que era famoso porque sus rezos eran siempre escuchados, y cuando le pidieron que rece por lluvias se dirigió a un lugar profundo para cumplir con el versículo «desde las profundidades te invocaré oh D´s». Allí rezó hasta que su plegaria fue aceptada y comenzó a llover. Por esta razón se acostumbró en muchos lugares establecer el sitio donde se para el oficiante en una parte más baja y por esta misma razón este último es denominado como «quien desciende al púlpito de rezo».

La regla indica que el sitio alto prohibido por los rabinos para pararse sobre él a los efectos de rezar  es aquél que tiene una altura a partir de los tres palmos (unos 24 cm.) sobre el nivel del suelo. Empero en la práctica, en un sitio que se eleva por debajo de esta medida tampoco se debe rezar. Esto obedece a dos razones: a) -Quien está parado sobre una piedra o un banquito, aunque tenga una altura de solo un palmo, teme perder el equilibrio y por lo tanto no puede concentrarse adecuadamente. b) Si el suelo es liso y la mujer se eleva por sobre éste mediante un almohadón  u otro objeto, daría la apariencia de querer encumbrarse y no corresponde rezar de esta manera. Empero sobre alfombras o esterillas que se acostumbran a extender sobre el suelo, se puede rezar a priori. Asimismo, quien reza sobre terreno inclinado o irregular no debe temer pararse sobre las partes altas del mismo siempre y cuando no supere al resto de los puntos de la superficie que le rodea en más de tres palmos (Peninei Halajá Tefilá 3:4).

En el caso de una anciana o una mujer enferma a quienes se les dificulta bajar de la cama, pueden rezar sobre ésta aunque se halle elevada sobre el suelo pues no se percibe como un acto de soberbia.

 

Si el sitio elevado se sostiene por sí mismo, esto es, tiene una superficie mayor a cuatro codos por cuatro codos (unos dos metros por dos metros), se puede rezar sobre este ya que no se lo compara con los demás sitios alrededor, pues se considera un lugar en sí mismo. Aun cuando fuese más pequeño que esa dimensión, si se halla rodeado de separadores (mejitzot), es considerado como un lugar en sí y está permitido rezar sobre él.

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